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Abajo

Puente a la luz

Maybell Lebron



Cubierta

1

  —5→  

A quienes
llevan mi sangre
remontándola
en el tiempo



  —6→     —7→  

ArribaAbajoPrólogo

Maybell Lebron, conocida como cuentista de palabra precisa y argumentos de certera e inquietante resolución, nos revela en su nuevo libro Puente a la luz una faceta desconocida de su pasión creadora. Empuñando el verbo con decisiva carga poética, nos propone una poesía de reflexión, emparentada por la forma con la poesía clásica española.

Su temática se centra en el tiempo, la muerte, el amor maduro, la angustia existencial del hombre, el contacto con la naturaleza y en situaciones de contenido social.

En esta época en que existe la absurda creencia de que escribir poesía es lo más fácil dentro de la literatura (y lo sería si se tratara de apilonar versos), es alentador constatar que Maybell Lebron aceptó el   —8→   desafío de ceñir su palabra poética a las formas tradicionales, con destellos propios.

Al amparo del Taller de Poesía de Carlos Villagra Marsal, Maybell ha incursionado en la variada métrica castellana y en sus ricas combinaciones estróficas, llegando a cultivar tanto la brevedad de la décima como el poema en alejandrinos o el soneto; pero la autora no se limita a la utilización de estas formas; explora además las posibilidades del poema conciso, en verso libre, donde se palpa el rescate del «minuto fugitivo».

El resultado de este ejercicio poético nos enfrenta con un libro pulcro, rico en imágenes, que viene precedido por la aureola de un premio en el Concurso de Poesía «Voces Nuevas», convocado anualmente por el PEN Club del Paraguay y el diario Última Hora.   —9→   En este momento de liberación femenina -en el sentido más profundo del término- celebro el advenimiento de esta nueva poeta, quien entra al territorio lírico con paso ardiente y segura expresión, para sumar su acento al concierto de otras voces femeninas decididas a dar testimonio de su verdadero ser.

Renée Ferrer

2 de octubre, 1994





  —10→     —11→  


ArribaAbajoÉxtasis


Abajo    Mira
estamos vivos.
Siento la savia oscura galopar en mis cauces.
La luz borra quimeras
-huéspedes de párpado ceñido-  5
y dibuja sin prisa tu contorno olvidado.
El nácar de la arena tramonta el aire y se deshace.
En la playa las huellas son testigo.
Mi aliento y tu cuerpo palpitante repican:
Ya ves  10
estamos vivos.

  —12→  


ArribaAbajoSin jamás habernos visto


ArribaAbajo   Sin jamás habernos visto
nos reconocimos;
y nuestras huellas fueron parejas,
y nuestras sangres forjaron hijos,
lloramos juntos nuestras tristezas,  5
juntos supimos de soles limpios,
y hoy,
sentados frente a frente,
nos miramos,
sin saber qué decirnos.  10

  —13→  


ArribaAbajoRecuerdos


A Juan




ArribaAbajo    Cuando ya no retengas
mi cabeza en tu pecho
no quiero que me pienses
con lágrimas o ceño.
Deja la losa fría  5
recostada en el suelo
y vuélvete a la casa
para seguir viviendo.

    El frote de las cañas
en suave ronroneo  10
renacerá en tu oído
con mi trémulo acento
al poder estar juntos
(perdidos en el tiempo)
allí donde la vida  15
dialoga con los muertos.
—14→

ArribaAbajo    Aunque tú no me veas
tal vez yo pueda hacerlo.

  —15→  


ArribaAbajoManos


ArribaAbajo   Ayer.
   Tus manos
veleros minuciosos
rielando, en mi piel.
Piratas del amor  5
explorando meandros
húmedos de deseo.

    Mis manos
resbalando encendidas
en el cauce de tu pecho  10
como navío al pairo
encostado a tu cuerpo.

    Hoy.
   En el ancho remanso
de los días parejos  15
—16→
seguimos siendo amantes
con caricias
sin fuego.

  —17→  


ArribaAbajoEsbozo


ArribaAbajo    Gruesos lazos de sombra
me amarran a la cama;
los ojos muy abiertos
ven huecos en la nada
mientras la brisa pasa  5
hurgando en la persiana
tiritando de grillos
y de leves fantasmas
disfrazados de lumbre
que las luciérnagas pálidas  10
le prestan en la noche
como estrellas aladas.

    De pronto en las tinieblas
sobre el lienzo del tiempo
diseñado en recuerdos  15
mi retrato percibo;
—18→
mezclados los colores
con gruesas pinceladas
de trazos definidos.
Blanco puro, negro sombrío,  20
brillante rojo y suave verde nilo.

    No hay paleta que alcance
para un retrato mío.

  —19→  


ArribaAbajoAcaso


ArribaAbajo    Dedos que buscan a tientas
en la cerrazón y el frío.
A veces, una flor nueva
en el camino.
O una ventana abierta  5
al vacío.
O escaleras sin peldaños.
Quizá faltan pies.
Los míos.

  —20→  


ArribaAbajoCauces


ArribaAbajo   Geografía
de minúsculos ríos carmesíes
jinete de quimeras sin destino.
El sueño olvidadizo
desbarata  5
eriales fementidos.

Sus pérfidos letreros
jamás dicen lo mismo.

  —21→  


ArribaAbajoCobardía


A Renée




ArribaAbajo   Se escurre lentamente
un tiempo que no alcanza,
sin hoy y sin mañana,
rozando, al pasar, vidas
sin huellas en el alma.  5

    Son cáscaras vacías
ya hundidas en la nada:
no hallaron el coraje
de forjarse un destino
que dé sentido al alba.  10

  —22→  


ArribaAbajoDuda


ArribaAbajo    Corazón de musgo y piedra
aletargado hace siglos,
hoy vuelves a palpitar
ofreciendo tu acertijo.

    Desde tu oculta atalaya  5
al borde del precipicio,
viste nacer y morir,
del mundo cumpliendo el rito.

    Manos pidiendo clemencia,
y ante los dioses, ser dignos,  10
grabaron tu áspero dorso
con indescifrables signos.
—23→

    Sueños igual que los nuestros,
los ojos del mismo brillo,
y el correr de las centurias  15
con su dorado polvillo

nos propone en la distancia,
al filo del infinito,
la vaciedad de la nada
o el albor de un Paraíso.  20

  —24→  


ArribaAbajoA veces quiero


ArribaAbajo   A veces quiero,
desde un ágil peñón,
bajo el hollín del firmamento
perforado de luces,
hundir el dedo  5
en el hueco de una estrella.

    A veces quiero,
sola en medio del rumor del tiempo,
como una perla,
entablar un diálogo conmigo misma,  10
o rezar
una oración cualquiera.

  —25→  


ArribaAbajoImpotencia


ArribaAbajo    De la carne apretada
el aleteo tibio
dibuja la palabra
como lazo de viento
pialando desgracias.  5
Una mano se tiende
y no puedo alcanzarla.
El brocal de mis labios
está seco de rabia.

  —26→  


ArribaAbajoCongoja


ArribaAbajo    La luz se ha vuelto amarilla
y torna oscura la arena
donde olvidada condena
cumple la pequeña silla.

    Bajo el agua que la humilla  5
su esqueleto claveteado
tirita en el descampado
mientras su dueña se angustia
viéndola transida y mustia
por haberla abandonado.  10

  —27→  


ArribaAbajoLluvia


ArribaAbajo    Se acerca revolcándose entre espumas
el ronco grito del arcano incierto
que apresura los pájaros a puerto
y deja sin gorjeos a la bruma.

    El polvo en remolinos alza el vuelo,  5
se hace trizas la tarde bochornosa
y una ráfaga anuncia, presurosa,
el chocar de cristales en el suelo.

    Mutante de las formas y el aliento
en capa de caireles arropada  10
baja danzando con pericia alada
y gira al ondear fintas al viento.

    Su manso abrazo se extiende en el estío
y al gozo de los campos se une el mío.

  —28→  


ArribaAbajoTajamar


ArribaAbajo   Negro cristal prisionero
en un espacio de piedra
verdea como la hiedra
al resplandor mañanero.
Bulliciosos compañeros  5
con emplumada alegría
destrozan su simetría
en inquietas curuvicas
como vidrio de canicas
guiñando a la luz del día.  10

  —29→  


ArribaAbajoLagartija


ArribaAbajo   La luz sigue, terca,
alargando el tiempo
quemado de soles.
Cada día nuevo,
un gris encendido  5
relumbra en el viento
que lame el agobio
de pastos entecos.
Perdida entre piedras
sobre el campo yermo,  10
el látigo asoma
de tu arisco cuerpo.
Porte de milenios,
fino dardo inquieto
en vaina de escamas,  15
reluce en el suelo
con húmedo trazo
—30→
en el polvo seco.
Tu empuje de siglos
perdura, sereno.  20
Olvidados quedan
en bruma y helechos
los reyes de entonces:
vivir es tu premio.

  —31→  


ArribaAbajoPicaflor


ArribaAbajo   Raya el mirar azul de la mañana
un dardo cruel. Su brazo transparente
bate la luz en fúlgidos torrentes.
Rumor de nácar, miel de resolana.

    Abriéndose, la flor avasallada  5
su corazón ofrece dulcemente.
Y en el aduar de pétalos crujientes
engarza, tornasol, la gema alada.

  —32→  


ArribaAbajoEjemplo


ArribaAbajo    Laceran la corteza de la altura
ávidos picos de concreto
y deleitan sus garras en la tierra
hasta ahogar todo aliento.

    Entre vidrios, atisba una maceta  5
(indómito bullir de pétalos)
su rebelde porfía me estimula
a seguir viviendo.

  —33→  


ArribaAbajoEn la orilla


ArribaAbajo    Cobre redondo arriba
bronce en el agua.
Inquieta
llamarada
pedazos de luz retozona  5
boyando
y un silencio tibio
tupido de cigarras.

    Sedienta junto al río
cántaro de cobre ardiente  10
ella
aguarda.

  —34→  


ArribaAbajoRemembranza


ArribaAbajo    Las manchas han raído
el oro de antes.

ArribaAbajo    Una espesa nostalgia
va redimiendo fronteras.
Los dedos se me entibian:
hay coco y yerba en el aire.

ArribaAbajo    Ciega de humedad,
acaricio las hojas
en la tarde.

  —35→  


ArribaAbajoCeguera


ArribaAbajo   Un aire espeso y negro se me enrosca
en las sienes,
turbio aliento de boca desnudando esqueletos
de palabras cansadas, con olor a blasfemia,
con tristeza gozosa de pervertido celo.  5

    Agostada la savia de los días antiguos
se opacaron mis ojos (los de afuera y adentro)
mientras la niebla fría lamía displicente
los cárdenos pezones rezumando veneno.

    Gorgona solitaria despojada de auroras  10
me erizaba de piedras las hendijas del pecho:
no fuera que los ojos de algún niño descalzo
pusiesen cascabeles en el áspero hueco.
—36→

    Gastada de rencores (ni un grito
de mis labios
 15
ameritaba el eco), del alto cocotero
ignoré el brazo hostil, la mano puntiaguda
guardadora de nidos, o el viento entre sus dedos.

    Desdeñé la embriaguez de un patio
de jazmines,
 20
la azorada grandeza de pájaros en vuelo,
el escozor ardiente de otra piel en mi piel
vedándole a mi sangre remontarse en el tiempo.

    Lastimó mis retinas un claror recatado
al destrabar rendijas en búsqueda de cielo  25
y descubrí las luces peregrinas del alba
en espejos minúsculos destellando en el suelo.
—37→

    Me dejé hundir el cuerpo entre hilachas
de bronce
recamadas de sol en cambiantes reflejos  30
y elevando las palmas inicié una plegaria
con estas manos húmedas de haber lavado cieno.

  —38→  


ArribaAbajoRetrato


A una pintura
de H. Valenzano




ArribaAbajo    Óvalo misterioso,
muchacha ciega;
el aire se estremece
en tu presencia.

    Es tu rostro sin rasgos  5
avara ausencia
de pinceles perplejos
en tensa espera.

    Acaso en un sepulcro
tus flores dejas,  10
o el ramo de tu boda
gozosa estrenas.
—39→

    Te guardaré a mi lado
lo que me queda.
Jamas sabré si ríes  15
o si estás seria.

  —40→  


ArribaAbajoMakâ


ArribaAbajo Flacos músculos cansados abultan la costra parda;
en su piel endurecida queda el rastro de las garras

de los colosos del monte. Entonces, los igualaba
oliendo sus intenciones como otra fiera cebada.

Hoy, sentado en la vereda, ofrece flechas de caña  5
y sus brazos se distienden, ya sin bríos, ya sin alma.

Antigua testa emplumada ensoñando sus hazañas
de urukú y de cacerías, de cubrir hembras hurañas.

Huele el aire a pura selva en las calles asfaltadas;
giran serpientes y pumas entre las hojas y el agua.  10

El bronce de su estatura toma dimensión, se agranda
sobre aquel frágil sostén de su esqueleto y entrañas.

  —41→  


ArribaAbajoSiembra


Al plantador de algodón




ArribaAbajo    Roce de callo y sangre
manos amigas
de tu melena cana
recién nacida.

    Forjadora de sueños  5
mientras crecías
sólo queda el rescoldo
de esa alegría.

    Torso amargo en el aire
mano vacía  10
trepa en la calle un grito
de rebeldía.

  —42→  


ArribaAbajoCasi final


ArribaAbajo    He habitado perdida en tu abrazo
noches de gloriosa vastedad.
Vencidos los sellos
escanciaste tu zumo en mi copa
olvidado entonces  5
el lento goteo de las horas
devorando el presente.

    Dichosa
entre pan y leche
me reconocía  10
en aquellos gajos de mi vientre
mientras la mañana
sin hollín de sueño
orlaba de perlas jugosas el alero.
—43→

    Hoy sólo queda  15
un leve jirón
en la urdiembre finísima del tiempo.
La voz encallecida no protesta.
Tenaces minutos
como hormigas  20
arrastran las hilachas postrimeras.
Aguardo.
Seré
quizá
tu amiga.  25

  —44→  


ArribaAbajoEl revés del espejo


ArribaAbajo   Mi aliento avasalla tu rostro.
Asustados, se humedecen tus ojos,
aureolados de luces repetidas
en repetido gesto.

    Se me acaban las uñas, los dedos sin pellejo  5
dejan rastros de sangre sobre el tenaz remedo.
Frías gotas de luz empapan mis cabellos,
busco el espacio esquivo, vulnerable al asedio
y el cristal me enceguece con mi propio reflejo.

    Yo lo sé,  10
hay un algo insondable que aguarda en el reverso:
losa oscura sin huecos tupida de secretos.
Ansiosa busco
un desgarro en tu costra
para verme por dentro.  15

  —45→  


ArribaAbajoRecelo


ArribaAbajo   Tengo miedo
de reconocerte.
Una línea estricta nos separa
rejuntada
curuvica del recuerdo  5
con dedos de puro viento
que alza muros insolentes.
Suplicio antiguo
de ansias aún sin nombre
de ignorar si conozco lo sabido.  10

    En un vórtice de espejos implacables
atisbo ese perfil desconocido.
Tengo miedo
de mirarme para adentro.

  —46→  


ArribaAbajoDilema


ArribaAbajo   En un punto esencial de nuestro cuerpo
cuando el pulso se acaba,
rota la piel, el alma se libera,
invisible y extraña.

    Quizá germen de luz zigzagueante,  5
hacia el éter avanza;
leve trazo intangible de memoria
que fue y queda en la nada.

    O al vórtice de ignoto remolino
tal vez será arrastrada  10
por ráfagas henchidas de jirones
buscando LA palabra.
—47→

    Rescataré mi forma, acaso, un día,
de la tumba olvidada,
o quedaré cual polvo iridiscente  15
en las luces del alba.

Hay dados en la mesa y sólo resta
jugar al todo o nada.

  —48→  


ArribaAbajoOcaso


ArribaAbajo   Rueda y rueda la rueda
en la huella del tiempo,
recorriendo veredas
sin hallar ningún puerto.

    Es que acaso no pueda  5
sofrenar a los vientos
y hacer la primavera
sin riesgo de un invierno.

    No importa, siempre queda
el sabor de los besos;  10
rescoldos de la hoguera.

    Si se llevan mis huesos
qué más da estar muerta
como todo lo viejo.

  —49→  


ArribaAbajoEncuentro


ArribaAbajo   La impavidez mentida de la máscara
esconde una violenta llamarada
y aviva un estertor de triste risa
en la cuenca severa, fiel, precisa.

    Bajo alado antifaz la azul mirada  5
recoge su dolor. Arrebatada
visión de noches sin destino cierto
en búsqueda febril de ansiado puerto;
de amarras que reaten su alegría
y borren la forzada simetría.  10

    Máscara y antifaz ruedan silentes
y el calor de la piel los labios sienten.

  —50→  


ArribaAbajoPéndulo


ArribaAbajo   Oscila la balanza imperturbable,
la aguja, sin hallar sosiego, queda;
si la vida, fugaz, se muestra amable
celajes de dolor traban su rueda.

    Ayer fue ya, no hay nada más que pueda  5
reiniciar la aventura inacabable.
Hoy, con calma, contemplo el duro sable
que me espera al final de la vereda.

    Ese nuevo mañana es todo mío,
haré que vibre y me hundiré en su abrazo  10
soñando eternidades no soñadas;

y de mis venas, cual feraz rocío,
húmedo, azul, estamparé mi trazo:
las palabras de amor, resucitadas.

  —51→  


ArribaAbajoSilencio


ArribaAbajo En el patio solo
preñado de sueños
habita gozoso
mi amigo el silencio:
allí nos juntamos  5
de común acuerdo.

  —52→  


ArribaAbajoÁnimas


ArribaAbajo   De un hilo de plata
penden caireles de voces diminutas
hebras de luz
desvarío de ráfagas perdidas
en el ávido hueco de la nada.  5

    Pasa un temblor
y deja
el lecho salpicado de jazmines
y briznas de amor desparramadas.
Un tímido fulgor viaja en la sombra:  10
Has vuelto
amada.

  —53→  


ArribaAbajoEspejismo


ArribaAbajo    Ella mira
el sauce repetido en el agua:
cardumen en tierra prisionero.

    El río
repica en los guijarros  5
aferrado a sus pies secos.
Lame sus resecas manos
con caricia húmeda
de ansioso enamorado.
La arrastran remolinos impacientes  10
que hacen boyar sus senos
y enlazan los muslos polvorientos
en inquietante abrazo.
—54→

    Ella ve
en la tierra sembrada de soles  15
una explosión de capullos
como miríadas
de mariposas blancas.
Cantando
enreda en sus cabellos empapados  20
flores de camalote.
Y ríe en medio del río
ríe bajo el agua terca
con la boca abierta
y los ojos cansados.  25

  —55→  


ArribaAbajoVergüenza


ArribaAbajo    Redonda, la luna juega
sobre colinas que se derrumban.
Desde el trémulo vacío,
las estrellas lagrimean su distancia.
Miedosa,  5
la negritud invadida de luciérnagas
tirita,
acuchillada de luz.
A mi lado,
oigo pasos diminutos en el césped.  10
Sobre el áspero silencio,
hay preguntas desprendidas desde dentro,
compañía de mi noche solitaria.
Cuánta nieve despiadada,
cuánto fuego y ceniza,  15
cuánta gente llamándose enemiga.
Hoy duele la guerra
—56→
-duelen los niños-
y me avergüenzo
de ser feliz contigo.  20

  —57→  


ArribaAbajoDiferencia


ArribaAbajo   Desde adentro
miro un oscuro hueco que se pierde
en el nocturno estruendo de lo quieto.
El aire se deshace de cigarras
barre las calles un ladrar de perros;  5
lejano un silbato traqueteante
me remite a una cinta de vaqueros.
Alguien dice a mi lado:
Qué silencio.

  —58→  


ArribaAbajoDesafío


ArribaAbajo    Fabuloso engranaje de ríos infinitos
meticuloso laberinto hacedor de sueños
corcel de ignota maratón
devorando rutas de niebla
en páramos desconocidos.  5

    Sus cascos destellan de luna
o acaso
conocen el lodo.

    Sus crines me azotan el rostro.
En un vértigo de angustia  10
mis manos apresan la furtiva brida
y el pulso se aquieta al saber
que puedo guiar
mi destino.

  —59→  


ArribaAbajoPoeta


ArribaAbajo   Es un poeta.
Aislada en un bloque de cemento
la voz baja de tono
rebota en las paredes muertas
bajo la luz fingida  5
teñida de vergüenza.

    Afuera
despiertan las estrellas
en triunfal interludio.
En la terraza cálida  10
un hombre
mira el cielo.

  —60→  


ArribaAbajoOda a mis ojos


ArribaAbajo    Erizado de plumas
el grito quiebra el silencio
y barre
la sombra en pedazos.
Un claror trepa  5
sajando el horizonte
con el dolo rojizo de una daga.
En los blandos espejos
la bruma se ha puesto glauca.
Sobre las lenguas del ramaje  10
ruedan
gordos diamantes
zumo de estrellas
en terrizo cántaro escanciado.
Un colibrí  15
—61→
-errante despilfarro de belleza-
se disuelve en el aire.
Vuelvo a tu lado.
Aun dormido te disfruto mirando.
Oh mundos diminutos:  20
manantiales de luz
en mi cuerpo engastados.

  —62→  


ArribaAbajoLejanía


A Mariana




ArribaAbajo   Tercamente se impone
tu rostro en mi memoria,
enmarcado en la blonda
melaza de un trapiche
de fantástica noria.  5
Y busco en el vacío
esos leves hoyuelos
que algún colibrí errante
dibujó en tus mejillas,
confundido en su anhelo.  10

    Un roce me estremece:
contacto sin distancia
de gaviota perdida
en nostálgica bruma
empapada de tiempo.  15
—63→
Temblor lejano, tibio,
de tu mano en mi mano.
En mi casa es invierno;
en la tuya,
verano.  20

  —64→  


ArribaAbajoSueño


ArribaAbajo    Descubro
tu leve carcajada
en las alas inquietas
de algún gorrión sin miedo.

    Escucho  5
el ruido de tus pasos
en las hojas que caen,
desprendidas, al suelo.

    Añoro
tu traviesa sonrisa  10
en cándidos jazmines
con aroma de pueblo.
—65→

    El cielo se ha puesto azul,
empapado de viento:
sueño  15
que has vuelto.

  —66→  


ArribaAbajoVacío


ArribaAbajo    Con el llamado a maitines
de verde badajo,
por el templo de la aurora
los dos juntos
cabalgábamos.  5

    Me enseñabas:
Ese es tordillo, aquél bayo.
Íntimo salmo a las crines pulidas,
al sol bisoño
hecho tea en los flancos.  10

    Entre nosotros
el siseo de un lagarto
o las hebras del arroyo enredándose en los cascos
era, en diálogo inasible,
queda oración a lo alto.  15
—67→

    Tu mirada,
de claro verde oxidado,
se derramaba de amor.
Abierto estanco
al impulso de vivir, remansado en tus manos.  20

    Aquel agosto aciago,
incrédulos,
mis dedos
pusieron sombra de eternidad bajo tus párpados.

    El hueco está allí.  25
Padre,
te extraño.

  —68→  


ArribaAbajoExvoto


Un puñado de tierra de
tu profunda latitud


Herib Campos Cervera                


A Carlos
Señor de última altura



ArribaAbajo    La soberbia meseta otea
imperturbable
bajo el ceño de piedra.
Su abigarrada frente
embiste roturando cielos  5
en fabulosa siembra.

    La fragancia casta del follaje
quiebra el agrio relente
de bicho de la selva,
mientras  10
chirría el bosque de cigarras
en inútil protesta
y el pulso aprisionado desborda,
cristalino,
de la entraña serena.  15
—69→

    Catedral ondulante
sin puertas,
hurga el fondo del tiempo
tu memoria de hierbas.
En el silencio oscuro, susurrante  20
el rito se renueva
-antigua vocación de la luna-
y las manos ofrendan
un puñado de tierra.

  —70→  


ArribaAbajoSeguidillas


ArribaAbajo    Arcón mohoso,
remordido de tiempo,
tu avara llave
aprisiona el aliento
de aquello que al vivir  5
se perdió sin remedio

    Me duelen todas las fibras.
Es demasiado. Dios,
echa candado a mi vista.
Ya no quiero pensar.  10
Suma mi nombre a la lista
de las bestias. Sola,
no soporto más la vida.

  —71→  


ArribaAbajoGraffiti


ArribaAbajo   No hace falta
poner palabras prestadas
en el cuaderno de clases.

    Sobra
con el trazo agreste  5
en la pared blanqueada:
Te amo. Me amas.

  —72→  


ArribaCerteza


Arriba   Tirita el bulto leve.
No más
el blando levitar en savia ajena.
Una niebla exigente
achica la pupila azul  5
y ciega.

    Extraña suerte.
En el silencio blanco
su virgen dolor grita
al par que un latido recatado  10
monótono comienza
su andadura hacia la muerte.

    A veces
ese suave golpeteo
me alerta que estoy viva  15
—73→
y me pongo a pensar
en el silencio
(ausente de parajes conocidos)
al que habré de llegar
desarropada  20
sin túnica ni carnes
ni razón de desvelo.
Certeza inexorable
de lánguida grisura de fogata
buscadora de cielo.  25

    A qué contar las horas
de indomables relojes.
Jinete de quimeras
engendro de lo alto o del infierno
me asomaré a tu umbral  30
al compás de la mano en movimiento.
—74→

    O al saber
que el amor ha prolongado
su gloriosa simiente
en cantos nuevos.  35

    No creo en la negrura;
jamás termina el día en el abismo.
Estoy segura: en mí
será lo mismo.





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