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ArribaActo tercero

 

Gabinete de reducidas dimensiones y lujosamente amueblado.-Una puerta a la izquierda en primer término. Otra a la derecha en el segundo. Otra en el fondo, por la que se distinguirán algunos muebles de la pieza que se supone contigua, que deber tener mucho fondo, terminando en otra puerta frente a la que de entrada a la escena, a fin de que los que vengan por esta parte sean vistos por el espectador mucho antes de entrar en escena. Un velador, sobre el que habrá un candelabro, cuyas bujías arden casi consumidas, y un pupitre de lujo, encima del que se notará una carta desplegada. A la derecha hay una ventana.

 

Escena I

 

DON JUAN.-ELOÍSA.

 
 

DON JUAN aparece echado sobre una butaca, cubierto el rostro con un pañuelo y apoyado el codo en el brazo de la butaca, que estará junto al velador. Al levantarse el telón habrá un momento de pausa silenciosa. ELOÍSA sale por la puerta de la derecha, pasa por detrás de la butaca, entra por la de la izquierda sin hablar, y vuelve a salir, deteniéndose en su dintel. DON JUAN no sale de su abstracción hasta que ELOÍSA le dirige la palabra; al oírla, se levanta precipitadamente, y con el mayor afán le habla.

 
ELOÍSA
(No me ha sentido: en cadáver
lo convierte su amargura.
¡Acaso llora!) ¡Mendoza!
DON JUAN
¿Vive?...
¿Cómo está?
ELOÍSA
Disfruta
de un sueño tranquilo.
DON JUAN

 (Con espanto.) 

¡Sueño!
5
ELOÍSA
¿Por qué esa expresión de angustia?
Duerme serena, y el médico
que no hay peligro asegura.
DON JUAN
¿De veras?... ¡Qué horrible idea
cruzó mi mente!
ELOÍSA
Que una
10
afección nerviosa solo
dice que ha sido, y no duda
que muy pronto acabará.
DON JUAN
¿Pero ella?...
ELOÍSA
A mi ternura
respondiendo su aflicción, 15
calmó en abundante lluvia
de lágrimas.
DON JUAN
¿Me maldice?
ELOÍSA
A Enrique es solo a quien culpa.
Piensa que usted repitió,
inocente, una impostura 20
por él forjada.
DON JUAN
¡Que al menos
si no ha de amarme nunca,
que no me aborrezca! ¡Cómo
pensará que una calumnia
se afirme que en la sospecha 25
más insensata se funda!
¡Ay que tarde de la fe
la clara llama me alumbra!
ELOÍSA
¿Qué dice usted?
DON JUAN
Dolorosos
a mi corazón se agrupan 30
mil perdidos sentimientos
que de mi olvido me acusan.
En el polvo mi soberbia,
roto el velo de la duda
que me cegaba: mi mente 35
analiza con pavura
mi pasado, y ansío amar.
¡Qué tarde!
ELOÍSA
No: no lo es nunca.
Las flores nacen, Mendoza,
en el borde de las tumbas, 40
en los secos arenales
brotan islas de verdura.
DON JUAN
¡En qué inefable consuelo
de usté el acento me inunda!
Debo esperar. ¿No es verdad? 45
¿Podré tener la ventura
no de estrecharla a mi pecho,
de verla...? ¡ay Dios! ¡De mi angustia
calmar con besar la huella
de su planta! ¡Que ella nunca 50
sepa que yo soy su padre,
en buen hora! ¡Que ninguna
afección sienta por mí!
Pero, al menos, que la pura
luz de sus ojos me anime 55
para llegar a la tumba
sin maldecir la existencia.
ELOÍSA
Sí, Mendoza, ¡Esa ventura
logrará usted!
DON JUAN

 (Con gran ansiedad.) 

¿Ahora?
ELOÍSA

 (Con dolor y compasión.) 

¡Cómo!
DON JUAN

 (Con desaliento.) 

Por ver si, mi pena endulza 60
usted me engaña.
ELOÍSA
El Marqués
DON JUAN
Y en tanto lágrimas surcan
sus mejillas.
ELOÍSA
¿Cómo no?
DON JUAN
¡Oh, yo también como nunca
he llorado y lloro aún! 65
Pero el dolor que me abruma
con nada calmarse puede.
ELOÍSA
Serene usted esa angustia.
Yo bien quisiera a su lecho
llevarle a usted; pero pugna 70
el Marqués por no moverse
de la cabecera.
DON JUAN
¿Y dura
su voluntad, aun se niega
a que la vea?
ELOÍSA
Sin duda
con el tiempo accederá. 75
DON JUAN
¡El tiempo!... ¿Y quién asegura
que yo lejos de la muerte
esté?
ELOÍSA
¿Por qué la amargura
aumentar que nos rodea
con tal pensamiento?
DON JUAN
Justa
80
la ira de Dios me condena
a no verla.
ELOÍSA
¡Qué locura!
Oiga usted. He visto a Alberto:
¡cual usté me dijo, ni una
palabra sobre su duelo 85
le hablé! no teniendo duda
de que usted ha de impedirlo,
pues...
DON JUAN
Eloísa, segura
esté usted en mi palabra.
No se batirá. (La tumba 90
a otro reclama.)
ELOÍSA
El suceso
le conté que el alma pura
revela de Magdalena.
DON JUAN
¿Y?...
ELOÍSA
Presa de amarga angustia
verla, llorando pedía; 95
yo lo impedí, y su amargura
fue a ocultar en su aposento.
DON JUAN
¡Qué tristemente renuncia
mi alma a ser padre de Alberto!
ELOÍSA
¡Quién sabe!... El reloj ya apunta 100
las cuatro.
DON JUAN
Sí.
ELOÍSA
Voy corriendo
a dar al Marqués ayuda
en su velada. Esperanza
abrigue usted. ¡No tan mustia
clave la mirada! Un beso 105
en nombre do la ternura
de usted daré a Magdalena.
DON JUAN
¡Ay Eloísa!
ELOÍSA
¿Y quién duda
que sentirá su alma ensueños
que besa su frente pura 110
su padre!... ¡Valor y fe,
que en ella el amor se funda!

 (Vase por la puerta de la izquierda.) 



Escena II

 

DON JUAN solo.-Permanece algunos momentos en silencioso abatimiento después de la salida de ELOÍSA, a quien habrá seguido con una mirada dolorosa al desaparecer de la escena. Luego, como despertando de su estupor, alza la cabeza, se dirige a la ventana y dice:

 
DON JUAN
¡Aún no despunta la aurora!
¡Qué noche!... ¡mi frente estalla!
¡Con mi ánimo batalla 115
inquietud devoradora!

 (Frente a la puerta de la izquierda.) 

¡Clavado aquí a mi despecho
no poderla contemplar
ni aun dormida, ni aspirar
el aliento de su pecho! 120
¡Esto es horrible, es impío!
¡Qué inexorable condena!
¿Quién mi corazón refrena?...
¿No soy su padre?... ¡Dios mío!
¡Su padre!... ¿Con qué derecho 125
quiero yo que así me llame?...
¿No soy también el infame
que la postró en ese lecho?
¿No soy quién a la inocente
que en mal hora el ser le dio 130
con su deshonra dejó
en desamparo inclemente?
¿Quién, de uno en otro exceso
vagando, ingrato no oía
a una niña que pedía 135
sollozante, pan y un beso?
¡¿Cómo pretendo el bendito
placer de verte, hija mía?!

 (Alzando su vista al cielo.) 

¡Dios me castiga! ¡¡María,
fue muy grande mi delito!! 140

 (Pausa. Se dirige al pupitre, coge la carta, y mirándola tristemente dice.) 

Tú mi crimen generosa
perdonaste: yo conmigo
siempre he llevado el testigo
de tu ternura piadosa.

 (Pausa. Leyendo.) 

«No es el amor ofendido; 145
»no es la virgen engañada
»que tiembla ante la mirada
»de su padre escarnecido,
»quién hoy, Mendoza, reclama.
»de tu alma un pensamiento. 150
»Me resigno a mi tormento,
»y quien desprecia, no ama.
»Una hija me dio el cielo
»y, por temor a mi padre,
»de los brazos de su madre 155
»La ha arrancado extraño celo.
»No temas que yo te aflija:
»yo te perdono mi ofensa;
»pero que eres padre piensa:
»ven a buscar a tu hija.» 160
¡Oh, me horroriza mi ser!
¡¡Y a este amargo desconsuelo
pude, corazón de hielo,
cobarde desatender!!
¡En qué sombras de impiedad 165
pase mi vida, que ahora
con cárdena luz colora
la severa realidad!

 (Pausa.) 

*Yo ansiaba el bien. ¡Yo era bueno!
*¡Era tan joven... y amé! 170
*y profanaron mi fe:
*llenaron de hiel mi seno.
*Y, perdida mi esperanza,
*caí al abismo profundo
*de la duda, y por el mundo 175
*vagué buscando venganza.
*Sin piedad, mi cruel tormento
*daba a inocentes mujeres,
*procurando en los placeres
*ahogar el remordimiento. 180
*Logrando astuto vencer
*la sorprendida ternura,
*profanaba la ventura
*en el altar del placer.
*Y seco hastío devoraba 185
*mi maldita juventud,
*sin pensar que en la virtud
*él bien perseguido estaba.
¡Oh! ¡Quién hizo así sus años
esclavos de la maldad 190
debe en honda soledad
morir con sus desengaños!
¿De Dios logrará clemencia
quién la negó en ira loca?
¡No! la creo ahora que toca 195
su término mi existencia.
Si, creerla necesito,
porqué es forzoso; la suerte
está echada, y de la muerte
me reclama el sordo grito. 200
¡Morir!...

 (Con violento contraste mirando a la puerta de la izquierda.) 

¡No! De Magdalena
es mi existencia... ¡¡no puedo!!
¡Yo tengo a la muerte miedo!...

 (Cayendo de rodillas y cruzando las manos que eleva al cielo.) 

¡Dios mío, ve mi honda pena!
¡Que el dardo mi alma taladre 205
de tu justicia ofendida;
pero déjame la vida!
¡Sí, quiero vivir!... ¡¡Soy padre!!
 

(Pausa. Oculta su cabeza entre las manos, y así permanece algunos momentos hasta que entra el CRIADO.)

 


Escena III

 

DON JUAN.-Un CRIADO.

 
CRIADO

 (Entrando por el fondo.) 

Señor...
DON JUAN

 (Levantándose y componiendo su rostro.) 

¿Quién es?
CRIADO
Por usted
pregunta con gran empeño 210
el señor...
DON JUAN

 (Interrumpiéndole.) 

Atiende. ¿Oíste
qué dijo al salir el médico?
CRIADO
No señor.
DON JUAN
(¿Me engañaría
Eloísa?)

 (Pausa.) 

CRIADO
El caballero
para quien llevé la carta 215
de usted, ha venido, y luego
dice que tiene que hablarle.
DON JUAN

 (Con distracción.) 

¿Está ahí?
CRIADO
Como que vengo
para anunciarle.
DON JUAN
Que pase.
Escucha. ¿Entró don Alberto 220
en su cuarto?
CRIADO
Ya ha una hora.
DON JUAN
¿Duerme?
CRIADO
La vela luciendo
está aún.
DON JUAN
Ve y di que pase
a ese señor.

 (Vase el CRIADO.) 



Escena IV

 

DON JUAN.-Después ENRIQUE.

 
DON JUAN
¡Oh qué inmenso
sacrificio hago en hablar 225
con el miserable! Debo
sin embargo... Si posible
fuese conseguir que al menos
fuera digno de perdón...
Mas si se resiste... ¡Cielos! 230
 

(Viendo a ENRIQUE que se adelanta por el fondo.)

 
¡Ya está ahí! Dame, Dios mío,
serenidad.
ENRIQUE

 (Con aire enojado y provocativo.) 

No comprendo
cómo me obligas a que
hasta aquí penetre.
DON JUAN

 (Con manifiesta contracción.) 

Alberto
no está.
ENRIQUE
Mas esta es su casa;
235
puede venir.
DON JUAN
Terminemos
escrúpulos. Mi cabeza
está muy débil. Te advierto
que quiero hablar poco.
ENRIQUE
Sea.
¿A qué me llamas? ¿Qué empeño 240
es el de hablarme? ¿Y cuál ese
gran obstáculo y secreto
para ir a verme?
DON JUAN

 (Con solemnidad.) 

Oye, Enrique.
¿No hay en tu mente un recuerdo?
¿No hay un ser en todo el mundo; 245
en tu alma un sentimiento,
que haga latir con ternura
tu corazón?
ENRIQUE
¡No te entiendo!

 (Con insolencia.) 

¡Qué lenguaje! ¿Tú estás loco?
DON JUAN

 (Apartándose con enojo de ENRIQUE.) 

No lo sé.
ENRIQUE
Pues vamos. Tiempo
250
no hay que perder. ¿Eres tú
quizá padrino de Alberto?
No temas que esto me agravie.
Entre amigos, bien comprendo
que tal servicio se presta 255
a aquel que llega primero.
DON JUAN
¡Servicios! El que a un amigo
cumplir le toca es el hierro
arrancar del torpe brazo
que a impulsos de un falso y necio 260
honor, criminal, impune,
pretende alzarse sangriento.
¡Abrir los ojos del alma
a quien despeñado y ciego
honrar la venganza intenta! 265
ENRIQUE
¿Qué dices? ¿Estás haciendo
un sermón? Pues ya ha pasado
la cuaresma. Veo que es cierto
lo de que el diablo se mete
a predicador.
DON JUAN
Dejemos
270
las burlas, Enrique. Piensa...
ENRIQUE

 (Con enfado.) 

¿Qué he de pensar? ¡Hay suceso
más extraño! ¿Qué te pasa?
DON JUAN
Acabemos.
ENRIQUE
Acabemos.
DON JUAN
Te llamo para evitar 275
el combate.
 

(ENRIQUE, con insolente ironía.)

 
DON JUAN
¿Qué?
Mi intento...
ENRIQUE

 (Sonriendo.) 

Tú te chanceas.
DON JUAN
¡Enrique!
ENRIQUE
No te supongo tan necio
que pienses de buena fe
hacer aquí un drama tierno 280
de reconciliación.
A no ser que tengo miedo
Alberto...
DON JUAN
¡¡Cobarde él!!
ENRIQUE
No lo afirmo. Si sospecho
tuya es la culpa, que...
DON JUAN

 (Con sarcasmo.) 

¡¡Si!!
285
De cuánta bravura ejemplo
por el contrario daréis
cuando entrambos, sin aliento,
busquéis, la punta evitando,
el corazón descubierto. 290
¡Qué valor! ¡Sabes un golpe
que lince sea inútil el hierro
en el brazo del contrario;
lo acechas, y en el momento
en que tu cobarde astucia 295
te lo reduce indefenso,
lleno de valor! traspasas
seguramente su pecho.
ENRIQUE
¿Vas a plagiar a Rousseau
declarando que es el duelo 300
cosa indigna de un filósofo?
Pues por si acaso, te advierto,
que Juan Jacobo me da
con todas sus obras sueño.
Más que todas las razones 305
puede el honor.
DON JUAN
¿Qué derecho
para invocar ese nombre,
y aun a costa sostenerlo
de la vida, tiene quien
de la fe de sus abuelos, 310
de la honra de su madre;
del alma que hay en su seno
torpe duda? ¡Honor! ¡valor!
¡La raza que juzga estrecho
el mundo para gozar! 315
¡Que, por su vida temiendo,
niega su sangre a la patria,
al amigo, al tierno objeto
de su amor! ¡Quien con la risa
del sarcasmo o un silencio 320
imbécil, el heroísmo
acoge! ¿Cómo derecho
tendrá tan inútil ser
para esgrimir un acero
y verter sangre invocando 325
al honor!
ENRIQUE
Yo no me ofendo,
porque veo que te retractas.
DON JUAN
¡Es verdad! Pues bien, por eso
juzga ahora lo sinceras
que son mis palabras.
ENRIQUE
Pero...
330
DON JUAN
Sí: más tarde o más temprano
un rayo de luz el cielo
a la noche de las almas
envía. ¿Qué vencimiento
mayor para quien ofende 335
que el perdón? ¡Oh y así el precio
o una vida no calculas?
¡Qué! ¿no piensas que en el suelo
lazos puros la sujetan?
¡Que en llanto amargo deshechos 340
otros seres su mirada
de ti huirán!
ENRIQUE
Basta. Acabemos.
Yo no sé si desvarías,
pero te digo, que Alberto
me ha ultrajado, y es forzoso 345
que ese ultraje tenga término
con su vida.
DON JUAN

 (Con furor mal reprimido.) 

¿Con que en vano
violentar mis sentimientos
pretendí, evitando un crimen?
ENRIQUE
En vano.
DON JUAN
Pues bien. Primero
350
sabe que es pagar ofensas
que vengarse.
ENRIQUE
No te entiendo.
DON JUAN
¡Dios lo quiere! Demasiado
conocer debí que necio
era pretender en ti 355
despertar un sentimiento
humano.
ENRIQUE
¿Qué? ¡Tal lenguaje!
DON JUAN
Basta: palabras ahorremos.
¿A qué hora tus padrinos
han dicho que en el terreno 360
se haya de estar?
ENRIQUE
A las ocho.
DON JUAN
Pues ve a buscarlos corriendo,
y di que los necesitas
a las seis, para otro duelo.
ENRIQUE
¿Cómo?
DON JUAN
Has de satisfacer
365
un antiguo, agravio.
ENRIQUE
¿Pero
a quién?
DON JUAN
Allí lo verás.
ENRIQUE
Mas sin saber...
DON JUAN

 (Con desprecio.) 

¿Tienes miedo?
ENRIQUE
¡Miedo yo!
DON JUAN
Gente se acerca.
 

(Dice esto volviéndose hacia la puerta de la derecha, e indicando a ENRIQUE que salga por la del fondo: éste en el momento de salir tiende su mano a DON JUAN y éste retira la suya con altivez y dice:)

 
DON JUAN
Te la daré en el terreno. 370
 

(ENRIQUE vacila un instante con aire amenazador, y sale por el fondo.)

 


Escena V

 

DON JUAN.-ALBERTO.

 
DON JUAN
¡Dios lo ha querido! ¡es forzoso,
es justo que se destroce
mi pecho, dejando al mundo
sin que su labio me nombre!
Escribamos al Marqués. 375
 

(Se dirige al pupitre, y en el momento de tomar la pluma aparece ALBERTO por la puerta de la derecha. DON JUAN se levanta al verlo y estrecha su mano.)

 
DON JUAN
¡Alberto!
ALBERTO
¿Será que estorbe?
DON JUAN
No.
ALBERTO
¡Qué pálido tu rostro
está!
DON JUAN
Los negros dolores
que me oprimen sabes.
ALBERTO
Sí:
son tan grandes que me imponen 380
el silencio.
DON JUAN
Alberto, escucha:
¿será que mi pecho logre
tu perdón?
ALBERTO
¿Cómo negarlo
a quien tanto sufre!
DON JUAN
Enorme
es nuestro pesar.
ALBERTO
Ahora
385
imagino que no estorbes
que me bata.
 

(Al oír estas palabras, DON JUAN fija su vista en el reloj y dice con la mayor inquietud.)

 
DON JUAN
¡Ya las cinco
y cuarto son!
ALBERTO
¿Ese hombre
qué hora señaló?
DON JUAN
Las ocho.
Mas da al instante lo orden 390
de que enganchen.
ALBERTO
¿Cómo?
 

(Toca una campanilla y habla con un CRIADO.)

 
DON JUAN
Tengo
que ir yo a la casa del conde,
tu padrino.
ALBERTO
¿Para qué?
DON JUAN
Para... algunas condiciones
arreglar. Yo volveré 395
por ti.
ALBERTO
Qué no te demores
demasiado. ¿No tenías
que escribir?
 

(Viendo que DON JUAN se dispone a salir.)

 
DON JUAN
Sí; pero al conde
quiero hablar pronto. En su casa
escribiré.
CRIADO
 

(Saliendo por el fondo: se va al instante después de recoger el candelabro: comienza a amanecer.)

 
Di la orden.
400
DON JUAN
Adiós, Alberto.
ALBERTO

 (Estrechando su mano.) 

¿Llorando
estás?
DON JUAN
¿Qué mucho que llore!
¡Sufro tanto! (¡Magdalena

 (Frente al cuarto de su hija.) 

Si tu espíritu me oye
recibe mi adiós postrero 405
hija de mi alma!)
ALBERTO
(¡Pobre
padre!)
DON JUAN
Si la ves, Alberto,
consuela tu sus dolores
con tu amor. ¡Qué feliz eres!
¡Te ama! ¡Oh cómo corre 410
el tiempo!
 

(La escena se llena de luz.)

 
ALBERTO
Adiós, vuelve pronto.
DON JUAN
Sí, sí. (Que Dios me perdone.)

 (Vase.) 



Escena VI

 

ALBERTO.-ELOÍSA.

 
ALBERTO
¡Qué agitación! Mas ¿qué extraño?
¡sufrir tan tremendo golpe!
ELOÍSA
Alberto, vengo a buscarte 415
de Magdalena en el nombre.
ALBERTO
¡Qué dices!
ELOÍSA
Hablarte quiere.
Ten presente que no note
que sabes quién es su padre,
pues el Marqués que lo ignore 420
siempre quiere.
ALBERTO
Mas...
ELOÍSA
Se acercan.
ALBERTO
(¡Ay mi corazón se rompe!)


Escena VII

 

DICHOS.-MAGDALENA.-El MARQUÉS.

 
 

MAGDALENA sale apoyada en el brazo del MARQUÉS, ésta vestida de blanco y el cabello recogido descuidadamente. ELOÍSA y ALBERTO se retiran, de modo que los nuevos interlocutores no reparen en ellos al entrar y dirigirse lentamente a la ventana.

 
MARQUÉS
¿Te sientes bien?
MAGDALENA
¡Muy bien, y me consuela
tanta luz de sol! ¡Qué hermoso día! 425
 

(ELOÍSA se acerca a ellos seguida de su hermano.)

 
ELOÍSA
¿No es verdad que revela
el alba una esperanza de alegría?
MAGDALENA
¿Tú aquí ya? (¡Y él!)
MARQUÉS
Adiós, Alberto.
¿Usted de pie también tan de mañana?
ALBERTO
Sí señor; que huyó el sueño de mis ojos 430
esta noche.
ELOÍSA
Marqués: un pensamiento
se me ocurre. ¿Al jardín acompañarme
querrá usted?
MARQUÉS
¿Por qué no?
ELOÍSA

 (A MAGDALENA.) 

Como tú bellas
se abren las flores al nacer la aurora.
¡Su aroma te hará bien! Verás que ramo 435
te trae (de tu amor la embajadora.)
MARQUÉS
Vamos pues.
ELOÍSA

 (Al MARQUÉS con aire de connivencia.) 

A mi hermano de enfermero
dejaremos.
MARQUÉS
Sea así.
MAGDALENA

 (A ELOÍSA con cariño.) 

¡Qué buena eres!
(¡Dame fuerzas Dios mío!)
ELOÍSA
Adiós. Con gran cuidado he de cogerlas 440
porque guarden las gotas de rocío;
aquí te ceñiré, flores y perlas.

 (Besándola en la frente.) 

 

(ELOÍSA sale por el fondo del brazo del MARQUÉS: al llegar a la puerta vuelven ambos la cabeza, para contemplar a MAGDALENA y ALBERTO. Estos han quedado separados. Él en el instante que desaparecen su hermana y el MARQUÉS se dirige a MAGDALENA.)

 


Escena VIII

 

MAGDALENA.-ALBERTO.

 
ALBERTO
¡Magdalena! ¡Perdón! Perdón si pude
dudar de ti un instante.
MAGDALENA
Ya al olvido
esa duda entregué.
ALBERTO
¡Ay, la pureza
445
de tu alm a, jamás he merecido!
MAGDALENA
¿No, Alberto? ¿Quién que tú más generoso?
¿Más amante que tú? ¡Falta! ¡estrella
que mi amarga existencia ha presidido,
nuestras almas hermanas dividía 450
y apartó para siempre!
ALBERTO
¡Para siempre!
¡no Magdalena, no, tuya es la mía!
MAGDALENA
¡No es posible! ¡no quiere mi destino!
¿Por qué tan cruda guerra
al destello divino 455
que eleva al corazón, hace a tierra?
ALBERTO
Mas ¿nuestro amor?
MAGDALENA
Adoración eterna
tendrá en mi alma; de mi amarga vida.
¡Será el sostén y el único consuelo
y de mi pecho el postrimer latido 460
*recogerá para volverse al ciclo!2
ALBERTO
*¡A mi lado!
MAGDALENA
*¡Jamás! ¡Pronto este suelo
*dejaré, acompañada del anciano
*de que es inútil existencia apoyo, 465
*por él tan solo afrontaré la vida!
ALBERTO
*¡Ah! Dime que me engañas Magdalena.
*¡Amarga despedida
*escuchar, cuando ebrio de ternura,
*¡imagine! ¡infelice! que tu labio 470
*ya perdonando mi insensato agravio
*prometiese a mi amor casta ventura.
*¡Ten de mi compasión: he padecido
*tanto! ¡tanto, sin ti! ¡Si es que la gloria
*a que siempre aspiré, no he merecido, 475
*yo aguardaré sin que enfadoso ruego
*mi pecho exhale; un año! ¡Cuanto quieras!
*si tu lo ordenas, vivirá sin verte,
*mas ¿perder mi esperanza? ¡No! ¡La muerte
*más bien! 480
MAGDALENA
*¡Es fuerza! ¡Que lo ordena el cielo!
*¡Tu corazón no ofendo! Pero un día,
*sí, no lo dudes, sentirás consuelo.
ALBERTO
¿Lejos de ti!
MAGDALENA
Bien sé que mi memoria
vivirá siempre en ti. ¿Pero quién sabe? 485
¡Acaso otra mujer!
ALBERTO
¡Oh! ¡calla! ¡calla!
¿Y dices que me amas?
MAGDALENA
¡Con ardiente,
con eterna pasión que al acallarla,
mi corazón despedazarse siento!
¡Pero es fuerza! ¡Ya basta, que el aliento 490
me falta! yo te pido
por el recuerdo de ese amor tan puro,
que si un día... mi frente abrasa el fuego
el rubor...
ALBERTO
¿Qué te agita?
MAGDALENA

 (Con dolorosa resolución.) 

Si: me ordena
mi deber que lo diga. ¡Yo te exijo 495
por la paz de mi alma, que si un día...
fueses... padre... jamás! ¡nunca a tu hijo
niegues tu amor! ¡tu nombre!
ALBERTO
¡Por el cielo
cálmate!
MAGDALENA
¡Júralo por la memoria
de tu madre, por mí!
ALBERTO
¡Yo te lo juro!
500
MAGDALENA
¡Ay, Dios te haga feliz!
ALBERTO
¡No! ¡yo no puedo
resignarme a perderte! ¡Eres mi esposa!
MAGDALENA
¡Yo!
ALBERTO
¡Sí: me inspira mi abandono miedo!
¡Soñando una existencia virtuosa,
verla volar, y devorar mi pena 505
solo en el mundo!
MAGDALENA
¡Alberto!
ALBERTO
¡Tú no debes
consentirlo! ¡tu mano, Magdalena!
¡Apiádate de mí!...
 

(Cae de rodillas y extiende sus brazos a MAGDALENA, en actitud suplicante. El MARQUÉS y ELOÍSA aparecen por el fondo y se detiene escuchando con avidez.)

 
MAGDALENA
¡Yo ser tu esposa!
¡Imposible ventura!
ALBERTO
¡Sí, la madre
de mis hijos serás!
MAGDALENA

 (Con desesperación.) 

¡Fortuna impía!
510
¿Y qué nombre a tus hijos les daría
yo que ignoro? ¡Oh vergüenza! ¡el de mi padre!


Escena IX

 

DICHOS.-El MARQUÉS.-ELOÍSA.

 
MARQUÉS
Acabe el justo rigor
que mi agravio me inspiraba.
MAGDALENA
¿Qué dice usted?
MARQUÉS
Ángel puro,
515
da cabida a la esperanza
en tu pecho.
MAGDALENA
¿Qué?
MARQUÉS
¡Tu padre vive!

 (Interrogando con la expresión de una alegría delirante a todos los que la rodean.) 

¡Es verdad!
ELOÍSA
Y con ansia
viva te esperan sus brazos.
MAGDALENA
¿Y quién me los arrebata? 520
¿Dónde está? ¡Yo soy su hija!
Cuando un padre a su hija llama,
¿quién se opone a que a él acuda!
MARQUÉS
Yo, que obcecado juzgaba
que debía hacerlo... el recuerdo 525
del ultraje de mis canas...
Además... sin conocerte,
contribuyó a tu desgracia.
Te ofendió.
MAGDALENA
Pero ¿no soy
la prenda de sus entrañas? 530
Usted olvida su ultraje:
mi vida no importa nada.
¡Él me la dio, él es su dueño!
¿Dónde está? ¡Se despedaza
mi corazón! ¡Quiero verle! 535
UN CRIADO

 (Con una carta que coge ALBERTO.) 

Señorita...
ELOÍSA
¿Qué?
ALBERTO
Una carta
para el Marqués.
ELOÍSA
¡Es su letra!
MAGDALENA
¿¿De mi padre!!
ELOÍSA
Sí.
 

(MAGDALENA coge con gran ansiedad la carta, la besa, rompe el sello, y antes de abrirla pasa su mano por la frente y suspira dominando su emoción.)

 
MAGDALENA
Me mata
la alegría. ¡¡¡Santo cielo!!!
 

(Dice esto dando un grito horrible después de haber fijado un instante sus ojos en la carta. Todos corren hacia ella: ALBERTO coge el papel de sus manos, fija en él la vista y dice.)

 
ALBERTO
¡Suerte aciaga! 540
 

(El MARQUÉS se une a ALBERTO, que se ha apartado del grupo, y ALBERTO lee en voz alta. Durante la lectura tiene MAGDALENA clavados sus ojos en el MARQUÉS y ALBERTO, estrechando convulsivamente entre las suyas las manos de ELOÍSA las aprieta a su pecho.)

 

 (Leyendo.) 

»A batirme a muerte voy
»es mi postrera demanda
»que no odie mi memoria
»la hija de mis entrañas.
»La legación de mis bienes 545
»y mi nombre, y una carta
»de su madre se hallarán
»sobre mi cadáver.
MARQUÉS

 (Arrancando la carta a ALBERTO.) 

Basta!
MAGDALENA
¡Oh justo Dios!
MAGDALENA
Es mentira.
Decir no puede esa carta 550
lo que has leído. ¡Mas sí!
¡Que lo quiere mi desgracia!
¡Pero es preciso salvarlo!
Llevadme adonde se halla.
¡Que un mismo golpe nos hiera! 555
MARQUÉS
Sí...
ALBERTO
Volemos.
ELOÍSA
Mas la carta
no dice adonde...
MAGDALENA

 (Con desesperada resolución.) 

Encontrarle
yo sabré...

 (Va a salir por el fondo y se oponen a su paso.) 

ELOÍSA
¡Detente!
MAGDALENA

 (Con energía delirante.) 

¡Basta!
¿Quién se opondrá a mi camino?
¡Padre! ¡Padre!
 

(La expresión de MAGDALENA hace apartarse a los interlocutores, y ella se precipita por el fondo gritando: ¡Padre! ¡Padre! en el instante en que aparece DON JUAN por él. Oye las palabras de MAGDALENA y la recibe en sus brazos.)

 
DON JUAN
¡Hija del alma!
560


Escena X

 

DICHOS.-DON JUAN.

 
 

DON JUAN y MAGDALENA bajan a la escena sin abandonar el uno los brazos del otro. El MARQUÉS queda a la izquierda en primer término, y ALBERTO y ELOÍSA unidos a la derecha.

 
ALBERTO
¡Aún vive!
ELOÍSA

 (Alzando los ojos al cielo.) 

¡Gracias Señor!

 (A ALBERTO estrechando sus manos con alegría.) 

¡Ya acabó nuestro quebranto!
MARQUÉS
Si cesa el tuyo ¡Dios Santo!
¿Qué será de mi rigor?
MAGDALENA
¿Tú eres mi padre?
DON JUAN
¡Si! ¡sí!
565
¡Tu padre! ¡Dame ese nombre!
¿Es posible que haya un hombre
más venturoso? ¡Y sin ti
tantos años he sufrido
la vida!
MAGDALENA
¡Fue su sostén
570
la esperanza!
DON JUAN
¡Cuanto bien
me da el cielo!
MAGDALENA

 (Examinándolo con cariñoso afán, sin abandonar sus brazos.) 

¿Estás herido?
¡No!
MAGDALENA
¡Oh placer!
DON JUAN
De vida lleno,
Dios me condujo a tus brazos.
¿Quién ya romperá los lazos 575
que te estrechan a mi seno?
 

(MAGDALENA, como herida por un nuevo pensamiento, coge de una mano a su padre, y se acerca con él al Marqués, que al verlos llegar toma una actitud severa y vacilante, como el hombre que quiere dominar una emoción poderosa.)

 
MARQUÉS
¡Magdalena!
MAGDALENA
Compasión
imploro para mi padre.
 

(El MARQUÉS aparta su rostro procurando afectar serenidad.)

 
¡Desde la tumba mi madre
pido también su perdón! 580
 

(Al oír estas palabras de MAGDALENA, el MARQUÉS cubre sus ojos procurando ocultar su emoción, y alarga la mano derecha a DON JUAN, que de rodillas, la coge entre las suyas y la besa respetuosamente.)

 
MAGDALENA
¡Gracias! ¡Madre!
 

(Cruzando sus manos sobre el pecho y alzando los ojos al cielo con religioso entusiasmo. El MARQUÉS levanta a DON JUAN y lo llama a sí. MAGDALENA corre a unirse a ALBERTO y a ELOÍSA.)

 
ELOÍSA
¡La alegría
me embarga!
MAGDALENA

 (A ALBERTO.) 

¡Acabó mi pena!
ALBERTO
¡Seré tuyo, Magdalena!
MAGDALENA
¡Eloísa!,
 

 (Cayendo en sus brazos.) 

ELOÍSA
¡Hermana mía!
MARQUÉS

 (A DON JUAN con solemnidad.) 

Mitigó mi justo encono 585
la mártir que está en la altura.

 (Señalando a MAGDALENA.) 

Si labra usted su ventura
yo mi agravio le perdono.
DON JUAN
¡Ah señor!
 

(Vuelve a besar la mano del MARQUÉS, y dirigiéndose al otro grupo, se coloca entre ALBERTO y MAGDALENA y cogiendo sus manos, dice.)

 
¡Alberto! ¡Impío
quise extraviar tu vida: 590
al funesto amigo olvida,
y ama a tu padre, hijo mío!
 

(Dice esto uniendo a MAGDALENA y ALBERTO que se estrechan las manos con la expresión de una alegría inmensa, y se unen al MARQUÉS hablando entre sí.)

 
DON JUAN
¡Eloísa!
ELOÍSA
Al fin el cielo
de sus ruegos se apiadó.
DON JUAN
El mi vida conservó 595
para salvarme.
ALBERTO
¿Ese duelo?...
DON JUAN
Rozó la bala homicida
de Enrique, apenas mi pecho...
MAGDALENA
¡Oh!
DON JUAN
¿Y entonces mi derecho
me hizo dueño de su vida! 600
ALBERTO
¿Lo mataste?
DON JUAN
¿Ensangrentada
mi mano, podría abrazar
a mi hija?
ALBERTO
¡Soportar
su vista!...
DON JUAN
No temas nada.
ELOÍSA
¿Cómo?
DON JUAN
A remota región
605
lo llevan la mar y el viento:
Dios le dé arrepentimiento
cual yo le doy mi perdón.
ELOÍSA
¡Premia Dios al que perdona!
MAGDALENA
Yo lo siento en este instante. 610
ALBERTO
Y al amor puro y constante
con la ventura corona.
 

(DON JUAN cubriendo con sus brazos a MAGDALENA y ALBERTO. El MARQUÉS estará al lado de aquella, ALBERTO al de ELOÍSA.)

 
DON JUAN
¡Ambos seréis mi consuelo!
MARQUÉS

 (A MAGDALENA.) 

Ama y respeta a tu padre.
MAGDALENA
A todos mi santa madre 615
nos bendice desde el cielo.
 

(Cae el telón.)

 




 
 
FIN DEL DRAMA.