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«Ningún alma sincera podía entonces aspirar al clasicismo, si por clasicismo ha de entenderse algo más que el diletantismo helenista de los parnasianos» (Prosas dispersas, p. 434).

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Prosas dispersas, pp. 416-17.

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Un desarrollo de las cuestiones apuntadas en este apartado ofrecemos en «Tradición clásica en Soledades (1903), de Antonio Machado», cit. Los poemas citados corresponden a la edición de Rafael Ferreres: Antonio Machado, Soledades, Madrid, Taurus, 1974.

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Véase E. Mejía Sánchez, «Hércules y Onfalia, motivo modernista», en L. Litvak (ed.), El modernismo, Madrid, Taurus, 1975, pp. 185-99.

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Prosas dispersas, p. 185. El motivo lo popularizó, al tiempo, Kierkegaard en su opúsculo homónimo sobre la naturaleza femenina.

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«Un vino risueño me dijo el camino. / Yo escucho los áureos consejos del vino, / que el vino es a veces escala de ensueño» (vv. 6-8, p. 122). Aunque el motivo se remonta a Alceo (366 L-P: «οἶνος, ὦφίλε παῖ, καἰ α)λάθεα»), para la recreación del pasaje Machado pudo haberse inspirado en una epístola de Horacio (I, 15, 18-20), en la que se atribuyen cualidades al vino mediante la adjetivación, mientras que la sabrosa bebida ayuda beneficiosamente al poeta: «ad mare cum veni, [vinum] generosum et lene requiro, / quod curas abigat, quod cum spe divite manet / in venas animumque meum, quod verba ministret» (citamos por la edición de H. Silvestre: Horacio, Sátiras. Epístolas. Arte poética, Madrid, Cátedra, 1996, p. 432).

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Ed. cit., p. 90.

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Poesías completas, ed. cit., p. 480.

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«Siempre fugitiva y siempre / cerca de mí, en negro manto / mal cubierto el desdeñoso / gesto de tu rostro pálido. / No sé dónde vas, ni dónde / tu virgen belleza tálamo / busca en la noche» (vv. 1-7, p. 78). El texto virgiliano, transcrito íntegro en Los complementarios es el siguiente (citamos por la edición de R. A. B. Mynors: P. Vergili Maronis Opera, Oxford, Oxford University Press, 1969, p. 235): «Ibant obscuri sola sub nocte per umbram / perque domos Ditis uacuas et inania regna: / quale per incertam lunam sub luce maligna / est iter in siluis, ubi caelum condidit umbra / Iuppiter, et rebus nox abstulit atra colorem». En ambos fragmentos quedan destacados tanto el color negro, fruto de la plenitud nocturna («negro manto», v. 2; «nox [...] atra», v. 272), como el dinamismo e incertidumbre de la acción: «fugitiva» (v. 1); «No sé dónde vas, ni dónde [...] / busca» (vv. 5 y 7) / «Ibant obscuri» (v. 268); «quale per incertam lunam» (v. 270). Machado culmina este poema con otro eco de abolengo clásico cuando ruega a la belleza que se detenga para besarla: «Detén el paso, belleza / esquiva, detén el paso [...] / Besar quisiera la amarga, / amarga flor de tus labios» (vv. 11-14, p. 78). En concreto, el poeta, mediante una variatio, imita el pasaje ovidiano referido, en el que Apolo implora a la bella y desdeñosa ninfa Dafne que detenga su huida a fin de que pueda amarla: «nympha, precor, Peneï, mane! Non insequor hostis; / nympha, mane!» (Ovidio, Metamorfosis, ed. de Antonio Ruiz de Elvira, Madrid, CSIC, 1992, p. 27).

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La lira de Pitágoras aparece en «La tarde en el jardín» («Era / donde pulsa en las liras olorosas / recónditas rapsodias Primavera», vv. 10-12), en tanto que la alusión al río heraclitano, con el principio de πάντα ῤεῖ se alza en estos versos: «La vida hoy tiene ritmo / de ondas que pasan, / de olitas temblorosas / que fluyen y se alcanzan. / La vida hoy tiene el ritmo de los ríos, / la risa de las aguas / que entre los verdes junquerales corren» (vv. 1-7; pp. 110 y 113, respectivamente). También, como recuerda Dámaso Alonso («Muerte y transmuerte en la poesía de Antonio Machado», Revista de Occidente, 5-6, 3-4, 1976, pp. 11-24, pp. 16 ss.), en «Del camino», I, la «clepsidra» presenta reminiscencias senecanas: «El silencio / me respondió: -No temas: / tú no verás caer la última gota / que en la clepsidra tiembla» (vv. 3-6, p. 86).

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