Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

ArribaAbajo

Capítulo LXVII

Cómo la sentencia dada contra el Mundo fue llevada a ejecución en lo que el Mundo tocaba.

     Otro día, al tiempo que el mensajero del claro día con los pálidos rayos de la dulce y sabrosa mañana se encubría, el Penalo, ejecutor de la divina Justicia, hizo aparejar el encubertado carro y, haciendo poner en él al Mundo, salió con su compaña a fuera de la torre de la custodia, donde le recibió el Caballero del Sol, ca ya ahí aguardándole estaba. Y dando con un açote a los búfanos que el triste carro llevaban, començaron de caminar, acompañando al triste Mundo sus malos servidores hasta la gran puerta del Campo de la Verdad, donde se volvieron, porque las guardas no los dejaron salir, según estaba mandado.

     Saliendo, pues, Penálope sic y su compaña por la real puerta y pasando por la divina torre, tomaron por una senda que a la peña de la Aguda Punta guiaba, la cual era el fin del camino de la doncella que se llamaba Ociosidad Mundana; por la cual, no con poco trabajo, caminaron seis días en cabo de los cuales llegaron al pie de una agra y espantosa peña, cubierta de una espesa niebla tan obscura que bien se pudiera llamar tiniebla, en la cual resonaba un sordo y tan triste sonido que los cuerpos hacía temblar y las ánimas entristecía. Y, por ser tarde, albergaron al pie de ella esa noche el Caballero Penálope y su compaña.

     Otro día por la obscura mañana, ca ahí no parecía jamás el sol claro, dejando el carro y caballos a los escuderos que los acompañaban y tomando en medio al aprisionado Mundo, a pie, començaron de subir por la áspera y trabajosa peña, con tanto trabajo y pena que cada hora se hallaban tan lasos con el peso de las armas y la aspereza de la roca que apenas podían poner pie adelante. Con todo este trabajo llegaron ese día a la cumbre primera de la peña, sobre la cual començaba a nacer y haber principio la temorosa Roca de la Aguda Punta. Esa noche albergaron ahí. Y otro día, tornando al començado trabajo, començaron con más crecida fatiga y no cansado afán a subir por la temerosa y áspera roca, la cual tardaron en subir dos días, porque muy espaciosamente caminaban por la aspereza de la encumbrada roca, y porque cuanto más arriba tanto mas espesa era la niebla. El cuarto día, dos horas después que la oscurecida luz del negro día pareció, acabaron de subir en la cumbre de la Aguda Punta de la temerosa roca, la cual era tan alta que a las nubes parecía tocar. Así que con crecido temor y harto trabajo el Caballero Penálope y el Caballero del Sol y su compaña se podían tener sobre la Aguda Punta por la mucha estrechura que en ella había y por un aire muy frío y un viento muy recio y temeroso terremoto que ahí había y una niebla tan obscura que la vista de los turbados ojos quitaba.

     Pues con todo este temor y trabajo los dos caballeros Penálope y del Sol, por notar y saber lo que ahí había, miraron de la otra parte al Valle de la Tristura, donde vieron por la roca abajo tantas puntas tan agudas que cosa era de temer más que no de ver, en las cuales estaban muchos cuerpos despedaçados de los que de la alta cumbre a la no vista hondura eran despeñados, y por más que la vista tendían los dos jamás alcançaron a ver lo más hondo del temeroso triste Valle de Tristura, tanta era la altura de la Roca de la Aguda Punta y tan profunda era la espantosa hondura del obscuro Valle de Tristura, y cuando más extensamente lo estaban mirando solamente alcançaban a ver unas obscuras y muy espantosas tinieblas que todo el temeroso valle cubrían, y sus ojos turbaban, donde oían un doloroso y temeroso murmullo que de las ciegas tinieblas salía, como de lastimados y atormentados hombres que con gran dolor y crecida pasión su grande pena quejaban. Juntamente sonaban ahí muchos golpes y gran herrería. Tanto era el temor y espanto que sólo ver aquel temeroso y espantable lugar ponía, juntamente con oír los dolorosos sospiros y muy llorosos y tristes gemidos que de él salían, que no hubiera caballero, por muy esforçado y de gran valentía y coraçón fuerte que fuese, que durase a mirar a lo bajo del Valle de Tristura la mitad de un cuarto de hora.

     Después que el caballero Penalo y su compaña hubieran mirado y notado las cosas espantables del temeroso valle, tomaron con sus armados braços al muy triste y sentenciado Mundo, el cual, viendo su sepultura abierta y la cruel muerte ante sus ojos, y conociendo el desastrado fin de sus ancianos días acercarse, començó con llorosa y apasionada voz a decir de esta manera:

     Habla del Mundo con los caballeros ejecutores de la sentencia.

     ¡Oh caballero Penalo y vosotros celadores de lo bueno! si hubiérades gustado de mi vicioso vivir no os espantáredes por verme tan mala muerte morir. Y si conociésedes mi maldad no os dolería mi pena. Si entendiésedes por entero mis perversos excesos diríades que justamente merezco tan cruel castigo. Si fuésedes bien informados de mi injusta y dañosa vida, pareceros hía que con razón me era debida tan espantosa sepultura. Si tuviésedes entera noticia del camino de la doncella que guarda la entrada del camino de la perdición y se llama Ociosidad Mundana, por el cual yo he caminado cargado de viejos días y malos consejos, claramente conoceríades que éste era el fin de mi jornada y el remate de mi vicioso caminar, porque os hago saber que yo escogí para guiar mi vivir el camino de la doncella Ociosidad Mundana y menosprecié el estrecho sendero de la doncella llamada Trabajosa Vida, por el cual camino ancho y de perdición hasta hoy he caminado corriendo a rienda suelta por los placeres, pasatiempos y feos vicios, cuyo fin y remate es esta temerosa Roca de la Aguda Punta, de la cual son despeñados todos los que por aquel vicioso camino caminan y sepultados en el temeroso Valle de Tristura que veis abajo, donde yo lo seré con ellos a la hora. Notad, caballeros, notad, el desastrado fin en que he venido a parar y rabiosa sepultura, que me está la puerta abierta esperando; y, pues yo me aparto del vivir, notad, pensad, pesad y considerad con atención estas postreras palabras de mi viciosa lengua dichas y con mi larga experiencia alcançadas. Sabed que esta temerosa Roca de la Aguda Punta es fin y el hondo Valle de perpetua Tristura es sepultura perpetua de los errados, paga de los malos, sueldo de los viciosos, fin y remate de los regocijos y placeres, arca de los ricos y riquezas, palacio de los grandes señores y perpetua morada de las soberbias y vanagloriosas personas, paradero de pecadores, destruición de pasatiempos mundanos y finalmente perdición y lloro eterno de los que mal viven y peor mueren. Si queréis, pues, huir todos estos irreparables daños, acordaos de olvidar la vida y tened continuo la memoria de la muerte ante vuestros ojos. Y no olvidéis estas palabras y, no las olvidando, escogeréis y siguiréis hasta el cabo la herbosa senda de la trabajosa vida, y desechando el real camino de la Ociosidad Mundana y permaneciendo en la senda de la vida vendréis al Campo de la Verdad y habréis buena sentencia. Sentencia de perpetuo gozo, sentencia de perpetua vida. Echadme, arrojadme ya, que ya la pena que espero me da pena y quiero tomar el pago de mí merecido.

     Pues como el viejo Mundo acabase estas últimas palabras, el caballero Penalo y su compaña, derramando espesas lágrimas de sus ojos, habiendo compasión del Mundo, sin poder con el grave dolor volverle palabra, lo arrojaron de la Aguda Punta abajo hacia el temeroso Valle de Tristura; y, como atentamente mirasen el gran camino que llevaba, pudieron ver como en una punta dejaba media vestidura, en otra se cortaba un braço y en otra una pierna. Y en fin, todo hecho pedaços, el todo y los pedaços, llegó a caer en las espantables y tenebrosas tinieblas, en aquella parte donde era el mayor ruido y mayores sonaban los temerosos golpes. De esta manera fue ejecutada en el perverso Mundo la justa sentencia de la poderosa Justicia.

     Sin más se detener en la Aguda y temerosa Punta de la Alta Roca, començaron los dos caballeros Penalo y el Caballero del Sol y su compaña de bajar, no con menos trabajo que habían subido, tanta prisa se dieron con todo eso a abajar de la temerosa roca por verse apartados de tan espantable y temerosa morada que en el espacio que restaba de aquel día y en otros dos bajaron hasta donde los escuderos, carro y caballos hablan dejado, y luego pusieron fuego al negro y enlutado carro, según les era mandado, el cual brevemente fue consumido de las quemadoras llamas, soltando los búfanos por el espacioso camino.

     Pues como esto fue hecho, cabalgando en sus caballos, començaron de caminar al Campo de la Verdad por el camino que habían venido. Tanto anduvieron que en cinco días llegaron al deseado Campo de la Verdad, donde todos juntos, como venían, se fueron a la rica morada de la divina Justicia y, después de haber hecho el debido acatamiento, en presencia de la poderosa Justicia y estando ahí juntamente las desterradas doncellas, el caballero y ejecutor Penalo contó de la manera que la sentencia contra el Mundo, por la divina doncella pronunciada, fue llevada a debida ejecución, según que habéis oído.

     La poderosa doncella, sabiendo cómo la sentencia estaba cumplida, cuanto lo que tocaba al Mundo, porque hubiese efecto en lo que tocaba a las desterradas doncellas, mandó a la Diligencia que, tomando la sentencia dada en favor de las desterradas doncellas y contra el Mundo. fuese con gran presteza a la tierra y la notificase a los racionales hombres moradores de ella y tomase de ellos la respuesta y volviese con presteza. La Diligencia, oído el mandado de su señora y tomando licencia, se partió luego para el espacioso orbe de la tierra.

Arriba