Considerado el más emblemático representante de los conflictos del artista frente a la sociedad burguesa del Fin de Siglo, José Asunción Silva es también ejemplo paradigmático de la crisis espiritual que acompaña la transición del siglo XIX al XX, y de una generación intelectual y artística que llevó inscrita en el centro mismo de su dimensión existencial la marca ambigua de 'lo moderno' y su pluralidad de incitaciones.
Yo no quiero decir sino sugerir, y para que la sugestión se produzca es preciso que el lector sea un artista. En imaginaciones desprovistas de facultades de ese orden, ¿qué efecto producirá la obra de arte? Ninguno. La mitad de ella está en el verso, en la estatua, en el cuadro, la otra en el cerebro del que oye, ve o sueña. Golpea con los dedos esa mesa: es claro que sólo sonarán unos golpes; pásalos por las teclas de marfil y producirán una sinfonía. Y el público es casi siempre mesa y no piano...
José Asunción Silva
(De sobremesa, 1896)