—570→
Para la mejor comprensión de algunos aspectos de la obra de Rosalía, vamos a dar unas noticias biográficas que servirán de guía al lector. En aquellos puntos que no están suficientemente esclarecidos nos limitaremos a presentar el estado de la cuestión.
Nació Rosalía en Santiago de Compostela la noche del 24 de febrero de 1837. En el Hospital Real de Santiago se conserva su partida de nacimiento con un curioso error de un año, que ya ha sido señalado por varios investigadores. La partida dice así:
Al margen
está escrito: «No entró
en la Inclusa
».
Las restantes partidas que figuran en el folio son todas del año 1837. Se trata, pues, de un error del que lo escribió.
El firmante era
médico primero del Hospital Real, fundador de la Escuela de
Medicina de Santiago de Compostela —571→
y, al parecer, «antigua
relación de la familia de los Castro
»,
según Victoriano García Martí.
La madre de Rosalía fue D.ª María Teresa de la Cruz de Castro y Abadía, de familia hidalga, soltera; contaba treinta y tres años de edad cuando dio a luz a la niña.
Entre los antecedentes de Rosalía se suele citar a Juan Rodríguez del Padrón basándose en un artículo de periódico del marido de la poetisa donde daba este antepasado como simple suposición.
El linaje de Rosalía ha sido estudiado por Caamaño Bournacell, y arranca, por lo que se refiere al apellido Castro, de fines del siglo XVI. No hay datos anteriores a esta fecha y el nombre del escritor medieval no se menciona en el estudio.
Rosalía nos
habla en un poema de su abuelo materno, a quien llama
«santo venerable
cabaleiro
» (O. C. 372). Se trata de D. José de Castro Salgado, «Capitán retirado con grado de Teniente
Coronel
», según Manuel Murguía.
Rosalía no llegó a conocerle, pero se hizo eco de la
fama de virtuoso que dejó el hidalgo gallego, y llegó
a escribir un libro de homenaje titulado Historia de mi
abuelo, que fue uno de los manuscritos que desaparecieron al
morir Rosalía.
Mayores problemas plantea la figura de su padre, D. José Martínez Viojo. Durante mucho tiempo los biógrafos silenciaron su nombre y evitaron cualquier alusión a su persona. Así Valés Failde, González Besada y, más modernamente, García Martí, prologuista de las Obras completas de Rosalía en la editorial Aguilar.
En el
Diccionario biobibliográfico de escritores de la
Enciclopedia gallega, Couceiro Freijomil
acuñó una denominación que tuvo bastante
éxito por su indeterminación. En efecto, dice del
padre de Rosalía que «pertenecía al estado
eclesiástico
».
Victoriano Taibo
aseguraba que el padre de Rosalía era «no más que seminarista
».
Carballo Calero en su Historia da Literatura Galega deja indeterminada la cuestión de si era o no sacerdote, aunque puntualiza que en el año 1837, fecha del nacimiento de Rosalía, su padre tenía treinta y nueve años.
Caamaño Bournacell se refiere a él con estas palabras:
La mujer que
aparece como madrina de la niña en la partida de nacimiento,
M.ª Francisca
Martínez, fue considerada por algún investigador
hermana del padre de Rosalía a causa de la similitud del
primer apellido, pero se trata de un error, ya que éste
sólo tuvo dos hermanas: Teresa y Josefa. Según Alonso
Montero, fue una «vieja servidora de
doña Teresa de Castro
» que se encuentra viviendo
con ella y Rosalía por el año 1859, cuando
ésta, ya casada, da a luz en Santiago a su primera hija.
Una gran oscuridad se cierne sobre los primeros años de la vida de Rosalía. Carballo cuenta que entre los descendientes de la familia de D. José Martínez Viojo hay la tradición de que D.ª Teresa de Castro quiso desentenderse totalmente de la niña y fue su padre quien evitó que pasara a la inclusa, encargando de ella a una mujer de su confianza. Esto está en contradicción con el dato que relaciona a M.ª Francisca con D.ª Teresa de Castro.
—573→Lo que sabemos con seguridad es que la niña vivió en la casa de la familia paterna en Ortoño y que su tía D.ª Teresa Martínez Viojo cuidó de ella. A los ocho años, y siempre al cuidado de su tía paterna, pasó a vivir a Padrón.
Ignoramos en qué momento su madre decidió hacerse cargo de ella y llevarla consigo a Compostela. La única fecha segura es la de 1853. Sabemos por palabras de la propia Rosalía, transmitidas a través de Murguía y señaladas por Bouza Brey, que en ese año Rosalía se encontraba ya en Compostela. Entonces tenía Rosalía dieciséis años. Parece ser que posteriormente este investigador ha comprobado la presencia de Rosalía en Santiago en el año 1850.
¿Qué sucedió en esos primeros trece años de la vida de Rosalía? Por el momento sólo podemos hacer conjeturas. Ignoramos qué clase de relación e incluso de conocimiento tuvo de su padre y de su madre, el ambiente familiar en que vivió, cuándo pasó a vivir con su madre y cómo esa anómala situación influyó en su posterior desarrollo.
Rof Carballo dio una interesante interpretación de tipo psicoanalítico de esos hechos y de su carácter condicionante sobre la biografía de Rosalía: la ausencia de imago paterna convierte a la poetisa en una vagabunda espiritual, perpetuamente insatisfecha.
Se da como hecho probable que Rosalía frecuentó las aulas de la Sociedad Económica de Amigos del País y que allí estudió algo de música y dibujo. Se conoce su participación en las fiestas del Liceo de la juventud del convento de San Agustín, donde el año 1854 actuó en una obra de Gil y Zarate. Por esos años concurrían al Liceo figuras que habían de ser importantes en la vida intelectual gallega: Aurelio Aguirre, Eduardo Pondal, Rodríguez Seoane y el mismo Murguía. De todas formas, y según se deduce de palabras de su marido, sus estudios debieron de ser escasos. Por otra parte, —574→ los manuscritos que se conservan están llenos de faltas de ortografía. Palabras como hantes o vesos parecen testimoniar, en su conmovedora incorrección, que el talento tiene poco que ver con la instrucción.
Un hito importante
en la vida de Rosalía es su viaje a Madrid en 1856. Va
allí, en palabras de García Martí,
«para la renovación de una
providencia injusta que afectaba a los suyos. Obligada a vivir en
la corte, se alojó en casa de una tía suya,
doña Carmen Lugín de Castro, quien vivía en
compañía de una hija
».
En Madrid, el año 1857 Rosalía publicó su primer libro de versos, titulado La Flor. Es un libro pequeño, de 45 páginas, que comprende únicamente seis poemas: «Un desengaño», «Dos palomas», «Un recuerdo», «Fragmento», «El otoño de la vida» y «La rosa del camposanto».
El libro mereció un artículo de Murguía en La Iberia, que resultó verdaderamente profético, y en el cual el autor revela una extraordinaria intuición. Aunque declara desconocer a la poetisa, el tono elogioso ha inclinado a la mayoría de los biógrafos a no dar crédito a esa declaración.
El artículo es curioso porque, aparte de dar noticia del libro, en él se insiste en que sus palabras van dirigidas no al público, sino a la poetisa, y son fundamentalmente una exhortación a que continúe en el camino de las letras. Produce la impresión de que Murguía intuyó realmente la presencia de un talento en aquellos versos -más bien malos- y se marcó a sí mismo la obligación de alentarlo y defenderlo. No comparto la opinión generalizada de que el artículo contiene las alabanzas tópicas del género. Visto con perspectiva de años nos parece una especie de programa de lo que había de ser el papel de Murguía respecto a su esposa. Es muy probable que, sin la ayuda de su marido, Rosalía no hubiera continuado en la carrera de las letras. Pero sobre —575→ este punto volveremos más adelante. Reproduzcamos ahora algunos de los fragmentos más importantes del artículo mencionado:
Los testimonios sobre la fecha en que se conocieron Rosalía y Manuel Murguía son contradictorios. Por una parte están las repetidas afirmaciones del propio Murguía de que no conoció a Rosalía antes de 1857. En efecto, tres veces lo —576→ manifestó así. La primera en el referido artículo; la segunda, estando ya casado con Rosalía, en el Diccionario de escritores gallegos, y la tercera, viudo, en el libro Los Precursores. Por otra parte, esta fecha de 1857 fue citada por los descendientes de la pareja como la del primer encuentro de sus padres.
Carballo Calero da por válidas las repetidas afirmaciones de Murguía, ya que si en el primer caso podía tener algún sentido negar el conocimiento de la autora de La Flora fin, de no restar valor a su elogio, la insistencia en el truco propagandístico a través de tantos años resulta algo absurdo.
Sin embargo, son numerosos los testimonios de un conocimiento anterior, bien en Compostela, en los salones del Liceo, bien en Madrid, en la casa de D.ª Carmen Lugín, donde residió Rosalía y que era frecuentada por escritores tales como Julio Nombela, los hermanos Bécquer, Serafín Avendaño y el mismo Murguía.
Un documento interesante a este respecto es un fragmento de una carta del hermano de Murguía, editado por Carballo, que por su brevedad reproducimos:
En el comentario a la carta, Carballo Calero da como fecha de la misma abril o mayo de 1857, y resalta el hecho de que Nicolás habla de Rosalía a su hermano como de una desconocida, equivocándose incluso en el lugar de nacimiento. Si Murguía y Rosalía se hubieran conocido en Santiago, donde residía Nicolás, era improbable que éste lo ignorara.
—577→Como no faltan testigos que aseguran haber visto coincidir en el Liceo compostelano a Rosalía y Murguía, cabría suponer que el conocimiento entre ellos, si lo hubo, no debió de pasar de una simple presentación, y que fue en Madrid donde entablaron unas relaciones que habrían de concluir en matrimonio el 10 de octubre de 1858.
¿Fue feliz
Rosalía en su matrimonio? Creemos que la pregunta no es
ociosa ni, transcurridos tantos años, indiscreta. Todos los
biógrafos sin excepción insisten en la vida tan
desgraciada de Rosalía. El primero, su propio esposo:
«Breves los días de sol, aladas
las dichas, fugaces las alegrías, sólo constantes y
duraderos los rigores de la fortuna
». En su obra ha
quedado constancia de su desolada visión del mundo. Las
circunstancias de su vida fueron realmente duras: pierde a dos de
sus hijos, no tiene salud, se ve obligada a permanecer grandes
temporadas alejada de su esposo, las dificultades económicas
llegan en ocasiones a verdadera necesidad... Pero, además de
todo ello, que no es poco, debió de haber dificultades
graves en su relación matrimonial.
Sobre este punto los biógrafos han guardado un absoluto silencio. Silencio sospechoso, que a veces se rompe para ofrecer la imagen de un matrimonio dichoso. Sin embargo, a través de ella, como en un negativo, aparece la sombra de otra realidad diferente. Así sucede cuando Naya Pérez afirma:
...La envidia siempre al acecho, forjó la leyenda de las desavenencias y hasta hubo quien creyó que Rosalía fuera una mártir del sagrado vínculo. |
En otro lugar he
señalado la pérdida irreparable que supuso la
destrucción por parte de Murguía de las cartas que
conservaba de su esposa. Lo hizo poco antes de su
—578→
muerte, que ocurrió en 1923. En esa fecha
Rosalía era ya una figura cuya importancia para la cultura
gallega no se le podía escapar a Murguía, que,
precisamente, fue siempre consciente del talento de su esposa.
¿Por qué destruir unos documentos de esa importancia?
En una nota recogida por Naya Pérez, Murguía comenta
la destrucción de esas cartas y afirma que en ellas estaba
reflejado el corazón de Rosalía «tal como fue, tal cual nadie es capaz de
presumir
». ¿Por qué, pues, privarnos de esa
fidedigna imagen? ¿Quizá porque la suya no era muy
halagüeña? Hay otro párrafo de la nota en el que
parece ofrecer a Rosalía una explicación o
satisfacción póstuma; dice así:
El otro
párrafo al que pertenecen las palabras anteriormente citadas
dice así: «Pero si las
leí sin que mi alma se anonadase en su pena, no fue sin que
el corazón que había escrito las líneas que
acababa de leer se me presentase tal como fue, tal cual nadie
es capaz de presumir
».
Bouza Brey, uno de los investigadores que mejor conoce la vida de Rosalía, resume así su visión de la pareja y el papel del esposo:
Parece como si la deuda de gratitud de Galicia hacia su gran poeta revertiera hacia la figura de quien descubrió y encauzó el talento. Las palabras de Bouza Brey son el testimonio de ese agradecimiento colectivo.
De muy distinta manera se expresa Alonso Montero acerca de las relaciones de la pareja:
Destruidas las cartas de Rosalía y transcurridos tantos años, nos movemos, por desgracia, en el terreno de las conjeturas. En las escasas cartas o fragmentos que se han conservado no faltan quejas contra el esposo, pero no son material suficiente para afirmaciones de peso.
El año
1859, «casi a los nueve meses de
celebrado el matrimonio
» -según García
Martí- nace su primera hija, Alejandra. No sabemos si esa
afirmación del biógrafo tiene por objeto precisar la
condición de prematura de la niña o salir al paso de
maliciosos rumores sobre la prontitud del primer nacimiento. La
verdad es que me parecen ridículas tales cautelas, misterios
e inexactitudes sobre la vida de Rosalía. La grandeza de su
figura no quedaría en absoluto —580→
empañada por un exacto conocimiento de los hechos y
sí mejoraría nuestro conocimiento e
interpretación de su obra.
La primera hija, Alejandra, nace en Santiago el 12 de mayo de 1859. Es decir, casi a los siete meses justos de la boda, que había tenido lugar el 10 de octubre de 1858. La segunda, Aura, nace diez años más tarde, el 7 de diciembre de 1868, también en Santiago. Gala y Ovidio, gemelos, nacen en las Torres de Lestrove el año 1871. Amara, en La Coruña en 1873. Adriano Honorato Alejandro, en Santiago el año 1875. Valentina nace muerta el 14 de febrero de 1877.
El segundo hijo varón, Adriano, murió siendo muy pequeño, cuando tenía un año y medio, a consecuencia de una caída. Probablemente, esta tragedia malogró el último embarazo de Rosalía, aunque, según tradición familiar, ella atribuía la muerte de la niña a un golpe recibido en el vientre durante una tarea doméstica.
En cuanto a los hijos de su ingenio, sus libros, la lista por orden cronológico es la siguiente:
- La Flor (poesía), Madrid 1857.
- La hija del mar (novela), Vigo 1859.
- Flavio (ensayo de novela), Madrid 1861.
- A mi madre (poesía), Vigo 1863.
- Cantares gallegos (poesía), Vigo 1863.
- El cadiceño(cuadro costumbrista), Lugo 1866.
- Ruinas (novela), Madrid 1866.
- El caballero de las botas azules (novela), Lugo 1867. Con un prólogo dialogado que lleva por título «Un hombre y una musa».
- Follas novas (poesía), Madrid 1880.
- El primer loco (novela), Madrid 1881. Lleva al final un cuadro de costumbres: «El domingo de Ramos».
- En las orillas del Sar (poesía), Madrid 1884.
La vida del matrimonio no es un ejemplo de estabilidad. Los vaivenes políticos afectan a Murguía, a quien vemos aparecer como empleado cesante en papeles oficiales en más de una ocasión. Hasta los últimos diez años de su vida, en que se afinca de forma casi definitiva en Padrón, en la villa llamada La Matanza, Rosalía vive unas veces con su marido y otras con su madre, o sola con sus hijos en Madrid, Santiago, La Coruña, Lestrove, Vigo, Lugo, Simancas... Vive también, y con gran disgusto, en La Mancha y Extremadura, y visita, invitada por unos amigos, Alicante y Murcia.
En junio de 1862 muere la madre de Rosalía. El dolor de esta pérdida quedó plasmado en el folleto A mi madre, conjunto de versos elegiacos que se publicaron en edición restringida de 50 ejemplares al año siguiente.
Un año especialmente importante para la cultura gallega, si no para la misma Rosalía, es el de 1863. En él se publican los Cantares gallegos. Multitud de hechos anecdóticos jalonan este acontecimiento: la decisión de Murguía de dar a la imprenta los versos gallegos de su mujer sin que ella lo supiera, la prisa con que se escribieron muchos de ellos, acuciada Rosalía por la demanda del editor amigo que necesitaba más material, la improvisación casi increíble a que se vio obligada, su pretensión de que el libro apareciese firmado por su marido... ejemplos todos ellos del papel decisivo de Murguía en la vida literaria de su mujer y de la repugnancia de ésta a dar a la imprenta sus obras.
El libro constituyó un éxito de crítica y público, y está considerado como el punto de partida del Renacimiento de la Literatura Gallega.
Es curioso que, habiendo llegado a ser Rosalía la figura más importante y representativa de la moderna literatura gallega, sin embargo, sus relaciones con Galicia no siempre fueron buenas.
—582→El primer
incidente ocurrió en agosto de 1864. Según una
noticia aparecida en El Contemporáneo, los
seminaristas de Lugo enviaron una nota al director del
Almanaque de Galicia anunciándole que
«o doña Rosalía de Castro
deja de colaborar o le romperemos los cristales
». El
periódico madrileño añade que la amenaza se
cumplió y doscientos seminaristas se presentaron en el
periódico y destrozaron el local.
El motivo fue un artículo de Rosalía titulado «El Codio», donde hacía una semblanza crítica y burlesca de un tipo de seminarista. Parece que los seminaristas llegaron a conocerlo gracias a la indiscreción de alguien del periódico. Su furibunda réplica malogró el artículo, que hoy ha desaparecido.
Otro episodio importante en las relaciones de Rosalía con Galicia tuvo como punto de partida un relato costumbrista de la escritora aparecido en El Imparcial el año 1881 (ya había sido publicado el año anterior su segundo gran libro en gallego, Follas novas). En él se daba cuenta de una antigua costumbre gallega: ofrecer al marino que tocaba tierra tras larga travesía, una mujer de la familia (esposa, hija, hermana...) como signo de hospitalidad.
No sabemos si Rosalía recogió tal noticia de la tradición oral, porque no ha podido ser documentada. Lo cierto es que su artículo despertó violentas críticas, que afectaron vivamente a la autora. Conservamos una carta de Rosalía fechada en Lestrove el 26 de julio de 1881, en la que se refiere a los sucesos citados:
Rosalía muere el 15 de julio de 1885 a consecuencia de un cáncer de útero. Desde muy joven su salud es escasa. Reproducimos las palabras de González Besada:
En otro lugar nos da una imagen física de los últimos años de Rosalía:
—584→
A González Besada debemos también el más bello retrato literario de Rosalía joven, que creo vale la pena reproducir:
En realidad el autor no dice que fue hermosa; con todo, ofrece una imagen más atractiva que la de las fotos que conservamos de Rosalía.
Carballo Calero
comenta con agudeza el desfase que se produce entre la
Rosalía que imaginamos a través de sus poemas y la
imagen de sus retratos. Resume así la cuestión:
«A fenda da boca, o
abultado dos pómulos, dan a o rostro da poetisa un ar
plebeio que non corresponde a finura i elevación do seu
esprito
». Para ilustrar su
afirmación de que Rosalía no fue guapa ni siquiera en
su juventud, comenta Carballo, con muchísima gracia, un
soneto dedicado a la poetisa por Aurelio Aguirre: «O poeta Aguirre, mozo de
vintecatro anos, non semellaba achar fremosura na Rosalía de
vinte cando nun soneto que lle adicóu daquela, e que non
peca de galante, parez querer consolala dunha posibre
—585→
mágoa, informándoa de que 'la hermosura no es
más que una quimera', sentencia que apenas se concibe na
boca dun mozo dirixida a unha muller
fermosa
».
Con este comentario cerramos el paréntesis de las descripciones de Rosalía y volvemos a sus últimos momentos.
Después de
recibir los sacramentos quedó en una especie de delirio,
durante el cual decía al cura de Iría:
«Señor cura, ya estoy buena;
vámonos a Santiago a ganar el jubileo
».
Encargó a
sus hijas que quemasen sus trabajos inéditos, y en la quema
perecieron al menos tres manuscritos: Romana, proverbio,
Cuentos extraños, un volumen, e Historia de mi
abuelo. Dispuso que fuera enterrada en el cementerio de Adina
y pidió un ramo de pensamientos que le trajo su hija mayor.
Nada más acercar las flores a su rostro le dio un ahogo y
entró en la agonía. Ya con los ojos nublados
pronunció sus últimas palabras: «Abre esa ventana, que quiero ver el
mar
».
Seis años después fue trasladada desde Adina al convento de Santo Domingo, en Santiago de Compostela, donde se encuentra actualmente.
—[586]→ —587→
Prescindimos de los manuales y de los estudios generales sobre cuestiones de crítica literaria. Nos limitamos ahora a mencionar la bibliografía concreta sobre Rosalía de Castro que hemos utilizado efectivamente para este trabajo.
-
A) General
- Alonso Montero, Jesús: «Introducción» a su edición de En las orillas del Sar, Salamanca, ed. Anaya, 1964.
- —— «Rosalía de Castro: compromiso, denuncia, desamparo y violencia», en Realismo y conciencia crítica en la literatura gallega, Madrid, ed. Ciencia Nueva, 1968.
- —— Rosalía de Castro, Madrid, Ediciones Júcar, 1972.
- Azorín: Clásicos y modernos, Madrid, 1913.
- —— El paisaje de España visto por los españoles, Madrid, 1917.
- Bouza Brey, Fermín: «El tema rosaliano de negra sombra en la poesía compostelana del siglo XIX», en Cuadernos de Estudios Gallegos, XIV, 1953.
- —— «Prólogo» a su edición de Cantares gallegos, Vigo, ed. Galaxia, 1970.
- Carballo Calero, Ricardo: Historia da literatura galega contemporánea, vol. I, Vigo, ed. Galaxia, 1962. Especialmente el capitulo IV, págs. 141-231.
- —— Aportaciones a la literatura gallega contemporánea, Madrid, ed. Gredos, 1955.
- —— «El motivo del clavo», en La noche, Santiago, 12 de noviembre 1949.
- —588→
- —— «Arredor de Rosalía», en Siete ensayos sobre Rosalía, Vigo, ed. Galaxia, 1952.
- —— «Rosalía y otros», en Cuadernos de Estudios Gallegos, XXXVII, 1957.
- —— Contribución ao estudo das fontes literarias de Rosalía, Lugo, 1959.
- ——«Machado desde Rosalía», en Ínsula, Madrid, julio-agosto, 1964.
- —— «Bibliografía rosaliana», en Grial, núm. 9, Vigo, 1965.
- ——«Introducción» a su edición de Cantares gallegos, Salamanca, ed. Anaya, 1963.
- Castelar, Emilio: «Prólogo» a Follas novas, Habana-Madrid, 1880.
- Cernuda, Luis: Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid, ed. Guadarrama, 1957.
- Cortina, Augusto: Prólogo a Obra poética de Rosalía de Castro, Buenos Aires, ed. Espasa-Calpe (Austral), 1942.
- Cossío, José María de: Cincuenta años de poesía española (1850-1900), II, Madrid, 1960.
- Costa Clavell, Javier: Rosalía de Castro, Barcelona, ed. Plaza-Janes (Prosistas de lengua española), 1967.
- Díez Canedo, Enrique: «Una precursora», en La lectura , II, Madrid, 1909.
- Entrambasaguas, Joaquín: Prólogo al libro de Sister Mary Pierre Tirrel citado más abajo.
- Fernández de la Vega, Celestino: «Campanas de Bastabales», en Siete ensayos sobre Rosalía, ed. citada.
- Filgueira Valverde, José: Introducción a Poems of Rosalía de Castro, Madrid, The Ministry of Foreign Affairs, 1964.
- García Martí, Vitoriano: «Rosalía de Castro o el dolor de vivir», prólogo a su ed. de las Obras completas de Rosalía, 5a ed., Madrid, ed. Aguilar, 1960.
- García Sabell, Domingo: «Rosalía y su sombra», en Siete ensayos sobre Rosalía, ed. citada.
- —— Notas para una antropología del hombre gallego, Barcelona, Ediciones Península, 1966.
- Ínsula: número especial dedicado a la literatura gallega: núm. 152-153, Madrid, julio-agosto 1968.
- Kulp, Kathleen K.: Manner and mood in Rosalía de Castro. A study of themes and style, Madrid, Ediciones José Porrúa Turanzas (Biblioteca Tenanitla), 1968.
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- Machado da Rosa, Alberto: «Rosalía de Castro, poeta incomprendido», en Revista Hispánica Moderna, XX, New York, julio 1954.
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- Murguía, Manuel: Diccionario de escritores gallegos, Vigo, 1862.
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- Varela Jácome, Benito: «Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro y Murguía», en Cuadernos de Estudios Gallegos , XX, 1941.
-
B) Biográfica
- Alonso Montero, Jesús: Rosalía de Castro, Madrid, Ediciones Júcar, 1972.
- Bouza Brey, Fermín: «El solar y mayorazgo de A Arretén de los antepasados de Rosalía de Castro», en Cuadernos de Estudios Gallegos, t. XV.
- —— «La joven Rosalía en Compostela (1852-1856)», en Cuadernos de Estudios Gallegos, XXXI, 1955.
- —— «Adriano y Valentina, motivaciones inspiradoras de Rosalía de Castro», en Cuadernos de Estudios Gallegos, fascículo LVI, 1962.
- Caamaño Bournacell, José: Rosalía de Castro en el llanto de su estirpe, Ediciones Biosca, Madrid, 1968.
- Carballo Calero, Ricardo: «Referencias a Rosalía en cartas de sus contemporáneos», en Cuadernos de Estudios Gallegos, fasc. LVI, 1963.
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- Carré Aldao, Eugenio: «Estudio biobibliográfico-crítico acerca de Rosalía de Castro», en Boletín de la Academia Gallega, tt. XVI y XVII.
- Cortina, Augusto: «Rosalía Castro de Murguía», en Humanidades, vol. XXI, La Plata, 1930.
- Costa Clavell, Javier: Rosalía de Castro, ed. Plaza-Janes, Barcelona, 1967.
- —591→
- Chao Espina, Enrique: «La infancia de Rosalía de Castro», en Boletín de la Real Academia Gallega, t. XXV, 1951.
- García Martí, Victoriano: «Rosalía de Castro o el dolor de vivir», prólogo a la edición de Obras completas, ed. Aguilar, Madrid, 1944.
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- Mayoral, Marina: «Sobre el amor en Rosalía de Castro y sobre la destrucción de ciertas cartas», en Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 233, Madrid, mayo 1969.
- Murguía, Manuel: Los Precursores, Biblioteca Gallega, La Coruña, 1885.
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- Rof Carballo, Juan: «Rosalía, ánima galaica», en Siete ensayos sobre Rosalía, Vigo, ed. Galaxia, 1952.
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- Valés Failde, Javier: Rosalía de Castro, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, 1906.