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Aunque es más que evidente la relación que tienen los estudios de Artes en la configuración final y en el proceso de elaboración de estas obras de la primera etapa, también es verdad que la influencia puede extenderse, en mayor o menor medida, a toda su producción literaria, incluso a las prosas de temática hagiográfica o a la traducción del Psalteri (Wittlin 1991 y 1997).

 

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Cingolani (1998: 79-80): «L'argument contemporani, la reflexió en termes de moral actual sobre l'amor hereos, les polèmiques represes ausiasmarquianes, el desengany amorós, ens indiquen la voluntat d'inserir-se en un panorama més actual, dominat pel mateix Ausiàs March, i ben definit en els seus valors mitjans per les obres recollides en el Jardinet d'Orats. Les obres dels anys seixanta ―que potser van començar amb el Debat amb Carles de Viana i amb la Lletra consolatòria, que és una altra en clau positiva i racional, reflexiva i no narrativa― amb les poesies, el Trihunfo i el Johi, responen a una problemàtica adreçada a la filosofia moral més que a la literatura en un sentit estricte. [...] La 'creació' es transfereix ara a la lírica, que li permet de continuar amb la ficció de la subjectivitat i, al mateix temps, li permet de comparar-se amb l'herència d'Ausiàs March, que havia mort feia poc».

 

3

La «vulgar poesia» no es, para Corella, simplemente la poesía escrita en catalán, sino más bien la paráfrasis de la alta «poesía», es decir, de la producción dé autores del talante de Ovidio o Dante. Y este ejercicio supone «bajar» de jerarquía. Porque nuestro autor reconoce explícitamente que por encima de todo se sitúa la sacra teología, sólo después la poesía y, en último lugar, la vulgar poesía. Para Corella, el camino de elevación del vulgar que supone trasladar y amplificar en catalán los textos latinos tiene un camino de ida y vuelta, ya que la vulgar poesía, en última instancia, se impregna de matices morales y teológicos (vid. Badia 1988: 151-156). La propuesta de Corella aúna el ejercicio literario, el proceso de ennoblecimiento de la lengua mediante la emulación de la construcción latina y el inevitable reflejo de su concepción moral.

 

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Sobre las diferentes lecturas que sugiere la Tràgedia, vid. Badia (1993b: 73-91) y la revisión de Cingolani (1998).

 

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Las traducciones al castellano de los textos en prosa presentes en este trabajo son tomadas de la reciente traducción de las prosas corellianas realizada por Vicent Martines Peres (2001). Para la poesía, utilizo Martines Peres (1999).

 

6

Inicialmente, sin embargo, parece que el término haya sido usado por los propios autores para reivindicar la grandeza y elevación de la modalidad del catalán de Valencia, como signo de orgullo propio, y no como muestra de secesión lingüística. Vid. al respecto Ferrando (1993).

 

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Como bien ha sabido captar Arthur Terry (2000) en su reciente síntesis de la poesía de Corella.

 

8

Romeu (1992: 119-120) sigue a Riquer cuando advierte: «Sembla raonable d'identificar amb Caldesa, en canvi, 'la cruel dama a qui desordenadament amava', 'la ingrata desamable dama', citada per Joan Roís al final de la seva tercera lletra del Debat epistolar entre mossèn Corella i el príncep de Viana. L'autor hi fa un seguit de malediccions i hi exposa una seqüència de mals que desitja que sobrevinguin a la dona que no sabé correspondre al seu amor i el traí».

 

9

Lola Badia (1988: 174) pone en paralelo el hecho de que Leandro pronuncie el nombre de la amada antes de la muerte y que cuando llegue muerto a la otra orilla «en la boca morta aquell gest guardava, ab lo qual lo nom de Hero se pronuncia», con los conocidísimos versos de los Strampa de Jordi de sant Jordi: «es tracta de moments sentimentals perfectament homologables amb els de la tradició trobadoresca», dice.

 

10

Recuérdese, sin ir más lejos, la simbología del Miércoles de Ceniza.