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Un buen ejemplo de poesía festiva, próxima a la poesía de Caviedes, lo encontramos en «A una Dama que la solicitava el Autor. Pintura», de Luys Antonio (1658: 2): «...que es en ella tan estable, / que por ser forzoso tiene / para poder sustentarle / dos arcos iris de paz, / medias lunas de azabache. / Son los ojos destos arcos, / algo rasgados y grandes, / fábrica hecha de negros, / mas no del todo boçales, / que en su crédito dos niñas, / bachilleras de buen arte...».

 

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Lisi, como Filis, Amarilis, Marcia y otros similares fueron nombres poéticos procedentes de la poesía pastoril usados con frecuencia en la poesía lírica española del Siglo de Oro. Lisi, es conocido, fue inmortalizada por Quevedo y de ahí pudo tomarla Caviedes, aunque también fue utilizada por otros ingenios como Carrillo y Sotomayor o Sor Juana Inés de la Cruz. Un siglo después fue inmortalizada de nuevo por fray Diego Tadeo González en la serie de anacreónticas que dedicó a este nombre.

 

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Lorente Medina 191-227, y más exactamente 224-26.

 

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Sobre los antecedentes de la caricatura en Arcimboldo y sobre la técnica que el pintor milanés desarrolla imaginativamente, ver Francesco Porzio (1987: 14-45). De la anamorfosis, en concreto, dice: «L'artificio illusionistico per eccellenza, l'anamorfosi, si obtiene manipulando la regina delle regole: la prospectiva. L'anamorfosi ribalta la valenza realistica e oggetivizzante Della prospectiva deformando l'immagine raffigurata in modo che la visione corretta si possa "anamorfizzare", cioè riformare unicamente da un punto di vista determinato, che non è mai quello frontale: è un capriccio, ma un capriccio "logico"» (p. 20). Ver también Werner Kriegeskorte 24-25.

 

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Además, su simbolismo oculto puede encerrar, como piensa Porzio, una contestación irónica e intelectual a las exigencias contrarreformistas de verismo en el arte.

 

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En nuestras pesquisas en Lima y Madrid no hemos encontrado ningún grabado que permita conjeturar sobre el conocimiento, directo o indirecto, de Arcimboldo por parte de Caviedes.

 

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Al final de su vida su arte «intellectualistica, artificiosa e (...) per sapiente e ironico contrasto, scientificamente fedele alla realtà naturale», fue celebrado en Milán (1590) por los componentes de la Academia della valle di Bleni, Bernaldino Baldini, Sigismondo Foliano Borgogni le consagraron versos. Y Comanini lo elogió en su diálogo Il Figino (Mantua, 1591).

 

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Cusa, N. de, 1985 (2.ª ed.). En este libro se describe, por analogía con el hombre, al mundo como un gigantesco animal, cuyas venas son los ríos, los árboles el pelo, los animales del bosque sus insectos, etc. Esta alegoría, todavía tardo medieval, presenta una traslación asociativa muy próxima a las que después desarrollarán Leonardo, los emblematistas, Arcimboldo, tan utilizadas por los poetas del Barroco.

 

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Héctor Ciocchini, 400; Margarita Levisi, 217-35; y Emilio Orozco 126, nota n.º 3.

 

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Caviedes subraya en otros poemas de Guerras Phísicas los escasos conocimientos científicos de Machuca. Así, en la «Respuesta de la Muerte al médico», dice que «Machuca está en las mantillas / gateando de doctor», y en «Habiéndose opuesto el Doctor Francisco Machuca a la Cátedra de Venenos alegó en la lección que era doncel...» afirma irónicamente Caviedes que Machuca era virgen, «mas se entiende en el sanar». Lo mismo ocurre con la caracterización de los otros médicos. Y eso demuestra una fuerte coherencia textual. Sin ánimo de exhaustividad, la codicia letal de Yáñez aparece en varios poemas, entre otros en la citada «Respuesta...»: «matando busca caudal»; o la corpulencia y gordura de Ramírez y Avendaño, que, entre otros poemas, aparece en «Memorial que da la Muerte al virrey en tiempo en que se arbitraba si se enviarían navíos con gente para pelear con el enemigo...». Aquí Ramírez tiene «mil toneladas / de ignorante matasanos», y Avendaño aparece como «bajel de broma pesado». En cuanto al «arqueo» del corcovado Liseras, resulta tan evidente que no hay ni que reseñar.