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Preludios de mi lira

Manuel de Cabanyes



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Para la publicación de estas poesías no han mediado ni ruegos de amigos, ni anteriores ediciones incorrectas, ni las mil y tantas razones que suelen acompañar los prefacios de obras más graves que esta. El natural deseo que un novel escritor tiene de ver sus garabatos puestos en letras de molde, el ansia de saber el concepto que formarán de sus primeras producciones ojos más perspicaces que los suyos y menos indulgentes que los de la amistad;   —4→   estas son las únicas causas que me han incitado a dar a luz estos Preludios. Si enmascarándome con impertinente modestia, no viese en ellos más que desaciertos, no sería tan sandio que me arriesgase a publicarlos: si empero mis ojos preocupados no admirasen en ellos más que primores, no soy tan exento de amor propio, que en este caso quisiese guardar un oscuro incógnito.

Creo que esta declaración sencilla y franca valdrá todas las excusas que en favor de estos ensayos pudiera alegar. No encareceré por lo mismo las dificultades que un catalán ha de vencer para escribir en una lengua cuyo estudio le es tan costoso como el de cualquier idioma extranjero; pues con razón podrían contestarme que nadie me obligaba a escribir, y testarme que sin mis poesías poco perdiera la literatura española. Y aunque no pocas veces las obras de las Musas han sido un objeto de tráfico, tampoco haré valer como pudiera mis privilegios de menoridad. Tengo muy presentes las malhadadas chufletas que esta advertencia   —5→   acarreó contra el primer poeta del siglo por parte de los Revisadores de Edimburgo, y no quiero yo exponerme a otro tanto con menos ventajas que el noble Lord.

Sin embargo, una dote preciosa llevan consigo estas poesías, y es que son pocas. Con ella, lector, yo espero que buenas o malas no llegarán a causarte hastío; pero, concluyendo con palabras de lord Byron, ya que de él hemos hablado, «si nos entendemos, nos encontraremos otra vez; y si no, yo solo molestaré tu paciencia con este corto ensayo. ¡Ojalá que todos siguiesen mi ejemplo!1





  —7→  

ArribaAbajoI. La independencia de la Poesía


Eu nunca consenti que á minha lyra
Fosse lyra de côrtes:
A verdade, a só única verdade
   Spube inspirarme o canto.


FRANC. MANOEL.                




   Como una casta ruborosa virgen
Se alza mi Musa, y tímida las cuerdas
Pulsando de su harpa solitaria,
       Suelta la voz del canto.

Lejos ¡profanas gentes! No su acento  5
Del placer muelles corruptor del alma
En ritmo cadencioso hará suave
      La funesta ponzoña.

Lejos ¡esclavos! lejos: no sus gracias
Cual vuestro honor trafícanse y se venden;  10
No sangri-salpicados techos de oro
      Resonarán sus versos.
—8→

En pobre independencia, ni las iras
De los verdugos del pensar la espantan
De sierva a fuer; ni, meretriz impura,  15
      Vil metal la corrompe.

Fiera como los montes de su patria,
Galas desecha que maldad cobijan:
Las cumbres vaga en desnudez honesta;
      Mas ¡guay de quien la ultraje!  20

Sobre sus cantos la expresión del alma
Vuela sin arte: números sonoros
Desdeña y rima acorde; son sus versos
      Cual su espíritu libres.2

Duros son; mas son fuertes, son hidalgos  25
Cual la espada del bueno: y nunca, nunca
Tu noble faz con el rubor de oprobio
      Cubrirán, madre España,

Cual del cisne de Ofanto los cantares
A la Reina del mundo avergonzaron,  30
De su opresor con el infame elogio
      Sus cuitas acreciendo.
—9→

¡Hijo cruel! ¡cantor ingrato! El Cielo
Le dio una lira mágica y el arte
De arrebatar a su placer las almas  35
      Y arder los corazones;

Le dio a los héroes celebrar mortales
Y a las deidades del Olimpo... El eco
Del Capitolio altivo aun los nombres,
      Que él dispertó, tornaba  40

Del rompedor de pactos inhonestos
Régulo, de Camilo, del gran Paulo
De su alma heroica pródigo, y la muerte
      De Catón generosa.

Mas cuando en el silencio de la noche  45
Sobre lesbianas cuerdas ensayaba,
En nuevo son, del triunviro inhumano
      La envilecida loa;

Se oyó, se oyó (me lo revela el Genio)
Tremenda voz de sombra invindicada  50
Que «Maldito, gritó, maldito seas,
      »¡Desertor de Filipos!
—10→

»Tan blando acento y a la par tan torpe
»Tuyo había de ser, que el noble hierro
»De la patria en sus últimos instantes  55
      »Lanzando feamente,

»¡Deshonor! a tus pies, hijo de esclavo,
»Confiaste la salud: ¡maldito seas!»
Y la terrible maldición las ondas
      Del Tíber murmuraban.  60



  —11→  

ArribaAbajoII. El Oro

imagen


[sophíe, trópos pateîtai,
mónon árgyron blépousin.
Apóleito prôtos autòs,
ho tòn árgyron philésas.
Dià toûton ouk adelphòs,
dià toûton ou tokêes?
Pólemoi, phónoi di'autón.]


Anacreonte                



    Pacto infame, sacrílego
Con el Querub precito celebrara
   Aquel que a un metal pálido
Primero dio valor inmerecido.
   Lanzó del hondo báratro  5
El rey con mano avara el don funesto
   Y al ver en ansia férvida
Arrojarse el mortal a devorarlo,
   ¡Ay! sonriose el pérfido,
¡Feroz sonrisa! y dijo: «El orbe es mío.»  10
—12→
   Bañada en santas lágrimas
Con velo de dolor cubrió el semblante
   La Virtud, y al Empireo
En alas vagarosas tendió el vuelo.
   ¿Qué de entonces los vínculos  15
Del Deudo y la Amistad? la sacrosanta
   Fidelidad del tálamo?
La Fe del juramento? la Constancia
   Burladora de déspotas?
¿Qué de entonces las leyes generosas  20
   Del Honor, y en las bélicas
Lides el Entusiasmo de la Patria?
   ¡Prole sacra de Númenes!
Despareciste: solo, único el oro
   De los hombres fue el ídolo;  25
Y a porfía en sus aras ofrecieron
   Penas, trabajos ímprobos,
Simulada virtud, torpeza, crimen...
   Sitibundos hidrópicos,
Cuanto más beben, más en sed se abrasan.  30
   Ni mitigan el ávido
Furor cuantos mineros desde el suelo
   Nebuloso del Anglia
A la mansión sonora de Adamástor
   Y de las playas Índicas  35
A los campos de Luso deleitosos
—13→
   La tierra oculta. Incógnitas
Regiones sueñas en su afán, las buscan
   Y a merced de los rábidos
Vientos y embravecida mar incierta  40
   Lanzan los vasos frágiles.
Tú viste ufana el temerario arrojo
   De tus hijos ¡oh Hispania!
Tú de sus manos recibiste altiva
   La corona de América...  45
¡Joya fatal! ¡jamás te ornara oh Madre!
   Y en extranjeras márgenes
De tu seno arrancados no murieran
   Por la flecha del Indio
Y ¡oh dolor! por la espada de Toledo  50
   Tus malogrados jóvenes:
No en daño tuyo las peruanas sierras
   En raudales mortíferos
Del ansiado metal ríos brotaran
   Que tus campiñas ópimas  55
Convirtiendo cual lava abrasadora
   En desiertas, en áridas,
Corrieron a engrasar extrañas gentes:
   Y ¡oh! no fueras escarnio
De tus lejanos hijos, que abatida  60
   Mirándote, en sus ánimos
Ingrato ardor de rebelión encienden
—14→
   Y con sus manos ímpias
La diadema a tu sien arrebatando:
   «Esta sola la mácula,»  65
Dicen, «borrar podrá que en nuestras frentes
   »Vincularon los crímenes
»De nuestros padres: tú ya no eres digna.»
   De los Pampas al México
Un clamor «¡Libertad!» fieros arrojan.  70
   Y los odiosos vínculos
En insoldables trozos quebrantados
   En las simas de Océano
Hunden ¡ay! que jamás sus presas vuelve.



  —15→  

ArribaAbajoIII. El Cólera-morbo asiático3


    El hombre
      Desconociendo términos, excede
      A las iras del cielo y del abismo.


L. MORATÍN.                




   A fuer del adalid que en hora aciaga
Sus moradas de hielo abandonando,
      El bello Mediodía
      Inundó en llanto y sangre,
Hizo bambolear el Capitolio  5
Y el Azote de Dios fue apellidado;

   Nuncio así de terror, nuncio de muerte,
Circundado de Sármatas guerreros,
      Sobre el suelo de Europa,
      Morbo letal, despeñas  10
Tu carro asolador, y desde el Ganges,
Tumbas cavando, el Bósforo traspasas.
—16→

   Doble vallado de aceradas puntas
Quiere en balde atajar tu asoladora
      Marcha: tus venenosos  15
      Prestos golpes en balde
Reconocen los hijos de Esculapio;
Y a la sorda Natura en balde invocan.

   Vencido el arte y el poder, tú ufano
De la desolación corres la senda  20
      Misterioso y terrible:
      So el velo que te encubre
Al Ángel de la cólera divina
El justo creyó ver con su ígnea espada.

   Pero de tu poder, crudo extranjero,  25
Hace burla la Europa corrompida;
      Y tu émula en estragos,
      «¡Ola! veremos, dijo,
»Quien envíe más víctimas al Orco
»Y cuales sean víctimas más nobles.»  30

   Así la impía: su malvado acento
A los buenos incita y a los viles;
      Suena el clarín de guerra;
      Levántanse los fieros
Que en sueño reposaban, desde el día  35
Que dejó de brillar el astro Corso.
—17→

   ¡Ay! ¡qué de sangre scita y trace inunda
Las faldas de Balkan! ¡Ay! ¡cuántos vuelca
      Extinguidos guerreros
      El Vístula aciago!  40
¡Cuánto de lloro apaga vuestras lumbres,
Flamencas madres, Bátavas esposas!

   ¿Otra vez para horror del universo
Queréis, oh Galos, con un mar de sangre
      Regar esa extranjera  45
      Planta, que en vuestro suelo
No arraigará jamás, y cuyos frutos
En criminal furor os embriagan?

   Y estas que ora aprontáis armas impías
¿Adónde, adónde, oh Lusos? ¡Ah! ¡estas armas,  50
      No fueron estas armas
      Las que en sus altos hechos
A Gama acompañaron y Alburquerque,
Y el lauro os conquistaron de la gloria!

¡Tened!... ¡Jamás del sueño en que yacíais  55
Para tan negra lucha dispertarais!
      ¡Tened!... Luchen los hijos
      De la Ambición y el Odio;
La sacrílega lid ni un brazo ayude;
Ellos solos al orbe escandalicen.  60
—18→

   ¡Crimen! ¡infando crimen! Una el habla,
Unas las aras son: corre la sangre
      De un padre por las venas
      De los dos contendores,
Y una mujer en su materno gremio  65
¡Ay! con dolor a entrambos concibiera.

¡Nudos bellos de amor! Al golpe horrible
Del hierro fratricida rotos caen:
      Se estremece Natura,
      ¡Ay! ¿y las ves? Ya aullando  70
Sobre tus torres, oh Ulysea, vagan
Las furias de Montiel y las de Tebas.



  —19→  

ArribaAbajoIV. A un amigo en sus días


    Donarem...
      Sed non hæc mihi vis...
      Gaudes carminibus; carmina possumus
      Donare.


HORAT.                




   Ora que al Cancro abrasador vecino
Nos vuelve el Padre de la luz tu día,
Y tardo guía al piélago de ocaso
      Su ígnea cuadriga;

Índicas telas y chinescos vasos  5
Y candelabros de oro reluciente
Tu amigo ausente en prenda de cariño
      Darte quisiera.

Pero, Batilo, la Deidad injusta
Que en rauda rueda sin cesar girante  10
Vuelve inconstante las humanas suertes,
      Me lo prohíbe.
—20→

Me lo prohíbe; que de sus riquezas
En hambre torpe, a pérfidos tiranos
Nunca mis manos puras ofrecieron  15
      Fétido incienso,

Ni vil lisonja mis vendidos labios;
Nunca me ha visto la africana orilla
En ímpia quilla sus tostados hijos
      Arrebatarla.  20

Cultor humilde del pierio coro,
Tan solo aquestos, que en mi tosca lira
Ora me inspira, dedicarte puedo
      Fáciles metros.

Dádiva pobre, más honesta y franca  25
Hija de un pecho que, Amistad, animas,
Y que tú estimas más que ricos dones,
      Tierno Batilo.

Tú que del Pindo en su florida cumbre
Tal vez gustando el delicioso encanto,  30
Sabes del canto el poderío inmenso
      Do se dilata.

¿Y qué sin canto y números sonoros
—21→
Fueran los héroes? Su brillante gloria
Con la memoria de su nombre hundiera  35
      Ínvido el Lethe.

Que, allá en los tiempos primitivos, otros
Más que el monarca de Itaca prudentes,
Y más valientes otros que el Pelida
      Hélade viera;  40

Más densa nube cércalos de olvido.
¡Tristes! La suerte les negara airada
La voz sagrada que desiertas tumbas
      Célebres hace:

Vagan las sombras plácidas en torno;  45
Y al grato son del cántico divino,
El peregrino dice: «So esta tierra
      »Ínclitos duermen.»

Fue, que Alejandro aquella voz oyera
Do goza Aquiles inmortal reposo,  50
Y «¡oh venturoso que un amigo hubiste
      »Mientras vivías!

»Y ora en el lecho mortuorio halaga
»Tu paz eterna la meonia lira
—22→
»Que el orbe admira al relatar sublime  55
      »De tus proezas.»

Dice y suspira, y humillado calla
Su antiguo ardor; mas hete que a deshora
Inspiradora de furor guerrero
      Suena la trompa.  60

Férvida el alma con recuerdos nobles
Lánzase el Magno, y es su audaz cimera
La que primera, Gránico, tremola
      Sobre tus ondas.



  —23→  

ArribaAbajoV. A Cintio


   Nesciunt quid faciunt.


S. LUC., cap. 13, v. 34.                




   ¡Ay! ¡De mi triste juventud, oh Cintio,
Cual se arrastran inútiles los días
Y sin placer! Un tiempo, de la gloria
La brillante fantasma su amargura
Con esperanzas halagó mentidas:  5
Tal centella, fugaz, artificiosa,
Lanzada entre las sombras de la noche,
Al inocente rapazuelo alegra
Y sus lágrimas calma mientras brilla:
Muere, y el lloro torna. Con su magia  10
Poderosa, invencible, la Hermosura
Colmó también mi corazón un tiempo
De aquel sumo gozar por quien los Dioses
—24→
El bienhadado Olimpo abandonaban
Y humanos seres a adorar venían.  15
Mas ¡ay de mí! la apetecida Gloria
Burla mi afán, y el cáliz del deleite,
¿Creyéraslo? comienza a serme amargo.

   ¿De qué, Cintio, sirvió que esa existencia
Del hondo caos la quietud dejase?  20
¿Y a qué mi puro espirtu sucias carnes
Vestir, y por veredas retorcidas
De bandidos sembradas y de monstruos
Buscar la patria y primitivo origen?
Amapola de vida momentánea  25
La frente saca de la tierra un punto;
Viene el arado del gañán, la troncha,
Y deja de existir. Gota lanzada
Del matinal rocío en la corriente
Del Orinoco, a las inmensas ondas  30
¿De qué sirve? Arrastrada a la par dellas,
Irá a morir sin pro y desconocida.
Breves y oscuros de la tierra al seno
Así mis días correrán llevados:
Sobre mi huesa la espinosa zarza  35
Como antes crecerá, y el viajero
Proseguirá sin percibir mis huellas:
—25→
No más profunda estampa del nocturno
Favonio, que pasó en callado vuelo,
Repara en su vergel la zagaleja.  40

Pero, ¿qué importa? ¿Y piensas tú que envidio
La suerte yo de aquellos que ufanoso
Para divinizar el propio fango
El mortal a los cielos encarama?
¡Oh Cintio! en su memoria embebecida,  45
No hace nada, la mente, sus ruidosas
Acciones recordaba, y yo el hinojo
Iba casi a doblar para adorarlos;
Cuando «¡Detente! en cariñoso acento
»Mi Genio me gritó: detén y escucha.  50
»Irremediable enfermo, trabajado
»De antiguos males es el mundo, y busca
»Medicamento en vano a sus dolencias.
»De su dolor en el angosto lecho,
»Manando pobre y la razón furiosa,  55
»Se agita, se carcome, se consume
»Revolcándose: ya en blasfemia impía
»Con labio inmundo al Eternal insulta;
»Ya humilde, arrepentido, prosternado
»Demanda su piedad: ora a la fuerza  60
»Se abandona del mal sin esperanzas,
—26→
»Ora la ciencia de mentidos sabios
»Invoca... ¡Oh sin ventura! a luengo agudo
»Padecer condenado, del momento
»Que inobediente de su Dios el hombre  65
»Fue al mandato primero, hasta el instante
»En que a la nada la creación tornando,
»Dirá la voz del Infalible: Basta.
»Ve aquí la eterna ley, y contra della,
»De esa estúpida chusma envilecida  70
»(Que por un pan de oprobio el honor suyo
»Vende y su vida miserable) el vicio,
»La ignorancia y maldad es tan inútil
»Como del Macedonio las victorias,
»Los sueños de Platón, y el celebrado  75
»Pensamiento de aquel, que a los Planetas
»Hizo danzar a guisa de la poma
»Que sus narices aplastó cayendo.»
   Dijo, y finió sus últimas razones
Con risa estrepitosa: yo aturdido,  80
Bien fuese de dolor o de despecho,
Bien de placer, humedecido el rostro
Con el llanto sentí que derramaba.



  —27→  

ArribaAbajoVI. La misa nueva


   Et suscitabo mihi sacerdotem
      fidelem.


REG. L. I, CAP. 2, VERS. 35.                




   ¿Quién se adelanta modesto y tímido
Cubierto en veste fúlgido-cándida
Al tabernáculo mansión terrena
      De Adonaí?

Es Juan, oh fieles; es el mancebo  5
Que por los trámites marchó del justo
Y entre los ímpios guardó sin mácula
      Su corazón.

Es... ¡Oh! prostraos: l'arpa de Sólima
Suena del templo ya por las bóvedas,  10
Ya Levi entona gloriosos cánticos
      A Jehovah.
—28→

Prostraos, fieles, y vuestro espíritu
Y vuestro acento juntad al místico
Cantar del vate que oyó la ínclita  15
      Hija de Sion.

Y al Dios ahora cantad benéfico
Que vuestros días colma de júbilo,
Que del amado pueblo no olvidase
      En su penar.  20

¡Ah! no le olvida y un hijo escógese
Entre sus hijos a cuya súplica,
Cuando en los áridos campos marchítese
      La dulce vid,

Romperá el seno de nubes túrgidas  25
Y hará de lo alto descender pródiga
Lluvia, que el pecho del cultor rústico
      Consolará.

Un hijo escógese cuyas plegarias
Tornarán mansa la eterna cólera,  30
Cuando ceñido de piedra y rayo
      Asolador,
—29→

Sobre las alas del viento lóbregas
Volará el Justo contra los réprobos
Y so sus plantas truenos horrísonos  35
      Rebramarán.

Bien como el Arco señal de calma
Que de los montes la yerma cúspide
Une a las altas salas esplendidas
      Do mora el Sol;  40

Así él la tierra mansión de angustias
Juntará al trono del Dios ingénito
Y humanas preces bondoso el Numen
      Escuchará.

Él, cuando presa de genios túrbidos  45
El orbe gima triste agitándose
Y en negros odios ardan los ánimos.
      Y ansia de lid,

La ley de vida mansa y pacífica
Dirá que el Cristo dio a los Apóstoles  50
Y a los mortales en santos vínculos
      Hermanará.
—30→

¡Oh! de su labio las infalibles
Dulces promesas ¡cuán grato bálsamo
Llevan al pecho del que sin mácula  55
      Siempre siguió

De la justicia las sendas ásperas!
Y ¡oh! ¡cuál le colma de dicha célica
El pan angélico que sus purísimas
      Manos le dan!  60

Pero de duelos nuncio terrible
Será y de penas y ayes sin término
Para el protervo que apacentose
      De iniquidad;

Para el frenético que allá en su rabia  65
«No hay Dios» dijera, y al hombre mísero
De un Dios imagen cual fiera líbica
      Encadenó,

Bajo sus plantas cual cieno fétido
Le conculcaba, reía bárbaro  70
De sus lamentos, y con su sangre
      Mató la sed;
—31→

Y ¡mal pecado! cubrió sus crímenes
Con velos santos, fingiose méritos,
Mientras que el ímpio no conocía  75
      Ni Dios ni ley.

¡Señor! ¡conviértele!... Nuestras plegarias
Une a las tuyas, oh sacerdote,
De los perdones celestes nuevo
      Dispensador:  80

Unelas, cuando del sacrificio
En los misterios incomprensibles
Velado en gloria vendrá a tus brazos
      El Hombre-Dios.

A su presencia del arpa armónica  85
Callan las cuerdas: el sacro cántico
Levi suspende, y humilde póstrase
      El pueblo fiel.



  —32→     —33→  

ArribaAbajoVII. A mi estrella

¿Veis aquella estrella? dijo el Emperador al Cardenal de Fesch señalando, en medio del día, el cielo: pues aquella es la mía.


VIDA DE NAPOLEÓN.                




    ¡Salve, luz de mi vida!
Guiadora gentil de mi carrera,
      ¡Estrella mía, salve!
Largo tiempo mis ojos te han buscado:
      En el zafir celeste  5
Clavados largo tiempo, a tus brillantes
      Hermanas preguntaron,
¡Ay! y a su voz ninguna sonreía.
      Mas tú... yo te conozco,
Y tú me escucharás, Ninfa del Éter.  10
      Sobre tus áureas alas
A tu mortal desciende que te implora,
—34→
      Y así de su destino
La ley sobre su frente con un rayo
      De tu corona escribe:  15
«Ciencias vanas que el alma ensoberbecen
      »Y el corazón corrompen,
»Favor de plebe y dones de tiranos
      »Este mortal desprecia:
»Ni asesino de déspotas, ni siervo  20
      »Será, ni de virtudes
»Enseñador que ultrajan los mortales
      »O mofan, ni de leyes
»Artífice que a guisa de rameras
      »Con desdén o con saña  25
»Miran al infeliz, y al poderoso
      »Cariñosas sonríen.
»¡Hombres! pensad, mas permitid que piense:
      »Dejad pasar su carro
»Que no él el vuestro impedirá que marche.  30
      »De vuestra fantasía
»Los ídolos amad: él nada anhela
      »De lo que amáis vosotros.
»Del corazón en el altar, do tiene
      »Pocos nombres inscritos,  35
»Arde una llama pura, inmensa, eterna:
      »¡Hombres! ella le basta;
»Nada quiere de vos mas que el olvido.»
—35→
      Finiste, amada Ninfa,
Y agradecida el alma te bendice.  40
      Sobre tus alas de oro
Vuelve otra vez a tu mansión celeste:
      Yo lejos de los hombres
Levantaré mi choza solitaria,
      Y mis oscuros días  45
Con tu luz regiré modesta y pura.
      Del perdón en las aguas
Me lavaré, y envuelto en mi inocencia
      Veré caer y alzarse
Y otra vez sucumbir reyes y pueblos:  50
      Por altos conductores
Veré a un arena vil viles rebaños
      Guiar de humanas fieras,
Y apedazarse, devorarse, el alma
      Saciar de los caudillos  55
Con scenas de matanza y de carnaje:
      Horrorosas contiendas
Que encienden solo cuantas de infierno hijas
      Rabiosas pasiones,
Desde que existe, al universo asuelan,  60
En máscaras hermosas
Siempre velado el lúrido semblante.
      ¡Yo lo veré -con llanto!
Pero mi pecho latirá tranquilo.
—36→
      Del Ida allá en la cumbre  65
Así al Saturnio el gran cantor nos pinta
      El áspera refriega
Contemplando de Téucros y de Aquivos:
      Caen los héroes; rojas
Con la sangre las límpidas corrientes  70
      El Janto y Símois vuelcan;
La faz llorosa y suplicantes manos
      Al Olimpo dirigen
Las Dárdanas esposas y las madres;
      De las Deidades mismas  75
El feliz corazón palpita inquieto:
      Y calma goza eterna
El Padre de los hombres y los dioses.



  —37→  

ArribaAbajoVIII. A Marcio


    Aetas parentum, pejor avis, tulit
      Nos nequiores, mox daturos
      Progeniem vitiosioren.


HORAT.                




    Por la angosta senda de Garraf riscoso
Corcel desbocado dirigir sin riendas,
O por las furentes olas del Egeo
      Barquilla regir,

Más fácil te fuera que por rectas vías  5
Conducir, oh Marcio, la mísera patria
A la bienandanza que tu mente sueña
      En noble ilusión.

¿Qué prestan tus leyes? ¿qué prestan, si al crimen,
Rompido el precepto que inspira Natura  10
Y consagra el Numen, el hijo de Iberia
      Despéñase audaz?
—38→

Y befa y ultrajes prodigando al justo
Enhiesta la frente va el Vicio asqueroso
La pálida frente que el velo desdeña  15
      Del muerto Pudor:

Do quiera rencores, molicie do quiera,
Y sed de rapiña descarada y torpe,
Y un tráfico horrible de cuanto más sacro
El mundo adoró...  20

¡Oh tiempos felices aquellos antiguos
Que bárbaros llaman noveles doctores!
Hipócritas hace, corazones duros
      La hodierna luz.

Al menos entonces del honor la palma  25
De un Barón idiota cercaba el almete,
Y un hidalgo acero sostener podía
      Un franco mentís.

No itálicas solfas, no gálicas danzas
Supieron, más libre de afectos villanos  30
So la férrea cota, corazón sin tacha
      Sintieron latir.
—39→

¡Costumbres sin arte! ¡severas costumbres
De nuestros abuelos! ¿do estáis? ¡qué a la cima
De la gloria alzasteis poderoso y bello  35
      De España el blasón!

Finieron los héroes: de madres impuras
El impuro seno progenie bastarda
Tan solo concibe, bastarda progenie
      Cobarde y falaz.  40

¡Eh! mienten aquestos: son prole de vicios,
No prole de aquellos preclaros varones
Que en lucha continua blandiendo la lanza
      Cansando el trotón,

Lanzaron al Árabe al desierto antiguo  45
Y la Cruz bermeja con mano robusta
Sobre el eclipsado menguante erigieron
      Del vencido Islam.

Y en las patrias Cortes el bien de los pueblos
Trataban sesudos, o a las demasías  50
De reyes aviesos oponían firmes
      Prudencia y valor.
—40→

Bien fuiste tú entonces, oh Burgos, testigo4
De noble constancia, cuando de Castilla
En santa Gadea juntados los Grandes  55
      Ante el nuevo Rey,

Se alzó un Caballero: varonil talante,
Majestad y gracias dicen que es Rodrigo,
Aquel que en buen hora naciera, al que llaman
      El Cid Campeador.  60

«Ni fe ni homenaje, señor rey Alfonso,
»Prestaros no quiere quien de leal blasona,
»Si a lo que os pregunte, con solemne jura
      »Vos no respondéis.

»¿En la muerte aleve del buen rey don Sancho,  65
»Que en gloria se goce, vos, Rey no tuvisteis
»Nada que culparos? -No. -¿Della no os plugo?
      »¿La esperasteis? -No.

»-Hayáis mala muerte, si a la verdad santa
»Faltareis, Alfonso: vuestro cuerpo engorde  70
»Carnívoras aves, y sea vuestr' alma
      »Presa de Luzbel.
—41→

»-Amen» el Monarca tres veces repite,
Mas la saña esconde que pronto, oh Jimena,
Por el caro ausente lágrimas cual viuda  75
      Te hará derramar.



  —43→  

ArribaAbajoIX. El estío


    Cuncta terrarum subacta,
      Præter atrocem animum Catonis.


HORAT.                




Gala y beldad y juventud y copia
De frutos varios ufanosa ostenta
      Natura; y hombres, brutos,
      Inanimados troncos,
Rudos peñascos y ligeras auras  5
De la gran madre la fecundia sienten.

Desde el alto cenit, el que en su seno
Derramara calor vivificante,
      Monarca de los días
      Se huelga en contemplarla;  10
Y los bridones férvidos reprime,
Que el carro arrastran en tardío curso.
—44→

¡Astro mayor del firmamento, salve!
¡Desparcidor de tempestades, fuente
      De luz, amor del mundo!  15
      Sobre los cerros patrios
Hijo yo del ardiente mediodía
Vengo a adorarte ¡oh Sol! y en ti me gozo.

¡Divinidad! ¿de esos ardientes rayos
Inspiradores de entusiasmo y vida,  20
      Porque al poder inmenso
      Las testas de los héroes
Lozanas otra vez no se resucitan,
Como el fresco botón de la azucena?

Y las que yacen en silencio antiguo  25
Ciudades de alto nombre entre ruinas,
      ¿Por qué otra vez sus torres
      Y gigantes murallas,
Cual de hojas nuevas pirenaico abeto,
De activa muchedumbre no coronan?  30

¡Ay! ¡qué es el sueño de la muerte el suyo!
Y lo duermen los hijos de la Fama,
      Y Babel y Palmira,
      Y contigo ¡oh Cartago!
Que el Beduino galopando insulta,  35
Tu funesta rival también lo duerme.
—45→

A esclavitud, asolación y muerte,
¡Oh Roma! condenada desde el punto
      Que la virtud antigua
      Y severas costumbres  40
Mofando, el oro y fútiles arreos
Cual sierva persiana apeteciste.

Hacia ti con deseos criminales
La su vista de águila volviera
      Entonces de las Galias  45
      El domador, cual mira
Hambriento azor de la región del éter
La que va a devorar tímida garza.

¡Astro del Orión! hermoso brillas
En las noches de otoño; mas tu lumbre  50
      Nuncia de tempestades
      Llena de luto el alma
Del labrador, que en torno el duro lecho
Enjambre ve de nudos parvulillos.

Mensajera de mal la estrella Julia  55
Así de Italia apareció en el cielo,
      Cuando el falaz caudillo
      Su corazón de piedra
Cerrando de la patria al triste ruego,
El prohibido Rubicón salvaba.  60
—46→

Consternación!!! Desatentada inunda
La ítala gente la ciudad eterna;
      Los padres la abandonan,
      Y el héroe en quien su amparo
Creyó encontrar. «-¡Huyamos!... Do los libres,  65
»Allí Roma estará y allí la patria.»

Mas ¡ay de mí! Los libres han caído!!!
Cual rápido huracán impetuoso
      Desde tu amena margen,
      Oh Segre, a las comarcas  70
Tésalas vuela el dictador impío
Y victoria fatal sigue sus huellas.

Entonces fue que la indomada frente
Con la corona universal ceñida
      Roma humillara al yugo:  75
      Lo vio vengada Grecia,
Y un grito alzó de júbilo, que el eco
Repitió de Numancia en las ruinas.

Fue entonces que gloriosa muerte huyendo
Muerte halló infame el adalid vencido;  80
      Y ¡oh baldón! imploraron
      Un perdón de ignominia
Los viles campeones de la patria;
Y esclavo prosternose el orbe todo:
—47→

Mas no Catón; que de la infausta lucha  85
Un noble hierro conservara el héroe,
      Y pensó «aún soy libre;»
      Y contempló sin grima
A las úticas torres avanzarse
Del parricida Capitán la hueste.  90

Ni un solo acento pronunció: brumaban
Ideas de dolor su alma sublime.
      La raza de Quirino
      Vio envilecida; viola
De romper incapaz el nuevo yugo  95
Y el alto espirtu recobrar antiguo:

Y a su destino obedeció... Y en balde
Pensó el Liberticida entre la turba
      Verle de sus esclavos:
      En balde; que al impío  100
Soberano poder da acaso el Numen,
Pero el imperio de las almas nunca.



  —48→     —49→  

ArribaAbajoX. Mi navegación


    Non est meum, si mugiat Africis
      Malus procellis, ad miseras preces
      Decurrere et vobis pacisci.


HORAT.                




¿Tanto afán y tan breve derrotero?
¿Siempre halagar a mercaderes sandios
Y a malvados cuestores insolentes?
      ¿Siempre implorar la fuerza?

No; que en mi quilla corruptora plata  5
No he de traer de las peruanas costas;
Ni he de llevar al México rebelde
      Domeñadoras armas.

Y solmente al querer de mi destino
Sin ansia alguna de cambiar la suerte,  10
Lanzó joven piloto mi barquilla
      Al piélago espumoso.
—50→

Al espumoso piélago, que alzando
En insana bravura a las estrellas
Mil poderosas naos, con ruina  15
      Las hundió en el abismo.

Y del dulce León y el buen Carranza
Los inocentes virtuosos leños
En pos lanzara de ásperas tormentas
      A las crueles playas  20

Que habitaban los hijos sanguinarios
Del Cielo y de la Tierra ¡prole impía!
Por el rayo después aniquilada
      Del Padre de las luces.

¡Terrible mar! que en negros turbiones  25
Súbito al gran Jovino arrebatando,
A un escollo arrojó, donde cautivo
      Gimió de un vil pirata.

¡Mas qué! ¿Y acaso en la malvada tierra
Buscaron ellos el ansiado puerto?  30
¿Y naufragios y bárbaras prisiones
      No burlaron constantes?
—51→

Sí; que en su pecho el corazón tranquilo
Sintió el solaz de la inocencia: su alma
Los puros días de su edad primera  35
      Corrió sin sobresalto.

Y cuando más feroz bramó la rabia
De las tormentas, cuando el dulce día
En lobreguez velaban las espesas
      Murallas de su cárcel;  40

Siempre a su vista apareció una estrella
De luz inmensa, esplendorosa, suave:
¡Estrella que jamás del ímpio alumbras
      Las tortuosas sendas!

Así en el mástil de mi barca nunca  45
Enseña flote indigna; ni en su puente
Vivas suenen de mal que la virtuosa
      Playa vecina espanten;

Y tu lumbre mi breve derrotero
Siempre esclarezca, y de infestadas naos  50
Siempre me aleje, y de los sitios donde
      Las férreas proas guíen.
—52→

No es en la tierra el fin de mi viaje,
Y tú lo sabes: busco ¡ojalá llegue!
Busco de paz las plácidas moradas,  55
      Do la verdad es reina,

Do, con balanza siempre igual, justicia
Al trabajado recto navegante
De galardón sin fin, y al criminoso
      Sin fin con rayo abrasa.  60



  —53→  

ArribaAbajo- XI -

¡Memoria inmortal de un momento de ilusión, delirio y encanto! Nunca, nunca de mi alma te borrarás; y mientras en ella esté grabada la imagen de mi Julia, mientras sienta y aliente este agitado corazón, serás tú el suplicio y la felicidad de mi vida.





      PERDÓN, celeste Virgen,
      Si a tus honestos labios
Arrebaté de amor costoso un :
      Si a tu inocente pecho,
      Si a tus sueños tranquilos  5
Turbé la calma plácida, perdón.

      Yo te adoré: y un ara
      De purísimo culto
En el seno del alma te erigí;
      Que ni mi ardiente boca,  10
      Ni mis ojos de fuego,
Ni un pensamiento vago profanó.
—54→

      ¡Yo te adoré a ti sola!
      Y ledo ya tejía
Nupcial corona para orlar tu sien:  15
      Mas de repente en punzas,
      En punzas venenosas
Vi tornarse en mis manos cada flor.

      ¡Lejos, fatal guirnalda!
      De la dicha renuncio,  20
Si al bien que adoro llanto ha de costar:
      De mi dolor el cáliz
      Apuraré yo solo:
Sé tú feliz ¡oh amada! y pene yo.

      ¡Sé tú feliz!... Del pecho  25
      La infausta imagen borra
De quien más que amador tu amigo fue;
      Y en urna funeraria
      La triste llama ahoga,
Llama primera que en tu seno ardió.  30

      Sin una pobre choza,
      Sin un árbol antiguo
A cuya sombra el cuerpo adormecer,
      Yo arrastraré mi vida,
      Como torrente inútil  35
Entre jaras y breñas corre al mar.
—55→

      Mas solitario, errante
      Entre agitadas olas,
So el templo santo, en desperada lid,
      ¡Oh Virgen! donde quiera  40
      Al ánima afligida
Dulzura tus memorias llevarán.

      Y cuando al fin mi espirtu
      Las odiadas cadenas
Rompa que le atan al arcilla vil;  45
      Y sus alas despliegue,
      Y a volar se aperciba
A la eterna mansión del Sumo Bien;

      ¡Ángel mío! en los coros
      Yo esperaré encontrarte  50
Que himnos santos entonan al Señor;
      Y a tan plácida idea
      Sobre el muriente labio
Sonrisa celestial florecerá.



  —56→     —57→  

ArribaAbajoXII. Colombo


    Quanto se érgue entre stupidos humanos
      Quem ao nascer sortio un peito altivo
      Capaz de inclyta empreza!
      Máis que homem é um Nume.





POR los dudosos mares do insepultos
Vagan aún de Atlántida los hijos
Iberas quillas de Liguria un hombre
A ignotas playas conducía: el Héroe
Sentado en el alcázar, ya los ojos  5
Al último confín del horizonte
Giraba, ya a las páginas del cielo.
No era temor: ligeras, vagas dudas
(Que siempre al débil hombre un Dios envía)
Su corazón brumaban; cuando el Padre  10
De las ondas Océano en calma breve
Su ventoso escuadrón encadenando,
Agorero de bien, así le dijo:
«Anímate y alienta, imperturbable
Varón: cercano estás de tu derrota  15
—58→
Al fin ansiado: ¡anímate y alienta!
Pronto a tu vista desdoblado el mundo
Será: de Iberia el estandarte pronto
Sobre Aleghány flotará y los Andes;
Y con temor atónito el Indiano  20
Del león de España escuchará el rugido.

»¡Loor a ti, caudillo ilustre! ¡Excelsa
Nación, loor a ti, que de naufragios
Despreciadora altiva, y de la muerte,
A la empresa clarísima te arrojas!  25
Mi braveza temieron las naciones,
Y mis vías inciertas de escondidos
Escollos esparcidas y de monstruos,
Y por rabiosos vientos agitadas:
Tú, sola audaz, y fuerte y generosa,  30
Del inglorioso sueño en que yacía
Me dispertaste y me pediste paso.
En los Genios oceánicos el gozo
Tu acento derramó; que no sus aras
Ya desiertas serán, ni el europeo  35
Navegador desdeñará su culto.

»¡Prosperidad y gloria te acompañen!
Esas que encontrarás regiones vastas
De gratitud yo te las doy en muestra,
Y a las mentidas de Hércules colunas  40
—59→
Las trabaré con poderoso nudo
Que durará -mientras lo quiera el hado.

»Será tal vez que se deshaga o rompa;
Será tal vez que del hispano trono
El estandarte de oro prez de Otumba  45
Desparezca y el cetro de los Incas:
Pero siglos y siglos la aureola
Con que la Iberia ahora se enguirnalda,
Esplendorosa brillará, y de pasmo
A las edades llenará remotas.  50

»Cual víbora rastrera, que del suelo
No es poderosa a levantarse, ardientes
Ojos de muerte llenos a la Reina
Del aire vibra en vano, y de despecho
Silba y de rabia; espíritus villanos,  55
Ignoble raza de envidiosos pueblos5
Tachar querrán la esclarecida hazaña
Que no supieron intentar; y vicios
Achacarán de un vil aventurero
O de un torpe soldado... a un pueblo todo  60
Con indigno placer y siempre en balde.
Así del sol en la órbita esplendente
Un oscuro mortal máculas busca,
Y en su eje de diamante fijo en tanto
Mares de luz en derredor esparce  65
—60→
El monarca del día, y al mezquino
Que le miró deslumbra y le confunde.

»Mas vos, Americanos, prole hispana,
¿Vos también a injuriar sois atrevidos
La madre antigua? Aquestos que en su tumba  70
Padres vuestros reposan, ¿olvidasteis
Que del Ebro en las márgenes y el Betis
El aliento de vida respiraron
Por la primera vez? ¿que la cabaña
Se muestra aún, do madres españolas  75
Sus pobres cunas con amor mecieron?
¡Oh Americanos! ¡no ultrajéis a España!
Si crueles no queréis ya ser sus hijos,
Volved la vista en derredor, y al menos
No en vuestras almas gratitud se apague.  80

»Esos campos, un día hórridas selvas
Do víctimas humanas ofrecidas
En culto impío a impíos dioses fueron,
Ella en felices campos convertía
Que ahora surca el labrador tranquilo,  85
Y virtuosa familia en ellos vive:
Ella elevaba esas ciudades vuestras,
Y para darlas acción y vida
Se desangraba, y de sus propios hijos
Quedó huérfana y sola. ¿Quién primero  90
—61→
Que ella erigió de Cristo los altares
En vuestro suelo, do la ley de vida
Grabada, y ley de amor, los indianos
Feroces pechos ablandó? De entonces
No entonó más el cántico de muerte  95
Triste guerrero que en la lid cayera;
Ni en crujir espantable humanos miembros,
Calientes todavía y palpitantes,
En bárbaros festines clamorosos
Tragados fueron con horror. De entonces  100
Vírgenes gracias del pudor el velo
Cubrió, y el velo del pudor encantos
A las vírgenes gracias añadía.
Arrebatado goce y fugitivo
No fue ya más amor, fue de las almas  105
Deleite celestial, magia inefable;
Y un acento fugaz, un descuidado
Dulce mirar, una memoria vaga
Endulza los pesares de una vida:
No más de su aflicción el vaso apura  110
Desconsolado el hombre; que en el fondo
Le pone siempre Religión amable
Una gota de miel, que es la esperanza.

»¡Oh Americanos, acatad a Iberia!
Sed de gloria, ambición, hambre del oro,  115
—62→
Temor de la cuchilla levantada
Sobre vuestras cabezas por delitos
O por virtudes en el viejo Mundo
¿Do un sitio hallar para pasiones tantas?
¡Ved! España os lo muestra; ella el camino  120
Vos abre; la seguid... ¿Quién son aquellas
Popas que adorna asiático trofeo?
¡Ínclitas Lusitanas! yo os conozco:
Dejáis altivas, como el sol, la aurora,
Y en el ocaso dormiréis... De Galia  125
Esotros leños son: argollas llevan
Para aherrojar Haiti... ¿Oís? Rompidas
Por africanas manos ora caen...
¡Cuál las proas británicas se lanzan
De libertad y poderío fieras!  130
¡Albión! ¡Albión! raza de héroes
En tus quillas escondes: de Washington
Y de Franklin vas a plantar el germen;
Vas a plantarle en las comarcas, donde
Cual ciervo de los bosques vagueaba  135
El cazador salvaje, y los celestes
Custodiadores del país inmenso
Los ángeles lloraban sobre el hombre
Cual fiera entre las fieras confundido.
¡Salud, modelos de virtudes patrias!  140
Mas, sin aquella que os mostró la senda,
—63→
Grande nación y generosa, ¿en dónde
El sublime edificio ora se alzara,
Que en robustos cimientos sostenido,
Incapaz de imitar admira Europa?  145
Morada augusta, por la cual olvida
Los siete Montes y el sagrado Tíber,
La, que de Roma esclavizada huyendo,
Noble mujer en la riscosa Helvecia
Por almas hospedada virtuosas,  150
Solamente tenía un rudo albergue...
Pero en oscuridad están veladas
Esas palabras para ti: prosigue
Ya la sublime empresa, oh generoso:
Impelerán mis Náyades tus popas;  155
Y a los propicios orientales vientos
Yo las cadenas soltaré... ¡Pudiese,
Pudiese así! ¡oh dolor! los envidiosos
Indignos hierros quebrantar que un día...
¡Oh Colombo! ¡Colombo! de la humana  160
Vida son breves las más fieras cuitas,
Mas sigue al grande eternidad de gloria!»






ArribaNotas

NOTA I.



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