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Necrópolis prehistórica de Piles (Tarragona)

Juan Vilanova y Piera





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El sacerdote D. Juan Segura, de Santa Coloma de Queralt, comunica con fecha reciente al hijo del Sr. Barón de Cuatro Torres la noticia del descubrimiento de una interesante estación protohistórica, acompañada de varias fotografías representativas de los objetos más curiosos. Y como quiera que nuestro distinguido correspondiente me comunicara dichos documentos en la sesión anterior para saber el interés que á mis ojos pudiera tener la noticia, apresúrome á ponerla en conocimiento de la Academia con lo cual quedarán cumplidos los deseos de aquel y premiados en cierto modo los dispendios del descubridor de dichos tesoros y el afán del Sr. Segura en comunicarlo á persona tan ilustrada.

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Parece, según el relato en catalán que tengo á la vista, que hace como año y medio el vecino de Piles, Sinforiano Matet, desmontando un campo de su propiedad encontró una sepultura que contenía cinco hachas de piedra y dos cuchillos de pedernal. Otras dos sepulturas aparecieron á principios de Octubre y en ellas varios é interesantes objetos.

La forma de aquellos enterramientos es la de un hoyo de 8 á 9 palmos de profundidad, en cuyo fondo había otro á manera de pozo, de 5 palmos de diámetro y otros tantos en sentido vertical. En la base de este segundo pozo existía el esqueleto que figura en una de las fotografías indicando claramente el modo como los enterradores colocaron el cadáver; esto es, en cuclillas, por el estilo de las momias del Perú, como no podían menos de hacer, dadas las dimensiones de la sepultura. Cubrían aquellos restos varias y toscas piedras sin labrar, y encima tierra hasta la superficie del suelo.

Hallábanse situadas dichas sepulturas hacia el promedio de una pendiente de un cerro bastante accesible, á cuyo pie existe la llamada Fuente Fría que da nombre á la partida de dicho término municipal; más allá extiéndese una pequeña pero hermosa llanura rodeada de montes.

Entre los objetos encontrados figuraba en la primera sepultura un esqueleto humano bastante deteriorado fuera de la calavera, al parecer de extraordinario tamaño. No dice el relato si se ha conservado ó no este precioso objeto; de desear sería verlo para discurrir acerca de los caracteres que ofrece. Junto con el esqueleto encontráronse también, según se ha indicado, cinco hachas pulimentadas, la más bella de las cuales, dice el relato, mide 0,10 m. por 0,5 en la parte más ancha; es de piedra durísima de color verde obscuro, que no se deja rayar por el acero, con el corte muy bien hecho. Otras tres hachas son negras y de unos 0,08 m. por 0,4 de ancho; la última es de piedra blanca con manchas obscuras, de dureza análoga á los anteriores y de dimensiones iguales á la primera. Además de esto, aparecieron dos cuchillos de pedernal, uno de ellos muy notable por sus dimensiones que eran de 0,20 m. de largo por 0,025 de ancho. Admírase y con razón Mosén Segura de la habilidad que supone la labra de   —107→   semejante instrumento, el cual, por desgracia, quedó reducido á 0,08 m. por hacer ensayos con él. El otro cuchillo de pedernal parece que no lo vió el relator del descubrimiento.

En la segunda sepultura también apareció otro esqueleto más diminuto que el anterior, pero en posición análoga según la disposición del enterramiento, con la particularidad de encontrarse junto al sitio de la oreja, á manera de arracada compuesta de cuatro conchitas conservadas unidas y como arracimadas en el barro que llenaba la sepultura. En la concha más inmediata al pabellón de la oreja distínguese aún el agujero por donde hubo de pasar, si no el hilo, como dice el Sr. Segura, porque todavía no se había inventado, la hebra vegetal ó el tendón que servía para colgar el pendiente. Además de esto aparecieron sobre la coja del pecho y alrededor del cuello algunas docenas de muy pequeñas estalactitas, algunas con agujero, otras sin él. Por último, figuraban también rodeando las vértebras cervicales unos cuantos caracoles del país, pero no perforados; de haberlo estado formaría de seguro un nuevo collar.

Aparte de todo esto apareció un cuchillo de pedernal con la punta truncada, de 0,11 m. próximamente de largo, y sobre 0,025 m. en la parte más ancha. Completa el tesoro de esta sepultura una piedra negra sin labrar de forma cilíndrica, que mide 0,07 m. de largo por 0,02 m. de ancho.

En la tercera sepultura encontráronse varios fragmentos de cuchillos de pedernal de 0, 10, 0,070, 0,04 m. de largo y de 0,02 m. de ancho y 0,01 m. de un solo corte, algo curvo, más tosco que los anteriores, y entero, sin indicar sus dimensiones. Figuran además cuatro piedras triangulares y pulimentadas, midiendo 0,00, 0,025 y 0,05 m. de largo, ancho 0,01 m.; la piedra es negra y poco consistente (¿será pizarra?).

A doce ó quince pasos de dichas sepulturas apareció una tinaja de barro mal cocido puesta boca abajo, siendo su ancho de unos dos palmos y otros tantos su altura; alrededor del cuello ofrecía un adorno del mismo barro. Estaba llena de tierra, en cuyo interior no apareció nada á pesar de haberla roto, por el ansia de descubrir pronto el tesoro que creían contener.

El relato termina indicando que la excavación de la primera   —108→   sepultura la hizo á sus expensas el propietario del terreno, y que D. Juan Segura y su sobrino D. Esteban Puig, ambos sacerdotes, sufragaron los gastos de todo, que ascendió á unas 30 pesetas, quedando los objetos en poder del Sr. Matet. Sospecha el Sr. Segura, y puede tener razón, que existan otras necrópolis, y hace un llamamiento á las corporaciones científicas del país para ver si pudiera conseguirse lo que él desea. Quizás la Comisión de monumentos de Tarragona pudiera prestar tan valioso servicio.

Acompaña á la Memoria una nota explicativa de las fotografías escrita por el presbítero D. Esteban Puig.

Trátase, pues, en vista de lo que acaba de expresarse, de una estación neolítica de la piedra pulimentada ó de tránsito de la mesolítica, puesto que todavía se servían aquellos naturales de los cuchillos de pedernal; con la particularidad, muy digna de tenerse en cuenta, de la forma del enterramiento, de la conservación de los esqueletos humanos y de los adornos que llevaban los cadáveres al ser sepultados, lo cual parece indicar que eran aquellas personas de calidad.

Con el plausible propósito de ver si recababa mayor copia de datos para completar este informe, especialmente por lo que respecta al examen de los restos humanos, parte principalísima del descubrimiento, manifesté al joven Vizconde de Palazuelos estos deseos, que han sido satisfechos con la adjunta atenta carta, remitiéndome la de D. Esteban Puig, que acompaño, y en la cual por fortuna se comunican algunos interesantes detalles. Pero por lo demás, de su lectura se desprende que en este desdichado país, por ignorancia unas veces y por codicia otras, es por todo extremo raro que consiga el que se dedica á este linaje de estudios tener á su disposición los objetos que la casualidad suele descubrir.

Madrid, 7 de Enero de 1893.





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