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101

Carta a Pedro Gual, 1824. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, XII, p. 535, nº 48, oct.-dic. 1929.

 

102

Obras, VIII, p. 278.

 

103

Ibíd., p. 313.

 

104

Obras, I, p. 419.

 

105

Ibíd., p. 2.

 

106

Ibíd., p. 435.

 

107

Ibíd., p. 436.

 

108

Ibíd, pág. VII.

 

109

Obras, VII, p. 371. Sobre la certeza y sus fuentes, los párrafos que copio de seguida exponen tan claramente su doctrina, que no creo necesario comentarlos: «La fe que prestamos a nuestros juicios se llama certidumbre, i es de diferentes especies i grados». «Certidumbre absoluta es la que prestamos a los juicios que envuelven relaciones necesarias de necesidad absoluta» (Obras, I, p. 383). «Hai dos cosas que producen certidumbre absoluta, la evidencia i la demostracion» (Ibíd., p. 385). Hay también una certidumbre física, «pero por grande que sea la certidumbre física, no alcanzará jamás la fuerza de certidumbre absoluta» (p. 386), ya que «la constancia de las leyes físicas no es de necesidad absoluta» (p. 388). Las causas de error son generales o especiales. Las generales «se pueden reducir a estos siete capítulos: predisposiciones i estados orgánicos; predisposiciones i estados morales; hábitos intelectuales; deslices de la memoria; precisión de la imajinación; abuso de las ideas-signos; imperfeccion del lenguaje, de que proviene que una misma palabra sea tomada en sentidos varios por diferentes individuos, i no pocas veces por uno mismo en diferentes ocasiones» (p. 492). Las especiales son los sofismas o falacias que «se pueden reducir a dos órdenes: las unas alteran los fundamentos del juicio; las otras vician el proceder deductivo» (p. 502).

 

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Ibíd., p. 347. La idea que tiene de esos principios es de tendencia fideísta, pues dice que son «ciertos instintos, que jeneralizados se convierten mas tarde en principios, en leyes primarias que presiden a todos los actos de la intelijencia» (p. 356); que «es incontestable que hai en el entendimiento gran número de juicios i de conocimientos que lójicamente son anteriores a la experiencia, que lójicamente no se derivan de ella, ni por una desviacion ulterior, porque no puede haber experiencia que no los implique. Todo nuevo fenómeno supone una causa, es un principio que lójicamente no ha podido salir de la experiencia. Pero sin una experiencia es imposible que este principio haya podido brotar en el entendimiento. Distingamos, pues, con Víctor Cousin los antecedentes psicolójicos i los antecedentes lójicos de los conocimientos humanos» (p. 361).

Entre estos principios menciona: el principio de la estabilidad de las leyes de la naturaleza, que llama empírico, «no porque él lo sea, sino porque en él se funda la jeneralizacion de todos los resultados empíricos» (p. 356), el cual podemos formularlo así: «Dada la causa, se sigue necesariamente el efecto; esto es, dado el fenómeno precursor, se desarrolla necesariamente el segundo fenómeno» (p. 363). El de contradicción, «principio no solo superior a el alcance de la observación, sino necesario de necesidad absoluta para todos los juicios, para todos los raciocinios, para todos los conocimientos» (p. 357). El de causalidad que, de acuerdo con su teoría, «nace espontáneamente en el entendimiento porque así lo ha querido el Autor de la naturaleza» (p. 133). «Otro principio universal i de necesidad absoluta es el de la razon suficiente, que podemos formularlo de este modo: nada puede ser que no tenga una razon de ser». «El principio de sustancialidad es tambien de necesidad absoluta» (p. 358).