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1

A los veintidós años publica por intermediación de Lévy-Bruhl, en Revue Philosophique de la France et de l'Etranger 3-4 (1929), 230-265, «Sur les 'Ideen' de E. Husserl».

 

2

Sobre esta cuestión en toda la obra de Michail Bajtín, desde 1919 hasta la primera mitad de los años setenta, se puede consultar un texto bajtiniano de principios de los años veinte, publicado en ruso solamente en 1986, con el título (del editor) K filosofi postupka (trad. it. «La filosofía dell'azione responsabile», en Bachtin et alli, Bachtin e le sue maschere, Bari: Dedalo, 1995: 43-100). Entre los autores citados, la posición de Bajtín con respecto a «refundamentar la ontología» es, junto con ciertos aspectos de la filosofía de Carabellese, la más cercana a la concepción de Lévinas. Puede verse además A. Ponzio (1994; 1995).

 

3

Cfr., muy especialmente, Lévinas (1987: 140-162). A riesgo de extender excesivamente el presente ensayo, remito al lector a la casi forzosa lectura de estas páginas.

 

4

Lévinas (1987: 71) (por ejemplo): «La subjetividad está estructurada como el otro en el Mismo, pero según un modo distinto al que es propio de la conciencia; ésta es siempre correlativa a un tema, a un presente representado, a un tema colocado delante de mí, a un ser que es fenómeno. El modo según el cual la subjetividad se estructura como el Otro en el Mismo difiere del de la conciencia del ser, por indirecta, tenue e inconsistente que resulte esta relación entre la conciencia y su tema [...]. Que tal relación sea percepción de una presencia «en carne y hueso», figuración de una imagen, simbolización de un símbolo [...] en cualquier caso siempre aspira a la objetivación [...]. La subjetividad es el Otro-en-el-Mismo, según un modo que también difiere de la presencia de los interlocutores [...]. El Otro en el Mismo de la subjetividad es la inquietud del Mismo inquietado por el Otro».

 

5

Cfr. Blanchot (1992: 41): «... es necesario rescatar en la obra literaria el lugar donde el lenguaje sigue siendo relación pura, ajena a cualquier dominio y a cualquier servidumbre, lenguaje que también habla sólo a quien no habla para tener ni para poder, ni para saber ni para poseer, ni para convertirse en maestro y amaestrarse, es decir, sólo a un hombre muy poco hombre».

 

6

Una de las posibles modalidades del «Afuera» del universo ficcional se nos manifiesta bajo la forma (más o menos necesaria o accidental) de los Receptores del Texto, en los que el Texto es Texto como una semilla infinita. Sobre si en el envío o destinación del Texto se ubica una generosidad o no (hablar de un celaniano «apretón de manos» sonaría, en el caso de ciertos textos, excesivo), es una cuestión muy interesante de la que, sin embargo, no nos ocuparemos. En este sentido, si fuese posible una Estética de la Recepción específica para la Escritura de la Alteridad, es un tema que queda pendiente.

 

7

Para Lévinas, el Decir es «anterior a los signos verbales que conjuga, anterior a los sistemas lingüísticos y a las cosquillas semánticas, prólogo de las lenguas, es proximidad de uno a otro, compromiso del acercamiento, uno para el otro, la significancia misma de la significación» (Lévinas, 1987: 48).

 

8

Tal como lo piensa Lévinas, el filósofo al que se encomienda la «custodia» de la alteridad no sería tanto ese «filósofo-durmiente» por el que clamaba un André Breton fascinado por el inconsciente freudiano (Breton, 1992: 28: «¿Cuándo llegará, señores lógicos, la hora de los filósofos-durmientes?»), cuanto un filósofo absolutamente «vigilante», en un «insomnio absoluto» (Lévinas, 1982b: 34-61).

 

9

«El psiquismo es el otro dentro del mismo sin alienar el mismo» (Lévinas, 1987: 180).

 

10

Cfr. Lévinas (1993: 87-90): «¿Es cierto que la expresión de Rimbaud: «Yo es un otro», sólo significa alteración, alienación, traición de sí mismo, extrañamiento de sí y sumisión a eso extraño? ¿No es cierto que la experiencia más humilde, la de quien se pone en el lugar de otro [...] ya está animada del sentido más eminente según el cual «yo es un otro»? [...] El Yo, de pies a cabeza, hasta la médula de los huesos, es vulnerabilidad [...]. La vulnerabilidad es la obsesión por otro o el encuentro con otro. Es para otro, desde detrás de lo otro del excitante. Encuentro que no se reduce ni a la representación del otro ni a la conciencia de su proximidad».