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Una noche de París reparará todo esto. Es menester no una noche, sino veinte años de cuidados, y gastos para hacer el hombre que un balazo destruye en un instante. Y las destrucciones de hombres que causa la guerra se extienden a mucho más de lo que se figuran comúnmente: los campos talados, el saqueo de las casas, la destrucción de los establecimientos industriales, los capitales consumidos, &c. quitando los medios de subsistir, hacen morir a muchos hombres fuera del campo de batalla.

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Por una consecuencia de lo que se ha establecido aquí, los progresos de la medicina, y los medios curativos y preservativos, tales como la vacuna, no pueden ejercer de un modo constante ningún influjo en la población de un país; pero se inferiría muy mal de esto si se dijese que tan importantes progresos no tienen influjo ninguno sobre la suerte de la humanidad. Estos medios poderosos preservan los hombres que ya están adelantados, es decir, de las enfermedades, de las penas y de los sacrificios de parte de los padres y de los hijos. Cuando la población no se mantiene más que a fuerza de nuevos nacimientos, se hallan en ella más de estas penas que acompañan siempre el nacimiento y muerte de los individuos de nuestra especie, porque los nacimientos y las muertes son entonces más frecuentes. La población de un país podría mantenerse con la mitad menos de nacidos y de muertos, si los habitantes en vez de llegar a la edad de veinte años, pasasen de los cuarenta. Verdad es que en este supuesto hay muchos más gérmenes que se hacen superfluos; pero los males deben medirse por los trabajos, y los gérmenes perdidos no causan trabajo ninguno. Hay tan gran cantidad de gérmenes perdidos en la naturaleza organizada, que los que se pierden de más en este supuesto no importan nada. Si las plantas fuesen susceptibles de sentimiento y de padecer, seria una fortuna para ellas el que todas las semillas de las que uno se ve obligado a arrancar y destruir le corrompiesen antes de organizarse.

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Si la población depende de la cantidad de producciones, para juzgar de ella, es una estimación muy imperfecta el número de nacidos. En aquellos parajes en que la industria y los productos aumentan, los nacimientos más multiplicados a proporción de los habitantes existentes ya, dan una evaluación demasiado alta. Al contrario en los países que declinan, la población excede el número que indican los nacimientos.

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Wallace, Condorcet, Godwiu.

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Lib. I. cap. 17.

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Según el señor William Jacob, miembro de la sociedad real, agrónomo bien informado, hacia el año I800 es cuando la Inglaterra ha dejado de ser un país exportador de trigo, para ser país importador. Vease su escrito titulado: Considerations on British Agricultare, pág. 34, publicado en 1814.

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El señor Wlliiam Jacob citado arriba, entra en algunos por menores para probar que las tierras de las islas británicas pueden producir a lo menos un tercio más de lo que producen actualmente. Véanse las pág. 115 y siguientes de sus Considerations on British Agric.

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Por buen sistema colonial entiendo colonias formadas sin la intención de volver, independientes cuanto a su administración y relaciones exteriores, pero protegidas mientras lo necesitan por la alianza con la metrópoli. Los cuerpos políticos pueden imitar en esto las relaciones de los padres con los hijos. A éstos cuando llegan a la edad de hombres se les debe dejar independientes: entonces es cuando se establecen las relaciones más durables, y las más recíprocamente útiles a ellos y a sus padres. Partes de África muy grandes podrían cubrirse de colonias europeas formadas por estos principios. El mundo es aún muy extenso, y las tierras cultivadas en el globo están muy lejos de igualar en extensión las tierras fértiles no cultivadas.

Mylord Selkirk ha publicado un papel que aclara mucho esta materia, y se titula: On emigration, and the state of the High lands (montañas de Escocia).

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El defecto de capitales impide el servirse de máquinas expeditivas, tales como la máquina para trillar (thras hing mill)generalmente usada en Inglaterra. Y así los trabajos rurales exigen más brazos; y cuantas más personas hay que alimentar en él, menos víveres quedan que vender, y dan menos productos disponibles.

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Hay razones para creer que la población de Inglaterra es más que doble del número de sus agricultores. Según un censo que se presentó al Parlamento en 1811, había en la isla de la Gran Bretaña ochocientas noventa y cinco mil novecientas noventa y ocho familias de agricultores, y el número total de familias de esta isla, que comprende, como se sabe, la Escocia y el Principado de Gales, era de dos millones quinientos cuarenta y cuatro mil doscientos quince, de modo que no había con corta diferencia más que un tercio de la población ocupado en la agricultura.

Según los extractos de los censos publicados por Arthuro Young:

la población de los pueblos y aldeas de Francia(en sus antiguos límites) era de:20,521,538 habitantes.
Y la de las aldeas y pueblos de: 5,707,9207.
Total: 26,230,808 habitantes.

Según el principio establecido aquí, y suponiendo exactos los extractos de Arturo Young, se ve que la antigua Francia, si tuviese una población que llegase al doble solamente de sus cultivadores, tendría cuarenta y un millones de habitantes, y que tendría cerca de sesenta millones si las producciones de su industria fuesen, guardada proporción, iguales a las de la Gran Bretaña.

Los viajeros notan que los caminos reales de Francia no son tan transitados como debería esperarse de un país tan favorecido de la naturaleza como este. Esto proviene evidentemente del pequeño número, y de la corta extensión de sus ciudades. Las comunicaciones de una ciudad a otra son las que pueblan los caminos reales, y no los habitantes del campo, que circulan más que de sus chozas a sus campos.

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