Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente



  -[34]-     -35-  
ArribaAbajo

Sonetos




ArribaAbajo

- I -


Procura desmentir los elogios que a un retrato de la poetisa inscribió la verdad, que llama pasión


ArribaAbajo   Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentado los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

    éste en quien la lisonja ha pretendido  5
excusar de los años los horrores
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido:

    es un vano artificio del cuidado;
es una flor al viento delicada;  10
es un resguardo inútil para el hado;

    es una necia diligencia errada;
es un afán caduco, y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.




ArribaAbajo

- II -


Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios y justifica su divertimiento a las Musas


ArribaAbajo    ¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
-36-

   Yo no estimo tesoros ni riquezas,  5
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

   Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades  10
ni riqueza me agrada fementida,

    teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.




ArribaAbajo

- III -


Muestra sentir que la baldonen par los aplausos de su habilidad


ArribaAbajo    ¿Tan grande, ¡ay hado!, mi delito ha sido
que por castigo de él o por tormento
no basta el que adelanta el pensamiento
sino el que le previenes al oído?

    Tan severo en mi contra has procedido,  5
que me persuado, de tu duro intento,
a que sólo me diste entendimiento
porque fuese mi daño más crecido.

    Dísteme aplausos para más baldones,
subir me hiciste, para penas tales;  10
y aun pienso que me dieron tus traiciones

    penas a mi desdicha desiguales
porque viéndome rica de tus dones
nadie tuviese lástima a mis males.




ArribaAbajo

- IV -


Cadena por crueldad disimulada el alivio que la esperanza da


ArribaAbajo    Diuturna enfermedad de la esperanza
que así entretienes mis cansados años
-37-
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza;

   que siempre suspendida en la tardanza  5
de inclinarse, no dejan tus engaños
que lleguen a excederse en los tamaños
la desesperación o la confianza:

    ¿quién te ha quitado el nombre de homicida
pues lo eres más severa, si se advierte  10
que suspendes el alma entretenida

    y entre la infausta o la felice suerte
no lo haces tú por conservar la vida
sino por dar más dilatada muerte?




ArribaAbajo

- V -


En que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes


ArribaAbajo   Rosa divina que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura;

   amago de la humana arquitectura,  5
ejemplo de la vana gentileza
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura:

    ¡cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas;  10
y luego, desmayada y encogida,

   de tu caduco ser das mustias señas!
¡Con qué, con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!

  -38-  


ArribaAbajo

- VI -


Muestra se debe escoger antes morir que exponerse a los ultrajes de la vejez


ArribaAbajo   Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

    y dijo: Goza, sin temor del hado,  5
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado.

    Y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,  10
no sientas el morir tan bella y moza;

    mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.




ArribaAbajo

- VII -


Contiene una fantasía contenta con amar decente


ArribaAbajo   Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

    Si al imán de tus gracias atractivo  5
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

   Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;  10
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
-39-

    que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.




ArribaAbajo

- VIII -


En que satisfaga un recelo con la retórica del llanto


ArribaAbajo   Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

    Y Amor, que mis intentos ayudaba,  5
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

    Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,  10
ni el vil recelo tu quietud contraste

    con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.




ArribaAbajo

- IX -


Efectos muy penosos de amor, y que no por grandes igualan con las prendas de quien le causa


ArribaAbajo    ¿Vesme, Alcino, que atada a la cadena
de amor, paso, en sus hierros aherrojada,
mísera esclavitud desesperada,
de libertad y de consuelo ajena?

   ¿Ves de dolor y angustia el alma llena,  5
de tan fieros tormentos lastimada,
y entre las vivas llamas abrasada,
juzgarse por indigna de su pena?
-40-

   ¿Vesme seguir sin alma un desatino
que yo misma condeno por extraño?  10
¿Vesme derramar sangre en el camino

    siguiendo los vestigios de un engaño?
¿Muy admirado estás? ¿Pues ves, Alcino?
Más merece la causa de mi daño.




ArribaAbajo

- X -


No quiero pasar por olvido lo descuidado


ArribaAbajo    Dices que yo te olvido, Celio, y mientes,
en decir que me acuerdo de olvidarte,
pues no hay en mi memoria alguna parte
en que, aun como olvidado, te presentes.

   Mis pensamientos son tan diferentes  5
y en todo tan ajenos de tratarte,
que ni saben ni pueden olvidarte,
ni si te olvidan saben si lo sientes.

    Si tú fueras capaz de ser querido,
fueras capaz de olvido; y ya era gloria  10
al menos la potencia de haber sido.

    Mas tan lejos estás de esa victoria,
que aqueste no acordarme no es olvido
sino una negación de la memoria.




ArribaAbajo

- XI -


Prosigue el mismo pesar y dice que aún no se debe aborrecer tan indigno sujeto, por no tenerle aún así cerca del corazón


ArribaAbajo    Silvio, yo te aborrezco y aun condeno
el que estés de esta suerte en mi sentido,
que infama el hierro el escorpión herido
y a quien lo huella mancha inmundo cieno.

    Eres como el mortífero veneno,  5
que daña quien lo vierte inadvertido;
y en fin, eres tan malo y fementido,
que aun para aborrecido no eres bueno.
-41-

    Tu aspecto vil a mi memoria ofrezco,
aunque con susto me lo contradice,  10
por darme yo la pena que merezco,

    pues cuando considero lo que hice,
no sólo a ti, corrida, te aborrezco,
pero a mí, por el tiempo que te quise.




ArribaAbajo

- XII -


De amor, puesto antes en sujeto indigno, es enmienda blasonar del arrepentimiento


ArribaAbajo    Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado,
cuán grave es la malicia del pecado,
cuán violenta la fuerza de un deseo.

   A mi misma memoria apenas creo  5
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado,
el término final de un mal empleo.

    Yo bien quisiera, cuando llego a verte,
viendo mi infame amor poder negarlo;  10
mas luego la razón justa me advierte

   que sólo me remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte
sólo es bastante pena confesarlo.




ArribaAbajo

- XIII -


Un celoso refiere el común pesar, que todos padecen, y advierte a la causa el fin que puede tener la lucha de afectos encontrados


ArribaAbajo   Yo no dudo, Lisarda, que te quiero,
aunque sé que me tienes agraviado;
mas estoy tan amante y tan airado,
que afectos que distingo no prefiero:
-42-

   De ver que odio y amor te tengo, infiero  5
que ninguno estar puede en sumo grado,
pues no le puede el odio haber ganado
sin haberle perdido amor primero.

   Y si piensas que el alma que te quiso
ha de estar siempre a tu afición ligada,  10
de tu satisfacción vana te aviso.

   Pues si el amor al odio ha dado entrada,
el que bajó de sumo a ser remiso
de lo remiso pasará a ser nada.




ArribaAbajo

- XIV -


Que consuela un celoso epilogando la serie de los amores


ArribaAbajo    Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.

   Doctrínanle tibiezas y despego,
conserva el ser entre engañosos velos,
hasta que con agravios o con celos
apaga con sus lágrimas su fuego.  5

   Su principio, su medio y fin es éste:
¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío
de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

   ¿Qué razón hay de que dolor te cueste?
Pues no te engaño amor, Alcino mío,  10
sino que llegó el término preciso.




ArribaAbajo

- XV -


De una reflexión cuerda con que mitiga el dolor de una pasión


ArribaAbajo    Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.
-43-

   Toda en su mal el alma divertida,  5
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.

    Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso  10
señas de dar el último suspiro.

    no sé por qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?




ArribaAbajo

- XVI -


Sólo con aguda ingeniosidad esfuerza el dictamen de que sea la ausencia mayor mal que los celos


ArribaAbajo    El ausente, el celoso, se provoca,
aquél con sentimiento, éste con ira;
presume éste la ofensa que no mira
y siente aquél la realidad que toca:

   Éste templa tal vez su furia loca  5
cuando el discurso en su favor delira;
y sin intermisión aquél suspira,
pues nada a su dolor la fuerza apoca.

    Éste aflige dudoso su paciencia
y aquél padece ciertos sus desvelos;  10
éste al dolor opone resistencia;

    aquél, sin ella, sufre desconsuelos:
y si es pena de daño, al fin, la ausencia,
luego es mayor tormento que los celos.

  -44-  


ArribaAbajo

- XVII -


Resuelve la cuestión de cuál sea pesar más molesto en encontradas correspondencias: amar o aborrecer


ArribaAbajo   Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

   ¿Qué sufrimiento no estará cansado,  5
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

   Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:  10
si de éste busco el agradecimiento,

   a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.




ArribaAbajo

- XVIII -


Prosigue el mismo asunto y determina que prevalezca la razón contra el gusto


ArribaAbajo   Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

    Al que trato de amor hallo diamante;  5
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.

    Si a éste pago, padece mi deseo:
si ruego aquél, mi pundonor enojo:  10
de entrambos modos infeliz me veo.
-45-

    Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.




ArribaAbajo

- XIX -


Continúa el asunto y aun le expresa con más viva elegancia


ArribaAbajo    Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

    a quien más me desdora, el alma ofrezco;  5
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

    si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido  10
y al padecer de todos modos vengo;

    pues ambos atormentan mi sentido:
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.




ArribaAbajo

- XX -


Enseña cómo un solo empleo en amar es razón y conveniencia


ArribaAbajo    Fabio, en el ser de todos adoradas
son todas las beldades ambiciosas,
porque tienen las aras por ociosas
si no las ven de víctimas colmadas.

    Y así, sí de uno solo son amadas,  5
viven de la fortuna querellosas;
porque piensan que más que ser hermosas
constituyen deidad al ser rogadas.
-46-

    Mas yo soy en aquesto tan medida,
que en viendo a muchos mi atención zozobra  10
y sólo quiero ser correspondido.

    de aquel que de mi amor réditos cobra;
porque es la sal del gusto al ser querido:
que daña lo que falta y lo que sobra.




ArribaAbajo

- XXI -


Alaba con especial acierto el de un músico primoroso


ArribaAbajo   Dulce deidad del viento armoniosa,
suspensión del sentido deseada,
donde gustosamente aprisionada
se mira la atención más bulliciosa;

    perdona a mi zampoña licenciosa  5
si al escuchar tu lira delicada
canta con ruda voz desentonada
prodigios de la tuya milagrosa.

    Pause su lira el Tracio, que aunque calma
puso a las negras sombras del olvido,  10
cederte debe más gloriosa palma,

    pues más que a ciencia el arte has reducido
haciendo suspensión de toda un alma
el que sólo era objeto de un sentido.




ArribaAbajo

- XXII -


Contrapone el amor al fuego material y quiere achacar remisiones a éste, con ocasión de contar el suceso de Porcia


ArribaAbajo   ¿Qué pasión, Porcia, qué dolor tan ciego
te obliga a ser de ti fiera homicida?
¿O en qué te ofende tu inocente vida
que así le das batalla a sangre y fuego?

    Si la fortuna airada al justo ruego  5
de tu esposo se muestra endurecida,
-47-
bástale el mal de ver su acción perdida;
no acabes, con tu vida, su sosiego.

    Deja las brasas, Porcia, que mortales
impaciente tu amor elegir quiere;  10
no al fuego de tu amor el fuego iguales;

    porque si bien de tu pasión se infiere,
mal morirá a las brasas materiales
quien a las llamas del amor no muere.




ArribaAbajo

- XXIII -


Engrandece el hecho de Lucrecia


ArribaAbajo   ¡Oh, famosa Lucrecia, gentil dama,
de cuyo ensangrentado noble pecho
salió la sangre que extinguió a despecho
del rey injusto la lasciva llama!

   ¡Oh, con cuánta razón el mundo aclama  5
tu virtud, pues por premio de tal hecho
aún es para tus sienes cerco estrecho
la amplísima corona de tu fama!

    Pero si el modo de tu fin violento
puedes borrar del tiempo y sus anales,  10
quita la punta del puñal sangriento

    con que pusiste fin a tantos males;
que es mengua de tu honrado sentimiento
decir que te ayudaste de puñales.




ArribaAbajo

- XXIV -


Nueva alabanza del mismo hecho


ArribaAbajo   Intenta de Tarquino el artificio
a tu pecho, Lucrecia, dar batalla;
ya amante llora, ya modesto calla;
ya ofrece toda el alma en sacrificio.
-48-

   Y cuando piensa ya que más propicio  5
tu pecho a tanto imperio se avasalla,
el premio, como Sísifo, que halla,
es empezar de nuevo el ejercicio.

    Arde furioso y la amorosa tema
crece en la resistencia de tu honda,  10
con tanta privación más obstinada.

   ¡Oh providencia de deidad suprema:
tu honestidad motiva tu deshonra
y tu deshonra te eterniza honrada!




ArribaAbajo

- XXV -


Refiere con ajuste la tragedia de Píramo y Tisbe


ArribaAbajo   De un funesto moral la negra sombra,
de horrores mil, y confusiones llena,
en cuyo hueco tronco aún hoy resuena
el eco que doliente a Tisbe nombra,

    cubrió la verde matizada alfombra  5
en que Píramo amante abrió la vena
del corazón, y Tisbe de su pena
dio la señal que aún hoy al mundo asombra.

    Mas viendo del amor tanto despecho,
la muerte, entonces de ellos lastimada,  10
sus dos pechos juntó con lazo estrecho:

    mas ¡ay de la infeliz y desdichada
que a su Píramo dar no puede el pecho
ni aun por los duros filos de una espada!




ArribaAbajo

- XXVI -


Convaleciente de una enfermedad grave, discreta con la señora virreina, marquesa de Mancera, atribuyendo a su mucho amor aún su mejoría en morir


ArribaAbajo    En la vida que siempre tuya fue,
Laura divina, y siempre lo será,
-49-
la Parca fiera, que en seguirme da,
quiso asentar por triunfo el mortal pie.

    Yo de su atrevimiento me admiré,  5
que si debajo de su imperio está,
tener poder no puede en ella ya,
pues del suyo contigo me libré.

   Para cortar el hilo que no hiló,
la tijera mortal abierta vi.  10
-¡Ay, parca fiera! -dije entonces yo-.

    Mira que sola Laura manda aquí.
Ella corrida al punto se apartó.
Y dejome vivir sólo por ti.




ArribaAbajo

- XXVII -


En la muerte de la excelentísima señora marquesa de Mancera (1674)


ArribaAbajo    De la beldad de Laura enamorados
los cielos, la robaron a su altura,
porque no era decente a su luz pura
ilustrar estos valles desdichados.

    O porque los mortales, engañados  5
de su cuerpo en la hermosa arquitectura,
admirados de ver tanta hermosura
no se juzgasen bienaventurados.

    Nació donde el Oriente el rojo velo
corre al nacer al astro rubicundo  10
y murió donde con ardiente anhelo

    da sepultura a su luz el mar profundo:
que fue preciso a su divino vuelo
que diese como el sol la vuelta al mundo.

  -50-  


ArribaAbajo

- XXVIII -


A lo mismo


ArribaAbajo    Bello compuesto en Laura dividido,
alma inmortal, espíritu glorioso,
¿por qué dejaste cuerpo tan hermoso?
¿Y para qué tal alma has despedido?

    Pero ya ha penetrado en mi sentido  5
que sufres el divorcio riguroso
porque el día final puedas gozoso
volver a ser enteramente unido.

    Alza tú, alma dichosa, el presto vuelo,
y de tu hermosa cárcel desatada,  10
dejando vuelto su arrebol en hielo,

    sube a ser de luceros coronada:
que bien es necesario todo el cielo
porque no eches de menos tu morada.




ArribaAbajo

- XXIX -


A la esperanza, escrito en uno de sus retratos


ArribaAbajo    Verde embeleso de la vida humana,
loca esperanza, frenesí dorado,
sueño de los despiertos intrincado,
como de sueños, de tesoros vana;

   alma del mundo, senectud lozana,  5
decrépito verdor imaginado,
el hoy de los dichosos esperado
y de los desdichados el mañana:

    sigan tu sombra en busca de tu día
los que, con verdes vidrios por anteojos,  10
todo lo ven pintado a su deseo:

    que yo, más cuerda en la fortuna mía,
tengo en entrambas manos ambos ojos
y solamente lo que toco veo.

  -51-  


ArribaAbajo

- XXX -


Atribuido a la poetisa


ArribaAbajo    Cítara de carmín que amaneciste
trinando endechas a tu amada esposa
y, paciéndole el ámbar a la rosa,
el pico de oro, de coral teñiste;

   dulce jilguero, pajarito triste,  5
que apenas el aurora viste hermosa
cuando el tono primero de una glosa
la muerte hallaste y el compás perdiste:

    no hay en la vida, no, segura suerte;
tu misma voz al cazador convida  10
para que el golpe cuando tire acierte.

    ¡Oh fortuna buscada aunque temida!
¿Quién pensara que cómplice en tu muerte
fuera, por no callar, tu propia vida?



  -[52]-     -53-  
ArribaAbajo

Redondillas




ArribaAbajo

- I -


Que responde a un caballero que dijo ponerse hermosa la mujer con querer bien


ArribaAbajo    Silvio, tu opinión va errada,
que en lo común, si se apura,
no admiten por hermosura
hermosura enamorada.

    Pues si bien de la extrañeza  5
el atractivo más grato
es el agrio de lo ingrato
la sazón de la belleza.

    Porque gozando excepciones
de perfección más que humana,  10
la acredita soberana
lo libre de las pasiones.

   Que no se conserva bien
ni tiene seguridad
la rosa de la beldad  15
sin la espina del desdén.

    Mas si el amor hace hermosas,
pudiera excusar ufana
con merecer la manzana
la contienda de las diosas.  20

    Belleza llego a tener
de mano ten generosa,
que dices que seré hermosa
solamente con querer.
-54-

    Y así en lid contenciosa  25
fuera siempre la triunfante;
que, pues nadie es tan amante,
luego nadie tan hermosa.

   Mas si de amor el primor
la belleza me asegura,  30
te deberé la hermosura,
pues me causas el amor.

    Del amor tuyo confío
la beldad que me atribuyo
porque siendo obsequio tuyo  35
resulta en provecho mío.

    Pero a todo satisfago
con ofrecerte de nuevo
la hermosura que te debo
y el amor con que te pago.  40




ArribaAbajo

- II -


En que describe racionalmente los efectos irracionales del Amor


ArribaAbajo   Este amoroso tormento
que en mi corazón se ve,
sé que lo siento, y no sé
la causa por que lo siento.

    Siento una grave agonía  5
por lograr un devaneo
que empieza como deseo
y para en melancolía.

    Y cuando con más terneza
mi infeliz estado lloro,  10
sé que estoy triste e ignoro
la causa de mi tristeza.

    Siento un anhelo tirano
por la ocasión a que aspiro
y cuando cerca la miro  15
yo misma aparto la mano.
-55-

    Porque si acaso se ofrece
después de tanto desvelo,
la desazona el recelo
o el susto la desvanece.  20

    Y si alguna vez sin susto
consigo tal posesión,
cualquiera leve ocasión
me malogra todo el gusto.

    Siento mal del mismo bien  25
con receloso temor,
y me obliga el mismo amor
tal vez a mostrar desdén.

   Cualquier leve ocasión labra
en mi pecho de manera  30
que el que imposibles venciera
se irrita de una palabra.

    Con poca causa ofendida
suelo en mitad de mi amor
negar un leve favor  35
a quien le diera la vida.

   Ya sufrida, ya irritada,
con contrarias penas lucho,
que por él sufriré mucho
y con él sufriré nada.  40

    No sé en qué lógica cabe
el que tal cuestión se pruebe,
que por él lo grave es leve
y con él lo leve es grave.

   Sin bastantes fundamentos  45
forman mis tristes cuidados,
de conceptos engañados,
un monte de sentimientos.

    Y en aquel fiero conjunto
hallo, cuando se derriba,  50
que aquella máquina altiva
sólo estribaba en un punto.
-56-

   Tal vez el dolor me engaña,
y presumo sin razón
que no habrá satisfacción  55
que pueda templar mi saña.

    Y cuando a averiguar llego
el agravio por que riño,
es como espanto de niño
que para en burlas y juego.  60

    Y aunque el desengaño toco,
con la misma pena lucho
de ver que padezco mucho
padeciendo por tan poco.

    A vengarse se abalanza  65
tal vez el alma ofendida
y después arrepentida
toma de mí otra venganza.

    Y si al desdén satisfago
es con tan ambiguo error  70
que yo pienso que es rigor
y se remata en halago.

    Hasta el labio desatento
suele equívoco tal vez,
por usar de la altivez,  75
encontrar el rendimiento.

    Cuando por soñada culpa
con más enojo me incito,
yo le acrimino el delito
y le busco la disculpa.  80

    No huyo el mal ni busco el bien,
porque en mi confuso error
ni me asegura el amor
ni me despecha el desdén.

    En mi ciego devaneo,  85
bien hallada con mi engaño,
solicito el desengaño
y no encontrarlo deseo.
-57-

   Si alguno mis quejas oye,
más a decirlas me obliga,  90
porque me las contradiga,
que no porque las apoye.

    Porque si con la pasión
algo contra mi amor digo,
es mi mayor enemigo  95
quien me concede razón.

    Y si acaso en mi provecho
hallo la razón propicia,
me embaraza la injusticia
y ando cediendo el derecho.  100

   Nunca hallo gusto cumplido,
porque entre alivio y dolor
hallo culpa en el amor
y disculpa en el olvido.

    Esto de mi pena dura  105
es algo del dolor fiero
y mucho más no refiero
porque pasa de locura.

    Si acaso me contradigo
en este confuso error,  110
aquel que tuviese amor
entenderá lo que digo.




ArribaAbajo

- III -


Arguye de inconsecuencia el gusto y la censura de los hombres, que en las mujeres acusan lo que acusan


ArribaAbajo    Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

    Si con ansia sin igual  5
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
-58-

    Combatís su resistencia
y luego con gravedad  10
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

    Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco  15
y luego le tiene miedo.

    Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.  20

   ¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

    Con el favor y el desdén  25
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

    Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,  30
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

    Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel  35
y a otra por fácil culpáis.

   ¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?  40

    Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.
-59-

   Dan vuestras amantes penas  45
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

   ¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:  50
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

   ¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga  55
o el que paga por pecar?

    ¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.  60

   Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

    Bien con muchas armas fundo  65
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.




ArribaAbajo

- IV -


Enseña modo con que la Hermosura, solicitada de amor importuno, pueda quedarse fuera de él, con entereza tan cortés que haga bienquisto hasta el mismo desaire


ArribaAbajo    Dos dudas en que escoger
tengo y no sé a cuál prefiera,
pues vos sentís que no quiera
y yo sintiera querer.

   Con que si a cualquier lado  5
quiero inclinarme, es forzoso,
-60-
quedando el uno gustoso,
que otro quede disgustado.

    Si daros gusto me ordena
la obligación, es injusto  10
que por daros a vos gusto
haya yo de tener pena.

    Y no juzgo que habrá quien
apruebe sentencia tal
como que me trate mal  15
por trataros a vos bien.

    Mas por otra parte siento
que es también mucho rigor
que lo que os debo en amor
pague en aborrecimiento.  20

    Y aun irracional parece
este rigor, pues se infiere,
si aborrezco a quien me quiere,
¿qué haré con quien aborrezco?

    No sé cómo despacharos,  25
pues hallo al determinarme
que amaros es disgustarme
y no amaros disgustaros.

    Pero dar un medio justo
en estas dudas pretendo,  30
pues no queriendo os ofendo
y queriéndoos me disgusto.

    Y sea ésta la sentencia,
porque no os podáis quejar:
que entre aborrecer y amar  35
se parta la diferencia.

    De modo que entre el rigor
y el llegar a querer bien
ni vos encontréis desdén
ni yo pueda hallar amor.  40
-61-

   Esto el discurso aconseja,
pues con esta conveniencia
ni yo quedo con violencia
ni vos partís con queja.

    Y que estaremos infiero  45
gustosos con lo que ofrezco,
vos, de ver que no aborrezco,
yo, de saber que no quiero.

    Sólo este medio es bastante
a ajustarnos, si os contenta:  50
que vos me logréis atenta
sin que yo pase a lo amante.

    Y así quedo, en mi entender,
esta vez bien con los dos:
con agradecer, con vos;  55
conmigo, con no querer.

    Que aunque a nadie llegue a darse
en esto gusto cumplido
ver que es igual el partido
servirá de resignarse.  60



Arriba
Anterior Indice Siguiente