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Vida de Santa Auria


Gonzalo de Berceo


[Nota preliminar: presentamos la edición de Vida de Santa Auria de Gonzalo de Berceo, manuscrito 4b de la Real Academia Española y manuscrito 93 del Archivo del Monasterio de Santo Domingo de Silos, basándonos en la edición de Brian Dutton (Berceo, Gonzalo de, El Sacrificio de la misa; La vida de Santa Oria; El Martirio de San Lorenzo, London, Tamesis Books Limited, 1981), cuya consulta recomendamos. Se opta por mantener las grafías del original eliminando las variantes gráficas no significativas, y por eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando lo creemos oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Dutton, como el orden y numeración de las cuadernas.]





1 En el nomne del Padre          que nos quiso criar,
e de don Jesu Cristo          qui nos vino salvar,
e del Spíritu Santo,          lumne de confortar,
de una santa virgen          quiero versificar.

2 Quiero en mi vejez,          maguer só ya cansado,
de esta santa virgen          romanzar su dictado,
que Dios por el su ruego          sea de mí pagado
e non quiera venganza          prender del mi pecado.

3 Luego en el comienzo          en la primería
a ella mercet pido,          ella sea mi guía;
ruegue a la Gloriosa          madre santa María
que sea nuestra guarda          de noche e de día.

4 Esa virgen preciosa          de qui fablar solemos
fue de Villavelayo          secundo que leemos,
Amuña fue su madre,          escripto lo tenemos,
García fue el padre,          en letra lo habemos.

5 Muño era su nomne,          homne fue bien letrado,
sopo bien su facienda,          él fizo el dictado;
habiégelo la madre          todo bien razonado,
que non querrié mentir          por un rico condado.

6 De suso la nomnamos,          acordarvos debedes,
emparedada era,          yacié entre paredes;
habié vida lazrada          cual entender podedes,
si su vida leyéredes          así lo probaredes.

7 Santos fueron sin dubda          e justos los parientes
que fueron de tal fija          engendrar merescientes;
de niñez facié ella          fechos muy convenientes,
sedién maravilladas          ende todas las yentes.

8 Como diz del apóstol          sant Pablo la lectión,
fue esta santa virgen          vaso de oración,
ca puso Dios en ella          complida bendición
e vido en los cielos          mucha grant visïón.

9 Bien es que vos digamos          luego en la entrada
cuál nomne li pusieron          cuando fue baptizada;
como era preciosa          más que piedra preciada,
nomne habié de oro,          Oria era clamada.

10 Habemos en el prólogo          nos mucho detardado,
sigamos la historia,          esto es aguisado,
los días son non grandes,          anochezrá privado,
escribir en tiniebra          es un mester pesado.

11 Fue de Villavelayo          Amuña natural,
el su marido santo          García otro tal,
siempre en bien punaron,          partiéronse de mal,
cobdiciaban la gracia          del Reÿ celestial.

12 Homnes eran católicos,          vivién vida derecha,
daban a los señores          a cascuno su pecha;
non trovaba en ellos          el dïablo retrecha,
el que todas sazones          a los buenos asecha.

13 Nunca querién sus carnes          mantener a gran vicio,
metién toda femencia          en fer a Dios servicio,
eso habién por pascua          e por muy grant delicio,
a Dios metién delante          en todo su oficio.

14 Rogaban a Dios siempre          de firme corazón,
que lis quisiese dar          alguna crïazón,
que pora'l su servicio          fuese, que por ál non,
e siempre mejorase          esta devocïón.

15 Si lis dio otros fijos          no lo diz la leyenda,
mas diolis una fija          de spirital facienda,
que hobo con su carne          baraja e contienda,
por consentir al cuerpo          nunca soltó la rienda.

16 Apriso las costumnes          de los buenos parientes,
cuanto li castigaban          metié en ello mientes;
con ambos sus labriellos          apretaba sus dientes
que non hissiesen ende          vierbos desconvenientes.

17 Quiso ser la madre          de más áspera vida,
entró emparedada          de celicio vestida;
martiriaba sus carnes          a la mayor medida,
que non fuese la alma          del dïablo vencida.

18 Si ante fuera buena,          fue desend muy mejor,
placié el su servicio          a Dios nuestro Señor,
los pueblos de la tierra          facienli grant honor,
hissié a luengas tierras          la su buena loor.

19 Dejemos de la madre,          en la fija tornemos,
esas laudes tengamos          cuyas bodas comemos;
si nos cantar sopiéremos          grant materia tenemos,
mester nos será todo          el seso que habemos.

20 Deque mudó los dientes,          luego a pocos años,
pagábase muy poco          de los seglares paños,
vistió otros vestidos          de los monjes calaños,
podrién pocos dineros          valer los sus peaños.

21 Desemparó el mundo          Oria, tocanegrada,
en un rencón angosto          entró emparedada,
sufrié grant astinencia,          vivié vida lazrada,
por ond ganó en cabo          de Dios rica soldada.

22 Era esta reclusa          vaso de caridat,
tiemplo de pacïencia          e de humilidat;
non amaba oír          vierbos de vanidat,
luz era e confuerto          de la su vecindat.

23 Porque angosta era          la emparedación,
teniela por muy larga          el su buen corazón;
siempre rezaba psalmos          e facié oración,
foradaba los cielos          la su devocïón.

24 Tanto fue Dios pagado          de las sus oraciones,
que li mostró en Cielo          tan grandes visïones,
que debién a los homnes          cambiar los corazones,
no las podrién contar          loquele nec sermones.

25 Tercera noche era          depués de Navidat,
de santa Eügenia,          era festividat,
vido de visïones          una infinidat,
ond parece que era          plena de santidat.

26 Depués de las matinas,          leída la lectión,
escuchola bien Oria          con grant devocïón,
quiso dormir un poco,          prender consolación,
vido en poca d'hora          una grant visïón.

27 Vido tres santas vírgines          de grant auctoridat,
todas tres fueron mártires          en poquiella edat,
Agata en Cataña,          esa rica ciudat,
Olalia en Melérida,          niña de grant beldat.

28 Cecilia fue tercera,          una mártir preciosa,
que de don Jesu Cristo          quiso ser esposa,
non quiso otra suegra          si non a la Gloriosa,
la que fue más bellida          que nin lilio nin rosa.

29 Todas estas tres vírgines          que habedes oídas,
todas eran eguales,          de un color vestidas,
semejaban que eran          en un día nascidas,
lucién como estrellas,          tant eran de bellidas.

30 Estas tres santas vírgines          en Cielo coronadas,
tenién sendas palombas          en sus manos alzadas,
más blancas que las nieves          que non son coceadas,
parescié que non fueran          en palombar criadas.

31 La niña que yacié          en paredes cerrada,
con esta visïón          fue mucho embargada,
pero del Sancto Spíritu          fue luego conhortada,
demandolis quí era          ne fue bien esforzada.

32 Fabláronli las vírgines          de fermosa manera,
Agata e Olalia,          Cecilia la tercera:
«Oria, por ti prendemos          esta tan grant carrera,
sepas bien que te tengas          por nuestra compañera.

33 Convidarte venimos          com a nuestra hermana,
envíanos don Cristo          de qui todo bien mana,
que subas a los Cielos          e que veas qué gana
el servicio que faces          e la saya de lana.

34 Tú mucho te deleitas          en las nuestras pasiones,
de amor e de grado          leyes nuestras razones;
queremos que entiendas          entre las visïones
cuál gloria recibiemos          e cuáles gualardones».

35 Recudió la reclusa          que habié nomne Oria:
«Yo non sería digna          de veer tan grant gloria,
mas si me recibiésedes          vos en vuestra memoria,
allá serié complida          toda la mi historia».

36 «Fija -dijo Olalia-          tú tal cosa non digas,
ca has sobre los Cielos          amigos e amigas;
así mandas tus carnes          e así las castigas,
que por sobir al Cielo          tú digna te predigas.

37 Prendi esti consejo,          la mi fija querida,
guarda esta palomba,          todo lo ál oblida;
tú vé do ella fuere,          non seas decebida,
guíate por nos, fija,          ca Cristus te convida».

38 Udiendo1 est consejo          que Olalia li daba,
alzó Oria los ojos          arriba ond estaba;
vido una columna,          a los cielos pujaba,
tant era de enfiesta          que habés la cataba.

39 Habié en la columpna          escalones e gradas,
veer solemos tales          en las torres obradas;
yo sobí por algunas,          esto muchas vegadas,
por tal suben las almas          que son aventuradas.

40 Moviose la palomba          empezó a volar,
suso contra los cielos          empezó a pujar;
catábala don Oria          do irié a posar,
no la podié por nada          de voluntat sacar.

41 Empezaron las vírgines          lazradas a sobir,
empezolas la dueña          reclusa a seguir;
cuand don Oria cató,          Dios lo quiso complir,
fue pujada en somo          por verdat vos decir.

42 Cuando durmié Jacob          cerca de la carrera,
vido subir los ángeles          por una escalera;
aquesta relucié          ca obra de Dios era,
estonz perdió la pierna          en esa lit vecera.

43 Ya eran, Deo gracias,          las vírgines ribadas,
eran de la columpna          en somo aplanadas;
vidieron un buen árbol,          cimas bien compasadas,
que de diversas flores          estaban bien pobladas.

44 Verde era el ramo,          de fojas bien cargado,
facié sombra sabrosa          e logar muy temprado;
tenié redor el tronco          maravilloso prado,
más valié eso solo          que un rico regnado.

45 Estas cuatro doncellas,          ligeras más que viento,
hobieron con est árbol          pacer e pagamiento;
subieron en él todas,          todas de buen taliento,
habién en él folgura,          en él grant complimiento.

46 Estando en el árbol          estas dueñas contadas,
sus palombas en manos,          alegres e pagadas,
vidieron en el cielo          finiestras foradadas,
lumnes hissién por ellas,          adur serién contadas.

47 Hissieron tres personas          por esas aberturas,
cosas eran angélicas,          con blancas vestiduras,
sendas vergas en manos          de preciosas pinturas,
vinieron contra ellas          en humanas figuras.

48 Prisieron estas vírgines          estos santos varones,
como a sendas péñolas          en aquellos bordones;
metiéronlas más altas,          en otras regïones,
allá vidieron muchas          honradas procesiones.

49 Don Oria la reclusa          de Dios mucho amada,
como la hobo ante          Olalia castigada,
catando la palomba          como bien acordada,
subió en pos las otras          a esa grant posada.

50 Pujaba a los cielos          sin ayuda ninguna,
no li facié embargo          nin el sol nin la luna;
a Dios habié pagado          por manera alguna,
si non, non subrié tanto          la fija de Amuña.

51 Entraron por el Cielo          que abierto estaba,
alegrose con ellas          la cort que y moraba;
plógolis con la cuarta          que las tres aguardaba,
por esa serraniella          menos non se preciaba.

52 Aparesciolis luego          una muy grant compaña,
en vestiduras albas,          fermosas por fazaña;
semejoli a Oria          una cosa estraña,
ca nunca vido cosa          d'aquésta su calaña.

53 Preguntó a las otras          la de Villavelayo:
«Decitme, ¿qué es esto?          por Dios e sant Pelayo;
en el mi corazón          una grant dubda trayo,
mejor parescen estos          que las flores de mayo».

54 Dijiéronli las otras:          «Udi, fija querida,
calonges fueron estos,          homnes de santa vida;
tovieron en el mundo          la carne apremida,
agora son en Gloria,          en leticia complida».

55 Y conosció la fija          buenos cuatro varones,
los que nunca vidiera          en ningunas sazones,
Bartolomeo duecho          de escribir pasiones,
don Gómez de Masiella          que daba bien raciones.

56 Don Xemeno tercero,          un vecino leal,
del barrio de Velayo          fue esti natural;
Galindo su criado,          cual él bien otro tal,
que sopo de bien mucho          e sabié poco mal.

57 Fueron más adelante          en esa romería,
las mártires delante,          la freira en su guía;
aparesciolis otra          asaz grant compañía,
de la de los calonges          habié grant mejoría.

58 Todos vestién casullas          de preciosas colores,
blagos en las siniestras          como predicadores;
cálices en las diestras          de oro muy mejores,
semejaban ministros          de preciosos señores.

59 Demandó la serrana          qué era esta cosa:
«Qué procesión es esta          tan grant e tan preciosa?».
Dijiéronli las mártires          respuesta muy sabrosa:
«Obispos fueron estos,          siervos de la Gloriosa.

60 Porque daban al pueblo          beber de buen castigo,
por end tienen los cálices          cada uno consigo;
refirién con los cuentos          al mortal enemigo,
que decibió a Eva          con un astroso figo».

61 Conosció la reclusa          en esa procesión
al obispo don Sancho,          un precioso varón,
con él a don García,          su leal compañón,
que sirvió a don Cristo          de firme corazón.

62 Dijiéronli las mártires          a Oria la serrana:
«El obispo don Gómez          non es aquí, hermana;
pero que trasco mitra,          fue cosa muy villana,
tal fue como el árbol          que florez e non grana».

63 Visto esti conviento,          esta santa mesnada,
fue a otra comarca          esta freira levada;
el coro de las vírgines,          procesión tan honrada,
hissieron rescibirla          de voluntat pagada.

64 Hissieron recibirla          con responsos doblados,
fueron a abrazarla          con los brazos alzados;
tenién con esta novia          los cueres bien pagados,
non ficieran tal gozo          años habié pasados.

65 Embargada fue Oria          con el recibimiento,
ca tenié que non era          de tal merecimiento;
estaba atordida,          en grant desarramiento,
pero nunca de cosa          hobo tal pagamiento.

66 Si del Reÿ de Gloria          li fuese otorgado
fincarié con las vírgines          de amor e de grado,
mas aún esi tiempo          non era aplegado,
pora prender soldada          del lacerio pasado.

67 El coro de las vírgines,          una fermosa haz,
diéronli a la freira          todas por orden paz;
dijiéronli: «Contigo,          Oria, mucho nos plaz,
por en esta compaña          digna eres asaz.

68 Esto por nuestro mérito          nos no lo ganariemos,
esto en que sedemos          nos no lo mereciemos,
mas el nuestro Esposo,          a qui voto ficiemos,
fízonos esta gracia          porque bien lo quisiemos».

69 Oria que ant estaba          mucho envergonzada,
con estos dichos buenos          fízose más osada;
preguntó a las vírgines,          esa santa mesnada,
por una su maestra          que la hobo criada.

70 Una maestra hobo          de mucho santa vida,
Urraca li dijieron,          mugier buena, complida;
emparedada visco          una buena partida,
era de la maestra          Oria mucho querida.

71 Preguntolis por ella          la freira que oídes:
«Decitme, mis señoras,          por Dios a qui servides,
¿Urraca es en estas,          las que aquí venides?
Grant gracia me faredes          si esto me decides.

72 Mi ama fue al sieglo          esta por qui demando,
lazró comigo mucho          e a mí castigando;
querría yo que fuese          en esti vuestro bando,
por su deudor me tengo          durmiendo e velando».

73 Dijiéronli las vírgines          nuevas de grant sabor:
«Esa que tú demandas,          Urraca la seror,
compañera es nuestra          e nuestra morador,
con Justa su discípula,          sierva del Criador».

74 «Ruégovos -dijo Oria-          por Dios que la clamedes,
si me la demostráredes          grant merced me faredes;
yo por la su doctrina          entré entre paredes,
yo ganaré y mucho,          vos nada non perdredes».

75 Clamáronla por nomne          las otras compañeras,
recudiolis Urraca          a las veces primeras;
conosció la voz Oria,          entendió las señeras,
mas non podió veerla          por ningunas maneras.

76 La haz era muy luenga,          eso la embargaba,
que non podié veerla          ca en cabo estaba;
levola adelante          la voz que la guiaba,
pero a la maestra          nunca la oblidaba.

77 En casa de las vírgines,          toda la haz pasada,
trovó muy rica siella          de oro bien labrada,
de piedras muy preciosas          toda engastonada,
mas estaba vacía          e muy bien seellada.

78 Vedié sobre la siella          muy rica acitara,
non podrié en est sieglo          cosa seer tan clara;
Dios solo faz tal cosa          que sus siervos empara,
que non podrié comprarla          toda alfoz de Lara.

79 Una dueña fermosa,          de edat mancebiella,
Voxmea habié nomne,          guardaba esta siella;
darié por tal su regno          el reÿ de Castiella,
e serié tal mercado          que serié por fabliella.

80 Alzó Oria los ojos          escontra aquilón,
vido grandes compañas,          fermosa criazón;
semejaban vestidos          todos de bermejón,
preguntó a las otras:          «Estos, ¿qué cosa son?».

81 Dijiéronli las vírgines          que eran sus guïonas:
«Todos estos son mártires,          unas nobles personas,
dejáronse matar,          a colpes de azconas,
Jesu Cristo por ende          diolis ricas coronas.

82 Allí es sant Esteban,          el que fue pedreado,
sant Lorent, el que César          hobo depués asado,
sant Vicent el caboso,          de Valerio criado,
mucho otro buen lego,          mucho buen ordenado».

83 Vido más adelante          en un apartamiento
de santos ermitaños          un precioso conviento,
que sufrieron por Cristo          mucho amargo viento
por ganar a las almas          vida e guarimiento.

84 Conosció entre todos          un monje ordenado,
Mónïo li dijieron          como diz el dictado,
e otro su discípulo,          Muño era clamado,
el que de Valvanera          fue abat consagrado.

85 Y vido a Galindo          en esa compañía,
ladrones lo mataron          en la ermitanía;
y vido a su padre          que clamaban García,
aquelli que non quiso          seguir nulla follía.

86 Vido a los apóstolos          más en alto logar,
cascuno en su trono          en qui debié judgar;
a los evangelistas          y los vido estar,
la su claridat homne          no la podrié contar.

87 Estos son nuestros padres,          cabdiellos generales,
príncipes de los pueblos,          son homnes principales;
Jesu Cristo fue papa,          estos los cardenales,
que sacaron del mundo          las serpientes mortales.

88 Como asmaba Oria          a su entendimiento,
udió fablar a Cristo          en esi buen conviento;
mas non podió veerlo          a todo su taliento,
ca bien lieve non era          de tal merecimiento.

89 Dejemos lo ál todo,          a la siella tornemos,
la materia es alta,          temo que pecaremos;
mas en esto culpados          nos seer non debemos,
ca ál non escrebimos          si non lo que leemos.

90 Desuso lo dijiemos,          la materia lo daba,
Voxmea habié nomne,          que la siella guardaba;
como rayos del sol          así relampagaba,
bien fue feliz la alma          pora qui y estaba.

91 Vistié esta manceba          preciosa vestidura,
más preciosa que oro,          más que la seda pura;
era sobreseñada          de buena escriptura,
non cubrió homne vivo          tan rica cobertura.

92 Habié en ella nomnes          de homnes de grant vida,
que servieron a Cristo          con voluntat complida;
pero de los reclusos          fue la mayor partida,
que domaron sus carnes          a la mayor medida.

93 Las letras de los justos          de mayor santidat,
parescién más leíbles,          de mayor claridat;
los otros más sorienda,          de menor dignidat,
eran más tenebrosas,          de grant obscuridat.

94 Non se podié la freira          de la siella toller,
díjoli a Voxmea,          que lo querrié saber:
«Esti tan grant adobo,          ¿cúyo podrié seer?
ca non serié por nada          comprado por haber».

95 Recudioli Voxmea,          díjoli buen mandado:
«Amiga, bien has fecho          e bien has demandado;
todo esto que vees          a ti es otorgado,
ca es del tu servicio          el Criador pagado

96 Todo esti adobo          a ti es comendado,
el solar e la siella,          Dios sea end laudado,
si non te lo tolliere          consejo del Pecado,
el que fizo a Eva          comer el mal bocado».

97 «Si como tú me dices          -díjoli santa Oria-
a mí es prometida          esta tamaña gloria,
luego en esti tálamo          querría seer novia,
non querría del oro          tornar a la escoria».

98 Recudioli la otra          como bien razonada:
«Non puede seer eso,          Oria, esta vegada,
de tornar has al cuerpo,          yacer emparedada,
fasta que sea toda          tu vida acabada».

99 Las tres mártires santas          que con ella vinieron
en ninguna sazón          d'ella non se partieron;
siempre fueron con ella,          con ella andidieron,
fasta que a su casa          misma la adussieron.

100 Rogó a estas santas          de toda voluntat
que rogasen por ella          al Rey de Majestat,
que gelo condonase          por la su pïadat
de fincar con Voxmea          en esa heredat.

101 Rogaron a Dios ellas          cuanto mejor sopieron,
mas lo que pidié ella          ganar no lo podieron;
fablolis Dios del Cielo,          la voz bien la udieron,
la su majestat grande          pero no la vidieron.

102 Díjolis: «Piense Oria          de ir a su logar,
non vino aún tiempo          de aquí habitar,
aún habe un poco          el cuerpo a lazrar,
desend verá el tiempo          de la siella cobrar».

103 «Señor -dijo- e Padre,          pero que non te veo,
de ganar la tu gracia          siempre hobi deseo;
si una vez hissiero          del solar en que seo
non tornaré y nunca          secundo que yo creo.

104 Los Cielos son muy altos,          yo pecadriz mezquina,
si una vez tornaro          en la mi calabrina,
non trovaré en sieglo          señora nin madrina
por qui yo esto cobre,          nin tardi nin aína».

105 Dijo'l aún de cabo          la voz del Criador:
«Oria, del poco mérito          non hayas baticor;
con lo que has lazrado          ganest el mi amor,
toller non te lo puede          ningún escantador.

106 Lo que tú tanto temes          e estás desmedrida,
que los Cielos son altos,          enfiesta la subida,
yo te los faré planos,          la mi fija querida,
que non habrás embargo          en toda tu venida.

107 De lo que tanto temes          non serás embargada,
non habrás nul embargo,          non te temas por nada;
mi fija benedicta          vayas, e santiguada,
torna a tu casiella,          reza tu matinada».

108 Prisiéronla las mártires          que ante la guïaron,
por esa escalera          por la que la levaron
en muy poquiello rato          al cuerpo la tornaron,
espertó ella luego          que ellas la dejaron.

109 Abrió ella los ojos,          cató en derredor,
non vido a las mártires,          hobo muy mal sabor;
vídose alongada          de muy grande dulzor,
habié muy grande cuita          e sobejo dolor.

110 Non cuidaba veer          la hora nin el día
que podiese tornar          a esa confradría;
doliese de la siella          que estaba vacía,
siella que Dios ficiera          a tan grant maestría.

111 Por estas visïones          la reclusa don Oria
non dio en sí entrada          a nulla vanagloria;
por amor de la alma          non perder tal victoria,
non facié a sus carnes          nulla misericordia.

112 Martiriaba las carnes          dándolis grant lacerio,
cumplié días e noches          todo su ministerio,
ieiunios2 e vigilias          e rezar el salterio,
querié a todas guisas          seguir el evangelio.

113 El Reÿ de los reyes,          Señor de los señores,
en cuya mano yacen          justos e pecadores,
quiso sacar a Oria          de estos baticores,
e ferla compañera          de compañas mejores.

114 Once meses señeros          podrié haber pasados
deque vido los pleitos          que habemos contados
de santos e de santas,          convientos muy honrados,
mas no los habié Oria          encara oblidados.

115 En esi mes once          no vido grant visïón,
tan grande com las otras,          las que escriptas son;
non se partié Dios d'ella          en ninguna sazón,
ca siempre tenié ella          en Él su corazón.

116 Tercera noche ante          del mártir Saturnino,
que cae en noviembre,          de sant Andrés vecino,
vínoli una gracia,          mejor nunca li vino,
más dulz e más sabrosa          era que pan nin vino.

117 Serié la meatat          de la noche pasada,
habié mucho velado,          Oria era cansada;
acostose un poco          flaca e muy lazrada,
non era la cameña          de molsa ablentada.

118 Vido venir tres vírgines,          todas de una guisa,
todas venién vestidas          de una blanca frisa;
nunca tan blanca vido          nin toca nin camisa,
nunca tal cosa hobo          nin Génüa nin Pisa.

119 Ende a poco rato          vino santa María,
vínolis a las vírgines          gozo e alegría,
como con tal Señora          todas habién buen día,
allí fue adobada          toda la confradría.

120 Dijiéronli a Oria:          «Tú que yaces soñosa,
levántate, recibi          a la Virgo gloriosa,
que es madre de Cristo,          e fija e esposa,
serás mal acordada          si faces otra cosa».

121 Recudiolis la freira          con grant humilidat:
«Si a ella ploguiese          por la su pïadat,
que yo plegar podiese          a la su majestat,
cadría a sus piedes          de buena voluntat».

122 Abés habié don Oria          el vierbo acabado,
plegó la Gloriosa,          ¡Dios, tan buen encontrado!
Relumnó la confita          de relumnor doblado,
qui hobiese tal huéspeda          serié bienventurado.

123 La Madre benedicta,          de los Cielos Señora,
más fermosa de mucho          que non es la aurora,
non lo puso por plazo          nin sola una hora,
fue luego abrazarla          a Oria la serora.

124 Hobo con el falago          Oria grant alegría,
preguntola si era          ella santa María;
«Non hayas nulla dubda          -dijo'l- fijuela mía,
yo só la que tú ruegas          de noche e de día.

125 Yo só santa María          la que tú mucho quieres,
que saqué de porfazo          a todas las mugieres;
fija, Dios es contigo          si tú firme sobieres,
irás a grant riqueza,          fija, cuando murieres».

126 Todas eran iguales,          de una calidat,
de una captenencia          e de una edat,
ninguna a las otras          non vencié de bondat,
trayén en todas cosas          todas tres igualdat.

127 Trayén estas tres vírgenes          una noble lechiga,
con adobos reales,          non pobre nin mendiga;
fabláronli a Oria,          de Dios buena amiga:
«Fija, oï un poco,          sí Dios te benediga.

128 Liévate de la tierra          que es fría e dura,
subi en esti lecho,          yazrás más en mollura;
he aquí la Reína,          d'esto seï segura,
si te trova en tierra          habrá de ti rencura».

129 «Dueñas -díjolis Oria-          non es eso derecho,
pora viejo e flaco          conviene esti lecho;
yo valient só e niña          por sofrir todo fecho,
si yo y me echase          Dios habrié end despecho.

130 Lecho quiero yo áspero,          de sedas aguijosas,
non merescen mis carnes          de yacer tan viciosas;
por Dios que non seades          en esto porfidiosas,
pora muy grandes homnes          son cosas tan preciosas».

131 Prisiéronla las vírgines          dando'l grandes sosaños,
echáronla a Oria          en esos ricos paños;
Oria con grant cochura          dio gémitos estraños,
ca non era vezada          d'entrar en tales baños.

132 Luego que fue la freira          en el lecho echada,
fue de bien grandes lumnes          la ciella alumnada;
fue de vírgines muchas          en un rato poblada,
todas venién honrarla          a la emparedada.

133 «Madre -díjoli Oria-          si tú eres María,
de la que fabló tanto          el varón Isaía,
por seer bien certera          algún signo querría,
porque segura fuese          que salvarme podría».

134 Díjoli la Gloriosa:          «Oria, la mi lazrada,
que de tan luengos tiepos          eres emparedada,
yo te daré un signo,          señal buena probada;
si la señal vidieres,          estonz serás pagada.

135 Esto ten tú por signo,          por certera señal,
ante de pocos días          enfermarás muy mal;
serás fuert embargada          d'enfermedat mortal,
cual nunca la hobisti,          terrasla bien por tal.

136 Veraste en grant queja,          de muert serás coitada,
serás a pocos días          d'esti sieglo pasada;
irás do tú cobdicias,          a la siella honrada,
la que tiene Voxmea          pora ti bien guardada».

[...]3

137 En cuita yacié Oria          entro en su casiella,
sedié un grant conviento          de fuera de la ciella,
rezando su salterio          cascuno en su siella,
e non tenié ninguno          enjuta la majiella.

138 Yaciendo la enferma          en tal tribulación,
maguera entre dientes          facié su oración,
querié batir sus pechos          mas non habié sazón,
pero querié la mano          alzar en esi son.

139 Traspúsose un poco          ca era quebrantada,
fue a mont Oliveti          en visïón levada;
vido y tales cosas          de que fue saborgada,
si no la despertasen          cuidó seer folgada.

140 La madre con la rabia          non se podié folgar,
ca todos se cuidaban          que se querié pasar;
metiose en la casa          por la cosa probar,
empezó a traerla,          hobo a despertar.

141 Vido redor el monte          una bella anchura,
en ella de olivos          una grant espesura,
cargados de olivas          mucho sobre mesura;
podrié vevir so ellos          homne a grant folgura.

142 Vido por esa sombra          muchas gentes venir,
todas venién gradosas          a Oria rescebir,
todas bien aguisadas          de calzar e vestir,
querién si fuese tiempo          al Cielo la sobir.

143 Eran estas compañas          de preciosos varones,
todos vestidos eran          de blancos ciclatones,
semejaban de ángeles          todas sus guarniciones,
otras tales vidiera          en algunas sazones.

144 Vido entre los otros          un homne ancïano,
don Sancho li dijieron,          varón fue massellano,
nunca lo hobo visto          ni'l tanso de la mano,
pero la serraniella          conosció al serrano.

145 Con esto la enferma          hobo muy grant pesar,
en aquella sazón          non querrié espertar,
ca sedié en grant gloria          en sabroso logar,
e cuidaba que nunca          allá podrié tornar.

146 Habielis poco grado          a los despertadores,
siquiere a la madre,          siquier a las sorores,
ca sedié en grant gloria          entre buenos señores,
que non sintié un punto          de todos los dolores.

147 Dicié entre los dientes          con una voz cansada,
«O monte Oliveti»          ca non dicié ál nada;
non gelo entendié          nadi de la posada,
ca non era la voz          de tal guisa formada.

148 Otras buenas mugieres          que cerca li sedién
vedién que murmuraba          mas no la entendién;
por una maravilla          esta cosa habién,
estaban en grant dubda          si era mal o bien.

149 La madre de la dueña          fizo a mí clamar,
fízome en la casa          de la fija entrar,
yo que la afincase          si podiese fablar,
ca querié decir algo,          no la podién entrar.

150 Dijiéronli a ella          cuando yo fui entrado:
«Oria, abri los ojos          e odrás buen mandado;
rescibi a don Muño          el tu amo honrado,
que viene despedirse          del tu buen gasajado».

151 Adieso que udió          esti mandado Oria,
abrió ambos los ojos,          entró en su memoria,
e dijo: «Ay, mezquina,          sedía en grant gloria,
porque me despertaron          só en grant cerimonia.

152 Si solo un poquiello          me hobiesen dejada,
grant amor me ficieran,          sería terminada,
ca entre tales homnes          era yo arribada,
que contra los sus bienes          el mundo non es nada».

153 Hobo d'estas palabras          don Muño grant placer.
«Amiga -dijo- esto,          fáznoslo entender;
bien no lo entendemos,          querriémoslo saber,
esto que te rogamos          tú débeslo facer».

154 «Amigo -dijo ella-          non te mintré en nada,
por facer el tu ruego          mucho só adeudada;
a mont Olivet sovi          en visïón levada,
vidi y tales cosas          por que só muy pagada.

155 Vidi y logar bueno          sobra bien arbolado,
el fructo de los árbores          nunca serié preciado,
de campos grant anchura,          de flores grant mercado;
guarrié la su olor          a homne entecado.

156 Vidi y grandes gentes          de personas honradas,
que eran bien vestidas          todas e bien calzadas;
todas me recibieron          con laudes bien cantadas,
todas eran en una          voluntat acordadas.

157 Tal era la compaña,          tal era el logar,
homne que y morase          nunca verié pesar;
si yo hobiese más          un poco y estar,
podría muchos bienes          ende acarrear».

158 Dijo'l Muño a Oria:          «¿Cobdicias allá ir?».
Dijo'l a Muño Oria:          «Yo sí, más que vivir,
e tú non perdriés nada          de conmigo venir».
Dijo'l Muño: «Quisiéselo          eso Dios consintir»

159 Con sabor de la cosa          quísose levantar,
como homne que quiere          en carrera entrar;
díjoli Muño: «Oria,          fuelga en tu logar,
non es agora tiempo          por en naves entrar».

160 En esta pleitesía          non quiero detardar,
si por bien lo toviéredes          quiérovos destajar;
a la fin de la dueña          me quiero acostar,
levarla a la siella,          desend ir a folgar.

161 El mes era de marzo,          la segunda semana,
festa de sant Gregorio,          de Leandre cormana,
hora cuando los homnes          facen meridïana,
fue quejada la dueña          que siempre vistié lana.

162 La madre de la dueña,          cosa de Dios amada,
del duelo de la fija          estaba muy lazrada;
non dormiera la noche,          estaba apesgada,
lo que ella comié          non era fascas nada.

163 Yo Muño e don Gómez,          cellerer del logar,
hobiemos ad Amuña          de firmes a rogar
que fuese a su lecho          un poquiello folgar,
ca nos la guardariemos          si quisiese pasar.

164 Cuanto fue acostada          fue luego adormida,
una visïón vido          que fue luego complida;
vido a su marido,          homne de santa vida,
padre de la reclusa          que yacié mal tañida.

165 Vido a don García          qui fuera su marido,
padre era de Oria,          bien ante fue transido;
entendió bien que era          por la fija venido,
e que era sin dubda          el su corso complido.

166 Preguntoli Amuña:          «Decitme, don García,
¿cuál es vuestra venida?          yo saberlo querría.
Sí vos vala don Cristo,          madre santa María,
decitme de la fija,          si verá cras el día».

167 «Sepas -dijo García-          fágote bien certera,
cerca anda del cabo,          Oria, de la carrera;
cuenta que es finada,          ca la hora espera,
es de las sus jornadas          esta la postremera».

168 Vido con don García          tres personas seer,
tan blancas que nul homne          no lo podrié creer,
todas de edat una          e de buen parescer,
mas non fablaban nada          nin querién signas fer.

169 Despierta fue Amuña,          la visïón pasada,
si ante fue en cuita          desend fue más coitada,
ca sabié que la fija          serié luego finada,
e que fincarié ella          triste e desarrada.

170 Non echó esti sueño          la dueña en oblido,
ni lo que li dijiera          García su marido;
regunzógelo todo          a Muño su querido,
él decorolo todo          como bien entendido.

171 Bien lo decoró eso          como todo lo ál,
bien gelo contó ella,          no'l apriso él mal;
por end de la su vida          fizo libro caudal,
yo end lo saqué esto          de esi su misal.

172 Conjurola Amuña          a su fijuela Oria:
«Fija, sí Dios vos lieve          a la su santa gloria,
si visïón vidiestes          o alguna historia,
decítmelo demientre          habedes la memoria».

173 «Madre, -dijo la fija-          que'm afincades tanto,
dejatme, si vos vala          Dios el buen Padre santo;
asaz tengo en mí          lacerio e quebranto,
más me pesa la lengua          que un pesado canto.

174 Queredes que vos fable,          yo non puedo fablar,
veedes que non puedo          la palabra formar;
madre, si me quisiéredes          tan mucho afincar,
ante de la mi hora          me puedo enfogar.

175 Madre, si Dios quisiese          que podiese vevir,
aún asaz tenía          cosas que vos decir;
mas cuando no lo quiere          el Criador sofrir,
lo que a Él ploguiere          es todo de padir».

176 Fue'l viniendo a Oria          la hora postremera,
fue·se más aquejando,          a boca de noch era;
alzó la mano diestra          de fermosa manera,
fizo cruz en su fruente,          santiguó su mollera.

177 Alzó ambas las manos,          juntolas en igual,
como qui riende gracias          al Reÿ spirital;
cerró ojos e boca          la reclusa leal,
rendió a Dios la alma,          nunca más sintió mal.

178 Habié buenas compañas          en esi pasamiento,
el buen abat don Peidro,          persona de buen tiento,
monjes e ermitaños,          un general conviento,
estos facién obsequio          e todo complimiento.

179 Fue esti santo cuerpo          ricament aguardado,
en sus paños de orden          ricament aguisado;
fue muchas de vegadas          el psalterio rezado,
non se partieron d'elli          fasta fue soterrado.

180 Si entender queredes          toda certanidat,
dó yace esta dueña          de tan grant santidat,
en Sant Millán de Suso,          esta es la verdat;
fáganos Dios por ella          merced e caridat.

181 Cerca de la eglesia          es la su sepultura,
a pocas de pasadas          en una angostura,
dentro de una cueva          so una piedra dura,
como merescié ella          non de tal apostura.

182 La fija e la madre,          ambas de santa vida,
como hobieron siempre          grant amor e complida,
en la muerte y todo          non han cosa partida,
cerca yace de Oria          Amuña sepelida.

183 Cuerpos son derecheros          que sean adorados,
ca sufrieron por Cristo          lacerios muy granados;
ellas fagan a Dios          ruegos multiplicados
que nos salve las almas,          perdone los pecados.

184 Gonzalvo li dijieron          al versificador
que en su portalejo          fizo esta labor;
ponga en él su gracia          Dios el nuestro Señor,
que vea la su gloria          en el regno mayor.

185 Aún non me querría,          señores, espedir,
aún fincan cosiellas          que vos he de decir;
la obra comenzada          bien la quiero complir,
que non haya ninguno          por qué me escarnir.

186 Deque murió la fija,          santa emparedada,
andaba la su madre          por ella fetillada;
solo que la podiese          soñar una vegada,
teniese por guarida          e por muy confortada.

187 Sopo Dios entender          bien el su corazón,
demostró'l ad Amuña          una grant visïón,
que sopo de la fija          qué era o qué non,
aún eso nos finca          de todo el sermón.

188 Cadió una grant festa,          un día señalado,
día de cincuaesma,          que es mayo mediado;
ensoñó esta dueña          un sueño deseado,
por cual muchas vegadas          hobo a Dios rogado.

189 Cantadas las matinas,          la licencia soltada,
que fuese qui's quisiese          folgar a su posada,
acostose un poco          Amuña bien lazrada,
e luego ensoñó          la su fija amada.

190 Abrazáronse ambas          como facién en vida,
«Fija -dijo la madre-          habédesme guarida;
quiero que me digades          cuál es vuestra venida,
o si sodes en pena          o sodes end essida».

191 «Madre -dijo la fija-          festa es general,
com es Resurrectión          o como la Natal;
hoy prenden los cristianos          el cebo spirital,
el cuerpo de don Cristo,          mi Señor natural.

192 Pascua es en que deben          cristianos comulgar,
recebir Corpus Dómini          sagrado en altar;
yo essi quiero, madre,          rescibir e tomar,
e tener mi carrera,          allá'm quiero andar.

193 Madre, si bien me quieres          e pro'm quieres buscar,
manda clamar los clérigos,          vénganme comulgar,
que luego me querría          de mi grado tornar
e nin poco nin mucho          non querría tardar».

194 «Fija -dijo la madre-          ¿dó vos queredes ir?».
«Madre -dijo la fija-          a los Cielos sobir».
«Sinrazón me facedes,          quiérovoslo decir,
que tan luego queredes          de mí vos despartir.

195 Mas, fija, una cosa          vos quiero demandar,
si en el pasamiento          rescibiestes pesar,
o si vos dieron luego          en el Cielo logar,
o vos ficieron ante          a la puerta musar».

196 «Madre, -dijo la fija-          en la noche primera
non entré al palacio,          non sé por cuál manera;
otro día mañana          abriome la portera,
rescibiéronme, madre,          todos por compañera».

197 «Fija, en esa noche          que entrar non podiestes,
¿quí vos fizo compaña          mientre fuera sobiestes?».
«Madre, las santas vírgines          que de suso udiestes,
sobi en tal delicio,          en cual nunca vidiestes.

198 La Virgo glorïosa,          lo que me prometió,
ella sea laudada,          que bien me lo cumplió;
en el mi pasamiento          de mí non se partió,
de la su santa gracia          en mí mucha metió».

199 «Otra cosa vos quiero,          mi fija, preguntar:
¿en cuál compaña sodes?          -facétmelo entrar».
«Madre -dijo la fija-          estó en buen logar,
cual nunca por mi mérito          non podría ganar.

200 Entre los inocentes          só, madre, heredada,
los que metió Herodes          por Cristo a espada;
yo no lo merezría          de seer tan honrada,
mas plogo a don Cristo,          la su virtut sagrada».

201 Estas palabras dichas          e muchas otras tales,
Oria la benedicta,          de fechos spiritales,
fússoli a la madre          de los ojos corales,
despertó luego ella,          mojó los lagremales.

202 Vido sin éstas otras          muy grandes visïones,
de que formarié homne          asaz buenas razones;
mas tengo otras priesas          de fer mis cabazones,
quiero alzarme d'esto          fasta otras sazones.

203 Qui en esto dubdare          que nos versificamos,
que non es esta cosa          tal como nos contamos,
pecará duramientre          en Dios que adoramos,
ca nos cuanto decimos          escripto lo trovamos,

204 El qui lo escribió          non dirié falsedat,
que homne bueno era,          de muy grant santidat;
bien conosció a Oria,          sopo su poridat,
en todo cuanto dijo          dijo toda verdat.

205 D'ello sopo de Oria,          de la madre lo ál,
de ambas era elli          maestro muy leal;
Dios nos dé la su gracia,          el Reÿ spirital,
que allá nin aquí          nunca veamos mal.


 
 
AMEN
 
 




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