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Fue estrenada el 23 de septiembre de 1985 en la Sala Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes, de Madrid.
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No deja de ser curioso que la puesta en escena de Gerardo Malla prescindiera casi por completo del elemento fantástico. El director confesó en más de una ocasión este extremo, que tenía que ver con una cierta recuperación del realismo casi minimalista que en 1985 parecía de moda. A pesar de las carencias estéticas que originó esta visión parcial del texto, es justo decir que el público recibió la obra de manera entusiasta, dejando la duda de si la adición de las escenas fantásticas hubiera podido reducir su recepción global.
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Es interesante considerar que el actor que estrenó este papel en Madrid, Eduardo Mac Gregor, guardaba cierto parecido físico con el autor. Sobre todo, por el tipo de barba que llevaba, similar a la que desde muchos años atrás tenía Alfonso Sastre.
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Estos dos últimos personajes, el Chuli y el Tiritera, fueron suprimidos en la producción que estrenó la obra, siendo sólo el Ciego quien entraba en estos momentos en la taberna.
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En el montaje de Gerardo Malla sólo se conservó el primero y el último de dichos momentos, con lo cual daba una única concesión al elemento fantástico de la obra y, precisamente, por ser los menos fantásticos, y los que más se relacionan con la historia que acabamos de presenciar.