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Es importante anotar la elección de Garcilaso de la Vega en escribir «Inca» siempre con mayúscula, aún cuando usa esta palabra como adjetivo o como nombre genérico para su pueblo. El escritor no sólo eligió este nombre como nombre propio por proceder de ese pueblo, sino que, además, pertenecía al linaje de quienes gobernaron y fueron, de alguna manera, «responsables» de las particularidades de una cultura despreciada. Su madre, Isabel Chimpo Ocllo, era una princesa (ñusta) de la corte cuzqueña.

 

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Sigmund Freud, en Tótem y Tabú, define a la religión primitiva hebrea como continuación de la monolatría del reformador Tut-Ankaton (Amenofis IV, Ajnatón, adorador del Sol como única divinidad). Según Freud, Moisés habría sido uno de estos los sacerdotes egipcios expulsados por una especie de contrarreforma, una reacción conservadora y politeísta que con violencia quiso borrar la memoria de este original momento histórico. (Sigmund Freud. Totem and taboo: resemblances between the psychic lives of savages and neurotics. New York: Dodd, Mead, 1920).

 

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Inca Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales. Prólogo, edición y cronología de Aurelio Miró Quesada. Sucre, Venezuela: Biblioteca Ayacucho, 1976, p. 62.

 

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Ídem. No obstante, «Francisco de Xerez, escribió a su cargo la Verdadera relación de la conquista del Perú [1534]» (Imbert, 42). En otros títulos de la época, la idea y la pretensión de narrar la «verdadera verdad» era común en la literatura de crónicas o relaciones.

 

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Op. cit. p. 63. Algo semejante atribuye al padre Blas Valera cuando hace sus relaciones de México. Garcilaso de la Vega cuestiona el método que los españoles tenían para interpretar la cultura americana. Cita a Valera para ejemplificar estos errores interpretativos («y por valerme de su autoridad»): «En esta confusión tan grande el sacerdote o seglar que las preguntaba tomaba a su gusto y elección lo que le parecía más semejante y más allegado a lo que deseaba saber, y lo que imaginaba que podía haber respondido el indio. Y así, interpretándola a su imaginación y antojo, escribieron por verdades cosas que los indios no soñaron, porque de las historias verdaderas de ellos no se puede sacar misterio alguno de nuestra religión cristiana». Inca Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales. p. 73.

 

16

Ídem.

 

17

Ídem.

 

18

Op. cit. p. 63.

 

19

Op. cit. p. 74.

 

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Inca Garcilaso de la Vega. El reino de los Incas del Perú. Edited with vocabulary and notes by James Bardin. Norwood, Mass.: Norwood Press, 1918, p. 174. Tanto el canibalismo de los pueblos al norte de Perú, como la acusación de sodomía de muchos de ellos, son relatados por Pedro de Cieza de León en La crónica del Perú, capítulos XIX, XLIX y LXIV. En este último, por ejemplo, Cieza de León dice: «Lo cual yo tengo que era así porque los señores ingas fueron limpios en esto [en el pecado de la sodomía] y también los demás señores naturales». «Sin embargo, en toda la gobernación de Popayán tampoco alcancé que cometiesen este maldito vicio, porque el demonio debía contentarse con que usasen la crueldad que cometían de comerse unos a otros [...]» (Pedro de Cieza de León. La Crónica del Perú. Edición de Manuel Ballesteros. Madrid: Historia 16, 1984, p. 269).

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