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La turbada historia de la palabra "Ensayo"

Manuel Alvar


Universidad de Málaga

A José Luis Varela






ArribaAbajoEnsayo en español

Conocer la historia de una palabra es algo más que aclarar unas significaciones, es, también, conocer una aventura intelectual, si una y otra cosa no son lo mismo en muchos casos. Cualquier hombre culto emplea mil veces la palabra ensayo con el valor que se le da en ciertos metalenguajes, el literario, el teatral, el científico. Cada uno de nosotros fácilmente deslinda los campos, según sea su talante profesional o, más sencillo, por un simple arrastre de cultura transmitida. Pero las cosas no son tan elementales como parecen, a pesar de que no se presenten como problemas recónditos o insolubles. En última instancia, delimitar conceptos no es otra cosa que tentativa, prueba, establecer un orden, ensayar o ensayo.

Si queremos proceder con un cierto sentido histórico, por tanto, de aclaración en un largo proceso de elaboración cultural, podemos tomar como guía las definiciones académicas: la primera y la última, Tal vez entonces la sorpresa nos asalte y tengamos que ir desenmarañando los hilos de la madeja. Veamos. El Diccionario de Autoridades (1726) trae una colección de voces que ahora nos interesan:

1. Ensay. Es muy frecuente esta voz con esta terminación en las casas de moneda: y así se halla repetidas veces en las leyes que hablan de la fábrica de la moneda.

2. Ensaye. Prueba, examen, reconocimiento de la calidad y bondad de las cosas. Dícese con especialidad de los metales: y aunque también se dice de otras cosas, lo más común es, hablando de ellos, llamar ensayo y no ensaye.

3. Ensayo. Inspección, reconocimiento y examen del estado de las cosas. Y lo mismo que ensaye y prueba.

4. Ensayar. Examinar, reconocer, hacer prueba y experiencia de alguna cosa, de su fin, calidad y estado, para el efecto a que se destina. // 2. Vale asimismo, enseñar, instruir, imponer a uno en lo que debe hacer para que sepa ser capaz, y esté apto para poderlo ejecutar. // 3. Significa también hacer la prueba de la comedia, torneo, juego de cañas, etc. // 4. Vale asimismo hacer inspección y reconocimiento de calidad y bondad de oro, plata y otros metales1.



Reducidas todas estas líneas a breve síntesis tendríamos que ensaye es término de ceca; ensaye tiene el valor general de "prueba" y, particularmente, aunque con rareza, "prueba de los metales", y ensayo es "reconocimiento de las cosas". Por otra parte el verbo ensayar es, y en el orden que da el Diccionario de Autoridades: "examinar la calidad, etc., de las cosas", "enseñar", "hacer prueba de una comedia, etc.", "probar metales".

Si comparamos todos estos valores con los que recoge la última edición del Diccionario de la lengua española, de la propia Academia (197 0), tendríamos:

1. Ensay. En las casas de moneda ensaye.

2. Ensaye. Acción y efecto de ensayar. // Comprobación de los metales que contienen la mena2. // 3. Análisis de la moneda para descubrir su ley.

3. Ensayo. Acción y efecto de ensayar. // 2. Escrito, generalmente breve, sin el aparato ni extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia. // 3. Operación por la cual se averigua el metal o metales que contiene la mena [...] // 4. Análisis de la moneda para descubrir su ley. /15. V. tubo de ensayo. /16. general. Representación completa de una obra dramática, que se hace antes de presentarle al público.

4. Ensayar. Probar, reconocer una cosa antes de usar de ella. // 2. Amaestrar, adiestrar. // 3. Hacer la prueba de una comedia, baile u otro espectáculo antes de ejecutarlo en público. /14. Probar la calidad de los minerales o la ley de los metales preciosos. // 5. desusado. Sentar, caer bien alguna cosa. // 6. ant. Intentar, procurar. // 7. Probar a hacer una cosa para ejecutarla después más perfectamente o para no extrañarla.



En la redacción de 1970, las cosas son de muy otro modo a como se presentaron en 1726: ensay se mantiene como término técnico, pero sin ninguna suerte de connotación, lo que hace pensar que dice ya poco en la lengua actual, y, en efecto, se vierte en ensaye. A su vez, esta palabra tiene el valor genérico de "acción o efecto de ensayar", lo que supone que el verbo tiene ya un campo significativo tan amplio que hace innecesarias todas las especifrcaciones3 que se pormenorizaban en el Diccionario de Autoridades; se incorpora a los significados de ensaye el propio de las cecas, pero se elimina el teatral. En cuanto a ensayo hay que tener presente que, tras el valor genérico del término, aparece el del metalenguaje literario, con lo que se nos viene a decir que es el significado más común de la palabra4 y aparecen otros significados de técnicas y ciencias para acabar con ensayo general, término de la vida teatral. Estamos, pues, con la marginación de los términos ensay, ensaye, que, si aún se mantienen en el Diccionario académico, quedan en situación muy empobrecida; en cambio ensayo ha aumentado muchísimo su campo con el desarrollo de actividades literarias y científicas. Lógicamente, esto repercute en el verbo ensayar que mantiene los valores 1-4, bien que abreviando las definiciones y eliminando precisiones que resultan arcaicas (torneos, juegos de cañas), de acuerdo con los propósitos iniciales de la obra5 y se conservan valores en desuso (5-6) o añade otro (el 7), que tal vez cupiera en el 3, si a éste se le hubiera dado otra definición. De todo esto resulta algo evidente: ensayo "escrito generalmente breve, etc." es el término que ha adquirido un valor específico más preciso, tanto que genera unos derivados, bien corrientes en nuestra vida literaria: ensayismo "género literario constituido por el ensayo, escrito generalmente breve"6; ensayista "escritor de ensayos"7. Cierto: la Academia ha cumplido una misión de la que es consciente: "Se ha aumentado un número importante de voces y acepciones -dice en el Preámbulo de 1970- con el criterio [...] de incorporar las que, como consecuencia del rápido progreso que se observa en las ciencias y en la técnicas, y merced a la gran eficacia de los medios de difusión de que hoy se dispone, pasan diariamente de la nomenclatura especializada al lenguaje culto general e incluso al dominio común"8.

Pero entre esos dos hitos 1726-1970, hubo unos eslabones que sirven para explicar las cosas.




ArribaAbajo Incursión por el Diccionario Académico

Ensay es palabra que figura en las ediciones de 1780, 1783 con valor semejante al del Diccionario de Autoridades. Pero en 1791, se lee: "en las casas de moneda lo mismo que ensaye"; pues bien, esta definición prescindiendo de "lo mismo que" es la que llega hasta 1970.

Ensaye repite la definición de Autoridades en las ediciones de 1780 y 1783; sólo a partir de la tercera (1791), caben otras explicaciones: "reconocimiento y examen de la calidad o ley del oro, plata, etc.". Las cosas no varían en ocho ediciones (1803, 1817, 1822, 1832, 1837, 1843, 1852, 1869), pero, en la duodécima (1884), se lee: "prueba, examen, reconocimiento de la calidad y bondad de las cosas. Dícese con especialidad de los metales y aunque también se aplica a otras cosas, lo más común hablando de ellos, es decir ensayo y no ensaye". Todo sigue así hasta 1956, pues en 1925 se añadió una segunda entrada con el "desusado, ensayo 1ª y 3ª acepciones", que apenas si modifica lo que venimos diciendo. Únicamente en la edición de 1970, se perfecciona todo lo anterior, que no había sido sino dar un paso adelante y otro atrás para dejar las cosas en su punto de partida.

Ensayo plantea cuestiones semejantes a las descritas: las ediciones de 1780 y 1783 siguen a Autoridades; la de 1791 es innovadora, tendiendo a una cierta simplificación ("examen, reconocimiento, prueba") y así siguen las cosas hasta 1884 en que se revisa todo y, respetando la definición de la tercera edición, se añade lo que ahora nos importa: "2. Escrito generalmente breve, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia. // 3. Operación por la cual se averigua el metal o metales que contiene la mena, y la proporción en que cada uno está con el peso de ella // 4. Análisis de la moneda para descubrir su ley". Nada varía en 1899 y 1914, pero sí en 1925, cuando se establece un orden de cosas que dura hoy, si cambiamos la presentación de ensayo general y tubo de ensayo.

Por último, ensayar vuelve a modificar su planteamiento original en 1791, cuando se dan las siguientes definiciones: "1 . Probar, reconocer alguna cosa antes de usar de ella. //2. Amaestrar, adiestrar. //3. Hacer prueba o examen de alguna función antes de ejecutarla en público. // 4. Examinar, probar la calidad o ley del oro, plata. // 5. Intentar, probar". En esta edición se añade ensayarse "probarse a hacer alguna cosa para ejecutarla después más perfectamente o para no extrañarla". Todo sigue igual en 1803, 1817 y 1822 pero en 1832 (edición en que desaparece la numeración de las definiciones, repuesta -luego- en 1914) se incorpora ensayarse como acepción 6ª de ensayar, lo que parece lógico, y nada varia hasta 1869 en que aparece un nuevo valor, ordenado al final del artículo: "probar la calidad de los minerales o la ley de los metales preciosos". Después, en este trasiego de orden y significados añadidos, vemos que en la acepción 4ª se incorpora la última de 1869 (la que se había incrementado), en la de 1899 se pone bajo la 5ª un "ant. intentar, procurar", y ya nada cambia en 1914. En 1925, la acepción 3ª que, desde 1791, venía siendo "hacer prueba o examen de alguna función antes de ejecutarla en público", se modifica por mor de la precisión: "hacer prueba de una comedia, baile u otro espectáculo antes de ejecutarlo en público"; se añade un "5. desus. Sentar, caer bien alguna cosa", sigue la 6ª ("ant. intentar, procurar") y la 7ª es el ensayarse o antigua sexta acepción. Después, nada varía hasta hoy.

Como se ve, un análisis por todas las ediciones del Diccionario académico nos muestra que la 3ª (1791) significa una cierta ruptura con la tradición de Autoridades (tanto en ensay como en ensaye, ensayo y ensayar), que la duodécima (1884) significa una vuelta a Autoridades (ensaye) o una revisión total de las cuestiones, con incorporación de la acepción literaria que hoy por hoy sigue siendo fundamental (ensayo) y que la 15ª (1925) enriquece las entradas (ensayo), las perfecciona (ensayar), las acrecienta con valores desusados (id.) o incorpora neologismos como ensayista, ensayo general. Posterior es la recepción de ensayismo (sólo a partir de 1939).

Este recorrido nos ha resultado instructivo: hay cosas que no han variado desde 1726 (ensay), otras no demasiado (ensaye), otras vienen a ser un fiel espejo de la cultura (ensayo), otras van a remolque de las anteriores por cuanto son verbos y no sustantivos, con la problemática que ella encierra (ensayar).

Pero el español es una lengua de cultura. Su crecimiento es el resultado de su propia vida, de lo que en sí misma tiene, de lo que necesita de los demás. En definitiva: su propia realidad es una realidad vital. Veamos cómo se fue motivando la criatura que tenemos bajo nuestros ojos.




ArribaAbajo La situación latina

Para las lenguas occidentales, el latín exagium "acto de pesar algo" es el término de partida9, pero es un término de creación tardía. En efecto, el Thesaurus linguae latinae documenta la forma en glosarios medievales y señala su formación a la manera de aguagium o periagium; "pensatio" es la equivalencia del griego10; valores posteriores que el gran repertorio registra con "ponderatio, examen trutinae" y "technice de legitimo illo pondere, ad quod inde a Constantino solidus exigebatur". Habrá, pues, que seguir en los diccionarios del latín tardío los procesos que nos llevan hacia la situación de las lenguas modernas. Robert Estienne acredita la voz y la define: "idem quod examen, sive examinatio librae per pondera"11 ; Forcellini, como "ponderatio, pondus" y, aparte los reiterados valores que (suelen darse referidos al ganado, hay otros muchos que tienen que ver con la moneda o con el peso12; Du Cange, como "trutina, et certe ponderationis genus" y, lo que resulta importante, como examen monetario ("Coram camerario fidelitatem tam de pondere, quam de Exagio, hoc es de metalli (monetarum) sincerate, rite faciat") y una serie de valores secundarios ("examen, purgatio, judicium Dei", "exitus")13; Kirschius da la equivalencia del ya conocido sub exagio pecora vendere14 y recoge los significados de "eine Wage", "ein gewisses Gewicht"15; J.K. Niermeyer atestigua numerosas variantes de la voz y aduce autoridades que acreditan los valores ya sabidos de "pesée", "vérification des poids", "un poids", "essayage des métaux" (año 1099), "ordalie" (c. 1020)16. Por último, en el latín británico, exagium tuvo los valores que hemos ido recogiendo hasta ahora, y la palabra se manifestó bajo diversas formas, exagium "peso" (1250), assagium (1291), asseium (c. 1266), essaium (c. 1178), asseisina "assay, testin (of metals), (1539), asseisatio "inspection (of arms)" (1399), assiator mensurarum (s. XIV), essaio "to assay, lo lest (weigh-beams), (1352), "obley irons" (1389), etc.17. De todo ello me voy a ocupar en el apartado siguiente, pero ahora concluyamos con la situación latina.

Exagium procede de ex-ago, cuyo origen coincide con exigere (ex-igo ago), verbo que significó, entre otras cosas, "examinar, investigar"; en el lenguaje comercial, "disponer de, vender", y, en el matemático, "medir, pesar"18. También examen está en íntima relación con nuestros intereses, pues procede de ex-agmen, compuesto de ex-ago; examen tuvo valores cono "medir", "pesar", "examinar"19. Implícitamente todos ellos estaban insertos en los significados de ago "hacer, actuar, tratar", y otros que irán apareciendo20.




ArribaAbajoLos significados "examen de metales", "comprobación de la ley de una moneda"

En las lenguas modernas, el prefijo ex- se confundió con otros y pasó a ser as- y en-21; y de ahí las formas españolas del tipo as(s)ayar; para las que comienzan con ens- habría que pensar en un cambio comparable a los que se han producido en ensanchar, enjugar, enjuto, etc., aducidas por Corominas22. Si de la forma pasamos a los significados que aducíamos al comienzo de estas páginas, podríamos partir de ensay, voz que entre 1727 y 1970 mantiene valor constante como término relacionado con la fábrica de las monedas, del mismo modo que en la edad media, según acreditan las referencias que aduce el Diccionario de Autoridades (Nueva Recopilación de las leyes del Reino, Crónica de Juan II). Podría pensarse en el galicismo del término (aunque algún inconveniente presenta el comienzo en-) o en la apócope de la -e (Ensaye ensay), lo que probablemente sea más seguro, habida cuenta de la riquísima documentación de ensaye con unos valores que no parecen fundamentales en francés. Ensaye sería una forma postverbal de ensayar, tal y como existen tantos casos en español23. Tendríamos, pues, que los valores latinos de "pesar", "examinar con la balanza", "examen monetario", etc., se han mantenido con toda fidelidad en español, por más que ahora vayan perdiendo su vigencia. En el siglo XVI americano las muestras de estos significados eran muy abundantes; el diccionario de Boyd-Bowman suministra ejemplos valiosísimos y alguno incluso bello24: "comprobación de la ley del oro o de las monedas": "hacemos saber a V.M. que los oros en esta tierra corren sin ensaye ni ley"; "saque un peso de plata para hazer el dicho ensaye"; "hallo en una mesa un peso muy pequeño de ensayes, metido en un cajón y ciertos pesas menudas y dinerales y granos, todos de plata, con que dijeron se pesaba la dicha moneda y ensaye de ella", etc. A la vista de cuanto queda aducido hay que dar la razón a las ediciones modernas del Diccionario académico en cuanto se refiere al "análisis de la moneda, etc." como significado de ensaye, y aun habría que extender el contenido a ensayo, uno de cuyos valores era el que estamos comentando: "saque dos tomines para que afine su ensayo"25. Lógicamente, el verbo de donde proceden ensaye, ensay debió tener también muy amplia difusión con el significado ya conocido por los diccionarios académicos ("probar la calidad de los minerales o la ley de las monedas"): "le habían dado a çimentar (unos pesos) para que afinado lo ensayara e diese ley en que pudiese correr", "cada peso de oro de minas no vale más de 450 maravedís, que es los pesos de plata ensayados que dicen en el Perú"26, etc. En la literatura clásica -y de mayor prestigio- los pesos ensayados fueron bien conocidos. De Cervantes son estos tres ejemplos: "alcanzó a tener más de ciento y cincuenta mil pesos ensayados" (Celoso extremeño, IV, 138 v), "Diez mil pesos ensayados [...] me envía" (La entretenida, V, 193), "sesenta mil pesos ensayados" (Quijote, I, II, 165 v)27.

A las compilaciones normativas llegó también el término ensayador que era el "funcionario encargado de ensayar metales y monedas", según se registra en no pocos casos: "Manda V.M. ensayador y aquilitador como lo hay en las otras partes", "oro que el ensayador oviere de ensayar", "los derechos que lleva el ensayador es un maravedí por marco"28. En la literatura de finales de la edad media española, el oficio se documenta una y otra vez. Así en la Crónica de Enrique II: "Salvo el escrivano e el ensayador (de la moneda), e el de la valanza, e la guarda que los pongamos nos a quien nos mandaremos" (Bib. Aut. Esp., LXVIII, p. 47 a). En la Crónica del Contestable Lucas de Iranzo: "porque la dicha ciudad de Jaen fuese más honrada y ennoblecida su Alteza mandó que [...] hubiese en la ciudad de Jaén una casa de moneda [...] y guardas y ensayador y entallador" (Mem. Histórico Español, VIII, 1855, p. 318). En las Epístolas, de Diego de Valera: "los derechos del thesorero e capataces e monederos e ensayadores lievan por marco veynte maravedis" (Biblióf. Esp., XVI, p. 85).

Hoy los diccionarios de americanismos hacen caso omiso de estos términos, pero en la Enciclopedia Espasa figuran los de ensaye y renta de ensaye con las siguientes descripciones: "(ensaye) durante la dominación española en América se llamaba así al monopolio ejercido por la Hacienda pública sobre el oficio de los ensayadores de oro y plata en las minas. Los derechos que antiguamente cobraban los ensayadores fueron incorporados a los rentas públicas, siendo substituidos por sueldos fijos"; "(ensaye, renta de-). Monopolio que ejerció nuestra Hacienda sobre el oficio de los ensayadores de oro y plata en las provincias de América durante la época de la dominación española. Dichos funcionarios fueron puestos a sueldo fijo e incorporados los derechos que percibían a las rentas públicas" (t. XX, s.v.). Pero estos valores ya no constan en los diccionarios de americanismos (Malaret, Morínigo, Santamaría y otros muchos particulares que he consultado)29. En el francés medieval había un valor semejante, según atestigua el Cligés, de Chrétien de Troyes (v. 4246): "Por ce toche an l'or a l'essai Qu'an viaut savoir, se il es fins"30; lo mismo que en inglés, donde assay tuvo el valor de "the trial of metals", "the determination of the quantity of metal in an ore or alloy; or of the fineness of coin" (siglo XIV), de donde salió tardíamente (s. XIX) el de "the metal or substance to be assayed"31. Que de los valores de "prueba de metales o monedas" que hemos comprobado se pasara al de "cualquier tipo de prueba" no tiene ya nada de extraño, ni que la voz sirviera para designar la "coupe á faire fessai des boissons", según W. von Wartburg32, ni que, como "récipient servant à déguster", la voz se usara en el siglo XVI33. La documentación inglesa permite encontrar cup of assay ("a small cup with which assay of wine, etc. was taken") a partir de 1530.

El español heredó fielmente los valores de "probar metales", "prueba de la aleación de las monedas", etc., y generó una familia (ensayar, ensaye, ensay, ensayo, ensayador) cuya vitalidad fue grande, pero ha decrecido hasta su casi extinción; otras lenguas amplían el campo semántico original sin que sus modificaciones llegaran a la nuestra. Bastaría para ello considerar un buen diccionario francés de comienzos del siglo XVII, antes de que el influjo de Montaigne hubiera hecho proliferar otro tipo de essais. En el Thresor de la langue françoise tant ancienne que moderne, de Jean Nicot34, aparece una variedad de significados mucho mayor que la que podemos encontrar en su coetáneo Covarrubias (1611): "tentatoire", "apprestes du pain"35, " sonde du poids", "bruuage dont on a fait l'essay", "cherement acheter fessa de procez" y el verbo essayer "tentar", "praetentare", "probare boues", "experiri certamen", "manibus appetere", "praeludere", "tentare volui an ita dici possent", "tentabundus". Cierto que la naturaleza de una y otra obra no permite un cotejo coherente, pero algo se puede deducir: al menos, la importancia que en español tuvo ensayo como cata de metales, por más que ese sentido también se conociera en francés36.

La publicación del Tesoro lexicográfico, de Samuel Gili Gaya37, puede servirnos en esta ocasión para conocer los valores que las palabras que nos ocupan tuvieron en los diccionarios y, a través de ellos, atestiguar los cambios semánticos que experimentaron38

1) ensaye "prueba" (de 1570 a 1620), "prueba de la ley de los metales" (1705), "simulacro de guerra" (1717), "prueba de comedia" (1717).

2) ensayo "simulacro de guerra" (1492), "ardid y traza maliciosa" (1508-1616), "prueba de metal" (1616), "prueba de los comediantes" (1620).

3) ensayar "prepararse para pelear" (1492), "probar" (1570), "prepararse para algo" (1679), "prueba de la ley de los metales" (1679), "probar la comedia" (1717).



Como se ve, el Diccionario de Autoridades (vid. antes página) prescindió de ensaye "prueba de metales", que reapareció luego y del "simulacro de guerra", que ya había quedado anticuado, aunque -como veremos- tuvo notoria difusión medieval, y no volvió a caber en la compilación académica. Desaparecieron de nuestras obras normativas las acepciones de ensayo que recogieron los diccionaristas anteriores a 1712, si exceptuamos las dos que viven hoy: "prueba de la ley de los metales", "prueba teatral". Y, en cuanto a ensayar, volvió a no recogerse el medieval "prepararse para pelear" y, sin embargo, con el Diccionario de Autoridades el campo semántico de la palabra se vino a enriquecer todo cuanto ya hemos considerado en los monumentos lexicográficos. La complejidad de todo lo que no llegó a los diccionarios nos ocupará en las páginas que siguen.




ArribaAbajoEl valor genérico de "prueba"

El francés del siglo XII conoció essai con el significado de "action d'essayer quelque chose"39 y en el siglo XIV en inglés40. En castellano, tanto ensayar "probar" como ensayo "prueba" se documentan desde nuestros primeros textos literarios: en el Cid (v. 2414) se lee: "el espada [...] en mi la queríes ensayar"41 y, en Berceo, creo que la voz tiene la acepción que acabo de aducir en un pasaje en el que un diablo vencido por San Millán dice:


   Oitme, companneros! si [vos] veades mayo!
veed quales espaldas e quales cuestas trayo
contra nos non fue fecho nunqua tan mal ensayo42.


Verbo y sustantivo aparecen con los valores que ahora considero en un texto de Alfonso el Sabio:

En Valencia, en la lid del campo del Quarto, me dixiste tu por la tu boca que te queries ensayar con vn moro, por ver que tenies en ti; et escogiste por ensayo un caballero muy bueno que andaue muy bien armado43.


En la misma Primera Crónica General, ensayo atempera el valor de la palabra a la que se aplica, por más que, según los resultados del texto, no se pueda hablar de "prueba" o "tentativa", sino de resultados menos sangrientos que los de una batalla normal:

Fizieron alli dantes unos ensayos de batalla, assi que de amas las partes murieron y, pero dice la estoria que non mucho.


(p. 698 b)                


En relación con estos valores, puedo aducir un texto mucho más tardío. Frey Íñigo de Mendoza, en las Coplas que fizo a la Verónica, dejó un testimonio en el que la voz significa "prueba" con una serie de connotaciones metafóricas. Habla la Verónica con Jesucristo, comentando la pasión, y, no sin sarcasmo, increpa a las vírgenes de Sión para que vean el lastimoso estado en que el Señor se encuentra:


venid, donzella, priado,
antes que entre en el torneo,
porque el ensayo acabado
no os entierre su deseo44.

Torneo equivale a "muerte" y ensayo "prueba de la representación o la representación misma".

Es evidente que en algunas de estas pruebas está implícita la idea de "esfuerzo, valor, empeño", sí, como vemos en el último de los ejemplos, hay un riesgo que se corre y una grave dificultad que vencer. De ahí que Menéndez Pidal atestiguara ensayo como "proeza, valentía" en la Leyenda de los Siete Infantes de Lara (441 a)45. Así, pues, los valores que se atestiguan en el Cantar del Cid no son sino resultado de ese significado neutro "probar", "prueba", enriquecido por unas circunstancias en las que consta la virtud de un esfuerzo. De ahí, ensayar "acometer, atacar"46; de ahí, "esforzarse en la lucha"47. Creo que la culminación de este proceso está en el francés antiguo, donde essai se convierte en "peligro"48 y baron d'essai en "vaillant chevaher"49. En español ensayo como "esfuerzo, empeño", sin connotación bélica, está en el Arcipreste de Hita:


Mijor que la calandria nin que el papagayo,
mijor gritas que tordo, nin ruisiñor nin gayo:
si agora cantasses, todo el pesar que trayo
me tirariés en punto más que otro ensayo50.

Y se perpetúa el valor en las acepciones que se desprenden de las autoridades recogidas por Cejador en su Vocabulario medieval y que están implícitas en algún título bien significativo, como el del Libro de los engannos e los asayamientos de las mugeres (siglo XIV), donde asayamiento es "empeño de hacer una cosa, intento eficaz y práctico"; de ahí que le sentido de "astucia, maldad" tampoco sea extraño: "Nemproth [...] tanto quier dezir como [...] regnegado, [...] o foydizo, [...] o enssayamiento descendient" (Gral. Est., I, p. 74 a).

El verbo ensayar como "probar" tiene documentación medieval desde época muy antigua: en el Alexandre ("Ouo y caualleros ques quisieron ensayar, / Exieron a Achilles luego torneo dar", 166, 625), en el Libro del Saber de Astronomía ("yrás ensayando et faziendo falta que la cumplas, al non te quexes que gran graueza a en fazerla", edic. Rico y Sinobas, Madrid, 1863-1867, t. II, p. 119), en el Rimado de Palacio ("Sabiendo que su firmeza queremos ensayar" 474, 1537). Sentidos bien próximos a estos son los de "probar moralmente" ("Dios, por ensayarle, llamol dos uezes desta guisa e dixol: Abraam, Abraham", Alfonso X, General Estoria, 1, 143 a), "practicar" ("Quen no sabe la cosa nin la ouo ensayado / Non puede en el consejo ser mucho avisaado", Rimado de Palacio, 434, 290; "usan fazer otros juegos [...] los quales rrequieren en sy asas temor [...] a todos aquellos que los ensayan e usan fazef., Can. Baena, edic. 1851, p. 8 a), o "ejercitar" ("eran caballeros mancebos, que andaban fuera de la villa probando sus caballos e ensayando sus armas", Conquista de Ultramar, Bibl. Aut. Esp., XLIV, p. 108 a; "Señor, reverente, sabet que me ensayo / Más ha de un año, ssegund voz dirán / contra vos, lyndo gentil alimán, / De my finar armas en buen rrocin bayo", Cancionero, de Baena, edic. 1851, p. 455), "aconsejar" ("E el Princep que en muchas ueces habia ensayado al Rey en poridad [...] él e sus ricos homes fueron ant "el Rey, e mostráronle por muchas buenas raçones, lo mejor qu'ellos sopieron, que si fuese la su merced que quisiese facer lo que ellos dijiesen, que seria muy gran pro de su alma", Conquista de Ultramar, Bibl . Aut. Esp., XLIV, p. 461 a), "intentar" ("los que las aventuras quisieron ensayar", Apolonio, 135 a; "El rey Alexandre guerrero singular, / que non dexo por dubda cosa de ensayar", Alexandre, 1160 b; "qualquier que ficier estas cosas [...] o ensayare de las facer, muere por ello", Fuero Real, edic. Acad. Hist., p. 8; en la literatura catalana, se registra este mismo valor: "ell me dix a nit que volia assajar si poria fer una poca de luminaria entre les naus dels genovesos", Tirant lo Blanch, I, 324). Del valor de "probar (moralmente)" sale el inmediato de "tentar (al pecado)", que se recoge en un texto del siglo XIII; la Vida de Santa María Egipciaca (edic. Alvar, I, p. 70) es muy clara: el demonio hizo pecar al primer hombre y


assí cuidó fer al tu Fijo,
mas mucho fue ende respiso;
e por tres vezes le ensayó,
más nada non ende levó.


(vv. 560-563)                


En el lugar correspondiente, el texto francés dice essaia (v. 495).

Los Fueros aragoneses permiten establecer la equivalencia latina de las formas romances; así ensayar "intentar, ensayar" es attemptare en algunos pasajes de los Fueros de Aragón (edic. Tilander, 1937, s.v.), temptare en otro del de Teruel (edic. Gorosch, 1950, s.v.) o, para completar este excurso, puede ser "ensayarse, hacer prueba de una cosa", "intentar, procurar", en el Vidal Mayor (edic. Tilander, 1956, t. III, s.v.).

No extraña que, desde todo los valores anteriores, ensayado cobre el de "práctico, ejercitado": "Cuando Gudufre du Bullon [...] sentio la fuerza de su enemigo, que era grande e maravillosa, como aquel que era ensayado en muchos fechos" (Conquista de Ultramar, Bibl. Aut. Esp., XLIV, p. 98 b). Y, de ahí, "auster o, ejercitado en ciertas prácticas morales": "puro significa que no huuiese interuenido en vso suzio, diziendo probo se entendia que fuese bien recocho et ensayado" (Alonso de Palencia, Univ. Voc., p. 397).

Tras este largo recorrido, ya no extraña la pluralidad de valores con que Lope de Vega utiliza la voz ensayar: "probar"51 y, de ahí, "acostumbrar"52 o "practicar"53, mientras que ensayo es en él "prueba anterior al ejercicio definitivo"54 o "imagen, copia, repetición"55, según el Vocabulario completo, preparado por Carlos Fernández Gómez (Madrid, 1971). También Cervantes -en el Vocabulario realizado por el mismo erudito (1972)- atestigua "ejercitar, practicar"56, "realizar pruebas antes del ejercicio definitivo"57. Por lo que pueda valer, quiero significar que la voz no figura en los vocabularios de Garcilaso, Herrera y Góngora preparados por Sarmiento, Kossoff y Alemany, respectivamente.

En los dialectos actuales ensayado se recoge por los hermanos Millares (Léxico de Gran Canaria, s.v.) con la acepción de "contento, alegre, entusiasmado"; sin embargo, la explicación que dan no conviene con tal significado, sino con la de "tolerado, consentido, minado" ("Los niños ensayados propenden a juegos turbulentos, acompañados de saltos y de alaridos que en los espectadores despiertan instintos inquisitoriales, refrenados por la hipocresía social"), como se ve el texto, aducido como ejemplificación, discrepa de todos estos significados y coincide, sino con el de "excederse": "siéntate, niño, que te estás ensayando demasiado". Por su parte, Pancho Guerra da a la voz la acepción de "hombre renco, enamoradizo, enralado, donjuanesco, ligero de manos para la caricia furtiva" (Léxico de Gran Canaria, p. 165) que podría acercarse al de "excedido", recién presentado.




ArribaAbajoEl ensayo teatral

Aparte los valores considerados en las páginas precedentes, agere poseyó en latín el de "representar", "desempeñar un papel teatral" (Ernout-Meillet), Este valor condicionó en las lenguas modernas el de "prueba" que tuvo exagium, y lo precisó, justamente, como "prueba teatral. Hemos visto que en el Diccionario de Autoridades, ensaye, ensayar, ensayo tenían que ver con la idea de "prueba de comedia o cualquier otro festejo", que la última edición del Diccionario académico recoge los valores de forma puramente connotativa, pero añade un ensayo general, propio del metalenguaje teatral. La idea de "representación previa, ejercicio o práctica de alguna actividad que se va a ejecutar ante alguien o en público" es bien conocida en la literatura áurea. En Cervantes58 y Lope de Vega59 se pueden atestiguar ejemplos muy claros. Del primero es un texto del Viaje del Parnaso (VI, 9) en que el valor puede ser "prueba teatral" o "representación de la obra": "Este que tiene, como mes de Mayo, / florido ingenio y que comiença aora / a hazer de sus comedias nuevo ensayo"; del Pedro de Urdemales (V, 217) son otros versos, en los que se juega con diversos valores de la palabra ensayar: "Ay un grande inconveniente, / que hemos de ensayar primero / - Pues, dígame, ¿son farsantes?" Del Fénix copio unas pocas referencias. "Ensayando la habla para lo tierno / y los ojos para la elevado" (Dorotea, 167); " Salió el Príncipe una tarde / para ensayar unas fiestas, / exercicio en Aragón / de la mayor fortaleza, / donde armados a caballo, / los caballeros tornean" (Sin secreto no hay amor, 44), "Para no venir a errar / me quiero ensayar al vivo" (Las dos bandoleras, 14).

En el siglo XVIII, ensayar tenía la acepción teatral ("la aragonesita ensaya / al órgano el villancico", Obras, II, 639), "estudiada y ensayada la comedia por los cómicos de la Compañía de la Cruz, se representó en aquel teatro" (ib., 455)60 o la muy vinculada con ella de "probar, ejercitar un concierto antes de llegar a tocarle en público" (Terreros, Diccionario, II, s.v., que da las correspondencias fr. concerter, it. concertare, lat. praeludere). El valor -tal como constaba en el siglo XVIII- sigue utilizándose hoy: en Mariana Pineda, de García Lorca, un personaje pregunta: "¿Vamos a ensayar la salve?"61.




ArribaAbajoEl ensayo literario nacido en Montaigne

Cuanto he dicho hasta ahora parece coherente y concorde, pero el diccionario académico ha prestigiado, sobre todo, la acepción de "escrito generalmente breve, etc.", que no tiene tradición en lo antiguo y que tampoco aparece en nuestro léxico oficial hasta 188462. Como es sabido, los Essais (1580)63 de Montaigne crearon un género literario "qui a quelque rapport avec un traité mais s'en éloigne généralement par une plus grande liberté de composition et de style"64. Bien que Montaigne empleara la voz essay según la acepción ya conocidas de "épreuve"65 y el verbo essayer en la de "apprendre, connaitre par experience, éprouver", "essayer de"66. Desde la impresión príncipe de Burdeos (1580), no han faltado ediciones de los Essais, aunque merece la pena señalar que, en el siglo XVIII, Londres dio a luz en sus prensas las de 1739, 1745, 1769, etc., hecho significativo por cuanto essay en inglés, como "a composition of moderate length on any particular subject, or branch of a subject, [...] a composition more or less elaborate in style, tough limited in range", procede de los Essais de Montaigne67. En Inglaterra el género literario -y con él la palabra- tuvo notable difusión y a su éxito contribuyó no poco la literatura femenina, aunque no hay que olvidar que obras fundamentales del pensamiento inglés se ampararon bajo títulos de modesta apariencia, desde los Essayes de Bacon (1597)68 hasta una larga e impresionante serie de títulos que -lógicamente- llegan a nuestros días. Para reducirnos a la historia, voy a aducir unas cuantas fechas (hasta finales del siglo XVIII) que la voz amparó tratados de todo tipo o poemas de carácter filosófico; con lo que essay vino a cobrar un sentido que perfeccionaba la idea de escrito breve, sin aparato erudito, etc., con que suele definirse y, a la vez, mostraba su filiación en cuanto a la libertad de asunto que implantó Montaigne69: 1600 (William Comwallis, Essayes), 1607 (Robert Johson, Essayes), 1668 (John Dryden, Essai on Dramatic Poesy), 1690 (John Locke, Essay concerning Human Understanding), 1692 (Daniel de Foe, Essay upon Proyects), 1709 (George Berkeley, Essay towards a New Theorie of vision), 1711 (Alexandre Pope, Essay on Criticism, poema didáctico en dísticos gnómicos), 1728 (Francis Hutcheson, Essay on the Nature and Conduct of the Passions and Affections), 1733 (Alexandre Pope, An Essay on Man, poema filosófico), 1785 (Thomas Reid, Essay on the Intellectual Powers), 1798 (Thomas Robert Malthus, An Essay on the Principle of Population of A View of its Past and Present Effects on Human Happiness). Esta heterogeneidad de formas y asuntos hizo que en Inglaterra se perdiera el sentido exacto de la palabra y tuvieron que recurrir a precisiones más concretas, alguna de ellas podría caber en lo que consideramos artículo periodístico. Y no se olvide que los célebres Essays of Elia de Charles Lamb, comenzaron a publicarse en agosto de 1820 en el London Magazine, pero esto nos llevaría lejos del propósito de estas páginas, que quieren ilustrar la voz ensayo en español. Viendo la nómina que acabo de aducir, y aun teniendo en cuenta su limitación temporal (virtualmente menos de siglo y medio), su concreción valorativa (títulos que han interesado al europeo culto, y no sólo a los ingleses) y su obligada -y acaso fortuita- selección, hemos de reconocer que Héctor France tenía razón cuando, al redactar el artículo de la Grande Encyclopedie (XVI, p. 384)70, escribió:

Le mot essay n'implique pas une oeuvre de début, et essayist un apprenti littéraire. Ce sont, au contraire, les essayists du dernier siécle (XVIII)71 qui ont maintenu la pureté d e la largue anglaise et répandu dans le public le goût de la lecture sur des sujets plus sérieux que les billevesées romanesques des trop nombreuses authoresses de la Grande-Bretagne. Il est malaisé de définir les limites de l'essai qui doit être court et rapide. Cependant des écrivains renommés ont donné ce titre à des travaux de grande érudition et de longue haleine [...] Vers le milieu du XIXe siècle, les essayists revinrent à la mod e et, dès lors, les revues à essais se multiplièrent plus que jamais.72



De este modo, el ejercicio literario, la voz que lo amparó, la forma de escribir, tuvo en Inglaterra un prestigio singular, y si hay algún término como essayist "a writer of essays" que se documenta ya en 1609, otros son creación del siglo XIX, como resultado de unas circunstancias que acabo de enunciar. El diccionario de Oxford sitúa en los años que siguen la aparición de las voces que pongo entre paréntesis: 1815 (essayfy "to write essays"), 1821 (essayism "the practice of writing essais"), 1860 (essayical "of the nature of an essay"), 1863 (essayish "of the nature of an essay" y essayistical "resembling the work of an essayist), 1877 (essayette "short essay"). Nada comparable a esto en las otras naciones y, si a ello me he referido ya, a ello tendré que volver.

Montaigne vendió su cargo oficial, renunció a la vida pública a los 37 años y se retiró a escribir. Saber hacer esto no es poco mérito, si además se es capaz de cumplir, humildemente, todo un programa de renuncia, y de satisfacciones, como el que inicia su obra:

C'est icy un livre de bonne foy, lecturr. Il t'advertit dés l'entrée, que je ne m'y suis proposé aucune fin, que domestique et privée. Je n'y ay en nulle consideration de ton service, ni de ma gloire73.



Encerrado en su castillo, el señor de Montaña, como lo llamó Quevedo, en marzo de 1571 comenzó una obra cuyos dos primeros libros le llevaría nueve años de redacción. Todo un mundo heterogéneo cabía en estas meditaciones, más aún, infinitos universos, unificados por el espíritu de un hombre ("je suis moy-mesmes la matière de mon livre")74. Meditando sobre todo esto Bacon de Verulamio vería que essay es voz tardía, aunque el objeto de que se trata es muy viejo; para él, que consideraba ensayos las epístolas de Séneca75, nada hubiera extrañado que la voz perdiera en el siglo XVIII su propio sentido literario, y pasara a significar algo, imposible de reducir a la simplicidad de un esquema: "the word is late, though the thing is ancient", dijo en el prefacio de la segunda edición de sus Essayes. Y en Francia ocurrió lo mismo que en Inglaterra, essay fue una palabra que se dilató hasta el infinito; valía para todo: la filosofía de la historia, la geometría, la espiritualidad, la economía animal, la moral y, poco después, para hablar de las lesiones de corazón o de las razas humanas76. Si pongo también ahora un límite a finales del siglo XVIII, tendría que enumerar una serie de tratados capitales debidos a los mejores nombres de la literatura francesa77. Pienso, por ejemplo, en los trabajos que se publican en los años que siguen: 1607 (Coffeteau, Essay des questions théologiques), 1610 (Fierre Camus, Essay sceptique), 1640 (Blas Pascal, Essai pour les coniques), 1671 (Fierre Nicole, Essais de morale), 1741 (Jean-Marie André, Essai sur le beau), 1746 (Etienne Bonnot de Condillac, Essai sur l'origine des connossainces humaines; Luc de Clapiers, Essais sur quelques caracteres), 1750 (Fierre Moreau de Monperius, Essai de Cosmologie), 1755 (Richard Cantillon, Essai sur la nature du commerce en général), 1756 (Voltaire, Essai sur les moeurs et l'esprit des nations), 1765 (Diderot, Essai sur la peinture pour faire suite au Salon de 176578, 1775 (Mirabeau, Essai sur le despotisme), 1782 (Diderot, Essai sur la vie de Sénèque; Charles Bonnet, Essai analytique sur les facultes de l'âme), 1797 (Chateaubriand, Essai historique, politique et m oral sur les révolutions anciennes et modernes considerées dans leurs rapports avec la Révolution française)79. Más aún, cuando un hombre genial, como Leibniz, publica un tratado originalmente en francés, lo encabeza con la palabra que era ya la clave para explicar una época: Essais de Théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal (Amsterdam, 1710).

En Alemania, la palabra Versuch gozó del mismo valimiento. Válganos otra descarnada enumeración; en ella citaré unos cuantos testimonios capitales, aunque posteriores a los franceses e ingleses: 1730 (Johan Christoph Gottsched, Versuch einer kritischen Dichtkunst für die Deutschen), 1740 (Johann Peter Uz, Versuch über die Kunst, sets glüchklich zu sein,), 1744-45 (Johan Wilhelm Ludwig Gleim, Versuch in Scherzhaften Lieder), 1776-77 (Johan Nicolaus Tetens, Philosophische Versuche über die mensliche Natur), 1789 (Karl Leonhard Reinhold, Versuch einer neuen Theorie des mensclilichen Vorstellungsvermügen), 1790 (Goethe, Versuch die Metarmorphose der Pflanzen zur erkaren), 1792 (Wilhelm von Humboldt, Ideen zu einem Versuch, die Grenzen der Wirksamkeit des Staats zu bestimmen), etc. Salomon Maimon, lituano que escribe alemán, titula su obra fundamental Versuch einer neuen Logik oder Theorie des Denkens (1794).




ArribaAbajoLos ensayos de nuestro siglo XVIII

Las cosas en España discurrían por otros caminos. Montaigne no fue muy conocido entre nosotros80 y, tal vez, el lo fuera la causa de que los ensayos dieciochescos siguieran designándose con una terminología mucho más tradicional, porque resulta sorprendente, dado el carácter de nuestra literatura del siglo XVIII, que no influyera más el modelo inglés de la época con su carácter doctrinal y moralizante. ¡Cuantos nombres nuestros podrían ir de la mano de los Addison, los Steele, los Goldsmith, preocupados por limpiar de vicios e ignorancia a la Islas Británicas! Y, sin embargo, los Ensayos en España recibieron otros nombres por más que se escribieran tratados de carácter ético, crítico o autobiográfico. Porque, en efecto, Quevedo el primero entre nosotros en citar, y admirar, al escritor francés, puso esta significativa apostilla: "Dará fin a esta defensa la autoridad que en francés escribió, y intitula Essais o Discursos"81 . Pues bien, lo de discurso es, exclusivamente, versión de Quevedo. En España la obra de Montaigne hubiera podido llamarse Silva de varia lección, por citar una obra que influyó en los Essais82 o, condicionados los tiempos por cuanto Montaigne significó, vemos que los celebérrimos Informes de Jovellanos sobre la ley agraria o sobre los juegos, o su Memoria sobre la educación pública en Francia hubieran sido Essais, como el de Louis-René de Caradeno de la Chalotais (1701-1785) que llamó Essai Nationale ou Plan d études pour la jeunesse a su tratado sobre la política educativa de la Aufklärung, o, volvemos a Quevedo, el Discurso sobre el influjo de la crítica moderna en la decadencia del antiguo teatro español, de don Agustín Durán (1828), con todo su aire de manifiesto romántico, se llama en francés Essai sur l'influence de la critique moderne sur la décadence de l'ancien thêatre espagnol, pues, ciertamente, podría ir en línea con tratados como los Essais sur l'Histoire de France, de François Guizot (1828), podrían tener el mismo título, bien a la manera francesa del Essai sur Tite-Live, de Taine (1856), a la inglesa de los Essais in Criticism, de Mathew Arnold (1865), o a la italiana de los Saggi critici, de Francesco De Sanctis (18550. Vemos pues que Informe, Discurso, Memoria fueron otras tantas maneras de designar a lo que en Europa se llamó Ensayo, pero el término tardó mucho en cobrar carta de naturaleza entre nosotros83; basta ver que las primeras obras de cuenta que se ampara bajo el nombre, sobre tardías, son repertorios bibliográficos, tales como el Ensayo de una biblioteca de traductores españoles, de Juan Antonio Pellicer (1778) y el Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reinado de Carlos III, de Juan Sempere y Guarinos (1785-1789); más tarde aún, bajo el título se amparan motivos de polémica literaria, como los que el abate Lampillas publicó en su Ensayo histórico-apologético de la literatura española contra las opiniones preocupadas de algunos escritores modernos italianos (1782-1789), y aun habría que decir cuánto este título debe a los usos toscanos, puesto que en esta lengua se había publicado con el título de Saggio storico-apologético della letteratura Spagnola (Génova, 1778-1781); sin embargo, Saggio, como "tentativa literaria" no se incluyó en el Vocabulario della Crusca, de 1735. Ya en el siglo XIX, la variedad de contenidos que pudo tener la palabra ensayo bastaría con una brevísima enumeración, que pudiera tener el valor de simple recordatorio: Ensayo histórico-crítico sobre el origen y progreso de las lenguas señaladamente el romance castellano, de Francisco Martínez Marina, o el Ensayo histórico-crítico sobre la antigua legislación y principales cuerpos legales de los reinos de Aragón y Castilla, del mismo autor (1808); los Ensayos literarios y críticos, de Alberto Lista (1844); el Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, de Juan Donoso Cortés (1851); el Ensayo de una biblioteca de libros raros y curiosos, de B.J. Gallardo (1863-1889); los Ensayos críticos de filosofía, literatura e instrucción pública españolas, de Gumersindo Laverde (1868) o los Ensayos religiosos, políticos y literarios, de José María Quadrado (1893-1896). Como se ve la incorporación de la palabra a unos conceptos familiares tardó mucho en hacerse habitual y, evidentemente, con enorme rezago frente a Europa. Que mi lista no es exhaustiva es evidente, pero evidente también que no lo es la de los tratados ingleses, franceses o alemanes que he aducido. Creo que los nombres españoles del siglo XIX son importantes en nuestra historia cultural, como lo son los del siglo XVIII europeo: buscando significados y no ponderaciones he hecho estas listas, y las consecuencias me parecen harto evidentes.




ArribaAbajoA la manera de intento final

Del latín ago derivó muy tardíamente (siglo IV) la palabra imagen que significó "comprobar el peso", "verificar metales", "prueba jurídica", todos estos valores, como el muy desarrollado de "prueba teatral", estaban implícitos en el verbo del que procedían. En cuanto a la forma de la palabra, el prefijo ex- se confundió con otros ad-, in-, dando lugar a las modificaciones que presenta la voz en la gran familia románica (assagio, assaig; ensayo, ensaio). Por lo que respecta al español, de ensayo salió el verbo ensayar, que dio pie para la formación del postverbal ensaye y, apocopado, ensay, si es que no influyeron sobre éstas formas francesas medievales como essai. Tal vez no sea necesario recurrir al galicismo del término habida cuenta de varios motivos: 1) su antigüedad en español (virtualmente, ensayo, ensayar, constan en los primeros textos literarios). 2) la regularidad morfológica de ensaye.

En cuanto al contenido de estas voces hay que señalar:

1. Del valor genérico de "prueba" (ensayo), "probar" (ensayar), recogido en toda nuestra vieja literatura (p. 10) se pasó al de "empeño, esfuerzo", por cuanto la forma ennoblecida de la "prueba" y del "probar" para un caballero era ejercitarse contra los enemigos. De ahí que ensayo "prueba contra un moro", ensayar "probarse contra los moros", sean términos que dejaron constancia en la lengua de Alfonso el Sabio y que, mutatis mutandis, llegarían a los lexicógrafos anteriores al Diccionario de Autoridades que, consideró obsoleto el significado, y no lo admitió.

2. Bien próximo al significado de "probarse contra los enemigos" está el de exigir denuedo y valor al caballero que se ejercitaba. Por eso ensayo pasó de ser "prueba contra un enemigo" a "esfuerzo, valor, empeño" y, como consta en la Leyenda de los Infantes de Lara, "proeza, valentía". Tampoco ahora es necesario imaginar mucho: la "prueba", enriquecida por la virtud del caballero, está en el ejercicio del valor militar: "ataque". Así ensayar "acometer, atacar, atacar", volvía a alguno de los antiguos valores del latín ex-agere, y el "prepararse para pelear" ampliaría el campo semántico de la palabra medieval.

3. Pero todo este mundo en el que el caballero se ejercita, exige una dificultad de la que nace el sentido de honra que el noble busca: es el peligro, la aventura de tentar antes que nadie el riesgo . En francés sería, precisamente, essai, peligro" y baron d'essai el "vaillant chevalier ".

4. Lógicamente, todo este mundo enriquecido exige la realidad de unas denotaciones neutras: son las que en español del siglo XIV tenía la voz ensayo "esfuerzo, empeño en el canto de las aves", asayamiento en las mujeres.

5. En la edad de oro, ensayo, -ar "prueba, probar", trae un arrastre medieval, como continuidad histórica que es de un pasado que no muere. "Probar" es un significado que exige muchas veces la repetición; de ahí ensayo como "prueba reiterada antes de alcanzar la perfección" y los valores que en el siglo XVIII se van acreditando, todos enlazados como ramos de cerezas: "practicar", "acostumbrar", "realizar pruebas".

6. Es notable que ensayo, ensayar falta en poetas de muy precisa filiación: Garcilaso, Herrera, Góngora.

7. Ya en el latín ago se atestiguó el valor de "desempeñar un papel teatral"; nuestros ensayo, -ar vuelven al punto de partida, no parece probable que por una continuidad interrumpida (estaríamos dentro de la historia del teatro), sino más bien como consecuencia de valores implícitos en "prueba, probar". Sin embargo, "repetir antes de una representación" no significa que sea, sólo, un drama o una comedia: ahí están el ensayar villancicos o ensayar la salve, que -como si hiciera falta- tenemos documentados en Moratín y García Lorca; ahí están ensayar torneos o juegos de cañas, que aún llegaron al Diccionario de Autoridades. De cualquier modo, "probar una obra teatral antes de su representación, tuvo gran vitalidad y con ella sigue, y aun aumenta su campo semántico con el ensayo general, en la Academia desde 1925.

8. El valor neutro de "prueba", "probar" se ha ido enriqueciendo y ha producido un claro desvío de nuestro punto de partida. En relación con los significados latinos de "pesar" y de ahí, por cuanto se hacía con la trutina o balanza, el de "probar metales"; de esta salieron las acepciones de ensayar "comprobar la ley de las monedas", ensay "verificar la mena", etc., ensayo, con valores semejantes, ensayador "oficial que prueba las monedas". Todos acreditados en el siglo XVI y en Cervantes, y que en el español de América -como es lógico- tuvieron un significado muy especial, aunque esta sea una vía muerta de nuestro léxico: en América no se ha perpetuado y, en España, los diccionarios suelen darla como en desuso. Otros valores que se recogieron en francés y que tendrían que ver con el punto de partida de éstos, en español no se documentan84.

9. La publicación de los Essais (1580) de Montaigne, y su inmediata difusión, vino a crear un tipo de literatura que alcanzó la mayor complejidad. Montaigne eligió el titulo Essais para su libro, pero poco lo usó, pues, como dice Hugo Friedrich, no lo asociaba a una categoría literaria, sino a una noción de método85; sin embargo, él mismo cargó a la voz de infinitos matices, herederos de una vieja y riquísima terminología (disputatio, sententia, apotegma, flos, dicta, specimen), pero enriquecidos con todo lo que proyectaba desde su mundo interior: era "die Bezeichnung der Denkmethode, Lebensführung and Selbsterfahrung"86. Desde "prueba, tentativa", que significaba essai en el siglo XVI francés (y europeo) , hemos podido ver cómo evolucionó la voz, y el sello de Montaigne la marcó para siempre. Desde él, los Essays ingleses y, conjunción de ambos, los tardíos ensayos españoles.

10. En efecto, por más que los Ensayos de Montaigne fueron conocidos, y traducidos, en el siglo XVII español, sólo en 1898 se publicaron por vez primera en nuestra lengua87. Después se han multiplicado versiones completas o parciales, pero el destino de Ensayo como voz cultural nos ha venido desde fuera. En España la equivalencia literal de essai, Essay, saggio, Versuch siguió siendo terminología desusada en el mundo literario. Para tratados de este tipo continuó utilizándose una terminología tradicional: informe, discurso, tratado, memoria, etc.

11. Sin embargo, el Diccionario académico de 1884 se incorporó a la realidad de su tiempo y ensayo desplazó a todas las acepciones (salvo a la nuestra de "prueba") en la prioridad de los significados. Tarde llegábamos a la historia de la palabra, pero la reparación se había hecho; también desde fuera de la lexicografía, pero desde dentro de nuestra cultura, se había impuesto el cambio: prestigio de los ensayistas españoles.

12. El contenido de la voz ensayo fue, en español, tan heterogéneo como en las demás lenguas y el género literario resultó de una miscelánea variedad88. Así, y tal como he señalado para el francés, el inglés, el alemán o el italiano, fueron ensayos en español motivos tan poco relacionables entre sí como los repertorios bibliográficos, las polémicas literarias, los tratados sobre historia, lingüística o religión y, al parecer, sólo más tarde llegaron los ensayos de crítica literaria. Y aun se llegó a entroncar el ensayo con el poema en prosa89 o con el prólogo90.

13. La proliferación de los ensayos literarios creó nuevas necesidades y el léxico, a imitación del inglés, se aumentó con ensayismo (1939) y ensayista (1925). Pero la voz, por sorprendente que resulte para un español culto de hoy, no alcanzó al llamado léxico común, sino que se quedó en el usual. Un recuento hecho hace años mostraba que ensayar se utilizó una sola vez en el registro de los llamados "documentos oficiales", pero en ninguno de los demás, mientras que ensayo figuraba cuatro veces en el despojo de los periódicos, una en el de los documentos oficiales y tres en el de los libros91. Tal vez de esas cifras se puedan deducir consecuencias sobre el grado de cultura del español, pero es preferible no intentarlo.




Arriba Divagación última

Samuel Johnson, A.M., el célebre lexicógrafo inglés del siglo XVIII, con el no poco humor con que trataba las cosas de su oficio, definió así la palabra essay: "A loose sally of the mind, an irregular indigested piece; not a regular and orderly composition"92 Y, tras mucho divagar, me encuentro con que estas páginas han resultado más deshilvanadas y sueltas de lo que yo hubiera querido; me temo que también indigestas. Y es que la historia de ensayo ha venido a ser totalmente irregular: nacida la voz en el latín tardío, heredó muchos valores de ago y otros que permitían el prefijo ex- o sus congéneres ad- e in- . Después la voz se cargó de unos contenidos militares, que sólo tangencialmente se podían suponer, y de otros mercantiles, que eran más fáciles de imaginar. Pero si todo esto resultó hasta coherente, las cosas perdieron su tiento o se descompasaron cuando un hombre genial, Montaigne, les hizo dar un sesgo inesperado. Tal vez sea esa la salida o chiste que Johnson no nos describió, pero que ahí quedó marcando para siempre a la voz ensayo dentro de las lenguas de cultura (por supuesto, también al Versuch alemán): un increíble camino se abrió a la literatura, por más que tuviera antecedentes, y es que ser hombre culto significa no salir de la nada. Montaigne compuso su Silva de varia lección y quienes le siguieron aumentaron, variaron y enriquecieron aquella maraña selvática. Pero los españoles tardaron en aceptar el término, a pesar de que para ellos la cosa también fuera vieja, por usar las palabras de Bacon.

He querido que mis páginas tuvieran "a regular and orderly composition", aunque todo estuviera dispuesto para descomponer lo que yo quería trabar. Lo que no he conseguido -definitivamente, no- es que esto no fuera una "indigeste piece", y que los manes de Johnson me perdonen. La Academia, piadosamente, diría que ensayo es un "escrito, generalmente, breve, sin el aparato ni extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia". He dicho piadosamente, y así me ahorro nuevas matizaciones. Mis tentativas, tientos e intentos han resultado más largos, y más aparatosos, de lo que un ensayo debe ser. Pero las "sally of the mind" han sido quienes, en definitiva, han venido a enredar mis propósitos y, por si hiciera falta, a justificar mi trabajo.





 
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