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1

Ver Herrero, 1935, pp. 26 y ss.; García Arranz, 1996, pp. 50 y ss., 100 y ss. No hace al caso detenerme en la numerosa información y bibliografía sobre temas animales. En el libro de Arranz, y otros estudios se hallarán recogidos estos datos que ahora no me interesan de modo directo. Ver, por ejemplo, la bibliografía de García Arranz, o de Voisenet, 1994, pp. 327-69. Complétense algunas cuestiones con González de Zárate, 1989.

 

2

Camerarius, Symbolorum et emblematum ex volatilibus et insectis desumtorum… y Symbolorum et emblematum ex animalibus quadrupedibus desumtorum…; Ferrer de Valdecebro, Gobierno general, moral y político hallado en las fieras y animales silvestres, sacado de sus naturales propiedades… y Gobierno general, moral y político hallado en las aves más generosas y nobles… Hay más obras semejantes, como la de A. Simson, Hieroglyphica animalium terrestrium, volatilium, natatilium, reptilium… (Edinburgo, 1622), etc.

 

3

Usaré la sigla PO para referirme a la edición de Blecua, Poesía original de Quevedo, por la que citaré, y que constituye mi corpus de referencia. Elimino en mis comentarios y el catálogo del apéndice las referencias animales de poemas apócrifos y señalo en su caso los dudosos o muy dudosos, según Carreira, 1989.

 

4

Ver Osuna, 1967, para algunas observaciones de paso sobre los bestiarios lopianos, y en términos más generales, Mathieu-Castellani, 1979.

 

5

Ver para estos mecanismos Arellano, 1997.

 

6

Para esta frase y su uso en la poesía burlesca ver Arellano, 1984, p. 406, nota al v. 8 del núm. 537, con otros muchos ejemplos.

 

7

Para estos motivos ver las notas a este soneto «Para comprar los hados más propicios» en la edición de Arellano y Schwartz, Un Heráclito cristiano, núm. 44. La fuente general de estos poemas sobre plegarias corrompidas es la sátira II de Persio, sobre todo. Para el motivo del toro mejor comp. Persio, II, 44.

 

8

«A la sed de los bueyes / de Evandro fugitivo Tibre santo / sirvió» (137, 27-29).

 

9

Comp.: «Es el ganso símbolo de la centinela que hace escolta, por ser de tan delicado oído que en sintiendo cualquier ruido grazna; ejemplo lo tenemos en los que despertaron las guardas cuando ellas y los perros dormían, a tiempo que los franceses escalaban en Roma el Capitolio, y por eso desde adelante los criaron en él» ( Covarrubias en Tesoro de la lengua castellana). Covarrubias menciona a Virgilio, Eneida, 8, 652 ss.: «In summo custos Tarpeiae Manlius arcis / stabat pro templo et Capitolia celsa tenebat, / Romuleoque recens horrebat regia culmo. / Atque his auratis uolitans argenteus anser / porticibus Gallos in limine adesse canebat; / Galli per dumos aderant arcemque tenebant / defense tenebris et dono noctis opacae». Comp. Quevedo, Carta a Luis XIII (Prosa, p. 901): «De Roma arrojó a los franceses con sus graznidos un ganso; mejor aparato es para apartarlos de Italia, Lorena, Flandes y Alemania, águilas imperiales y leones de Castilla». Y en el poema a Roma que estoy comentando, PO, núm. 137, vv. 126-130: «escalóte feroz gente animosa, / cuando del ánsar de oro las parleras / alas y los proféticos graznidos / advirtieron de Francia las banderas». Para los usos heráldicos de estos animales ver infra.

 

10

Ver Manero, 1990, pp. 338 y ss.

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