Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

141

Según Moñino y Palau, Jovellanos poseía la tercera edición de la Propalladia (Nápoles, Ioan Pasqueto de Sallo, 1524). Leandro Fernández de Moratín señala que Jovellanos le regaló dicho ejemplar, que ellos creían editado en Roma: «Era dádiva de don Gaspar de Jovellanos, que había ilustrado con notas marginales de su mano algunos pasajes del texto; circunstancia que añadida a la singularidad del libro, le hacían para mí mucho más precioso. Las revueltas de los tiempos me privaron de esta rara y apreciable alhaja, sin que después me haya sido posible averiguar su paradero» («Orígenes del teatro español», en Obras de Nicolás y Leandro Fernández de Moratín, BAE, p. 173a, nota 35.) El ejemplar pasó por diversas manos, en un recorrido que Rodríguez Moñino definió como un «tormento para bibliógrafos». Reseña Palau: «Jovellanos lo regaló a Leandro Fernández de Moratín y se le extravió. A Bartolomé José Gallardo, su siguiente poseedor conocido en 1834, se lo robaron. José Colom y Colón lo adquirió no sabemos a quién en 1844 y pegó en la guarda una cuartilla en la que copia el error de Moratín Roma 1517. A la muerte de Colón pasó a manos de Nicolás Böhl de Faber que anotó en el ejemplar también erróneamente Sevilla 1520. Luego lo tiene el profesor José María de Álava, que se lo regala a Pascual de Gayangos, el cual acierta al decir que es una segunda edición de Nápoles, sin negar la intermedia de Sevilla de 20 de junio de 1520 de paradero desconocido. Al fin el ejemplar [...] descansa en la Biblioteca Nacional de Madrid aunque malherido en la espalda». Véase RODRÍGUEZ MOÑINO, Antonio, «El teatro de Torres Naharro», Revista de Filología Española, XXIV (1937), pp. 37-82; PALAU y DULCET, Antonio, Manual del librero hispano-americano: bibliografía general española e hispano-americana desde la invención de la imprenta hasta nuestros tiempos con el valor comercial de los impresos, Barcelona, Sub. anticuaria de A. Palau (San Feliu de Guixols, J. M. Viader), 1948-1977, 35 vols., 337, 104. Descansaba, hemos de decir, pues ya no está.

 

142

Jovellanos alude a dos adaptaciones de Fernán Pérez de Oliva, rector de la Universidad de Salamanca: La venganza de Agamenón, a partir de la Electra de Sófocles y la Hécuba triste, a partir de la Hécuba de Eurípides; Oliva también adaptó el Anfitrión de Plauto. A la adaptación de Oliva de La venganza de Agamenón remite también en la «Jácara a Huerta», manifestando que Vicente García de la Huerta se había servido de ella: «según la opinión / de aquellos que dicen / que a Oliva robó / después los greguescos de su Agamenón», Obras completas, tomo I, p. 219. Es el primer autor recomendado en el Reglamento de Calatrava entre los autores en prosa, junto a fray Luis de Granada y Cervantes (punto 19). Probablemente Jovellanos gustaba de ellas no sólo por su prosa, sino porque en un momento de transición, elimina la división en actos y opta por la prosa. Las obras de Oliva fueron publicadas por su sobrino, Ambrosio de Morales (Córdoba, Gabriel Ramos Bejarano, 1586). Sobre el autor véase RUIZ PÉREZ, Pedro, Fernán Pérez de Oliva y la crisis del Renacimiento, Córdoba, Universidad de Córdoba, 1987.

 

143

La redacción de Cádiz, 1812, es más contundente: Sobre la época en que se estableció nuestra escena profana, son harto obscuras y ambiguas nuestras memorias. Hay quien quiera fijarlas en las comedias de Bartolomé Torres Naharro, que fueron escritas y representadas en Nápoles con grande aplauso; y publicadas en Roma en el pontificado de León X, y hay quien las atrase hasta el reinado de Felipe II para encontrarse con Lope de Rueda, a quien todos, después de Cervantes, han mirado como padre y restaurador de nuestro teatro. Entre estas dos opiniones se puede seguir una medida que las concilie y contribuya, al mismo tiempo, a ilustrar este punto tan obscuro en la historia de nuestros usos. Es constante que pudieron ver en Italia las comedias de Naharro muchos españoles, de los que a la entrada del siglo XVI, pasaron a aquellas partes siguiendo nuestras banderas; pero hasta ahora no hay un solo testimonio que pruebe que aquellas comedias fueron representadas en España y, por el contrario, la rudeza en que permaneció nuestra escena muchos años después, es una no débil conjetura de que no pudo admitir unos dramas tan compuestos y artificiosos como eran los de Naharro. Así que, podrán estas comedias fijar una época para la historia literaria de nuestra poesía, mas nunca pertenecerán a la de nuestra escena. Es preciso fijar ésta en el reinado de los Reyes Católicos, como lo hace Agustín de Rojas.

 

144

La Loa de la comedia de El viaje entretenido (1603) de Agustín Rojas Villandrando (edición de Jean-Pierre Ressot, Madrid, Castalia, 1972). Jovellanos informa sobre este libro a Jean-François de Bourgoing, secretario de la embajada francesa, en 1779: «El viaje entretenido de Agustín de Rojas, Madrid, 1583 [sic]. Un tomo 8.º El autor, que era a un mismo tiempo compositor y representante de comedias, pinta con mucha gracia en este libro la vida de los cómicos que andan en compañías volantes, y en España se llaman de la legua. Es libro útil por las noticias que contiene, especialmente para los que gustan de recoger memorias relativas a la historia de nuestro teatro y de nuestra poesía dramática» (Obras completas, tomo II, pp. 164-167.). La Loa está también recogida en las Memorias de Armona, que el propio Jovellanos reconoce haber utilizado como fuente de esta memoria: «Debemos muchas noticias de las que contiene este artículo a la generosidad de nuestro buen amigo el señor don José Antonio de Armona, corregidor de Madrid, que nos confió para extractarlo el precioso manuscrito de sus Memorias sobre los teatros; son las Memorias cronológicas sobre el teatro en España, ya citadas

 

145

A esta representación en las bodas de los Reyes Católicos aluden también Luzán, Nasarre, Lampillas o Juan Andrés; Martínez de la Rosa las enumeraba aludiendo a esta afirmación de Jovellanos y señalaba su imposibilidad; pues Emilia tenía en 1469 un año; tal lo recoge Moratín (Martínez de la Rosa, Obras literarias, Buenos Aires, Carlos Aulov, 1854, tomo II, pp. 323-327; «Orígenes del Teatro Español», en Obras, BAE, p. 156.

 

146

Esta afirmación de Jovellanos ha sido permanentemente cuestionada. El conde de Schack ya afirmaba: «La indicación hecha por Jovellanos de que ya en el año de 1526 había en Valencia un teatro dependiente de un hospital no ha sido confirmada. Hasta el año de 1582 no se concedió al hospital el privilegio de aumentar sus rentas con el producto de los alquileres del teatro. Sirvió provisionalmente para este objeto el edificio de la cofradía de San Narciso, y la casa de Ana Camps cerca de los Saulets, pero en el año de 1583 comenzó a edificarse un teatro nuevo en la plaza de la Olivera, que se terminó en 1584, se renovó y mejoró en 1618 y subsistió hasta 1715. En este último año se construyó de nuevo, y en 1750 se arruinó por completo» (SCHACK, Adolf Friedrich von, Historia de la literatura y del arte dramático en España, Madrid, Imprenta y Fundición M. Tello, 1885-1887, p. 415.) En el capítulo del teatro en Valencia del Diccionario de la comedia se señala en la misma línea que el primer teatro estable, la Casa de Comedias de la Olivera, se levanta en 1584. CASA, Frank Paul, GARCÍA LORENZO, Luciano y CASA GARCÍA LUENGOS, Germán, Diccionario de la comedia del Siglo de Oro, Madrid, Editorial Castalia, 2002, p. 300.

 

147

«Ítem mandamos que lo que cerca de los trajes está prohibido y mandado por las leyes de este título, se entienda asimismo con los comediantes, hombres, mujeres, músicos y las demás personas que asisten en las comedias para cantar y tañer» (Leyes de Recopilación, Imprenta Real de la Gazeta, a expensas de la Real Compañía de Impresores y Libreros del Reino, 1772, pp. 230-231.)

 

148

Variante textual. Ms. RAH, ITB, Cádiz, 1812 y BAE: la referencia a Ariosto no aparece.

 

149

Variante textual. Ms. RAH, ITB, Cádiz, 1812 y BAE: Estella.

 

150

CALVETE DE ESTRELLA, Juan Cristóbal, El felicísimo viaje del muy alto y muy poderoso príncipe don Felipe, hijo del emperador don Carlos Quinto Máximo, desde España a sus tierras de la baja Alemania, con la descripción de todos los estados de Brabante y Flandes, Amberes, Martín Nucio, 1552. Con motivo del matrimonio de la infanta María, hija de Carlos V, con Maximiliano de Hungría tuvo lugar la primera representación de una comedia italiana, I suppositi, de Ariosto «con todo aquel aparato de teatro y escenas que los» romanos las solían representar, que fue cosa muy real y suntuosa» (folio 2v.). Véase ARRÓNIZ, Othón, La influencia italiana en el nacimiento de la comedia española, Madrid, Gredos, 1969, p. 205; y FERRER VALLS, Teresa, Nobleza y espectáculo teatral, 1535-1622: estudio y documentos, Universitat de València, 1993, pp. 26 y siguientes.