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181

Es casi imposible omitir dos largas citas que resumen con claridad admirable, la situación de los partidos políticos venezolanos hasta el final de las oligarquías, o al intermedio que en su actuación provoca la sangrienta Guerra Federal. La primera de ellas es de Cecilio Acosta: la segunda, de Gil Fortoul.

Acosta caracteriza magistralmente la situación así: «no deja de ser común en ellos (en los partidos políticos), mayormente en algunas partes de nuestra querida América, el abuso que hacen de su triunfo y preponderancia algunas veces, y otras de su posición, su número o la perversión de las ideas en las multitudes, para extraviar éstas, inocularles el veneno del odio, mentir principios que no observan, vivir en luchas que no acaban, y preparar eternamente esas agitaciones febriles, causas de continuas guerras, errores repetidos, desengaños que no enseñan, y de un estado social en que hay más política que administración, más personalismo que ideas, y más anhelo de predominio de cada bando, cueste lo que costare, que por el adelantamiento de las industrias y la difusión de las máximas salvadoras, con grave perjuicio de las costumbres, y de la riqueza pública, sujeta a crecer hoy para ser ahogada mañana por el casco del corcel de guerra o por la mano gravosa del impuesto». («Los partidos políticos», Pensamiento Político Venezolano del s. XIX, vol. 9, pp. 423-424.)

Gil Fortoul, sorprende por la coincidencia con Acosta, aunque el enjuiciamiento tiende más al balance positivo que al simple señalamiento crítico de los errores: «Pero sí es cierto que todos los partidos personalistas comparten la responsabilidad de nuestras miserias históricas, también es verdad que siempre hubo en el seno de todos ellos muchos hombres que trabajasen de continuo en el perfeccionamiento de las instituciones patrias.

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Si fue quizás un mal la derrota y la dispersión de la agrupación liberal que, de haber existido tradiciones democráticas en los comienzos de la República, hubiera triunfado en 1847, fue en cambio un bien relativo la ausencia de partidos irreconciliables durante el período de las revoluciones, porque sólo esto hizo posible que, olvidándose a las veces las pasiones banderizas, se uniesen todas las buenas voluntades para preparar, siquiera en las leyes, un porvenir mejor. El progreso tuvo sin duda, largos paréntesis; pero no hubo nunca retroceso. A pesar del personalismo y las revoluciones, la serie de reformas progresistas se hizo cada vez más rápida. Sin tradiciones republicanas, y, en cambio, con las tradiciones del coloniaje; sin haber podido allanar desde el principio el conflicto entre los diversos elementos étnicos de la población, ni aumentado ésta con la inmigración extranjera, todos aquellos gobiernos dejaron, sin embargo, en las leyes una obra civilizadora que constituye hoy el tesoro político de la patria». (El hombre y la historia. En: Obras Completas, vol. IV, pp. 393-394.)

 

182

Cf. Grases, Materiales para la historia del periodismo en Venezuela en el s. XIX.

 

183

Grases, en la Presentación al vol. lo de la Col. Pensamiento Político Venezolano del s. XIX, hace notar, justamente, ésta entre otras dificultades (pp. 11 ss.). La misma colección a que he aludido numerosas veces constituye uno de los esfuerzos sistemáticos de mayor importancia por ordenar y suministrar las fuentes para la Historia de las ideas en Venezuela, que sigue esperando al equipo decidido a acometer la tarea.

 

184

El texto de Toro está recogido en: Pensamiento Político Venezolano..., vol. 1, pp. 3-14.

 

185

F. Toro, «Ideas y necesidades». En: Pensamiento Político..., vol. 1, p 102

 

186

Para un cuadro más amplio de influencias y lecturas, remito a mi Estudio Preliminar a Fermín Toro. (Col. Clásicos Venezolanos de la Academia de la Lengua, vol. 5, pp. XXXIX y ss.)

 

187

Toro, «Los estudios filosóficos en Venezuela» (V. nota 21).

 

188

Además de las citas y nombres de autores que influyeron en Toro (v. nota 23), cf. la fuente de Larrazábal, en nota 12 de este cap.).

 

189

Col. Hist. del pensamiento socialista, vol. I, cap. XVIII, p. 201.

 

190

Cf. G. Carrera Damas: «Para la historia de los orígenes del socialismo en Venezuela». En: Crítica histórica, pp. 113-138.