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Originarios de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra y de las Antiguas Montañas de Burgos y Santander.

 

2

Casi todos de Castilla, Andalucía y Extremadura. Véase el interesante Prólogo del Nobiliario de don Juan Luis Espejo, obra que nos ha servido de base para este ensayo.

 

3

No resistimos al deseo de copiar algunos párrafos de un folleto de don Benjamín Vicuña Mackenna, titulado:

Los Orígenes de las Familias Chilenas.

I.-

Los Vizcaínos, que confirman nuestro aserto:

«...Pero si los conquistadores -propiamente tales- fueron extremeños, la raza más esforzada de España, es una verdad ahora comprobada que sus primeros colonos, es decir, ocupantes sedentarios de Chile y usufructuarios de su tierra, su industria y su comercio, fueron vizcaínos, es decir, la raza más «laboriosa, más resistente y más mercantil de la Península...»

Cuenta Pedro Mariño de Lobera que uno de los primeros refuerzos que trajo a Chile, después de don Pedro de Valdivia, el Capitán Pedro de Avendaño, era en su mayor parte compuesto de vizcaínos, como él.»



He aquí lo que decía sobre su posición, influencia y monopolios el Obispo Salcedo en carta dirigida al Rey:

«25-III-1643:

La causa de tan perniciosos efectos es ser todos mercaderes o los más de este reino vizcaínos.

El Contador, aunque buena persona, y el Escribano de Registros a cuyo cargo está la visita de los navíos y el Alguacil Mayor de esta Audiencia, también lo son.

Y como el Doctor don Jacobo de Adaro y San Martín, Oidor, es también vizcaíno, no hallan las reales órdenes y mandatos de V. M. ejecución en ella, porque amparando estas logias y bodegas (de Valparaíso) tienen todos los vizcaínos seguras en ellas sus mercaderías en que se interesan grandes cantidades, pues de ninguna pagan a V. M. lo que deben de derechos, y cada día va de mal en peor -Severo era el Obispo de Santiago con los mercaderes vascongados; pero es sabido que la segunda religión del vizcaíno, sino la primera, es la del paisanaje; y de aquí era que en todas partes formaban cuerpo, fuera de comercio, como en Chile, fuera de guerra como en Potosí, donde consta de curiosas crónicas mantenían sangrientos bandos contra los castellanos.»



A esa misma condición de paisanos y parientes (religión que todavía dura en Chile con la misma unidad que la católica) alude el deán don Tomás de Santiago cuando diez años después que el Obispo Salcedo acusaba a los Oidores de hacerse unos a otros el copete porque todos

«estaban emparentados (1643).-

El elemento vizcaíno era, por consiguiente, dueño absoluto de Chile desde principios del siglo XVII.-

Un siglo después, ese predominio social, político y mercantil, era completo, omnímodo.

Y para esto sobra con citar algunos nombres de familia que conservan todavía su influencia en la República... entendiéndose de ordinario por vizcaínos lo que más propiamente se llama la raza céltica, vascongada, que habita las faldas de los montes cántabros, esta prolongación marítima de los Pirineos y que ocupa las provincias de Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.

Los montañeses de los distritos de Santander y de Burgos, los asturianos y gallegos participan también, más o menos, de los caracteres etnográficos de los vascongados, y por esto su número nunca fue escaso en Chile...

Venían los vascongados a esta tierra lejana pero que tan a lo vivo les recordaba la suya con sus áridas montañas, sus ríos pedregosos, sus valles cultivados a trechos, su clima sano y templado, las nieves de sus costas, el ancho mar, la elevada cordillera, cuyos contrafuertes forman sus valles, esteros y cañadas, venían decíamos, por bandadas, por tribus y por familias.

Del solo valle de Larraun, vecino de Pamplona, vinieron todos los Larraín, emparentados desde España con los Huici, los Trucíos, los Errázuriz, los Irisarri, los Vicuña, etc.-

Del lugarejo de Legazpia vinieron un tío y cuatro sobrinos Urmeneta...

Se hizo en una ocasión, a fines del siglo XVIII, matrícula de los capitanes de buques surtos en la bahía de Valparaíso y resultó que todos los capitanes y marinos del Mar del Sur eran vizcaínos.

Y cuando no eran vizcaínos o navarros (que eran los más)... eran sus inmediatos rayanos, de Santander o del núcleo montañoso de Asturias...

...pero siempre prevalecía el mismo sistema geológico: el cántabro; siempre el mismo sistema antropológico: el celta; siempre la misma sobria y enérgica sangre vasca y su alma larga y angosta como el acero extraído de sus montañas...»



-Se refiere después a la contribución que han aportado en la formación de la sociedad chilena los gallegos, aragoneses, granadinos, catalanes, etc. y termina diciendo:

«Pero la gran masa es la vascongada, la cántabra y la céltica que llega por las costas de la Bretaña Francesa y el país de Gales hasta Irlanda.

Todos los demás apellidos son simples grietas en la roca, vertientes aisladas que van a perderse en el mar de nombres patronímicos y anónimos de España...

Creemos haber dejado suficientemente demostrada la invasión casi coetánea con la conquista del elemento vizcaíno, su lento pero fijo predominio de raza por la acumulación de la tierra y del comercio, y por último, su completa absorción del reino y del país por la creación de una poderosa aristocracia criolla, que hizo la independencia por el mismo principio que las Provincias Vascongadas han luchado durante varios siglos: por su libertad...

Ensayo es éste que, si hubiese de profundizarse, desarrollaría una faz completamente nueva de nuestra historia en la época de nuestra transformación tan someramente estudiada hasta aquí entre nosotros...»



 

4

El siglo XIX fue de destrucción heráldica no sólo entre nosotros, como consecuencia poco razonable de nuestra Independencia, sino en España misma.

Dice el señor Guerra en su Heráldica:

«El siglo que acaba de fenecer, fue de verdadera demolición nobiliaria, y tanto como se afanaron los anteriores en la formación de blasones, se esmeró éste en su destrucción o en su desautorización y desprestigio.

A la indiscreta ostentación de una supremacía social debida exclusivamente al nacimiento ilustre, siguió el ultraje no menos censurable de cuantos atributos se relacionaran con el antiguo régimen, sin pararse a mirar su verdadera y propia significación...»



 

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AZAROLA: Crónicas y Linajes del Plata.-

Dice, además, este autor:

«La genealogía ha sido influenciada por el criterio moderno que la orienta hacia finalidades distintas de las que motivaron su cultivo hace dos o tres siglos.

Entonces eran necesarios los antecedentes nobles para obtener cargos y honores (y hasta para contraer ventajosos enlaces, agregaríamos nosotros).

De ahí la importancia acordada a las Ejecutorias de Hidalguía.

En nuestros días, la biografía y la historia, como la neurología y el penalismo, hallan en la investigación ancestral un elemento de información y juicio...

La crítica histórica demuestra que el proceso de una sociedad se realiza paralelamente a la evolución de sus células, vale decir de sus familias constituidas.

Dentro del alvéolo común cada linaje deja su huella en el decurso de los tiempos y va acentuando su personalidad a medida que las generaciones se suceden.

La función de sus miembros cobra entonces relieve sobre el cuadro del pasado y los varones y las mujeres se convierten en otros tantos documentos humanos.

Vemos reproducirse en los hijos la dignidad paterna; o madurar en los nietos la vocación de su abolengo; o traducirse en brillo genial las reservas acumuladas por la progenie en el silencio de su vida; o estallar en taras fatales los pecados olvidados de la antecendencia.

Si la sequedad de las filiaciones apenas confirma líneas de familias, la etimología del apellido y la interpretación de los emblemas heráldicos nos explican el origen de una prosapia...

Las genealogías actuales no están reñidas con la conservación de las viejas normas que pueden aplicarse con independencia de todo interés público y científico.

No hay motivos para que una familia no establezca, para uso propio, la línea de sus antepasados, detallando las fechas de nacimientos, matrimonios y decesos, imprimiendo recuerdos e ilustrando el trabajo con fotografías y facsímiles.

Los testamentos antiguos, como las cartas de los bisabuelos, pueden no interesar a los extraños, pero sí a los familiares; y si los hombres se preocupan de establecer el 'pedigree' de un caballo de carrera o de un perro de raza, deberían tener razones mayores para aclarar el propio 'pedigree'...

Creemos fundadamente que, si cada linaje, por modesto que sea, tuviera un pequeño volumen en el cual estuvieran registradas las antecedencias y noticias de la familia y de la casa, no solamente las generaciones vivas tendrían más amor por las cosas y los seres pasados, sino también los valores morales se conservarían mejor en el seno de cada hogar».



 

6

«La familia moderna es un producto de la decadencia.

Se han distendido los lazos que unían en los viejos tiempos al hombre con su ralea; y la solidaridad que estrechaba a padres, hijos, hermanos y nietos, como células vivas de un mismo cuerpo, ha sido reemplazada por un individualismo egoísta que constituye una de las formas más típicas del espíritu de nuestro siglo, fatalmente inclinado hacía lo efímero...

El arte, la literatura, la vida misma, sólo presentan fondos precarios y modalidades pasajeras.

El hombre vive al día, y el concepto de actualidad ha ahogado la tradición al mismo tiempo que la previsión del porvenir.

Este concepto es falso porque la familia es una célula permanente y un alvéolo horadado en el granito...

El individuo aislado no perdura ni se explica; todo linaje, aún modesto y sin relieves, tiene un pasado, y el pasado posee tradiciones, y las tradiciones, alma...

La actitud del hombre moderno es la negación de todo ello: pero esa negación que lo destruye a él, no anula las leyes formidables que aparecieron ya sobre el primer clan y que sobrevivirán a la mentalidad deleznable de estos días...»


AZAROLA GIL: Obra citada.                


 

7

Damos solamente los principales libros consultados.

 

8

En esta reseña se ha conservado la ortografía original.- Véanse Apuntes Gramaticales.

 

9

Daremos aquí, como en las demás villas y lugares, los nombres de algunos de sus hijos que merecen ser recordados, prefiriendo a los que han estado en Indias.

 

10

Véase Heráldica.- La demolición de los Castillos y Palacios fue general en (N).