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Museos

Real museo de pintura y escultura. Este grandioso establecimiento, uno de los primeros ornamentos de la corte, ha sido creado y sostenido por nuestro augusto Soberano con una munificencia verdaderamente real. Muy desde los principios de su restitución al trono concibió la idea de crear un museo de pintura y escultura, en que se reuniese la inmensidad de preciosidades de este género que posee su real Patrimonio, con los benéficos objetos de la instrucción de la juventud estudiosa, y del deleite de todos los hombres de buen gusto. Destinado para este fin el suntuoso edificio del museo del Prado, fue necesario que la generosidad del Rey supliese los inmensos gastos que necesitaba la reparación de este edificio, que con la guerra de los franceses había venido casi a una total ruina. Para llevar a cabo tan majestuosa empresa, empezó S. M. librando 24.000 rs. mensuales de su bolsillo secreto, cuya asignación ha continuado desde entonces constantemente, y con ella se ha conseguido la reparación del edificio y habilitación de los salones; habiendo además S. M. satisfecho los gastos de restauración de cuadros, habilitación de marcos, sueldos de empleados y demás, ocupando también en la parte artística a los primeros profesores de su real Cámara, con lo cual todo el conjunto ha llegado al estado brillante en que hoy le vemos.

El edificio fue trazado y dirigido en 1785 por el arquitecto don Juan de Villanueva, de orden del señor don Carlos III, y con designio de formar en él una academia de Ciencias exactas y un gabinete de   —220→   historia natural. Su planta es de figura rectilínea, compuesta en su centro de un paralelogramo de 378 pies de largo, por 74 de ancho: termina en sus extremos con otros dos cuerpos de planta cuadrada de 151 pies de lado, y sus centros hacen línea con el del paralelogramo principal, componiendo un todo de 680 pies su línea principal y la opuesta: del medio de ésta, formando ángulo recto, parte un salón paralelogramo que termina semicircularmente, de 66 pies de ancho por 86 de largo. Consta este edificio de dos cuerpos, bajo y principal. En su gran fachada, que es la que está situada al poniente, se eleva un cuerpo arquitectónico con una galería de catorce arcos de medio punto y cuatro adintelados; intesta esta galería en sus extremos en dos cuerpos salientes 36 pies de ella, con cinco ventanas de fachada cada uno y dos en los costados. Constituye la entrada principal de esta fachada un majestuoso cuerpo arquitectónico saliente 24 pies de ella, y 64 de frente, compuesto de cinco grandiosos intercolumnios de 40 pies de alto, con sus correspondientes pilastras de piedra berroqueña, con basas áticas y capiteles de piedra de Colmenar. Termina este cuerpo la cornisa del mismo orden, haciendo línea con la jónica de la galería; ocupado su friso y arquitrabe con una lápida de 60 pies. Sobre la cornisa se eleva un ático con su frontis, y en su centro, sobre un cuerpo resaltado de 41 pies de línea, se ha de colocar un magnífico bajo relieve. Las demás dimensiones de esta fachada y las otras, los adornos de relieves, estatuas y demás proyectados para todas ellas, y por último la descripción artística y detenida de todo el edificio pueden verse en el Diccionario geográfico del   —221→   señor Miñano. Nosotros nos limitaremos a decir que su distribución interior es la siguiente: su entrada principal por el pórtico de la fachada que mira al camino que va a san Gerónimo da a un ingreso o vestíbulo circular de ocho columnas, cubierto de una cúpula encasetonada, y circundado por una galería que sirve de comunicación general. A los lados hay dos grandes salones de 141 pies de largo, por 38 de ancho. Al frente una pieza cuadrada, y siguiendo el frente de ésta, un grandioso arco da entrada a un suntuosísimo salón abovedado de figura paralelograma de 378 pies de largo y 36 de ancho, por 38 de alto, embellecido de casetones y ornatos del gusto más selecto, con un cuerpo de 44 pies de altura en medio, cubierto de una cúpula encasetonada abierta por una claraboya circular que ilumina todo el salón. El intercolumnio izquierdo da entrada a otro salón terminado en semicírculo de 88 pies de largo por 50 de ancho. Por el frente del grande se pasa a una pieza circular, cuyas cuatro puertas dan paso a una galería que rodea un patio, y sirve de comunicación a dos grandes salones de iguales dimensiones que los del lado opuesto del edificio, terminándose éste con una pieza cuadrada.

Las pinturas son cerca de dos mil, y en cuanto a su calidad, son de tanto mérito, que acaso no habrá en Europa ningún museo que en general pueda comparársele. Están divididas por escuelas: española antigua y moderna, italiana, flamenca, holandesa francesa y alemana. En los dos salones grandes que se encuentran a derecha e izquierda están colocados los cuadros de la escuela española antigua, y en ellos se admiran las magníficas producciones de   —222→   Murillo, Velázquez, Ribera, Juanes, Morales, Cano, Coello, Pantoja, Caxés, Zurbarán, Leonardo, Carduccio, Navarrete, y otros muchos autores menos conocidos. Sería hacer un agravio a los que se omitiesen el intentar describir las bellezas de cada una de estas obras; pero sin embargo, sea lícito consagrarles el tributo de admiración, citando algunas de ellas. Tal es la del núm. 106 que representa a la infanta doña Margarita de Austria, a quien sus damas presentan un búcaro con agua, cuadro prodigioso de don Diego Velázquez. El núm. 243 por el misma Velázquez, que representa a Felipe IV a caballo; la rendición de la plaza de Breda, núm. 261, también del mismo pintor; la adoración de los Pastores; número 125; santa Ana dando lección a la Virgen, núm. 252; un asunto místico, núm. 257, pintados por el célebre Bartolomé Murillo: los números 147, 148 y 150 que representan el martirio de san Esteban, pintados por Juan de Juanes; el cuadro capital del misma que representa la cena de Nuestro Señor, núm. 174; el desembarco de los ingleses cerca de Cádiz, núm. 102, de Eugenio Caxés; una marcha de soldados, núm. 159, obra de José Leonardo; la rendición de la plaza de Breda del mismo, número 154; un retrato en pie de Carlos V, núm. 231, pintado por Pantoja, y otros infinitos que no ceden a los antecedentes. En la primera división, a la entrada de la gran galería, están colocados los de escuela moderna española, en la que lucen los nombres de Goya, Maella, Bayeu, López, Madrazo, Aparicio, y otros. En esta sala, al núm. 291, está el cuadro de la muerte de Viriato, por don José Madrazo. El retrato de don Francisco Goya, por don Vicente   —223→   López, núm. 301: y el hambre de Madrid y el rescate de los cautivos en Argel, núm. 310 y 382, pintados por don José Aparicio. La gran galería a que se pasa después reúne los cuadros de las diferentes escuelas de Italia, y en ella los hay de los célebres Rafael de Urbino, Ticiano81, Albano, Tintoreto82, Bassano, Veronés, Guido, Guercino, Giordano, Lanfranco, Vinci, y otros infinitos de aquella escuela. Entre los de Rafael roban la atención la Sacra familia del núm. 473, y el núm. 598 que representa a Jesucristo caminando al Calvario con la cruz a cuestas. Esta magnífica pintura, conocida bajo el nombre de el Pasmo de Sicilia, se estima por el segundo cuadro del mundo (después del de la Transfiguración por el mismo autor, que está en Roma). Entre los del Ticiano83 el 409, retrato de Carlos V; Venus y Adonis, núm. 615, y la ofrenda a la Fecundidad, núm. 667; de Vacaro84, núm. 463, que representa a Isaac y Rebeca. De Andrea del Sarto un asunto místico al núm. 589. De Gentileschi, Moisés salvado de las aguas del Nilo, núm. 620. De Albano el núm. 627, en que Venus, para cautivar el corazón de Adonis, llama a su socorro a las Gracias y a los Amores. De Veronés el n. 659, que representa a Venus y Adonis. La sala que sigue a la gran galería contiene las escuelas francesa y alemana, y en ella hay cuadros de Pousin85, Vernet, Durero, Claudio Lorenés, Mengs, y otros varios; y aunque todos de mucho mérito, sólo se citarán una Bacanal, número 493, de Pousin86; el Parnaso, núm. 524, por el mismo autor, y la partida a la caza del mismo, número 566: un país admirable de Claudio Lorenés, núm. 563: la postura del sol, núm. 578, del mismo,   —224→   la salida de aquel astro, núm. 579, del mismo y el n.º 566 que representa el nacimiento del Señor, por Mengs. Las escuelas flamenca y holandesa, ocupan los dos grandes salones que miran al Jardín Botánico, y son muy abundantes en excelentes cuadros inimitables, particularmente en lo pequeño; pero aún no están numerados, ni hecho el catálogo, por lo cual nos abstenemos de hablar de ellos87.

La galería de escultura ocupa el piso bajo del edificio, y en ella se encuentran obras del mayor mérito antiguas y modernas. En la primera sala llaman la atención un grupo de mármol que representa la Apoteosis del emperador Claudio, hermoso monumento, de la antigüedad, y que fue regalado al rey don Carlos III; varios bustos y fragmentos antiguos, tres bustos en mármol que representan a Carlos V, don Juan de Austria y al conde-duque de Olivares, y una preciosa colección de vasos etruscos. En la galería larga hay esculturas del primer orden, y entre ellas las griegas de mármol de Paros, que representan el pastor de la cabra, Cástor y Pólux, y Ganimedes; otras varias romanas entre las cuales una de la Paz, otra de las Artes fabriles; un emperador con la cabeza y manos de mármol, el vestido de alabastro y el pedestal de pórfido; otros dos en bronce y alabastro; una estatua de escuela florentina que representa a la emperatriz doña Isabel, esposa de Carlos V, y el famoso grupo en bronce, obra de León Leoni, que   —225→   representa a Carlos V con el Furor encadenado a sus pies, que antes estuvo colocado en el Retiro y en la fuente de la plazuela de santa Ana, y es obra de gran mérito; teniendo la particularidad de podérsele despojar de sus vestiduras. En la escuela moderna se distingue un Amor, un Apolo y una Diana, del célebre don José Álvarez; las estatuas de los reyes Carlos IV y María Isabel de Braganza; y el busto de S. M. actual, por el mismo: el del papa Pío VII, por Solá; y el del rey Carlos; IV por Barba, y otros varios. También se ha colocado en este año el grupo colosal de mármol ejecutado en Roma de orden de S. M. por el célebre escultor español don Antonio Solá, que representa a los héroes Daoiz y Velarde en el instante de pronunciar el juramento de sacrificarse por su patria, cuya obra por su gallardía, expresión animada de las figuras, y destreza con que el autor ha sabido sacar partido de la vestimenta moderna y de la capa española, ha merecido los mayores encomios dentro y fuera de España. Por último, arrebata la admiración de los inteligentes el Grupo colosal de Zaragoza, ejecutado por don José Álvarez, ve representa un hijo defendiendo a su padre herido por los soldados franceses. Las bellezas de esta obra eminente, son mejor para contempladas que para descritas, por lo que nos contentaremos con excitar a todo el que esté dotado de sensibilidad a que vaya a admirar uno de los objetos mudos que hablan más al corazón. Concluiremos diciendo que en esta galería se hallan también colocadas seis mesas preciosísimas de exquisitas piedras que reúnen el primor del arte a la riqueza del material. Un gran trozo de la galería no está aún abierto al público por estar pendientes   —226→   de restauración los objetos que encierra, entre los cuales los hay igualmente preciosos.

Este museo está abierto al público todos los miércoles y sábados por las mañanas desde las nueve en invierno, y desde las ocho en verano, hasta las dos de la tarde. A los señores viajeros se les franquea la entrada en los demás días, presentando sus pasaportes, y los artistas pueden también entrar a estudiar y copiar las pinturas en los días y horas destinados para ello. A la puerta se vende un catálogo de las pinturas escrito en español, francés e italiano, con el juicio sobre cada una, y la noticia histórica de sus autores por don L. Eusebi, pintor honorario de cámara y conserje que fue de este real museo.

Real academia de san Fernando. Esta real academia posee una abundante colección de unas trescientas pinturas que ha reunido con la protección de los reyes, y los dones particulares, y ocupan once salas del piso principal del edificio. Entre ellas las hay originales de nuestros célebres Murillo, Ribera, y otros autores antiguos, y de muchos modernos profesores y aficionados; pero habiendo sido trasladadas al museo las principales, ha quedado en esta parte bastante escasa. Igualmente hay algunas de profesores extranjeros; y por último muchas copias perfectamente ejecutadas de cuadros célebres, entre ellas una del famoso cuadro de la Transfiguración, de Rafael. Con el objeto de evitar la prolijidad no se indicarán todos estos objetos; sólo se hará una excepción en favor del cuadro precioso de Murillo que representa a santa Isabel curando a los pobres, y otros dos del mismo autor de la visión de un patricio romano y su mujer sobre la edificación   —227→   del templo de santa María la Mayor de Roma, en los cuales brilla el singular genio de aquel célebre pintor. Por último, hay una sala con estampas grabadas por buenos profesores.

En el piso bajo está la galería de escultura compuesta de vaciados en yeso de las más famosas estatuas antiguas y modernas, bajos relieves y demás, que sería prolijo enumerar, y que sirven para el estudio de las más bellas obras de la antigüedad. Esta galería de estatuas tiene la particularidad de haber sido regalada en su mayor parte por el célebre Mengs.

Las salas de esta academia se abren al público todos los años una temporada por el mes de setiembre, y en ellas, además de sus pinturas y esculturas, se exponen las que envían el Rey y los particulares para este objeto. A la puerta se suele vender el catálogo impreso.

Museo o Gabinete de Ciencias naturales. En el mismo edificio, y su piso segundo, se colocó de orden de Carlos III el gabinete de Historia natural compuesto de los muchos objetos de los tres reinos, ofrecidos a S. M. y a sus antecesores, y de la famosa colección que formó en París don Pedro Dávila, que vino a ofrecerla a aquel monarca, quien le nombró primer Director de este establecimiento. Carlos IV le enriqueció también extraordinariamente, y aunque en tiempo de la guerra de la independencia sufrió un despojo importantísimo, ha sido repuesto después en el actual reinado, en términos de poderse citar en el día como uno de los más preciosos museos naturales que existen. La multitud de los objetos que contiene es inmensa e imposible de   —228→   enumerar. Está repartido en ocho salas, en general con el defecto de poca luz, donde se hallan en una rica estantería de caoba, y sobre mesas colocadas en el medio, los productos de la naturaleza y sus vistosos caprichos y aberraciones. En el reino mineral hay ricas colecciones de piedras preciosas, oro, corales, perlas, y otras preciosidades. También hay una exquisita colección de mármoles de la Península colocados simétricamente en las mesetas de los estantes. El reino animal, aunque algo menos completo, lo es bastante, pues contiene varias salas llenas de esqueletos de un sin número de animales de todos los países, entre los que son de notar el del Megaterio, que fue hallado en el Paraguay en una excavación, y de cuyo animal no se tiene ninguna idea, pues no se conoce ningún cuadrúpedo cuya masa sea tan disforme. En la misma pieza del Megaterio hay varios cuadros que representan las distintas castas que produce la unión de blancos con gente de color; y en otra sala inmediata hay una especie de instrumento llamado por los chinos Vatintin, formado de una composición de metales, cuyo ruido se va aumentando progresivamente de un modo asombroso. Hay además otras tres salitas que no están abiertas: en la primera se conservan una multitud de fetos monstruosos, momias y esqueletos humanos; en otra hay una rica colección de vasos antiguos perfectamente trabajados y de materias preciosas; muchos objetos de vestido y adorno de los chinos; modelos completos de trajes de estos, sus músicas, juegos y otras curiosidades; y por último, en la tercera salita se halla una porción de vestidos, armas y otros objetos americanos; un precioso modelo   —229→   de marfil de una galera china; un trozo de columna del sepulcro de un rey árabe; muchas curiosidades de objetos de esta nación hallados en excavaciones; una mesa de lava del Vesubio, y otras cosas. Mas para ver estas salas reservadas es preciso dirigirse a uno de los dependientes del establecimiento al tiempo de concluirse la entrada general.

El gabinete está abierto al público los lunes y viernes de todo el año, y cuando alguno de ellos es festivo se traslada al día inmediato. Las horas son desde las nueve a las doce por la mañana, y desde las tres basta las cinco por la tarde en todos los meses del año, menos en mayo, junio, julio y agosto, que es de cuatro a seis.

Museo militar. El edificio conocido bajo el nombre de palacio de Buena-Vista, que ocupa el Museo militar, fue construido por los señores duques de Alba para su habitación, y le compró después la villa de Madrid a los herederos de la última duquesa de aquel título para regalarlo a don Manuel de Godoy en tiempo que era Príncipe de la Paz. Por confiscación de los bienes de este en 1808 pasó a la corona, y el señor don Fernando VII lo cedió para Museo militar. Está situado en una altura que domina la calle de Alcalá, a la que dan unas verjas de hierro que cierran el espacio que media entre la calle y el edificio. La arquitectura de este es noble y sencilla, y por aquella parte tiene de largo 253 Pies y 64 ½ de altura. Las salas del piso principal, que son muchas, sumamente claras y espaciosas, se hallan divididas en dos departamentos, a saber, de artillería y de ingenieros; en el primero se encuentra   —230→   colocada una inmensa colección de máquinas, armas, diseños, modelos, fundiciones, fábricas, almacenes, puentes, baterías, invenciones modernas, y demás; y en el de ingenieros hay igualmente muchos modelos de plazas, entre otros el magnífico del castillo de Figueras ejecutado en maderas finas, el del castillo de san Juan de Ulúa, las plazas de Cádiz, Gerona, Gibraltar, Melilla, Cartagena y otras varias; y una multitud en fin de objetos todos dignos de la mayor atención.

Igualmente se encuentra en estas salas el famoso modelo que trazó el arquitecto Jubara de un palacio cuando se trató de construir el nuevo de Madrid, el cual está prolijamente ejecutado en madera, y contiene no sólo las habitaciones principales y de ostentación para las personas reales, su servidumbre, oficinas, cuerpo de guardia, secretarías de estado y teatro, sino también una magnifica iglesia, y grandes piezas para los consejos, biblioteca y, otros objetos de utilidad y conveniencia. Había de tener de largo la fachada principal del palacio 1700 pies y 100 de alto, y lo mismo las demás, pues había de ser cuadrado, y todas adornadas con el orden compuesto. Constaría todo el edificio de 23 patios, el principal de 700 pies de largo y 400 de ancho, de 34 entradas en las cuatro fachadas, inclusas las 11 de la principal. Se regulan llegar a 2000 las columnas, y a muchas las estatuas que coronan este suntuoso modelo. Para todo ello se necesitaba más terreno que el que ocupa el palacio actual, por lo que eligió Jubara los altos de san Bernardino, donde había proporción también para jardines y demás; pero no llegó a verificarse, y sólo puede formarse   —231→   una idea cabal de este gran proyecto por el magnífico modelo de que hablamos.

En el piso bajo de este museo se halla el modelo general de Madrid, que acaba de construir de real orden el teniente coronel de artillería don León Gil Palacio. Ocupa un espacio de 272 pies superficiales, y en él se ha reducido el natural a la proporción de media línea por vara. Es admirable la exactitud y delicadeza de este trabajo, en el que se ha reproducido todo el pueblo de Madrid con la más minuciosa prolijidad, tanto en sus niveles y alturas, como en la representación de sus casas, palacios, terrenos y demás, sin que falte lo más mínimo para una copia exactísima; por esta razón este modelo es mirado como un esfuerzo del arte, y causa la admiración de nacionales y extranjeros. En la sala contigua hay otros modelos más pequeños de Valladolid y Rosas, construidos por el mismo señor Palacio.

Para ver este museo es preciso proporcionarse una esquela de entrada, y se enseña los lunes y jueves.

Depósito Hidrográfico. Este establecimiento debe también su origen al reinado de Carlos III, a consecuencia de los descubrimientos y progresos hechos en las ciencias marítimas por los célebres don Jorge Juan, don Vicente Tofiño y don Antonio Ulloa; pero adquirió nuevo ser en el reinado de Carlos IV, que lo restableció bajo el nombre de Dirección de trabajos hidrográficos, le dotó de los empleados necesarios, y le hizo merced de la casa que ocupa en la calle de Alcalá. Esta fue trazada y dirigida por el arquitecto don Manuel Martín Rodríguez, y se distingue   —232→   por la buena distribución y comodidad de sus respectivas piezas, las luces y sencilla fachada con dos columnas dóricas, que campearía más a no hacerla pequeña el hallarse en lo más ancho de la calle de Alcalá, inmediata a la gran casa de Heros, que hoy sirve de almacén de las reales fábricas de cristales y porcelana. Desde dicha época no ha cesado el establecimiento hidrográfico de publicar muchos interesantes resultados de sus trabajos, como son multitud de mapas y derroteros, memorias científicas, viajes y descubrimientos en todos tiempos; y en fin, ha sostenido y sostiene esta clase de ciencias al nivel de los conocimientos más modernos. Para ello tiene una copiosa biblioteca, instrumentos, correspondencias extranjeras y demás.

Observatorio astronómico. Está situado en el cerro llamado de san Blas, sobre el paseo de Atocha, y fue construido a expensas de Carlos III, y dirigido por el arquitecto don Juan Villanueva. El edificio es un paralelogramo rectángulo, con dos alas de igual figura, pero de menores dimensiones. Sobre un zócalo que lo circunda todo, y por la parte de S. se eleva un magnífico vestíbulo de orden corintio con diez columnas y cuatro pilastras, de las cuales seis hacen frente y dos a cada lado. En medio queda un atrio, en el cual a la izquierda hay una escalera de caracol de ojo, y a la derecha un pasillo que rodea al salón central. Este es de figura circular, y los extremos de sus dos diámetros cruzados en ángulos rectos. Hay cuatro arcos, dos de los cuales dan comunicación a dos salones laterales. Cubre el salón central una bóveda baída88 con un luneto circular en su clave para facilitar el uso de los instrumentos de   —233→   observación. Por la escalera de caracol, ya dicha, y por otra que hay al lado opuesto, se sube a un templete circular de orden jónico, compuesto de diez y seis columnas, cubierto con su cúpula esférica, que sirve para hacer las observaciones. Todo el edilicio es de ladrillo, piedra berroqueña, y columnas para los adornos, y todo está muy bien combinado.

Imprenta Real y Calcografía. En la calle de Carretas está la casa de la Imprenta Real, que fue construida en fines del sido pasado, y dio motivo a un ruidoso expediente entre la academia de San Fernando y el arquitecto Turrillo. El interior de la casa lo dirigió don Pedro Arnal. Entonces y ahora se ha hablado bastante de los defectos de su arquitectura, y, entre otros, del de sus puertas bajas y aminoradas con la pesada mole del balcón, que suele modificarse en tiempo de festejos con columnas figuradas. Esta imprenta se encuentra surtida de todas las máquinas, caracteres y demás objetos necesarios, y salen de ella excelentes impresiones, ya por cuenta del gobierno, ya de particulares. En el piso segundo que da a la calle de la Paz se halla la fundición de letra que surte en gran parte a la misma imprenta y a las particulares. Hay en ella una copiosa colección de punzones y mucho más copiosa de matrices. El mayor número de los primeros fueron grabados por don Gerónimo Gil, y en las matrices que el mismo hincó con ellos se han vaciado la mayor parte de las fundiciones que han servido desde 1780 para las impresiones clásicas hechas en toda la nación, hasta que después de la guerra de la independencia se han adoptado los caracteres franceses e ingleses, ciertamente más delicados   —234→   y elegantes, aunque no tan duraderos; todavía sin embargo se hace mucho uso de aquellos, y entre ellos es uno el en que se imprime la gaceta de Madrid. En el piso bajo se halla unido el establecimiento de Calcografía que ha dado estampas notables de los cuadros de S. M. y otros grabados por excelentes profesores. El despacho de libros y papeles, y el de estampas están en el zaguán, el primero a la derecha y el segundo a la izquierda.

Real establecimiento litográfico. Este establecimiento fue creado en el año de 1826 en virtud de real orden, y tiene por diez años el privilegio exclusivo de la litografía para todo lo que no sea escritura o música. Su objeto principal es publicar una colección de los cuadros más notables propios del Rey nuestro Señor y existentes en su real Museo, Palacios, y establecimientos públicos. Esta colección, bajo la dirección del pintor de Cámara don José de Madrazo, lleva ya más de treinta números que componen dos tomos, y compite por su magnitud, delicadeza del dibujo y esmero de la estampación, con las primeras de su género en Europa. También se ocupa en publicar otra colección de las vistas de los reales Sitios; y finalmente se admiten para la estampación todos los dibujos sobre piedra que se presentan, encargándose también de obras particulares. Está situado en la casa conocida con el nombre de Tíboli en el Prado, cuyo jardín ha cercado últimamente su dueño con pilastras y enverjado, que hacen muy buen efecto.