Escena I
|
|
Al alzarse el telón,
BATIFONDO y EL LUNGO, conversan en una mesa con GAMBERONI.
De pie junto al mostrador los OBREROS 1.º y 2.º beben suissé.
MONEDA FALSA, sentado en un cajón, observa la escena
con aspecto aburrido. CARMEN despacha. En otra mesa, dos
individuos juegan a las cartas.
|
OBRERO 1.º.-
¿Cuánto
se le debe, doña Carmen? |
CARMEN.-
Veinte. |
OBRERO 2.º.-
No, compañero, dejemé pagar. Me toca a
mí. |
OBRERO 1.º.-
Guarde su plata, amigo. (Pagando.)
¡Ya está! No le cobre. |
OBRERO 2.º.-
Entonces tomamos
otra. |
OBRERO 1.º.-
No; gracias. Es tarde. |
OBRERO 2.º.-
¡Quién
dijo miedo! Sirva dos suisés (A MONEDA.) ¿Usted compañero,
no se sirve nada? |
MONEDA.-
No escabio hoy. Muchas gracias. |
GAMBERONI.-
(Con estrépito.) ¡Eh! Padrona. N'altra
vuerta. |
BATIFONDO.-
¡Se va a mamar, ché!... |
GAMBERONI.-
Que imborta. Cuando si encontra dei veri amici. |
LUNGO.-
Claro que sí. Un día de vida es vida, qué
diablos. |
GAMBERONI.-
¡Quisto é nu bello parlare!
Bebiam. ¡Uh! Padroncita, Carmené. |
CARMEN.-
¡Ya voy,
hombre, ya voy!... (Acercándose.) ¿Lo mismo? |
GAMBERONI.-
¡Naturalmente! |
BATIFONDO.-
¡A mí no, ché!...
¡Mucho suisé!. Tráigame un Pineral. |
LUNGO.-
Yo también. Ché Moneda; ¿qué estás
haciendo? Arrímate que te vamos a presentar un amigo. |
GAMBERONI.-
Un altro amico. Chiamátelo. |
BATIFONDO.-
Es un buen criollo. Muy honrao. Trabaja en Campana. |
GAMBERONI.
¿A Gambana? Sono estato a Gambana, ce tengo un mío
parente, un certo Bufalini. Facite u comodo vostro. |
MONEDA.-
(Acercándose con fastidio.) ¡Pucha digo, que son!... |
BATIFONDO.-
¿Ustedes no se conocen? Napoleone Gamberoni... |
GAMBERONI.-
Escusate. Cicilio Gamberoni, chacarero a Maggiolo. |
BATIFONDO.-
Mi amigo Moneda Falsa. |
GAMBERONI.-
Cosí?... |
BATIFONDO.-
Antonio Almada. |
GAMBERONI.-
Salute a voi e
a questa nobile compañía. Tome asiento. ¿Cosa
pigliate? ¿Un vasito de vino? |
MONEDA.-
Pucha que son. No
tomo nada. |
GAMBERONI.-
Non facite complimende. Oggi siamo
tutti in armonía. |
LUNGO.-
Andamos de farra, ché. |
GAMBERONI.-
Ecco. ¡Precisamente di fara! Gamberoni paga
tutto. Tingue dal danere (Saca un fajo de billetes.) Quista
é a vera alegría (Se pone a contar.) |
BATIFONDO.-
Traiga ché. Yo cuento. |
GAMBERONI.-
¡Ah, no! Escusati
(Sigue contando.) |
LUNGO.-
¡Que estás apurao vos!...
No te pasés que la vamos a echar a perder. |
BATIFONDO.-
¡Este merlo ya no vuela! (A MONEDA.) ¿Qué tenés
vos? Se te apareció la viuda. |
MONEDA.-
Pucha, digo,
que son... |
GAMBERONI.-
¿E cosí? ¡Que facimme... padrona!... |
CARMEN.-
(Sirviendo.) ¡Ahí está, hombre! ¡Una
no puede atender a todos!... |
GAMBERONI.-
Finalmente. ¡E
viva la padrona!... |
BATIFONDO.-
Ché, gringo. Embrocame
a la patrona. |
GAMBERONI.-
¿Ca i ritte? |
BATIFONDO.-
¡Qué!
(Señalando a CARMEN con un ademán picaresco.)
Qué tal; ¿eh?... No le juega niente. |
GAMBERONI.-
¡Bella gualiona! ¡Nu bello tuquetto é muliera! ¡Bebiam!... |
LUNGO.-
¡Salute! |
GAMBERONI.-
(Cantando.) ¡Bebiam, bebiam.
Nel vino cherchiam! (Interrumpiendo.) ¡Questa é la
Gavallería Rusticana! La fata un paisano mío,
un italiano. Il maistro Mascagni. (Continúan conversando.) |
OBRERO 1.º.-
¡Pobre gringo! ¡En qué manos ha caído! |
OBRERO 2.º.-
No le dejan ni medio. Dan ganas de avisarle
que no sea otario. |
OBRERO 1.º.-
¡A nosotros qué se
nos importa últimamente! Y no hay que meterse, porque
son malos bichos. |
|
(Entran dos OBREROS, saludan, piden suissé
que beben de un sorbo, haciendo sonar la lengua, y se van
previo un ¡Salute!)
|
Escena II
|
CHICO 1.º.-
(De 5 a 6 años,
con una criatura de 2 a 3 años de la mano, al OBRERO
1.º.) ¡Pap!... |
OBRERO 1.º.-
¿Qué andan haciendo ustedes?... |
CHICO 1.º.-
Dice mi mamá que vayas que la cena está
pronta. |
OBRERO 1.º.-
¿Tu mamá? Me parece que estás
mintiendo. |
CHICO 1.º.-
De veras, le digo. |
OBRERO 1.º.-
Están
cebaos a venirse a la hora del suisé, porque siempre
ligan algo. |
OBRERO 2.º.-
Los míos son iguales. Hacen
lo mismo. |
OBRERO 1.º.-
(Al más CHICO.) Vení
acá vos. (Lo alza.) ¿Qué te gusta más?
¿Qué?... ¿Chocolate?... (A CARMEN.) Tráigale
un chocolate de a dos. |
CHICO.-
¿Y a mí nada?... Yo
quiero un pescadito. |
OBRERO 1.º.-
Y un pescadito. ¿No querés
suisé también (Al OBRERO 2.º.) ¿Qué cree?
Ahí donde lo vé, le gusta empinar el codo. |
CARMEN.-
Tome, mijito. Le doy dos, una de yapa. |
OBRERO
1.º.-
¿No sabés decir gracias vos? Bien, a volar. |
CHICO.-
No; vos también vení. Dice mi mamá
que si no vas te va a venir a buscar. |
OBRERO 1.º.-
Está
bien. Donde manda capitán... ¿Cuánto es, patrona? |
CARMEN.-
Treinta. |
OBRERO 2.º.-
¿No tomamos el otro? |
OBRERO
1.º.-
No, basta. |
OBRERO 2.º.-
Bueno. Salú. |
|
(Vanse con
los chicos.)
|
JUGADOR 1.º.-
(Alterado.) ¡Macanas! ¡Qué
vas a salir! Tenías once tantos. ¿Qué has hecho
ahora? |
JUGADOR 2.º.-
Cartas, setenta, y siete de mazo. Tres
tantos. |
JUGADOR 1.º.-
Bueno; once y tres, ¿cuántos
son? ¿No son catorce? |
JUGADOR 2.º.-
Es que tenía doce,
te digo. |
JUGADOR 1.º.-
Qué has de tener. Lo que tenés
es la costumbre de robar tantos. |
JUGADOR 2.º.-
Hacé
el favor de no pasarte, sabés. |
JUGADOR 1.º.-
(Arrojando
violentamente el mazo de cartas sobre la mesa.) Es que te
viá quitar el vicio, ¿me entendés?... |
JUGADOR
2.º.-
De ande, si no sos quién. |
CARMEN.-
A ver si
se sosiegan. No quiero bochinche en mi casa, saben que más.
¡Faltaba otra cosa! Pelandrunes. Se pasan el día con
las cartas, no gastan ni medio y todavía se permiten
alzar la voz. |
Escena V
|
PEDRÍN.-
(Aparece un tanto boleado como si no conociera la casa deja
la linyera en un rincón, mira a todos y saluda tímidamente.)
¡Buena sera! |
BATIFONDO.-
Fijate quien cae. |
CARMEN.-
Salute. |
LUNGO.-
De tebu |
|
(Cambian una mirada de inteligencia con
PEDRÍN.)
|
PEDRÍN.-
Un biquier de barbera. De
cuel bon. (PEDRÍN acentuará un dialecto a elección
del actor, manteniéndose siempre en su deliberado
papel de imbécil.) |
CARMEN.-
Servido. |
PEDRÍN.-
(Saboreando el vino.) Non che male. Me dica, siñora.
Donde podría tomare le létrico per la estazione
del Retiro... |
CARMEN.-
¡Para el Retiro! Espérese
que no me acuerdo. (Al grupo.) ¿Por dónde pasa el
tramway que va al Retiro? |
LUNGO.-
¿A la estación
del Retiro? |
PEDRÍN.-
(Acercándose.) ¡Scusí!
Sí siñore. |
LUNGO.-
Tiene que tomar combinación.
¿Va para afuera usted? |
PEDRÍN.-
Scusí. Sí
siñore. A Gálvez. |
GAMBERONI.-
Riverito signor
mío. ¿Siete da Gálvez? |
PEDRÍN.-
Sí,
siñore. |
GAMBERONI.-
Io son estato tre volte a Gálvez.
Conoci un certo... un certo, ¿cómo si chiama? ¿D'Andrea? |
PEDRÍN.-
¿Il calzolaio? |
GAMBERONI.-
Ma no, un figlio
de la madona qui fa il procuradore. |
PEDRÍN.-
¡Per
dío! Lo conozco. Cuelo que arrangia il afari nel cuez
de paz. Siamo tanto amici. |
GAMBERONI.-
¡Bravo! Si sieda
paisan. Che tengo per prendere lo tren. ¿Come va la cusecha
a Gálvez? |
PEDRÍN.-
Mica tanto buona. La langosta,
e la helatas. |
GAMBERONI.-
E un anno cativo... Ma sientase
paisan. Aquí siamo in armonía. Cosa pillate...
¡Padrona! |
PEDRÍN.-
Ma grazia, grazia. Oli il mio
bichiere. |
GAMBERONI.-
Non faccia complimenda. Padrona sempaticas;
il porte il suo bichiero. |
PEDRÍN.-
(Sentándose.)
¡Scusí! |
GAMBERONI.-
Cuesti son amici, compañi
cregollos, buenos mochachos. Si parlaba de la nostra patria. |
PEDRÍN.-
¡La nostra Italia!... |
GAMBERONI.-
¡Evviva
Italia, paisan! |
PEDRÍN.-
Ya lo creo. ¡Evviva!... |
GAMBERONI.-
¡Salute! |
MONEDA.-
(Levantándose encaminándose
al mostrador.) Con permiso. ¡Pucha que son!... |
GAMBERONI.-
¡E bravo paisan!... (Palmeándole.) |
CARMEN.-
¿Qué
tenés, vos? |
MONEDA.-
Estoy aburrido. ¡Pucha que son!... |
CARMEN.-
¿Andás con miedo? |
MONEDA.-
¡Qué
miedo, ni qué miedo!... Estoy hasta aquí ¿sabés?... |
CARMEN.-
¿Qué querés que le haga, hijo? |
MONEDA.-
Nada. ¿A vos qué se te importa? |
CARMEN.-
No seas
sonzo. |
Escena VI
|
VASQUITO.-
Buenas tardes. |
CARMEN.-
Buenas. |
VASQUITO.-
¡No compra nada, hoy! |
CARMEN.-
¡Andá!
¡Tenés una yeta! |
VASQUITO.-
También usted
quiere sacar en todas. Vea que decena tengo en esta jugada
(Saca unos billetes de lotería y se los enseña,
diciéndole en voz baja.) Pibe está en cana. |
CARMEN.-
(Con sorpresa.) ¡Qué! ¿Cómo sabés? |
MONEDA.-
(Id.) ¿Ande lo encanaron? |
VASQUITO.-
En la casa. |
MONEDA.-
¡Pucha digo, que son!... |
LUNGO.-
(Que ha observado
la escena, acercándose.) Novedad. |
VASQUITO.-
¡Yo
pianto! Pibe en cana. |
LUNGO.-
¡Y bueno, ese no bate!... |
VASQUITO.-
¡No sabés!... Y hay mayorengo en la puerta.
Yo pianto te digo. |
LUNGO.-
¡Y lo vamos a dejar al gil así
no más! Vos no piantas, ¿sabés? |
VASQUITO.-
Mirá que tengo pase, y si me lo quitan. |
MONEDA.-
¡Que son! ¡Dejalo que se vaya! ¡Piantamos todos, hombre!
¡Pucha! |
BATIFONDO.-
¡Ché Vasquito!... Atendé
un momento. ¿Tenés el extracto de la pasada? Sos muy
yetudo. Si no saqué no te compro más. |
LUNGO.-
(Obligándolo.) Andá, sacá el cartel,
¡Seas otano!... |
VASQUITO.-
¡Ahí lo tiene; revise
don Tranquilidad! |
BATIFONDO.-
Avisá si estás
escabiao. (Saca un billete de lotería y revisa prolijamente
el extracto.) |
GAMBERONI.-
(A PEDRÍN.) ¡Ebé!
¡Questo de la lotería mi pare una inmoralitá;
una vera inmoralitá! ¿Parlo bene o parlo male? |
PEDRÍN.-
Parlate bene. Ma di cuando en cuanto si pué gioccare
cinque pesi. Ma ahora mi recordo que tengo in tasca un biglieto
da cinquenta mile e no lo son visto ancora. Non ho avuto
il tempo. |
GAMBERONI.-
¡Oh! Che tempo... ¡Atre mesi!... |
BATIFONDO.-
No, dije; ni medio, (Al VASQUITO.) ¿Usted quiere
ver el extracto dice?... ¿Tiene número? Diga qué
número. Traiga. |
PEDRÍN.-
Scusí. Ma... |
BATIFONDO.-
¡Cha, que sos desconfiao! ¡Velo vos si querés! |
PEDRÍN.-
Io non poso. No so leggere. Ma scusi il
mio paisan. |
BATIFONDO.-
¡Salí de ahí desconfiao!
Ché, Gamberoni... Mirale el billete a ese. |
GAMBERONI.-
¡Como nó! Vediam (Revisando.) Cinquemile tresento trentuno...
Cinque mile. Cinque mile cento. Cinque mile trecento... ¡Guarda!
guarda... E Paisan. ¡Evviva Italia! ¡Padrona! Un altro volta
qui paga el mío paisan. |
PEDRÍN.-
¡Cosa avete!
¡Cosa avete! |
GAMBERONI.-
¡Siete un cane!... ¡Cinque cento
pezi... Madona! ¡Pezzo d'un asino. Cinque cento!... |
LUNGO.-
¿Y qué vas a hacer con tanta plata, gringo? Te vas
a Italia. |
PEDRÍN.-
¿Ma cosa dite? |
BATIFONDO.-
Que
te has sacao quinientos pesos, cinque cento pesos en la lotería. |
PEDRÍN.-
¡Oh, Christo! ¡Davvero! |
GAMBERONI.-
¡Ma
sí! ¡Ma sí!... Madona que siete un asino...
Vedi... (Mostrándole el extracto.) |
PEDRÍN.-
Ma io non so leggere... |
GAMBERONI.-
¡Vi lo dico io, Gamberoni,
e basta! |
PEDRÍN.-
¿Ma cosa faccio io con cuesto numero? |
BATIFONDO.-
Lo cobrás. En cualquier agencia. ¿Vos
tenés con qué pagarle, Vasquito? |
VASQUITO.-
¡Avisá! |
PEDRÍN.-
Ma io non conosco la cittá
e debo andare via adeso. |
LUNGO.-
Pucha, italiano otario,
¡Si yo tuviera! ¡A ver, a ver!... A mí no me alcanza;
no tengo más que catorce pesos. Ché, Napoleón. |
GAMBERONI.-
Cicilio. |
LUNGO.-
Es lo mismo. ¿Tenés
plata, vos? |
GAMBERONI.-
¿Per pagare cuesto? |
LUNGO.-
Permitime
una parola. |
GAMBERONI.-
Un momento (Apartándose.)
¿Cosa volete? |
LUNGO.-
Mirá cuánto tenés. |
GAMBERONI.-
Eh, cento cinquanta pesi. |
LUNGO.-
Bueno, ¿sabés
lo que hacés?... Ese gringo es muy sonso. Se conformará
con lo que le den. ¿Me comprendés?... |
GAMBERONI.-
¡Guarda, guarda!... ¡Come son furbi i creolli! Madona. |
LUNGO.-
Vos le mandás el resto después a Gálvez. |
GAMBERONI.-
E una bella idea. |
LUNGO.-
Claro que sí.
Es un servicio que le hacés a tu paisano. |
GAMBERONI.-
(Resuelto.) ¡E bén! (A PEDRÍN.) O paisán.
Voi siete da Gálvez, amigo del mío íntimo
amico D'Andrea. |
PEDRÍN.-
Certo. |
GAMBERONI.-
Io ti
faré lo servizio. Tú mi dai lo numero, e porque
tú no pierdas tiempo, io ti daró, tí
daró... centi venti pesi. |
PEDRÍN.-
Bene. Grazie.
Ma il resto. |
GAMBERONI.-
Io le manderó al amigo D'Andrea. |
PEDRÍN.-
Bravo. E fatto... Vi sono tanto riconocente,
paisán. |
BATIFONDO.-
Mirá, Gamberoni, ¿por
qué no le das el reló en garantía? |
GAMBERONI.-
¿Il mio orologio?... |
LUNGO.-
(A BATIFONDO.)
¡Los angurrientos!... |
GAMBERONI.-
E bén. Prende anque
il mío relogio. |
PEDRÍN.-
E bravo. Tú
mi mandi il denaro e io ti mando l'orologio. |
GAMBERONI.-
Evviva l'armonía. |
PEDRÍN.-
¡Evviva! ¡Padrona!
Yo pago tutto. Ho fatto il mío negozio. |
GAMBERONI.-
¡Un altra voerta! |
PEDRÍN.-
¡Ah, no! Bisogna que io
prenda lo treno. ¿Cuánto si debe? |
CARMEN.-
Cinco
pesos. |
PEDRÍN.-
(Con gran generosidad.) Eccoli (Bajo.)
Me debes tres y medio, ¿eh? |
CARMEN.-
¡Andá, pelandrún!... |
GAMBERONI.-
E ni andiamo tutti al Retiro col paisano. |
BATIFONDO.-
Eso es. Todos juntos. |
GAMBERONI.-
Evviva l'armonía.
(Cantando.) A casa, a casa, amici... Anque cuesto é
de Cavallería... L'ha fatto uno italiano. |
|
(Mutis.
Se oyen cantos y voces que se alejan.)
|
Escena VII
|
MONEDA.-
(Viéndolos salir.) ¡Pucha digo, cómo son!...
|
|
(Se sienta junto a una mesa. Pausa. CARMEN lava las copas.)
|
CARMEN.-
¿Tomás algo? |
MONEDA.-
Dame un amaro. |
CARMEN.-
(Sirviéndolo.) ¿Se puede saber qué tenés? |
MONEDA.-
Te he dicho que estoy muy aburrido. |
CARMEN.-
Andate
al teatro. |
MONEDA.-
Y muy estrilao. |
CARMEN.-
Eso es otra
cosa. ¿Qué te han hecho? |
MONEDA.-
Nada. |
CARMEN.-
¿Y entonces? |
MONEDA.-
Muy rabioso con esta vida. No puedo
más |
CARMEN.-
Dejala. Nadie te obliga. |
MONEDA.-
Dejala
dejala. Eso se dice. Ya la dejo. ¿Qué hago ahora?
¿Pa qué sirvo? |
CARMEN.-
Trabajá en otra cosa. |
MONEDA.-
No sirvo más que pa cochero. Voy a sacar
la libreta y me muestran el escracho: L. C. ¡Piantá
de aquí! Siquiera hubiese servido pa ladrón.
Pero vos sabés que no tengo genio. ¿Qué papel
estoy haciendo, entonces? De otario, de imbécil. Retratao
por falsificador y ladrón, viviendo entre ladrones,
perseguido por ladrón, batido y preso a cada rato
por ladrón y nunca he metido la mano en un bolsillo
ajeno. Me muero de hambre, y si no fuera por vos, habría
matado de hambre a la pobre vieja. ¡Pucha digo, que es triste!
¡No tener genio pa nada!... Ni pa abrirles las tripas a todos
esos que me dan asco, que me dan asco. ¡Asco, asco, asco!...
Ni siquiera pa irme de aquí tengo genio. Mirá:
yo sé que si me fuera a otro país y nadie me
persiguiera y no me topara con los de la patota, ¡pucha digo,
sería más decente!... Y no me aburriría
tanto. Pero aquí, ¡qué querés que haga,
si pa mí se ha hecho el refrán de que cuando
no estoy preso me andan buscando! Que tengo buena conducta,
que me dan pase libre y empiezo a vivir tranquilo, pues ya
ha de venir uno que me pida un servicio. «Ché: campaneame
esto, guardame esto o haceme tal cosa». ¡Y zás! complicao
y en cana. |
CARMEN.-
Vos tenés la culpa por no haber
hecho un escarmiento con los batilana. |
MONEDA.-
Pero no
te digo que no tengo genio. Mirá, Carmen, ¿querés
hacer un favor a la patria? Yo sé que vos sos buena
y que me tenés ley. |
CARMEN.-
Hablá, hombre. |
MONEDA.-
Vamos a escaparnos, ¿querés? Vos también
estás aburrida... |
CARMEN.-
¿Y dónde vamos
a ir? |
MONEDA.-
Verás, tengo un plan. Tu marido tiene
plata. Una noche de éstas le pegamos el golpe grande
y piantamos. Agarramos un vapor y nos vamos al Brasil; allí
hay mucha libertad, nos vamos y ponemos una fonda, ¿sabés?,
y trabajando con juicio verás cómo en poco
tiempo nos volvemos personas decentes. |
CARMEN.-
Bien dicen
que sos sonzo, hijo. Si nos agarran, nos chupamos unos años
de cana y yo te voy a preguntar entonces... |
MONEDA.-
Entonces
piantamos sin robarle nada al otro. |
CARMEN.-
Y después
nos comemos las uñas. Mirá, muchacho, las cosas
son como son y hay que dejarlas así no más.
¿Vos estás aburrido? Bien. Hacete a un lado de esta
vida, andá con juicio, arrimate a alguna buena sombra
y ya verás cómo con el tiempo la policía
te olvida y empezás a ser hombre decente. |
MONEDA.-
¿Y vos? |
CARMEN.-
¿Yo? (Con melancolía.) ¿Qué
he de hacer? |
MONEDA.-
Es que lo que yo quiero pa mí,
lo quiero pa vos, mi vida. |
CARMEN.-
Pobre mi vicio. Qué
tristeza, ¿verdad? |
MONEDA.-
¡Pucha digo, cómo somos! |
CARMEN.-
No te aflijás, negro. Hacé lo que
te digo y después veremos cómo se procede. |
MONEDA.-
¡Ahora sí! ¡Van a ver lo que queda de Moneda
falsa. ¡Ah! Tomá estos billetes. Ya no circulo más.
Falta uno. Fui esta tarde a encajarlo a un agenciero de Palermo,
pero el hombre empezó a mirarlo y agarró pa
la calle. Este va a llamar al botón, dije yo, y pianté
por los portones. ¡Con tal que no tenga consecuencias! ¡Pucha
digo!... Y me voy tambíén. Ya no estoy tan
aburrido. Chao. (Mutis.) |
Escena VIII
|
CIRIACA.-
(Asomando
por la puerta que da al interior.) ¡Ché, Carmen! |
CARMEN.-
¿Qué hay? |
CIRIACA.-
¿No ha estao m'hijo
por acá? |
CARMEN.-
Acaba de salir. |
CIRIACA.-
Decime
una cosa. ¿Vos sabés en qué anda ese muchacho? |
CARMEN.-
No sé. En nada, supongo. |
CIRIACA.-
¡Hum!
¡Hum! Lo dudo, ché... Lo veo alzao desde hace días
y pa mí que nada bueno lo lleva. ¿Has leído
en «La Prensa» la noticia de la circulación de billetes
de Banco? |
CARMEN.-
Sí, señora. |
CIRIACA.-
Mirá, a vos te lo digo, porque sos de confianza. Pa
mí que ese mala cabeza tiene algo que ver en el asunto.
Yo no sé qué le costaría ser honrado.
¿No hay tanta gente que es honrada y sin embargo vive bien?
Pero a éste no. Es de balde que lo aconseje y lo reprienda.
¡No señor! El mozo ha de ser ladrón no más.
Y ladrón mísho que es lo peor. ¡Si siquiera
le fuera bien!... Podría decirle: «Bueno, m'hijo,
basta. Ya tenés un pasar. Sosegate...» Debe ser un
destino, ¿verdad, ché?... Desde chiquito le dio por
la uña. El padre le acomodaba una paliza hasta sacarle
sangre, y él nada!... Y zonzo pa robar, que daba asco...
¿No te ha contao nunca por qué le pusieron el nombre
de «Moneda falsa»? ¡Fíjate qué chola! Yo tenía
en la cómoda una moneda de oro, de esas de Plomo,
¿sabés?, cuando un día me la roba y se va con
ella a hacer el cuento a una casa de cambio. La cosa era
muy zonza, una verdadera muchachada: pero el animal del cambista,
sin comprender eso, me lo entrega a la policía. De
esa vez me lo tuvieron como seis meses. El padre no trabajó
para sacarlo, creyendo que el castigo lo corregiría.
¡Y miralo cómo salió! Con un apodo y con más
mañas que el vizconde de la guadiana. Eso fue lo que
ganamos. ¡Pobre muchacho! En el fondo es bueno como una malva,
pero no sabe trabajar y está enviciado. Decime, ¿no
sabés si volverá? |
CARMEN.-
No dijo nada. |
CIRIACA.-
Es que no me dejó nada pal morfo. Cortame,
¿querés?, un poquito de matambre o salame... |
CARMEN.-
(Sacando dinero del cajón.) Tome un peso, vieja. |
CIRIACA.-
Bueno, hija. Gracias. ¡Pobre mi Antonio!... ¿Por
qué no me le das algunos consejos vos que tenés
tanta... tanta... vamos que te aprecia tanto. |
CARMEN.-
Cállese. |
Escena XI
|
CABO.-
Buenas noches. |
REYES.-
(Dulcificado.) ¿Qué anda haciendo,
cabo? |
CABO.-
Ya lo ve. Recorriendo. |
REYES.-
(Al sótano.)
¡Ché Carmen! Mirá, no subás de ese vino.
Traé barbera más bien. |
CABO.-
Diga, Reyes,
¿no ha andado Pedrín por aquí? |
REYES.-
No
sé. Llego del centro recién... (Al sótano.)
Ché, Carmen. ¿estuvo Pedrín?... ¿Qué?
(Al CABO.) Dice que salió hace un momento. ¿Qué
hay? ¿Ha hecho algo? |
CABO.-
No, nada. Tengo que verle no
más. Hasta luego. |
REYES.-
¿No toma el bitter, cabo? |
CABO.-
Gracias. (Mutis.) |
REYES.-
(Va hasta la puerta y
vuelve.) ¡Rápido! Subí todo. |
CARMEN.-
¿Pero
qué hay? |
|
(Sube con un paquete de regulares dimensiones.)
|
REYES.-
Ya has visto las moscas. Bueno. Ahora mismo te vas
al cuarto de ése y le ponés todo en el baúl. |
CARMEN.-
¿Eh? |
REYES.-
Volá te digo. |
CARMEN.-
¡Oh!
¡Yo, yo no! |
REYES.-
Te duele, ¿eh? ¡En el acto!... |
CARMEN.-
No, nunca lo harás. |
REYES.-
(Exasperándose.)
¡Carmen!... ¡Carmen!... ¡Mirá que un minuto!... ¡No
me conocés ya! Vamos, rápido... |
CARMEN.-
¿Qué?
¿Qué querés decir? |
REYES.-
¿Creés que
no sé que te has entregao a esa inmundicia? Haga lo
que le mando. |
CARMEN.-
¡Querés vengarte! |
REYES.-
No; quiero defenderme... Y vos sabés muy bien que
me defiendo. (Poniéndole el paquete en las manos.)
¡Ya!... Lleva eso. Y cuidado con venderme, porque, oíme
bien, te parto el corazón a puñaladas. ¡Ya!...
|
|
(CARMEN sale por la puerta del foro, agobiada por el gesto
y la amenaza.)
|
Escena II
|
|
Se oye un tumulto
en el interior del boliche y a poco aparece REYES arrastrando
a un LUNFARDO.
|
LUNFARDO 1.º.-
(Muy descompuesto, con una
daga en la mano.) ¡Mirá, Reyes! ¡Mirá, Reyes!
¡No me toqués porque te ensartás! |
REYES.-
¡Qué has de ensartar, inmundicia! ¡Venís a
comprometer mi casa! ¡Rateros de porquería!... |
LUNFARDO
1.º.-
¡Mirá, Reyes!... ¡Mirá, Reyes!... |
REYES.-
(Violento, tomándole del brazo.) ¿Amenazar vos? Largá,
largá, largá esa daga, maula. ¡Así!
¡Así!... |
|
(Aparece LUNFARDO 2.º también con una
daga, seguido de dos o tres sujetos de su calaña que
tratan de calmarlo.)
|
LUNFARDO 2.º.-
Diga, Reyes. Ahora estamos
en la calle. Su casa está respetada. Déjenos
no más arreglar nuestro asunto. |
REYES.-
Parece mentira
que se mamen como chivos. No sirven pa nada. |
LUNFARDO 2.º.-
Vea, Reyes. Yo lo respeto, ¿sabe?, pero como hombre soy tan
hombre como el que sea más hombre, ¿sabe? |
REYES.-
Bueno, guardá esa arma. Si quieren pelearse váyanse
lejos. Aquí no me vengan con paradas. (Al LUNFARDO
1.º.) Vos recogé esa daga. Y marchá muy derecho
conmigo, porque ya sabés cómo procedo con roñosos...
(Mutis.) |
LUNFARDO 3.º.-
¡Bueno, andiamo, muchachos! Guarden
esas armas. Parece mentira que no pueden divertirse y correrla
en paz.
(Al LUNFARDO 2.º, tomándolo del brazo.)
Andiamo,
ché. |
LUNFARDO 2.º.-
Vamos a ver. ¿Si yo lo quiero
marcar por qué no lo voy a marcar? ¿Porque ustedes
no quieran? ¿Y si yo quiero, qué me importa que ustedes
no quieran? (Mutis.) |
Escena IV
|
GAMBERONI.-
(Muy borracho. Entonando
con dificultad algún aire napolitano, avanza unos
pasos y se detiene.) ¡A oh! ¡Non e cosí! ¡Vediam!
(Reanuda el canto, marcándose el compás con
el dedo.) E cosí tampoco. ¡Ma é l'eguale! (Quiere
cantar de nuevo, pero se interrumpe.) ¡Evviva l'armonía!
¡Bene! ¡L'armonía!... E l'Italia é il piú
grande paese de l'humanitá... ¡Parlate bene Gamberoni!
(Se recuesta en la pared.) Ma dove son i compani... ¡Bravi
ragazzi!... ¡Simbatichísimi!... |
|
(Se queda monologando
cosas incomprensibles. Se oye un silbido, y a poco aparece
PEDRÍN muy cauteloso a examinar el terreno. Se detiene
un momento frente a GAMBERONI sin notarlo. GAMBERONI empieza
a observarlo y lo reconoce deteniéndolo con un abrazo
en momentos que intenta volverse.)
|
GAMBERONI.-
¡Oh! Per
la Madona. Finalemente. ¿Cóme va, faisán? |
PEDRÍN.-
¡Ché! ¡Ché! ¡Ché! Qué
paisano ni qué paisano. Largame, gringo mamao. |
GAMBERONI.-
(Sin soltarlo.) ¿Siete ritornato da Gálvez, del amigo
D'Andrea? ¡E bene! ¡Bravo! |
PEDRÍN.-
Largame, te digo.
¡Qué Gálvez ni qué Gálvez! |
GAMBERONI.-
¿Cosa dite faisán? |
PEDRÍN.-
(Al ver al CABO
que se acerca, cambia de actitud, volviéndole la espalda.)
Dico que mi sono extraviato. E cuando arribo a la estazione
lo treno para Gálvez non c'era piú. |
GAMBERONI.-
E bene. ¡Que viva l'armonía! |
CABO.-
(Que ha estado
observando a PEDRÍN, lo toma por un brazo.) ¿Qué
hacés, Gálvez? |
PEDRÍN.-
Scusí,
sargenti!... |
CABO.-
Te viá dar sargento. A vos te
andaba buscando. |
PEDRÍN.-
A mí. Io sono un
colono di Gálvez. Il mío faisán me conosce. |
GAMBERONI.-
¡Ah! E un bravuomo.
E l'arnaco de D'Andrea, lo procuradore. |
CABO.-
Salí
de ahí, otario. Es un cuentero del tío. Marchá
no más, Pedrín. |
PEDRÍN.-
Bueno, de
ahí qué. ¡Cana más o menos! Llevame
no más. Cosa bárbara. No se puede ser honrao.
Ahora que estaba tan bien de colono. ¡Zás, a la leonera!
Mirá, prefiero seguir de ladrón. ¡Por Dios,
ché! |
GAMBERONI.-
Ma dove estó io. Equé
me emborta. ¿Ma, é lo compaño creollo? ¡Bravi
ragazzi! Simpaticísimi. |
|
(Reanuda el canto y se va
haciendo eses.)
|
Escena III
|
COMISARIO.-
Bueno.
De modo que te has vuelto razonable. Así me gusta.
Decí no más. Pero no me mientas, porque ya
sabes que yo... |
MONEDA.-
Bueno. (Pausa.) Ayer... la vieja,
mi madre no tenía qué comer. |
COMISARIO.-
Eso
le sucede por tu culpa. |
MONEDA.-
Sí, ya lo sé.
No tenía qué comer y entonces yo, estrilao,
me acordé que tenía un diez falso y dije... |
COMISARIO.-
Te he dicho que no me mientas. |
MONEDA.-
Digo
la pura verdad, señor comisario, digo la verdad. |
COMISARIO.-
¡Estás mintiendo!... |
MONEDA.-
¡Pucha
digo, que son! Vea, estoy llorando. ¿sabe? ¡Esto es la verdad,
la verdad, la verdad!... (Pausa.) |
COMISARIO.-
¡Ajá,
já!... ¿Con que la verdad? Decime, ¿y este paquete
de moneda falsa que se encontró en tu baúl? |
MONEDA.-
¿Eh? |
COMISARIO.-
Esto, sí, esto. Lo encontré
yo en tu baúl. ¿Qué decís?... |
MONEDA.-
Que es mentira. ¡Que es una gran mentira!... |
COMISARIO.-
Hay testigos. |
MONEDA.-
Mienten. Ahora sí que no lloro.
Y le digo la pura verdad... Lo que yo le decía es
mentira. Pero esto también. |
COMISARIO.-
¿De manera
que no confesás? |
MONEDA.-
¡No, no, no!... Nunca.
Vea, señor comisario. Ya no se puede vivir. ¡Pucha
digo, que son!... |
COMISARIO.-
Está bien. No te alterés.
Andá. Dormí un rato, pensalo bien, y ya hablaremos.
(Timbre. El CABO.) Páselo incomunicado. |
MONEDA.-
(Al salir.) ¡Pucha digo, que son! |
Escena VII
|
MONEDA.-
Buen día. |
CIRIACA.-
¡Hijo mío!
¿Por qué has hecho eso? |
MONEDA.-
Yo no he hecho nada,
mamá. (A CARMEN.) Buen día, Carmen. |
CARMEN.-
(Responde con la cabeza.) |
CIRIACA.-
¿Por qué no me
dijiste que estabas metido en ese asunto? Yo te hubiera dado
un consejo de madre, un consejo verdadero. |
MONEDA.-
Yo no
estoy metido en nada. |
CIRIACA.-
¿Pa qué sos terco,
si te han encontrado en el baúl, la mar de billetes
falsos? |
MONEDA.-
¡Ah! De modo que usted también cree
que yo tenía los falsos en el baúl. |
CIRIACA.-
Claro que sí, hijo. |
MONEDA.-
Entonces, ¿es cierto?
¿Es verdad, es verdad eso? |
CIRIACA.-
¿Y por qué has
de negarlo? Si yo te los hubiera visto, los saco y los quemo.
Pero los encontró la autoridad. Confesá y no
seas pavo. Sí, así la sacás con tres
o cuatro añitos, diciendo la verdad tal vez sea menos. |
MONEDA.-
Es claro. Bueno. Viá a contarlo todo, todo,
comisario. Moneda falsa va a decir la verdad. |
COMISARIO.-
Así me gusta. Yo te prometo que... |
MONEDA.-
No prometa
nada. ¿Puedo hablar dos palabras con esta mujer? ¿Aparte? |
COMISARIO.-
Hablá nomás. |
MONEDA.-
Vení,
Carmen. |
CARMEN.-
¿Qué querés? |
MONEDA.-
¿Fuiste
vos? |
CARMEN.-
¿Qué? |
MONEDA.-
¿Fuiste vos, vos? |
CARMEN.-
¡Sí, me obligó!... ¡Quería
matarme! ¡Yo no tuve la culpa! ¡Quería matarme! |
MONEDA.-
¡Vos!... ¡Tan luego vos!... |
CARMEN.-
No pude. Mi negro,
no pude! |
MONEDA.-
Tu negro, ¿no? ¡Tomá, perra! Pa
que te acordés de Moneda Falsa. (Le da un golpe en
la cara.) |
CARMEN.-
(Cayendo.) ¡Ay!... |
MONEDA.-
Este no
es falso. ¡Es oro! |
COMISARIO.-
¡Moneda! ¿Qué es eso?
¿Por qué has hecho eso?... |
MONEDA.-
Es el genio que
me ha vuelto. No haga caso. Asuntos privados. No te aflijás,
vieja. Ella te va a cuidar... Cuando quiera, señor
comisario. |
COMISARIO.-
Bueno, largá. |
MONEDA.-
Tenía
usted razón. Esos diez fallutos todos eran míos.
Se los compré a Bellini en la anterior falsificación. |