La presente edición del Poema de Fernán González anhela ser la más aceptable de cuantas hasta el presente se hayan publicado. Abandonando voluntariamente todo aparato exterior de erudición y crítica textual, pero ateniéndose a los inequívocos resultados de la misma, ofrece al público en general una lectura de esta obra, que estima acercarse lo más posible a la primitiva, salida de manos del autor. Se ha tomado por base la edición incluida en Biblioteca de Autores Españoles, de Ribadeneira, tomo LVII, pág. 389. Pero su texto va corregido y aun aumentado en muchos casos por otra lectura más crítica y segura, que el erudito americano Carroll y Marden dio a luz en su inestimable Poema de Fernán González. Texto crítico. (Baltimore, 1904), conforme a las leyes de una reproducción más exacta y paleográfica de los manuscritos antiguos.
Esto no obstante, se prescinde en la edición presente de ciertas modificaciones o adiciones que el erudito americano introdujo en el texto paleográfico del Poema; modificaciones que se juzgan un tanto arbitrarias, como poco conformes al lenguaje castellano del siglo XIII, y basadas en el desconocimiento de que en dicha centuria los poetas no consideraban como diptongos ciertas sílabas que hoy lo son, y, por ende, en el verso contaban como dos, completando perfectamente el número de sílabas requerido por la métrica.
En orden al estudio de los manuscritos del siglo XIV que contiene el maltratado texto del Poema; modificaciones de este texto; influjo directo o indirecto del Poema en la literatura castellana; cuántos autores se han ocupado de él; su integración en la Crónica General de Alfonso el Sabio y en otras similares; el porqué de ciertas dicciones de la lectura; origen e inspiración literaria de varios episodios, etc., etc., se remite al curioso lector, entre otros autores, al predicho americano, que lo ha tratado expresamente y con toda serie de detalles, y también al en alto grado benemérito de las letras españolas don Ramón Menéndez Pidal, en El Romancero de Fernán González, publicado en el tomo I, pág. 429, del HOMENAJE A MENÉNDEZ PELAYO. Estos datos, de alto interés para los eruditos de profesión y especialistas en la historia y desarrollo de la lengua castellana, carecen de oportunidad para el público en general, a que se dedica la edición presente.
En cambio, precede en ella al Poema un estudio particular del mismo, no existente hasta hoy desde el punto de vista que se enfoca, y que se juzga de interés general, por dilucidarse la cuestión histórica del Poema; sus fuentes históricas; la idea fundamental y el blanco político del Poema; sus relaciones con el LibrodeAlexandre; el autor y tiempo de su composición, y la bibliografía benedictina sobre Fernán González, a la cual dio origen el Poema y la defensa de su historicidad y acontecimientos particulares, en él consignados.
Modernizamos la ortografía del texto para más facilitar su lectura, y también porque en la Edad Media ni autores ni escritores o copistas seguían una ortografía fija ni determinada, ni pronunciaban del mismo modo los vocablos, aun dentro de una misma región. Pero respetamos en absoluto la grafía antigua, es decir, la forma de la palabra que entonces tenía en el lenguaje castellano. La palabra y, que con frecuencia aparece en el texto, y que no es una letra conyuntiva, sino una verdadera palabra, es traducida por ahí y no por allí, como hacen algunos autores. En vez de cargar la parte inferior de cada página del texto con notas explicativas sobre el sentido de una palabra, o sobre nombres propios, publícase al fin de la obra un índice de palabras raras, con su verdadero significado, y otro con los nombres propios y su correspondencia actual.
Se introduce en el texto del Poema una división por capítulos, que corresponde a los distintos sucesos que se tratan; de esta manera, además de facilitar la lectura, se previene al lector sobre el tema o idea que el Poema desarrolla en los mismos; con un simple recorrido de los epígrafes adquiere una idea general, bastante completa, de todo el texto.
Como era difícil encontrar en el mercado edición alguna del Poema, pues la de Ribadeneira va haciéndose ya rara, y la de Carroll y Marden se encuentra en pocas bibliotecas, la Junta del Milenario de Castilla ha tenido la idea de proponer esta nueva edición, con el fin de que pueda figurar no sólo en las bibliotecas públicas, sino en las particulares, y esté al alcance de todos los amantes de la literatura y de las glorias de Castilla. Anhela, al propio tiempo, ser un recuerdo permanente de las fiestas celebradas en Burgos para conmemorar la constitución de Castilla como estado libre e independiente, fiestas que han congregado este año en la Cabeza de Castilla la representación de casi todas las provincias de España y también de las entidades dedicadas al estudio de la historia y literatura castellana.
La urdimbre del Poema responde a hechos perfectamente históricos de la vida de Fernán González. Son éstos: sus reiteradas campañas contra el moro en defensa del territorio de Castilla, en las cuales se les hace temible y hasta altanero; sus guerras contra el rey de Navarra, que pretendía apoderarse de ciertas tierras pertenecientes al condado de Castilla; sus debates con el rey de León, en cuyo gobierno interviene como árbitro, y del cual logra el reconocimiento de la independencia absoluta, del territorio conquistado por Castilla fuera de sus límites primitivos; su protección al monasterio de San Pedro de Arlanza, que elige, al fin, para su sepultura; el espíritu democrático de Castilla, que requiere de su conde soberano previa consulta de la nación, antes de lanzarse a empresas guerreras.
El autor no pudo conocer grandes detalles acerca de estos puntos, pues no los escribió historiador alguno del tiempo de Fernán González ni posteriores. Por eso se encarga de explicar los hechos y desarrollar su narración conforme a la mentalidad de un literato del siglo XIII, acudiendo a la poesía heroica y a la retórica, a la imaginación, quizá a tradiciones populares y cantares de gesta, acaso a información verbal del monasterio de Arlanza; en una palabra, al modo como el autor se figuró que debieron pasar los hechos tres siglos antes que él escribiera. Pero la vida de Fernán González, expuesta en el Poema, pasó casi íntegra a la CrónicaGeneral de Alfonso el Sabio, y también a la CrónicaGeneral de 1344, y por medio de ellas, a todos los historiadores de la Edad Media. De esta manera, y también con ayuda de los romances que desde el siglo XIV empiezan a circular sobre Fernán González, se constituye éste en figura preeminente de la Historia de Castilla, figura que casi se iguala, si no supera a veces, a la de su conterráneo el Cid Campeador.
El arzobispo D. Rodrigo había dicho de Fernán González (De rebus Hispanie, lib. V, cap. XII): qui in acquisitione et tuitione et dilatatione patrie utililer, strenueque et fideliter laborarat. Alfonso de Cartagena (Anacephalosis, cap. LVIII y sigs.) testificaba que Fernán González multa prelia gloriose gessit, y además libró a Castilla a subjectione regis Legionis ex toto. Marineo Siculo, extranjero, o sea italiano del siglo XV, en cuyo último tercio vivió por España, en su obra De Hispanie viris illustribus consignaba a la letra esta frase acerca de Fernán González: Hispanie máximum ornamentum et decus inmortale, cujus máximum nomen et fama bellicis in rebus incredíbilis, universum orbem terrarum implevit.
En el siglo XVI corría por Castilla el elogio siguiente, según se afirma en el prólogo a la Crónica de Fernán González por Gonzalo de Arredondo:
Deus eternus, summus orbis potens rector,
Ferdinandi Gonsalvi comitis protector;
Hunc misit ut sublevet dirigensque protegat
Hesperiam et premat pravos atque demergat.
Y también estos otros:
O comes bellicose gigasque preciose,
Tufortior leone, validior dracone;
Tu summi Regis ducis vexillum sancte Crucis,
Cum quo hostes temporales vincis et infernales.
O decus militie comesque letitie,
Omnis mundus te laudat qui permansis bellando
Deum quiescis laudando.
Y este otro en castellano, manifestando el sentir de los árabes:
Levantóse un caballero, Fernán González nombrado,
Bravo y mortal omiciero, como buitre carnicero
que a todos ha destrozado;
siempre fueron muy feroces los de donde éste desciende;
mira, mira, así te goces como así siegan con hoces
El editor se atreve a lanzar sobre este particular unas ideas que cree verosímiles, ya que no del todo seguras; una hipótesis basada en atendibles razones. Al escribirse el Poema era la fortaleza de Carazo, asentada en el erguido cerro de su nombre, la defensa de tierra de Salas y afluentes del Arlanza contra toda invasión que procediera de la cuenca del alto Duero, pinares de Soria y San Esteban de Gormaz. El poeta la consideró digna de una hazaña de Fernán González, localizando en ella una batalla perfectamente histórica que dio el Conde al reconquistar, hacia 934, la ciudad de Osma y derrotar en ella por completo al ejército árabe. La semejanza del relato de Carazo y Osma es notable; los cristianos, dice el monje de Silos en su Crónica2, invocan en Osma el nombre de Dios, ordenan las haces o cuerpos del ejército; preparan los caballeros de toda la comarca para tomar parte en esta campaña; matan los cristianos a muchos miles de moros, cautivan otros tantos y regresan a tierra de Burgos, cargados de botín.
El poeta elige a Hacinas, pueblo y campo que yacen a los pies del cerro de Carazo, para situar otra de las grandes hazañas del Conde. Según él, los moros no vienen de Oriente, o sea por el Duero, sino por el Occidente, de Burgos, presentándose ante el castillo de Muñó, fortaleza superior en calidad e influjo por aquel tiempo a la del mismo Burgos; fortaleza que, a juicio del Poema, es la principal plaza de armas del Conde; los documentos coetáneos del mismo la titulan urbs, o sea capital, mientras a Burgos le dan el calificativo más inferior de civitas.
Antes de presentar batalla a estos moros de Muñó, que no se sabe cómo llegaron a Hacinas, el Conde es agraciado con la aparición de San Millán, que le promete su intervención y la del apóstol Santiago en la batalla que debe darles sin ningún género de titubeos: le indica cómo ha de distribuir su ejército en tres haces o cuerpos, y asegura la victoria final, si bien con grandes pérdidas del ejército cristiano. Se desarrolla la batalla en el campo de Hacinas; aparecen Santiago y San Millán con otros guerreros celestiales, acometiendo y llenando de pavor a los moros; ganan la batalla y el ejército cristiano adquiere gran botín de tiendas y alhajas, después de perseguir al enemigo dentro de tierra mora durante un día y dos noches. El Poema llama a esa tierra, tierra de Almería, porque en el siglo XIII los moros más cercanos de Castilla eran los de la provincia de Almería con Albacete, puesto que Murcia, Cartagena, Lorca y otras poblaciones de tierra de Murcia ya estaban sometidas entonces a los reyes de Castilla.
Estos detalles de la batalla de Hacinas nos llevan como por la mano a la batalla del Conde, conocida con el nombre de Simancas y también de Alhandega, donde se aparecen Santiago y San Millán, y derrotan con el ejército cristiano a los moros; el Conde otorga el pretendido privilegio de los votos de San Millán en agradecimiento de esta victoria3. Según una copia del mismo, citada por Moret4 y conservada en Cuéllar, el ejército cristiano se dividió en tres cuerpos de batalla, mandados, respectivamente, por el rey de León, por el de Navarra y por Fernán González, y aparecieron peleando contra el moro el Apóstol Santiago y San Millán de la Cogolla. Narra el cronista, monje de Silos, que los cristianos ganaron en esta batalla un gran botín, muchos despojos, plata y oro y vestiduras preciosas; y según el voto de San Millán, los castellanos se apoderaron de todas las tiendas y efectos del ejército moro5. Como puede ver el lector, estos datos históricos coinciden abiertamente con los señalados por el poeta en su lírico relato de la batalla de Hacinas. El Poema no canta otras hazañas del Conde en relación con sus campañas contra el moro, si no es la guerra que llevó a cabo contra él por tierras de León, Sahagún y Campos, y que dice relación, según veremos, con los disturbios de León, en que intervino Fernán González y también el moro durante el reinado de Sancho I y Ordoño III.
Los debates de Fernán González con el rey de Navarra fueron agrios y sangrientos. Según el Poema, Sancho, rey de Navarra, invade los límites de Castilla en la Rioja alta para hacerlos suyos; sale a su encuentro el Conde, le da batalla y le mata, ordenando después se lleven a Navarra sus restos mortales con todos los honores. La Historia dice que durante todo el gobierno de Fernán González fue rey de Navarra, no Sancho, sino García, el cual murió precisamente el mismo año que el Conde, o sea en 970. Imaginamos que el hecho referido por el Poema se identifica con la muerte del rey García de Navarra en los campos de Atapuerca, a manos de Fernando I de Castilla, el cual tenía con el Conde igualdad de nombre, Fernando, y una mujer que se llamaba Sancha, lo mismo que la de Fernán González. El motivo de la pelea en uno y otro caso es la invasión de territorio castellano por el navarro, al objeto de extender los límites de su reino hasta las puertas mismas de Burgos. En un poeta del siglo XIII no parece extraña esta confusión de reyes, cronología y datos topográficos, dada la igualdad de nombres en los protagonistas, el motivo de la agresión y el recuerdo popular de haber muerto un rey navarro en tierra castellana a manos de su soberano, llamado Fernando.
Tras la muerte del rey de Navarra lleva el Conde a efecto la derrota, en batalla campal, a orillas del Ebro en Rioja, del Conde de Tolosa, que había venido en socorro del fallecido monarca, navarro, y a juicio del Poema, peleó como apuesto caballero.
Según la Historia, el Conde de Tolosa, del tiempo de Fernán González, estaba emparentado con la casa real de Navarra; y un hijo suyo, llamado Raimundo, hermano que fue de Doña Ava, mujer de Garci Fernández, el sucesor de Fernán González en el condado de Castilla, finó sus días asesinado en Carazo, al decir de las Genealogías de los Condes de Tolosa6. Este hecho pudo dar origen a la relación del Poema: Raimundo viene a auxiliar al rey de Navarra en sus reyertas con el Conde; pelea contra Castilla, es muerto y vencido, no como dice la Historia, ante Carazo, la insigne fortaleza castellana, sino a orillas del Ebro; y el Conde Fernán González, en ademán caballeresco, manda llevar sus restos mortales hasta Tolosa, con todos los honores y rica iluminación.
Fernán González es árbitro del reino de León durante el gobierno de Ordoño III, su yerno; destrona a Sancho I, «vanidoso y perdido, belicoso y pendenciero», según los historiadores árabes7 ; acapara o interviene toda la autoridad real en León, a título de ser el más poderoso de todos los Condes. Pero le atacan los partidarios del destronado Sancho, a los cuales se suma el rey de Navarra; para defenderse de ambos enemigos, Fernán González apela al auxilio de los moros y con él derrota a sus contrarios, quitándoles la ciudad de Zamora. Apoderado por fin el rey Sancho de la corona de León, se vale del monarca navarro para vengarse del Conde, aprisionándole alevosamente en Cirueña y teniéndole en la cárcel una temporada, acompañado de sus hijos, presos también por el soberano navarro. La Historia señala expresamente este hecho, agregando que la cárcel del Conde fue primero en Pamplona y después en Castroviejo y Tobía8 .
A estos datos históricos se añadió después el fabuloso y opuesto a la cronología de haber sido el Conde sacado de la cárcel por intervención de Sancha, hija del rey de Navarra, y previa promesa de matrimonio por parte de aquél9 . He aquí las fuentes escritas del Poema en su relación de cómo fue preso el Conde en Cirueña, su retirada a la iglesia de San Andrés, su desposorio con la infanta Sancha, su salida de la cárcel, entrada en Castilla y bodas celebradas en Burgos. El Conde lombardo, que interviene en el desposorio de la infanta dentro de la cárcel, pudo ser creación del poeta, aprovechando esta circunstancia de que en su tiempo, o sea en el siglo XIII, vivía en Burgos una familia noble lombarda, que había dado un obispo a la mitra de Sigüenza y Palencia en la persona de Arderico, sabio universitario y organizador de los estudios de Palencia.
La prisión del Conde por el rey de León, que le tuvo cautivo casi un año en tierra de León; su liberación de la cárcel mediante la promesa de dar a su hija Urraca en matrimonio al infante D. Ordoño, o sea a Ordoño III; la celebración de las bodas en Burgos y entusiasta recepción del Conde por sus fieles vasallos, pudo dar motivo al autor del Poema para atribuir este hecho al matrimonio del Conde, preso del rey de Navarra, con la infanta Sancha.
El Poema trata de otros encuentros con el rey de Navarra, que históricamente no podemos localizar y los tomó el autor de una obra escrita y de la leyenda, como aparece en las estrofas 687 y 723. Es el único caso en que el poeta menciona las fuentes de su relato por lo que hace a Fernán González.
Cómo se logró la independencia absoluta del condado de Castilla no hay historiador coetáneo que lo refiera expresamente. No fue obra de una batalla, de un día o de un pleito ruidoso, sino consecuencia de una tozuda ambición y de la preponderancia de Fernán González en la corte de León y ante las autoridades moras y navarras. Reducida la dependencia de Castilla a un simple lazo feudatario, bastó la audacia de su Conde y la constante conducta del mismo en proceder como si tal lazo no existiera, para declararle caducado ipso facto, de hecho, sin declaración alguna de derecho. Los reyes de León y Navarra, hasta los mismos árabes, reconocieron esta independencia viviendo aún Fernán González, y tratando con él como de soberano a soberano; y nadie en su tiempo tildó el proceder de Fernán González como atentatorio a la unidad del reino de León, como un cisma revolucionario, como una rebelión audaz y coronada de éxito. Castilla primitiva era ya de hecho independiente en su Gobierno propio, pero como estado feudatario de los Reyes de León; Fernán González la libra de este ligamen feudatario.
El Poema explica este acontecimiento por el manido recurso del azor y del caballo que el rey de León compra a Fernán González, obligándose a pagarlos en determinada fecha, so pena de acrecentar duplicativamente la deuda por cuantos días pasaren de dicha fecha. Negligente el monarca leonés en cumplir su obligación, creció tanto el monto de la venta a favor del Conde castellano, que no era suficiente a pagarle toda la riqueza de Francia, dice el poeta, debiendo, por lo mismo, renunciar el soberano a sus derechos sobre Castilla en pago de tan ingente deuda. (Estrofa 573.)
La conquista de Sahagún por Fernán González, que narra el Poema, responde a la idea de ser dicha población del territorio de Castilla en cuanto ganada por el Conde a los árabes que la habían ocupado como prenda dada por el rey leonés Sancho. El poeta sabía, sin duda, que Fernando I de Castilla extendió hasta Sahagún los límites del Condado castellano, y que Alfonso VIII reivindicó esos mismos límites contra Fernando II y Alfonso IX de León, estableciendo en el Cea la divisoria entre León y Castilla.
La dotación, no fundación, del monasterio de San Pedro de Arlanza, efectuada por el Conde Fernán González, consta por fehacientes documentos que el lector podrá encontrar en el Cartulario de San Pedro de Arlanza (Madrid, 1925). Igualmente, en él y en Becerro gótico de Cardeña (Valladolid, 1900), ambos del P. Serrano, por no citar otras obras, se hallan ejemplos inequívocos del gobierno democrático de Castilla, tan a tono con el proceder de Fernán González, expuesto en el Poema.
De los personajes castellanos, citados por éste como compañeros del Conde, consta que el alférez Gonzalo Díaz fue magnate de su corte y de la de Garci Fernández, y seguramente hay que identificarle con el Gómez Díaz, alférez del Conde, que, como tal, se cita en un documento de 932. En 921 vivía un Gonzalo Díaz, hijo del Conde de Castilla, Rodrigo10 . En cuanto a Gustio González, señor de Salas, debió ser el padre de Gonzalo Gustios, señor de Salas y padre de los Siete Infantes de Lara. A su familia pertenecían Nuño, Bermudo y Álvaro Gustios, que figuran en documentos del siglo X11 . De D. Velasco, cuyo apellido era González, sabemos por documentos que fue señor de Huerta de Arriba o de Abajo en Vallegimeno, territorio de Salas12 . Nuño Laínez acaso sea el Nuño Núñez, personaje de tiempos de Fernán González; Diego Laínez aparece en el CartulariodeArlanza, página 48. De Rui de Cabia no hemos logrado mención alguna en documentos de la época ni tampoco del alférez Orbita y D. Lope el Vizcaíno. De Vigila Díaz, o sea Beila Díaz, y de Vigila o Beila Rebéllez, hay noticias en el Cartulario de Covarrubias, pág. 6, y en el de Silos, pág. 4.
Con respecto al santo monje Pelayo, amigo del Conde, nos remitimos a cuanto dice el Padre Flórez en España Sagrada, tomo XXVII, página 110 y siguientes. Únicamente añadiremos a esos datos que en 28 de octubre de 1603, y bajo la firma del abad Antonio de Alvarado, se constituyó en el monasterio de Arlanza una cofradía bajo la advocación de los santos de Ávila: Vicente, Sabina y Cristeta,; de los bienaventurados mártires y monjes Pelayo, Arsenio y Silvano, y del glorioso San García, abad, estableciéndose funciones religiosas únicamente en la fiesta de los susodichos mártires de Ávila. El Papa Clemente VIII aprobó en 1604 esta cofradía bajo la advocación de todos los santos por ella nombrados; pero no concedía indulgencias sino para la fiesta de los mártires de Ávila13.
Fernando I de Castilla ofrendó al monasterio de Arlanza un monasterio o posesión rural eclesiástica, que estaba bajo la advocación de un San Pelayo. A fines del siglo XI, y siendo dicho monasterio de San Pelayo pieza importante del patrimonio de Arlanza, comenzó a figurar este santo como uno de los patronos del convento arlantino; quizás este hecho dio ocasión a la leyenda del monje Pelayo, superior del pobre convento de Arlanza al presentarse ante él el Conde Fernán González; el Poema trata este episodio de la caza del Conde y encuentro con Pelayo, como otros casos similares, referentes a varios monasterios, y entre ellos el de Águilas de Campóo y el de la restauración, en el siglo XI, de, la catedral de Palencia.
Recordaremos a continuación algunos hechos, perfectamente históricos, que contiene el Poema, e igualmente otros que no lo son tanto. Y, ante todo, dice el Poema que el rey Chindasvinto, que él llama Cindus, fue buen monarca. En consonancia con esta afirmación debemos señalar que en la Edad Media existió una obra titulada: Passo sancti ac beatissimi regis Cindasvindi, y figuró en la biblioteca del conde de Gondomar (Rev. Arch. Bibl. y Museos, t. VIII, pág. 297). Cuando asegura que sólo Castilla quedó libre de la dominación árabe (Estr. 94), afirma una verdad si se recuerda que, según el cronista, no sólo Castilla, o sea Bardulia, sino también Vizcaya y Álava y parte de Navarra quedaron libres de la dominación agarena.
La riqueza de España, sea agrícola, sea mineral y pecuaria, expresada en De lande Hispaniae, y aplicada a Castilla, concuerda con los datos comerciales que de Castilla conocemos en los siglos XIII y XIV (Estr. 147 y sigs.). Castilla se gobierna en su interior como estado libre; elige sin intervención real sus condes, y por su sola autoridad declara la guerra a los moros y conquista territorios en las márgenes del Duero y tierra de Segovia, según expresa la Estrofa 165.
Es un hecho comprobado por las historias árabes que Fernán González recrimina al rey de Navarra por haberse hecho amigo de los moros y peleado contra los cristianos, mientras él no se prestaba a rendirse a moros ni a navarros, y sufrió una incursión de éstos en tierras castellanas a la sazón de estar él peleando contra los moros. (Estr. 286, 287 y 291.) En una circunstancia sólo el Conde se opuso a las autoridades y ejércitos moros, no atreviéndose a seguirle en su actitud los reyes de León y de Navarra (Estrofa 395). El Conde acusa al rey de Navarra de favorecer a los moros contra el condado de Castilla (Estrofa 617). Finalmente, es histórico que el monarca navarro entró en Castilla con su ejército a la sazón que Fernán González estaba ocupado en León contra el rey Sancho I.
En cambio, no se amolda a la verdad histórica nuestro Poema cuando fija los límites de Castilla en los montes de Oca, por el Este, siendo así que llegaban hasta dentro de la Rioja alta; y en Itero, por el Oeste y Amaya, cuando se extendían por Aguilar de Campóo; nada dice de sus límites por el Mediodía, que abarcaban hasta el río Duero, tierras de Cárdaba, montes de Vinuesa y Osma, etc, etc. La cuenca de Arlanza estaba ya repoblada de cristianos desde el último tercio del siglo IX; por ende, no podían dominar los moros en Carazo al hacerse cargo del condado de Castilla Fernán González. El pueblo de Contreras, sito a los pies del cerro de Carazo, era ya del monasterio de Arlanza en 912, y entre las posesiones de esta casa religiosa en dicha época las hay situadas en tierra de Lara, Muñó, etcétera, etc. El susodicho monasterio no era, al advenimiento del Conde, una pobre casa, habitada por unos pocos monjes y desconocida en medio de los bosques; la carta de dotación de la misma, expedida en 912, quince años antes de entrar el Conde en el gobierno de Castilla, prueba sin género de duda todo lo contrario. El hecho de no haberse discutido por el rey de León al Conde Fernán González la parte de Castilla situada a orillas del Ebro y sus afluentes, en las Encastaciones, Trasmiera, Asturias de Santillana y Aguilar de Campóo, sino solamente la cuenca del Arlanzón y sus afluentes, la del Arlanza y la del Duero, pudiera indicar, como hace el Poema, que León no puso en tela de juicio la soberanía del Conde en aquel territorio, donde los moros no habían entrado, sino sólo la de la otra tierra, conquistada por Castilla, fuera de sus primitivos límites y, por ende, perteneciente a la jurisdicción de los reyes de Asturias, a quienes se había reservado el imperio de todo el terreno que hubiera sido ocupado por los moros en el siglo VIII.
Cuando habla el Poema de las cartas partidas por a, b, c, que otorgó el rey de León al Conde, comete un anacronismo; las cartas partidas por a, b, c, no aparecen en Castilla hasta fines del siglo XII.
Hay quien afirma que la primera parte del Poema, referente a la historia del reino de los godos en España e invasión de los árabes, depende casi exclusivamente del EpítomeImperatorum, o sea la CrónicaRimadadeEspaña, o AnónimodeCórdoba, escrita en 754; nosotros no hemos logrado descubrir esa dependencia.
Se ha afirmado que el Poema se inspira casi exclusivamente de la CrónicadeEspaña, escrita por Lucas de Túy, cuando traza el poeta el cuadro de los reyes visigodos, invasión de España por los moros y comienzos de la Reconquista hasta los tiempos de Fernán González. El cotejo de una y otra obra rectifica por completo dicha afirmación, según se expone brevemente en las líneas que siguen. Lucas de Túy pinta al traidor conde Julián aconsejando a Rodrigo, rey de los godos, envíe todas las armas y caballos de España a África y a la Narbonense, puesto que el reino está en paz y no tiene enemigos; el Poema, por el contrario, dice le aconseja convierta las armas todas en aperos de labranza, y los caballos en bestias de trabajo, para intensificar de esta manera la riqueza agrícola y bienestar del reino. De la sepultura del rey Rodrigo, en Viseo, y de su inscripción, mencionada por el Poema, habla también el arzobispo D. Rodrigo en su obra de Rebus Hispanie.
Según Lucas de Túy, los moros dominan la provincia de Burgos y el Poitou, pero no los Pirineos de Asturias y Galicia, donde quedan godos libres del imperio moro. El Poema niega todos estos datos, afirmando que Castilla la Vieja no fue dominada por los moros ni tampoco Asturias de Santillana, pero sí las Asturias de Oviedo. El rey Pelayo está en Brete, dentro de Asturias de Oviedo, y allí intentan prenderle los moros, según Lucas de Túy; para el Poema, Brete, aunque no le nombra, está en Liébana; es el actual Brez; allí los castellanos eligen por rey a Pelayo y con su ayuda emprenden la conquista del territorio asturiano comprendido entre el mar y los Pirineos, ensanchando de ese modo el territorio de Castilla que se extendía entre el mar y los Pirineos, desde Portugalete hasta Liébana y el Deva14 .
El obispo de Túy habla de saetas y piedras con que atacaban los moros en Covadonga; el Poema cita saetas y cuadrillos. Al tratar aquél de la entrada de Carlomagno en España habla del puerto de Aspias de Roncesvalles; el arzobispo de Toledo le llama Valcarlos, y el Poema, Gitarea. Del Conde Fernán González no dice Túy otra cosa especial sino que todo su intento fue echar a perder el reino de León «de todo en todo». El espíritu de este autor y su tendencia en toda la obra es abiertamente contraria a los del Poema, como más adelante se explicará15 .
Por el contrario, parece más evidente la dependencia del Poema con respecto a la historia del arzobispo don Rodrigo. Aquél dice, como éste, que los moros de Taric desembarcan en Gibraltar; al describir la fecundidad y riqueza de España, la devastación efectuada por los moros, las lágrimas y sollozos de los españoles al verse dominados por el árabe, parece el Poema seguir paso a paso el relato del arzobispo; como éste, pinta a Pelayo aclamado rey en Brez de Liébana y emprendiendo desde allí la reconquista de Asturias; en la Cueva de Covadonga habla, como el arzobispo, de piedras, saetas y dardos (cuadrillos); llama Marsil al rey árabe de Zaragoza en tiempos de Alfonso el Casto; el pueblo y los magnates alzan por Conde de Castilla a Fernán González, y así se expresa también el arzobispo. En la relación de la batalla de Carazo y Hacinas el Poema parece seguir los datos del arzobispo al hablar de la batalla de Osma y de Simancas o Alhandega. Finalmente, el arzobispo califica magistralmente a Fernán González en la frase siguiente: in acquisitione et tuitione et dilatatione patrie utiliter, strenueque et fideliter laborarat16 .
Se ha dicho que el autor del Poema leyó la famosa composición poética del siglo XIII, denominada LibrodeAlexandre. Nombra, en efecto, a Alejandro y Poro, héroes de dicho libro. Como Alejandro tuvo por ideal de su vida librar a Grecia del poder de los reyes de Babilonia y Persia, así Fernán González obedece en toda su actuación a hacer independiente a Castilla, extender su territorio y defenderle contra las incursiones de moros, navarros y leoneses. Hay, sin duda, en el LibrodeAlexandre versos, expresiones y símiles que parecen decir relación con otros del Poema17. Anotaremos algunas (estrofa 2.061):
Non le podien por manera nenguna defender,
Non lo sabien por guisa nenguna acorrer.
Poema (estrofa 400):
Non la podría por guisa ninguna defender,
que pueda al rey Almozore o matar o vencer.
Alexandre (estrofa 63):
Mas ir siempre adelante e vencer o morir.
Poema (estrofa 350), el mismo texto.
Alexandre (estrofas 436 y 1.738):
El pecado que nunca pudo en paz ser,
El pecado que nunca se echa a dormir.
Poema (estrofa 332):
Folgar non les dejaba nin estar asegurados,
Dicien: non es esta vida sinon para los pecados
Que andan de noche e de dia, e nunca son cansados
Semeja a Satanás e nos a los sus criados.
Alexandre (estrofa 1.187):
Mil carros de espesa madera,
Poema (estrofa 661):
Pusiéronla en un carro de muy fuerte madera,
Alexandre (estrofa 1.194):
Semejaba que era sierra movida.
Poema (estrofas 90, 254, 512):
Las tierras e los cielos semejaban movidos,
Los montes e los valles semejaban movidos.
Semejaban que todos los montes e valles eran movidos.
Alexandre (estrofa 1.565):
Dio una gran voz, alta como pabón.
Poema (estrofa 591):
Oyeron una voz e grito, como voz de pabón.
Alexandre (estrofa 1.891):
Comenzaron el pleito do le habían dejado.
Poema (estrofa 514):
Comenzaron el Pleito a do le habían dejado.
Alexandre (estrofas 1.896 y 2.063):
Non valien a Poro tres arvejas podridas.
Por un mal castello que non val un figo.
Poema (estrofas 177, 183, 224 y 289):
Non daba por ellos más que por una castaña.
Si yo de aquí non salgo nunca valdré un figo.
Non lo mejoraré valía de una meaja.
Maguer que muchos son non valen tres arvejas.
En la estrofa 1.046 el LibrodeAlexandre cita saetas, cuadrillos, espadas, cuchillos, perpuntos, lorigas, escudos e capiellos.
Fuera de estas semejanzas de expresión no encontramos otras de pensamiento, trama, desarrollo literario en el famoso Libro de Alexandre.
El estilo del Poema se parece más al de Berceo, alguna de cuyas producciones debió conocer el autor. Narrando aquél la batalla de Toro, donde se venció al moro y fue, según él, motivo de establecer Fernán González los votos de San Millán, dice a la letra (estrofa 437 de la Vida de San Millán):
Vieron dues personas, fermosas e lucientes,
Mucho eran más blancas que las nieves recientes.
Y el Poema (estrofa 550):
Vió el Santo Apóstol que de suso se estaba,
Todas armas cruzadas como dia semejaban.
Comparando la narración de los votos de San Millán por Berceo y la del Poema en la batalla de Hacinas, donde se aparecen Santiago y San Millán al Conde Fernán González, sacamos la conclusión que el autor del Poema no había leído la Vida de San Millán ni, por ende, todas las obras de Berceo. En cambio, la primera estrofa del Poema es idéntica a la de Berceo en su Vida de Santo Domingo de Silos, y en Loores de Nuestra Señora, de Berceo, aparecen varios versos en todo iguales a otros del Poema, y que indican una dependencia en éste, aunque Berceo y el autor del Poema fueron coetáneos. Véase sobre este particular a Carroll, ob. cit, pág. XXXI.
La idea latente, pero fundamental, del Poema y que sin duda fue su inspiradora, se reduce a la siguiente: Después de la invasión musulmana, el imperio visigodo de España continuó territorial mente en Castilla primitiva, y, por ende, también su legítima soberanía sobre toda España. En la conquista mora, Castilla la Vieja fue el único territorio de toda España que no ocuparon los árabes; por esta misma razón, Castilla es heredera nata del honor, poderío y derecho dominativo del imperio godo-español. Castilla ha sido también la fuerza vital e impulsora que ha ido reconquistando el territorio de la España visigoda. Cuál sea la grandeza y honra de esta restauración aparece claro de la exposición de cómo se fundó el imperio godo y cómo se deshizo por la cimitarra de los agarenos, que el Poema describe en su primera parte.
Ahora bien: Castilla es, ante todo, la obra de Fernán González; éste es su soberano después de la invasión mora, que la sacó del poder en que de algún modo la tenían los reyes de Asturias y León y le dio la facultad, alma de expansión y demás méritos que al presente la dignifican. Dice el Poema (estrofas 158 y 159):
Pero de toda España, Castilla es lo mejor,
Porque fué de los otros el comienzo mayor,
Guardando e teniendo siempre a su señor
Quiso acrecentarla así el Nuestro Criador.
Aun Castilla la Vieja, al mi entendimiento
Mejor es que lo ál, porque fué el cimiento;
Ca conquirieron mucho, magüer poco conviento,
Bien lo podedes ver en el acabamiento.
Como se ve, el autor es antileonés y acérrimo defensor de los castellanos. Para él, fueron los castellanos los primeros que se alzaron contra los moros; Castilla tiene que dar al moro el tributo de las doncellas; Carlomagno intenta venir a Castilla; Bernardo del Carpio lleva tropas castellanas para atacar a los franceses de Carlomagno; aplica a Castilla el relato de la producción agrícola, mineral y pecuaria de España, que se contiene en la obra De laude Hispanie (Mommsen, Crónicaminora, t. II).
Recuérdese, asimismo, que ya en el siglo XI, pero más en el XII y en el XIII, existió agria pugna entre León y Castilla sobre quién de los dos reinos era el heredero legítimo del poder visigodo. Fernando I, al instituir rey de Castilla a su primogénito Sancho II y dar el reino de León a Alfonso, su segundo hijo; Alfonso VII, el Emperador, al dejar el reino de Castilla al primogénito Sancho III y el de León al segundo hijo, Fernando II; Fernando III, al titularse invariablemente rey de Castilla y Toledo, de León y Galicia, aun después de tomar en 1230 la posesión del reino leonés, parecían haber resuelto el litigio favorablemente a Castilla.
El obispo Lucas de Túy, nacido y educado en León, se mostró en su CrónicadeEspaña, publicada varios años antes de componerse el Poema, acérrimo contrario a Castilla, procurando con el mayor cuidado no mencionar en su obra a Castilla y, sobre todo, evitando a todo trance llamar Conde de Castilla a Fernán González, a quien invariablemente titula Conde de Burgos, calificándole de vulgar perturbador del reino de León. Para D. Lucas no hay condado de Castilla, sino sólo de Burgos; y Fernando III es rey de León y de Castilla y no, como él se firmaba, de Castilla y León.
Por su parte, toma el Poema un camino contrario; no nombra ni a Oviedo ni a León, aun cuando habla de algunos de sus reyes, y de Alfonso el Casto dice construyó la iglesia del Salvador, que se entiende era la de Oviedo. Al rey Sancho I de León llama simplemente Sancho Ordóñez; Castilla la Vieja, con las Asturias de Santillana, es el único terreno que queda libre de la invasión agarena (estrofas 81 y 82); en ésta no quedó libre lugar alguno que valiese un figo, sino Castilla la Vieja, un lugar muy antigo (estrofa 218); en Castilla, los cristianos godos se levantan contra los moros (estrofa 94) y a Castilla se acogen los fugitivos de otras tierras. Castellanos son los que nombran rey a Pelayo y con él emprenden la reconquista de Asturias de Oviedo (estrofa 117); el tributo de las cien doncellas lo paga Castilla, sin mención de Asturias ni León (estrofa 105).
Al morir Alfonso el Casto y quedando sin heredero su trono, Castilla elige sus poderes privativos e independientes de toda autoridad real, y poco después deposita en el Conde Fernán González la herencia y soberanía del imperio godo. El poeta Berceo abundaba en este sentir al cantar en la Vida de San Millán (estrofa 395):
Dióles en este comedio un señor venturado,
El duc Ferrán Gonzálvez, conde muy valiado;
Ca fallieron los reys, tan grand fué el pecado,
El reyno de Castilla tornara en condado.
Según el Poema y Berceo, la separación de Castilla no fue una escisión impuesta al reino leonés, una rebelión cismática y desgarradora de la unidad del reino de León, sino simple independencia por desaparición de familia real legítima del reino leonés y asturiano, al cual voluntariamente se había incorporado Castilla en tiempos de Alfonso I el Católico.
Y más adelante decía Berceo del Conde Fernán González (estrofas 396 y 416):
Del reyno de Castilla éste era guión.
El conde Ferrán González que Castilla mandaba.
No apunta el menor elogio de los leoneses, aunque le tributa a los navarros (estrofa 739), si bien no sea entusiasta de ellos ni de los aragoneses (estrofa 434). Castilla es de mayor dignidad que Francia e Inglaterra, por tener el cuerpo de un apóstol de Cristo, Santiago, hijo del Cebedeo, cosa de que carecen dichas naciones (estrofa 157). Por lo mismo, la Corona de Castilla no recibió un nuevo y mayor honor porque una hija del rey de Inglaterra casara con Alfonso VIII, y una dama de la familia real de Francia, Juana, se uniera en matrimonio con Fernando III; antes bien, esas dos Coronas se vieron elevadas a un honor antes no gozado, ascendiendo dos de sus miembros a la Corona de Castilla.
Finalmente, la grandeza de los castellanos les viene de no haber faltado nunca a la lealtad (estrofa 213), ni cometido pecado, yerro o falta alguna por miedo a la muerte (estrofa 220).
No se sabe quién sea el autor. Nada hay en el Poema que indique su condición ni dónde vivía. El hecho de estar enterado de las tradiciones del monasterio de Arlanza, de conocerle, de citar a Piedrahita, Carazo, Salas y Hacinas, etc., no prueba fuese monje de Arlanza. Berceo conocía bien el monasterio de Silos y pueblos comarcanos, los detalles todos de la vida y milagros de Santo Domingo y, sin embargo, no vivió en Silos. Por otra parte, uno que vive en Arlanza no diría nunca que la fortaleza de Muñó estaba cerca de Lara, como apunta el Poema en la estrofa 380, puesto que dista más de cuarenta kilómetros; el autor conoce bien las rutas de Burgos a la Rioja; al hablar de Burgos dice allá (estrofa 727); ha visto la iglesia de San Andrés de Cirueña, donde se acogió Fernán González, huyendo del desleal rey de Navarra.
Por otra parte, presenta al Conde cazando dentro de un monte y cerca de su cumbre; allí sale el jabalí, que huye a las alturas, y perseguido por el Conde a pie, porque su caballo no podía trepar allá, se acoge al monasterio donde vive Pelayo. Ahora bien; el monasterio está situado, no en la cima del monte, o dentro del monte, sino a orillas del río Arlanza y en terreno llano. Quien viviera ordinariamente en Arlanza no habría situado el monasterio donde le sitúa el Poema.
Consta se compuso el poema cuando Castilla llegaba de mar a mar, es decir, desde el Cantábrico al Mediterráneo o Atlántico del Sur (estrofa 2). Quiere decir este dato que ya estaban reconquistados o Cádiz o Cartagena. Cartagena lo fue en 1243, volviendo a perderse después de 1252 y siendo definitivamente adquirida en 1266. Cádiz y su tierra fueron reconquistados en los primeros años del reinado de Alfonso X, o sea hacia 1253 o 1254; se abandonaron transitoriamente después y volvieron a estar bajo el imperio de Castilla y de modo definitivo en 1262.
Otro dato viene a fijar la fecha aproximada en que pudo componerse el Poema; según éste, duraba aún el entusiasmo y recuerdo de la toma de Damieta por San Luis, rey de Francia, en 1249; ciudad que después dio este rey a los árabes en prenda de su libertad, y reconquistaron los cristianos en 1260. El poeta recuerda también a la ciudad Acre como conquistada no hacía mucho tiempo, dejando su conquista el recuerdo de una hazaña extraordinaria y de gran mérito; ahora bien: Acre había caído en poder de los cristianos en 1191, tras un cerco de veintidós meses, convirtiéndose entonces en poderoso centro comercial de los cristianos, y siendo por eso mismo ciudad muy conocida en España y demás naciones de Occidente. En 1260, por ejemplo, confirmaba un documento real de Alfonso X el infante Don Alfonso, hijo del rey de Acre, Don Juan, y, por ende, de Doña Berenguela, hermana de Fernando III, casados en Burgos el año 1224 (Cartulario de Covarrubias, pág. 103).
Otra prueba del tiempo en que pudo ser compuesto el Poema es la conquista de Alicante el 4 de diciembre de 1248, en virtud de la cual Castilla llegaba ya de mar a mar; en 1252 se establecía en Sevilla un puerto regular, y siendo así podía decirse ya que el reino castellano abarcaba de mar a mar. Puerto de Santa María era ya de cristianos antes de 1260, e igualmente Sanlúcar de Barrameda.
Atendiendo a las razones expuestas, parece acercarse a la verdad la afirmación de haber sido compuesto el Poema desde 1250 a 1266, adoptada también por Carroll y Marden, aunque alargando el plazo hasta 127018 .
Difundida la vida de Fernán González por las Crónicas de Alfonso el Sabio y General de 1344, así como por otras obras similares, inspiradas todas en el Poema y en los Romances, fue preciso salir a su defensa ya desde los comienzos del siglo XVI. El abad de Arlanza, Gonzalo de Arredondo, componía por los años de 1520 la Crónica del santo y valeroso caballero el conde Fernán González. En ella no sólo abrazaba sin discusión cuanto el Poema relata, sino que le ampliaba, añadiendo a sus victorias otras ganadas, según él, por el Conde al rendir los castillos de Lara, Castrogeriz y Muñó, poseídos por los árabes, y ocupar a Silos, San Quirce y otros pueblos. Describía también las conquistas del Conde por tierra de Segovia, Dueñas, Valladolid y Sahagún, esmaltando su relato de genealogías y diferentes datos sobre las personas que figuran en el Poema, o en tiempo de los sucesos narrados.
El historiador benedictino Prudencio de Sandoval aprovechó la Crónica de Arredondo en su obra Los cinco obispos, o sea las historias de los obispos Idacio, San Isidoro, Don Sebastián, Sampiro y Pelayo, (Pamplona, 1615); acepta las adiciones de Arredondo al Poema; fija la toma de Carazo en 910; coloca la batalla de Cascajares o Carazo en 911 y la de Hacinas en 931; antes de la batalla de Cascajares es el encuentro del Conde con el monje Pelayo; pero el autor no admite sino a regañadientes lo relativo al azor y caballo y Cortes de León con que el Poema establece la independencia de Castilla. Sandoval había tratado ya algunos de estos detalles en su Crónica del ínclito emperador de España Alfonso VII (Madrid, 1600).
Como reacción contra lo publicado acerca del Conde por Ambrosio de Morales en el libro XV de su Crónica, y por Garibay en su conocida obra histórica, negando absolutamente los relatos del Poema en orden a las batallas de aquél, compuso el monje de Cardeña, Juan de Arévalo, hacia 1618, su Crónica de los antiguos condes y primeros reyes y señores de Castilla. Sigue al Poema al afirmar que en tiempo de Pelayo los cristianos de las montañas de Burgos y Asturias de Santillana fueron los primeros en atacar a los moros; independientes en un principio, se agregaron después al reino de Asturias, reservándose, empero, la facultad de nombrar y elegir sus condes. Copia a Arredondo en cuanto a las diferentes conquistas del Conde, que no están incluidas en el Poema; afirma que Fernán González nunca se creyó obligado a respetar los tratados de paz con los moros, contraídos por los reyes de León, prueba indudable de su independencia con respecto a éstos. Califica de cuento y fábula lo asentado por el Poema en orden a la venta del azor y caballo, asegurando que la independencia de Castilla no se consiguió por escritura ni deuda alguna, sino abandonando los reyes de hecho y de derecho el alto imperio y señorío del condado.
Arévalo describe el crucifijo que, según tradición, perteneció a Fernán González, diciendo que era de plata; «cada pie está clavado con su clavo, y debajo de los pies está Adán como que se levanta de la sepultura. Tendrá esta cruz de largo casi dos varas, y abajo, por donde se toma, una punta aguda y una aldaba, con que el alférez la trababa en el arzón de la silla».
Por los años de 1711-16 salía a luz la Historia de España, compuesta por D. Juan de Ferreras. En ella se negaba que el Fernán González, a quien el Poema atribuye la escena del jabalí y entrevista con el monje Pelayo, fuese el Fernán González, Conde de Castilla; se calificaba de fábula la institución de los jueces de Castilla; decíase que las acciones de Fernán González estaban tan mezcladas de fábulas y mentiras, que era difícil discernir lo supuesto de lo verdadero; el Conde no fue preso alevosamente en Cirueña, sino derrotado en batalla campal por el rey de Navarra. Salió en defensa del Conde el abad de Cardeña, Francisco de Berganza, en su apreciable obra Antigüedades de España, tomo I (Madrid, 1719), basando su historia condal en el Poema, en escrituras del siglo X y en la obra de Juan de Arévalo. No admite que Pelayo fuese electo rey por los castellanos; sigue, en general, los datos de Arredondo, adicionales del Poema; asigna la batalla de Hacinas al año 931 o 938; en Cirueña, el Conde y su hijo son libertados por su mujer Sancha, a espaldas del rey de Navarra, su hermano; la misma esposa le saca de la prisión en que le tenía el rey de León; explica la independencia de Castilla por otras razones que las de azor y el caballo y asombrosa deuda contraída por el monarca leonés.
Tras Berganza, atacó a Ferreras el benedictino Diego Martínez de Cisneros, publicando su Antiferreras (Madrid, 1724). Explica la razón de los jueces, los derechos de Castilla a la independencia, que ya tuviera al principio de la reconquista; razones y datos históricos que la prueban; el porqué los castellanos levantan por conde independiente a Fernán González, como dice el Poema, y así, por el estilo, pero a base de datos históricos va justificando ciertos relatos del Poema. Cinco años después, el abad Berganza volvía a la carga contra Ferreras, publicando su Ferreras convencido con crítico desengaño (Madrid, 1729), donde insiste en su punto de vista, ya expresado en Antigüedades de España, con respecto a los jueces, independencia de Castilla y otros extremos del Poema; doctrina que perfeccionó años más tarde el seglar Diego Gutiérrez Coronel en su obra Historia del origen y soberanía del condado y reino de Castilla y sucesos de sus condes (Madrid, 1785).
El archivero del monasterio de Arlanza y académico de la Historia, Fray Benito Montijo, publicó a principios del siglo XIX su Disertación sobre el principio de la independencia de Castilla y soberanía de sus condes desde el célebre Fernán González (MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, tomo III, pág. 245). Trabajo crítico, donde afirma que los condes eran de nombramiento real, pero reconociendo que en los principios Castilla era independiente, como dice el Poema. Cita a Noguera en su Ensayo cronológico de los Condes de Castilla, y el edicto del moro Rasis, que supone a Castilla, como el Poema, estado particular, con personalidad propia y autónoma. El autor no sabe determinar qué grado de dependencia ligaba a Castilla desde que voluntariamente se sometió a los reyes de Asturias. Prueba la independencia por el Fuero de Albedrío o de las Fazañas y por el Voto de Santiago, que no se extendió nunca a Castilla, dando así lugar al de San Millán. Reconoce que no es del todo un cuento la escena del azor y del caballo, y explica la frase del monje de Silos y Sampiro, que volens nolens debió someterse Fernán González al rey de León. Completa su estudio con un paralelo entre León y Castilla en tiempos del gran Conde.
Los trabajos más modernos y benedictinos sobre Fernán González y, por ende, indirectamente sobre el Poema, son el del Padre Serrano en el tomo I de El Obispado de Burgos y Castilla primitiva (Madrid, 1935), cuyo capítulo IV (págs. 126-180) trata exclusivamente los tiempos, hazañas y obras del Conde según los resultados de sus propias investigaciones; y el del Padre Justo Pérez de Urbel, en su Fernán González (Madrid, 1943, ediciones Aspas), obra que, bajo ropaje un tanto poético e imaginativo, constituye un serio estudio del Conde y su época, conforme a las leyes de la crítica histórica, en lo relativo a los hechos principales de Fernán González.