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121

V. Helmuth Fuchs, en la Bibliografía general. - Los trabajos de Marc de Civrieux titulado Watunna, Mitología maquiritare, acaba de ser editado (1970), por Monte Avila. La compilación de Fr. Cesáreo de Armellada, Tauron Panton está citado también en la Bibliografía General. - Debo añadir también Guarao-a Ribu de Basilio Barral.

 

122

«En la palabra «Venezuela», que a partir de 1777 significó la fusión de núcleos territoriales que vivieron dispersos y que con la guerra de Independencia adquirieron la más valedera unidad histórica, caben hoy -como en los motivos musicales de una sinfonía- la variedad de regiones, costumbres y formas de   —153→   cultura.» (M. Picón Salas. «Rumbo y problemática de nuestra historia». En: Comprensión de Venezuela. (1955), p. 91. Ese año de 1777, por Real Cédula de 8 de setiembre, se ordena la centralización de la provincia de Caracas, y de las demás gobernaciones provinciales, en el Gobernador de Caracas, quien en adelante, sería Gobernador y Capitán General de Venezuela. Cf. Eduardo Arcila Farías. Prólogo a: Gisela Morazzani de Pérez Enciso: La Intendencia en España y América.

 

123

Cf. Ildefonso Leal: Historia de la Universidad de Caracas, pp. 23 ss.

 

124

Ibíd., pp. 31 ss.

 

125

Leal traza un panorama esquemático de las limitaciones de la universidad colonial, para explicar la calidad de los estudios; el punto 4º sostiene esta afirmación relativa a Baltasar de los Reyes Marrero, quien rompe la hegemonía aristotélica en 1788. (Op. cit., pp. 18-19.)

 

126

En efecto, la leyenda negra de nuestra cultura colonial viene repitiendo argumentos de Bartolomé de las Casas, los viajeros europeos, Juan García del Río, etc.; sus exponentes van proliferando a lo largo del siglo XIX, desde el propio Bolívar, pasando por Baralt, los historiadores positivistas (Rojas, Gil Fortoul), incide en nuestro siglo con autores como Ángel Grisanti, Miguel Acosta Saignes, etc., hasta que encuentra ser enfrentada por un conjunto de historiadores, quienes contrapusieron sus investigaciones documentales a los alegatos más o menos emocionales, tejidos primero como armas de insubordinación contra la metrópoli, disparados más tarde como simples actitudes de un anti-hispanismo romántico. Las obras más resaltantes de este segundo grupo, además de la ya citada de Picón Salas, se deben a autores como Ángel César Rivas (Ensayos de Historia Política y Diplomática, donde recoge su famoso discurso sobre los «Orígenes de la Independencia de Venezuela»); Gonzalo Picón Febres (Nacimiento de Venezuela Intelectual); Caracciolo Parra León (Filosofía Universitaria Venezolana); Mario Briceño Iragorry (Tapices de Historia Patria); Mariano Picón Salas (De la Conquista a la Independencia).

 

127

Las primeras indagaciones de García Bacca fueron publicadas bajo el título de «La filosofía en Venezuela»; en: Historia de la Cultura en Venezuela, t. II, pp. 69-83; luego adelantó algunos datos sobre Tomás Valero y Alfonso Briceño en: RNC, Nos. 97 y 100; por último, en 1954, publicó los tres volúmenes de su Antología del pensamiento filosófico venezolano.

 

128

Cito párrafos de Ildefonso Leal, que esclarecen y resumen el proceso: «Dar a la enseñanza de la Filosofía un tono polémico, no apegarse tan sólo a la doctrina tomística sustentada por los dominicos, fueron los móviles que llevaron a los padres del Convento de San Francisco a pedir que en la Universidad se crearan dos cátedras: una de Filosofía y otra de Teología, 'para que se leyera el pensamiento del doctor sutil Escoto'.» (...) «El 2 de agosto de 1755, cuando Fray Agustín desempeñaba el cargo de Provincial del Convento de San Francisco, propuso a la Universidad la fundación de las citadas cátedras para lograr -decía- 'que la emulación y diversidad de doctrinas sutilicen y fecunden más los genios'.» (Leal, pp 139-140.) «Una simple negativa del Rey de no equiparar 'honores y privilegios' a una y otra orden religiosa (franciscanos y dominicos)privó a nuestra   —156→   Universidad de la enseñanza de la filosofía y teología 'escotista'.» (p. 142.)

 

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Cf. nota 5.

Parra León, luego de una corta biografía, evoca así los intentos renovadores de Marrero: «Hombre decidido y franco debió ser el Marrero en quien acaso no sobraron dotes de prudencia y media tinta necesaria para realizar en lo oficial de la Universidad, sin escándalo ni perjuicio propio, el abandono del Peripato; y decímoslo, señores, porque habiendo dado principio a su lección el 18 de setiembre del 88 y explicado sin dificultad la Aritmética y las Súmulas, y aun algo de Geometría y Física, aunque logró comenzar sin gran recelo el tratado del movimiento, que era de los más innovadores y contrarios a lo aristotélico, a principios de 1790 se levantó tamaña oposición contra él, de parte del Rector y algunos catedráticos, que optó por renunciar la cátedra y oponerse al curato de La Guaira, de que se le expidió el título el 20 de febrero.» (Filosofía Universitaria Venezolana, p. 58.)

Leal ha logrado esclarecer el incidente Marrero, con espléndida información, e indirectamente rectifica algunas afirmaciones de Parra León, como la de que el Rector fue de los adversarios del discutido catedrático. (Cf. op. cit., pp. 146 ss.)

 

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«En la Universidad de Caracas se formaron hombres que más tarde debían tener su actuación saliente en el desarrollo republicano de Venezuela: Francisco Javier Ustáriz, Juan Germán Roscio, José Vicente Unda, Felipe Fermín Paúl, José Cecilio Avila, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Andrés Narvarte, Miguel José Sanz, Tomás Hernández Sanavria, Baltasar Padrón y varios más. ¿No es esto suficiente para reconocer la labor de Marrero y sus discípulos?» (Leal, p. 158).