Biografía de Antoniorrobles
Antonio Joaquín Robles Soler vio su primera luz en Robledo de Chavela (Madrid) el 18 de agosto de 1895. El traslado de su padre, don Félix Robles, prestigioso médico en la zona rural donde ejerció su profesión, para ocupar una vacante en San Lorenzo de El Escorial permitió que los primeros juegos de Antonio tuvieran lugar al pie del impresionante monasterio que mandó construir Felipe II para conmemorar la victoria en la batalla de San Quintín, en 1557. Así, y siempre a caballo entre Madrid y la pequeña población serrana, transcurrieron los años juveniles de Antonio.
Con dieciocho años publica su primer artículo en el diario madrileño La Tribuna, al que seguirían crónicas de su primer viaje a Italia, con el título de Postales en color (1920-1921). Al año siguiente viaja a Marruecos, desde donde envía al periódico La Correspondencia de España unas crónicas con el título de «Humo de kif», y en ese mismo año aparece editado su primer relato con el título de La garra de lo humano, dentro de la colección «La Novela de la Mujer».
En 1923 inicia sus colaboraciones con la revista Buen Humor, junto a otros escritores que impulsaron entonces un nuevo concepto del humor, como Gómez de la Serna, Manuel Abril, Eduardo Zamacois, Juan Pérez Zúñiga, Enrique Jardiel Poncela, Luis de Tapia, José Francés y José López Rubio. Ese mismo año publica su novela Tres (Novela de pueblo), a la que seguiría El archipiélago de la muñequería (1924), prologada por Ramón Gómez de la Serna.
Sus primeros cuentos infantiles aparecieron en 1925, publicados en la revista Pinocho, de la famosa editorial Calleja y dirigida por Salvador Bartolozzi(1). En ellos esbozaba ya las líneas habituales en los personajes y esquemas argumentales que, más adelante, desarrollaría en numerosos cuentos.
En 1927, tras un cambio en la dirección de la editorial Calleja -el de Rafael Calleja por su hermano Saturnino-, pasa a colaborar con la empresa de Luis Montiel, propietario de la editorial Rivadeneyra y competidor claro de Calleja. Publica diversos artículos en el semanario humorístico Gutiérrez y en la revista infantil Macaco, dirigida por «K-Hito» (Ricardo García López). Ese paso por Gutiérrez configuró, de modo casi definitivo, la propia evolución de Antonio Robles como escritor humorístico. En ella nació además su seudónimo, esbozado como un juego ingenioso al firmar sus colaboraciones en esta publicación como «Donantoniorrobles». Tras la poda de su primer elemento, esa unión de nombre y apellido quedó consagrada como su firma literaria. En ese mismo año publica El muerto, su adulterio y la ironía (Novela de costumbres), y en 1929, Novia partido por dos (Novela de humor), desarrollando así su particular sentido de la unión creadora en el humor del absurdo y del disparate.
El año de 1930 marca un rumbo definitivo en su dedicación al cuento infantil con la aparición de la revista El Perro, el Ratón y el Gato (1930-31) y de sus primeros libros con cuentos para los niños(2). Aquella publicación infantil -dirigida por Antoniorrobles- destacaba por una excelente calidad en su presentación y por las creaciones literarias y plásticas de autores e ilustradores como José López Rubio, Elena Fortún, Manuel Abril, Aristo Téllez, Climent, Souto, Sancha, Esplandiú, Ramón Gaya... Para la propia evolución de la narrativa infantil de Antoniorrobles, El Perro, el Ratón y el Gato supuso una rotunda consolidación en su tratamiento de los caminos fantásticos y de su peculiar forma de entender la realidad.
La aparición de 26 cuentos infantiles en orden alfabético (1930) y 8 cuentos de niñas y muñecas (1930), junto con 8 cuentos de los juguetes vivos (1931) y 8 cuentos de las cosas de Navidad (1931), completaba un proyecto editorial de CIAP para publicar cincuenta relatos de Antoniorrobles. Sin embargo, la desaparición de aquella editorial provocó un largo paréntesis de cuatro años en la edición de sus obras infantiles, precisamente cuando el autor atravesaba un momento de indudable madurez creadora. De tal forma, entre 1931 y 1935, el contacto con sus lectores más jóvenes fue posible gracias a las páginas dedicadas a los lectores infantiles en la revista Crónica y en Gente Menuda, suplemento infantil de la revista Blanco y Negro.
En 1932 publica una de sus novelas para adultos que ha merecido mejores críticas, Torerito soberbio, donde incluía como prólogo su propia autobiografía, y al año siguiente, una nueva edición o reescritura de El muerto y su adulterio, subtitulada ahora como «Novela humorística».
También aquel año consigue un premio en el Concurso Nacional de Libros Infantiles(3), por Hermanos Monigotes, que no vería la luz como libro publicado hasta tres años más tarde(4). En su prólogo, el novelista Ramón Pérez de Ayala saludaba a su autor como «el hermeneuta de las leyes genuinas: las naturales, y el centro de la mejor sociedad: la de los niños. El primer escritor infantil, incluso en el sentido de el único».
Cuatro obras infantiles más aumentaron en 1935 ese reconocimiento hacia Antoniorrobles como escritor dedicado a la infancia. Por un lado, Nuevos cuentos de Mickey Mouse y Los pingüinos, sendas adaptaciones de creaciones originales de Walt Disney. De otro, Mis diez compañeros y Rompetacones o la doble vuelta al mundo, con las que Antoniorrobles volvía a sus caminos habituales, acentuando la que habría de ser después una de sus preocupaciones fundamentales en los años posteriores a 1939: la utilización de sus cuentos en las actividades propias de la escuela primaria.
En el mes de julio de 1936 aparecía Rompetacones y Azulita: 8 cuentos infantiles de la A a la H, historias originales con un propósito similar al que había animado sus 26 cuentos infantiles en orden alfabético.
Alineado de modo inequívoco con la defensa de la II República Española, Antoniorrobles contribuyó con otros artistas e intelectuales a potenciar la labor cultural acometida entonces como un medio más para la lucha contra el fascismo y donde se concedió especial importancia a la atención hacia el niño. Junto a Piti Bartolozzi -hija y colaboradora del creador del Pinocho español- trabajó en el proyecto de una revista que, con el título de Sidrín, sólo llegó a contar con un número cero, publicado en Valencia, convertida entonces en capital de la República.
Además, en la colección «Cuentos Estrella» -publicada por la editorial Estrella- publicó diversos títulos de declarada intención propagandística: Un niño en cierta guerra, con tigres labró la tierra, Palomitas de Botón, de paz y de guerra son, El poderoso influyente y los tres magos de Oriente, Automóviles audaces que de morir son capaces y Llevan a la luna un día, hasta la Comisaría. Esa clara labor propagandística de Robles se completó con otras dos colecciones infantiles. La primera, una serie de cuentos clásicos -Caperucita Roja, El gato con botas, Pulgarcito, Alí Babá y los cuarenta ladrones, Cenicienta, El patito feo, Los músicos de Bremen (Los músicos improvisados)-, trasladados de época por Antoniorrobles para adaptarlos a un inequívoco mensaje ideológico(5). Y la segunda, unos relatos protagonizados por Sidrín, un colegial madrileño, simpático y antifascista decidido: Don Nubarrón en los refugios, Don Nubarrón en las colas, Don Nubarrón y el saco de oro, Don Nubarrón y su colilla, Don Nubarrón y su acordeón y Don Nubarrón y su tinajón, donde se avisaba a los pequeños lectores de los comportamientos antidemocráticos e insolidarios para aquellos momentos, representados en esa figura de Don Nubarrón(6).
Tras la derrota militar de la II República, Antoniorrobles y su esposa, Angelines García Palencia, atraviesan la frontera francesa. En Burdeos consiguen el visado para el viaje hasta México(7). Así se abría un período más en la vida y en la obra de Antoniorrobles.
Aquellos años mexicanos fueron bien fructíferos, tanto en su vida personal(8), como en su labor periodística y literaria. Recién llegado a aquel país, colaboró con la Secretaría de Educación Pública impartiendo un cursillo de Literatura Infantil, dirigido a maestros de enseñanza primaria. Después, la creación de una Cátedra de Literatura Infantil en la Escuela Nacional de Maestros, de México D. F., permitió a Antoniorrobles continuar esta labor de formación de educadores(9). De esa forma, supo adaptarse bien a la realidad social y cultural de aquel país, como demostró en sus frecuentes colaboraciones para la prensa mexicana, en especial para el diario Excélsior. Por otra parte, su personalidad y su carácter sin dobleces le granjearon la amistad de escritores como Alfonso Reyes, Agustín Yáñez y Pablo Neruda; de pintores como Diego Rivera, Roberto Montenegro y Arturo Souto, y de artistas tan diversos como Agustín Lara, Jorge Negrete o Mario Moreno «Cantinflas».
Nada más llegar a México, y en colaboración con Giménez Siles y su Editorial Estrella, había publicado veinte volúmenes con sus Aleluyas de Rompetacones (1939), cien narraciones que mantenían todo el carácter de sus cuentos publicados en España y cuyo personaje principal volvería a aparecer en su obra más importante de este período: Rompetacones y cien cuentos más (1962). Entre una edición y otra, hubo también una labor en la radio, donde Antonio relataba sus propias historias ante el micrófono, además de publicar el Teatro de Chapulín (Comedia para la radio) y títulos como Un gorrión en la casa de las fieras (1942), Albéniz, genio de Iberia (1953), Granados (1954), 8 estrellas y 8 cenzontles (1954), Las Mil y Una Noches (1957), Cuentos para la escuela primaria (1958) y La bruja Doña Paz (1964)(10).
Su obra literaria dedicada a los lectores adultos tuvo también importante continuidad durante esta etapa mexicana con dos novelas -El refugiado Centauro Flores (1944) y El violín de Don Matías (1969)-, otros ensayos dedicados a los docentes -¿Se comió el lobo a Caperucita? (1942), De literatura infantil (1942)-, un libro de estampas literarias -La fauna se columpia (1961)-, una selección de sus «Columpios» publicados en el diario mexicano Excélsior, bajo el título de ¡Zig Zás! (1961) y una comedia, El toro a escena (1965).
La fuerte añoranza de sus lugares más queridos, y nunca olvidados, unida a una salud ya quebrantada, movió al matrimonio Robles a pensar en el regreso a España. Por fin, en 1972, el ansiado reencuentro con El Escorial de sus añorados recuerdos, que inspiran dos obras de carácter autobiográfico: Yo (Notas de vanidad ingeniosa) (1973) y Los escalones de una vida (1981).
Antonio deseaba también reencontrarse con los lectores infantiles, con los niños españoles que no habían tenido aún ocasión de conocer sus relatos. Poco a poco, consiguió ver editados algunos títulos originales -Un poeta con dos ruedas (1973), Las tareas del ángel Gurriato (1974)-, aunque sus primeras obras, auténticos clásicos actuales de la literatura infantil española, seguían olvidadas. La aparición de Hermanos Monigotes (1977), en una edición de bolsillo, marcó el inicio de una más justa valoración y conocimiento de las obras de Antonio.
En 1978 es objeto de un homenaje organizado por el Centro Nacional de Iniciación del Niño y el Adolescente al Teatro, bajo la dirección de José María Morera y cuyos textos vieron la luz con el título de Mil de hoy, de mil novecientos hoy (1980).
Después vendrían las reediciones de sus primeros títulos, las antologías -Cuentos de las cosas que hablan (1981)- y las recopilaciones de sus cuentos publicados en las revistas de los años treinta: Cuentos de «El Perro, el Ratón y el Gato» (1983) y El señor que se comió un mundo (1985).
Una enfermedad, de apariencia leve, terminó con su ya frágil existencia una fría mañana de enero, en su casa de San Lorenzo de El Escorial, el día 23 del año de 1983.
1. Aquel primer cuento fue el titulado «La gran mariposa» (núm. 5, 22 de marzo 1925).
2. Ambos hechos fueron posibles por la política editorial desarrollada por la Compañía Iberoamericana de Publicaciones (CIAP), que, entre 1927 y 1931, intentó revolucionar las estructuras comerciales de la España de aquella época. Los relatos infantiles de Antoniorrobles aparecieron en las revistas controladas por esta empresa, Cosmópolis, y la citada El Perro, el Ratón y el Gato, de corta vida por otra parte, dado el estrepitoso hundimiento económico de CIAP.
3. Aquel Concurso Nacional de Literatura había sido convocado por primera vez en 1928 para la promoción de obras originales destinadas a la lectura en las escuelas. El jurado de esa convocatoria de 1932 estuvo integrado por María Goyri de Menéndez Pidal, como presidenta, y por María Zambrano y Fernando Sainz, como vocales, y las deliberaciones tuvieron lugar el 28 de diciembre de 1932. El acta correspondiente expone un hecho curioso con la obra presentada por Antonio Robles, bajo el lema «Angelines». El jurado, por unanimidad, propuso reducir la cuantía del primer premio, estipulado en cinco mil pesetas, a cuatro mil pesetas, para, con las mil restantes, poder dotar una recompensa a favor de la obra de Antoniorrobles.
4. Los relatos incluidos en esa obra premiada aparecieron en Crónica y en Gente Menuda, despojados del breve hilo argumental -el padrino que relata las historias a sus ahijados, Botón Rompetacones y Azulita-, que recuperaría para la edición publicada en 1935 por la editorial Juventud.
5. El último de los citados, Los músicos improvisados, es una versión del relato de los hermanos Grimm, donde el perro tiene como amo a «un coronel de grandes bigotes y grandes medallas, que mandaba fusilar a los trabajadores cuando pedían trabajo...»; el asno pertenece a un labrador rico, mientras el gato, a una marquesa, «gente con el corazón de piedra»...
6. A Sidrín le acompañaba el perro «Trimotor», evadido del campo enemigo, donde decía que «los fascistas extranjeros se llevaban hasta los huesos». Y como antagonista, Antoniorrobles presentaba a «Don Nubarrón»: «...un hombre gordo y bigotudo, que comía buenas chuletas, fumaba buenos puros y gastaba bastón de bola./ Era un fascistón terrible; lo que él quería era que la clase trabajadora siguiera siempre trabajando en favor de los ricos.»
7. El Consulado de México en Burdeos le facilitó el visado necesario para el viaje hacia el exilio, gracias a una amistad personal anterior con Mauricio Fresco, diplomático mexicano, quien cuenta con detalles ese episodio entre la labor desarrollada entonces por el Cuerpo Diplomático mexicano en aquellos días trágicos para los españoles (La emigración republicana española. Una victoria de México. México: Editores Asociados, 1950).
8. En esas ricas vivencias personales en México, destacaron las fuertes relaciones de amistad con otros españoles transterrados: Manuel Andújar, Antonio Espina, León Felipe, Salvador Bartolozzi, Magda Donato... Círculo de amigos ampliado con los escritores mexicanos Agustín Yáñez y Alfonso Reyes, o el chileno Pablo Neruda.
9. Una serie de conferencias pronunciadas en octubre de 1941, en el Teatro Bellas Artes, de México D. F., fueron publicadas al año siguiente, con el título de ¿Se comió el lobo a Caperucita?, obra ya imprescindible para entender el personal concepto de Antoniorrobles al plantearse las creaciones dirigidas a los niños.
10. Compuesta con el pie forzado de su presentación a un concurso convocado por el Comité Anglo-Americano de las Naciones Unidas, era una defensa un tanto ingenua de la paz entre los pueblos, bien lejos de sus anteriores cuentos publicados en los años treinta con el mismo tema. Sin embargo, Antoniorrobles mostraba, en sus últimos años, una especial predilección por esta narración.