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ArribaAbajo III.- Anotaciones para Perito en lunas


ArribaAbajoIII.1. Prólogo de Ramón Sijé

Ramón Sijé33, «el pequeño sabio» como le llama Vicente Mójica, el dilecto amigo o el «hermano» como le llamó Miguel, sobre el que se sentía fascinado por una ciega admiración, admitía su consejo y patrocinio intelectual, influyó poderosamente en la actitud religiosa del poeta, como lo manifiesta en sus composiciones de juventud. Miguel le llamó «poeta» en una carta cuando estuvo en el campamento universitario de Espuña en el agosto del 32, sólo era una forma de halagarlo, porque sabía que Sijé era su salvador, conocía a personalidades de la literatura, estaba bien relacionado, y además fue quien organizó el homenaje a Gabriel Miró.

Como no podía ser de otra manera, Miguel pide a Ramón que le escriba el prólogo para Perito en lunas, un prólogo a mi entender que te deja en la luna porque en fin, no nos dice nada provechoso, sino más bien una pedantería retórica e «intelectualoide», de alguien que se siente superior intelectualmente al prologado. Porque Ramón ejerció de «agente literario», como muy bien apunta Eutimio Martín. Fue Ramón quien le pidió un presupuesto a Raimundo de los Reyes. Empieza el prólogo intercalando una insípida frase en francés, un silogismo vacío, donde pregunta: «La poésie est-elle dépendante de la poétique? ou poétique et poésie, du poème?». En el que vemos su gusto por la epanadiplosis y las perífrasis.

La verdad es que Ramón Sijé se contagió del gongorismo hermético de Miguel en las octavas e intentó hacer un prólogo al estilo críptico de Perito, y tanto es así que divide el prólogo en tres lunas o fases, en un estilo gorgorizante donde no dice nada concreto, aunque Arturo del Hoyo, en el ya referido libro Escritos sobre Miguel (2003, 30), nos acerca y hace un análisis del Prólogo de Ramón de Sijé (se conocieron Arturo y Ramón en la Puerta del Sol, una noche de marzo de 1935 junto a Miguel y el escultor Víctor González)

Al frente de Perito en lunas iba un prólogo de Ramón Sijé, en el que se alude conceptualmente a las tres lunas o fases de la poesía en general, de la poesía de MH en particular. La primera fase: «grito estridente, poema terruñero, provincial, querencioso de pastorería de sueños» nos muestra a un poeta afincado en la tierra y hasta hosco; la segunda [fase]: «literaria, resonante de voces y reflejos» se refería a un aprendiz idólatra, oficiante del culto al pasado y a los nombres del presente, indeciso aún; en la tercera [fase] Ramón Sijé nos lo presenta ya «con musculatura marina de grumete», como si hubiese dado con esa poesía secreta, escondida, minoritaria, que era aspiración general entonces.



Perito en lunas se presentó en la Universidad Popular de Cartagena el 28 de enero de 1933, por invitación de Antonio Oliver. Ramón Sijé donde leyó «Conferencia Ritual». Aquí llevaron el cartelón de Rafael González Sáenz, que se perdió en el tren.

Ramón acepta acompañar otra vez a Miguel, a pesar de las últimas desavenencias, al Ateneo de Alicante, el sábado, día 29 de abril de 1933 para la lectura de su ya conocida «Elegía media del toro». Meses antes, sus amigos le prepararon una conferencia en el Casino Orcelitano sobre la misma elegía, donde recogió gran éxito al calor de sus amigos. La conferencia de Ramón en Alicante versó sobre: «El sentido de la danza [...]» (Afirmó Sijé: que «la danza como actitud cósmica, lo barroco como método de actuación vital [...] leyendo al finalizar su brillante conferencia versos de Perito en lunas, concebido con arreglo a la teoría expuesta». No sabemos cuáles fueron las teorías expuestas. La reseña la publicó El Luchador de Alicante, el 2 de mayo34. Aquí llevaban otro cartelón, el de Paco de Díe.

Para completar esta información, y conocedor de que la Fundación Cultural Miguel Hernández de Orihuela había recibido el archivo de Ramón Sijé para su catalogación, me puse en contacto con Aitor L. Larrabide para pedirle algunos datos sobre la conferencia de Sijé, y me contestó en un correo electrónico de fecha 19-10-04, cuyo contenido es el siguiente:

La conferencia fue ofrecida por Sijé en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933, según José Muñoz Garrigós. El título completo de la conferencia era: «El sentido de la danza: desarrollo de un problema barroco en Perito en lunas».

Lo que se conserva es el guión de la conferencia, no el texto íntegro.

El primer punto del guión de la conferencia es el siguiente:

1) Esquema de una poética histórica de la poesía: Punto de vista técnico, artesanal.

1.- La primera palabra -inventada o contratada y concertada- o presentida como depósito necesario de Dios -el primer símbolo. Tittré: «una figuración o una imagen empleada en lugar de una cosa».

2.- Comparación.

3.- Metáfora. Bouvier: «es el residuo intelectual de una imagen, la esencia concentrada y no diluida de una comparación, el símbolo en 90º». O: el resultado visible de una comparación invisible. O: el sexo de las cosas.

4.- Integración poética: danza. La metáfora era ornato. Ahora, base, res, sustancia, ratio.



Gran descubrimiento: el poema es como un fruto: Vigny y Valéry35.

De la retórica filosófica neocatólica de Ramón Sijé conocemos sus artículos publicados en la revista de la que era director El Gallo Crisis36, católico y nietzschenriano, seguidor de Cruz y Raya de José Bergamín.

Miguel explicó en esa conferencia del Ateneo: «Elegía media del toro», y suponemos que algunas octavas de Perito... Ambos saludarían al amigo común de Alicante Juan Guerrero37, secretario del Ayuntamiento.

Como ha podido observarse, la técnica preciosista de MH, es un sorprendente juego mental, le ha llevado a utilizar una lengua en cierto modo extraña, tan apartada de la habitual que casi resulta ininteligible, con la que nos obliga a fijarnos en la forma del mensaje; una lengua en la que los valores connotativos de los vocablos tienen más relevancia que los conceptuales.

Nos dice Ramón en el prólogo que nació Miguel el 30 de octubre del año de gracia poética de 1910. La fórmula ya en desuso «de gracia», se refiere a la numeración de los años en la era cristiana, se usó en los escritores de la Edad Media, por diferenciarlos de los años de la hégira islámica, cuando en España convivían escritores en hebreo y en árabe.

Continúa diciendo Ramón que Orihuela dista de Alicante 50 kilómetros, donde comete un error de cálculo porque la distancia es de 61 kilómetros38.

Finaliza con: «-y su poesía», con musculatura de grumete, es, tan sólo, transmutación, milagro y virtud. Lo de virtud lo comprendo como una virtud del poeta: la Gracia. Sin embargo, transmutación o convertirse en otro, no lo vislumbro, y lo de milagro, como la introducción sutil de lo religioso, como dando a entender que han influido inspiración divina o favor de los cielos.

Mi conclusión es que Sijé no acertó con el prólogo: (discurso que precede a ciertas obras para explicarlas o presentarla al público). Lo más difícil de un libro es hacerle el prólogo, son los objetivos para los que se escribe: interesante o que sirva de principio. Pero un prólogo jamás está bien hecho para el prologado ni acertado para los lectores. A veces, en un prólogo se habla de un tema que sólo le interesa al prologuista y que nada dice del libro subyacente, ahora bien, el libro subyace bajo el prólogo, sobre todo, cuando el prologuista es una firma reconocida. Hay libros que son conocidos más por el prologuista que por el libro, y no es necesario citar a nadie.

José Muñoz Garrigós, publicó en la Universidad de Murcia, 1987, Vida y obra de Ramón Sijé. Con prólogo de Jesús Manuel Alda Tesán. Obra agotada y de necesaria consulta. El propio Garrigós, escribe en página 95 de este libro sobre la poca fortuna que tuvo el prólogo para Perito en lunas:

[...] el prólogo de Ramón Sijé a Perito en lunas está, evidentemente, escrito a mediados de 1932. Esta brevísima página sijeniana ha sido, en lo que a exégesis se refiere, una de las menos afortunadas de cuantas salieron de su pluma, al menos en alguna de sus partes [...] prescinde de la lectura personal e intimista, muchas veces religiosa, de estas octavas reales es quedarse en las dos primeras lunas del prólogo, la ternura y la literaria, sin alcanzar a comprender la realidad «milagrosa» de un poema, que no es otro que la transmutación del propio ya (sic) [yo] en expresión poética, mediante el ejercicio de «virtud» que supone el escribir agónicamente, dolorosamente, como lo hacía Miguel Hernández, según opinión de su amigo y prologuista.



También es verdad y creo que sería digno de no olvidar, que en esta época Miguel seguía los postulados o el canon de la «poesía pura», y se dejaba influir por las teorías de la poética religiosa de Sijé, que escribiera El Comulgatorio Espiritual (Hacia una definición del auto sacramental)39. Donde afirma:

En nuestra teoría del conceptismo -considerado como reducción intelectual del cristianismo- ocupa el auto sacramental un capítulo importante. Porque el auto es género eminentemente conceptista: en cuanto hace del estilo un arte de racionalismo poético y en cuanto dramatiza más allá del estilo, la metafísica del cristianismo: convirtiéndola en esquema imaginativo [...]








ArribaAbajo Las 42 octavas reales


ArribaAbajo [I] (Suicida en cierne)

La octava real está encabezada con una cita del poema: «Le rameur», del libro Charmes (1922) del poeta seguidor del simbolismo francés Valéry40. Muy acertadamente anotado por Sánchez Vidal (1976, 82). Ahora bien, también es lícito preguntarse por qué razón Miguel anotó la cita del poeta francés en la primera octava real. La hipótesis que creo más afortunada, podría ser que Miguel quiso emular a Juan Ramón Jiménez cuando en «Arias otoñales» (1902-1903), hizo una cita del también poeta francés P. Verlaine con el verso: «Le vent de l´autre nuit a jeté bas l´Amour [...]». Además Miguel sabía hablar y escribir en francés; lo demuestran los escritos que guardó Josefina y se pueden leer en el Centro Hernandiano de Elche, no en vano estudió con los jesuitas de Santo Domingo. O la segunda versión puede ser que quiso dar una sensación de modernidad a unas octavas forzadas en el gongorismo.

Considerada esta octava, por Sánchez Vidal, como una de las más difíciles de adivinar ya que el suicida del que nos habla el poeta es un higo en sazón (ver I.3.4. La higuera). Sabido el acertijo, desvelado el misterio, para comodidad de un lector que ya no tiene necesidad de devanarse los sesos, buscamos algunos significados paralelos en el primer verso: «A lo caña silbada de artificio», es el cohete que unido a su junco o cañavera sube o baja a los aires y explota, y deja «rastro, si no evasión, de su suceso», o sea, que el suicida bajará como un cohete al suelo y dejará su rastro de semillas esparcidas en la floresta. Aunque «caña silbada de artificio» también podría significar una flauta de pastor, pero no tiene mucho sentido.

En el verso 3 «bajaré contra el peso de mi peso»: un objeto va a caer desde una altura por su peso, por la gravedad, y con los dos puntos nos quiere hacer un comparativo con «simulación de náutico ejercicio», alusión marítima, como tirarse de cabeza desde la altura de un trampolín al agua. Es decir, por el peso de peso (epanadiplosis), ese fruto por una alusión perifrástica se mantiene sin nombrar, caerá por su peso, bien como un cohete o un salto de trampolín, por eso continúa con bien desde «azar, bien precipicio». La rama de la higuera donde se halla el higo en sazón nos servirá como trampolín.

En «me desamparará de azul ileso» (v. 6), podría significar: el higo en lo alto de la higuera, abandonará el cielo («azul ileso») donde me hallo (en primera persona) tranquilamente, se precipitará al suelo, no sobre la pita (planta de la familia de las amarilidáceas, oriunda de México, tienen un líquido azucarado con que se fabrica el pulque) con hojas acabadas en púas o agujas. Si por casualidad el higo cae sobre una de estas agujas, impedirá que el higo «refleje sierra en mis sienes». O bien, la lanceada hoja de pita como espejos de la sierra reventará al higo o lo destruirá y no podrá fecundar en la tierra.

En la ilustración vemos en primer plano del tronco casillero de una higuera, la que existe en el huerto de la casa natal de Orihuela (calle Arriba), y un higo maduro a punto de caer al suelo. En segundo plano una pita, cuyas hojas hacen de espejo de la Sierra próxima, donde pastoreaba Miguel.

Suicida en cierne



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