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En la edición de Cáceres y otros (Valle y Caviedes 1990) hay varios errores en la numeración de versos. Tanto aquí, como en otros casos, los corregimos.

 

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Los datos biográficos provienen de las ediciones de Valle y Caviedes por Cáceres y otros 1990 y García-Abrines 1993-94. Sobre el estatus inferior del cirujano, véase Lanning 1985: 261 y ss.

 

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García Cáceres sugiere que «inglés» fue el apodo de un «temido verdugo de la Inquisición» (1999: 62), pero no nos da la documentación que apoye su conjetura. Por otro lado, habría que ver que la inquisición sí procesaba a los ingleses (Hampe 1998: 120), hecho que aquí recibiría una inversión jocosa.

 

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Según Escandell Bonet, entre 1570 y 1580 un 17,30 por ciento de los procesados por la Inquisición eran extranjeros, número que, según él, adquiere una «proporción elevadísima en relación con los demás grupos numéricamente muy superiores» (Pérez Villanueva 1984-2000, vol. 1: 924). Aunque estas fechas son anteriores al período de Valle y Caviedes, podemos conjeturar que la situación no habría cambiado mucho, sobre todo al ver que entre 1650 y 1699 el porcentaje de extranjeros procesados en el Tribunal de Cartagena de Indias fue de un 12,02 (Pérez Villanueva 1984-2000: vol. 2, 863). Véase también Hampe 1998: 120.

 

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Los otros memoriales burlescos de Valle y Caviedes también reiteran la norma de distanciarse de una voz «autobiográfica» y asumir que el narrador escribe el texto para otro o que es escrito por una tercera persona. En uno de ellos se trata de una misiva redactada por un corcovado al virrey pidiendo que suelte a su hermano de la cárcel (126); en otro es un portugués que le agradece al virrey el haberlo vestido (125); otro, que estudiamos más adelante, es del actor Cristóbal de Virúes (69); otro habría sido enviado por «los mulatos» pidiendo que se les permitiera llevar a cabo una comedia «en ocasión de haber quitado a uno de la horca» (134); y, finalmente, otro más, supuestamente escrito por un borracho, pidiéndole al arzobispo un vestido (124).

 

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Josephe y Francisco de Mugaburu, testigos de la popularidad de las procesiones, apuntan nueve de las que se habrían celebrado en el año 1663; entre ellas, de «pardos y morenos», de máscaras, y de caballeros del hábito de Santiago (1935: vol. 2, 56-62). Una muestra del lujo al que se acudía en los desfiles oficiales se puede leer en la «Relación del la solemnidad con que esta Ciudad de los Reyes levantó sus Estandartes Reales en nombre del rey nuestro señor Felipe IV, reconociéndolo por su natural señor» (Monografías históricas 1935: 37 y ss.). Véase también Lizárraga 1968: 38-39 y la descripción de un desfile de 1656 en Mujica 1999: 204-11.

 

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Véase también Mills 1996: 196 y passim.

 

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Es un típico juego polisémico de Rosas de Oquendo. «Blanquear» alude al afeite o maquillaje para cambiar el color de la cara, pero también a la falsa apariencia de virtud («blanco» es castidad en Rosal 1975: 112). Por contraste, «negras a la tarde» alude al vicio y la promiscuidad.

 

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Según la Descripción anónima, «los señores criollos» de Lima «son muy aficionados a tratar con negras, como ellas los crían a todos a sus pechos» (Descripción del Virreinato del Perú 1958: 39) y según Lavallé, «los viajeros extranjeros que pasaron por el Perú notaron, a veces horrorizados, otras veces irónicos, que las limeñas parecían no preocuparse por los amores a menudo públicos de sus esposos con criadas o esclavas»; pero aclara Lavallé, sin embargo, que «según la documentación que hemos manejado, sería necesario matizar tal afirmación. No pocas mujeres utilizaron esos amoríos domésticos para interponer demandas de separación, sin que sepamos a ciencia cierta si hubo en ello un motivo verdadero y central de divorcio» (1999: 51).

 

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«In colonial Spanish America the categories of race and gender were specifically interconnected. Not only was the race of individuals in Colonial Latin America a subjective and malliable category which could be influenced and changed during a person's life, but gender and gender relations had a strong impact on the 'stickiness' of race as a social category» (Kuznesof 1995: 154-156). Y añade que «race itself as a concept, was treated in the law codes as if it had transparent meaning. Not only the original "races" -Spanish (which was synonymous with «white») and indian (and each of these was regarded as if it described a 'pure' type), but also other 'races' as they appeared in the literature -mestizo, mulato, castizo, zambo and so forth- were also presented without definitional clarity. Nevertheless, race as asocial category was constantly negotiated and redefined in the colonial courts. The courts themselves varied the criteria used to determine race in a particular case» (1995: 165).