11
Para la presencia del ruiseñor en Boscán, Garcilaso, Lope, Góngora, etc. ver Lida, 1975.
12
Esto es, Itis, hijo de Tereo, muerto por Progne y servido a la mesa, que fue convertido en faisán.
13
Ver López Izquierdo, 1980. En este paradigma los animales protagonistas son evidentemente los toros y los caballos. El caballo es animal nobiliario: la caída del caballo expresa la condición de falso noble de un toreador. Otras apariciones distintas de toros son las de los toros celosos, poema 497, en el terreno de la pasión del amor. Para este motivo de los toros celosos a propósito de Lope, ver Herrero, 1935, pp. 399-401 y para la fiesta taurina las pp. 406-15.
14
Celebrada el 14 de octubre de 1631, descrita por José Pellicer en su Anfiteatro de Felipe el Grande (Madrid, 1632). Es la fiesta en la que Felipe IV abatió de un arcabuzazo a un toro, hazaña que celebraron muchos poetas, entre ellos Quevedo, con varios poemas (ver infra).
15
Ver Arellano, 1984, pp. 173-75, que parafraseo aquí.
16
PO, núms. 519, 532, 620, 623, 628, 644, 656, 667, 668, 680, 698, 701, 704, 718, 736, 745, 748, 750, 758, 759, 760, 772, 774…
17
Cfr. para más detalles el
artículo «Agneau de
Dieu» en Vigoroux. Isaías, 53,
7: «sicut ovis ad occisionem
ducetur, et quasi agnus coram tondente se obmutescet et non
apperiet os suum»
; que glosa San Atanasio,
PG, 26, col. 1365: en la Eucaristía se inmola el
cordero conducido como oveja al matadero y no dice palabra, como
cordero delante del matarife: «immolamus agnum [...]
Dominum nostrum Jesum Christum, qui ductus est tamquam ovis ad
lanienam; qui quasi agnus coram lanio mutus
erat»
. El motivo de Isaías se
dramatiza en el auto calderoniano El cordero de
Isaías. De la liturgia de la comunión: «Ecce agnus Dei, ecce qui
tollit peccata mundi»
…
18
Con diversas
formulaciones se documenta esta imagen, entre otros pasajes, en III
Reyes, 22, 17: «Vidi
cunctum Israel dispersum in montibus, quasi oves non habentes
pastorem»
; II
Paralipómenos, 18, 16: «vidi universum Israel dispersum in montibus sicut oves
absque pastore»
; Judith, 11, 15; y en el
Nuevo Testamento, Mateo, 9, 36: «Videns autem turbas,
miserus est eis quia erant vexati et jacentes sicut oves non
habentes pastorem»
; Marcos, 6, 34.
Pero sobre todo en la parábola de la oveja perdida
(cfr. Lucas, 15, 4 y
ss.: «Quis ex vobis homo, qui
habet centum oves, et si perdiderit unam ex illis, nonne dimittit
nonaginta noventa in deserto, et vadit ad illam quae perierat,
donec inveniat eam?»
).
19
Cfr. estas y otras cualidades del unicornio
que ahora no hacen al caso en Malaxecheverría (1986,
pp. 146-152); a
propósito de Lope Herrero, 1935, pp. 415-23. El romance cuarto de
PO,
núm. 700 se dedica al
unicornio: «que tiene inmensa virtud /
en el adúltero güeso»
(vv. 21-22). Ver infra.
20
Malaxecheverría, 1986, p. 146.