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El aura es ave algo parecida al cuervo, pero más grande. Cuando amenaza la tempestad innumerables bandadas de estas aves pueblan el aire, y por lo bajo de su vuelo conocen los del país la densidad de la atmósfera.
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Bohio: choza o cabaña.
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El colibrí es un pájaro muy pequeño conocido únicamente en las tierras más cálidas de América. Su plumaje es hermosísimo por el matiz y brillo de sus colores. Liba las flores como la abeja haciendo oír un zumbido parecido al de los mosquitos, por lo cual en algunos países le llaman rezumbador, y en otros pica flores.
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La clavellina cubana, llamada también lirio en algunos pueblos de la isla, es una planta que no tiene analogía con la del clavel: su flor, que despide un aroma suavísimo, es blanca al nacer y después rosada.
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La malva-rosa es blanca por la mañana y encarnada por la tarde.
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Esta flor extraordinaria la produce una planta parecida a la vid silvestre blanca. Antes de abrirse es de color de jacinto claro, y abierta descubre otras hojas más blancas formando un círculo que imita una corona. Del centro de la flor se eleva un tallo cilíndrico a manera de una columna que remata en una especie de cáliz del cual nacen tres clavos. Presenta además lo interior del cáliz la figura de un martillo y por todos estos signos se la llama flor de pasión o pasionaria.
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Campanilla: es una flor silvestre de la figura de una campana: la produce un bejuco muy común en aquellos campos.
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El yuraguano es un arbusto de la familia de los guanos con muchas hojas parecidas tanto a las de la palma: aquellos a que se hace referencia en esta historia, y que abundan en las inmediaciones de Cubitas, son más altos que los yuraguanos comunes. No crece este arbusto recto y airoso como la palma, antes por el contrario su tronco se tuerce por lo regular, y a veces se tiende casi horizontalmente.
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El jagüey al principio no es más que un bejuco que se enreda a un árbol. Crece prodigiosamente; cubre y oprime con sus ramas el tronco que le ha sostenido y acaba por secarle. Entonces conviértese él en árbol corpulento: y la multitud de sus ramas que tiende de una manera caprichosa, sus raíces gruesas y visibles sobre la superficie de la tierra y las desigualdades de su tronco le dan un aspecto particular.
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Los cocuyos son en clase de luciérnagas las más raras y vistosas, como también las más grandes. Su alimento es el jugo de la caña de azúcar y por eso abundan en los cañaverales. Tienen cuatro alas, dos depósitos de luz en el cuerpo y dos en la cabeza.