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Jornada III

Salen DOÑA MENCÍA y LEONOR, SOLANO y GARCERÁN.
DON GARCERÁN    Bien salió el disfraz, don Carlos.
DOÑA MENCÍA Enamorarse don Juan
ha sido, don Garcerán,
mucho mejor que engañarlos.
   ¿Qué ha dicho el conde?
DON GARCERÁN                                          Está loco
de placer.
DOÑA MENCÍA                Y con razón;
que tener la posesión
de quien bien quiere no es poco.
   Y pues sus cosas amor
las ha puesto en tal estado,
las vuestras me dan cuidado,
y veros sin él mayor.
   Vos queréis bien, vos amáis,
y tan principal mujer
ausente no puede ser,
pues presente la olvidáis;
   que quien tiene amor constante,
aunque lo amado esté ausente,
en todo tiempo presente
lo ha de juzgar el amante;
   y así, pienso que perdida
tenéis la memoria de ella.
DON GARCERÁN ¡Ay, don Carlos! vive en ella,
que quien ama tarde olvida;
   que las cenizas están
de aquel incendio calientes,
y aquellos días presentes,
¡qué malas noches me dan!
DOÑA MENCÍA    No sé cómo concertar
tanto arder, penar, sufrir,
con no la ver ni escribir,
ni alguna disculpa dar;
   que si como vos la amara,
fueran corno mis deseos
las cartas y los correos
que escribiera y despachara.
DON GARCERÁN    Pues ¿quién tendrá atrevimiento
de escribir a una mujer
tan principal, sin temer
su ira y su sentimiento?
   Que si cuando me partí
de Salamanca lo hiciera,
no dudara ni temiera
escribirla desde aquí.
   Pero quien usó con ella
tan desigual cortesía,
escribiéndola, sería
hacer mayor su querella.
DOÑA MENCÍA    No tenéis qué reparar
ni qué dudar ni temer;
que quien bien supo querer,
tarde y mal sabe olvidar.
   Escribilda este ordinario;
yo también escribiré
a persona que le dé
las cartas, si es necesario.
   Que cuando tenga entendida
la ocasión de vuestra ausencia,
hallaréis sin resistencia
dulce y alegre acogida.
DON GARCERÁN    Escribámosla en buena hora,
y ha de ser entre los dos.
DOÑA MENCÍA Mejor lo haréis sólo vos.
DON GARCERÁN Teme el alma, que la adora.
LEONOR    ¿No ves la conversación
de nuestros amos, Solano?
SOLANO Si no murmuran, hermano,
tratan nuestra perdición;
   que estos pelones listados
descansan con nuestras penas,
y son postres de sus cenas
decir mal de sus criados.
DON GARCERÁN    Saca aquí fuera, Solano,
El recado de escribir.
Va SOLANO por el recado de escribir.
DOÑA MENCÍA    Tú, Jaramillo, acudir
puedes al correo temprano.
   Y buscarásme quien parta
a Salamanca a las veinte,
porque traiga brevemente
respuesta de aquesta carta.
   Pero no vayas, detente,
que hablar quiero yo a Morales,
que piden despachos tales
más solícito expediente.
Sale SOLANO, con el recado de escribir.
SOLANO    Aquí tienes el recado
de escribir y de contar,
de mentir y de engañar,
de notar y ser notado.
   ¿Falta otra cosa?
DON GARCERÁN                              Poner
este bufete a este lado.
SOLANO (Aparte).   (Todo lo quiere pintado
quien no tiene que comer).
   ¿Está bien?
Pone SOLANO el bufete.
DON GARCERÁN                      Llega otra silla.
SOLANO Y aun dos he llegado. ¿Hay más?;
que si como mandas das,
serás señor de Tobilla.
DOÑA MENCÍA    No os divierta aqueste loco;
empezá a escribir.
DON GARCERÁN                             Solano,
calla.
DOÑA MENCÍA        Sosegad la mano.
Sin borrones, poco a poco.
DON GARCERÁN    Diréla mi soledad
y la larga pena mía,
pintaré mi cobardía
y mi firme voluntad,
   mis suspiros y mi llanto,
con que me abraso y me anego.
DOÑA MENCÍA (Aparte).   (¿Qué es esto, amor? ¡Tanto fuego
y en mi pecho hielo tanto!
   Pero conviene a mí honor
hacer de su fe experiencia;
que es justa la resistencia,
aunque firme sea su amor).
SOLANO    Jaramillo, ¿no penetras
lo que escriben?
Cierran la carta.
LEONOR                          Ni es posible.
SOLANO Para mí no hay imposible,
LEONOR Pues ¿qué es lo que escriben?
SOLANO                                               Letras.
   y juntas harán razones,
y las razones dirán
que pide don Garcerán
prestados ciertos doblones;
   que yo imagino que al conde
escribe mi pobre amo,
porque siempre a este reclamo
hidalgamente responde.
LEONOR    Diferente pensamiento
es el mío; que escribir
tan conformes es decir
que tenemos casamiento.
SOLANO    Pues ¿quién se quiere casar?
LEONOR Don Garcerán, o me engaño.
SOLANO Librea de fino paño
no se podrá despintar.
   ¿Quién es la novia?
LEONOR                                  Una dama
de Salamanca.
SOLANO                       Es famosa,
si es una viuda hermosa
que allí celebra la fama.
LEONOR Ella será; no hay prudencia
donde hay voluntad y amor.
DOÑA MENCÍA Bien escrita está, señor.
Cerralda y tened paciencia;
   que yo la despacharé
con otra mía esta tarde,
y el lunes, a lo más tarde,
respuesta de ella tendré.
DON GARCERÁN    Ya está cerrada.
DOÑA MENCÍA                             Rogad
a quien tenéis por patrón
que llegue a buena ocasión,
y vuelva con brevedad.
DON GARCERÁN    Tomad la carta, que en ella
libro todo mi tesoro;
que si a los ojos que adoro
llega, nací en buena estrella.
DOÑA MENCÍA    ¿Dónde me esperáis?
DON GARCERÁN                                     En casa
del conde Horacio os aguardo.
DOÑA MENCÍA Adiós.
DON GARCERÁN           Vuela, tiempo tardo.
SOLANO ¿Tardo es el tiempo?; él se casa. (Vase).
Sale el CAPITÁN y DON JUAN.
DON BELTRÁN    Aquesta dispensación
me trae, don Juan, desabrido.
DON JUAN ¿De Roma no ha respondido
el curial?
DON BELTRÁN               Sólo un renglón,
   dos meses ha, y remití
por cada letra cien reales;
que para dar a curiales
no hay plata en el Potosí.
   Dicen procuran favor
con el cardenal Colona.
DON JUAN Para tan grave persona
en la corte está el mejor;
   el conde Horacio es sobrino
del Cardenal, y en la mano
le tenemos.
DON BELTRÁN                  No está llano,
don Juan, aquese camino.
DON JUAN    Llano estará, si es el conde
vuestro amigo declarado.
DON BELTRÁN Amigo reconciliado
mal y nunca corresponde,
   no le hablaré, aunque la vida
me importe; que si en el pecho
costumbre el rencor ha hecho,
con dificultad se olvida;
   que mis celosos temores
batallan siempre conmigo,
porque con capa de amigo
suelen, don Juan, ser mayores.
DON JUAN    Terrible sois.
DON BELTRÁN                        Ya lo veo;
pero yo me enmendaré.
Sale OLIVERA.
OLIVERA Gracias a Dios, que te hallé.
DON BELTRÁN Yo se las doy, que te veo.
   ¿Hay algo de nuevo?
OLIVERA                                    Sí,
de Roma el despacho.
DON BELTRÁN                                   Albricias
tendrás, como las codicias,
si traen carta para mí.-
   ¿Tenéis qué hacer?
DON JUAN                                  Sí, señor.
DON BELTRÁN Pues yo me llego al correo.   (Vase).
DON JUAN Con extraño hombre peleo,
todo es celos y temor;
   pésame de haberle dado
a mi hermana por mujer,
porque juntos han de ser
un ejército encontrado;
   que ¿cuándo paz han tenido
la paloma y el milano,
mujer moza y viejo cano,
en un lecho y en un nido?
Salen ALEJANDRA y LEONARDO.
ALEJANDRA    ¿Fuese el capitán, mi tío?
DON JUAN Ya se fue.
ALEJANDRA                ¿Vendrá tan presto?
DON JUAN No lo sé.
ALEJANDRA               Don Juan, ¿qué es esto?
¿Con tu hermana ese desvío?
   Alza los ojos, ¿qué tienes?
¿Qué te da pena y cuidado?
¿Hase tu dama enojado?
¿Date celos y desdenes?
DON JUAN    No he sido tan venturoso,
hermana, que haya llegado
siquiera a ser desdichado,
cuanto más a estar dichoso;
   pues decirme no has querido
quién es ni cómo se llama
aquella hermosa dama
que me trae desvanecido.
   Hermana de perlas y oro,
si mi tormento te obliga,
dime qué mujer, qué amiga,
es aquel ángel que adoro.
   ¿En qué zona, en qué lugar
asiste tan apartado,
que el deseo ni cuidado
no la han podido encontrar?
ALEJANDRA    Tiéneme muy obligada,
don Juan, para que te diga
quién es aquella mi amiga,
tan hermosa y retirada.
DON JUAN    Representarme no quieras
las cosas que dan pesar;
que yo te sabré obligar
con más gusto y con más veras.
ALEJANDRA    ¿Has de reñirme?
DON JUAN                               No haré.
ALEJANDRA ¿Ni darme pena?
DON JUAN                           Tampoco.
ALEJANDRA ¿Ni más daguita?
DON JUAN                           Fui un loco.
ALEJANDRA ¿Ni amenazarme?
DON JUAN                            ¿Por qué?
ALEJANDRA    Y si en el Prado algún día
me llegase el conde a hablar,
¿tiénele de acuchillar?
DON JUAN Gran disparate sería.
ALEJANDRA    Y si por la calle pasa
y me asomase al balcón,
¿ha de haber reprensión?
DON JUAN Aunque le metas en casa;
   y no me apures, que harás
que me infame mi locura;
que yo fío en tu cordura
que todo lo excusarás.
   ¿Quién es? Dilo, hermana bella.
ALEJANDRA No podré con claridad;
que en un día de amistad,
¿qué te podré decir de ella?
   Que aun su nombre, te prometo,
don Juan, que se me ha olvidado;
pero della y de su estado
te informa, como discreto,
   de don Carlos, porque él sabe,
como Garcerán, quién es,
y haráslo por interés.
Es la mujer más suave,
   más cuerda y entretenida,
más agradable y graciosa,
más dulce y más amorosa
que he conocido en mi vida.
Y dejóme tan prendada,
que visitarla quisiera,
y aquesta tarde lo hiciera,
a saber de su posada.
DON JUAN    Pues voyle, Alejandra, a hablar;
que trazar con él querría
que pueda en tu compañía
verla, hablarla y visitar.   (Vase).
ALEJANDRA    Leonardo, ¿no es extremada
la locura de mi hermano?
LEONARDO Desengañarle temprano
es cosa más acertada;
   que amor y pasión tan fuerte
pueden quitarle el jüicio;
que el demasiado ejercicio
de la fantasía, es muerte.
ALEJANDRA    Estáme bien que don Juan
trabe amistad con los dos.
LEONARDO A él le está mal, por Dios,
y peor al capitán.
   Ya entiendo tu pensamiento,
y el fin a que corresponde;
que la amistad con el conde
apoyas.
ALEJANDRA             Ése es mi intento;
   porque el capitán, Leonardo,
me cansa con su porfía.
LEONARDO Pues para aquel triste día
que te desposes te aguardo.
ALEJANDRA    ¿Yo desposar con mi tío?
¡Jesús! Leonardo, primero
me mataré.
LEONARDO                  Intento fiero.
En Dios, señora, confío;
   porque en la dispensación
tenía dificultad,
y es mucha la autoridad
del conde en esta ocasión.
ALEJANDRA    Es verdad, pero el temor
enflaquece mi esperanza,
porque es la desconfianza
hija bastarda de amor;
hablar al conde quisiera.
LEONARDO Iréle a buscar, si quieres.
ALEJANDRA ¡Ay mí, Leonardo! Tú eres
mi remedio; parte... Espera.
Sale RUGERO.
ALEJANDRA    Rugero, seas bien venido.
¿Y el conde?
RUGERO                     Queda en la calle.
ALEJANDRA Di que se apee; que hablalle
deseo.
LEONARDO            Intento atrevido.
RUGERO Voyle avisar.   (Vase).
LEONARDO                          Rematada,
señora, estás; vuelve en ti,
no quieras se acabe aquí
la tragedia comenzada.
   ¿No te escarmienta el aprieto
en que te viste, pasado?
Háblale, mas con cuidado;
tenle amor, mas con secreto.
   Teme a tu hermano mayor
y a las canas de tu tío,tu peligro, si no el mío,
mi vida, si no tu honor.
   No pienses que el conde es Carlos,
que se puede disfrazar,
fingir ni disimular,
ni has de volver a engañarlos.
ALEJANDRA    Que no hay temor que me impida;
que quien tan de veras ama
atropella con su fama,
con honor, hacienda y vida;
   y no estés tan temeroso;
que cuando venga don Juan
y mi tío el capitán hallaránme con mi esposo.
Sale el CONDE HORACIO.
HORACIO    Mi bien, ¿tan grande favor
con tantos inconvenientes?
ALEJANDRA Señales son evidentes,
conde, de mi firme amor
   y del peligro presente,
que es la causa que me obliga
a que despacio te diga
lo que el alma sufre y siente.
LEONARDO    Si ha de ir la conversación
tan despacio, considera
que en esta sala primera
no estáis bien.
ALEJANDRA                      Tienes razón.
HORACIO    Eres, Leonardo, discreto.
ALEJANDRA En la pieza de mi estrado
nos entremos; ten cuidado.
LEONARDO    Y yo ¿qué tendré?
ALEJANDRA                                Secreto.
Éntranse y salen DON GARCERÁN y SOLANO.
DON GARCERÁN    ¿Que yo me caso, Solano?
SOLANO Y ¿fuera gran maravilla
estar injerto en Castilla
un naranjo valenciano?
DON GARCERÁN    Y ¿que es con doña Mencía?
SOLANO Así me lo dio a entender
Jaramillo.
DON GARCERÁN                Puede ser;
mas no es tal la suerte mía.
¿Halo soñando?
SOLANO                          No sueña,
porque no duerme jamás.
DON GARCERÁN ¿Cómo vive?
SOLANO                     Bueno estás;
vivirá más que una dueña;
   es encantado: experiencia
he hecho de esta verdad
por tener necesidad
de asegurar mi conciencia;
   que no sé qué he sospechado
después que duerme conmigo,
y de un cristiano amigo
sospechar mal es pecado.
DON GARCERÁN ¿Qué sospechas?
SOLANO                            Lo que temo:
que es hermofrodito.
DON GARCERÁN                                Extraño
juicio.
SOLANO          Pues no es extraño;
que es hermofrodito o memo.
DON GARCERÁN    ¿Qué dices?
SOLANO                       Buena es la risa.
DON GARCERÁN Necias imaginaciones.
SOLANO Si se acuesta con calzones
y se cose la camisa,
   y se viste con estrellas,
y se entra en la cama a escuras,
¿son muestras éstas seguras
para presumir bien dellas?
DON GARCERÁN    Pues ¿quieres tú condenar
lo que es recato y limpieza?
¡Bueno estás de la cabeza!
SOLANO Muy malo debo de estar:
   pues juro a Dios que el coserse,
madrugar y recatarse,
no dormir y estirarse
y en la cama recogerse,
   que tiene algún fundamento,
y mayor que el que barrunto;
pero ya he dado en el punto,
o no tengo entendimiento;
   y es, don Garcerán, forzoso
que una de dos ha de ser:
que es Jaramillo mujer,
y si no mujer, potroso.
DON GARCERÁN    Entrambas cosas, Solano,
son posibles. Mas ¿qué has hecho,
pues que no te has satisfecho,
estando del pie a la mano?
SOLANO    Pregúntale a mi cuidado
lo que de noche procuro,
pues mientras más me aseguro,
le hallo menos descuidado.
   Yo finjo si él disimula,
y déjole asegurar,
mas si le vuelvo a palpar,
vuelve el anca como mula.
DON GARCERÁN    Tú traes terrible contienda;
pero por eso no dejes
la empresa, aunque más le aquejes,
y él se resista y defienda;
   que si es mujer, de su engaño
otro se infiere mayor,
porque sus trazas amor
guía por camino extraño.
Salen el CONDE HORACIO y RUGERO.
HORACIO    ¿En qué me puedo emplear,
que me esté tan bien, Rugero?
RUGERO Mira lo que haces primero.
HORACIO Que no tengo que mirar;
   es Alejandra hermosa,
rica, honesta, limpia, afable,
discreta, dulce, agradable,
cuerda, sabia y virtüosa;
   y quiérola tanto, en suma,
que a don Juan se la pidiera,
aunque en las malvas naciera,
como Venus en la espuma.
SOLANO    El conde, don Garcerán.
DON GARCERÁN ¡Oh señor! Seáis bien venido.
¿Qué buen viento os ha traído?
HORACIO Salí a buscar a don Juan.
DON GARCERÁN    ¿Qué le queréis?
HORACIO                              Consultar
con él cierto parecer.
Salen DOÑA MENCÍA y LEONOR.
DOÑA MENCÍA ¿Es hora ya de comer,
Solano?
SOLANO Y aun de cenar.
DOÑA MENCÍA ¿Qué hace tu amo?
SOLANO ¿Estás ciego?
¿No le ves entretenido
con el conde?
DOÑA MENCÍA (Aparte a LEONOR). ¿Hasme entendido?
LEONOR (Aparte a DOÑA MENCÍA). Sí, señor.
DOÑA MENCÍA (Aparte a LEONOR).             Pues parte luego.
Vase LEONOR.
DOÑA MENCÍA    ¿Podré, señores, terciar
en esta conversación?
DON GARCERÁN Llegáis a buena ocasión:
que ahora se empezó a entablar.
DOÑA MENCÍA    Y ¿qué es el juego?
HORACIO                                  De damas.
DOÑA MENCÍA Y ¿qué se juega?
HORACIO                           Favores.
DOÑA MENCÍA Mirón soy, no tengo amores,
ni son para mí sus llamas;
   jugad los dos en buen hora,
que yo miro desde afuera.
DON GARCERÁN Por daros gusto lo hiciera,
mas hállome pobre agora.
DOÑA MENCÍA    Pues tened firme esperanza
que presto caudal tendréis,
con quien perdáis y ganéis,
con quien tanto bien alcanza.
HORACIO    Más pobre soy en mi estado
que en el suyo Garcerán,
si alimentos no me dan,
por verme tan empeñado;
   que Alejandra en este punto
al juego de bien amar
me ha acabado de ganar
cuerpo y alma, todo junto;
   y como la cantidad
es infinita en rehenes,
como más seguros bienes,
le dejo mi libertad.
DON GARCERÁN    Tales pérdidas, señor,
por ganancias las tened;
mas quien os cogió en la red
era gentil cazador.
HORACIO    ¿Qué más redes que razones
dichas con labios süaves?
¿Ni qué cazador que graves
y fuertes obligaciones?
   Resuelto estoy, Garcerán,
a casarme, mas quisiera
ordenallo de manera
que lo supiera don Juan.
DON GARCERÁN    Antes soy de parecer
que no lo sepa, si es llano
que ha de procurar su hermano
la boda descomponer;
   que si está su fe empeñada,
y la hermana prometida,
antes perderá la vida
que romper la fe jurada;
   y en tal caso es acertado
meteros en posesión,
que si la dispensación
llega, os hallaréis burlado.
HORACIO    Vendrá con dificultad:
porque de Roma he sabido
que con ellos no ha querido
dispensar su Santidad.
DOÑA MENCÍA    Que dispense o no, señor,
yo me ofrezco a daros llano,
como a la hermana, al hermano.
No os embarace el temor;
   que don Juan, agradecido,
se me muestra hoy mi galán.
HORACIO    Ya me ha dicho Garcerán
lo que pasa.
DOÑA MENCÍA                    Está perdido.
   Hoy en la calle me habló,
y con el alma en la boca
me dijo su pasión loca.
DON GARCERÁN ¿Tanto el disfraz le picó?
DOÑA MENCÍA    Y picará cada día,
si es Alejandra instrumento
de que dure su tormento,
pues a mis manos le envía:
   porque sin duda don Juan
le ha pedido que le diga
quién era aquella su amiga
que sosegó al capitán,
   y habrále dicho que yo
la conozco, y el cuitado
por ella me ha preguntado.
DON GARCERÁN ¿Desengañástele?
DOÑA MENCÍA                            No;
   antes dije ser verdad
que muy bien la conocía;
díjele dónde vivía,
nombre, estado y calidad,
   y cómo había enviudado,
que hizo menos su tormento;
porque ya en su pensamiento
se representa casado.
DON GARCERÁN    ¡Graciosa burla! Decí,
¿quién dijiste que era?
DOÑA MENCÍA                                   Extraño
os parecerá el engaño:
todas las partes le di
de aquella doña Mencía
que vos olvidáis ausente.
DON GARCERÁN Mi fe agraviais; que presente
está en la memoria mía.
   Conde, don Carlos intenta,
con tan ingeniosos modos,
si no burlarnos a todos,
meternos en una afrenta.
DOÑA MENCÍA    Mejor lo podéis decir
cuando veáis lo que pasa;
que ésta, dije, era su casa,
y hoy a verme ha de venir.
DON GARCERÁN    Según eso, habrá de haber
segunda transformación.
DOÑA MENCÍA Y aun tercera.
SOLANO                      Aquestos son
deseos de ser mujer.
DOÑA MENCÍA    Monjil y tocas he hecho
prevenir a Jaramillo.
SOLANO    Que quiere este monacillo
darme un buen día sospecho.
HORACIO    Pesada burla ha de ser.
DOÑA MENCÍA Y ¿no se la hacen mayor
hoy al capitán, señor,
si le quitáis la mujer?
SOLANO    De estas burlas, por Solano,
pocas o ninguna; arredro
el casarme, si esto medro.
Sale LEONOR.
LEONOR No os déis tanta prisa, hermano.
Entra el CORREO.
CORREO.    Vengo cansado, y deseo
descansar siquiera un rato.
LEONOR    El caminar no es buen trato.
CORREO Ni vida la del correo.
DOÑA MENCÍA    ¿Qué hombre es ése, Jaramillo?
LEONOR El peón que despachaste.
DOÑA MENCÍA Pues, bachiller, qué pensaste
primero, para decillo?
Seáis, hermano, bien venido.
DON GARCERÁN Solano, dale un doblón
de albricias a este peón,
para beber.
CORREO                   Ya he bebido.
SOLANO    Pues yo no, y a vuestra cuenta
me beberé la mitad.
DON GARCERÁN Dale dos.
HORACIO                La brevedad
lo merece.
DON GARCERÁN                 Dale treinta.
DOÑA MENCÍA    ¿Traéis cartas?
CORREO                           Este pliego.
DON GARCERÁN Abridle presto, señor.
DOÑA MENCÍA Sosegaos.
DON GARCERÁN                 ¿Quién, con temor,
tiene, don Carlos, sosiego?
DOÑA MENCÍA    ¿Sabéis si estaba don Tello
de camino?
CORREO                  Antes que yo
de Salamanca partió.
DOÑA MENCÍA No ha llegado.
CORREO                       Detenello
pudo cierta viuda hermosa,
que a esta corte ha de venir.
DON GARCERÁN ¿No sabéis a qué?
CORREO                             A vivir.
DON GARCERÁN ¿Vístela?
CORREO               Vila; es famosa,-
y algo en la fisonomía
le parecéis, señor, vos.
DOÑA MENCÍA Bien, a fe.
DON GARCERÁN (Aparte).   Conde, por Dios,
que es ésta doña Mencía.
¿Abristes el pliego?
DOÑA MENCÍA                               Sí.-
Idos en buen hora, amigo.-
Tú le despacha.
CORREO                         ¿Qué digo?
¿Qué es del doblón?
SOLANO                                Veisle aquí.
Vase el CORREO.
DOÑA MENCÍA (Lee).   «A don Garcerán.»
DON GARCERÁN                                        ¿A quién?
DOÑA MENCÍA A vos dice.
DON GARCERÁN                   No lo creo:
que a los tristes el deseo
les da por brújula el bien.
Toma la carta.
HORACIO    Abridla, no seáis pesado.
Leed sin desconfianza;
que en brazos de la esperanza
muchos, sin vos, se han librado.
DON GARCERÁN    Abierta está.
HORACIO                       Leed.
DON GARCERÁN                                Ya leo.
DOÑA MENCÍA No he visto amor tan cobarde.
DON GARCERÁN ¡Ay, don Carlos! Dios os guarde
de veros como me veo.   (Lee).
   «Tras tantos meses de olvido,
»cruel fugitivo Eneas,
»con el gusto que deseas
»recibió tu carta Dido;
»que no pudo la crueldad
»de tu rigurosa ausencia
»descomponer la asistencia
»de mi firme voluntad.
   »Que me has tenido quejosa
»puedo decir con razón,
»mas ya apruebo la ocasión,
»y digo que fue piadosa;
»y así, estimando tu fe,
»admitiré tus disculpas;
»que culpas, que excusan culpas.
»mal condenarlas podré;
   »que tu mudanza, en rigor,
»hace en mí mayor efeto;
»que en lo que en ti fue respeto
»en mí viene a ser amor.
   »Éste me lleva tras ti.
»y porque estoy de partida,
»ten lástima de mi vida
»por la que tengo de ti;
   »que hasta verte, alegre día
»ni hora sin ti ver espero.
»De Salamanca, a primero
»de mayo.- Doña Mencía.»
DOÑA MENCÍA    ¿Qué os parece? ¿Estáis contento?
DON GARCERÁN Y tan loca de placer
el alma, que a encarecer
no lo acierta el sentimiento.
   Carta de consuelo llena
y privilegio rodado,
por donde estoy excusado
de la merecida pena;
   carta que en el mar incierto
de mi continuo penar
sois carta de marear,
que me encamináis al puerto:
   carta de pago y remate
de todas cuentas pasadas,
en su memoria olvidadas,
para que sus dudas trate;
   carta ejecutoria mía,
tan en mi favor ganada,
que al alma sirve de honrada
y generosa hidalguía;
   carta mía, real decreto,
en donde vieren librados
los frutos de mis cuidados,
premio de mi amor perfeto.
   Bendigo, carta, la mano
hermosa que te escribió,
la lengua que te dictó,
el estilo soberano;
   el papel, la tinta y pluma,
apacibles instrumentos,
que, tocados, mis tormentos
deshicistes como espuma;
   bendigo...
DOÑA MENCÍA                   Don Garcerán,
¿sobre qué pueblo bendito,
ciudad, provincia o distrito
tantas bendiciones van?
HORACIO    Finezas, don Carlos, son
de su amor.
SOLANO                   Y su locura,
pues quita el oficio al cura,
y incurre en excomunión.
DON GARCERÁN    Bien me tratáis.
DOÑA MENCÍA                           ¿Queréis ver
lo que me escriben a mí?
DON GARCERÁN La sustancia referí.
DOÑA MENCÍA La carta podéis leer;
que lo que me dicen es,
con el cuidado que dieron
las cartas que recibieron.
DON GARCERÁN Y este don Tello ¿quién es?
DOÑA MENCÍA    Un honrado caballero,
con quien en su mocedad
tuvo mi padre amistad
en Saboya, y hoy le espero.
LEONOR    ¿No sabes que ha de venir
don Juan?
DOÑA MENCÍA                Ya lo sé.
LEONOR                              ¿Qué esperas?
HORACIO Y al fin, ¿qué?, ¿queréis de veras
burlalle?
DOÑA MENCÍA             Y como a vestir
me voy, esperadme un rato;
que de estas burlas que veis
los dos conocer podréis
si son veras las que trato.
Vanse MENCÍA y LEONOR.
HORACIO    Es don Carlos extremado.
DON GARCERÁN Y de un ingenio excelente,
y de verle tan prudente
y tan mozo me he admirado.
   Débole, conde, la vida;
que él ha sido mi remedio,
pues por andar de por medio
no está en penas consumida.
   Por él de doña Mencía
veré aquel cielo sereno,
y veré mi pecho lleno
de contento y de alegría.
HORACIO    ¿No pensáis hacer, si viene,
alguna demostración?
SOLANO Librea habrá de invención.
DON GARCERÁN ¿Qué ha de hacer el que no tiene?
SOLANO    Si te tienes de casar,
no se excusa; hazla del paño
que en las caras traen hogaño,
las damas de este lugar;
   con guarnición de un castillo,
si no la quieres de espada;
gala al fin no muy usada,
mas es de acero y martillo.
   Los herreruelos suizos,
que nunca parecen mal,
con cuellos de Portugal,
que un moro los hará hechizos.
   Y echarásles pasamanos
de corredor o escalera,
con botones en hilera,
que asientan los cirujanos.
   Sus bandas de arcabuceros
y ligas de venecianos,
con que saldrán más lozanos
que Durandarte y Gaiferos.
   Jubones, al parecer,
del verdugo de la villa,
que los corta a maravilla,
tan cortos, que es un placer.
   Y porque presto se estragan
los sombreros, acomoda
sus cabezas a tu moda,
con gorras que nunca pagan.
   Y así, de balde vestidos,
tus pajes y tus lacayos
saldrán como papagayos
y como pascua floridos.
DON GARCERÁN    Tienes buen gusto, Solano;
la invención me ha satisfecho.
SOLANO Es librea de provecho
y de invierno y de verano.
HORACIO    Gracia has tenido.- Dinero
no os ha de faltar; vestid
cuatro o seis pajes, lucid,
trataos como caballero;
   que con una letra mía
os dará mi mercader
lo que fuere menester;
que me presta y él me fía.
SOLANO    ¿Qué fía? ¿Sobre qué prenda?
HORACIO ¿Aquesto te da cuidado?
SOLANO No sin causa me la ha dado.
HORACIO Fíame sobre mi hacienda.
SOLANO    ¿Adminístratela?
HORACIO                               Sí.
SOLANO Lastimosa perdición.
DON GARCERÁN Arbitrios, Solano, son
de ahorrar.
SOLANO                  Y de gastar, di.
   Y de mayores empeños;
que estos administradores
son de la hacienda señores,
y verdugos de sus dueños;
   y peor si es mercader,
que dulcemente degüella
y fieramente desuella
al tiempo del menester.
   Y si llegáis a sacar
paño o seda, sin reparo
lo peor y lo más caro
te han de venir siempre a dar;
   y así desmedra tu hacienda
por donde piensas que gana,
y el otro rica y ufana
tiene su bolsa y su tienda.
   Mas a acetar no te excusa,
Garcerán, lo que te ofrece,
pero no se lo agradece;
que dicen que no se usa.
   Y mete con la librea
vestidos para ti y todo,
y vestiráste a lo godo,
que es gala que más campea.
   Calceta medio botarga,
jubón con punta de armar,
ferreruelo al carcañar
y la ropilla ancha y larga;
   sombrero sobre la frente,
corto y sin pegar el cuello,
peinado y largo el cabello,
gesto y voz a lo doliente.
DON GARCERÁN No me descontenta el traje.
¿Quién lo trae?
SOLANO                        Esto trae
toda la gente de humor,
con punta y collar de honor
entre escuderete y paje;
   gente, al fin, de media suela,
en la corte entrevelada,
como tocino de ijada,
ni bien trucha ni truchuela.
DON GARCERÁN    Pues ya me parece mal,
que ese hábito trajera
un gran señor, le siguiera
como premática real,
   pero de gente ordinaria,
ni por imaginación;
porque tiene la elección
civil, disconforme y varia.
Salen DOÑA MENCÍA, en hábito de viuda, y LEONOR en el dicho.
DOÑA MENCÍA    Dime si salgo bien puesta.
LEONOR Tú te lo sabes; el alba
parece cuando despierta
y a las puertas del sol llama.
HORACIO Volved, Garcerán, los ojos;
veréis, entre nubes blancas,
prodigiosos resplandores
y maravillas extrañas.
DON GARCERÁN Muerto soy, conde, a traición;
que quien con la vista mata,
con un rayo poderoso
me ha muerto por las espaldas.
Doña Mencía, señora
de mi libertad esclava,
reina de mis pensamientos,
natural, que no bastarda,
¿es posible que te veo?
¿es posible que me amas?;
mas no puede ser posible
porque me escuchas y callas.
SOLANO ¿Y es, don Garcerán, posible
que un hombre con tantas barbas
no echa de ver que es don Carlos
y no mujer, con quien habla?
DOÑA MENCÍA Vive Dios, don Garcerán,
si no os reportáis, que haga
un disparate con vos.
DON GARCERÁN ¿Cómo, señora, tan brava,
tan fiera para conmigo?
DOÑA MENCÍA ¡Cómo tan fiera! ya pasa
aquesta descortesía
a ser injuria pesada.-
Jaramillo, dame presto
mi espada; que a cuchilladas
le haré saber si soy hombre
o mujer cobarde o flaca.
HORACIO Sosegaos; don Garcerán,
¿Qué ideas son esas vanas?
¿No echáis de ver que es don Carlos
y que es el mismo que trata
vuestro descanso y el mío,
aunque está con tocas largas?
DON GARCERÁN Ya lo veo, conde amigo;
pero camino no halla
mi confuso entendimiento
para salir desta calma.
HORACIO    Vos le hallaréis, no os dé pena.
SOLANO Don Juan viene.
HORACIO                         Y Alejandra,
si no me engaño, Rugero.
SOLANO ¿Qué enigmas son estas varias?
Salen DON JUAN y ALEJANDRA y LEONARDO.
DOÑA MENCÍA ¡Señora Alejandra!
ALEJANDRA                              Amiga,
¿qué lastimosa desgracia,
qué desdicha ha sido aquesta?
¿Hoy vïuda, ayer casada?
DON JUAN Si se ofreciere ocasión,
y aunque no se ofrezca, trata
con ella de mi remedio.
DOÑA MENCÍA ¿Qué os dice don Juan?
ALEJANDRA                                      Nonada;
habla a Garcerán y al conde;
que yo le diré tus ansias.
DOÑA MENCÍA Hablad más quedo.
DON GARCERÁN                               ¿Solano?
SOLANO ¿Señor?
DON GARCERÁN               Mira bien, repara,
¿no es ésta doña Mencía?
SOLANO ¿Todavía estás en Babia?
Digo que se le parece
como a un huevo una castaña.
DON GARCERÁN No son sino unas facciones.
SOLANO No, señor, sino contrarias;
y hay la misma diferencia
que entre la silla y la albarda.
DON GARCERÁN ¿Qué dices? ¿Estás borracho?
SOLANO Y tú ¿qué estás? Calabaza.
HORACIO ¿No es graciosa la prudencia?
Garcerán, ¿es de importancia
que sea agora no sea
don Carlos?
SOLANO                   ¡Locura extraña!
ALEJANDRA Cuando sepa la verdad,
don Juan, no importará nada.
Decidle, Carlos, que el conde
es mi esposo y que se cansa
si piensa que de su tío
he de ser mujer forzada.
Yo sé romperá por vos
con promesas y palabras,
que inconvenientes mayores
quien tiene amor desbarata.
DOÑA MENCÍA Llamadle.
ALEJANDRA                Hermano, don Juan.
Llégate más cerca, acaba.
DON JUAN ¿Quién mira al sol, sin temer
los rayos que le amenazan?
HORACIO ¿No os divierte, Garcerán,
el ver allí lo que pasa?
A don Carlos dice amores
don Juan.
DON GARCERÁN                Con ellos me abrasa.
HORACIO ¿Tenéis celos?
DON GARCERÁN                       Celos tengo,
celos, conde, celos, rabia.
Sale el capitán DON BELTRÁN.
DON BELTRÁN Señor don Juan, ¿qué es aquesto?
¿Vos aquí, y con Alejandra?
¿Con mis propios enemigos
tanto gusto, amistad tanta?
DON JUAN No os alborotéis, señor,
hasta que sepáis la causa;
que a darle el pésame vino
a esta señora mi hermana;
que ha enviudado, como veis;
y en semejantes desgracias
han de acudir las amigas,
como es justo, a consolallas.
DON BELTRÁN Y ¿quién es esta señora?
DON JUAN Aquella bizarra dama
que os compuso con el conde
cuando la cuestión pasada.
Pienso que será mi esposa;
que desde aquel día el alma
le rendí, y ella es, señor,
el cuerpo donde descansa.
DON BELTRÁN ¿Es principal?
DON JUAN                       Partes tiene
divinas; de Salamanca
es natural.
Entran DON TELLO, caballero viejo, y un CRIADO.
CRIADO                Aquí vive;
ésta es, señor, su posada.
DON TELLO Avisa, Medrano; espera,
que ésta es mi sobrina.- Abraza,
doña Mencía, a don Tello.
DOÑA MENCÍA Tío, de muy buena gana.
DON GARCERÁN ¿Qué es esto que estoy mirando?
¿Doña Mencía se llama,
caballero, esta señora,
y no don Carlos?
DON TELLO                           ¡Qué gracia!
HORACIO ¿Qué decís, señor? ¿Mujer
es el que habláis?
DON TELLO                           ¿Esta casa
es de locos o de cuerdos?
Sobrina, ¿es torre encantada?
¿Qué es lo que estos caballeros
ponen en duda?
DOÑA MENCÍA                         Más larga
relación pide, señor,
su admiración.
SOLANO                        ¡Inventara
Satanás mayor embuste!
Pero, ¿qué ingenios se igualan
al de mujeres?; ¿qué enredos,
ni quién como ellas los traza?
DOÑA MENCÍA Después os diré, señor,
mi historia en breves palabras.
Baste, señor, por agora
que me halláis, si no casada,
concertada por lo menos,
con un hombre en quien se hallan
gentileza y gallardía,
lealtad, amor, fe, constancia;
y sólo vuestra venida
aguardé porque me honrara
la generosa presencia
y respeto de tus canas.
DON TELLO Y ¿quién es el caballero,
señora, con quien te casas?
DOÑA MENCÍA El señor don Garcerán.
DON GARCERÁN ¿Qué hombre mortal alcanza
tanto bien? Dame tus brazos.
DOÑA MENCÍA Y el alma, señor, con ellos.
DON GARCERÁN Y vos, don Tello, esas plantas,
por la merced que recibo
de aquesas manos hidalgas.
DON TELLO Con el amor que Mencía
os doy mis brazos.
DON JUAN                              Hermana,
¿qué es esto que ven mis ojos?
ALEJANDRA Pues ¿de qué, don Juan, te espantas?
Efectos son del amor.
DOÑA MENCÍA Háblame, bella Alejandra.
ALEJANDRA Y agora con más razón.
DOÑA MENCÍA Jaramillo, ¿por qué callas?
LEONOR ¿He de hablar sin ocasión?
DON TELLO ¿Es tu criado?
DOÑA MENCÍA                      Y criada.
DON TELLO ¿Ésta es Leonor?
LEONOR                           Sí. señor:
Leonor soy y vuestra esclava,
SOLANO ¡Cómo! ¿También Jaramillo
era mujer? ¡Que en mi cuadra
la haya tenido dos meses,
y no haya sabido nada!
Señor don Carlos primero,
y doña Mencía, octava
maravilla, más famosa
que no las siete nombradas,
pues dos meses de aposento
tuve con aquesta ingrata
con nombre de Jaramillo,
haz se quede en mi posada
con nombre de mi mujer,
porque así me desagravia.
DOÑA MENCÍA Quisiera darte a Leonor,
Solano, mas no le agrada
a Leonor tu casamiento.
SOLANO ¿No? Pues fraile soy sin falta.
Sale CAMILO, curial de Roma.
CAMILO ¿Señor capitán?
DON BELTRÁN                         Don Juan,
la dispensación sin falta
os trae el señor Camilo.
CAMILO No ha querido mi desgracia;
antes os vengo a decir
que Su Santidad el Papa
no ha querido dispensar,
porque...
DON BELTRÁN                No digáis las causas,
basta decir que no quiso;
que en tales casos no basta
ser el curial diligente.
No nací para Alejandra.
DOÑA MENCÍA Pues por el conde suplico
al señor don Juan su hermana
le dé por mujer, y a vos
tengáis por bien que se haga.
DON BELTRÁN Yo, señora, se lo ruego;
que mi sobrina levanta
su nombre con su grandeza,
y yo intereso su gracia.
HORACIO Bésoos las manos, señor,
por tan generosa hazaña.
DON JUAN Pues el capitán, mi tío,
tan fácilmente se allana,
Alejandra es vuestra, conde,
y ella sola es la que gana;
que el que pierde aquí soy yo,
pues burló mis esperanzas
y mi amor doña Mencía;
pero escogió como sabia.
DON GARCERÁN Paciencia, señor don Juan;
que burlas, y más de damas,
podéis tener por favores,
y pues la noche está en casa,
y la cena prevenida,
no hay sino a placer gozalla.
DON BELTRÁN Es el consejo de amigo.
DON GARCERÁN Perdón, Senado, se aguarda,
y demos con esto fin
Al Fénix de Salamanca.
 
FIN
Arriba