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Ibérica por la libertad

Volumen 8, N.º 7-8, 15 de julio-agosto de 1960

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Ilustración

IBÉRICA es un boletín de información dedicado a los asuntos españoles y patrocinado por un grupo de americanos que creen que la lucha de España por la libertad es una parte de la lucha universal por la libertad, y que hay que combatir sin descanso en cada frente y contra cada forma que el totalitarismo presente.

IBÉRICA se consagra a la España del futuro, a la España liberal que será una amiga y una aliada de los Estados Unidos en el sentido espiritual y no sólo en sentido material.

IBÉRICA ofrece a todos los españoles que mantienen sus esperanzas en una España libre y democrática la oportunidad de expresar sus opiniones al pueblo americano y a los países de Hispano-América. Para aquellos que no son españoles, pero que simpatizan con estas aspiraciones, quedan abiertas así mismo las páginas de IBÉRICA.

Directora:

  • VICTORIA KENT

Presidentes de Honor:

  • SALVADOR DE MADARIAGA
  • NORMAN THOMAS

Consejeros:

  • ROBERT J. ALEXANDER
  • ROGER BALDWIN
  • CLAUDE G. BOWERS1
  • FRANCES R. GRANT
  • JOHN A. MACKAY
  • VICTOR REUTHER

IBÉRICA is published monthly on the fifteenth of the month, except July-August when bimonthly, in English and Spanish editions, by the Ibérica Publishing Co., 112 East 19th St., New York 3, N. Y. All material contained in this publication is the property of the Ibérica Publishing Co., and may be quoted, but not reproduced in entirety. Copyright 1960, by Ibérica Publishing Co.

Price: Single copy, 25 c. Year's subscription: $ 3.

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ArribaAbajoUn cuento que trae cola

Salvador de Madariaga


Es sabido que el autodeterminado Führer de Yugoespaña dispone de una junta de secretarios particulares, que paga con fondos públicos, y decora con nombres sonoros como «Ministros» o «Secretarios de Estado». Pero estos títulos son meramente decorativos. Para que los secretarios particulares de una persona tengan derecho al título de Secretarios de Estados o Ministros, se requieren condiciones que ni por asomo se dan en este caso.

La primera es que la persona en cuestión sea el jefe legítimo del Estado en cuestión, circunstancia que no se da en este caso, como lo prueba el mismo Führer yugoespañol negándose a permitir que expresen su opinión los que rechazan su régimen; o sea el noventa por ciento de los españoles.

La segunda condición es que la autoridad de la persona de cuyos secretarios se trata se base en criterios objetivos y reales, o sea «republicanos», porque república viene de res publica, y res quiere decir la cosa y no la persona que la maneja o mangonea. Desde luego, esta condición se cumple aún menos (si cabe) que la primera en el caso del Führer yugoespañol, puesto que él mismo ha definido su dictadura como «un régimen de mando personal»; y por lo tanto sus secretarios particulares no pueden permitirse opiniones objetivas sobre nada, ya que el Führer manda y boca abajo todos los secretarios con sus opiniones y todo. Sobre la puerta de las secretarías particulares del Führer yugoespañol se podría inscribir lo que sobre las de los cuarteles y navíos nazis se leía: Führer befehl'-wir folgen.

La tercera condición para que estos secretarios particulares del Führer yugoespañol tuvieran derecho al dictado de ministros sería que sirvieran los intereses reales de la nación y no meramente los que el Führer quiere que aceptemos como tales, siendo así que sólo son los suyos propios. Es evidente para quien tiene ojos y oídos y los usa que la única política del Führer yugoespañol consiste en perdurar, y a los intereses de España que los parta un rayo; pues, de otro modo, no cambiaría de camisa, desde felicitar al Almirante Togo por su victoria sobre la flota norteamericana en Pearl Harbour hasta venderles bases a los norteamericanos y abrazar a Eisenhower, encarnación de lo que otrora llamaba y sigue pensando ser las democracias podridas.

Así las cosas, se ha producido en la prensa de Londres un breve episodio que las ilustra a maravilla. El señor Castiella, secretario particular del Führer yugoespañol para asuntos exteriores, dispone naturalmente de una legión de subsecretarios particulares a quienes transmite las órdenes de su patrón. A cierta distancia hacia abajo figura en esta cadena de subsecretarios uno que ocupa la función de jefe de los servicios de información de la Embajada de Yugoespaña en Londres. Este servidor de servidores escribió no ha mucho al Daily Telegraph para protestar contra la publicación de una carta mía en la que denunciaba la conducta cruel, cínica y egoísta del Führer por el escandaloso aumento a ocho años de la no menos escandalosa condena a tres infligida al diplomático católico don Julio Cerón por lo que el Times de Londres llamaba «rebelión militar con octavillas». El subsecretario particular de Londres bramaba con elocuencia contra tamaño atentado al buen nombre de su patrón.

Mas he aquí que pocas semanas más tarde, publica The Observer, el gran periódico dominical de Londres, un artículo, por cierto ameno y bien informado sobre Cuba, pero que comenzaba con un párrafo en el cual se daba por sentado que el gobierno español había hecho volar el acorazado yanqui Maine. Al domingo siguiente el Observer publicaba la carta siguiente:

Señor director: En su interesante artículo sobre Cuba, el señor J. Halcro Ferguson escribe: «... desde que el gobierno colonial español echó a pique el acorazado yanqui Maine en la bahía de la Habana en 1898, precipitando la guerra hispanoamericana y dando a Cuba su eventual semi-independencia...» ¿Dispone el señor Ferguson de algún hecho nuevo para probar su terminante aserto? Los únicos hechos hasta ahora conocidos son que un acto tal por parte del gobierno español en tal momento hubiera equivalido a locura de atar; que el Gobierno de los Estados Unidos se negó a toda encuesta imparcial, como la deseaba España; y que el Presidente McKinley ocultó a su pueblo que España estaba dispuesta a ir al arbitraje porque lo que él deseaba era ir a la guerra.



Si hay quien se imagina que esta carta salió del despacho del jefe de información de la Embajada de Yugoespaña en Londres -¿qué caso más claro para que interviniera?- pues que renuncie a sus ilusiones. El tal jefe o subsub no chistó. La carta arriba copiada llevaba la misma firma que este artículo de IBÉRICA. El autor del artículo del Observer, conforme a la mejor tradición de la mejor prensa inglesa comentó al pie de mi carta:

Mea culpa. Debí haber escrito «se supuso». Existen varias versiones de la explosión del Maine, pero como don Salvador de Madariaga dice con razón, no se verificó encuesta independiente alguna.



Y el subsub de Londres se calló. Claro. ¡Cómo nadie había atacado a su patrón!... ¡Cómo sólo se trataba de España y no del Führer! -Y ahora comprenderán Vds. por qué somos nosotros los que somos la anti-España.

SALVADOR DE MADARIAGA




ArribaAbajo El problema agrario español

III. La situación social de nuestros campesinos


Xavier Flores


En uno de los mejores reportajes que jamás se hicieron sobre nuestro país -Emeutes en Espagne-, el escritor francés Henri Béraud causó cierta sorpresa en 1930 al exponer con toda crudeza la increíble situación que padecían entonces los campesinos españoles. Francia, «jardín del Occidente -decía Béraud- ha perdido el recuerdo de su pasado. ¿Cuántos, entre nosotros, reconocerían el campo francés de antaño en el campo español de hoy? Nos cuesta ahora mucho imaginarnos el estado de cosas del que tanto padecieron nuestros abuelos y, cuando nos lo muestran, no lo reconocemos ya. ¿Acaso se sabe, por ejemplo, que al otro lado de nuestra frontera, en la época misma de una civilización que protesta contra los excesos del maquinismo, le es posible al viajero [...] vivir entre los siervos de antaño? Entre un labrador de los días de Isabel la Católica y otro de la época de Alfonso XIII no existe gran diferencia. Las pobres gentes no son menos obtusas ni menos expoliadas. Si cierto es que la ignorancia es la madre de la servidumbre, ¿qué puede pensarse del destino a que se halla condenado un pueblo que, en 1930, cuenta todavía con 65 por 100 de analfabetos?»

Sueldos de tres pesetas por 12 horas de trabajo, paro crónico, absentismo, indiferencia de los grandes terratenientes ante la explotación a que se libran los administradores, estoicismo de los pobres que viven de aceitunas y de sol, y, de vez en cuando, una revuelta sangrienta en algún lugar, ese es el campo español de 1930 que nos describe con emoción Henri Béraud.

Dirán algunos que todo eso forma parte de la leyenda negra. ¡Qué más quisiéramos! Desgraciadamente, no se trata de una leyenda sino de una realidad que pocas semanas hace nos reiteraba D. José María de Semprún en Roma al revelarnos esta confesión que le hizo en los tiempos de la monarquía el administrador de una gran familia de España: «En nuestros contratos de arrendamiento sólo falta una cláusula que diga: el patrono le pegará un tiro en la cabeza al arrendatario cuando le dé la gana. Todo lo demás está ya previsto».

Cabría suponer que la situación ha cambiado desde entonces. Huelga recordar al lector que poco después se implantó en España una República que trató, según veremos más adelante, de mejorar la suerte de los trabajadores agrícolas y de hacer incluso una reforma agraria, y que cinco años más tarde las oligarquías descontentas hicieron una guerra civil que costó más de un millón de muertos, con la finalidad, se supone, de que España progresara más rápidamente y disfrutara de una justicia social más justa que la anterior.

Hoy, pasados veinte años desde el triunfo del Movimiento Nacional, vamos a echar las cuentas o, mejor dicho, vamos a exponer las cuentas oficiales de nuestros adversarios.

Quince millones de españoles viven de la agricultura, es decir, la mitad de España. Nuestra población activa en este sector de la producción nacional -estimada en 4.700.000 personas en 1950 por los sindicatos- representaba entonces el 45,57 por 100 de la población activa total, lo cual es una cifra elevadísima si se compara con la de países como Francia, Alemania Occidental, Bélgica, los Países Escandinavos o Inglaterra, donde no suponía más que 33, 23, 12, 19 y 5,5 por 100 respectivamente. La falta de equilibrio entre los sectores activos agrícola e industrial es siempre un síntoma de escaso desarrollo económico que no puede justificarse con el pretexto de que tal o cual país es sobre todo agrícola y no industrial. Dada la enorme riqueza de su suelo, Francia es, en realidad, un país más agrícola que España. Sin embargo, con su 33 por 100 en 1950 -que hoy no llega a ser ni el 30- nuestros vecinos nos dan el ejemplo de lo que es una población activa equilibrada. Gracias a ello no conocen el paro agrícola y alcanzan rendimientos per capita muy superiores a los nuestros. En España, la evolución de la población activa, desde 1900 hasta 1957, ha sido la siguiente:

Población activa total expresada en porcentajes
AñosPoblación
agrícola
Población
industrial
Servicios
1900 66,34 15,99 17,67
1910 66,00 15,82 18,18
1920 57,30 21,94 20,81
1930 45,51 26,51 27,98
1940 50,52 22,13 27,35
1950 45,57 26,55 25,88
1957 42,38 29,56 28,06

Interpretando estas cifras, el Consejo Social de los Sindicatos confirma nuestro criterio al decir que revelan «el bajo desarrollo económico de nuestro país que, por un lado, influye en la escasa absorción de mano de obra por la industria, y por otro, exige un mayor empleo de mano de obra en la agricultura por la escasa mecanización de ésta». Si aun este «mayor empleo de mano de obra» supusiera trabajo durante todo el año para la mayoría de los agricultores, no sería tan grave la situación.

Desgraciadamente, no se da esa circunstancia. No sólo no alcanza el trabajo para todos, sino que además aumenta sin cesar la población agrícola. Se dirá que esto es natural puesto que existe un aumento correlativo de la población total del país. Pero lo que no es natural es que, a medida que aumenta esta población, no aumente también el número de puestos de trabajo. La emigración de los españoles, que hoy se vierte a raudales por toda Europa, subraya una de las características monstruosas de nuestro régimen, y es que no ha sido capaz en veinte años de establecer un plan económico en relación con el incremento demográfico. Hoy, la única solución que se le ocurre, ante la extensión del paro y la presión de las nuevas generaciones, incapaz de ofrecer un nivel de vida decoroso, es decirle a las gentes que se vayan a vivir a donde quieran porque en España no hay pan para todos.

La agricultura es probablemente el sector donde mejor se advierten las dimensiones de esta catástrofe económica. Para darnos cuenta exacta del alcance del problema examinemos ante todo cómo se distribuía su población activa en 1958:

Propietarios cultivadores
directos - empresarios
 342.187
Propietarios cultivadores
directos - familias
campesinas
 2.087.858
Arrendatarios empresarios  183.757
Arrendatarios familias
campesinas
 490.891
Aparceros 308.261
Obreros eventuales (hombres)1.139.221 
Obreros eventuales (mujeres) 403.528 
Suma1.542.749 
Obreros fijos425.6831.968.432
Total de población activa
agrícola
 5.381.386

De este cuadro se deducen las siguientes conclusiones: a) el 33,40 por 100 de la población activa se compone de asalariados; b) el 78,30 por 100 de los asalariados son eventuales; c) las mujeres representan el 26,15 por 100 de la mano de obra eventual.

A la vista de estas conclusiones, es necesario preguntarse cuál es el motivo de esa enorme proporción de mano de obra eventual que, en su mayoría, no alcanza a trabajar seis meses por año. Si hemos de creer a los Sindicatos, una de las causas más importantes estriba en que en las siete provincias donde los trabajadores agrícolas representan más del 50 por 100 del censo total obrero «la concentración de la propiedad [...] lleva consigo la existencia de grandes masas de trabajadores por cuenta ajena, en los que la oscilación de las exigencias de la mano de obra en las fincas repercute de forma extraordinariamente grave, creando en las épocas de poca demanda la situación de paro».

Otro hecho sumamente grave que también expone el Consejo Social de los Sindicatos es la pérdida de gran parte de la capacidad laboral, tanto en el sector asalariado como en el no asalariado. Esta pérdida supone cada año el 23,2 por 100 de la capacidad laboral total, o sea 251.380.574 jornadas de trabajo, de las cuales corresponden más de la mitad a los productores no asalariados; propietarios, arrendatarios y aparceros que cultivan directa y personalmente sus tierras. Entre los asalariados, la pérdida supone el 15 por 100 de las jornadas para los obreros fijos y, para los eventuales, parias tradicionales de nuestra agricultura, el 34,5 por 100.

La pérdida de estos 251 millones de jornadas supone, multiplicada por un sueldo bajo medio de 40 pesetas, la cantidad de 10.055.222.960 pesetas, según las estimaciones oficiales. Dividiendo los jornales perdidos por 230 días útiles que se suponen el año para la agricultura, nos encontramos con que sobran en el campo español 1.100.000 hombres que viven en una situación constante de paro parcial o total.

Veamos ahora cuanto gana el obrero agrícola español, este obrero cuya familia -según el Consejo Social- no puede consumir a veces ni los propios productos agrícolas y ganaderos, pues «aunque parezca una falta en el sentido de apreciación, algunos de estos productos no están al alcance económico de esas familias (frutas, ciertas hortalizas, leche, carne) por el bajo nivel de salarios, limitándose el acceso a la adquisición de otros productos manufacturados (calzados, tejidos de ciertos tipos) por la misma causa. Igualmente ocurre -añaden los Sindicatos- con los productos o artículos de adorno y comodidades del hogar y con los que facilitan cultura o distracción. En suma, que los trabajadores campesinos no consumen una diversidad de artículos y productos porque no ganan lo suficiente. Esto es innegable».

Tan innegable que, de acuerdo con las estimaciones oficiales, el obrero agrícola, que ya ganaba poco en la República, hoy gana menos que entonces. El Consejo Económico de los Sindicatos, basándose en un estudio comparativo hecho por el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, ha publicado la siguiente estadística de salarios:

Índice de salarios de los obreros agrícolas fijos y general de precios y de costo de vida
Índice de salarios del I.N.I.A.
AÑOSCorregido el año baseSin corregir el año baseÍndice general de preciosÍndice del costo de vida
1935 100,0a 100,0b 100,0 100,0c
1942 229,2 201,5 224,5 247,4
1945 275,4 242,1 299,1 274,8
1948 387,5 340,6 450,9 453,0
1952 520,0 457,1 737,6 567,7
1954 585,4 514,6 799,1 584,0
1956 643,0 (30,34 pts) 577,6 (31,53 pts) 877,6 643,1

a) con salarios del Gobierno de la República. Salario medio: 4,80 pts.

b) con salarios del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas. Salario medio: 5,46 pts.

c) 1936=100.

Estas cifras requieren un breve comentario. La primera columna parte de un índice 100=4,80 pts., sueldo calculado en la «Publicación N.º 79» del Ministerio de Agricultura (Sección de Estadística y Economía), editada en Barcelona en 1937. La segunda columna parte de un índice 100=5,46 pts., sueldo calculado por el I.N.I.A. Considerando que este último sueldo era demasiado elevado, el Consejo Económico prefiere atenerse al primero, pues, de esta manera, hace coincidir el índice 643,0 de sueldos en 1956 con el de 643,1 de coste de vida para el mismo año. Pero este último índice es el del costo de vida en las capitales que, por ser más complejo que en la zona rural, no puede servirnos de comparación. El propio Consejo Económico reconoce que el índice general de precios es más significativo. Ahora bien, tampoco coinciden sus cifras con la verdad , pues, de acuerdo con la estadística publicada por el Consejo Superior de las Cámaras Oficiales de Comercio en el número 108 de su revista «Comercio, Industria y Navegación de España» (agosto-octubre de 1959) el índice general de precios era en 1956 igual a 1026,3, tomando como base 1936=100. Aún teniendo en cuenta que la base 100 del Consejo Económico se refiere a 1935, nada justifica esta enorme diferencia entre 877,6 y 1026,3, pues entre 1935 y 1936 los precios oscilaron muy poco en España.

Suponiendo, no obstante, que la cifra más exacta es la de los Sindicatos, llegamos a esta conclusión: para que el poder adquisitivo del obrero agrícola fuera en 1956 el mismo que en 1936, tendría que haberse multiplicado su sueldo por 8,77 veces y no por 6,43 o 5,77 veces. Es decir, a un sueldo de 4,80 en 1935 debía corresponder en 1956: 4,80 x 8,77=42,09 pesetas, y a uno de 5,46: 5,46 x 8,77=47,88 pesetas. Con el índice de 1026,3 de las Cámaras de Comercio, obtendríamos respectivamente 49,24 y 56 pesetas diarias. Comparando las anteriores cifras con la media de 31 pesetas dada por los sindicatos, vemos que el esfuerzo inicial de la República ha quedado reducido a cero y que, de hecho, se ha vuelto a la situación reinante en la época monárquica. El Consejo Económico de los Sindicatos no lo estima así, pero admite, sin embargo, que «el poder de compra de la población campesina en general es aproximadamente el mismo que tenía en el período anterior a 1936, que, como es sabido, era muy bajo». No se puede confesar con más sinceridad que los veinte años de régimen franquista no le han resuelto prácticamente nada al obrero agrícola español.

¿Acaso ha mejorado la situación desde 1956? Tampoco lo creemos. Poco tiempo hace el Instituto de Estudios Agro-Sociales, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y la FAO, efectuó un estudio del cual sacamos la siguiente escala de salarios:

Salarios en vigor en 1959
Trabajadores fijosZona 1.ª
(Norte y nordeste de España)
Pesetas
Zona 2.ª
(Resto de España)
Pesetas
a) En faenas no especificadas (jornal diario)16,00 a 27,00 15,00 a 24,00
b) Personal de labranza (remuneración anual) 9.750 a 12.950 8.900 a 11.850
c) Cuidada y pastoreo del ganado (jornal diario) 22,50 a 33,00 21,50 a 30,00
d) Guardería de fincas (jornal diario) 28,00 a 29,00 25,50 a 26,50
Trabajadores eventuales
Jornal diario
34,00 a 65,00 30,00 a 60,00

No es extraño que con tales salarios el poder adquisitivo del obrero agrícola español sea, comparado con los salarios europeos y con los de los demás oficios en España, el más bajo de todos. En España, mientras un peón de la construcción le cuesta a cualquier empresa 20.192 pesetas anuales (salarios más pluses, cuotas de seguros, etc.), el peón agrícola no supone más que un gasto de 12.124 pesetas anuales, a razón de 33,20 pts. diarias por término medio y por los mismos conceptos. Sin embargo, el empresario agrícola español que, según los sindicatos, «compra los elementos necesarios para su explotación (abonos y piensos) a precios comparables o inferiores a los que los compran los agricultores de los restantes países europeos» y «vende sus productos a precios equiparables al conjunto de los países europeos occidentales» se empeña en seguir pagando «los salarios más bajos de toda la Europa Occidental» (Ponencia Campo (1), pág. 50).

Este escándalo queda puesto de manifiesto en el siguiente cuadro comparativo:

Poder adquisitivo por hora-hombre de trabajo en varios países europeos
PAÍSES Trigo Cebada Patata Remolacha
azucarera
Bovino
en vivo
Leche Huevos
 Kg.Kg.Kg.Kg.Kg.Lt.Kg.
España 1,39 1,40 4,20 9,12 0,40 1,46 0,15
Austria 2,18 2,22 7,80 - 0,56 2,87 -
Bélgica 5,12 7,36 16,32 36,60 1,10 7,79 0,66
Dinamarca 6,39 6,79 20,47 37,70 1,26 7,27 0,83
Francia 2,30 4,20 9,70 25,00 0,79 3,87 -
Alemania Occidental 3,12 3,02 10,48 19,40 0,74 3,98 0,39
Grecia 1,95 2,43 3,65 - 0,57 1,95 0,33
Irlanda - 3,79 8,75 16,90 - - -
Italia 2,34 2,92 6,29 20,60 0,57 4,28 0,32
Holanda - 5,90 14,78 31,40 0,82 5,10 0,71
Noruega 3,47 4,52 15,58 - 1,06 4,15 0,71
Suecia - - 21,76 43,00 0,83 8,32 1,07
Suiza 2,68 3,21 8,24 23,70 0,84 4,36 0,39
Inglaterra 6,12 6,56 16,29 29,00 1,37 5,46 0,60

Esta miseria del obrero agrícola español no se limita a su falta de poder adquisitivo. Cometeríamos una omisión grave si no habláramos del contexto material en el que transcurre su existencia. Los campesinos de nuestros pueblos viven muchos como trogloditas. En el capítulo VII de la Ponencia Campo (3) nos descubren los sindicatos que hoy todavía «en un sector bastante amplio de España -pueblos pequeños y aldeas- faltan aun el agua y la energía eléctrica, elementos indispensables de la vida doméstica». En efecto, de una información hecha sobre 2.000 pueblos de diversas provincias de España, se sacaron estas asombrosas conclusiones: el 22 por 100 de los pueblos carecen de energía eléctrica; el 32 por 100 carecen de agua potable; el 90 por 100 carecen de agua corriente en las casas; el 98 por 100 carecen totalmente de instalaciones sanitarias en las casas; el 64 por 100 no tienen lavadero público. Estas cifras son de por sí tan elocuentes que juzgamos inútil demostrar lo que significan desde el punto de vista social, moral o político.

Así es la realidad que nos ofrecen nuestros adversarios. Desde 1939 han venido gozando de un poder absoluto para aplicar su programa, y no han hecho nada. Que no nos vengan hablando de su legislación obrera agrícola, tan buena en el papel pero tan ineficaz en los hechos, a juzgar por los datos que en esta serie de artículos hemos reproducido. La política del régimen -de la que han sido y son cómplices los sindicatos- se puede concretar en pocas palabras: frases altisonantes y realidades nulas.

De ahí no saldrán nunca. Es inútil que nos prediquen año tras año que poco a poco lo arreglarán todo. Aunque lo quisieran, no lo podrían, porque carecen de la honradez, de la generosidad y de la capacidad necesarias para administrar el país. El problema de España -del que es parte dolorosa la cuestión agraria- es hoy más que un problema político; es una cuestión de elemental decencia colectiva que no admite la abstención de ningún español bien nacido. Ninguno de nosotros tendrá derecho al descanso hasta que no hayamos todos juntos sustituido el sistema actual por otro que refleje de verdad todas las aspiraciones nacionales.


Bibliografía:

Henri Béraud: Emeutes en Espagne. Editions de France. París, 1931.

Ministerio de Agricultura: Instituto de estudios agrosociales: Proyecto de desarrollo de la región mediterránea -FAO/España. Madrid, 1959.

Consejo Social de la Organización Sindical Española: Campo (1), (2) y (3), Madrid, 1959.

Consejo Económico Sindical Nacional: Situación actual de la Agricultura. Madrid, 1957.

XAVIER FLORES

Ilustración




ArribaAbajoLa actualidad literaria en España

El secreto a voces de la novela


Juan de Toledo


Los cambios sufridos por la sociedad española durante estos últimos veinte años, después de la guerra civil, son muy importantes. Mucho mayores que los precedentes a lo largo del siglo. Los de hoy han afectado a toda la nación, pero no cabe duda que las capas más sensibles de esta transformación han sido las de la burguesía, muy especialmente las de la alta burguesía. Las costumbres, la moral y los quehaceres sociales son tan distintos en nuestros días, con referencia a los de 1936, que si a un ciudadano madrileño que hubiese vivido exilado todo este tiempo se le ocurriese regresar a la capital de España, con pasaporte norteamericano se entiende, se quedaría asombrado de lo que aquí ha pasado y de lo que está pasando. Las relaciones familiares, las conyugales y las sexuales han adquirido unas formas muy difíciles de comprender para un hombre medio de la época monárquica o republicana. Las transformaciones de esta sociedad se han precipitado de manera extraña, alocada y absurda. Jamás ha existido un relajamiento mayor, una libertad más descontrolada y una mayor falta de autoridad patriarcal. Esta situación llega a su clímax en lo que a la convivencia de padres e hijos se refiere. Es curioso observar como un Estado de tipo cesáreo como el que padecemos, instaurado, al menos en el papel, para fortalecer todas las viejas tradiciones históricas, especializado en reprimir toda disconformidad política o religiosa, nada haya podido hacer en el ámbito de las costumbres, los sentimientos familiares y las maneras éticas de la existencia cotidiana. Esto no lo decimos nosotros solos, sino que ha sido varias veces denunciado, en sus pastorales, por muchos obispos españoles. Es muy posible que en otros países de Europa y América haya sucedido otro tanto. Pero los resultados fueron distintos, debido simplemente a la mayor flexibilidad del ejercicio de la libertad individual, al mantenimiento más seguro y democrático de los principios indeclinables de la justicia y a la educación establecida de mayor responsabilidad concreta. Hay una diferencia profunda entre una mutación de las costumbres realizada al aire libre y otra realizada clandestinamente. Los resultados saltan a la vista.

Ilustración

Sobre este estado de cosas no se escribe nada en nuestro país, ni en la prensa ni en los libros. El teatro las toca de modo pueril e inofensivo. Los únicos testimonios que poseemos son los que nos aportan las novelas compuestas en este tiempo, todo esto reducido a extremos que no lleguen nunca al escándalo. Se prefiere seguir ignorándolo todo para esconder mejor la realidad o mantener el equívoco. Muchas veces este comportamiento no llega hasta el proceso civil o criminal y se sostiene en ese campo imponderable de las costumbres nuevas, que aun cuando no quebrantan las leyes establecidas, todo el mundo sabe que son el origen más tarde o más temprano de delitos importantes que exigen la aplicación inmediata de los códigos. A lo largo de estos años muchas novelas españolas han acusado esta situación de la sociedad española. Nada, de Carmen Laforet, nos presentaba un ambiente familiar típico de los finales de nuestra guerra civil, con su crudeza insospechada y sucia, La colmena, de Camilo José Cela, ampliaba este círculo de la familia hasta incluir todos los estratos de la sociedad y englobar casi toda la ciudad, Las últimas horas, de José Suárez Carreño, nos exponía asimismo las condiciones de vida de una generación nueva que no quería perder sus prerrogativas y que para conservarlas tenían que venderlo todo, Juego de manos, de Juan Goytisolo nos ha exhibido algunos aspectos criminosos de una juventud que aun no había salido de las universidades y El Jarama, de Sánchez Ferlosio, trataba de revelarnos otra capa social, la pequeña mesocracia madrileña, hasta ahora no descubierta, cuya pobreza intelectual y moral, con su absoluta falta de «proyectos» serios, nos producía verdadero dolor. Así podríamos ir describiendo toda esta trayectoria de nuestra novela, con opuestos métodos de observación, pero con un contenido crítico y ético de bastante semejanza. La novela ha hecho lo que ha podido y lo ha hecho bien. Pero, claro está, no ha logrado aprehender en su totalidad todos los movimientos de esta sociedad, sus vicios y sus relajamientos, sus crímenes y sus heroicidades, sus mutaciones bruscas y su inseguridad esencial.

Los vaivenes económicos de nuestro país están muy soldados con esta existencia febril, destartalada y escondida. Hay que afirmar que la parte más inconmovible de esta sociedad es la que ha sufrido más, la más desdichada y menesterosa. Bien conocido es el estoicismo con que el español va aguantando las incertidumbres de su historia. La clase obrera y la mesocrática se, debe decir que continúan siendo las porciones más estables de nuestra nación, y las transformaciones de las costumbres les han afectado menos. El caso de El Jarama nos lo acredita así. Al lado de lo que nos ofrecen Juego de manos o Nuevas amistades, los héroes de aquella novela nos dicen hasta qué punto las mejores virtudes de nuestro pueblo se han concretado en esta pequeña burguesía y en estos obreros que no van camino, precisamente, de la desproletarización. Hemos citado un importante relato que ha aparecido no hace mucho tiempo. Nuevas amistades, de Juan García Hortelano, que mereció el premio Biblioteca Breve del año pasado, fallado durante el primer coloquio internacional de novela de Formentor. Su autor nació en Madrid en 1928. Esta narración está muy lejos de las formas de Nada y Las últimas horas. Está más cerca de El Jarama y de Las afueras, de Luís Goytisolo-Gay, pero difiere mucho también de estas dos citadas. Está muy dentro de la novela social de nuestra época y de la novela-testimonio. Lo que ha variado es su punto de observación y la calidad de sus instrumentos. Al fin y al cabo, la evolución de la novela europea y americana ha estado siempre atada a la manera de estar situado el artista con relación a la realidad observada. La sociedad sigue siendo el campo de esta observación. La que vemos en Nuevas amistades pertenece a la que observó Galdós en Realidad, esa misma que prosiguió viviendo en el tiempo de Baroja pero que éste desconoció o despreció, y que forma parte del inventario más o menos idealizado de Benavente, que ignoraron Pérez de Ayala y Miró, y que ha vuelto a tomar carta de naturaleza con las nuevas generaciones de postguerra con rara asiduidad. Es la misma sociedad y terriblemente distinta. No sabemos si todo ha dependido de la mente de nuestros novelistas.

En Nuevas amistades nos encontramos con un panorama sobresaliente de esta sociedad burguesa alta, formada muy especialmente por muchachos y muchachas que casi no han rebasado la adolescencia, sobre los veinte años, que no hacen nada, que los estudios universitarios no les interesan, que viven de las riquezas de los padres, personajes que no se les ve nunca, y que pasan las horas de todos los días del año bailando, bebiendo, comiendo, diciendo tonterías, haciéndose un amor ligero e irresponsable, sentados en las barras de los bares de la Gran Vía, durmiendo mañana y tarde y divirtiéndose de noche. Este equipo de amigos que vemos en Nuevas amistades de la impresión que no son sólo ellos, sino que estructuran toda la sociedad madrileña de esta jerarquía económica que llena la ciudad. Que este equipo tiene un carácter representativo, nadie debe dudarlo, y se nos aparece como el resultado de nuestra guerra civil y de todo lo que ha sucedido después. Más de lo último que de la primera. Es el fruto de las hondas transformaciones que ha sufrido la clase burguesa, del enriquecimiento prematuro e inestable de algunos estratos inferiores y de las condiciones especiales en que este crecimiento se ha generado. Todos estos héroes se nos presentan como el producto de una cierta cosificación, que, hecho extraño, no afecta sino a este grupo social. Los demás siguen inmovilizados. No sabemos si ellos son el término de un estado de cosificación o si son ellos los que se cosifican. Estudiar esta sociedad con detenimiento sería tarea de suma importancia, pero de grandes dificultades. Estos héroes no son unos nihilistas, ni unos gamberros, ni unos «robots». Aún cuando es muy posible que posean muchos elementos de cada uno de estos ejemplares humanos. Son personajes nuevos en la historia española y que como dice muy bien Isabel, una de las bellas y desdichadas heroínas del libro que se pasa el día y la noche borracha como una cuba: « somos así porque no hemos podido vivir sino de forma provisional».

Ilustración

Juan García Hortelano, el joven novelista de Nuevas amistades, no es un artista objetivo, frío o despreocupado, que sólo le interesa la realización de una obra de altas calidades técnicas o estéticas. Aunque no lo parece, él siente una cierta piedad por sus criaturas. Encubre sus sentimientos con dosis fortísimas de objetividad. Esto es difícil descubrirlo en el libro de manera particular, pero la impresión de conjunto lo acusa así. Como consecuencia de esta vida tonta e irresponsable que los alimenta, Julia, la novia de Pedro, queda embarazada. Queriéndose estos dos personajes como se quieren, lo natural es que se casen. Pero no. El matrimonio supone muchas ataduras y compromisos y entonces deciden provocar el aborto como solución más rápida. Lo de siempre. El contraste entre el clima corriente de la novela, de gratuidad y diversión, y el mundo que conocemos de los suburbios de Madrid, a donde unos amigos van a buscar la mujer que ha de provocar el aborto, a través de un viejo compañero del grupo que se exiló adrede por asco de esta sociedad y que trabaja hoy en un camión, es magnífico. No es que con este claroscuro se intente idealizar cómodamente este paisaje humano del proletariado más miserable, como en La Busca o en Misericordia, bien que desde distintos planos. Todo lo contrario, la moral de esta colmena indigente es bastante baja y este héroe del libro que allí vive, Juan, expatriado de su anterior situación social, se presta con no recatada desvergüenza a resolver el conflicto planteado a cambio de unos miles de pesetas. De todas formas, como dice el cura que asiste a estos desgraciados, «dentro de esta gente existe como una suerte de honor, que lo blanden con gallardía, y que acaso sea sólo su erizado derecho a la existencia». Afirmábamos antes que nuestro novelista no abandona nunca a sus criaturas y esto se hace patente en muchas ocasiones. La solidaridad que todos los amigos prestan a Julia para salir del trance y que termina dramáticamente con el linchamiento del médico que llaman para prestar ayuda a la muchacha con motivo de la gravedad que la aqueja. Esta escena es de una violencia terrible y de gran significación. Este médico conocido de todo el grupo, que presume de hombre de principios, los insulta a todos y los califica de modo destemplado, con muchísima razón, claro está, poco menos que de asesinos. La reacción que se produce tiene un cierto carácter bárbaro. A golpetazos lo echan de la casa, lo arrastran sangrando hasta la carretera donde queda mal herido, y todo por haberles dicho la verdad. La quiebra de la moral en esta novela es total, especialmente con respecto a la conducta de cada cual. Ahora bien, no podemos olvidar la piedad con que trata el autor a sus personajes, reconociéndoles su pobre condición humana y también su irresponsabilidad. Nuevas amistades es un testimonio muy poderoso de nuestro tiempo, de una historia provisional -que ya no se debe considerar así, aun cuando los héroes de la novela la sientan de esta forma- realizada con instrumentos muy modernos de observación, que recuerdan mucho los de la más joven generación francesa de novelistas y los de la española de La colmena, El Jarama y Las afueras, pero en el que Juan García Hortelano ha sabido poner sus personales hallazgos de compasión, misterio y contradicción.

JUAN DE TOLEDO




ArribaAbajoImpresiones de un viaje

Loren H. de Maldonado2


Llegué de España, estoy nuevamente en América. Tengo que ser sincera con Vd., como siempre lo fui, y decirla que estaba deseando salir de allí. Y esto, me hacía y hace sufrir porque, al igual que muchos, me siento ligada profundamente a nuestra Patria. Pero ese ambiente actual de apatía, desilusión y falsedad me revolvía interiormente y asfixiaba. ¡Cuántas veces he recordado las palabras de su última carta! «Aquello no es lo que dejamos, ni lo que quisiéramos que fuera». Todo cuanto yo pueda decir ahora que vengo de allí, es repetición de sus palabras.

Cuando salí hace siete años, dejé un cierto clima de reacción y repulsa, bastante generalizado. También puedo decir que no he encontrado lo que dejé. Las gentes se han modificado, por lo menos aparentemente. He tratado de no formar un criterio apresurado y TAL VEZ INJUSTO, pues él estaría en franca oposición con las características de nuestra raza. He hablado con muchísimas gentes de todas clases sociales, jóvenes y viejos. Todo el mundo odia y desprecia al régimen, mas todos dicen también, con plena convicción que «no hay nada que hacer», «que no hay quien se mueva», «que está vendido a Norteamérica», etc...

Cuando yo oía estas y otras expresiones, reaccionaba enérgicamente, diciéndoles que esa apatía dominante favorece el arrastrarse del régimen, que si la mayoría se uniese y animase mutuamente, sabiendo que todo depende de ellos, sin esperar ayuda de nadie -como viven esperando más de veinte años- se iría formando el clima propicio de lucha y de combate. Educarse cada cual la mente en el sentido de que sólo la unión de todos, con el objetivo común de derribar ese régimen de tiranía, nos traerá la victoria. Reaccionar espiritualmente, preparando el terreno individual para las futuras acciones, que tendrán que llegar, aunque se pierda la vida, porque es indigno de la historia de nuestra raza vivir hincados de rodillas y cargados de cadenas y de APATÍA. Les decía que por lo menos, romper las cadenas del espíritu, que después se romperán las de las manos. Y una forma de romperlas es sacudir la apatía.

Me oían... y sólo he visto reacción en jóvenes de veinte años, que fueron mis alumnos en esos quince años que tuve de magisterio. En la mayoría he visto miedo y cobardía. Esa es la conclusión a que yo temía llegar. No es definitiva, claro está, porque confío en que llegado el momento de la acción -que llegará emprendida por los jefes de nuestro pueblo, que surgirán- el entusiasmo cundirá e irá despertando el coraje de la raza.

Algunos me decían que hablaba así porque vivía en América y estaba libre de las persecuciones. Protesté y tuvieron que reconocer que lo mismo me oyeron decir hasta el año 1953, que salí de allí. Todos ellos han sido testigos de mi vida y a pesar de mis tareas como madre y como esposa, me han visto realizar otras, de acuerdo con mis palabras. Concuerdo que América me ha rejuvenecido, educado y ampliado mi comprensión, más es de la experiencia de los quince años vividos en España, de donde yo obtengo las energías para preconizar la lucha y la reacción espiritual.

Concuerdo también en otro de sus argumentos: la lucha económica es tan grande que en ella se apoya Franco para anular en el pueblo la facultad de reaccionar. El paro es grande y para no ampliarle, están suprimiendo las horas extraordinarias. Con lo que ganan en ocho horas de trabajo, no tienen ni para empezar, a pesar de estar incrementado el sueldo de otro sobresueldo que particularmente les da el patrón de las primas sobre el trabajo, y de los puntos familiares. Precisarían trabajar -han tenido épocas que han podido hacerlo- cinco o seis horas extras y hasta más, para poder hacer frente a las necesidades básicas familiares. La mayoría sale de un taller y se mete en otro. Y lo mismo el que trabaja en una oficina. No hablemos de otras profesiones, que se prestan a los negocios oscuros, y al abandono de la ética profesional, que hoy no existe en España. He conocido médicos y abogados usando métodos que abochornan.

Es deprimente ver el clima moral de las gentes. Todo el mundo está amargadísimo, reaccionan violentamente ante cualquier incidente, vida matrimonial sin ilusión debido a la carga onerosa, no tienen fe en nada ni en nadie, sólo se arrastran junto a su trabajo para ver si consiguen un pedazo de pan algo mayor.

Y esa terrible hipocresía dominante: Causa náuseas ver las iglesias llenas hasta extenderse la gente por las aceras, viendo a todos rivalizar en hacerse ver, las "niñas" exhibiendo sus toilettes, haciendo de la iglesia el punto de reunión y cita.

¿Y la ignorancia que existe, intelectualmente, en España? Hablar con un joven estudiante, ver las poquísimas o ningunas ideas progresivas que conoce, me causaba violentos deseos de llorar. No tienen ellos la culpa por completo. ¡Cuánto sufrí en esos quince años de magisterio, al no poder hablar con claridad a mis alumnos! ¡Tener que ceñirme a las ideas del texto, como medida de precaución por si trascendían a oídos malévolos, como me ocurrió varias veces!

Franco no tiene perdón humano ni divino. Y no solamente por los crímenes cometidos en veinticuatro años, sino por esa anulación de dos generaciones, por ese cerco de asfixia a los intelectuales. Creo que existe algo peor que traspasar un cuerpo por las balas y es tratar de anular en el hombre la facultad de pensar. Sistemáticamente es lo que él viene haciendo desde que nos arrebató el poder. De vez en cuando hay un conato de rebeldía entre los estudiantes pero la falta de libertad para la libre discusión y la apatía de los demás, hacen que esos movimientos sean muy restringidos. Es desesperante oír hablar a un estudiante de veinte años, tienen una mezcolanza de ideas tan vacías de sentido real como toda la palabrería del régimen -que para ellos todos los sistemas de gobierno están desprestigiados. Y da pena oír a muchachos hasta de diez y siete años, decir claramente: «que aquí sólo mandan y comen los curas y los militares», «aquí hay que decir que sí a todo si se quiere vivir», «hay que aguantarse con lo que nos quieran hacer», «voy a misa porque sino no me dan el aprobado en el colegio» y otros: «Yo prefiero no pensar, el caso es vivir lo mejor que pueda y los demás que se arreglen como puedan», etc. Cuando ellos me confesaban eso, yo les decía:

Si todos los sistemas están fracasados como decís, y este que tenéis es una farsa sangrienta, como vosotros mismos veis, tratad de pensar en otro, en una forma diferente. Tiene que haberla. Por lo menos, tratad de PENSAR, no aceptéis la servidumbre ni la anulación. ¡Pensad, revolveos con inquietud! Yo a los once años discutía con mis compañeros de clase y a los trece, con mis maestros. Tenía doce cuando se proclamó la República. No entendía ni sabía un ápice de nada, pero al menos tenía inquietud espiritual y rebeldía, que es lo menos que se le puede pedir a una juventud.

Y el reconocimiento de ese problema, nos lleva a otro: ¿QUÉ HACE NUESTRO GOBIERNO?

Y que conste, que esa es la pregunta que me han hecho casi todos con los que he hablado. Esa es la pregunta que los que sufren, lanzan a la cara de los que están representando la legalidad de la libertad que nos arrebataron.

Y somos muchos los que estamos de acuerdo con ellos.

LOREN H. DE MALDONADO

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ArribaAbajoSin permiso de la censura

Información de nuestro corresponsal en España


El gobierno se inquieta

Súbitamente, la inmovilidad se ha roto. Y la quiebra mayor se ha producido por el fracaso estrepitoso de lo que el régimen había acariciado como casi seguro triunfo: la operación Cataluña. El incidente del Palacio de la Música, del que ya hicimos mención el pasado mes, se transformó en acicate para una demostración general de antifranquismo y de patriotismo catalán procedente, en gran parte, de medios que hasta ahora habían participado poco o nada en la oposición. Hay más: el proceso sumarísimo del Doctor Jorge Pujol y de D. Francisco Pinzón, su condena a siete y tres años respectivamente, no ha hecho sino estimular la oposición, encolerizar a los «cuadros» del régimen más policíacos y de mayor «espíritu de cruzada» y promover discrepancias entre personas no alejadas del gobierno.

En primer lugar hay que destacar la conducta del Doctor Pujol ante el tribunal militar, recabando la responsabilidad de las hojas contra Galinsoga, aunque negando la de la titulada «Os presentamos al General Franco». Hay más; que el Doctor Pujol haya dicho ante una sala abarrotada de público (donde había numerosos sacerdotes) que no era él personalmente quien estaba en el banquillo, sino la juventud catalana y de España entera ansiosa de libertad, de democracia, de ver evolucionar el país; que haya defendido con argumentos sólidos (ya empleados, en parte, por don José María Gil Robles en el proceso Cerón) el derecho a expresar la opinión «clandestinamente» cuando el Estado cierra las vías legales... todo esto ha tenido una repercusión muy honda. Que el presidente del tribunal, general Mendoza, no haya ocultado su admiración por el procesado, que el fiscal haya sentido la necesidad de deslindar las actividades de la policía de las de «nosotros los militares», que el teniente jurídico defensor haya condenado vehementemente las torturas, todo esto es altamente significativo. Las conferencias de Mosén Bardés (una de ellas en la «Liga Espiritual de la Mare de Deu» de Montserrat), los sermones de varios sacerdotes, todos ellos alusivos a la represión y a los atentados contra los derechos de Cataluña, han ganado las capas de la opinión hasta hoy al margen de la política.

El acta notarial de las torturas sufridas por los jóvenes católicos en la jefatura de Policía, forma parte de la denuncia presentada por el Colegio de Abogados ante la Audiencia contra los policías hermanos Creix, Olmedo, Quijano y otros. El Sr. Pi y Sunyer, decano del Colegio de Abogados, ha presentado personalmente la denuncia al Fiscal de la Audiencia Sr. Lozano. Han sido facilitadas copias de este expediente al Colegio de Abogados de Madrid, al Sr. López-Rodó, al Sr. Iturmendi, al Sr. Ullastres, etc. Esta denuncia ha sido presentada a despecho de la intromisión en el asunto del gobernador civil, Sr. Acedo Colunga, que envió unos agentes de policía para que coaccionaran moralmente al Sr. Pi y Sunyer.

En realidad, las reacciones oficiales están siendo de lo más violento y provocativo. Se tiene la impresión de que Acedo está sostenido directamente (por ahora) por el jefe del Estado, pero que ministros como Solís, Rubio (con el cual tuvo una discusión por teléfono el día del «Cant de la Senyera») y el propio Ullastres creen que se está tomando un camino arriesgado, lleno de peligros.

El gobernador Acedo, aunque entre amigos dice «Yo ya estoy perdido», mantiene una actitud de jaque en los actos públicos. Tras haber despotricado en una reunión de jóvenes falangistas, ha hecho un discurso lleno de injurias en Igualada, unte 300 alcaldes y unas doscientas personas más. Presa de histérico furor ha dicho «¡como gobernador he defendido en todo momento a la autoridad eclesiástica, de modo que los que digan otra cosa mienten, mienten, mienten!» Se refirió luego a que los «enemigos» surgen en estos momentos de donde menos se esperaba: «No me sorprende -dijo- que el hombre que carece de todo, reniegue acaso de la sociedad... pero el daño no viene ahora de ahí, el daño, el conflicto y el caos vienen ahora de algunos que eran tenidos por bien nacidos y de buena familia». No se pueden perder más los estribos, cuando se tiene un cargo público, y hay gentes que creen que el discurso de Igualada podría costar caro al Sr. Acedo. Sin embargo, él sigue actuando de la misma manera, ayudado por su secretario político, Sr. Arenas, quien, entre otras cosas, ha cursado instrucciones a la Magistratura del Trabajo para que fiscalice en su actuación cualquier manifestación de «crítica contra el régimen» con objeto de pasar el tanto de culpa a los tribunales militares. Las actividades policíacas en Barcelona han llegado hasta redactar una octavilla en catalán con groseras injurias contra la autoridad eclesiástica (el arzobispo-obispo concretamente) a fin de presentarla como obra de los católicos de la oposición.

Otro hecho con el que contar

El segundo hecho fundamental, aunque aun no ha tenido la difusión que seguramente alcanzará en el resto de España, es el documento firmado por cerca de 350 sacerdotes del País Vasco dirigido a los obispos de las diócesis de Vitoria, Bilbao, San Sebastián y Pamplona, así como también al Nuncio de S. S. Monseñor Antoniutti. Este documento, que seguramente es conocido por nuestros lectores, tiene por lema las palabras del que fue en vida cardenal Saliège: «Resignarse ante la injusticia sin protestar contra ella, sin luchar, no es digno de un hombre ni de un cristiano» y partiendo de la afirmación que «la libertad es uno de los derechos más sacrosantos e inviolables, que el Estado debe reconocer y respetar», hace la crítica más dura al régimen totalitario y policíaco del Caudillo, que ha salido de una pluma eclesiástica en los últimos veintiún años. Cuando hace apenas un año, los sacerdotes de la «Unión del Clero Español» criticaron, más suavemente, al régimen, los jesuitas de Razón y Fe se precipitaron para hacerles blanco de su condenación y su desprecio. Suponemos que la tarea resultará más difícil ahora que se trata de cerca del 80% del clero vasco.

Las cartas están ya boca arriba: en muchas partes de España, las personas más creyentes, aquellas incluso que militan en las congregaciones religiosas, han pasado a la oposición abierta y -para decirlo con las palabras del Dr. Pujol- «no para mantener una actitud simplemente anti, sino una actitud afirmativa y constructiva».

Esto no lo ignora el poder ni sus agentes ejecutores; los más torpes de estos, por ejemplo los policías de Barcelona, han «enseñado la oreja», mofándose de las obras de Pío XII, insultando a los sacerdotes y dedicándoles lo más escogido de su jerga rufianesca y barriobajera.

La profunda fisura producida entre los sectores católicos y el régimen se ha manifestado de muy diversas maneras. Por ejemplo, el vicario general de la Diócesis de Valladolid, Mons. Herrán Manso, solicitó de las autoridades poder visitar a don julio Cerón; las autoridades, siguiendo su costumbre, negaron la autorización, lo que motivó una áspera intervención del Arzobispo de la diócesis, Dr. García Goldaraz.

Otro incidente ha sido el del obispo de Bilbao S. I. Pablo Gúrpide con las autoridades, a consecuencia de la prohibición del famoso manifiesto de la H.O.A.C. Las molestias causadas por la policía a varios de los dirigentes obreros católicos, han ido seguidas por la imposición de sendas multas de 25.000 y 10.000 pts. respectivamente al presidente nacional de la HOAC y al presidente de la juventud Obrera Católica (JOC).

Por último, el número de Ecclesia de 18 de junio ha protestado abiertamente contra los malos tratos y torturas infligidos por la policía a los detenidos recientemente.

La tormenta se avecina

Todo esto hace presagiar futuros conflictos; por un lado entre el gobierno y los sectores populares y liberales del catolicismo, pero también por otro entre el gobierno y una parte de la jerarquía eclesiástica interesada en tomar posición es y en que no le sorprenda desprevenida un cambio de situación. La actividad que parece desplegar estas últimas semanas una personalidad tan acusada como el Sr. Gil Robles pudiera no ser extraña a este planteamiento del problema.

Un posible caballo de batalla pudiera ser la futura Ley de Información y de Prensa. Sabemos que el gobierno está dispuesto a que la «voten» las Cortes lo más pronto posible y los procuradores de la Comisión tienen ya en el bolsillo el proyecto de ley. Contra lo que se había dicho parece que subsistirá la censura de prensa y libros, que parece ser medicina sin la cual la salud del régimen se quebrantaría gravemente. Es más, a juzgar por los comentarios de personas bien enteradas, el Anteproyecto de ley contiene preceptos en los que se llega a castigar las «omisiones» en la prensa, esto es, omitir la publicación de ciertas noticias cuando dicha omisión pueda crear un estado de ánimo perjudicial para el orden público, la defensa nacional, etc., etc.

La jerarquía eclesiástica, aunque nunca ha mostrado una pasión excesiva por defender la libertad de prensa (cuestión que le preocupa mucho menos que el acortamiento de bañadores y el uso de «bikinis») quisiera aprovechar la ocasión para tener cierta libertad de movimientos e incluso poder disponer de una agencia noticiosa católica con independencia del control oficial de la Efe y, por supuesto, de la censura. Es la vieja tesis del obispo Herrera que acaba de ser defendida por el Cardenal Primado. Claro que el gobierno también se saca de la manga algunos curitas para que digan lo que él desea; así ha ocurrido con un canónigo de Ibiza, muy conocido en su casa y tal vez en Astorga -de donde es natural- que se ha doctorado en la Universidad Pontificia Lateranense con una tesis sobre la «previa censura y prohibición de libros eclesiástica», la cual tesis le ha valido los más encendidos elogios del gran inquisidor del Santo Oficio Cardenal Ottaviani. Todos los diarios importantes han sido obligados por orden del Sr. Muñoz Alonso a reproducir una interviú de este curita en El Español donde se dicen enormidades de este tamaño: «España es la única nación en que existe la libertad». Porque para este señor no es libertad sino libertinaje, «la libertad fisiconaturalistaliberal (sic), o sea la de contrariedad, la de mentir, calumniar, escandalizar, injuriar al Papa (que se lo pregunten a los policías de Creix) o a nuestro Caudillo». ¡Y luego hay todavía quien se queja de que la gente no lea los periódicos!

Miremos al sector obrero

Pasemos ahora al sector obrero. Durante el mes de junio la situación se ha agravado considerablemente. Aparte de los despidos en la fábrica «Pegaso» de la carretera de Barajas (2.000) y de Manufacturas Metálicas Madrileñas (650) consecuencia de la crisis de esas industrias mimadas por el régimen, hay varios centenares de despidos en los talleres de Villaverde, en fábricas de piezas separadas y diversos talleres metalúrgicos. Estos despidos se han hecho extensivos a la mayoría de las empresas metalúrgicas de Valencia. En la mayoría de los casos se ofrece a los obreros despedidos (sí tienen cierta calificación) ser enviados a Alemania. Estos despidos han producido el consecuente revuelo en los Sindicatos. En varios casos los patronos han despedido obreros no sólo por «motivo de crisis de la empresa» sino también por «disminución voluntaria del trabajo», lo que ha enredado más de un pleito en la Magistratura del Trabajo. Ésta, pese a los pesares, sigue siendo un organismo de señoritos donde el representante de la empresa es recibido «entre amigos», saboreando un «Whisky», y los obreros con aires de conmiseración. Una estadística reciente de los casos fallados por la Magistratura durante el año 1958, revela que de 16.623 casos, hubo 2.916 desistimientos, 7.134 resueltos por conciliación (casi siempre en perjuicio del obrero), 3.850 en favor de los empresarios y sólo 2.723 en favor de los obreros.

Otro aspecto del descontento popular que se ha agudizado es el que se manifiesta por medio de la simpatía hacia los presos. Los familiares de los presos no han desmayado en su empeño: la semana pasada se ha dado por primera vez, bajo el régimen de Franco, el caso de que una delegación compuesta por diez mujeres representando a las familias de los presos se persone en el Palacio de El Pardo en petición de la amnistía. Estas mujeres llevaban pliegos con firmas de 5.000 familiares de más de 600 presos y de 15.000 españoles que en ejercicio del derecho de petición solicitan la amnistía de presos y exilados políticos. Las peticionarias han manifestado que recurrían a este procedimiento después de haberse visto desatendidas reiteradas veces por el Presidente de las Cortes y por el Ministro de justicia. Obvio es decir que el Caudillo no se dignó recibir a la delegación de mujeres, pero estas pudieron hablar con uno de los secretarios de la Casa de Su Excelencia quien les prometió que el jefe del Estado leería personalmente los documentos presentados.

Manifestaciones de fácil interpretación

Por otra parte se perfilan igualmente movimientos de petición de libertad de ciertas personas que llevan mucho tiempo en la cárcel sin juzgar; este es el caso del Sr. Amat Maíz, detenido en noviembre de 1958. El coronel Aymar no se atreve a montar contra el Sr. Amat un consejo de guerra basado en la ley de 1943. Pero como la jurisdicción ordinaria podría ser demasiado benévola, se opta por una solución: someter la causa a la jurisdicción del juzgado Especial N.º 13, de propaganda ilegal, regentado por don Jacinto Blanco Camarero. Este juzgado «debutó» condenando a cuatro años de prisión a un pobre peón de albañil, Elías Buendía, al que un policía aseguró haberle visto pegar en la pared una hoja subversiva en abril de 1959. Este hombre, que no tenía ninguna filiación política, está hoy en el Penal de Burgos. Me han contado lo siguiente: cuando lo trasladaron desde Carabanchel a Burgos lloraba como un niño al despedirse de sus compañeros; pero cuando un oficial de prisiones se lo llevaba a empellones por el centro de la cárcel, dejó su petate en el suelo, dejó de llorar y alzó sus dos puños con rabia. Blanco Camarero hizo de él un revolucionario: suponemos que el Caudillo le habrá felicitado.

Pero el juzgado N.º 13 se caracteriza, en general, por «dejar dormir» los asuntos. Cuando no se atreven a juzgar a un hombre, cuando hay miedo al escándalo o a que la pena dictada no sea demasiado fuerte, la causa se inmoviliza en manos de Blanco Camarero. Y ese es el caso del Sr. Amat Maíz, a quien los hombres del régimen profesan particular odio. Según las últimas noticias varias personalidades demo-cristianas, liberales, de Acción Social Democrática, etc., están ya dirigiéndose a personalidades democráticas del extranjero para lograr una corriente de opinión favorable a la liberación del Sr. Amat Maíz.

En un orden análogo de cosas cabe mencionar el llamamiento firmado por las Sras. Viudas de Ortega y Gasset y de Marañón, Srs. Castán, Azorín, Carande, Laín Entralgo, Montero Díaz, Gella (Decano del Colegio de Abogados), etc., recabando unas cuartillas de homenaje a la memoria de don Julián Besteiro y a su viuda, doña Dolores Cebrián. Lo único que choca es encontrar entre los firmantes el nombre de don Antonio Luna, catedrático de Derecho Internacional. Cuando don Julián Besteiro moría en la cárcel de Carmona, don Antonio Luna se vanagloriaba en Madrid de haber sido espía del servicio militar de información de Franco y en pleno delirio policíaco se apoderó «manu militari» de un hotelito de la colonia El Viso. Más tarde las cosas no le han ido todo lo bien que él hubiese deseado, pero... ¡el pudor tiene también sus exigencias!

Nueva entrevista Franco-Salazar

El lector está también al corriente de que el Caudillo se ha pasado dos días en Mérida conversando con su amigo y colega Oliveira Salazar. Fue éste quien solicitó la entrevista. Las cosas le van mal, no sólo en la metrópoli, sino en Angola y Mozambique. Y según se dice ha venido a pedir ayuda y consejo al Caudillo quien se consuela manteniendo a duras penas Ifni y los territorios de Guinea, de otros fracasos africanos. También tienen en común ambos dictadores la oposición creciente de los católicos, de los intelectuales, etc. Pero eso no lo pueden resolver con el «Bloque Ibérico». Ni ellos mismos se lo creen.

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Hay procedimientos que no ayudan ni a la defensa ni al ataque

Mientras escribo estas cuartillas me llegan noticias de las bombas que según la Dirección general de Seguridad han explotado en trenes y estaciones de ferrocarril: Madrid, Barcelona, San Sebastián, etc. Una de ellas, oculta en una maleta, parece que ha hecho cinco o seis heridos. El Ministerio de la Gobernación ha comunicado que se trata de un plan terrorista «organizado por elementos extranjeros en cooperación con separatistas y comunistas». Por su parte, las organizaciones de la resistencia dicen ignorar todo de esta cuestión. Se vuelve a repetir todo lo que pasó en febrero y que terminó con la trágica ejecución de un joven y la muerte a palos en la Dirección de Seguridad de otro. También ahora se habla de un cubano de origen español llamado Martínez, e incluso suena el nombre de un organismo que aquí no se conoce y que, al parecer, se hizo responsable en febrero de la explosión de las bombas. El caso es que las bombas de febrero coincidieron con las detenciones de Luis Goytisolo, Palazuelos, etc. Y que las de ahora coinciden con el empuje adquirido por la oposición moderada en Cataluña y País Vasco. Es asunto más que delicado atreverse a juzgar sobre el origen de estos actos y no seré yo quien se meta en esa camisa de once varas. Pero aquí se comenta simplemente que, por primera vez desde hace mucho tiempo, las notas policíacas hablan de «separatistas», porque viene muy bien colocarles la etiqueta de terroristas a los católicos catalanes y vascos. Cualquiera diría que una providencia especial del Sr. Acedo Colunga dispone las cosas así. Sean de quien sean, tengan el origen que tengan, estas bombas «ferroviarias» no añaden ningún tanto a la oposición cuyas personas más caracterizadas no creen que, en el momento actual, el terrorismo sea arma recomendable contra la dictadura de Franco.

Y de todos modos, la manera de reaccionar del Ministro de la Gobernación comprueba la inquietud de los medios gubernamentales. Lo único que cabe preguntarse es si, al pretender contener por la represión la nueva oleada del movimiento de oposición no están desempeñando algunos altos funcionarios del régimen el conocido papel de «aprendices de brujo». Y hay personas muy conservadoras que son de esta opinión.

TELMO LORENZO

Madrid, 28 de junio de 1960.


LA PRÓXIMA ¿SERÁ ESPAÑA?

El semanario londinense The Spectator de 10 de junio, inserta el editorial que copiamos a continuación:

Corea, Turquía ¿y luego España? Hay pocos indicios de que el agonizante gobierno de Eisenhower haya comprendido que su imprudencia y casi el constante apoyo a los dictadores ibéricos es probable que desemboque en la misma embarazosa posición en que se ha encontrado recientemente en Corea y en Turquía. El general Franco se ha dado cuenta de que la torpeza americana no va a durar indefinidamente.

La visita del Caudillo a Barcelona fue un intento para sosegar la susceptibilidad de los catalanes, pero el incidente ocurrido en el teatro de Barcelona cuando el público insistió en cantar una canción catalana prohibida -y a consecuencia de esto muchos de ellos fueron detenidos, golpeados y torturados- ha servido para excitar el desasosiego catalán. Los implicados han sido en general democristianos; el Abad de Montserrat protestó cerca de Franco por la detención y torturas de que han sido objeto los católicos, y se han producido impresionantes manifestaciones de masas ante el palacio episcopal de Barcelona. (¿Por qué, nos preguntamos, no protestan los católicos ingleses y americanos contra estas persecuciones de correligionarios suyos?) La organización católica obrera está también reñida con el régimen como consecuencia de las dificultades creadas por el plan de estabilización.

El hecho de que los democristianos hayan sido quienes últimamente han sufrido el golpe de la opresión del Caudillo, es otra nueva prueba de la ridiculez de su aserción cuando dice que la oposición es comunista y que él es la única alternativa frente al comunismo. Que esto lo debe comprender todo el mundo -menos el embajador americano en Madrid- se explica por la renovación de acusaciones contra distinguidos españoles a causa del terrible crimen de intentar formar partidos políticos y distribuir octavillas. Franco tiene completa razón de alarmarse, por los acontecimientos que ocurren en otras partes en regímenes similares y porque la oposición del pueblo español es cada vez más dura. Lo que le lleva a la adopción de medidas de mayor severidad es la creciente debilidad de su posición y esas medidas sólo son posibles porque sigue disfrutando del apoyo americano. Al dar tal ayuda los Estados Unidos no tienen ni siquiera la excusa que tenían en Corea y en Turquía, alegando que estos países están junto al mundo comunista.






ArribaAbajoEditorial

Ficción y realidad


Si el recibimiento hecho al Caudillo en Barcelona pudo avivar esperanzas en ciertos medios sociales no debe extrañar, la finalidad de la «operación Cataluña» -término ya clásico- estaba bien planeada y dirigida directamente a obtener prácticos resultados: uno apaciguar la hostilidad catalana, bien justificada por fundamentales motivos de naturaleza económica, espiritual y política y exacerbada últimamente por el incidente provocado por el director del periódico La Vanguardia Sr. Galinsoga; otro era hacer repercutir los resultados de esa «operación», de ese recibimiento bien orquestado fuera de Cataluña, para desalentar a la oposición.

Es decir, que por parte del gobierno se valora la intranquilidad social, dentro y fuera de Cataluña; en consecuencia, hubo de poner en juego procedimientos adecuados para impresionar a la masa de ese sector ingenuo que, carente de visión realista, espera el milagro que le saque de una situación difícil. Toda la astucia fue empleada también para hacer concebir esperanzas de un comienzo de rectificación política y en ese espíritu se pronunció el discurso de Gerona, en el que prometió el general Franco otra segunda etapa de veinte años de su reinado.

Convengamos en que el plan no estaba mal concebido. Apaciguada Cataluña con la concesión de la Carta al Ayuntamiento de Barcelona, hecha cesión del trágico Castillo de Montjuich al pueblo, mejor dicho, a las autoridades de Barcelona, he cha la confraternidad en el partido de fútbol, los catalanes amainarían en su hostilidad y se regocijarían con las concesiones y las gentilezas que el general Franco había dispensado a Cataluña. El resto de España, contagiado por estas larguezas del régimen y ante la promesa de veinte años más de paz y prosperidad franquista, podía abrigar la esperanza de concesiones de otras «Cartas», de otras entregas de prisiones célebres para solaz y esparcimiento del pueblo, de otros partidos de fútbol realzados con la presencia del Caudillo y, en fin, de otras fiestas muy españolas animadas por desfiles militares con exhibición de nuevas armas de guerra y alguna corrida de toros.

Todas estas esperanzas podrían haber anidado en el espíritu de tantos españoles.

Pero he aquí que el hilo mágico de la resistencia que creía tener en la mano el general Franco no tiene la potencia calculada; la «operación Cataluña» ha dado por resultado un endurecimiento de la oposición de los elementos conservadores de Cataluña, indignación por la condena del Dr. Pujol y una toma de contacto de grupos liberales y democráticos. De otro lado «elementos perturbadores» han salido al paso de tan meditado plan y estos «elementos perturbadores» son, nada menos, que 340 sacerdotes vascos que han tenido la audacia de manifestar públicamente que la libertad es el primero de los derechos que un Estado digno de ese nombre debe reconocer y respetar y de acusar al Caudillo y a su gobierno de aterrorizar a España y hundir al país. Mirando a otros sectores vemos nuevas fusiones de grupos de la oposición en partidos. A estos acontecimientos efectivos hay que añadir el intento de perturbación interior puesto en práctica con las explosiones de varias bombas en distintas capitales de España; esto por lo que respecta al interior.

Del exterior nos llega lo noticia de la fundación de un Comité Internacional de Sostén a los antifranquistas españoles que funciona en París con domicilio conocido y que acaba de celebrar su primer acto en dicha ciudad durante los días 9 y 10 de este mes.

Ante el espectáculo de un régimen que frena y oculta toda manifestación disidente, que no se sostiene sino de ficciones, de silencios impuestos, de ocultación, las realidades españolas deben hacer abrir los ojos a los que voluntaria y peligrosamente los cierran. Corresponde a los españoles, es cierto, mostrar con energía su actitud frente al régimen que los oprime, pero hemos de convenir también en que no es fácil dada la dureza del régimen policíaco actual de España. Pero la democracia internacional, libre para obrar, tiene el deber de dar la voz de alarma sobre la verdadera situación de España antes de que sea demasiado tarde para una solución pacífica del problema español.




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Despidos de obreros

MADRID 22 junio, Ibérica: El éxito de la «estabilización» se comprueba cada día. La Fábrica de autocamiones «Pegaso» de ENASA (INI) de la carretera de Barajas, ha despedido pura y simplemente a 2.000 obreros. El conjunto de obreros y empleados es de 5.000. Se recordará que hace un mes los obreros protestaron contra las consecuencias de la estabilización y primeros despidos y fueron amenazados por el director.

Suma y sigue: las Manufacturas Metálicas Madrileñas, en plena bancarrota, han despedido 600 obreros. A los calificados (la mitad aproximadamente) les han propuesto como solución... ¡ir a trabajar a Alemania!

Los Talleres Villaverde y algunas empresas metalúrgicas de menor cuantía también han despedido obreros. Lo de «Pegaso» pasó hace ocho días; los otros despidos ayer mismo. En suma, unos 3.000 metalúrgicos madrileños en la calle desde hace quince días a esta fecha.


Protesta de presos políticos

MADRID, 20 junio, Ibérica: Los presos políticos de la cárcel de Carabanchel han puesto en circulación un documento que empieza así:

«Franco, ha afirmado que en España no existen presos políticos. Los órganos propagandísticos del régimen han repetido sin cesar esta afirmación. Su falsedad es evidente y nuestra huelga del hambre lo ha puesto, una vez más, de manifiesto. No sólo hay presos políticos en España, sino que el trato que reciben dista mucho del que es normal en todos los países». Continúa el escrito haciendo varias consideraciones sobre las deficiencias de comida y servicio médico en la cárcel, rememorando la huelga del hambre y los malos tratos de que fueron objeto los presos. Luego sigue:

«Después, al finalizar los cuarenta días de castigo, hemos sabido que España e incluso muchos otros países, han estado pendientes de nosotros durante nuestra huelga del hambre. Los presos políticos de la prisión de Carabanchel, agradecemos profundamente a nuestro pueblo y a todos los que dentro y fuera de España se han preocupado por nosotros, la colaboración y el estímulo que así nos han prestado. Queremos también recordar que existe un gran número de presos políticos en todas las cárceles de España. Su situación es semejante a la nuestra. Todos necesitamos vuestra ayuda».

El documento termina pidiendo la supresión de jurisdicciones especiales para los delitos políticos y la amnistía general para todos los presos y exilados políticos.


Consejo de guerra contra el Dr. Pujol

BARCELONA, 16 junio, Ibérica: El lunes 13, ante un Tribunal militar presidido por el general Mendoza, se celebró el juicio sumarísimo contra el Dr. Jorge Pujol, joven licenciado en Medicina y Farmacia, detenido con motivo de los sucesos del Palacio de la Música en Barcelona. El Dr. Pujol era el dirigente de una organización católica juvenil de derechas, llamada «Católicos Catalanes».

El fiscal militar dijo que en la vista no se planteaba una cuestión regional ni política; él no debía censurar a ningún joven catalán por amar profundamente a Cataluña, ya que quien ama a su región ama también a España. La cuestión de fondo, dijo, era la publicación clandestina de una hoja con injurias al jefe del Estado.

El abogado defensor (teniente jurídico) dijo que él había iniciado su carrera militar en la Legión y allí había conocido muchos medios de hacer confesar a un hombre cosas que no había realizado, pero que en Barcelona, recientemente, había visto que aun podían aprenderse nuevos medios de esa índole.

El presidente del Tribunal dio al acusado una oportunidad de hablar. El Dr. Pujol, con toda calma, muy dueño de sí, dijo que no era él, individualmente, el procesado, sino toda una juventud que cree en la libertad y la democracia. Se reconoció culpable de haber colaborado en la campaña «anti-Galinsoga»; aseguró que él no era el autor de la hoja «Os presentamos al general Franco», de que se le acusaba, «demasiado mal escrita para ser mía» -dijo.

El Dr. Pujol ha sido sentenciado, de acuerda con la petición fiscal, a la pena de siete años de prisión.


Bombas y heridos

MADRID, 28 junio, Ibérica: El Ministerio de la Gobernación ha publicado una nota dando cuenta de explosiones de bombas en distintos lugares de España.

Señala dicho comunicado que el domingo 26, en el furgón del tren de Barcelona a Madrid, entre las estaciones de Quinto y Pinar del Río, hizo explosión una maleta causando el incendio del vagón y de la totalidad de los equipajes.

El lunes a las ocho de la mañana, hizo explosión otra bomba que se hallaba en el interior de otra maleta depositada poco antes en la consigna de la estación de Barcelona. Ardieron todos los equipajes.

A las cinco y veinticinco de la tarde explotó otra bomba, colocada también en otra maleta, que había sido depositada en la consigna de la estación del Norte de San Sebastián. A las siete y media de la tarde se produjo otra explosión por causas idénticas en las consigna de la estación de Amara, también en San Sebastián. Esta explosión causó seis heridos.

Finalmente ha hecho explosión otra bomba en la consigna de la estación del Norte de Madrid.

Lo que dice Le Monde

PARÍS, 29 junio, Ibérica: Procedente de Madrid Le Monde de hoy publica lo siguiente: «Para la policía española los atentados con bombas que han tenido lugar el domingo y lunes pasados en las estaciones de Barcelona, Madrid y San Sebastián, son obra de una organización llamada Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (D.R.I.L.) que emplea a terroristas cubanos y que han establecido su cuartel general en Francia».

Le Monde añade al anterior despacho el siguiente comentario: «Como se recordará, el D.R.I.L., después de la serie de atentados con bombas cometidos en Madrid hace cuatro meses, reivindicó abiertamente la responsabilidad de las explosiones registradas en la capital». Le Monde, en su número del 21 de febrero pasado, hablaba de la existencia de ese «Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación» precisando que era difícil pronunciarse sobre su autenticidad. Hoy, informaciones concordantes no permiten ya dudar de la existencia de esta organización que se propone derribar por la insurrección a los regímenes de Franco y Salazar y, que ha elegido por divisa: «Libertad y justicia o Muerte».

Los revolucionarios del D.R.I.L., que son antiguos jefes anarquistas españoles en exilio o jóvenes de extrema izquierda recientemente salidos de España -y no como pretende la policía madrileña, agitadores cubanos- han establecido su organización de base en Francia, pero parece que se han establecido enlaces con varias capitales europeas, principalmente Bruselas y Roma. Nada permite creer, en todo caso, que los miembros del D.R.I.L. estén en relación con el partido comunista español».

Lo que dice France Observateur

PARÍS, 30 junio, Ibérica: El semanario France Observateur de hoy publica lo siguiente: «Las cinco bombas que han estallado en diversas estaciones de Barcelona, Madrid y San Sebastián y en el tren de Barcelona-Madrid, inauguran una ofensiva contra el turismo lanzada por el D.R.I.L. Esta organización se presenta bajo el aspecto de una red de resistencia compuesta de jóvenes militantes, divididos en pequeños «comandos» que han adoptado por divisa: "Libertad y justicia o Muerte".

«Combatido por el partido comunista, partidario de la "reconciliación nacional", el D.R.I.L., que se esfuerza por agrupar a los jóvenes de distintas tendencias de izquierda, se declara partidario de profundas reformas sociales y de la más estrecha cooperación con Portugal y los países ibero-americanos. Los jóvenes militantes del D.R.I.L. estiman que desde el momento en que el turismo se ha convertido en la primera industria española, una ofensiva contra los transportes presenta la forma más eficaz de sabotaje. Tres "comandos" han participado en los atentados del domingo y lunes. Otro grupo el "comando suicida", que había recibido la misión de asesinar a Franco cuando se dirigía al estadio Santiago Bernabeu, no se pudo aproximar al cortejo».


Incidente en la Academia de la Lengua

MADRID, 20 junio, Ibérica: Con motivo del fallecimiento de D. Gregorio Marañón ha quedado una vacante en la Academia. Los elementos liberales presentaron la candidatura del sabio bibliófilo D. Antonio Rodríguez Moñino, cuyas opiniones de izquierda no son un secreto para nadie. Los «oficiales» opusieron la de D. Manuel Halcón, director del semanario Semana, bien visto por el régimen. Moñino tenía asegurada la mayoría, pero el Gobierno hizo saber que si no se retiraba la candidatura de Moñino, saldría a relucir su ficha de «rojo» y se daría curso a las denuncias contra él por su actuación en el Museo Arqueológico durante la guerra.

Naturalmente, los amigos de Moñino se vieron obligados a retirar su candidatura, pero el Sr. Halcón y los próceres que le sostenían no consiguieron salirse con la suya. Puesta a votación su candidatura pasó por la vergüenza de de no obtener el «quorum» reglamentario para ser elegido. Diez académicos votaron en blanco impidiendo así la elección. La «vox populi» dice que esos diez académicos eran los siguientes: D. Ramón Menéndez Pidal, D. Dámaso Alonso, D. Pedro Laín Entralgo, D. Vicente Aleixandre, D. Camilo José Cela, D. Vicente García de Diego, D. Gerardo Diego, D. Julio Palacios, D. José M.ª de Cossío y D. Francisco Sánchez Cantón.


Otro escándalo

MADRID, 20 junio, Ibérica: Se ha descubierto una defraudación de 300 millones de pesetas en la Empresa Nacional «Elcano» perteneciente al INI. Como consecuencia se ha destituido al director D. Jesús Alfaro Fumier, del cuerpo de Ingenieros Navales. Parece comprobado que en el fraude ha participado la esposa del director en cuestión. El asunto arrastraba desde hace años, pero como en las juntas generales ordinarias se aprobaban los Balances y cuentas por aclamación, nadie se enteraba de nada.

Este asunto (a diferencia de la evasión de divisas que ha llevado a la cárcel a los hermanos Monsalvé) no ha pasado a los tribunales, todo se ha limitado a la destitución del Sr. Alfaro.


Portugal

GINEBRA, 29 junio, Ibérica: Le Journal de Genève de hoy publica la siguiente noticia procedente de Lisboa, de un despacho de la agencia France-Presse: «Un destacamento de la compañía móvil de Agentes de Seguridad Pública (policía) ha salido en avión para Angola al mando del capitán Nuno Caldas Duarte».

PARÍS, 14 junio, Ibérica: Le Monde ha publicado un despacho de la agencia France-Presse, procedente de Túnez que dice: «El Sr. Gilmore, delegado de la Unión de las poblaciones del territorio de Angola, movimiento angolés de carácter nacionalista, ha declarado en Túnez, durante una conferencia de prensa, que su movimiento lanzaba un llamamiento al pueblo de Portugal para que se lleven a cabo lo más pronto posible, negociaciones sobre la base del fin del régimen colonial y del reconocimiento de la soberanía nacional de Angola. Nuestro movimiento -continuó diciendo- está decidido a combatir sin desmayo por el fin de la opresión colonial y por el desarrollo de la personalidad de Angola». Añadió que su movimiento se dirigía igualmente a la opinión internacional para que esta condene sin reservas el colonialismo portugués.


Documento del clero vasco a los obispos

El lunes día 30 de mayo, un escrito firmado por 339 sacerdotes de las cuatro diócesis vascas (Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra) fue entregado simultáneamente a los respectivos obispos de Vitoria, San Sebastián, Bilbao y Pamplona.

El documento, con todas las firmas, ha sido enviado también a los obispos de toda España, así como al Nuncio de Su Santidad, Mons. Antoniutti.

Este escrito que el clero vasco dirige a sus superiores jerárquicos constituye una denuncia de la violación de los derechos humanos por parte del gobierno del general Franco, y comprende cinco apartados. Por falta de espacio no podemos publicar íntegro dicho escrito. A continuación insertamos algunos párrafos de la tercera parte, considerada como el cuerpo fundamental de la requisitoria formulada por los sacerdotes vascos en contra del régimen imperante en España.

«Creemos sinceramente que ni los individuos, ni las clases, ni los pueblos que integran la comunidad política española gozan de suficiente libertad.

«Basta abrir los ojos para ver lo que es una triste realidad. Continuamente vemos que han sido detenidas personas por sus actividades temporales, no coincidentes con el pensamiento político, a dirección única, impuesto por el Estado. Se detiene por manifestar pública e incluso privadamente opiniones políticas contrarias a las del Gobierno en materia de suyo opinable. Y al faltar los medios normales de expresión de la verdad, se convierte en delito lo que de suyo no es más que el ejercicio de un derecho: así ha podido ocurrir que hayan sido detenidas personas por haber repartido hojas no autorizadas, en las que no se decía nada falso ni injusto, sino al contrario, cosas que el propio Gobierno tiene el deber de decir o permitir que se digan, y que durante años viene silenciando. La Ley, pues, que infringen estas personas es una ley injusta y de ahí el problema.

«A lo largo de 24 años que dura el régimen, esas personas humanas son encarceladas sine die durante meses y años, para ser conducidas, después de un tiempo que queda al arbitrio de un Gobernador o Director de Seguridad o Ministro, ante un Tribunal Especial, bajo la gravísima acusación de "rebelión contra el Estado", porque tuvieron el valor de no considerar impecables ni infalibles a los que les gobiernan. Una vez encarcelados, sus familiares viven en continua angustia, porque ignoran su paradero o no saben cuándo podrán ser juzgados. Se ha llegado a extremos tales que son muchos los que no se atreven a visitar siquiera a los presos por temor a caer en sospechas. Y altas personalidades y autoridades de orden moral consideran que es mucho pedirles si se les ruega que hagan las oportunas gestiones ante la autoridad competente en defensa de los detenidos.

«Y las garantías de un juicio imparcial se ven de tal manera reducidas que es menester tomar todas las medidas posibles para impedir que el capricho o servilismo de un juez cometa una grave injusticia».

«El mismo criminal no queda, por serlo, privado de todo derecho. Podrá, en juicio garantizado, perder incluso el derecho a la vida, pero nunca sin que exista un ordenamiento jurídico según las exigencias del derecho natural. Se exige que ese ordenamiento cumpla unas garantías sin las cuales no sirve para conseguir el fin que se pretende, que es la "seguridad judicial", es decir, en frase de Pío XII, "una esfera concreta de derecho, protegida contra todo ataque arbitrario". Ello supone, entre otras cosas, "normas jurídicas claras, que no se puedan tergiversar" (Pío XII)».

«Y, no obstante, podemos afirmar que en España el Poder Ejecutivo interfiere en la vida judicial, orientando, encaminando y dictaminando según las normas políticas del Jefe Político.

«En las Comisarías de Policía de nuestro país se emplea el tormento como método de exploración y búsqueda del transgresor de una ley muchas veces intrascendente y no pocas injusta. Una malévola sospecha basta para que el policía o la guardia civil de turno pueda flagelar irresponsablemente, torturar y herir a cualquier ciudadano muchas veces inocente de la fechoría que se le atribuye. No hablamos de hechos aislados. Se trata, puesto que las autoridades conocen los hechos y los toleran, de un sistema».

«Y en España el Estado "es totalitario al servicio de la integridad de la Patria". La Patria es la "suprema realidad". Y el Jefe del Estado, de hecho, concentra en sus manos todas las facultades: es la encarnación del Estado y de la voluntad nacional. Copiando de la religión el dogmatismo, establece la infalibilidad para el Jefe, con todas las consecuencias que de ello provienen».

«"La opinión pública es necesaria para abrir a los hombres el camino de la verdad, de la justicia y de la paz"... "Y es un hecho que la prensa se encuentra entre los principales factores que contribuyen a la formación de la opinión pública" (Pío XII).

«El hecho es que en España los responsables han extirpado hasta las raíces mismas de una opinión pública, mediante el acaparamiento e intervención de todos los medios de expresión pública del pensamiento y la represión, a través de tribunales militares, de todo intento de manifestación política, que no siga la línea de pensamiento impuesto en exclusiva. Sin una Ley de Prensa que garantice su labor y sometida toda ella a un rígido control y censura, dependiendo totalmente de los intereses del Estado, es humanamente imposible que pueda cumplir debidamente su misión.

«La prensa española, invirtiendo el orden establecido por Dios, es instrumento de deformación de la opinión pública. No capacita al ciudadano para la gestión de la cosa pública; no permite la emisión de juicios serenos sobre la actuación de las fuerzas políticas, económicas o sociales del País, ni actuar contra las propagandas unilaterales, ni la formación de ideologías compatibles con la ley natural y divina. Reduce arbitrariamente el derecho de expresar la opinión. Y no permite a los ciudadanos el control público sobre la gerencia de la cosa pública. En lugar de formularla y difundirla, "ahoga a sangre fría toda espontaneidad de la opinión pública y la reduce a un conformismo ciego y dócil de ideas y juicios".

«Y lo que se diga de la prensa, podemos decir, y lo afirmamos, de la Radio.

«Todo ello parece absurdo, pero podemos asegurar y garantizamos que es absolutamente cierto.

«Rechazamos por antinatural y anticristiano este procedimiento y sistema absorbente. Aun cuando se tratara de lavar así al mundo en aguas del Evangelio, lo rechazaríamos, recordando el rationabile obsequium de San Pablo.

«Y ¿qué decir de la libertad de asociación en sus dos aspectos: político y social?

«Cuando un país vive en libertad ciudadana, funcionan órganos que protegen la libertad. El Parlamento, los Partidos Políticos, los Sindicatos salen al paso de los posibles abusos o atropellos y controlan el ejercicio de los poderes públicos. Hay que reconocer que la acción del hombre es defectuosa, pero el libre juego de los derechos ciudadanos es un factor de honradez pública. Y en España falta ese eficaz instrumento. Parece absurdo, pero en España no existe ni un auténtico Parlamento, ni libertad política, ni libertad sindical. El Partido Único, el Sindicato Único y el Parlamento dirigido son la estructura básica del Estado Español, sometido plenamente al jefe. El Sindicato español, como muy bien lo dijo Mons. Pildain, "ni es sindicato, ni es cristiano". Es obra del Estado y defiende los intereses del Estado, a quien representa, y con gran eficacia. ¿Qué garantía podrán ofrecer, en estas condiciones; los convenios colectivos de Empresa? ¿Qué garantía podrán ofrecer los sindicatos en la defensa de los intereses obreros en sus justas y naturales reivindicaciones?

«Un sindicalismo auténtico, es decir, un sindicalismo libre, que emane de la clase obrera y que goce de su confianza, es no solamente un derecho que asiste a la masa, sino también el medio más eficaz y adecuado en nuestros tiempos para que pueda ejercer su responsabilidad en la vida económica y social, que entraña derechos a la par que deberes. La crisis económica actual, con la consecuencia de acontecimientos serios que se pueden seguir, no hace sino agudizar la urgencia de tal sindicalismo: No acertamos a ver cómo se podrá exigir a los obreros de nuestro país el que comprendan la necesidad de ciertas medidas de austeridad, que sea menester adoptar, y menos el que se plieguen a ellas, si se continúa negándoles ese derecho y ese medio. Tampoco acertamos a ver cómo se podrán canalizar sus reacciones, en el caso de que se sientan injustamente atropellados.

«Lo mismo podemos decir respecto a la libertad política. Sin libertad política no hay participación en la administración pública, ni acceso con carácter general a las funciones públicas. ¿Qué garantía de defensa del bien común, o que garantía de respeto a la persona humana podrá ofrecer una administración que empieza por endiosar al jefe y al Estado, mientras considera a la persona como un instrumento, nada más, del Estado?»

«He aquí, Exmo. Sr., expuesta, a nuestro modesto parecer, una de las causas fundamentales del abismo que día a día se abre entre nosotros y las almas cuya custodia nos ha sido confiada. No es otra que la contradicción existente entre la doctrina católica sobre la persona humana y su incumplimiento por un régimen, que oficialmente se dice católico y al que presta su apoyo decidido la Jerarquía Católica Española. Esa es la acusación que se nos hace.

«Hemos intentado hacer un estudio sereno, objetivo, desapasionado de la situación real española».




Congreso de prensa católica

El New York Times del 8 de julio inserta una información sobre el Congreso Internacional de Prensa Católica reunido en Santander el 7 de este mes. De ella reproducimos los párrafos siguientes:

En la sesión inaugural del Congreso el director del semanario America, Rev. Thurston Davis, de la Compañía de Jesús, dirigiéndose a los congresistas, dijo: «El progreso en nuestro común esfuerzo de llevar la luz de Cristo al espíritu de los hombres, no será efectivo si no nos aproximamos con lealtad a las ideas de amplitud y libertad que caracterizan la mente del hombre contemporáneo».

«Sin la esencial libertad de prensa no habrá auténtica opinión pública. Por todas partes la prensa católica, y la prensa en general, está amordazada, la opinión pública no tiene medios de expresar su propia opinión».

Urgió una mayor cooperación entre los periodistas católicos y los de fuera de la Iglesia. «¿Cómo negar -dijo-que algunas medidas de nuestra creciente fuerza igual que los lazos de nuestra unión se robustecerán y harán más fructíferos con la colaboración fuera de la Iglesia?».

Al expresarse así el Rev. T. Davis fue aplaudido por la concurrencia. Se hallaban congregados 335 delegados representando a 28 países.



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