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1

«Para la renovación de la historiografía de la literatura: la generación de 1936 en sus comienzos», Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, X/3 (primavera de 1986), pp. 451-462; «La contribución de Francisco Ayala al método histórico de las generaciones», Anthropos [Barcelona], 139 (diciembre de 1 992), pp. 41-47; «El método de las generaciones en la historia de la literatura», Hispanística [Université de Bourgogne, Dijon], XX/13 (1 995), pp. 47-66.

 

2

En una encuesta que realicé en 1964-1965 acerca de los novelistas españoles de aquellos años introduje la pregunta siguiente, maliciosamente maniquea: «¿Cree Ud. que pasará a la historia de la literatura por lo que tiene en común con sus compañeros generacionales o por lo que tiene de particular?». Solo tres entre más de sesenta rechazaron la dicotomía al afirmar que por ambos motivos. El resto, por supuesto, se decantó por la segunda alternativa.

 

3

Sobre la inevitabilidad de esa presencia necesaria de la tradición, añade Bloom: «The burden of influence has to be borne, if significant originality is to be achieved within the wealth of Western literary tradition. Tradition is not only a handing-down or process of benign transmission; it is also a conflict between past genius and present aspiration, in which the prize is literary survival or canonical inclusion [...] Poems, stories, novels and plays come into being as a response to prior poems, stories, novels and plays, and that response depends upon acts of reading and interpretation by the later writers, acts that are identical with the new works» (The Western Canon, Nueva York, San Diego y Londres, Harcourt Brace & Co., 1994, pp. 8-9). En cambio, el proceso de retroinflujo de las jóvenes generaciones en los maestros contemporáneos no parece haber llamado la atención de Bloom. Sumado a las viejas concepciones del influjo, ¿no constituyen facetas del más fecundo concepto de intertextualidad? (cf. al respecto Claudio Guillén, Entre lo uno y lo diverso, Barcelona, Crítica, 1985, pp. 378-379).

 

4

Me permitiré anotar, como apertura hacia otro problema, el hecho de que la historia de la novela pueda enfocarse desde la perspectiva de sus actores y, consiguientemente, el método de las generaciones puede ser de cierta utilidad; existe también la otra perspectiva temporal: la de la evolución de los textos, que viene a añadirse a la anterior, para constituir las dos perspectivas temporales. A ellas hay que añadir la dimensión espacial, ya que la literatura no solo tiene su historia y sus historias sino -permítaseme- lo solo aparente metáfora, su geografía. O, si no, ¿cómo se explica la exclusión -o la inclusión- en determinadas historias de la literatura de lo que se hace en el ámbito hispanoamericano o de lo escrito en otras lenguas dentro del ámbito peninsular? Por otra parte, ¿cómo desechar la realidad de los centros o focos de polarización organizados según la concentración y la fuerza del negocio editorial, que viene así a pautar el espacio en centros fuertes -Madrid, Barcelona-, centros secundarios y periferias? Y, desde que España ha asumido una estructura autonomista en su constitución política y los distintos gobiernos autonómicos están instrumentando políticas culturales distintas, ¿no están surgiendo ahora historias de la literatura -o de algunos de sus géneros- que funcionan a partir de nuevos criterios de inclusión y de exclusión?

 

5

Véase, por ejemplo, el capítulo de Campo abierto dedicado al personaje Vicente Farnals.

 

6

En los primeros años de Argentina, se producen situaciones semejantes. Véase la corta vida de las revistas del exilio o de la editorial vasca frente a la próspera andadura de editoriales como Losada.

 

7

Vida y obra de Galdós (1843-1920) [1943], Madrid, Gredos, 19.51, pp. 29-30 y 150.

 

8

Bien hallada es la errata que en la bibliografía de Azorín, dentro del Panorama de la literatura española contemporánea de Gonzalo Torrente Ballester (Madrid, Guadarrama, 1961, t. 2), transforma el título de esta novela en Pablo. Posteriormente a la guerra, la lectura de su novela El escritor (Madrid, Espasa-Calpe, 1942) se entiende solo como una muestra de los intentos de Azorín de justificarse ante los de la generación del 36 que formaban parte de la vanguardia vencedora en la guerra (recuérdese que está dedicada a Dionisio Ridruejo y que éste es el modelo para el personaje con el que dialoga el escritor).

 

9

Andújar hizo un esfuerzo muy especial para acercar a los catalanes a colaborar en Las Españas y él mismo publicó un documentado folleto sobre La literatura catalana en el destierro (México, Costa-Amic, 1949, 45 pp.).

 

10

Epistolario del exilio: Max Aub (1940-1972), Segorbe, Fundación Caja Segorbe, 1992, p. 37.