Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

11

La Dorotea registra la charlatanería de Lope como motivo de la ruptura: «Díjome un día con resolución que se acababa nuestra amistad, porque su madre y deudos la afrentaban, y que los dos éramos ya fábula de la Corte, teniendo yo no poca culpa que con mis versos publicaba lo que sin ellos no fuera tanto».

Idéntico aire refleja el romance, bellísimo por otra parte, «Mira, Zaide, que te aviso...»


que pierdo mucho en perderte,
que gano mucho en ganarte:
y que si nacieras mudo
fuera posible adorarte.
Mas por este inconveniente
determino de dejarte:
que eres pródigo de lengua
y amargan tus libertades,
y habrá menester ponerte,
quien quisiera sustentarte,
un alcázar en el pecho
y en los labios un alcaide.



 

12

El proceso, tan interesante para llenar una época importantísima en la vida de Lope y para conocer su personal comportamiento en tan escabroso asunto, fue publicado por los señores ATANASIO TOMILLO y CRISTÓBAL PÉREZ PASTOR, Proceso de Lope de Vega por libelos contra unos cómicos, Madrid, 1901. Gracias al documento y a los comentarios que ha suscitarlo, poseemos una vivísima visión de lo que fue aquel enojoso asunto. Los libelos, causa de la cólera de la familia Velázquez, algunos de ellos de extraordinaria dureza y grosería, han sido agudamente publicados y anotados por JOAQUÍN DE ENTRAMBASAGUAS, Los famosos libelos contra unos cómicos, de Lope de Vega, Valladolid, 1933. (Recogido con adiciones en Estudios sobre Lope de Vega, III, Madrid, 1958, págs. 9-74.)

 

13

La descripción que de Dorotea queda registrada páginas atrás corresponde, y ya se ha notado, más que a una dama de la España tradicional, a un retrato literario del Renacimiento. Sobre todo, al verle repetirse muy cerca en otras amadas, especialmente Amarilis, es decir, Marta de Nevares. De todos modos, no conviene olvidar nunca la posibilidad de pulimento y de poetización que Lope ha podido dar al libro en su vejez, a la vez que reconozcamos que hay un tipo al que se muestra fiel, y que no es el de Isabel de Urbina ni el de Juana de Guardo, sus dos esposas legales. El tipo de Dorotea-Amarilis está en la línea de las grandes creaciones literarias. (Véase La Dorotea, edición de E. S. MORBY, University of California, 1958, pág. 295.)

 

14

Los dos versos primeros del romance llegaron a ser verdadero proverbio, y los versos tercero y cuarto se glosaron y emplearon de muy diversas formas por muchos escritores, buena prueba de su incorporación a un acervo poético de trasmisión oral o tradicional. La popularidad del romance duró largo tiempo. (Véase LOPE DE VEGA, Poesías líricas, edic. J. F. MONTESINOS, I, Clásicos castellanos, LXVIII, págs. 87-90.) La alusión a su matrimonio con Isabel de Urbina y a su ruptura con Elena Osorio (la que reinaba en Troya) señalan que no debe de ser muy posterior a los años 1588-89.

 

15

En La Arcadia, el Duque figura como Anfriso, y Lope como Belardo (nombre poético que empleó hasta el final de su vida, no sólo en los romances, sino en los finales de las comedias, dirigiéndose al público; así, en El acero de Madrid, en El villano en su rincón, en Las bizarrías de Belisa, etc.). En la novela, Lope exhibe su cultura, su visión pictórica de la Naturaleza, etcétera, e intercala hermosas poesías.

 

16

Lope e Isabel tuvieron otra hija, Antonia, que murió también niña. No faltan poemas que recuerdan la muerte de las dos. Lope, además, recordó a las dos niñas en su testamento: «Declaro que he sido casado dos veces: la primera, con doña Isabel de Urbina..., de quien tuve a Teodora y Antonia, ya difuntas». Antonia quizá se llamó así porque fue su padrino el Duque de Alba, Antonio.

Unos nuevos documentos, publicados por CONCEPCIÓN SALAZAR (Revista de Fitología Española, XXV, 1941, págs. 478 y siguientes) adelantan la fecha de la muerte de Isabel de Urbina unos meses, llevándola al otoño de 1594. En la almoneda de los bienes de Isabel, hecha en febrero de 1595, se liquidan hasta camisitas de niño, lo que quizá ayuda a pensar que también Teodora había muerto entonces. Parece claro que a principios de 1595, Lope estaba solo, viudo y sin hijos, y deseando volver a Madrid. (Véase MARÍA GOYRI DE MENÉNDEZ PIDAL, Con motivo del reajuste de unas fechas, en De Lope de Vega y del Romancero, Zaragoza, 1953.)

 

17

El documento que reproduce lo que Lope vendió en la almoneda pública puede verse en CONCEPCIÓN SALAZAR, Nuevos documentos sobre Lope de Vega, Revista de Filología Española, XXV, 1941, pág. 498.

 

18

Véase AMÉRICO CASTRO, Alusiones a Micaela Luján en las obras de Lope de Vega, en Revista de Filología Española, V, 1918, págs. 256-292.

 

19

Todo este enredo ha sido aclarado y estudiado por F. RODRÍGUEZ MARÍN, Lope de Vega y Camila Lucinda, Madrid, 1914. También del mismo, Nuevos datos para las biografías de cien escritores de los siglos XVI y XVII, en Boletín de la Real Academia Española, V, 1918, y IX, 1922.

 

20

Para las relaciones de Lope de Vega con el Duque de Sessa y la naturaleza, no muy airosa, de las mismas, debe verse AGUSTÍN GONZÁLEZ DE AMEZÚA, Lope de Vega en sus cartas, Madrid, Real Academia Española, cuatro volúmenes.