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La máxima de Orgóñez era que de los enemigos los menos, especialmente siendo cabezas; porque decía él «que perro muerto ni muerde ni ladra». Cuando le llegó la orden de Almagro para que no se procediese a la rigorosa ejecución de Alvarado, contestó con ceño y desabrimiento: «Pues así lo quiere, así sea, y a él le pesará.»

 

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Aquí fue donde puso guarda para su persona, compuesta de doce hombres, mitad con arcabuces y mitad con alabardas. Ya sin duda él, que nada había temido antes, empezó a recelar por sí, a menos que lo hiciese por darse autoridad; pero en tal caso no hubiera aguardado hasta entonces.

 

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Dícese también que Francisco de Godoy, uno de los capitanes de los Pizarros, descontento del mal trato y doblez con que se recibía a Almagro, no teniendo otro modo de avisarle, y viéndole subir a la casa del Provincial, empezó a cantar un romancillo que decía:

Tiempo es, el caballero, Tiempo es ya de andar de aquí.

El Adelantado lo entreoyó, y por eso estuvo tan pronto a salir de la sala cuando Juan de Guzmán subió a advertirle.

 

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Para esta expresión ambiciosa y temeraria véase Herrera, década 6.ª, lib. 4, cap. 2.

 

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Herrera dice que cuatro; pero en una carta inédita que he tenido a la vista, del tesorero Manuel de Espinal al Emperador, se fija el día de la pronunciación de la sentencia en 8 de julio de 1538; y por consiguiente no era tanto el tiempo. Espinal era testigo de vista, y su carta contiene una relación bastante menuda de todo el suceso, aunque se muestra muy parcial en favor de Almagro.

 

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Pensar que Hernando Pizarro se había de ablandar con lástimas y razones era pensar un delirio. Cuando antes de la batalla los trásfugas de Almagro le decían, para congratularse con él, que el Adelantado quedaba tan enfermo, que ya sería muerto, «no me querrá Dios tan mal, exclamaba él, que le deje morir sin que yo le tenga en mis manos.»

 

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Herrera le hace natural de Aldea del Rey, y esto es lo más probable; Zárate de Malagon, Gomara y Garcilaso, de Almagro: todos pues convienen en que era de la Mancha, aunque difieren en el pueblo.

 

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El término del paralelo de Chincha pasaba por cerca de la ciudad del Cuzco; pero con el aumento de las setenta leguas que se había dado a la gobernación de Pizarro quedaba indudablemente dentro de ella la capital del Perú.

 

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Así viene a deducirse de la información hecha hacia los años de 1625 por un nieto suyo, para la vindicación del título de marqués, que se halla entre los documentos reunidos por Muñoz. Garcilaso dice que su libertad no fue hasta el año de 62.

 

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Este incidente, que pinta tan al vivo la penetración y denuedo de Juan de Rada, se halla en Montesinos, año de 1541.