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251

Advierta aquí de paso que esta demostración destruye enteramente la aserción de M. Malthus, de que la baratura se verifica siempre a expensas de las ganancias (pag. 370), y destruye por consiguiente todos los raciocinios que funda el autor sobre esta base. No es menos fatal la misma demostración a toda aquella parte de la doctrina de M. Ricardo en que pretende probar este escritor que lo que arregla el precio de los productos son los gastos de producción, y no la proporción de la oferta con el pedido. Él identifica los gastos de producción con los productos, siendo así que están en oposición, y que los primeros son tanto menores cuanto más abundantes son los segundos.

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252

Se figuran algunos que cuando se emplea un capital en una empresa, la porción de este capital que se invierte en la compra de primeras materias, no se emplea en la compra de servicios productivos: lo cual es un error; porque la primera materia es un producto que no tiene más valor que el que le dieron precedentemente los servicios productivos que hicieron de ella un producto o un valor. Cuando la primera materia es de ningún valor, no emplea parte alguna del capital; y cuando hay que pagarla, este pago no es más que el reembolso de los servicios productivos que le dieron valor.

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Las ganancias que da una empresa a su empresario, son el salario del trabajo y del talento que ha empleado en su operación; y sólo continúa en la misma empresa mientras ese salario es tal que no puede esperarlo mayor en otra. Es un productor necesario, y sus ganancias forman parte de los gastos necesarios de producción.

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Este caso es mucho mas frecuente en Francia que en Inglaterra, donde son tan cortas las ganancias industriales y el interés de los capitales, que en la industria común no bastan las primeras para la manutención de la familia que no tiene un capital propio.

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En Inglaterra son las uvas un objeto de lujo.

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256

»¡Qué acumulación de productos! ¡Qué prodigiosas salidas no abriría, según M. Say, semejante acontecimiento!», dice M. Malthus. El sabio profesor se ha equivocado aquí de medio a medio acerca del sentido de la palabra acumulación. La acumulación no es una falta de consumo, sino la substitución de un consumo reproductivo a un consumo improductivo. Por otra parte, yo no he dicho que un consumo ahorrado era una salida abierta: lo que he dicho es que un producto creado era una salida abierta para otro producto; y esto es cierto, ya sea que se gaste su valor improductivamente, ya sea que se agregue a los ahorros, esto es, a los gastos reproductivos que nos proponemos hacer.

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257

»Es necesario convenir en que los productos ahorrados anualmente se consumen con la misma regularidad que los que se gastan anualmente pero los consumen otras personas. Principios de Economía política de M. Malthus, pag. 31.

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258

Recomendar el ahorro en un país donde hay capitales sobrantes, es contrario a todos los principios de la economía política: es la mismo que recomendar el matrimonio a un pueblo que se está muriendo de hambre. Principles of political economy, pag. 495.

¿Cómo no ve M. Malthus que el matrimonio da hijos y por consiguiente nuevas necesidades, al paso que los capitales no tienen necesidad alguna, y al contrario llevan consigo los medios de satisfacerlas?

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Los principales obstáculos para las mejoras agrícolas en Francia son en primer lugar la residencia de los propietarios ricos y de los grandes capitalistas en las ciudades, y sobre todo en una capital inmensa; porque no es posible que adquieran un conocimiento exacto de las mejoras en que pudieran emplear sus fondos, ni que entiendan en su inversión de modo que resulte de ella un aumento de renta correspondiente. En segundo lugar seria inútil que un distrito muy distante del centro duplicase sus productos, porque apenas puede deshacerse de lo que produce ordinariamente, por falta de buenos caminos de un pueblo a otro, y de ciudades industriosas situadas a una distancia regular. Las ciudades industriosas consumen los productos rurales, y fabrican en cambio productos manufacturados que conteniendo más valor en menos volumen pueden transportarse más lejos. Aquí está el principal obstáculo que se opone a la perfección e incremento de la agricultura francesa. Una multitud de pequeños canales de comunicación, junto con buenos caminos de un pueblo a otro, darían estimación a los productos rurales, mas para esto se necesitan administraciones locales elegidas por los vecinos, y que sólo traten del bien del país. Existe la posibilidad de las salidas; pero no se hace lo que se debiera para realizarla. Los administradores elegidos conforme al interés de la autoridad central, vienen a ser casi todos unos agentes políticos o fiscales, o lo que aún es peor, unos agentes de policía.

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Viaje por Francia, tomo II, pag. 98 de la edición inglesa.

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