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ArribaAbajo[XVI] (Serpiente)

La serpiente es un ofidio de un cuerpo largo y estrecho que suele emitir un silbo agudo y siseante, y se traslada de lugar rozando la tierra en forma de «S» o en zigzag. La forma alargada de una serpiente tiene elementos comunes con el de un cohete de pólvora (un petardo con mecha que va inserto al extremo de un junco o carrizo), cuando sube produce un silbido a la vez que describe zigzagueantes movimientos ascendentes como serpenteando. La figura de la serpiente, en sus distintas evoluciones, también se asemeja a la trayectoria tortuosa del borracho, embriagado por la bebida alcohólica «lógica consecuencia de la vid» (verso 4). «Que tal vez maduró un sol con más quilates», (v. 3).

La segunda parte de la octava real contiene claras referencias bíblicas. Según el relato del Génesis (2,17 y 3,6), Dios advirtió a nuestros primeros padres que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, la mujer, seducida por la serpiente, tomó de su fruto (una manzana) y comió, y dio también al hombre, al que indujo a cometer el mismo pecado de desobediencia, por lo que ambos fueron expulsados del jardín del Edén. La serpiente hizo, pues, caer en la tentación nuestra primera madre, a Eva, y él dijo: «Dios sabe que en el momento en que comáis del árbol que está en medio del huerto se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal».

El poeta pide a la serpiente su veneno. «Dame, aunque se horroricen los gitanos» (v. 7), porque estos son muy supersticiosos, el más activo de los venenos con un hipérbaton: «veneno activo el más, de los manzanos» con una bisemia, entre serpiente y manzanos. Porque la serpiente bíblica ofreció la manzana como si este manzano o árbol de la ciencia del bien y del mal produjera la savia/veneno de la serpiente. Lo que nos cabe preguntar ahora, para qué pide el poeta veneno a la serpiente, será, quizás para envenenarse y salir de aquel corral de ovejas y cabras con los pies por delante. En la representación de la Inmaculada de Tiépolo, se ve a una serpiente con una manzana en la boca. Miguel también dibujó una serpiente con una manzana en la boca. En las octavas XXX y XL, se vuelve a nombrarla.

En el poema «El adolescente», anterior a Perito..., Miguel nos había explicado que el «reptil guarda equilibrio / subido en su cola verde / y hace juegos malabares con su silbido de geiser». Es cierto que las serpientes a la hora de atacar a sus presas se levantan y silban suavemente, con lo que se creía que tenía poderes para hipnotizar.

Miguel nos construye un constante paralelismo de los mitos bíblicos en sus octavas, en lo que Francisco Brines llama «la paganización de los mitos bíblicos».

En la ilustración he querido representar a la serpiente del paraíso enroscada en un árbol suspendido cuyas hojas están ocultas por una nube (celestial). El fondo un acantilado daliniano con un sol reflejado sobre el mar. Debajo una manzana podrida después de haber sido mordida por Adán y Eva.

La serpiente



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