Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

11

Así se expresan Daniel Eisenberg y M.ª Carmen Marín Pina en su Bibliografía de libros de caballerías (Zaragoza: Prensas Universitarias, 2000): «El impacto de Don Quijote en los libros de caballerías fue grande: después de 1605 no se publicó ningún título nuevo, y la única reimpresión, la zaragozana de 1617-1623 del Espejo de príncipes y caballeros, se explica como una respuesta al escarnio de que es objeto Zaragoza en Don Quijote. El tema apenas merece la atención de Cervantes en la segunda parte de la obra, de 1615» (pág. 34).

 

12

Véase José Manuel Lucía Megías, «Libros de caballerías manuscritos», Voz y Letra, VII/2 (1997), págs. 61-125.

 

13

Y así se aprecia en los comentadores y en los análisis críticos que se escriben a finales del siglo XVIII y principios del XIX: Vicente de los Ríos, Pellicer, Clemencín... tal y como espero mostrar en estas páginas.

 

14

Esta nueva lectura tendrá su éxito en España en la obra de los máximos representantes de la Generación del 98 y de los filólogos de su época (Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Ortega y Gasset o Menéndez Pidal). Para una visión de conjunto, con numerosas referencias bibliográficas, véase José Montero Reguera, El «Quijote» y la crítica contemporánea, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 1997, esp. el cap. V: «La recepción del Quijote».

 

15

Para la historia del texto, véase F. Rico, «Historia del texto», en Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Barcelona: Crítica, 1998.

 

16

«y dijo que, con todo cuanto mal había dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, descubriendo naufragios, tormentas, rencuentros y batallas; pintando un capitán valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo o disuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer; pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento; allí una hermosísima dama, honesta, discreta y recatada; aquí un caballero cristiano, valiente y comedido; acullá un desaforado bárbaro fanfarrón: acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores. Ya puede mostrarse astrólogo, ya cosmógrafo excelente, ya músico, ya inteligente en las materias de estado, y tal vez le vendrá ocasión de mostrarse nigromante, si quisiere. Puede mostrar las astucias de Mixes, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinon, la amistad de Eurialio, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zopiro, la prudencia de Catón; y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en muchos.

-Y, siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere posible a la verdad, sin duda compondrá una tela de varios y hermosos lazos tejida, que, después de acabada, tal perfeción y hermosura muestre que consiga el fin mejor que se pretende en los escritos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura desatada d'estos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas partes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la épica también puede escrebirse en prosa como en verso».


(I, cap. XLVII)                


 

17

Como puede apreciarse en nuestra Antología de libros de caballerías castellanos, Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2001.

 

18

Lo que viene a marcar también una determinada recepción, como la teoría de la lectura coetánea ha demostrado en los últimos años, tan influyente y dependiente, en algunos casos, como la imagen romántica de Schelling y Schlegel antes citada. Sobre la teoría de la lectura coetánea, véanse nuestros trabajos: «Entre la crítica del texto y la lectura coetánea: las dos caras de la cultura del manuscrito en la Edad Media», La Coránica, 27, 2 (1999), págs. 189-218; y «La crítica textual ante el siglo XXI: la primacía del texto», en Lillian von der Walde Moheno (ed.), Propuestas teórico metodológicas para el estudio de la literatura hispánica medieval, México: Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa-editorial Plaza y Valdes, 2001. En estos momentos estamos trabajando, en colaboración con la Biblioteca del Centro de Estudios Cervantinos, en un estudio sobre la recepción del Quijote en el siglo XVII a partir de los grabados de sus ediciones.

 

19

Véase Ana Luisa Baquero Escudero, Una aproximación neoclásica al género novela. Clemencín y el «Quijote», Murcia: Academia Alfonso X el Sabio. 1988.

 

20

Véase Anthony Close, «Interpretaciones del Quijote», en la edición del Quijote del Instituto Cervantes, Barcelona: Crítica, 1998, págs. CXLII-CLXV, con numerosas referencias bibliográficas. El análisis de Vicente de los Ríos recibió todo tipo de elogios por parte de Menéndez Pelayo, lo que influyó que muchas de sus ideas se aceptaran y repitieran en el siglo XIX y principios del XX.