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ArribaAbajoCapítulo XX

Agricultura


SUMARIO

La costa es hasta ahora, en parte, lo único en el Perú que tiene agricultura científica e intensiva.- Nuestra parte cultivable en ella apenas llega a un tres por ciento de su extensión.- Aún no se ha ensayado el «Dry farming».- Estudios hechos por el ingeniero J. A. de Lavalle en 1915.- 40.515 fanegadas de cultivo contra 51.431 sin cultivo.- Observaciones hechas por el doctor Salomón sobre la agricultura de la costa, en su discurso «El desarrollo económico del Perú».- Producción de azúcar, algodón, lanas, arroz y gomas en los años de 1915, 1916 y 1917.- Estadísticas del señor Carlos Romero Paz.- Factores que mantienen la agricultura del litoral en el modesto estado de producción en que se halla.- Mala ubicación de los canales de riego, y falta de trabajos hidráulicos para represar las aguas de la cordillera.- Escasa población de nuestros valles costaneros y dificultades e inconvenientes para que las gentes andinas bajen a trabajar a la costa.- Falta de conocimientos técnicos.- Pavoroso porvenir de la agricultura por falta de brazos.- El colono y sus resultados en Cuba.- La irrigación de la costa, apenas estudiada en limitadas zonas. Canales en Piura y represas en el Rímac.- Ocrococha y Choclococha, en Ica.- Lambayeque y las aguas del Huancabamba.- El contrato Breitung fracasa por falta de fianza.- Las grandes obras de irrigación en el Perú aún no se hallan estudiadas. Canales y túneles para derivar las aguas orientales hacia el occidente.-   —307→   Las tierras costaneras duplican su valor en diez años.- Conceptos emitidos por el ingeniero Alayza y Paz Soldán sobre la irrigación, en su memoria de Fomento.- Alejandro Garland observa con acierto la agricultura en 1904.-La importancia de la ganadería no guarda proporción con la extensión y calidad de nuestros pastos.- Opiniones del ingeniero Broggi.- Industria vitivinícola.- Explotación de maderas en Oriente.- La agricultura de la sierra hállase en el mismo estado en que la dejó el virrey Laserna.- Falta, de vías de comunicación, capitales y maquinaria moderna.- Propósitos del Presidente señor Pardo sobre el cultivo del trigo.- El porvenir agrícola del Perú está en sus cejas de montaña.- Extensos terrenos propicios para la agricultura.- Las pampas del Sacramento, los valles de Jaén, las sabanas que riega el Mayo.- Acápite de un discurso del doctor Mariano M. de Albornoz sobre las regiones amazónicas.


La costa es hasta ahora lo único en el Perú que tiene una agricultura científica e intensiva, y esto mismo no en todos sus valles. La proximidad de sus fundos a los puertos de mar, sus ferrocarriles y el auxilio pecuniario que siempre le han proporcionado los capitalistas de Lima son causas principales que han contribuido a consolidar el progreso y el bienestar en que hoy se hallan los agricultores del litoral.

Los estudios hidrológicos publicados por el cuerpo de ingenieros estiman en un tres por ciento la parte cultivable de toda nuestra costa. El resto, por ahora, es absolutamente estéril, y, probablemente, en gran extensión lo será siempre. Pudieran cultivarse los sitios en que la capa de terreno es buena y en donde las garúas son abundantes, por el método Dry farming. La Peruvian Corporation ha pedido permiso para ensayar en la pampa de la Joya el cultivo   —308→   del cactus sin espinas por el método mencionado. Sin embargo, si al presente no hay iniciativa ni dinero para irrigar lo que tiene agua, ¿cómo es posible esperar que haya entusiasmo ni espíritu de empresa para las tierras que solo humedecen las garúas?

El señor J. A. de Lavalle, en su estudio Las necesidades del guano en la agricultura nacional, en 1915 nos dio a conocer la situación agrícola en que se halla la mayor parte de los valles de la costa. Aparecen en ese estudio 40.515 fanegadas cultivadas, contra una extensión sin cultivo de 51.431, correspondiendo en las primeras fanegadas 62'73 por ciento a las haciendas de caña, 31'52 a las de algodón, 3'76 al maíz, 1'30 al arroz y el resto a otros sembríos.

El señor Alberto Salomón, en un discurso académico pronunciado en la Universidad Mayor de San Marcos, sobre El desarrollo económico del Perú, en marzo de 1918, refiriéndose a la tierra cultivada en la costa y sus productos de exportación, dijo lo siguiente:

En los mapas hidrológicos publicados por el cuerpo de Ingenieros de Minas y Aguas puede apreciarse que sus valles son apenas pequeñas y aisladas manchas de verdura en un dilatadísimo desierto de 250.000 kilómetros de largo por 150 de ancho. Esos reducidos oasis sólo cubren una extensión superficial de 380.000 hectáreas, y según datos proporcionados por el Cuerpo Técnico del Ramo, podrían doblarse con los recursos acuíferos disponibles.

La agricultura en nuestra costa está representada por tres productos: el azúcar, el algodón y el arroz. Estudiando el volumen de estos cultivos, conseguiremos, muy aproximadamente, cifras de conjunto.

Nuestras haciendas de azúcar, que ocupan la mayor parte de los terrenos bajo riego de la costa, sólo cubren en su totalidad 205.311 hectáreas, de las que existían bajo cultivo de caña en 1915, 42.804 hectáreas. La pequeña extensión   —309→   cultivada explica la modestia de nuestra producción de azúcar, que sólo llegó en 1917 a 310.000 toneladas.

Una estadística de nuestra industria azucarera recuerda que, no obstante ser el cultivo de la caña en la Argentina, cosa muy secundaria, tuvo en 1915 una producción no menor de 332.000 toneladas y se pregunta cuándo llegaremos siquiera a las 400.000 toneladas. Para que suceda esto se requiere que haya aumento de agua en cualquiera forma o disminución de los otros cultivos en una cantidad próxima a 20.000 hectáreas. Pero como los otros cultivos serían el algodón y el arroz, es posible que no se dejen desalojar. Con todo la estadística reconoce que en los últimos 5 años el aumento ha sido considerable.

Compárense, en efecto, las 310.000 toneladas de nuestra producción con las 7.500.000 toneladas de azúcar de caña o con los 9 millones de producción mundial de azúcar de betarraga o si se quiere con los 17 millones de una y otra; y se verá que nuestro país aporta una cifra tan insignificante que no debemos resentirnos cuando no nos mencionan en renglón aparte en las estadísticas de la producción mundial de azúcar, en las que figuran Cuba con 3 millones de toneladas y la isla de Java con 1.300.000. Estas cifras son indicativas de nuestra pequeña capacidad de producción y las menciono, no para enrostrar al país nuestra pobreza sino para suscitar el espíritu de desarrollo económico y la conquista de un rango más decoroso entre los países productores.

La vida difícil que, en general, ha arrastrado nuestra agricultura, se hizo notar con motivo de la discusión de los impuestos a los productos de exportación. En un memorial presentado por las principales negociaciones azucareras, se hacía ver que esa industria ha luchado mucho para poder subsistir. En las épocas de los malos precios ha atravesado por verdaderas crisis, y por largos períodos ha vivido sólo de la esperanza de que los precios mejorarían alguna vez en proporción tal que permitiera cubrir las pérdidas y seguir existiendo. Se recordaba que con el tiempo han desaparecido casi todos los pequeños fundos del país, siendo refundidos en las grandes negociaciones, porque sólo éstas han sido suficientemente poderosas para afrontar las bajas del mercado y también porque la centralización del aumento de producción ha podido reducir su costo. En verdad, la historia de la industria azucarera en el Perú demuestra estos hechos, así como que las haciendas han pasado de sus dueños a los acreedores y que todas las negociaciones han   —310→   tenido que buscar habilitaciones para continuar subsistiendo y emplear en amortizar sus deudas las utilidades percibidas al principio de la guerra.

Siendo menor el área cubierta por los fundos en que se cultiva el algodón, pues sólo llega a 167.903 hectáreas, el área dedicada a ese producto es, sin embargo, mayor que la dedicada al cultivo de la caña, que alcanza a 55.163 hectáreas.

El monto de la cosecha agrícola correspondiente a 1917 fue de 29.603 toneladas de las que se exportaron 23.124 toneladas. Como se calcula que nuestras fábricas de tejidos en el último quinquenio han elaborado alrededor de 5.000 toneladas anuales, o sea el 20 por ciento de la producción, puede afirmarse que el valor total de la producción en un año ha excedido de Lp. 2.800.000.

Comparando las 27.000 toneladas en 1915 con las 7.000 de 1900, se ve que en 14 años se ha cuadruplicado la producción.

De una estadística publicada en el Ministerio de Fomento, por el señor Carlos Romero Paz, en 1916, aparecen como extensión total de las haciendas que cultivan arroz en los departamentos de Lambayeque y La Libertad 145.879 hectáreas, de las que se dedican a ese producto 24.878. El promedio de la producción por hectárea fue de una tonelada 688 milésimos, lo que arroja una cifra total de producción de 42.000 toneladas, cifra por cierto muy modesta.

Las medidas más eficientes en pro del desarrollo de la agricultura nacional corresponden a los últimos lustros y están representadas por la creación de la Dirección de Aguas y Agricultura, del Cuerpo de Ingenieros de Minas y Aguas, y de la Escuela de Ingenieros Agrónomos y por la Ley de Irrigación, de 1912. Que la creación de los Cuerpos técnicos y de enseñanza técnica han sido pasos eficientes, lo demuestra el progreso alcanzado por la producción agrícola de los últimos años, progreso que se revela en el mejoramiento de los métodos de cultivo y en el mejor aprovechamiento de las aguas. La Ley de Irrigación no ha podido aún surtir sus benéficos efectos, pero es indudable que está llamada a desenvolver notablemente nuestra capacidad de producción agrícola, luego que los capitalistas, interesados en inversiones tan fecundas, se decidan a ofrecernos su concurso.



El mensaje presidencial del señor Pardo al Congreso ordinario de 1918, nos da la siguiente producción agrícola.

  —311→  

1915
Tnldas.
1916
Tnldas.
1917
Tnldas.
Azúcar 270.000 276.000 310.000
Algodón 27.124 27.603 29.000
Lanas 6.191 6.190 7.416
Arroz 36.500 36.500 47.939
Gomas 2.810 2.810 3.175

Son productos costeños el azúcar, el algodón y el arroz, y aunque es cierto, según las estadísticas del señor Carlos Romero Paz, que todos ellos tienen aumento casi de año en año, ninguno corresponde a la extensión territorial de las tierras que están o pueden estar bajo riego. Según dichas estadísticas, nuestra producción de algodón en los últimos años ha sido como sigue en toneladas métricas.

1899 5.876
1900 7.246
1910 8.011
1902 6.684
1903 7.651
1904 8.532
1905 9.461
1906 10.444
1907 12.339
1908 16.030
1909 21.639
1910 14.106
1911 15.887
1912 19.230
1913 No hay datos
1914 22.933
1915 21.124
1916 27.603
1917 29.000

Varios factores mantienen la agricultura del litoral peruano en el mediano estado de producción en que hoy está. Figuran en primera línea la mala ubicación de los canales   —312→   de riego y la falta de trabajos hidráulicos para represar las aguas en las cordilleras o para cambiar el curso de los ríos que van al Atlántico, obra que sólo puede realizarse mediante el gasto de algunos millones de libras esterlinas. Mantienen, también, la agricultura en el atraso en que se halla, la escasa población que habita nuestros valles costaneros y las dificultades, cada vez mayores, para conseguir que las gentes andinas bajen a trabajar en las haciendas de la costa. Por último, falta de conocimientos científicos. Apenas las haciendas de caña emplean en sus cultivos ingenieros agrónomos. El algodón, el arroz y el maíz se siembran y se cosechan en forma empírica.

De estas causas, ninguna tan alarmante como la carencia de brazos, carencia que ocasiona la subida del jornal, y lo que es peor la imposibilidad completa de aumentar los cultivos aunque se tengan agua, tierra y capital para hacerlo. El sistema de distribuir los campos entre colonos, sistema que en Cuba ha dado tan buenos resultados, no tiene imitadores en el Perú, no obstante que es el único que puede salvarle de la grave crisis del bracero. El colono pudiera ser extranjero o peruano. La tierra, arrendada por lotes durante varios años, sería la salvación de la costa. De otra parte, el sistema de trabajar por jornal no hace rico a nadie, y por esto es desmoralizador. Es contrario al estímulo, y da por resultado que el peón sólo trabaja los días indispensables para satisfacer sus necesidades. El ahorro de algunos soles no le halaga. Si fuera colono o estuviera asociado al colono, sus aspiraciones mejorarían en el terreno moral y también en el financiero.

Respecto a la irrigación, hasta ahora no hay sino estudios,   —313→   y éstos mismos en proporciones muy limitadas. En Piura se han hecho modestos canales en la margen derecha del río de la Chira; y en el valle Rímac, en 1872, represas en seis lagunas. Las demás lagunas de la cordillera occidental, que son numerosas, que están alimentadas por el deshielo de las nieves perpetuas y que tienen agua todo el año, aún no han sido tocadas. Las muy importantes de Ocrococha y Choclococha, cuyos desagües derivados hacia el Pacífico duplicarían los cultivos del valle de Ica, aún siguen dando sus aguas al Atlántico. Lo mismo pasa en el departamento de Lambayeque con algunos ríos que llevan sus aguas hacia el Marañón y que fácilmente podrían derivarse hacia el occidente. Las leyes vigentes autorizan al Gobierno para otorgar concesiones de agua y terrenos en términos muy liberales; sin embargo, nadie acude a pedirlos, y lo único serio que al respecto hemos tenido, el proyecto de contrato Breitung para irrigar y colonizar toda la costa, fracasó el día en que se pidió al solicitante que afianzara su propuesta con la suma de Lp. 20.000'0'00.

Faltando todavía en el Perú y en el extranjero interés y entusiasmo para las grandes obras de irrigación en la costa, las más importantes de ellas, en magnitud, aún no han sido ni siquiera estudiadas. Lo mismo ocurre con el agua del subsuelo, habiendo como hay motivos para creer que corre subterráneamente bajo las cuencas de los ríos cantidad igual a la que va por encima. Nuestro atraso en cuestiones agrícolas es causa de que sólo se aprovechen por medios de pozos muy pequeñas cantidades de esta agua. Tampoco se ha estudiado la derivación de las vertientes orientales de la cordillera, derivación que si en el río Huancabamba,   —314→   al este de Lambayeque, y en las lagunas de Ocrococha y Choclococha es posible realizar construyendo canales al descubierto, en otras zonas, como en los departamentos de Lima, Ancachs, Libertad y Arequipa, puede realizarse conduciendo las aguas de oriente a occidente por medio de túneles de larga extensión, ninguno de los cuales tendría menos de 10 a 15 kilómetros de longitud. Es todo esto tan costoso y tiene aún la tierra del litoral tan poco valor, que no es hoy sino en época todavía distante cuando estas faraónicas obras se podrán hacer. Para entonces, nuestra costa, hoy apenas irrigable en un tres por ciento, posiblemente lo será en un 30 y nuestros productos de exportación agrícola hoy limitados a diez millones de libras anuales, podrán llegar a cien millones. Y ya que hemos tocado el punto relativo al valor de nuestras tierras de cultivo, satisfactorio nos es decir que en la costa ellas han triplicado y cuadruplicado su valor. Fanegadas de terrenos con agua que en 1908 valían 500 soles, hoy es difícil conseguirlas en venta por dos mil. El día que la mayoría de ellas llegue a 3.000 soles fanegada, el problema de la irrigación estará resuelto financieramente, ya que podrá ser llevada a cabo lucrativamente por empresas particulares sin la cooperación económica del Gobierno, como se exige hoy.

Tratado nuestro problema de irrigación con verdadero conocimiento de la materia por el ex ministro de Fomento señor F. Alayza y Paz Soldán, en 1915, transcribirnos de su memoria al Congreso los siguientes párrafos.

Desde 1904 se iniciaron estudios hidrológicos por el Cuerpo de Ingenieros de Minas y Aguas bajo la dirección de algunos ingenieros especialistas extranjeros contratados   —315→   por el gobierno, como Sutton, Stiles, Adams, Hurd, Turner, en los que colaboraron cierto número de técnicos nacionales.

El «Servicio Hidrológico», que forma una sección del «Servicio de Irrigación de la Costa», que no ha cesado de funcionar desde entonces, observa diariamente las fluctuaciones del caudal en los 20 ríos siguientes de nuestro litoral, comprendidos entre Tumbes por el norte e Ica por el sur, habiendo clasificado y discutido los resultados obtenidos, para su mejor aprovechamiento: Tumbes, Chira, Piura, La Leche, Lambayeque, Zaña, Jequetepeque, Chicama, Moche, Virú, Santa, Pativilca, Huaura, Chancay, Rímac, Mala, Cañete, Chincha, Pisco e Ica; además el río Pilpicacha, que desagua las lagunas de Choclococha y Ocrococha, situadas en la provincia de Castrovirreina, departamento de Huancavelica, que es la fuente de abastecimiento de agua que contempla el proyecto de irrigación de Ica.

El aforo constante de los indicados ríos es labor que no se debe interrumpir, pues la continuidad es uno de sus factores esenciales.

Conviene crear el «4.º Servicio Hidrológico», que debe estudiar los ríos de los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, completando, además, el conocimiento de ciertos factores que intervienen en la formación del caudal de los cursos de agua, como son la cantidad de lluvia que anualmente cae en una cuenca colectora, la estructura geológica y topográfica de la misma, medida de la evaporación, avalúo de los sedimentos acarreados por los ríos en época de altas aguas, etc.

A esta labor debe agregarse la de continuar los estudios topográficos, especialmente en las zonas en que se ha demostrado la posibilidad de ejecutar obras de irrigación. Los reconocimientos y estudios preliminares que hoy poseemos sobre los valles de Chancay y Chilca, así como sobre las pampas de Chimbote, deben elevarse a la categoría de proyectos definitivos, para lo que sólo es menester un pequeño esfuerzo.

Después de once años de labor y de haber realizado el Estado un desembolso que no baja de Lp. 100.000, podemos contar hoy con estudios topográficos e hidrológicos que abarcan 400.000, hectáreas próximamente; habiéndose reconocido que de ellas 118.800 son de posible irrigación con aguas superficiales o utilizando capas subterráneas.

Los siete proyectos de irrigación cuyas principales características   —316→   he descrito antes, estudios efectuados por ingenieros del Estado y actualmente en posesión del gobierno, abarcan un área de 388.370 hectáreas, de las cuales se han reconocido como de posible irrigación 118.800. El cuadro siguiente da a conocer la extensión que cada proyecto comprende, el costo total de la obra incluyendo imprevistos, según los presupuestos existentes, y, finalmente, el costo de la irrigación por hectárea en cada una de ellos.

ZONAS HECTÁREAS IRRIGACIÓN
Tumbes Margen derecha 12.000 656.850 33'6
Margen izquierda 8.000 15.000
20.000 671.850
Chira 30.000 1.000.000 33'3
Chimbote 6.300 65.100 10'3
Chancay 15.000 684.260 45'6
Chilca 3.000 150.000 50'0
Coayllo 3.500 14.000 4'0
Cañete 7.000 150.000 21'4
Ica 34.000 1.500.000 44'1
Total 118.800 4.235.210 35'6

En nuestra costa casi nada se ha realizado que deba mencionarse, exceptuando el represamiento de las lagunas de Huarochirí, que ha hecho posible la irrigación de 18.000 hectáreas en el valle del Rímac. Surca nuestro litoral una serie de ríos que descargan en el mar la mayor parte de sus aguas, de las que se aprovecha sólo una mínima porción. El caudaloso río Santa conduce anualmente 4.700 millones de toneladas de agua, el Chira 3.200 millones, el Tumbes 3.000 millones, el Pativilca 2.100 millones, el de Cañete 1.800 millones, etc.; representando sumas ingentes de dinero perdidas en gran parte para la agricultura nacional.

Las obras de irrigación son demasiado vastas y excesivamente costosas para que el esfuerzo privado las lleve a   —317→   efecto. En los grandes países que hemos mencionado, en los que el espíritu de asociación y de empresa se encuentra altamente desarrollado, son los gobiernos los que directamente realizan tan grandiosa labor. Con mayor razón aún entre nosotros, en que el capital nacional insignificante, medroso y mal preparado no está ni estará por algún tiempo en condiciones de emprender obras de esta naturaleza, y, caso de hacerlo, sería únicamente en escala muy moderada y en provecho de la agricultura alejándose, por tanto, del moderno desiderátum.

La política hidráulica es un problema de importancia transcendental para el Estado, y según la frase del expresidente Roosevelt, uno de sus más esforzados campeones, debe constituir una «función nacional». Sólo merced a ella estará el país en condiciones de multiplicar el monto de su producción y de acrecentar su reducido número de habitantes: no con simples braceros sino con el elemento ideal, el colono, dueño de pequeños lotes de tierra, que conjuntamente con su familia trabaja solícita e intensivamente el pedazo de tierra que constituirá mañana el patrimonio de sus hijos.

Cuenta para ello el país con el elemento esencial, el agua; posee vastas extensiones de terrenos baldíos en los que no pueden ni deben suscitarse dificultades de orden jurídico las que, en todo caso, serán resueltas prontamente mediante leyes especiales. El gobierno cuenta asimismo con diversos estudios terminados o muy avanzados, que resuelven el problema en algunas de nuestras zonas litorales. Si en los calamitosos tiempos que atravesamos y sin gravar al Erario se iniciase la ejecución de dos o más obras de carácter remunerativo a corto plazo y casi simultáneamente, se lograría dar ocupación a personal de diferentes condiciones, y en breve contaríamos con nuevos campos de cultivo, activos centros de producción y de comercio, que crearían prosperidad y bienestar en regiones hoy casi perdidas.

El día que, siguiendo el ejemplo dado por los países que van a la vanguardia del progreso, realicemos la conjunción de estos dos elementos de vida y riqueza, agua y tierra, habremos incrementado poderosamente nuestra nacionalidad, bastándose a sí misma hasta donde sea posible.



Alejandro Garland, en 1904, estudió con acierto la agricultura, consignando, en su libro Reseña Industrial del Perú, los siguientes conceptos:

  —318→  

En la gran faja de tierra que recorre el Perú de Norte a Sur, a lo largo de la costa, en cerca de 2.500 kilómetros y que se extiende desde la Cordillera de los Andes hasta el Océano Pacífico, alcanzando algunas veces hasta 150 kilómetros de anchura, es donde mayor desarrollo ha adquirido la agricultura nacional.

Los diversos ríos que la atraviesan al descender de los Andes para desembocar en el Océano Pacífico, han formado otros tantos valles fértiles y productivos, en los que existen las poblaciones más florecientes y ricas de la República. Los trechos que han quedado entre unos y otros ríos son hoy grandes llanos áridos, cuya capa vegetal, aún intacta, retiene por la acumulación sucesiva de los años, y la ausencia de lluvias, atesoradas todas las sustancias fertilizantes de la tierra. Estas pampas sólo requieren irrigación artificial para quedar convertidas en campos de sorprendente producción.

Existe, pues, en el Perú una vastísima extensión de tierra feraz, inmediata a la costa, perfectamente adaptable para el desenvolvimiento de la industria agrícola en todas sus ramificaciones y formas, ya sea en vasta o en modesta escala. Además, esta región, que debemos calificar como la zona agrícola del Perú, cuenta con buenos puertos y líneas férreas y caminos regulares que facilitan el acarreo de los productos para su expendio y exportación. Goza esta privilegiada región, no obstante que ella geográficamente corresponde a la zona tórrida, de un clima sano, suave y agradable, exento de huracanes, tempestades y de bruscos cambios atmosféricos. En invierno el termómetro (centígrado) rara vez desciende de 12º sobre cero y en el verano pocas veces pasa de 30º; siendo siempre frescas las noches, gracias a los vientos constantes del Sur, circunstancia que permite cultivar con provecho, no sólo los frutos tropicales, sino también los de la zona templada.

No obstante todas estas ventajas, la escasez de la población indígena y extranjera no ha permitido extender el cultivo, ni aun a todos los campos que disfrutan, por acción propia de la naturaleza, del agua necesaria para su regadío. En varios de los valles sólo parte de sus ricas tierras son cultivadas, y existen, por consiguiente, campos fértiles donde el emigrante y el colono, al amparo de leyes liberales, pueden alcanzar rápidamente holgura y bienestar, sin grandes esfuerzos ni privaciones.

La reducida población de esta privilegiada sección del Perú, unida a la escasez de agua, constituye los inconvenientes más graves que encuentra la agricultura de la costa, para alcanzar un gran desarrollo. Los esfuerzos de nuestros agricultores para vencer el primero de los inconvenientes   —319→   anotados, datan desde los primeros años de la conquista.

Durante la época del coloniaje, siguiendo el ejemplo, y alegando las mismas razones de los hacendados de Cuba y Santo Domingo, obtuvieron del gobierno de España la autorización para fomentar las faenas de sus campos por medio del trabajo de negros esclavos, y en su consecuencia llegaron a importar de África 95.000 negros, contando hombres, mujeres y niños. En 1848, cuando ya hacía más de medio siglo que estaba abolida la introducción de esclavos al Perú, se inició la importación de colíes, esto es, de chinos contratados por 8 años, ascendiendo en 1874, fecha en que se suprimió violentamente este tráfico, a 87.000 los desembarcados en la costa del Perú. No habiendo podido allanarse los inconvenientes que motivaron la prohibición para traer chinos, y siempre con el objeto de satisfacer la imperiosa necesidad de brazos para la agricultura, se apeló en 1900, por vía de ensayo, a la introducción de japoneses contratados por seis años.

Algún alivio han encontrado los agricultores, consiguiendo que bajen de las serranías más próximas peones para el cultivo de sus fundos, los que regularmente se contratan, después de recibir un adelanto para trabajar durante los meses (4 a 8), en que no están ocupados en la siembra y cosecha de sus pequeños cultivos de maíz y papas. Para obtener este auxilio vese obligado el agricultor a hacer fuertes adelantos y valerse de intermediarios, llamados enganchadores, los que explotan desconsideradamente a estos pobres indios al extremo de arrebatarles el 25 y 30% del importe de sus jornales.

El carácter transitorio, hasta cierto punto limitado y eventual de este recurso, no da solución satisfactoria al problema de brazos para la agricultura; pues el seguro desarrollo de la industria minera en la región andina, causando nueva demanda de peones, dificulta más la traslación de éstos a la costa, tan inhospitalaria para ellos por razón del paludismo, y es natural prefieran el laboreo de las minas, situadas en los territorios de su propia esfera de acción.

Además, el alcoholismo, la sífilis, la viruela y demás enfermedades provocadas por la falta absoluta de hábitos de higiene van causando la disminución gradual de los habitantes de esas comarcas; por otro lado estos mismos defectos, unidos a la falta de alojamiento y alimentación adecuados en la mayoría de los fundos para albergar a los que se trasladan   —320→   a ellos, agravan la influencia desfavorable del clima de nuestros valles costaneros, al extremo de que si pronto no se pone remedio a estos males, nuestros agricultores se verán privados del auxilio de estos peones.

El Perú, a más de la lana de oveja, tiene la gran ventaja de producir la de llama, alpaca y vicuña, esta última la más apreciada de todas ellas; tampoco se ha logrado ni hecho nada por mejorar en lo menor la condición de estos útiles animales.

A pesar de ser el estado de esta industria el que dejamos relatado, la exportación de lanas en 1904, después de atendidas las necesidades propias, alcanzó un valor de Lp. 325.000, en está forma:

CLASE Peso en kilos Valor
Oveja 1.453.000 Lp. 50.860
Llama 178.000 Lp. 15.453
Alpaca 2.000.000 Lp. 256.290
Vicuña 4.000 Lp. 1.720
No clasificada 6.000 Lp. 677
Total 3.641.000 Lp. 325.000

Pero es indudable que sería fácil aumentar la cantidad de lana que se exporta del Perú. Bastaría para ello seguir el buen ejemplo que nos han dado otros países; en una palabra, romper con la rutina y adoptar los procedimientos modernos y científicos, cuya aplicación es hoy de todo punto indispensable para asegurar el éxito en cualquiera empresa industrial.

Felizmente se ha iniciado este año una importante reforma en la cría de las ovejas. Una de las casas inglesas de comercio más progresistas de las establecidas en Lima, después de adquirir la propiedad de la estancia de Atocsaico, ubicada en el departamento de Junín, y de cercarla convenientemente, ha instalado en ella 4.500 borregas Lincoln-Ramney y 500 carneros de raza australiana, junto con perros y guardianes escoceses expertos en la cría de ovejas. Confiamos en que este ensayo servirá de saludable lección objetiva   —321→   a todos los hacendados del centro, y que la laudable iniciativa de los señores Duncan, Fox y Cia. produzca los buenos resultados a que son acreedores y llegue a provocar una evolución en nuestra industria lanar, que fácilmente puede adquirir una importancia muy superior a la que suponen nuestros estancieros.

En fin, puede afirmarse con plena certidumbre que el fecundo suelo del Perú, por la configuración especial de cada una de las grandes zonas en que está dividido el territorio, puede producir todos los frutos conocidos de la tierra con igual lozanía y abundancia que el de los países de origen de cada uno de ellos, pues para todos hay clima y terreno apropiados; pero a la vez es preciso declarar que hasta el día casi todos los cultivos aún son empíricos. En verdad, la agricultura peruana aún no ha abrazado los dictados de la economía moderna. La fertilidad de la tierra y la bondad del clima no han demandado, como en otras partes, el estudio científico de los cultivos que hoy impone imperiosamente la implacable y universal competencia industrial y comercial. Así vemos que en toda la región andina se ejerce la agricultura sin otros medios de labranza que el arado y las herramientas primitivas.

Sin hipérbole puede decirse que en algunas de esas comarcas todavía se observan los métodos enseñados por Manco Capac, y que en las más de las haciendas y estancias de esa región aún se conservan todos los rasgos del feudalismo que nos legó el coloniaje.



Respecto a ganadería, debemos añadir a lo dicho por el señor Garland, que, no obstante lo muy apropiados que son nuestros pastos naturales para la cría de ganado en vasta escala, la industria pecuaria no adquiere hasta ahora la importancia que tiene en otros países, no habiendo llegado a ser todavía fuente de verdadera riqueza como puede serlo, ya que de ella se derivan muchas otras, como son la lechera, la de fabricación de mantequilla, de grasa y de carnes conservadas. El ingeniero agrónomo señor Broggi ha dicho de ella, en 1917.

En tercer lugar colocaremos a las haciendas ganaderas, en las que puede decirse que casi todo está por hacerse. Salvo   —322→   honrosas excepciones, la ganadería en el Perú, a pesar de constituir uno de los negocios más seguros y lucrativos, se halla en un estado de atraso lamentable; por consiguiente el agrónomo encontrará vasto campo para poner en práctica y desarrollar sus iniciativas y conocimientos profesionales.

El mejoramiento de las razas de ganado vacuno y lanar, sea por selección o cruzamiento, la aclimatación de nuevos pastos, el problema de los cercamientos de los grandes fundos, medidas de defensa contra las epizootias y la introducción de prácticas racionales en la cría y engorde del ganado, etc., son temas de verdadero interés para el agrónomo que se dedique a la ganadería. Es menester para ello que conozca en toda su amplitud las condiciones naturales y recursos de las diversas regiones ganaderas del país, para no exponerse a un fracaso en la práctica.

A este respecto, debemos señalar la deficiencia verdaderamente asombrosa que se observa en la enseñanza de la Escuela de Agricultura, cuyos alumnos salen sin conocer siquiera cómo se hallan organizados los fundos ganaderos del país, ni las prácticas empíricas usadas en su explotación.



La explotación vitivinícola ha alcanzado en los últimos años modesto desarrollo. Sin embargo, quedan por resolver en esta industria los problemas de la fermentación y el tratamiento de los mostos por sistemas modernos y adaptables a las condiciones del país, como también el mejoramiento de las vides, su cultivo, poda y la defensa contra plagas y enfermedades.

La explotación de madera se inicia favorablemente, habiéndose establecido varios aserraderos en la región central. En la actualidad se atiende en parte a las necesidades de la industria minera con madera nacional; pero todavía se importa en fuerte proporción madera extranjera, la que en el año de 1918 ha alcanzado un valor de Lp. 346.578'4'50.

Todo lo que hemos dicho sobre agricultura corresponde a la costa. Respecto a la sierra, exceptuando la ganadería,   —323→   lo demás en materia de cultivos hállase en la misma condición en que lo dejó el virrey Laserna al salir del Perú después de la capitulación de Ayacucho. Síguese sembrando y cosechando únicamente lo que la población andina necesita para comer, y síguense usando en los cultivos iguales métodos y los mismos arados de palo que los indígenas tenían en tiempo de Atahualpa. El árbol frutal aún no crece en abundancia en las quebradas cálidas y adecuadas a su cultivo; tampoco las hortalizas. Lo único que en la sierra en agricultura tiene importancia, es el cultivo de la caña de azúcar, cultivo que ahora principia a sustituirse con el del algodón, y esto únicamente en los lugares cercanos a las carreteras que se están haciendo. No es que carezca la sierra de terrenos adecuados para la agricultura, ni tampoco de agua, sino de vías de comunicación y de capitales para sembrar y cosechar poniendo en uso máquinas modernas. El gobierno del señor Pardo esfuérzase por ensayar el cultivo de trigo en vasta escala en Huancavelica y en Cajamarca. En su última memoria al Congreso decía:

Se ha proseguido la obra de protección a la industria del trigo en el país, intensificándola a favor de los mayores recursos votados en el presupuesto vigente; y según informaciones aproximadas, puede decirse que la producción de esta cosecha llegará a 47.000 toneladas.

El aumento de la producción del trigo hasta llenar las necesidades del consumo, que se estima hoy en 97.000 toneladas, es posible alcanzarlo por la intensificación de la producción en las tierras cultivadas actualmente y utilizando parte de la extensión que existe disponible y apropiada a este cultivo.

Para enseñar las prácticas modernas que aumentan el rendimiento por unidad de superficie, se han enviado comisiones agronómicas a las principales regiones productoras, con la misión de dirigir a los agricultores en sus trabajos, implantando   —324→   procedimientos adecuados y eficientes. Esta labor será de resultados inmediatos, pues solamente con buenas labranzas, selección de la semilla y abono, puede hacerse doblar el rendimiento, como ha sucedido en el distrito de Llama, de la provincia de Chota.

En cuanto al aprovechamiento de las extensas áreas cultivables, es necesario proveerlas de los indispensables elementos de trabajo; y a este fin, el gobierno gestiona la adquisición para los próximos sembríos de una buena variedad de semilla y de las herramientas y máquinas indispensables; todo lo que se pondrá a disposición de los agricultores, a precio de costo.

No es aventurado afirmar que continuándose esta labor agronómica y la de vialidad indispensable, será en pocos años halagadora realidad la nacionalización de la industria del trigo, capitalizándose dentro del país las sumas considerables que se envían al exterior para comprar el trigo que nos falta, a pesar de las excelentes condiciones de nuestro territorio para producirlo. En el actual momento, esa cantidad es 50.000 toneladas y ese valor, Lp. 750.000.



Como ya lo hemos dicho, no es en la costa ni en la altiplanicie andina donde se encuentra el porvenir agrícola del Perú. Mucho se puede hacer en ambas comarcas, pero ni aun llegando en ellas el máximum de la intensificación, los resultados económicos en ambos territorios darán lo que se espera, no de nuestra montaña propiamente dicha, sino de los valles formados por los suaves declives de las cordilleras orientales. Tres son estas cordilleras a partir desde el nudo de Pasco, y a derecha e izquierda de las dos más bajas hay extensos valles y pampas propicios para la agricultura. Riegan sus terrenos los ríos Huancabamba, Santiago, Chinchipe, Utcubamba y otros afluentes del Marañón, del Huallaga y del Ucayali, y todos ellos, geográficamente, forman un triángulo de vastas proporciones, equivalente en tamaño casi a la sexta parte del territorio nacional. Dentro de sus linderos hállanse las pampas del Sacramento,   —325→   las 400 leguas cuadradas que riega el Mayo, las riquísimas tierras de cultivo que posee Jaén y otras más a las que todavía nadie ha penetrado.

En los valles de la Convención, en el Cuzco; en los del Ene, en Ayacucho, y otros más del Madre de Dios y del Perené, existen también valiosas extensiones de tierra de cultivo. Toda esta inmensa comarca, exceptuando míseros parajes donde se cosechan tabaco, cacao, café y coca, hállase completamente despoblada, sin caminos, menos sin cultivo y en gran parte hasta desconocida por el geógrafo. En cien años de vida independiente nada se ha hecho en ella, no obstante que allí hay tierra fértil y regada para diez y hasta para veinte millones de habitantes.

Hablando de las regiones amazónicas, el doctor Mariano Martín Albornoz, con toda la fe de un explorador convencido, nos decía en años pasados:

Hay pampas y valles inmensos que deleitan la vista, y se están brindando para el cultivo con provocativa insinuación. Su temperamento es agradable y sano más que todo.

Son de dos clases estos productos, naturales y cultivables: los primeros se producen espontáneamente, son todos valiosos, y los hay en mucha abundancia. Pertenecen a esta clase el caucho y la gutapercha, el cacao, la vainilla, las gomas y las resinas, la zarzaparrilla, el tamarindo y el bálsamo del Perú, la canela, el estoraque y la coca, las almendras, el marfil vegetal, el añil y la chambira, la paja bombonaje, la caoba, el cedro, el pino y multitud de preciosas maderas de construcción, de tinte y de ebanistería.

Los manchales de cacao son numerosos y ocupan grandes extensiones de terreno, adonde no hay más que ir a cosechar lo que ha sembrado la naturaleza, con más la ventaja de que este cacao es superior al cultivado. Sucede lo contrario con la vainilla, que gana con el cultivo, y éste podría emprenderse entre nosotros en grande escala, ya por el gran valor de este precioso artículo, ya porque su producción puede ser mejorada y multiplicada por la mano del   —326→   hombre. Podemos decir lo mismo de la cascarilla, cuyo cultivo hemos debido emprender desde hace muchos años, seguros de obtener grandes utilidades, desde que es una planta indígena, y es muy natural presumir que la de nuestro suelo sea más rica en sulfato de quinina; pero nos hemos dejado arrebatar esta gloria, y hoy se cultiva la cascarilla en la India y en la isla de Java. No sin dolor recordamos hoy que, imprudentemente, no hemos sabido aprovechar las indicaciones que nos hiciera, mucho tiempo ha, el señor Raimondi, benemérito sabio, cuyo nombre debemos pronunciar con atenta veneración por sus largos e importantes servicios.

De las plantas cultivables, el tabaco es de inmejorable calidad, y en algunos puntos se produce uno superior al de la Habana; el algodón no tiene rival en el mundo; el arroz es exquisito, y su producción es tan abundante que raya en lo fabuloso; la caña de azúcar en ninguna parte se presenta tan incomparablemente lozana; la yuca, el plátano, el maní y el camote; el maíz, el fréjol, el café y muchos otros artículos, son singulares en su género, y podemos asegurar que nada hay que no se produzca, atendidos la fertilidad de los terrenos, y la infinita variedad de climas que se observan en la montaña. Muchas, ricas y variadas frutas completan el cuadro de cuanto se necesita para hacer regalada la vida: si se añaden a todo lo anterior la caza y la pesca, que las hay en mucha abundancia, se tendrá una idea aproximada de lo mucho y bueno que pueden proporcionar aquellos lugares en materia de alimentación.





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