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Raynal dice que la Compañía inglesa sacando las rentas de Bengala, y viniendo a gastarlas a Europa llegará a agotar el numerario del país, porque ella sola hace el comercio de allí, y nunca lleva allá dinero. Raynal se engaña. En primer lugar los comerciantes llevan a las Indias los metales preciosos, porque allí valen más que en Europa, y por esta misma razón no conviene a los empleados de la Compañía que hacen su caudal en Asía, el traerle en numerario.

Si se dijese también que los caudales transportados a Europa son aquí menos sólidos, y más fáciles de disipar, en mercancías, que si estuviesen en dinero, también se engañaría uno. La forma en que se hallan los valores, no hace nada a su solidez: una vez transportados a Europa pueden cambiarse por dinero, o en tierras hermosas y buenas. Lo esencial, lo mismo que en el comercio entre dos naciones, no es la forma con que circulan los valores, sino su importe.

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Aun cuando consiguiesen cerrar sus fronteras de modo que interceptasen la salida de todas las cosas que tienen valor, no por esto estarían más adelantados; porque cuando las comunicaciones son libres, proporcionan éstas más valores que los que dejan escapar. Los valores y las riquezas son fugitivas e independientes por su naturaleza. No se pueden encerrar; se escapan de las trabas que se les ponen, y crecen cuando están en libertad.

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Aunque todos los productos sean necesarios la existencia social del hombre, la necesidad de alimento, siendo la más urgente de todas, la más constante y la que se renueva más prontamente, se deben poner en primer lugar entre los géneros para la existencia las substancias alimenticias. Pero las mercancías alimenticias no todas sin productos del suelo; se adquieren igualmente por el comercio que por la agricultura, y hay muchos países que alimentan más habitantes que los que pueden alimentar los productos de sus tierras. Hasta la importación de cierto género que no es alimenticio, equivale a una importación de alimentos. Enviar vino y aguardientes al Norte, es casi lo mismo que enviar pan, porque el vino y el aguardiente reemplazan allí en parte la cerveza, y el aguardiente de grano, y hacen que se pueda reservar para alimento el grano que se habría empleado en bebida.

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En la China, la gran destrucción de niños que se hace indica que las preocupaciones de las costumbres y de la religión son contrarias en estos pueblos a la previsión que limita la multiplicación de la especie, y se debe uno lamentar de semejantes preocupaciones, porque el mal que resulta de la destrucción es tanto mayor cuanto el individuo es más crecido y más susceptible de sentimientos. Por la misma razón la política que multiplicaría las guerras y los medios de destrucción para dejar más recursos a los que sobreviviesen, aún sería más bárbara y más insensata, porque haría que la destrucción se extendiese a seres más crecidos, más susceptibles de sentir y de sufrir y a una época de la vida, en que estando concluido el desenvolvimiento de las facultades del hombre, éste es mucho más precioso para los otros y para sí mismo.

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El Hospicio de Bicetre contiene habitualmente cinco u seis mil pobres. El año 1793, en que hubo carestía, la administración no pudo darles un alimento ni tan abundante, ni tan bueno, como en los tiempos ordinarios, y el mayordomo de esta casa me ha asegurado que en dicha época murieron casi todos.

En las obras de John Barton (Observations on the condition of the labouring classes) hallo una tabla que manifiesta que en siete distritos, fabricantes de Inglaterra el número de muertos ha sido a proporción de la carestía, es decir de lo más raras que eran las subsistencias. He aquí el estrato.

Años Precio medio del trigo Número de muertos.
En 1801 118 chelines. 3 dineros... 55,965
1804 60.................1... 44,794
1807 73.................3... 48,108
1810 106...............2... 54,864

En las mismas tablas se ve que la carestía ha causado menos mortalidad en los distritos rurales. La razón de esto es evidente: además de que los obreros generalmente están pagados en frutos, el precio, alto de lo que vendían que pudiesen pagar caro lo que compraban.

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Esto no hace el que no haya causas accidentales que modifiquen las reglas generales. No hay duda que en un país en que los bienes están divididos, con mucha desigualdad, y en donde un corto número de individuos consume una cantidad de productos que podría bastar al mantenimiento de una multitud no alimentará tantos habitantes como otro país de igual renta donde los bienes se hallasen distribuidos con más igualdad. Se sabe que los hombres muy ricos no quieren tener hijos, y que la suma pobreza no puede criarlos.

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Véase a Steuart, De la Economía política, lib. I, cap. I. Quesnay, art. granos en la Enciclopedia. Montesquieu, Espíritu de las Leyes. lib. I8, cap. I0. y lib. 23, cap.I0. Buffon, edición de Bernard, tom. 4, p.266. Forbonnais, Principios y Observaciones, pag. 39 y 45. Hume, Ensayos, part. 2. ensayo II. Poivre, el volum. de sus obras, pág. 145 y 146. Condillac, el- Comercio y el gobierno, pag. I. cap.24 y 25. El conde de Verri, Reflexiones sobre la Economía política, cap. 2I. Mirabeau, el Amigo de los hombres, t. I, c.2. Raynal, Hist. de 1os Establecimientos, &c. lib. II y §. 23. Chastellux de la felicidad pública, t. 2, p. 205. Necker, Administración de la Real Hacienda de Francia, cap. 9, y sus notas sobre el elogio de Co1bert. Condorcer, Notas sobre Voltaire, edic. de Keth. t. 45, p.60. Simth, Riqueza de lay Naciones, lib. I, c. 8 y II. Garaier, Compendio elemental, part. I., c.3, y en el prefacio de su traducción de Smith. Canard, Principios de Economía política, p. 135. Godwin, De la justicia política, lib. 8, c. 3. Jeremías Beatham, Teoría de las penas y premios, t. 2, pág. 304. Claviere, de la Francia y de los Estados-Unidos, 2.ª edic. p. 6o y 135. Browne-Dignan, Ensayo sobre los principios de la Economía pública, pág. 9 7. Londres 1776. Beccaria. Elementos de Economía pública, part. I, cap.2 y 3. Gorani , Investigaciones sobre la ciencia de los gobiernos, tom. 2, c. 7. De Sismondi, Nuevos principios de Economía política, lib. 7, c. I y siguientes.

Vease sobre todo el Ensayo sobre la población, de Malthus, obra, llena de investigaciones y raciocinios juiciosos, que no dejarían duda sobre esta verdad, si hubiese sido contestada.

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Vease a Tito Livio, lib. 6. Plutarco, Obras morales, De los Oráculos que han cesado. Strabon lib. 7.

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Uztariz notaba que las provincias de España que enviaban más gentes a las Indias estaban más pobladas.

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Citado por Malthus, tom. 2. P.214 de la traducción.

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