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Sobre la publicación impresa de fiestas teatrales en la corte de Felipe IV y Carlos II: modelos y funciones1

Germán Vega García-Luengos



A Jesús María Palomares





Desde comienzos del siglo XVII el teatro triunfante en los corrales, salones y calles había entrado con caudal creciente en las imprentas, donde era acogido en impresos de diferente tipo, hasta constituir un importante fenómeno cultural y sociológico con repercusiones tanto en el propio género dramático como en el de otros concebidos para la lectura. Una parte de ese teatro había sido escrita o reescrita para su exhibición en fiestas del entorno regio con funciones de diversión, celebración, ostentación y pedagogía de los monarcas y sus allegados2.

El interés por reflejar y perpetuar las fiestas del poder se aprecia con claridad en las relaciones que se hicieron sobre las mismas3. Tales acontecimientos necesitaban que alguien los contase para que sirviera de remembranza a los que habían participado en ellos y, sobre todo, de noticia a quienes no habían asistido. Porque es obvio que no se hacían sólo para celebrar sino también, y de manera muy destacada, para ostentar, para hacer gala del poder ante propios y extraños. Prioritario era que lo supiesen en las cortes amigas, como Viena, y aún más en las enemigas, como París. Era la función principal encomendada a las relaciones, que tenían menos de crónica verdadera de lo acaecido que de imagen ideal de lo que los promotores habían deseado que fuera, en la que no cabían errores ni contratiempos. Estos relatos refuerzan el componente de exhibición que tenían las fiestas. Por algunas informaciones contables sabemos que entraban en los presupuestos de las mismas. Así, entre los muchos gastos que en marzo de 1680 comportó la celebración matrimonial de Carlos II con María Luisa de Orleáns, que tuvo como punto principal la representación de la última comedia de Calderón, Hado y divisa de Leonido y Marfisa, en el Coliseo del Buen Retiro, figuraba el pago a Melchor de León para que escribiera una relación de los festejos que debía enviarse a Alemania4. De la normalidad de escribir estas noticias nos brinda un testimonio desde el propio teatro una comedia de capa y espada de 1621, de autor desconocido aunque atribuida a Calderón, titulada El casamentero, cuyo protagonista es un caballero sevillano que ha llegado a Madrid con la misión de escribir una relación de la entronización de Felipe IV y enviarla a su ciudad5.

Sin duda, el encargo de impresos específicos que recogiesen los textos dramáticos recitados o cantados podría haber colaborado eficazmente con la amplificación de los efectos propagandísticos e ideológicos de las fiestas, al facilitar la comprensión de sus versos y hacer que se desbordasen sus significados espacial y temporalmente más allá del esplendor vivido, entre presentes y ausentes. No obstante, y aunque no faltan algunos, llama la atención la rareza de estos testimonios españoles en medio del ancho mar de ediciones teatrales de la decimoséptima centuria.


Algunos apuntes sobre la escasez de impresos específicos elaborados en el ámbito de la fiesta

Quizá el caso en que con mayor claridad se aprecia la utilización interesada de este tipo de impresos es precisamente el primero que he localizado en el tiempo, correspondiente a los compases iniciales de Felipe IV, en cuyo reinado se acrecentó de forma ostensible la adicción teatral de la corte. Se trata de un testimonio rotundo, bien definido en formato e intención.

La llegada al trono del nuevo monarca en 1621 debió de ser considerada por la familia de los Hurtado de Mendoza como el momento ideal para patrocinar la representación en palacio de una comedia muy especial titulada Algunas hazañas de las muchas de Don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete. Su misión indisimulable era insistir en una vieja reivindicación: el reconocimiento de los méritos de su ascendiente don García, a quien La Araucana había quitado el protagonismo en los acontecimientos del Arauco6. Desde la aparición de la imparable obra de Ercilla, la familia había intentado corregir sus efectos encargando distintos tipos de obras a los escritores del momento sin renunciar a los más afamados: Pedro Mariño de Lobera, Bartolomé de Escobar, Pedro de Oña, Lope de Vega, Cristóbal Suárez de Figueroa, Gaspar de Ávila, Luis Belmonte Bermúdez, Juan Ruiz de Alarcón, Antonio Mira de Amescua, Guillén de Castro, Luis Vélez de Guevara y otros -por separado o juntos- alquilaron su escritura para la causa. La comedia antedicha cerraría la secuencia en ese momento significativo en que un joven monarca apasionado del teatro podía decidir sobre premios y nombramientos.

Escritura dramática, representación escénica y difusión impresa del texto tuvieron un cariz de excepcionalidad y desmesura. Fueron nueve los autores de sus versos: Mira de Amescua, el Conde del Basto, Belmonte -que asumió la coordinación-, Ruiz de Alarcón, Luis Vélez de Guevara, Fernando de Ludeña, Jacinto de Herrera, Diego de Villegas y Guillén de Castro. Las dos compañías que en ese momento representaban en Madrid -la de Cristóbal de Avendaño y la de Pedro de Valdés- llevaron a cabo su puesta en escena. Y como parte integrante del conjunto, estaba también su estampación en un formato poco habitual en los casi veinte años que llevaban las imprentas publicando productos de la comedia nueva. Su carácter exento, su portada con datos editoriales, sus cuatro hojas de preliminares y setenta de comedia diferenciaban este impreso de las partes adocenadas y de las sueltas. No es seguro que las copias estuvieran para la representación pero es probable que sí, que los espectadores pudieran disponer de ellas por si los ruidos o las distracciones durante el espectáculo escamoteaban parte del mensaje, que no era otro que proclamar los méritos de aquella familia desde los tiempos de Pelayo hasta el presente, en que el heredero don Juan Andrés estaba a la espera de recoger los réditos de las reivindicadas hazañas de su padre. Lo denominé en otro momento un «memorial dramático», cuya presentación ante las más altas instancias no se limitó al tablado, sino que se remachó con la letra impresa para mayor garantía de que se recibía en todos y cada uno de sus términos7.

A pesar de lo que parece augurar sobre las relaciones entre fiesta teatral e imprenta la existencia de este episodio en el año inaugural del primero de los dos reinados en que más presencia va a tener el teatro en la corte, son muy pocos los impresos exentos cercanos a una fiesta, que he logrado localizar, en términos absolutos; y no digamos en términos relativos, dada la enorme arboladura que el teatro impreso adquirió durante el reinado de ambos monarcas. Esta escasez actual de impresos «especiales» elaborados en el ámbito de la propia celebración no parece deberse a pérdidas drásticas de ejemplares -lo que, por otra parte, no propiciaría su físico, más cuidado de lo que es normal en la transmisión impresa del teatro- sino a que no existieron en origen. De la falta de costumbre de estas ediciones entre los españoles nos habla desde la propia época uno de sus protagonistas, el comediante y comediógrafo Pablo de Polope, a cuyo cargo corrieron algunos de los espectáculos de la corte en los años centrales de la década de los ochenta, gracias a contar con el favor de la reina8. El 25 de agosto de 1687 estrenó su comedia La profetisa Casandra para celebrar el aniversario de María Luisa de Orleáns, y poco después la dio a la prensa. Contra todo pronóstico, un escritor que procede del mundo profesional del espectáculo, al que se le censura la vacuidad de sus versos, toma la decisión de publicarlos con gran inmediatez al espectáculo para acallar esas acusaciones, para que el lector pueda apreciar sus cualidades. Así se manifiesta en el prólogo:

«Amigo lector: No me ha movido la vanidad a aver dado esta comedia a la estampa, sino la piedad de franquearla a tu inteligencia, para conseguir mi corrección; pues mirándola de cerca, verás los defectos que te negó la distancia, por no ir a tiempo a tomar el asiento de cerca. Que si se estilara en España, lo que en Francia y Italia (que es tener el oyente la comedia en la mano mientras se representa, para entender lo que no se oye, por causa de lo grande de los coliseos) no tuvieras tú la calumnia en los labios, atribuyendo a achaque mío, la sordera que es defecto tuyo. Suplícote leas con atención, si acaso viste sin ella, pues sin duda el vulgo numeroso que ha seguido mi comedia, no ha ido a emplear el gusto, sino a satisfacer la duda, con que tengo que agradecer al maldiciente, que muchos ayan hecho Mecenas a sus ojos, si acaso has sido tú uno de ellos, Dios te guarde mil años»9.



Sus palabras confirman la escasez de este tipo de impresos que consideramos. Estas ediciones de seguimiento del espectáculo no arraigaron en la España del siglo XVII. No será hasta la segunda mitad de la centuria siguiente cuando se afiancen las ediciones bilingües de las obras musicales italianas, fundamentalmente, que han dejado un número apreciable de ejemplares en los fondos de las bibliotecas. Con ellas se trataba de facilitar la comprensión de un texto en una lengua diferente a la de los espectadores.

Otro testimonio de fiesta teatral impresa, al tiempo o poco después de celebrarse, es la que el Colegio Imperial de Madrid, regentado por la Compañía de Jesús, brindó al monarca en febrero de 1681. La publicación acoge la pieza principal, titulada Vencer a Marte sin Marte o Cadmo y Armonía, cuyo autor es el jesuita Pedro de Fomperosa, la loa, los dos sainetes y una explicación de los decorados. En este caso, tanto el espectáculo como el impreso forman parte de la tradición de una orden religiosa tan reacia al teatro público como partidaria de servirse de él con fines celebrativos y educativos. Por lo que a estos últimos se refiere, su fuerza aumenta con la publicación de programas detallados o de los textos más o menos completos de los espectáculos, y así venían practicándolo los jesuitas desde el siglo XVI, dentro y fuera de España. En la fiesta regia de 1681 el mensaje era político-religioso y nada inocuo -a juicio de Carmen Sanz Ayán-, ya que intentaría mostrar la importancia del clero como puntal de la monarquía, en un supuesto afán de ganar influencia en el entorno de Carlos II, a la manera que en otras ocasiones lo habían intentado los nobles10.

Una fiesta con repercusión impresa importante es la que tuvo lugar con motivo de la onomástica del emperador Leopoldo I el 15 de noviembre de 1686. Obedeciendo a una añeja tradición en los festejos cortesanos, Bances Candamo aprovechó el acontecimiento victorioso de la recuperación de Buda por las tropas imperiales ocurrida poco antes para escribir La restauración de Buda. Obra de gran aparato con batallas y bombas en escena, se exalta en ella la participación de los nobles españoles en los acontecimientos, que acabaron con la vida del duque de Béjar. Fue impresa de forma exenta con dedicatoria a la reina ese mismo año, a cargo de Sebastián de Armendáriz11. Y la comedia sería utilizada ese mismo año como arranque de la más importante colección de sueltas apilables en partes de fines del XVII y principios del XVIII, El Jardín ameno de varias y hermosas flores, cuyos matices son doce comedias escogidas de los mejores ingenios de España12, compuesta por, al menos, 342 ediciones sueltas numeradas susceptibles de venderse en 28 tomos de doce, o por separado, y de la que fue responsable la librería madrileña de los Herederos de Gabriel de León13.

Pero puestos a considerar excepciones en las relaciones entre fiestas e imprenta, también encontraremos el supuesto contrario: el impreso que recoge el texto de un festejo teatral que, con toda probabilidad, nunca se dio. Se trata de La Fénix de Juan Cano, dada a conocer por C. Sanz Ayán14. El entusiasmo teatral del siglo XVII impulsó a la escritura dramática a personas pertenecientes a todo tipo de oficios y ocupaciones: clérigos, funcionarios, abogados... En este caso estamos ante un comerciante y un arbitrista, que utilizará el género para transmitir sus propias ideas sobre la situación del comercio.

Lo que hoy se conoce de esta pieza singular es a través del impreso conservado15. Aunque en el prólogo se dice que estaba destinada a representarse ante los monarcas en el Palacio de Aranjuez en 1676, a costa del autor, parece muy improbable que se saliera con la suya, porque éste no debía de contar con suficiente peso en el entorno regio y porque la obra, breve y con dos loas, hubiera resultado insufrible. Tampoco se sabe si el impreso habría acompañado a la fiesta, de haberse celebrado, o al no hacerlo, decidió publicarla para que su enseñanza calase en quien debía. En realidad, La Fénix es el colofón de una serie de escritos técnicos donde Juan Cano proponía sus remedios para el problema del comercio, que consideraba la raíz principal de los males económicos de la monarquía. Es decir, estamos ante un arbitrista, uno más de los que menudean en el siglo XVII, aunque bien peculiar por los medios que desplegó. En palabras de Sanz Ayán, su arbitrio consistía básicamente «en establecer una compañía general de comercio con plaza en todos los lugares de intercambio de la Monarquía [...] que monopolizara los intercambios comerciales»16.

No faltan otros testimonios de impresos que podemos llamar «especiales», como los que se aducirán en el siguiente apartado dedicado a fiestas calderonianas, pero lo que parece claro es que muchos de los textos concebidos para fiestas en la corte, o que llegaron a serlo en algún momento, fueron recogidos en los formatos habituales de la edición teatral barroca.




Las fiestas calderonianas impresas

Calderón puede servir bien para ilustrar las relaciones entre fiestas teatrales e impresos, al ser el más eminente de los responsables literarios de estas galas en la corte de los dos últimos Austrias.

Entre el enorme conjunto de ediciones conservadas del dramaturgo, el más crecido del teatro español, y del universal de la época, encontramos muy pocas de las que hemos llamado especiales, es decir, elaboradas para acompañar la fiesta o para guardar memoria de ella al poco de su celebración y que recogen de forma exenta el grupo de piezas representadas, en un formato más cuidado de lo habitual. El papel, la tipografía y la extensión las separan de las sueltas. Aunque ambas estén hermanadas frente a las partes de comedias, por ofrecer una única pieza principal, la pobreza material de las sueltas se corresponde con los productos habituales del universo del pliego suelto. Pues bien, apenas he localizado media docena de estas ediciones de fiesta en el extensísimo catálogo calderoniano17.

Dos de ellas bien podrían haber sido una pieza más de todas las desplegadas para la brillantez de la celebración:

Es el caso de la edición de Fieras afemina Amor de 112 fol., sin datos de imprenta, aunque con indicios tipográficos que permiten adscribirla al taller madrileño de Julián de Paredes18. La pieza fue escrita para el cumpleaños de la reina, el 22 de diciembre de 1671, pero se aplazó su representación hasta enero de 167219.

Hay otra edición de Fineza contra fineza de 186 páginas20. Se estrenó para celebrar el aniversario de la reina Mariana en la corte vienesa el 22 de diciembre de 1671. Que el pie de imprenta lleve ese año y que se exhibiese a finales de diciembre casi obligan a pensar que los asistentes a la fiesta dispusieron ya de ejemplares.

El tercer impreso localizado es también vienés, y plantea un problema de fechas. Lleva el título de Triunfos del diciembre en la felicidad de numerarse entre los suyos el dia de años de la Reina de España, Mariana de Austria, celebrados de los emperador y emperatriz de Romanos, Leopoldo y Margarita, en una comedia española. Ésta es Darlo todo y no dar nada, también conocida en algunos testimonios con el segundo título de Apeles y Campaspe. La edición consta de 111 fol. y lleva pie de imprenta de Viena, Mateo Cosmerovio, 166821. La comedia debió de ser estrenada diecisiete años antes, el 22 de diciembre de 1651, en el Alcázar de Madrid para celebrar el cumpleaños de la reina Mariana22. La suelta vienesa da pie para pensar en una reposición de la obra en la corte austriaca, de la que no he conseguido ninguna noticia. El hecho de que en 1671 se publique en la misma imprenta Fineza contra fineza, edición que, como se acaba de ver, parece concebida para acompañar el espectáculo, así incita a pensarlo.

Y hay otra edición supuestamente perdida de la comedia El secreto a voces, producto del mismo taller vienés de Mateo Cosmerovio en 1671. Su noticia la dio a conocer W. von Wurzbach23, que en otro trabajo trata sobre su representación en Viena ese año24.

Hay otras dos sueltas napolitanas, que podrían haber tenido la función que consideramos. Una de ellas corresponde a la comedia de El segundo Escipión, de 48 páginas25.

La otra es de Celos aun del aire matan, con 98 páginas26. En su encabezamiento consta: Fiesta que se representó a Sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Y repetida en Nápoles por el Excelentísimo Señor Príncipe de Pomblin y de Venosa &c. En la ocasión del desposorio de la Excelentísima Señora mi Señora D. Lavinia Ludovisio con el Excelentísimo Señor Duque de Atri &c27.

Como se ha podido comprobar, con una sola excepción, los impresos exentos con indicios más o menos claros de haber estado en relación con las fiestas respectivas, pertenecen a territorios que no son de habla española, por lo que explicaría su publicación el interés en facilitar la comprensión del texto.

Aunque no en ese formato, las fiestas a Sus Majestades que escribió Calderón alcanzaron la imprenta en la inmensa mayoría de los casos. Lo hicieron diseminadas por las nueve partes de comedias del escritor, formando conjunto -no siempre revuelto, como se verá a continuación- con el resto de las piezas.

Las dos primeras en aparecer presentan unas características que merece la pena tener en cuenta. Se incluyeron ambas en la Segunda parte (1637) de forma nada azarosa28. La composición del volumen y el orden de sus contenidos denotarían el deseo de respaldar el ascenso social del escritor con el prestigio del libro impreso29, en cuya portada podía lucir su condición recién adquirida de Caballero de la Orden de Santiago, que el monarca le había concedido como premio por sus servicios teatrales. Seguro que su status de poeta condecorado y oficial tuvo que ver en la elección cuidadosa de las dos piezas destinadas a abrir y cerrar la docena: El mayor encanto amor y Los tres mayores prodigios. Son las comedias con que la corte había celebrado las noches de San Juan en 1635 y 1636, los dos años anteriores. Es claro que no se han respetado los plazos normales de separación entre estreno e impresión, que no solían bajar de los cinco o seis años, los necesarios para el consumo espectacular de un producto concebido para eso. No ocurrió así con estas dos obras. En el caso de Los tres mayores prodigios, apenas había transcurrido medio año entre su exhibición en junio de 1636 y el 12 de febrero de 1637, que es la primera fecha que se muestra en las aprobaciones de los preliminares. Refuerza esta idea sobre la intención del escritor de lucir los poderes de su arte cortesano en el momento en que veía alcanzado el buen puerto de su ascenso social y artístico, el que ambos títulos vayan acompañados en el propio índice de la mención a las circunstancias de la fiesta, lo que no sucede con ninguna de las restantes:

  • El mayor encanto Amor, fiesta que se representó a Su Magestad noche de S. Juan del año de seiscientos y treinta y cinco, en el estanque del Real Palacio del Buen Retiro.
  • Los tres mayores prodigios, fiesta que se representó a Su Magestad noche de S. Juan del año de seiscientos y treinta y seis, en el patio del Real Palacio del Buen Retiro.

La relativa proximidad entre escritura y publicación hace pensar que el poeta disponía de los originales, y no había tenido que recuperarlos de copias más o menos alteradas por el uso, que es lo que ocurre en más de un caso en ese volumen. Como he dicho en otra ocasión:

Parece claro que aquellos textos no estaban destinados a correr la misma suerte que los pensados para las condiciones de los corrales. Su misión habría sido celebrar unos festejos palaciegos concretos, donde las disponibilidades de personas y medios eran muy diferentes a las de los circuitos comerciales. No tendría mucho sentido que los «autores» comprasen unos derechos sobre un material de imposible explotación fuera de palacio, de no mediar adaptaciones drásticas30.



Para hacerse una idea de la cercanía de los textos impresos en 1637 con los espectáculos bastaría fijarse en las acotaciones. Léase, por ejemplo, la penúltima de El mayor encanto amor: «Todo lo que se iba representando en esta plana, se obraba con las tramoyas». Existe un compromiso entre el respeto al manuscrito original y el afán por ofrecer una crónica no sólo del componente literario de la fiesta, sino también de los demás niveles. Aún se aprecia mejor en la didascalia final: «Acabada la comedia, alrededor del carro se hacía una danza de pescados».

Este episodio guarda algún paralelismo con el protagonizado por el otro grande de la escena española, Lope de Vega, en el umbral del reinado de Felipe IV. Considero interesante apuntar cómo también él pudo haber incurrido con anterioridad en un uso intencionado de algunos de los textos utilizados en fiestas teatrales a la hora de darlos a la imprenta. De las ocho comedias mitológicas conservadas del escritor, cuatro -la mitad, y las primeras en publicarse- se agrupan en un mismo libro, la Parte dieciséis, que vio la luz en la Navidad de 1621. Aparecen juntas, aunque no fueron escritas al mismo tiempo y ninguna en la proximidad inmediata a la fecha de publicación. Es decir, Lope estaría recuperando materiales más o menos añejos -Adonis y Venus, por citar la más temprana, habría sido escrita entre 1597 y 160331. No parece descabellado relacionar esta decisión de que el libro estuviera compuesto por un tercio de comedias mitológicas con la situación del momento. Tras la muerte de Felipe III en marzo de 1621, llegaba al trono Felipe IV, y con él algunos hombres de su entorno fortalecían sus posiciones. Este momento trascendental de cambio lo acusaría la Parte dieciséis. Es bien significativo que la primera comedia del volumen esté dedicada al conde (y pronto conde-duque) de Olivares. Hay, al menos, otras dos dedicatorias por motivos políticos: la del duque de Pastrana y la del duque de Huéscar. No parece detalle menor que esa primera comedia sea El premio de la hermosura, escrita y representada para una fiesta cortesana con motivo del cumpleaños de la reina siete años antes. También es significativo que en la breve dedicatoria -de tanteo, diríamos, ante la nueva situación que se avecinaba- proclame que valora más que la capacidad de amparo de Olivares su calidad de entendido en artes. Lo que se da la mano con la introducción general del volumen: Un Forastero y el Teatro dialogan sobre el panorama teatral y naturalmente sus palabras no son inocentes, sino que intentan ensalzar las cualidades de Lope sobre las de sus posibles adversarios: se apologiza el teatro del entendimiento, del estudio, del oído, sobre el de la aparatosidad de las tramoyas y la vista. En definitiva, podría pensarse que el Fénix intentaba colocar sus productos en un nuevo mercado. Reivindicaba su capacidad para organizar fiestas cortesanas para un príncipe inteligente que además llegaba con aureola de austeridad y renovación. Y, así, el contenido de esa Parte dieciséis se convertiría en una especie de muestrario de cómo podría ser ese teatro. A la mayor parte de ellas les une su destino cortesano. Y ahí se sitúan las cuatro comedias mitológicas, que no sólo se incluyen sin más, sino en preeminencia. En el prólogo dialogístico aludido se señalan cinco piezas en especial como obras en las que el Fénix puso mayor intención: de ellas tres son mitológicas. Y no fue una propuesta baldía del todo: en mayo del año siguiente consiguió que se le encargase uno de los espectáculos teatrales con que se celebró el decimoctavo cumpleaños de Felipe IV. Su propuesta para esta ocasión también será mitológica: La fábula de Perseo. Sin embargo, su añorado puesto de cronista no llegaría nunca.

Pasaron bastantes años antes de que viera la luz la Tercera parte (1664) de Calderón. En principio, la participación del escritor en su recopilación y cuidado es menos clara que en las dos primeras, firmadas por su hermano José. Precisamente -y es argumento que no he visto apuntado- la peculiar presencia también en ella de fiestas palaciegas, cuyos textos dependerían del escritor en mayor medida que los de las comedias de corral, que habría vendido a los autores, conferiría un cierto grado de autoridad a esta parte. Éstas ocupan las posiciones 9ª, 10ª y 11ª -su agrupamiento también debería tomarse en consideración a la hora de tratar de la confección del volumen-, y su pasado festivo es señalado tanto en el índice como en los encabezamientos:

  • El laurel de Apolo, fiesta de la Zarzuela, transferida al Real Palacio del Buen Retiro. Esta pieza se había estrenado el 4 de marzo de 1658, para celebrar el nacimiento de Felipe Próspero, ocurrido cuatro meses antes. Vera Tassis publicó otra versión con 350 versos más en su reedición de la parte (1687), a partir de un manuscrito en el que el propio Calderón habría reescrito la obra original con el fin de acomodarla a otra fiesta que celebraría el cumpleaños de Carlos II en 1678.
  • La púrpura de la rosa, fiesta que se hizo a Sus Majestades en el Sitio de la Zarzuela, toda de música32. Su cercanía con el estreno es aún mayor que en el caso anterior, ya que tuvo lugar en el Coliseo del Buen Retiro el 17 de enero de 1660, con motivo de celebrar la Paz de los Pirineos y la boda de María Teresa con Luis XIV. Como en otras ocasiones, también la comedia se utilizaría para otra fiesta años más tarde: la del cumpleaños de la que estaba a punto de convertirse en la nueva reina, María Luisa de Orleáns, en agosto de 167933.
  • La fiera, el rayo y la piedra, fiesta real que se hizo a Sus Majestades en el Palacio del Buen Retiro. Se había estrenado doce años antes, en mayo de 1652. También se volvió a representar, aunque fuera de los años de Calderón: fue en Valencia, con motivo de las bodas de Mariana de Baviera y Neoburg con Carlos II.

En la Cuarta parte (1672) también se incluyen cuatro fiestas, ya señaladas como tales en el índice, aunque no en los encabezamientos de los textos respectivos. Ocupan las posiciones 7ª, 10ª, 11ª y 12ª. El agrupamiento de la mayor parte de ellas al final también parece obedecer a un plan.

  • El Faetonte, fiesta que se hizo a Sus Majestades. Se programó su exhibición en el Coliseo del Buen Retiro el 14 de febrero de 1662. Se repuso en diciembre de 1679, para festejar el cumpleaños de la reina.
  • Apolo y Climene, fiesta que se hizo a Sus Majestades. Sus versos finales hacen que se la considere la primera parte de la historia de Faetón: «Eso / dirá en la segunda parte / el infausto nacimiento / de Faetón hijo de Apolo». Por lo que debería ser anterior a febrero de 1662. Según Neumeister, se representó en el Buen Retiro en el Carnaval de 166134.
  • El golfo de las sirenas, zarzuela, fiesta de Sus Majestades. Se estrenó el 17 de enero de 1657 en la Zarzuela.
  • Fineza contra fineza. Fiesta que se hizo a sus Majestades. Cierra la parte, cuya aprobación más temprana es del 16 de mayo de 1672, esta comedia que había sido estrenada el 22 de diciembre de 1671 en la corte de Viena para celebrar el cumpleaños de la reina Mariana. La inmediatez de las fechas podría ser tomada como un buen aval del apoyo decidido de Calderón a esta recopilación. Sin embargo, la existencia de la edición vienesa de Matheo Cosmerovio (1671), ya vista anteriormente, resta fuerza a esa hipótesis, ya que bien le pudo servir de modelo sin que tuviera que intervenir el escritor. En todo caso, su posición de cierre del volumen no sería azarosa, sino debido al afán de destacar su cercanía.

La desautorizada Quinta parte (1677) sigue la pauta de las anteriores. Manifiesta su interés por resaltar desde el índice la condición de fiestas de tres de las diez comedias que la componen, aunque no cuente con materiales de primera mano. Dos de ellas ocupan los primeros lugares:

  • Fieras afemina Amor, con su loa y dos sainetes, fiesta que se representó a los años de la Reina Nuestra Señora en el Coliseo del Buen Retiro. Ésta es la transcripción del índice; mientras que en el encabezamiento se amplifica y precisa más: Fiesta que se representó a los siempre felices años de la Serenísima Católica Majestad Doña María-Ana de Austria en el Real Coliseo de Buen Retiro. Muy posiblemente su fuente fue la edición especial exenta del taller madrileño de Julián de Paredes (¿1671?), que ya se comentó más arriba.
  • La estatua de Prometeo, fiesta que se hizo a Sus Majestades. En el encabezamiento se dice: Representóse a los años de la Reina Nuestra Señora. En efecto, es posible que se estrenara para festejar el aniversario de la reina en diciembre de 1670.
  • También en la octava del volumen se destaca esta condición: El jardín de Falerina, fiesta que se hizo a Sus Majestades. No se sabe con seguridad cuándo fue escrita. Según E. Cotarelo, se estrenó en palacio en 164835.

A partir de la Verdadera quinta parte (1682), todos los tomos son póstumos. Asume la empresa Vera Tassis, cuyas relaciones con Calderón no son todo lo claras que los investigadores hubieran deseado, por sus repercusiones sobre las tareas textuales. La fiabilidad de las atribuciones y de los textos preparados por él es una de las cuestiones más discutidas de la bibliografía y de la crítica textual calderoniana. No faltan quienes la desmienten sistemáticamente; mientras que otros la consideran muy aceptable. A mi parecer, es bastante fidedigno para cuestiones de autoría y menos por lo que respecta a la autenticidad de la letra. En relación con este aspecto, la cuestión se debate entre la posibilidad de que dispusiera de testimonios avalados por el escritor -y es evidente en algunos casos- y las pruebas claras de que hizo cambios necesarios, pero ope ingenii, y otros gratuitos -desde el punto de vista de la autenticidad calderoniana-, obedientes a su peculiar criterio estético.

Vera Tassis se dispuso a dejar claro desde el tomo inicial que contaba con el respaldo de Calderón. La primera manifestación de editor autorizado se encuentra en el propio título: «Verdadera» quinta parte. Continúa con la justificación del prólogo; con argumentos, por cierto, que al contrario de lo que pretendía, dejan entrever que Calderón no puso demasiado de su parte para que la empresa que aquí se iniciaba saliera adelante, un Calderón que en los años últimos parecía sentir un notorio desapego hacia la publicación de sus textos36. Considero que la mayor autoridad como albacea literario del poeta recientemente fallecido le viene conferida por el hecho de que el volumen arranque nada más y nada menos que con la última fiesta regia de Calderón, Hado y divisa de Leonido y Marfisa, que se había representado los días 3, 4 y 5 de marzo de 1680 para celebrar las bodas de Carlos II con María Luisa de Borbón. De nuevo nos encontramos con la pertinencia de la inclusión y la situación en el volumen de una fiesta teatral. Hay otras cinco anotadas como tales en el volumen, lo que supone la mitad del mismo.

  • Ocupa el tercer lugar Mujer, llora y vencerás, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. La comedia había sido escrita mucho tiempo antes, a fines de 1659 o principios de 1660 para que Sebastián de Prado la representase en Carnestolendas de este último año37; y ya se había publicado en la Parte diecisiete (1662) de la colección de Nuevas Escogidas.
  • La cuarta del volumen es Agradecer y no amar, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el libro de cuentas de la Cofradía de la Novena se alude a una representación en 165038. También había sido publicada con antelación en la Parte quinta (1653) de Nuevas Escogidas.
  • Es la séptima El jardín de Falerina, representación de dos jornadas, que se hizo a Sus Majestades en el sitio de la Zarzuela, que ha rescatado de la espuria Quinta parte de Calderón (1677), de la que ya hemos tratado.
  • En décimo lugar figura Gustos y disgustos son no más que imaginación, fiesta que se representó a sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. Es otra de las escritas con mucha anterioridad39 -al parecer fue representada en Valencia en 1638- y publicada años después en otro de los volúmenes de la colección de Nuevas Escogidas, la Parte octava (1657).
  • Cierra el libro Basta callar, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. Como la que abre el volumen tiene el mérito, en lo que alcanzo, de que no se había publicado con anterioridad, aunque llevara ya mucho tiempo escrita: desde 1638-1639, según su editora moderna M. R. Greer.

Lo que se deduce de esta primera parte asumida por Vera es que el editor disponía de materiales de primera mano (Hado y divisa) y que le movía la voluntad de recuperar las piezas de la desautorizada Quinta parte (1677) y las publicadas en distintos tomos de Nuevas escogidas, esto ocurre con las fiestas y con las que no constan como tales. Hoy por hoy, y a expensas de que puedan aparecer otros testimonios, sólo cuatro comedias son inéditas: las dos fiestas ya notadas y otras dos que no figuran como tales, Los dos amantes del cielo y La sibila de Oriente. También parece que puso cuidado al distribuir las fiestas por el volumen, guiado quizá por sus posibilidades de reclamo publicitario.

Otra cuestión que debe notarse es que concede status de representación en fiestas a comedias de las que no nos consta que fueran escritas para tal fin bastantes años antes: Basta callar, Gustos y disgustos. Esto será una pauta a lo largo de los tomos restantes, tanto de los que prosiguen la edición de los cuatro publicados en vida del escritor hasta culminar con el noveno, como de los que reeditan los cuatro primeros. Aunque estos contienen las mismas comedias, a algunas se les ha añadido la especificación de haber sido representadas en fiestas de palacio. Pienso que no es una circunstancia ajena a los textos, utilizada como mero recurso comercial, sino que efectivamente Vera Tassis se hizo eco de los retoques que experimentaron las comedias de Calderón más o menos tempranas al ser repuestas en palacio en tiempos más cercanos a la inclusión en las partes editadas por él. Esto es lo que debió de ocurrir con una comedia tan querida por su autor como La vida es sueño.

Tanto en el título como en el encabezamiento de la reedición de la Primera parte de 1685 se hace constar: Fiesta que se representó a sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. Y lo cierto es que hay noticia de una representación palatina por la compañía de Manuel Vallejo en noviembre de 1684, es decir por el tiempo en que Vera preparaba los textos de esa parte40. Cabe, por tanto, la posibilidad de que la precisión que se ha adherido al título haga referencia a esa circunstancia y, lo que sería más trascendente para la historia textual, que Vera Tassis hubiera tenido en cuenta el texto de Vallejo41 en el que se encontraría una parte de las muchas variantes introducidas sobre la tradición previa de la obra, y perpetuadas a través de ella hasta las ediciones modernas. Apoya esta suposición el hecho de que bastantes enmiendas tienen que ver con las precisiones escénicas de las acotaciones. Si creemos en esta relación, cabría preguntarse si detrás de los cambios no habría estado el propio Calderón, bien a través de Vera bien de Vallejo, con el que está atestiguada una estrecha relación profesional. En todo caso, lo que está claro es que las características de dichas variantes no hacen necesario pensar en la intervención del anciano escritor.

Pero volvamos a la secuencia. La Sexta Parte (1683) sigue la pauta de anunciar fiestas. Hay siete reputadas como tales, más de la mitad, y colocadas en lugares estratégicos del volumen: 1ª, 5ª, 6ª, 7ª, 10ª, 1ª y 12ª. Todas sin excepción habían sido publicadas en volúmenes de distintas colecciones: una en Diferentes Autores, cuatro en Nuevas Escogidas y dos en la fraudulenta Quinta parte de 1677. Tampoco entre las cinco comedias restantes abundan las novedades editoriales: salvo de Primero soy yo, de la que no nos consta ningún impreso previo, del resto se conservan ediciones anteriores en colecciones.

  • La gran comedia Fortunas de Andrómeda y Perseo, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Se había estrenado en mayo de 1653, y publicado en la Parte veintiuno (1663) de Nuevas Escogidas.
  • Comedia famosa La estatua de Prometeo, fiesta que se representó a los años de la Reina Madre Nuestra Señora. Es probable que fuera estrenada el 22 de diciembre de 1670. Como se apuntó, es de las incluidas en la falsa Quinta parte (1677) de Calderón.
  • Comedia famosa El secreto a voces, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. La precisión figura en el índice, no en el encabezamiento del texto. Su escritura concluyó el 28 de febrero de 1642, tal como consta en el autógrafo conservado de la obra42. Se había publicado en la Parte cuarenta y dos (1650) de la colección de Diferentes Autores. De su representación palaciega en Viena en 1671 y de la perdida edición de Cosmerovio se ha tratado más arriba.
  • Comedia famosa Dar tiempo al tiempo, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. Consta su representación en 165043. Se había publicado con anterioridad en la Parte ventisiete (1662) de Nuevas Escogidas.
  • Comedia famosa Fieras afemina amor, fiesta que se representó a los años de la Reina Madre Nuestra Señora en el Real Coliseo del Buen Retiro. Como ya se vio, fue estrenada en enero de 1672 y publicada en la falsa Quinta parte (1677).
  • Comedia famosa Dicha y desdicha del nombre, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. La precisión figura en el índice pero no en el encabezamiento. La comedia es anterior a 166044. Se había publicado previamente en la Parte dieciocho (1662) de Nuevas Escogidas.
  • Comedia famosa Para vencer a Amor, querer vencerle, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. Por criterios métricos, Hilborn45 la fecha en 1633. Hay noticias de representaciones posteriores: una de 1650 figura en el libro de cuentas de la Cofradía de la Novena46. Se había publicado en la Parte séptima (1654) de Nuevas Escogidas.

En la Séptima parte (1683) hay cuatro menciones de fiesta en comedias salteadas: 1ª, 3ª, 6ª y 8ª. Todas se habían impreso con antelación, y se conservan ejemplares de esas ediciones. Lo mismo ocurre con las otras ocho piezas del volumen. En total, son siete las que ya habían aparecido en Nuevas Escogidas, dos en Diferentes Autores, otras dos en El mejor de los mejores libros [...] y una edición suelta.

  • Gran comedia Auristela y Lisidante, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. Una primera versión se estrenaría en el Carnaval de 1637, como parece constar en un pago a Cosme Lotti -donde la comedia se llama Auristela y Clariana-47 pero, según el estudio métrico de Hilborn48, el texto que conservamos correspondería a la década de los cincuenta. Se había publicado ya en la Parte veinte (1663) de Nuevas Escogidas.
  • La gran comedia El segundo Escipión, fiesta que se representó a los años del Rey Nuestro Señor Don Carlos Segundo. Representada el 6 de noviembre de 167649. Hay una edición suelta napolitana, ya apuntada50.
  • La gran comedia Celos aun del aire matan, fiesta cantada que se hizo a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. Se estrenó el 5 de diciembre de 1660 para festejar el cumpleaños de Felipe Próspero. Se había publicado en la Parte diecinueve (1663) y Cuarenta y uno (1675) de Nuevas Escogidas. También en una edición exenta napolitana (1682), de la que ya se habló.
  • La gran comedia Darlo todo y no dar nada, fiesta que se representó a Sus Majestades en su Real Salón. Como se apuntó, se había estrenado en el Alcázar para celebrar el aniversario de la reina Mariana el 22 de diciembre de 165151. La publicó de forma exenta en Viena Mateo Cosmerovio en 1668. También aparecía en la falsa Quinta parte (1677), aunque aquí no figura su condición de fiesta.

En la Octava parte (1684) se hacen constar cinco fiestas: 2ª, 4ª, 6ª, 8ª y 12ª. Estas comedias, al igual que las restantes, disponen de ediciones previas, que ha podido utilizar Vera Tassis. También esta vez la colección de Nuevas Escogidas se lleva la palma, al haber publicado ocho; una de ellas había aparecido también en la de Diferentes Autores; una más en otros volúmenes adocenados; y tres en sueltas.

  • Las manos blancas no ofenden, fiesta que se representó a Sus Majestades. Pudo estrenarse con motivo del Carnaval de 1640. Había sido publicada ya en la Parte novena (1657) de Nuevas Escogidas.
  • No siempre lo peor es cierto, fiesta que se representó a Sus Majestades. El análisis métrico apuntaría como fecha la franja 1648-165052. Se publicó con antelación en la Parte primera (1652) de Nuevas Escogidas, con el título de Nunca lo peor es cierto.
  • Los tres afectos de amor: piedad, desmayo y valor, fiesta que se representó a sus Majestades. Debió de estrenarse en noviembre de 1658 para celebrar el cumpleaños de Felipe Próspero53. Se incluyó en la Parte trece (1660) de Nuevas Escogidas.
  • Con quien vengo vengo. Fiesta que se representó a sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. La precisión no consta en el índice pero sí en el encabezamiento de la comedia. Es temprana; debía de estar ya escrita en 1630. Fue publicada en la Parte treinta y una (1638) de Diferentes Autores y en la Parte primera (1652) de Nuevas Escogidas.
  • Antes que todo es mi dama. Fiesta que se representó a sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Escrita entre 1637 y 1640, se había publicado en la Parte diecisiete (1662) de Nuevas Escogidas.

En la Parte novena (1691) son marcadas como integrantes de fiestas reales siete comedias: 1ª, 2ª, 8ª, 9ª, 10ª, 11ª y 12ª. Hay detalles significativos en esta última entrega del conjunto de partes calderonianas. En primer lugar, la ordenación de las fiestas hace pensar de nuevo que existe un interés en destacar esta condición como aval para la mejor acogida del libro. También es muy llamativa su distribución acorde con su condición de inéditas o de ya publicadas (y, en este caso, de la colección en que lo habían hecho): las cinco primeras figuran en diferentes partes de Nuevas Escogidas; la sexta y la séptima, en la falsa Quinta parte (1677); de la octava a la undécima podrían ser inéditas, porque no se ha localizado ninguna edición; la duodécima y última no lo es, al haber una copia previa en Nuevas Escogidas. Lo visto refuerza claramente la impresión de que nada en ese volumen -tampoco en los anteriores- está colocado al azar; y, lo más importante, que Vera Tassis intentó con este tomo -para cuya aparición transcurrió mucho más tiempo que el que había separado a los anteriores entre sí: posible indicio de las dificultades que debió de tener para localizar los materiales- completar las aparecidas en Nuevas Escogidas y en otras colecciones con las que hasta ese momento no habían visto la luz. El hecho de que la última no sea inédita ¿no podría dar a entender que se le han acabado las novedades? Y otra pregunta: las que sí que tienen esta condición, y que en todos los casos son marcadas como componentes de fiestas, ¿las sacó de un supuesto archivo legado por Calderón o se fue haciendo con ellas rebuscando en librerías y archivos de compañías?

  • Las armas de la hermosura, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. Podría haberse escrito en 165254. Y fue publicada en la Parte cuarenta y seis (1679) de Nuevas Escogidas, que, al parecer, corrió a cargo del propio Vera Tassis, circunstancia que alegó en la Verdadera quinta parte (1682) para demostrar que contaba con el beneplácito de Calderón para editar sus comedias.
  • Amado y aborrecido, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. Se habría estrenado en l65655, muy poco antes, por tanto, de su publicación en la Parte octava (1657) de Nuevas Escogidas. También se incluyó en la falsa Quinta parte (1677), aunque aquí no se alude a su condición de fiesta.
  • Duelos de amor y lealtad, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. Estrenada en 1678, según Cotarelo, que cree que hace referencia a la paz de Nimega56. No parece que se haya impreso antes y es una comedia de la última etapa de Calderón, con la que se rompe la pauta de este volumen y de los dos anteriores, correspondientes a las partes Séptima y Octava, de incluir lo que ya estaba publicado.
  • Céfalo y Pocris, fiesta burlesca que se representó a Sus Majestades día de Carnestolendas en el Salón Real de Palacio. Según Neumeister, se habría estrenado en el Carnaval de 1660. Tampoco en esta ocasión parece existir una edición previa. De la autoría de Calderón ha dudado E. M. Wilson57. De hecho, no figura en las dos famosas listas que el escritor elaboró en los años finales, conocidas por los peticionarios, Carlos II y Veragua58.
  • El castillo de Lindabridis, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. Aunque Cotarelo apunta que pudo estrenarse en febrero de 1661 y la métrica no lo desmiente, no se sabe con seguridad. No hay constancia de que se haya impreso antes59.
  • Bien vengas mal, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. La precisión festiva consta en el encabezamiento de la comedia, no en el índice. Fue representada en diciembre de 163560. No se ha localizado ninguna edición anterior.
  • Cada uno para sí, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. La precisión figura sólo en el encabezamiento de la pieza. J. M. Ruano opina que la primera versión data de 1653, y que el escritor la revisó entre 1665 y 1679. Existe una edición previa en la Parte quince (1661) de Nuevas Escogidas

Entre la publicación de la Octava (1684) y la Novena (1691), Vera Tassis se dedicó a reeditar las primeras cuatro partes de Calderón, que habían salido en vida del escritor. Como ya se apuntó, llama la atención las precisiones sobre su utilización para fiestas de palacio que incorpora a distintos títulos. También comentamos, a propósito de La vida es sueño, que es posible que el dato sea veraz y no un mero reclamo publicitario.

En la reedición de la Parte primera (1685) la única destacada es la antedicha comedia. También se apunta en el encabezamiento (no en el índice) de La gran Cenobia: Fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio.

En la de la Parte segunda (1686) se produjo una alteración en el orden de las comedias y se añadieron menciones a fiestas para cinco, tres más que en la edición de 1637: 1 -El mayor encanto amor, fiesta que se representó a Sus Majestades en los estanques de Buen Retiro. 2 -El galán fantasma, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. 5 -Argenis y Poliarco, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. 8 -A secreto agravio secreta venganza, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón de su Real Palacio. 11 -Los tres mayores prodigios, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Real Sitio de la Casa de Campo.

También cambió el orden y aumentaron las menciones (de tres en 1664 a ocho) en la Parte tercera (1687): 1 -El laurel de Apolo, fiesta de zarzuela transferida al Real Coliseo de Buen Retiro, hízose al nacimiento del Príncipe Felipe Próspero. En el índice se añade: Y se repitió en fiesta de años del Rey Don Carlos Segundo Nuestro Señor. 3 -La fiera, el rayo y la piedra, fiesta real que se hizo a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. 4 -En esta vida todo es verdad y todo mentira, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el encabezamiento del texto dice además: En el Salón Real de Palacio. 8 -Afectos de odio y amor, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el texto: En el Salón Real de Palacio. 9 -La púrpura de la Rosa, fiesta de zarzuela y representación música que se hizo a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. 10 -La hija de aire, primera parte, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el texto: En el Salón Real de Palacio. 11 -La hija de aire, segunda parte, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el texto: En el Salón Real de Palacio. 12 -Ni amor se libra de amor, fiesta que se representó a Sus Majestades. En el texto: En el Salón Real de Palacio.

En la Parte cuarta (1688) el orden de las comedias es el mismo de 1672 y las menciones pasan de cuatro a seis: 2 -Eco y Narciso, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro. 3 -El monstruo de los jardines, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. 7 -El Faetonte, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. 10 -Apolo y Climene, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio. 11 -El golfo de las sirenas, égloga piscatoria, representóse a Sus Majestades en el Real Sitio de la Zarzuela. 12 -Fineza contra fineza, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Salón Real de Palacio




Las fiestas en las grandes colecciones de partes de varios autores del siglo XVII

Las menciones a fiestas no aparecen en las comedias incluidas en las partes de las colecciones emitidas en la primera mitad de la centuria. No las hay ni en la de Diferentes Autores61, ni en los dos tomos de poetas valencianos de 1608 y 161662, ni en los cinco de la más tardía impresa en Lisboa entre 1646 y 1653, encabezados con la fórmula de Comedias las más grandiosas, por la que es conocida63.

Sí que se encuentran en Nuevas Escogidas64, a partir de la Parte trece (1660). Ocupa el tercer lugar Triunfos de Amor y Fortuna de Antonio de Solís. Su consignación en el índice va acompañada de la siguiente precisión: Loa y entremeses que se representaron con esta comedia a Sus Majestades en el Coliseo de Buen Retiro, año de 1658. Entremés del niño caballero, Entremés del salta en banco, entremeses y sainetes con que dio fin la fiesta. En el encabezamiento de la comedia dice: Triunfos de Amor y Fortuna, fiesta real que se representó a Sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Al feliz nacimiento del Serenísimo Príncipe don Felipe Próspero Nuestro Señor. Escrita por don Antonio Solís, Secretario del Rey Nuestro Señor y su Oficial de Estado. La primera aprobación en los preliminares de la parte tiene fecha de 18 de noviembre de 1659. Lleva también aprobación por el Consejo del propio Antonio Solís (19 de diciembre de 1659)65. Luego, parece una publicación auspiciada por él y llevada a cabo muy poco tiempo después de estrenarse la obra, contra lo que es normal en las ediciones de teatro de la época. En esto se da la mano con lo que años antes veíamos en la Parte segunda (1637) de Calderón. Triunfos de Amor y Fortuna se había exhibido en el Buen Retiro el 27 de febrero de 1658, para celebrar el nacimiento del príncipe Felipe.

A partir de la Parte trece (1660), rara será la que no incorpore algunas piezas de las que se diga que se han exhibido en fiestas de los monarcas.

Parte catorce (1660): 4 -Mentir y mudarse a un tiempo, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Buen Retiro, de Don Diego y Don José de Figueroa y Córdoba. 9 -La hija del mesonero, fiesta que se representó a Sus Majestades en Palacio. De Don Diego de Figueroa y Córdoba.

Parte quince (1661): 7 -Comedia famosa El tercero de su afrenta. De don Antonio Martínez. Fiesta que se hizo a Su Majestad en el Real Palacio.

Parte diecisiete (1662): 12 -La gran comedia de Mujer, llora y vencerás, fiesta que se representó a Sus Majestades de don Pedro Calderón. Estaríamos ante un nuevo caso de reducción de plazos entre la publicación y el estreno de la comedia, que probablemente fue escrita hacia 166066.

Parte diecinueve (1663): 1 -El alcázar del secreto, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Buen Retiro, de Don Antonio Solís. 12 -Celos aun del aire matan, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Buen retiro, cantada. De don Pedro Calderón. También en esta ocasión ha transcurrido muy poco tiempo entre la fecha del estreno, diciembre de 1660, y la de la aprobación más antigua de la parte, 18 de octubre de 1662.

Parte veintiuna (1663): 2 -Fortunas de Andrómeda y Perseo. Comedia famosa de don Pedro Calderón. Fiesta que se hizo a Su Majestad.

Parte veintidós (1665): 2 -Comedia famosa Elegir al enemigo, fiesta que se representó en el real Palacio a los felices años del Príncipe Nuestro Señor Don Carlos II. De don Agustín de Salazar y Torres. Se representó en el Alcázar en 166467. Impresa, pues, con una gran cercanía también, ya que la aprobación más temprana de la parte es de 15 de junio de 1665. 7 -Comedia famosa La corte en el valle. Fiesta que se representó a Su Majestad viniendo de Irún. Por Don Francisco de Avellaneda, Don Juan de Matos Fragoso y Don Sebastián de Villaviciosa. Se había representado ante el rey en Valladolid en 166068.

Parte veintitrés (1665): 7 -Comedia famosa Hacer fineza el desaire, del Licenciado don Diego Calleja. Fiesta que se hizo a Sus Majestades. Habría sido exhibida en el Buen Retiro el 12 de julio de 1663, por las compañías de Escamilla y Carrillo69, con poca antelación, por tanto, a su publicación en esta parte, cuya aprobación más antigua es de 10 de junio de 1665.

Parte veinticuatro (1666): 4 -La dama capitán, fiesta que se representó a Sus Majestades. De los Figueroas. Se había representado en Palacio el 20 de septiembre de 1661, por la compañía de Antonio Escamilla70.

Parte veintisiete (1667): 5 -El laberinto de Creta. Comedia famosa. Fiesta de la zarzuela. Representada a Su Majestad. De don Juan Bautista Diamante.

Parte veintinueve (1668): 10 -Tetis y Peleo, fiesta que se hizo a las bodas de la Serenísima Señora Doña María Teresa de Austria, Reina de Francia, de Don Joseph de Bolea.

Parte treinta y una (1669): 1 -Comedia famosa Querer por solo querer. De don Antonio de Mendoza. Fiesta que se representó en el Real Palacio de Su Majestad.

Parte treinta y siete (1671): 1 -La gran comedia de Un bobo hace ciento, fiesta que se representó a Sus Majestades Martes de Carnestolendas. De Don Antonio Solís. 10 -Escarramán. Comedia burlesca que se hizo en el Buen Retiro. De Don Agustín Moreto.

Parte treinta y ocho (1672): 3 -También se ama en el abismo, fiesta de zarzuela a los años de la Reina Nuestra Señora Doña María Ana de Austria. De Don Agustín de Salazar. Es probable que se estrenara en 167071 o 167172, y la aprobación más antigua de la parte es del 12 de junio de 1671; por lo que, de nuevo, estamos ante un plazo más apretado de lo normal.

Parte treinta y nueve (1673): 8 -Las mocedades del Cid, burlesca, fiesta que se representó a Sus Majestades Martes de Carnestolendas, de Don Jerónimo de Cáncer.

Parte cuarenta y una (¿1675?): Las cuatro primeras piezas son de Salazar y Torres, que murió el 29 de noviembre de 1675, cuando contaba tan sólo con 33 años de edad. Todas ellas habían formado parte de fiestas. Cabe pensar que se montó el volumen para recogerlas. La distribución así lo indica. Las dos primeras son de fechas muy cercanas a la publicación del libro y, en lo que alcanzo, es su primera edición. Las otras dos ya habían aparecido con anterioridad en otras partes de la colección73: 1 -Loa que se representó a los años de la Reina Nuestra Señora, en la comedia de los Juegos Olímpicos. Los Juegos Olímpicos, fiesta a los años de la Reina Nuestra Señora. Representación de dos jornadas. De Don Agustín de Salazar. Fue estrenada en palacio el 22 de diciembre de 1673, bajo el título Los juegos bacanales74. 2 -El mérito es la corona, fiesta que se representó a los años de la Reina Nuestra Señora (Dios la guarde), el día de sus años, en su Palacio, por dos Compañías. Escrita por Don Agustín de Salazar y Torres (la precede una loa). Representada en diciembre de 1672 o de 167475. 3 -Comedia famosa Elegir al enemigo, fiesta que se representó en el real palacio a los felices años del Príncipe Nuestro Señor Don Carlos II. De Don Agustín de Salazar y Torres. Ya se había publicado en la parte veintidós (1665), poco después de haberse estrenado en 1664. 4 -Comedia famosa También se ama en el abismo, fiesta de zarzuela a los años de la Reina Nuestra Señora Doña Mariana de Austria. De don Agustín de Salazar y Torres. Se había incluido en la Parte treinta y ocho (1672), no mucho después de haberse escrito y estrenado. 6 -La gran comedia El alcázar del secreto, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Buen Retiro. De Don Antonio de Solís. También se había impreso con anterioridad en la Parte diecinueve (1663) de la colección.

Parte cuarenta y dos (1676): 8 -Endimión y Diana, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Real Sitio del Pardo a los años de la Serenísima Señora Archiduquesa de Austria. De don Melchor Fernández de León (va precedida de una loa). La publicación aquí de esta zarzuela supondría un caso extremo de estrechamiento de plazos, porque había sido estrenada en enero de 167676 y la fecha más temprana que hay en los preliminares es 10 de junio de 1676.

Parte cuarenta y seis (1679): 5 -Las armas de la hermosura, fiesta que se representó a Su Majestad de D. Pedro Calderón de la Barca. 10 -Más merece quien más ama, fiesta que se representó a Su Majestad de D. Melchor Fernández de León.

Parte cuarenta y siete (1681): Esta parte recoge nueve comedias de Antonio Solís. Se sabe por los preliminares que pensaba llamarse Comedias de Don Antonio de Solís, pero que luego se cambiaron los planes. Dice Cotarelo que quizá para evitar alguna reclamación77. También pudiera ser que al no conseguir las doce de rigor se pensara en rellenar con otras obras. Las comedias en que se menciona su destino festivo son copias de otros tomos de la colección de Nuevas Escogidas: 1 -La gran comedia Triunfos de amor y fortuna, fiesta real que se representó a Sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Al feliz nacimiento del Serenísimo Príncipe Don Felipe Próspero Nuestro Señor. Escrita por Don Antonio de Solís, Secretario del Rey Nuestro Señor y su Oficial de Estado. Es copia exacta del encabezamiento de la Parte trece (1660). 4 -El alcázar del secreto, fiesta que se representó a Sus Majestades en el Buen Retiro, de Don Antonio Solís. La misma obra y encabezamiento se encuentran en la Parte diecisiete (1662).




Una breve recapitulación

Las fiestas teatrales de los Austrias españoles rara vez generaron un tipo de impreso específico, a diferencia de lo que ocurrió en otros entornos; y precisamente cuando en este ámbito cultural fueron tantas las obras que se desviaron de la escena, su canal de comunicación específico, para estamparse en pliegos. Cabe preguntarse por las causas de esta carencia cuando, en principio, parece que podrían haber cumplido funciones acordes con las buscadas por los promotores de los espectáculos. Las explicaciones que se presentan son diferentes -algunas, incluso, aparentemente contradictorias. En ese entorno palaciego el teatro era producto habitual, la proliferación de representaciones no favorecía la preparación de unos impresos que obligaban a planificar y a contar con los textos anticipadamente, cuando con cierta frecuencia debía de primar la organización casi repentina e improvisada. Téngase en cuenta que la corte española, a diferencia de otras, no contaba con su propio grupo de comediantes, sino que debía echar mano de los profesionales que trabajan en la capital, obligándoles a apretar sus compromisos. Tampoco debe olvidarse que en la práctica común conocida, a menudo los textos utilizados en estas fiestas no eran productos cerrados, sino que podían reacomodarse para su exhibición en corrales. Del mismo modo que el teatro concebido para los teatros comerciales podía representarse en fiestas de palacio. Y los aprovechamientos no tenían por qué prescindir de su condición elitista: a los responsables podría interesarles la reutilización de los textos para fiestas sucesivas. En cierta manera, ello los asociaría con los autos sacramentales. Esto sabemos que ocurrió con el Ayuntamiento de Madrid en relación con los de Calderón, al igual que sabemos que a lo largo de la centuria, y sobre todo en su segunda mitad, las fiestas se repitieron. También pudieron intervenir factores estéticos, como el recelo de los creadores con respecto al teatro en el papel, al que considerarían incapaz de transmitir la representación escénica. Faltaban la música, las luces, los decorados. El impreso no reflejaba verazmente el espectáculo, que es la única y verdadera unidad significativa, comunicativa y estética. Y podría haber contado también un factor ideológico o político: cuando con frecuencia el teatro se convertía en vehículo de propuestas en relación con el poder -esa es la tesis del libro último de Sanz Ayán78, quizá no interesaba dejar demasiadas huellas de lo que sutilmente se aconsejaba o censuraba en los espectáculos. No generaron impresos específicos, pero sí que llegaron a los recipientes habituales. Cuando esto ocurría, a veces se producía un inusual acortamiento de los plazos entre escritura y edición. Lo que podía deberse al interés por parte de los escritores de ostentar su arte en la suerte suprema del espectáculo cortesano, como parece que ocurrió en la Segunda parte de Calderón. También influiría en esta prontitud editorial el considerar que algunos no eran textos para tener una vida escénica más allá de la fiesta lujosa, al no dejarse reconvertir fácilmente en teatro de corral.








Bibliografía

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