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Girard, Le Journal, 519; Didier, Le Journal, 94, del Litto (nota 10), pp. 149 y 153.
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Don Adolfo de Hostos, hijo del autor, nos permitió ver un documento firmado por el doctor Arnaldo Cabral Guzmán, en Ciudad Trujillo, 1942, en el que después de describir los síntomas de la enfermedad que duró siete días, termina diciendo: «Muerte atribuida a profundo abatimiento moral más que a causas físicas»
. Meses antes, Hostos había manifestado un sentimiento semejante de abatimiento, en una dedicatoria hecha en el álbum de Luis E. Aybar Delgado. El 11 de febrero de 1903 escribió: «Así tan fácilmente pudiera yo abrir la era de paz, trabajo, sentido común y civilización a que he sacrificado inútilmente en nuestro moribundo archipiélago una vida entera, antes de dolor, hoy de fastidio»
(Boletín Comisión Pro Centenario del Natalicio de Hostos, n.º 11, San Juan, Puerto Rico, 1939, p. 161).
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Don Adolfo de Hostos confirmó nuestro parecer de que Hostos está hablando de sí mismo bajo ese nombre. Además del sentido obvio de la página, no había nadie en la vecindad que llevara ese apelativo, según el hijo del diarista.