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Proemio y carta


Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana


[Nota preliminar: presentamos una edición modernizada del Proemio y carta, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, manuscrito 2655 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, basándonos en la edición de Ángel Gómez Moreno y Maxim P. A. M. Kerkhof (Santillana, Íñigo López de Mendoza, Marqués de, Obras completas, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2002), cuya consulta recomendamos. Con el objetivo de facilitar la lectura del texto al público no especializado se opta por ofrecer una edición modernizada y eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando lo creemos oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Gómez Moreno y Kerkhof. Anotamos la lectura del original cuando la modernización ortográfica incide en cuestiones métricas o rítmicas.]




Comienza el proemio y carta que el marqués de Santillana envió al condestable de Portugal con las obras suyas

Al ilustre señor don Pedro, muy magnífico condestable de Portugal, el marqués de Santillana, conde del Real etc., salud, paz, y debida recomendación.

En estos días pasados Alvar Gonzales de Alcántara, familiar y servidor de la casa del señor infante don Pedro, muy ínclito duque de Coímbra, vuestro padre, de parte vuestra, señor, me rogó que los decires y canciones mías enviase a la vuestra magnificencia. En verdad, señor, en otros hechos de mayor importancia, aunque a mí más trabajosos, quisiera yo complacer a la vuestra nobleza, porque estas obras, o a lo menos las más de ellas, no son de tales materias, ni así bien formadas y artizadas, que de memorable registro dignas parezcan. Porque, señor, así como el Apóstol dice cum essem parvulus, cogitabam ut parvulus, loquebar ut parvulus, ca estas tales cosas alegres y jocosas andan y concurren con el tiempo de la nueva edad de juventud, es a saber, con el vestir, con el justar, con el danzar y con otros tales cortesanos ejercicios. Y así, señor, muchas cosas placen ahora a vos que ya no placen o no deben placer a mí. Pero, muy virtuoso señor, protestando que la voluntad mía sea y fuese no otra de la que digo, porque la vuestra sin impedimento haya lugar y vuestro mandado se haga de unas y otras partes, y por los libros y cancioneros ajenos, hice buscar y escribir por orden, según que las yo hice, las que en este pequeño volumen vos envío.

Mas como quiera que de tanta insuficiencia estas obretas mías que vos, señor, demandáis, sean, o por ventura más de cuanto las yo estimo y reputo, os quiero certificar me place mucho que todas cosas que entren o anden so esta regla de poetal canto os plazcan; de lo cual me hacen cierto así vuestras graciosas demandas, como algunas gentiles cosas de tales que yo he visto compuestas de la vuestra prudencia. Como es cierto este sea un celo celeste, una afección divina, un insaciable cebo del ánimo, el cual, así como la materia busca la forma, y lo imperfecto la perfección, nunca esta ciencia de poesía y gaya ciencia buscaron ni se hallaron sino en los ánimos gentiles, claros ingenios y elevados espíritus.

¿Y qué cosa es la poesía, que en el nuestro vulgar 'gaya ciencia' llamamos, sino un fingimiento de cosas útiles, cubiertas o veladas con muy hermosa cobertura, compuestas, distinguidas y escandidas por cierto cuento, peso y medida? Y ciertamente, muy virtuoso señor, yerran aquellos que pensar quieren o decir que solamente las tales cosas consistan y tiendan a cosas vanas y lascivas; que bien como los fructíferos huertos abundan y dan convenientes frutos para todos los tiempos del año, así los hombres bien nacidos y doctos, a quien estas ciencias de arriba son infusas, usan de aquellas y del tal ejercicio según las edades. Y si por ventura las ciencias son deseables, así como Tulio quiere, ¿cuál de todas es más prestante, más noble y más digna del hombre, o cuál más extensa a todas especies de humanidad? Ca las oscuridades y cerramientos de ellas, ¿quién las abre, quién las esclarece, quién las demuestra y hace patentes sino la elocuencia dulce y hermosa habla, sea metro, sea prosa?

Cuanta más sea la excelencia y prerrogativa de las rimas y metros que de la suelta prosa, sino solamente a aquellos que de las porfías injustas se cuidan adquirir soberbios honores, manifiesta cosa es. Y así, haciendo la vía de los estoicos, los cuales con gran diligencia inquirieron el origen y causas de las cosas, me esfuerzo a decir el metro ser antes en tiempo, y de mayor perfección y más autoridad que la suelta prosa.

Isidoro Cartaginés, santo arzobispo hispalense, así lo aprueba y testifica, y quiere que el primero que hizo rimas o canto en metro haya sido Moisés, ca en metro cantó y profetizó la venida del Mesías; y, después de él, Josué, en loor del vencimiento de Gabaón. David cantó en metro la victoria de los filisteos y la restitución del arca del Testamento y todos los cinco libros del Salterio. Y aun por tanto los hebraicos osan afirmar que nosotros no así bien como ellos podemos sentir el gusto de la su dulceza. Y Salomón metrificados hizo los sus proverbios, y ciertas cosas de Job son escritas en rima, en especial las palabras de conforte que sus amigos le respondían a sus vejaciones.

De los griegos quieren sean los primeros Acatesio Milesio y, aprés de él, Ferécides Siro y Homero, no obstante que Dante 'soberano poeta' lo llama. De los latinos Ennio fue el primero, ya sea que Virgilio quieran de la lengua latina en metro haya tenido y tenga la monarquía, y aun así place a Dante, allí donde dice, en nombre de Sordello Mantuano:


   O gloria del latin solo per chui
mostro cho que potea la lingua nostra,
o precio eterno del llocho ove yo fui.



Y así concluyo, ca esta ciencia poetal es acepta principalmente a Dios, y después a todo linaje y especie de gentes. Afírmalo Casiodoro en el libro De varias causas, diciendo: Todo resplandor de elocuencia, y todo modo o manera de poesía o poetal locución y habla, toda variedad de honesto hablar hubo y hubieron comenzamiento de las Divinas Escrituras. Esta en los deíficos templos se canta, y en las cortes y palacios imperiales y reales graciosa y alegremente es recibida. Las plazas, las lonjas, las fiestas, los convites opulentos sin ella así como sordos y en silencio se hallan.

¿Y qué son o cuáles aquellas cosas adonde, oso decir, esa arte así como necesaria no intervenga y no sirva? En metro los epitalamios, que son cantares que en loor de los novios en las bodas se cantan, son compuestos; y, de unos en otros grados, aun a los pastores en cierta manera sirven, y son aquellos dictados a que los poetas 'bucólicos' llamaron. En otros tiempos, a las cenizas y defunciones de los muertos metros elegíacos se cantaban, y aún ahora en algunas partes dura, los cuales son llamados 'endechas'; en esta forma Jeremías cantó la destrucción de Jerusalén; Gayo César, Octaviano Augusto, Tiberio y Tito, emperadores, maravillosamente metrificaron y les plugo toda manera de metro.

Mas dejemos ya las historias antiguas por allegarnos más acerca de nuestros tiempos. El rey Roberto de Nápoles, claro y virtuoso príncipe, tanto esta ciencia le plugo que como en esta misma sazón micer Francisco Petrarca, poeta laureado, floreciese, es cierto gran tiempo lo tuvo consigo en el Castil Novo de Nápoles, con quien él muy a menudo confería y platicaba de estas artes, en tal manera que mucho fue habido por acepto a él y gran privado suyo; y allí se dice haber él hecho muchas de sus obras así latinas como vulgares, y entre las otras el libro De rerum memorandarum y las sus églogas y muchos sonetos, en especial aquel que hizo a la muerte de este mismo rey, que comienza Rota e l'alta columpna e el verde lauro, etc.

Juan Bocacio, poeta excelente y orador insigne, afirma el rey Juan de Chipre haberse dado más a los estudios de esta graciosa ciencia que a ningunas otras; y así parece que lo muestra en la entrada proemial de su libro de la Genealogía o Linaje de los dioses gentiles, hablando con el Señor de Parma, mensajero o embajador suyo.

Cómo pues o por cuál manera, señor muy virtuoso, estas ciencias hayan primeramente venido en mano de los romancistas o vulgares, creo sería difícil inquisición y una trabajosa pesquisa. Pero dejadas ahora las regiones, tierras y comarcas más longincuas y más separadas de nos, no es de dudar que, universalmente en todas, de siempre estas ciencias se hayan acostumbrado y acostumbran, y aun en muchas de ellas en estos tres grados, es a saber: sublime, mediocre e ínfimo. Sublime se podría decir por aquellos que las sus obras escribieron en lengua griega y latina, digo metrificando. Mediocre usaron aquellos que en vulgar escribieron, así como Guido Januncello, boloñés, y Arnaldo Daniel, provenzal. Y como quier que de estos yo no he visto obra alguna, pero quieren algunos haber ellos sido los primeros que escribieron tercia rima y aun sonetos en romance, y, así como dice el Filósofo, de los primeros primera es la especulación. Ínfimos son aquellos que sin ningún orden, regla ni cuento hacen estos romances y cantares de que las gentes de baja y servil condición se alegran.

Después de Guido y Arnaldo Daniel, Dante escribió en tercia rima elegantemente las sus tres comedias Infierno, Purgatorio y Paraíso; micer Francisco Petrarca, sus Triunfos; Checo d'Ascoli, el libro De proprietatibus rerum; y Juan Bocacio el libro que Ninfal se intitula, aunque ayuntó a él prosas de gran elocuencia a la manera del Boecio consolatorio. Estos y muchos otros escribieron en otra forma de metros en lengua itálica que 'sonetos' y 'canciones morales' se llaman.

Extendiéronse, creo, de aquellas tierras y comarcas de los lemosines estas artes a los gálicos y a esta postrimera y occidental parte que es la nuestra España, donde asaz prudente y hermosamente se han usado.

Los gálicos y franceses escribieron en diversas maneras rimas y versos, que en el cuento de los pies o bordones discrepan, pero el peso, cuento de las sílabas de la tercia rima y de los sonetos y de las canciones morales iguales son de las baladas, aunque en algunas, así de las unas como de las otras, hay algunos pies truncados que nosotros llamamos 'medios pies', y los lemosines, franceses y aun catalanes, 'bioques'.

De entre estos hubo hombres muy doctos y señalados en estas artes; ca maestre Juan de Loris hizo el Roman de la rosa, donde, como ellos dicen «el arte de amor es toda inclusa»; y acabolo maestre Juan Copinete, natural de la villa de Meun. Michaute escribió así mismo un gran libro de baladas, canciones, rondeles, lays y virelays, y asonó muchos de ellos. Micer Otho de Grandson, caballero estrenuo y muy virtuoso, se hubo alta y dulcemente en esta arte. Maestre Alen Charretiel, muy claro poeta moderno y secretario de este rey don Luis de Francia, en gran elegancia compuso y cantó en metro y escribió el Debate de las cuatro damas, La Bella Dama san mersi, el Revelle matin, La gran pastora, el Breviario de nobles y El hospital de amores, por cierto cosas asaz hermosas y placientes de oír.

Los itálicos prefiero yo, so enmienda de quien más sabrá, a los franceses, solamente ca las sus obras se muestran de más altos ingenios, y adórnanlas y compónenlas de hermosas y peregrinas historias; y a los franceses de los itálicos en el guardar del arte, de lo cual los itálicos, sino solamente en el peso y consonar, no se hacen mención alguna. Ponen sones así mismo a las sus obras y cántanlas por dulces y diversas maneras, y tanto han familiar, acepta y por manos la música que parece que entre ellos hayan nacido aquellos grandes filósofos, Orfeo, Pitágoras o Empédocles, los cuales, así como algunos describen, no solamente las iras de los hombres, más aun a las furias infernales con las sonorosas melodías y dulces modulaciones de los sus cantos aplacaban. ¿Y quién duda que así como las verdes hojas en el tiempo de la primavera guarnecen y acompañan los desnudos árboles, las dulces voces y hermosos sones no apuesten y acompañen toda rima, todo metro, todo verso, sea de cualquier arte, peso y medida?

Los catalanes, valencianos y aun algunos del reino de Aragón fueron y son grandes oficiales de esta arte. Escribieron primeramente en 'novas rimadas', que son pies o bordones largos de sílabas, y algunos consonaban y otros no. Después de esto usaron el decir en coplas de diez sílabas a la manera de los lemosines. Hubo entre ellos de señalados hombres así en las invenciones como en el metrificar. Guillén de Bervedá, generoso y noble caballero, y Pao de Bembibre adquirieron entre estos gran fama. Mosén Pero March el Viejo, valiente y honorable caballero, hizo asaz gentiles cosas y entre las otras escribió proverbios de gran moralidad. En estos nuestros tiempos floreció mosén Jorde de Sant Jorde, caballero prudente, el cual ciertamente compuso asaz hermosas cosas, las cuales él mismo asonaba, ca fue músico excelente; hizo entre otras una canción de opósitos que comienza Tos jons aprench e desaprench ensems. Hizo la Pasión de amor, en la cual compiló muchas buenas canciones antiguas, así de estos que ya dije como de otros. Mosén Febrer hizo obras nobles, y algunos afirman haya traído el Dante de lengua florentina en catalán, no menguando punto en la orden del metrificar y consonar. Mosén Ausias March, el cual aún vive, es gran trovador y hombre de asaz elevado espíritu.

Entre nosotros usose primeramente el metro en asaz formas, así como el Libro de Alexandre, Los votos del pavón y aun el Libro del Arcipreste de Hita, y aun de esta guisa escribió Pero López de Ayala el Viejo un libro que hizo de las maneras del Palacio y llamaron las Rimas.

Y después hallaron esta arte que 'mayor' se llama y el arte común, creo, en los reinos de Galicia y de Portugal, donde no es de dudar que el ejercicio de estas ciencias más que en ningunas otras regiones y provincias de la España se acostumbró en tanto grado que no ha mucho tiempo cualesquier decidores y trovadores de estas partes, ahora fuesen castellanos, andaluces o de la Extremadura, todas sus obras componían en lengua gallega o portuguesa; y aun de estos es cierto recibimos los nombres del arte, así como 'maestría mayor' y 'menor', 'encadenados', 'leixaprén' y 'manzobre'.

Acuérdome, señor muy magnífico, siendo yo en edad no provecta, mas asaz pequeño mozo en poder de mi abuela doña Mencía de Cisneros, entre otros libros haber visto un gran volumen de cantigas, serranas y decires portugueses y gallegos, de los cuales toda la mayor parte era del rey don Dionís de Portugal, creo, señor, sea vuestro bisabuelo, cuyas obras aquellos las leían, loaban de invenciones sutiles y de graciosas y dulces palabras. Había otras de Joan Suares de Pavía, el cual se dice haber muerto en Galicia por amores de una infanta de Portugal; y de otro Fernand Gonzales de Senabria. Después de ellos vinieron Vasco Peres de Camões, y Fernand Casquicio y aquel grande enamorado Macías, del cual no se hallan sino cuatro canciones, pero ciertamente amorosas y de muy hermosas sentencias, conviene a saber Cativo de miña tristura, Amor cruel e brioso, Señora, en quien fiança y Provei de buscar mesura.

En este reino de Castilla dijo bien el rey don Alfonso el Sabio, y yo vi quien vio decires suyos, y aun se dice que metrificaba altamente en lengua latina. Vinieron después de estos don Juan de la Cerda, y Pero González de Mendoza, mi abuelo, hizo buenas canciones y entre otras Pero te sirvo sin arte y otra a las monjas de la Zaidía, cuando el rey don Pedro tenía el sitio contra Valencia; comienza A las riberas de un río. Usó una manera de decir cantares así como escénicos plautinos y terencianos, tan bien en estrambotes como en serranas. Concurrió en estos tiempos un judío que se llamó Rabí Santo; escribió muy buenas cosas y entre las otras Proverbios morales, en verdad de asaz recomendables sentencias. Púselo en cuento de tan nobles gentes por gran trovador, que así como él dice en uno de sus proverbios:


No vale el azor menos
por nacer en vil nido1,
ni los ejemplos buenos
por los decir judío.



Alfonso González de Castro, natural de esta villa de Guadalajara, dijo asaz bien e hizo estas canciones Con tan alto poderío y Veis que descortesía.

Después de estos, en tiempo del rey don Juan, fue el arcediano de Toro; este hizo Crueldad y trocamiento, y otra canción que dice De quien cuido y cuidé. Y Garci Fernández de Gerena.

Desde el tiempo del rey don Enrique, de gloriosa memoria, padre del Rey Nuestro Señor, y hasta estos nuestros tiempos se comenzó a elevar más esta ciencia y con mayor elegancia. Y ha habido hombres muy doctos en esta arte, principalmente Alfonso Álvarez de Illescas, gran decidor, del cual se podría decir aquello que en loor de Ovidio un gran historiador describe, conviene a saber, que todos sus motes y palabras eran metro. Hizo tantas canciones y decires que sería bien largo y difuso nuestro proceso, si por extenso aun solamente los principios de ellas a recontar se hubiesen. Y así por esto, como por ser tanto conocidas y esparcidas a todas partes sus obras, pasaremos a micer Francisco Imperial, al cual yo no llamaría decidor o trovador, mas poeta, como sea cierto que si alguno en estas partes del ocaso mereció premio de aquella triunfal y láurea guirnalda, loando a todos los otros, este fue. Hizo al nacimiento del Rey Nuestro Señor aquel decir famoso En dos setecientos y muy muchas otras cosas graciosas y loables.

Fernán Sánchez Calavera, comendador de la orden de Calatrava, compuso asaz buenos decires. Don Pero Vélez de Guevara, mi tío, gracioso y noble caballero, así mismo escribió gentiles decires y canciones.

Fernán Pérez de Guzmán, mi tío, caballero docto en toda buena doctrina, ha compuesto muchas cosas metrificadas, y entre las otras aquel epitafio de la sepultura de mi señor el almirante don Diego Hurtado, que comienza Hombre que vienes aquí de presente. Hizo muchos otros decires y cantigas de amores, y aun ahora, bien poco tiempo ha, escribió proverbios de grandes sentencias, y otra obra asaz útil y bien compuesta de Las cuatro virtudes cardinales.

Al muy magnífico duque don Fadrique, mi señor y mi hermano, plugo mucho esta ciencia, e hizo asaz gentiles canciones y decires, y tenía en su casa grandes trovadores, especialmente a Fernán Rodríguez Portocarrero, y Juan de Gayoso y Alfonso de Moraña. Ferrán Manuel de Lando, honorable caballero, escribió muchas buenas cosas de poesía, imitó más que ninguno otro a micer Francisco Imperial, hizo de buenas canciones en loor de Nuestra Señora, hizo así mismo algunas invectivas contra Alfonso Álvarez de diversas materias y bien ordenadas.

Los que después de ellos en estos nuestros tiempos han escrito o escriben ceso de los nombrar, porque de todos me tengo por dicho que vos, muy noble señor, hayáis noticia y conocimiento. Y no os maravilléis, señor, si en este proemio haya tan extensa y largamente narrado estos tanto antiguos y después nuestros autores, y algunos decires y canciones de ellos, como parezca haber procedido de una manera de ociosidad, lo cual de todo punto deniegan no menos ya la edad mía que la turbación de los tiempos. Pero es así que como en la nueva edad me pluguiese, hallelos ahora, cuando me pareció ser necesarios. Ca así como Horacio, poeta, dice quem nova concepit olla servabit odorem.

Pero de todos estos, muy magnífico señor, así itálicos como provenzales, lemosines, catalanes, castellanos, portugueses y gallegos, y aun de cualesquier otras naciones, se adelantaron y antepusieron los gálicos cisalpinos y de la provincia de Aquitania en solemnizar y dar honor a estas artes. La forma y manera cómo dejo ahora de recontar por cuanto ya en el prólogo de los mis Proverbios se ha mencionado.

Por las cuales cosas y aun por otras muchas, que por mí y más por quien más supiese se podrían ampliar y decir, podrá sentir y conocer la vuestra magnificencia en cuánta reputación, estima y comendación estas ciencias haberse deben, y cuánto vos, señor muy virtuoso, debéis estimar que aquellas dueñas, que en torno de la fuente de Helicón incesantemente danzan, en tan nueva edad no inméritamente a la su compañía os hayan recibido. Por tanto, señor, cuanto yo puedo exhorto y amonesto a la vuestra magnificencia que, así en la inquisición de los hermosos poemas como en la pulida orden y regla de aquellos, en tanto que Cloto hilare la estambre, vuestro muy elevado sentido y pluma no cesen por tal que, cuando Átropos cortare la tela, no menos délficos que marciales honores y glorias obtengáis.





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