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Capítulo VI

En que se cuenta quien era el caballero herido y quiénes eran los Caballeros de la Torre y Floresta.

     Ya vos dijimos cómo los Caballeros de la Torre, por tomar el hermoso caballo del caballero que el Caballero del Sol halló herido en la floresta, lo maltrataron en tal manera que si no fuera por el Caballero del Sol, de su vida había poca esperança. Agora vos diremos quién era el caballero y quiénes eran los Caballeros de la Torre que lo maltrataron.

     Habéis de saber que este caballero había nombre Perseo, el galán señor del Valle de las Tres Riberas. Había de niño heredado el estado y, como llegase a los diez y ocho años, salió de su tierra por se probar y ejercitar en las armas. Pero no fue bien salido que, en la primera batalla, le aconteció lo que habéis oído, no por falta de esfuerço, sino por ser contraria ventura y ser contra un novel caballero dos caballeros membrudos y esforçados, aunque perversos en condición. Ya vos dijimos cómo los Caballeros de la Torre eran padre e hijo. Al anciano padre llamaban Silvano el valiente y a su hijo Sotelo de la Torre. Estos caballeros eran señores de aquella torre y morada y de aquella floresta donde criaban muchos ganados y labraban grandes posesiones. Así que el gran vicio y no tener en qué entender les trajo a tan mala costumbre, que por su pasatiempo solían por las floresta y maltrataban [a] los caballeros andantes y les robaban los caballos y esto tenían ellos por vicio y salían a ello como quien sale a caça. Pero el Caballero del Sol con su batalla, y después con sus buenas palabras, los apartó de tan malos hechos y mala costumbre.

     Ya después de quince días que la batalla era pasada, los tres caballeros, Silvano y Sotelo, queriendo cumplir lo que habían prometido al Caballero del Sol, se van a él y, siendo presente Perseo, señor del Valle de las Tres Riberas, hicieron homenaje de jamás emprender batalla con algún caballero a tuerto o sin razón, ni tomar cosa alguna a los andantes caballeros o a otra persona alguna, mas antes los favorecer y recibir y hospedar en su morada, haciéndoles el tratamiento que de caballero a caballero se debe hacer y más de su voluntad prometieron de dar favor y ayuda con sus personas a Perseo, el galán señor del Valle de las Tres Riberas, como a vecino, en todas sus necesidades, en satisfación del mal y daño que le habían hecho en su persona.

     Contento el Caballero del Sol de su nueva bondad, les agradeció el favor y ayuda que prometían a Perseo y así tuvo por cierto que lo cumplirían y guardarían porque en aquellos pocos de días que juntos estuvieron entró entre ellos tanta amistad que no se hallaban el uno sin el otro, así que ya Perseo estaba tan bien hallado con ellos que se le hacía caro de se apartar porque, en la verdad, eran buenos caballeros, sino por aquella mala costumbre que poco habían tomado.

     El Caballero del Sol, reprehendiendo su tardança, no con poco pesar de los caballeros de la morada de la Torre y con muchas lágrimas de Perseo, que muy caramente lo amaba, tornó a su començado camino y, habiendo caminado tres jornadas, sin que cosa de contar sea le aviniese, a la puesta del sol, a la falda de una peña sobre una ribera entre unos frondosos árboles donde albergó esa noche.

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