21
La «niebla de los accidentes»
, en la que
se oculta el Dios del Antiguo Testamento, impide al hombre concebir
a Dios como creador del mundo. Pero ya una generación antes,
Francis Bacon había interpretado la niebla de los accidentes
de modo completamente contrario, o sea como invitación a
deshacerla. También, en el caso de Bacon, el rey
Salomón adopta un papel importante, incluso revolucionario
en comparación con las alegorías tradicionales de
Gracián. No solamente le da a la orden, que rige el estado
utópico de Nova Atlantis, el nombre
(«Salomon's House»), sino
que hace al rey Salomón, en su obra Cogitata et visa de 1607,
testigo de cargo de su utopia científica, que tiene como
finalidad el descubrimiento de los misterios de la naturaleza:
«Rursus in Scripturis
Sacris notabat, Salomonem Regem, cum imperio, auro magnificentia
operum, satellitio, famulitio, servorum et famulorum pulcherrima
descriptione et ordine, classe insuper, nominis claritudine, et
summa hominum admiratione floreret, nil horum tamen sibi gloriae
duxisse, verum ita pronuntiasse: "gloriam Dei esse rem celare,
gloriam Regis autem rem invenire:" non aliter ac si divina natura
innocenti et benevolo puerorum ludo delectaretur, qui ideo se
abscondunt ut inveniantur, ac animam humanam sibi collusorem in hoc
ludo, pro sua in homines indulgentia et bonitate optaverit. Atque
hanc inveniendi gloriam eam esse, quae humanam naturam nobilitet,
nec interim cuiquam mortalium molesta sit (ut civilia esse solent),
nec conscientiam in aliquo remoretur aut mordeat, sed omnino
meritum et beneficium sine alieujus pernicie, injuria, aut
tristitia, deferat. Lucis enim naturam puram et absque maleficio
esse; usum ejus pervertí, ipsam non
pollui.»
(BACON, 1828, vol. X: 491; véase también
Novum Organum
[1620], ib.,
vol. IX, I: 129).
22
En cuanto a la oposición «querubín - serafín» véase GREEN, 1953: 219, nota 1.
23
Sin embargo, ya
los confidentes más íntimos del fundador de la orden,
Francisco de Borja y Jerónimo Nadal, no se atienen a las
intenciones del santo, dejando atrás la imagen, que
puramente refleja la realidad. Ya en 1562, Borja recomienda en sus
Meditaciones para todas las dominicas y ferias del
año valerse de las imágenes alegóricas:
«Para hallar mayor facilidad en la
meditación se pone una imagen que represente el misterio
evangélico, y así antes de comenzar la
meditación, mirará la imagen y particularmente
advertirá lo que en ella hay que advertir, para considerarlo
en la meditación mejor y para sacar mayor provecho de ella;
porque el oficio que hace la imagen es como dar guisado al manjar
que se da de comer, de manera que no queda sino comerlo»
(Ib., p.
9.ª, citado según Orozco 1977: 38, nota 11). En 1593,
Nadal, el autor de Adnotationes et Meditationes in Evangelio, publica
a continuación de éstas una obra de tamaño
grande, las Evangelicae Historiae Imagines, que contienen
escenas ilustradas recomendadas para la meditación, «con grandes láminas, tamaño
folio, con composiciones pluritemáticas, al pie de las
cuales quedan señaladas con letras los distintos puntos a
meditar en torno a cada una de las correspondientes escenas
representadas»
(OROZCO, 1977: Ib.).
24
Cit. por Assunto (1963: 150). Cf. PANOFSKY (1970).
25
En cuanto al
«peligro de la vida»
véase GUARDIOLA ALCOVER, 1980: 145.
26
Véase GUARDIOLA ALCOVER, 1980: 144.
27
«Hanse de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y los divinos como si no hubiese humanos. Regla de gran maestro; no hay que añadir comento». |
28
Scripta de Sancto Ignatio (MATRITII, 1904, I: 466 p.); citado por Stinglhamber (1954, 201). Véase también Loyola (1963, 934; Carta a Francisco de Borja del 17 de septiembre de 1555).
29
En una
colección de cartas escogidas del fundador de la orden, Hugo
Rahner escribe sobre Ignacio de Loyola: «En una época, en la que los ideales
medievales habían perdido su vigor, y los ideales modernos
no habían madurado todavía, Ignacio de Loyola
parecía representar dos épocas a la vez,
adelantándose ala una y dándole por última vez
vida ala otra»
(LOYOLA, 1956: 217).
30
Podríase
interpretar la forma de la exégesis de Gracián
precisamente como un último intento de volver a justificar
la necesidad del comentario frente a la crítica, que
comenzaba a predominar, tal como se presenta la oposición de
«commentaire»
y
«critique»
, postulado
por Michel Foucault para esta época (véase FOUCAULT,
1966: I, 4, i). Además aparece obvio, que el concepto de
legitimación de Gracián a la fuerza tiene que
contrastar con la interpretación de Hans Blumenberg de una
«legitimidad de la edad
moderna»
(BLUMENBERG, 1973-76).