11
A este respecto, dice Díaz-Plaja: «El capítulo de la ironía es muy importante en la historia de la cultura. Acompaña a los períodos de fatiga y de escepticismo. La mayoría de las jugarretas verbales de Góngora o de Quevedo [...] son producto de un chasco. El Renacimiento italiano ve con ojos irónicos a los mitos de la Antigüedad. Es, finalmente, escéptico. El barroco advierte cómo se han derrumbado ya. Con la estremecedora historia de amor de Hero y Leandro, que hacía palpitar los corazones del Quinientos, el Seiscientos hace una sarta de chistes»
, El reverso de la belleza, p. 36.
12
Sobre el quevedismo de Larra vid. R. Benítez Claros: Influencia de Quevedo en Larra, en «Cuadernos de Literatura», Madrid, 1947, núm. I, p. 117, así como mi artículo «Escritores quevedescos en el siglo XIX», en Barroco y romanticismo. Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1951.
13
Díaz-Plaja: Las estéticas de Valle-Inclán, p. 40.
14
Díaz-Plaja: El reverso de la belleza, p. 175.
15
Sobre los cuentos de Miguel de los Santos Álvarez, vid. mi libro El cuento español en el siglo XIX. Anejo L de la «Revista de Filología Española», Madrid, 1949, en especial pp. 443-444
16
Sobre este escritor vid. mi ya citado libro El cuento español en el siglo XIX -especialmente pp. 450 y ss.-, así como mi estudio La novela española en la segunda mitad del siglo XIX, incluido en la Historia General de las Literaturas Hispánicas, tomo V. Barcelona, 1958, pp. 62 y ss.
17
vid. prólogo de Alarcón a Poesías de Ros de Olano. Madrid, 1886, p. 12.
18
Idem, p. 25.
19
Ed., cit., p. 129.
20
Idem, pp. 131-132.