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181

El instituto de Francia, cuando premió un discurso de Mr. Canad.

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182

En Francia en 1812 los derechos de entrada que pagaban los algodones en rama subían a cerca de cuatro mil reales por bala tomando una con otra. Muchas fábricas estaban montadas de modo que gastaban dos de estas balas cada día de trabajo. Era necesario que adelantasen el importe de esta contribución desde el momento que compraban la materia primera hasta que se realizaba la venta de las manufacturas. Suponiendo este espacio de un año necesitaban un capital de dos millones y cuatrocientos mil reales más que si la contribución no hubiese existido, y para no perder, era preciso que cuando vendiesen sus manufacturas se reembolsasen del interés de este capital. Este era una subida de precio del producto, y una añadidura a la contribución que perdían los franceses, y no obstante no entraba en el fisco de su gobierno ni siquiera un maravedí. En la misma época las cargas mayores que tenían los franceses no eran las que figuraban en su Budget, o presupuesto de gastos. Ellos padecían sin saber muchas veces a que atribuir sus males. Este ejemplo lo demuestra.

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183

Vease a continuación de esta obra el epítome, en las palabras Renta, y Riqueza.

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184

Acabamos de ver la razón. Las compras que se hacen con dinero de contribuciones son cambios, y no restituciones.

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185

Riqueza de las Naciones, lib. 5, cap. 2.

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186

Forbonnais, Principios y observaciones &c, tomo II. pág. 247.

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187

Vease el párrafo siguiente cómo los gobiernos pueden extinguir una deuda no reembolsable comprándola al curso corriente.

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188

Consideraciones sobre las ventajas de la existencia de la deuda pública pág. 6.

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189

La facultad que tienen los contratos de renta de poder circular de una mano a otra, no les da un valor semejante al de la moneda porque no hacen el oficio de ella. Los billetes de confianza sirviendo de moneda, aumentan verdaderamente la masa de capitales, porque si no sirviesen para la circulación de los demás bienes, sería preciso emplear para esta circulación verdaderos capitales en dinero, pero los contratos de renta emplean moneda para su circulación: lejos está de que ellos lo sean.

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190

En la misma obra, pág. 13.

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