Introducción al Corpus del proyecto de investigación
La literatura africana en español
M’bare N’gom Faye
Morgan State University
La literatura africana de expresión castellana se articula en torno a dos grandes ejes de producción correspondientes a espacios geográficos políticos nacionales y/o transnacionales, según el caso. El primero incluiría la literatura de Guinea Ecuatorial escrita en lengua castellana, y el segundo, la literatura saharaui en castellano. A estos dos grandes polos se podrían añadir tres ejes menores: la literatura marroquí en castellano, la literatura camerunesa de expresión castellana, y un tercer eje de producción caracterizado por la dispersión, la heterogeneidad y la polivalencia debido a la diversidad cultural y geográfica de sus autores, pero todo ello homogeneizado en el uso de un instrumento lingüístico común: el castellano. Se trata de la literatura africana en castellano producida por autores procedentes de países no hispanófonos.
Es a partir de los años noventa del siglo XX, cuando los estudiosos empiezan a prestarle una tímida atención crítica y teórica a la literatura africana de expresión castellana, pero ésta se limitaba única y exclusivamente a la literatura de Guinea Ecuatorial en lengua castellana. Además, la producción literaria de Guinea Ecuatorial era la única que se podía identificar como literatura «nacional», por tener modos de producción cultural, aunque no un espacio de consumo, que corresponden a un marco geográfico con soberanía nacional e internacional. Tanto la «literatura hispanomarroquí» como la «literatura hispanocamerunesa» e incluso la «hispanosaharaui», se dan desde el marco de lo que denominaremos una «parcialidad territorial». En Camerún y en Marruecos, el espacio de producción y, hasta cierto punto, de consumo, de esa literatura en lengua castellana está localizado, es decir, se limita a espacios muy específicos, sea académico en el caso de Camerún, o geográfico-académico en Marruecos, con lo cual, muy difícilmente podrían entrar en la categoría de «literatura nacional». Y lo que más, compite en condiciones desfavorables con otras producciones culturales que tienen mayor tradición y raigambre. En ambos países tiene la categoría de literatura menor en todos los sentidos. Por un lado, es una literatura que se expresa en un lengua minoritaria, el castellano, hablado por un número reducido de ciudadanos en países que tienen lenguas oficiales/nacionales establecidas como el francés y el árabe, en el caso de Marruecos, o el francés, el inglés y las lenguas nacionales en Camerún. En cuanto a la literatura saharaui en castellano, se desenvuelve en un espacio de producción desterritorializado y mediado por la transterritorialidad; es «itinerante» y dispersa, por no decir, «reventada».
La mayoría de los estudios sobre la literatura africana en castellano que se han publicado hasta la actualidad se han centrado en la producción literaria de Guinea Ecuatorial: Diálogos con Guinea (1996), de M’bare N’gom Faye, que intenta delimitar el marco de producción de la literatura guineoecuatoriana a partir de una aproximación generacional y cronológica mientras que Literatura de Guinea Ecuatorial, Antología (2000), de Donato Ndongo-Bidyogo y M’bare N’gom Faye procura crear un corpus literario que «busca» un espacio de lectura y, cómo no, contribuir al establecimiento de una tradición crítica. Dentro de este orden de ideas, la publicación de los números monográficos de Afro-Hispanic Review (2000), Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies (2004), Afro-Hispanic Review (2009), y de la colección de estudios críticos La recuperación de la memoria: creación cultural e identidad en la literatura hispano-negroafricana (2004), de M’bare N’gom Faye, De Guinea Ecuatorial a las literaturas hispanoafricanas (2010), de Wilfrid Miampika y Patricia Arroyo, así como los estudios de Josephe Désiré Otabela, Literatura rebelde desde el exilio (2010) y Autores guineanos y expresión literaria (2010), de José Siale Djangany, se enmarcan dentro del proceso de construcción y consolidación de una tradición historiográfíca literaria guineoecuatoriana.
En los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, más tarde llamada la Guinea Española, las circunstancias geopolíticas y lingüísticas del territorio «enclavado» en una zona mayormente francófona, y anglófona en menor medida, contribuyeron en parte a su aislamiento y, por ende, al desconocimiento de esa literatura en el resto del continente. La singularidad lingüística de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea quedó más acentuada por la falta de intercambios políticos y culturales y de traducciones al castellano de obras literarias o de otra índole publicadas por autores o pensadores africanos en otros lugares del continente en las otras lenguas europeas (francés, inglés o portugués). La situación geopolítica y lingüística de la colonia española forma parte de los obstáculos que contribuyeron a restringir los intercambios culturales con los otros territorios colonizados de la subregión y del resto de África, situación que continuó incluso bastante tiempo después de la «primera independencia» (Gilbert Wasserman).
Si bien la celebración de los congresos internacionales de escritores y artistas negros, como el Primer CongresoInternacional de los Escritores y Artistas Negros en París en 1956, el de Tashkent (en la entonces Unión Soviética), de 1958, o el de Roma en 1959, coinciden con el recrudecimiento del movimiento nacionalista en el territorio de la Guinea Española, ningún escritor o artista guineano participó en esos acontecimientos culturales que tenían una fuerte orientación nacionalista. Se ha discutido con amplitud la relación coyuntural que existió en los territorios africanos colonizados por Francia, Inglaterra o Portugal, entre la literatura y el movimiento nacionalista para la reivindicación de la soberanía política durante la época colonial.
En la Guinea Española ese no fue el caso. No se puede afirmar que hubiera una literatura vehementemente anticolonial durante la época colonial. Si existió no tuvo el mismo vigor ni alcance e impacto que tuvo en los territorios africanos bajo dominio francés, inglés o portugués. Durante la situación colonial, la prensa, colonial o nacionalista, desempeñó un papel importante en la difusión de los primeros escritos de los colonizados en la lengua del colonizador, ya sea en francés, inglés, español o portugués. Y asimismo favoreció el nacimiento de la literatura africana escrita en lenguas transcontinentales europeas. En la Guinea Española, la revista misional La Guinea Española fue la primera plataforma de difusión de los primeros textos que iban a conformar la literatura africana de expresión castellana. Órgano de los misioneros del Inmaculado Corazón de María en el Seminario de Banapá en la entonces isla de Fernando Poo, el primer número de La Guinea Española sale a la calle en 1903. La revista recoge y publica los primeros textos escritos por guineanos en lengua castellana. En su entrega del 10 de enero de 1944, la revista abre sus páginas a los que identifica como plumas coloniales al organizar un certamen literario. Entre esas plumas no figuraba la firma de ningún nativo. En 1947, la revista amplía su oferta cultural al crear una nueva sección, «Historias y Cuentos» abierta a los nativos a quienes se invita a enviar colaboraciones. La invitación, además de excluir a la mayoría de la población, tampoco contemplaba la participación de las mujeres. Por lo tanto, hay una notable ausencia de plumas femeninas en ese período temprano de la literatura africana de expresión castellana. La marginación de la mujer del proyecto colonial junto con su situación periférica en los espacios públicos de transacción de la sociedad tradicional guineana, siendo la excepción los bubis, tendría un impacto significativo en la ausencia/presencia de la mujer en el ámbito literario tanto durante la colonia como en la post-independencia en Guinea Ecuatorial. La iniciativa tuvo una buena acogida porque la revista recibió muchos manuscritos de los cuales publicó 23 narraciones entre los números 1236 y 1259.
Los «autores» guineanos de la primera hora que escriben en castellano no podían ser considerados como tales porque no eran creadores culturales. Actuaban más bien como «intermediarios culturales» entre el grupo étnico al que pertenecían y cuyos textos recogían, transcribían y reproducían por medio de la traducción al castellano, y el público de la colonia y de la península en última instancia. Según se iba conformando esa «literatura africana en lengua castellana», los intermediarios empezaron a manipular los textos originales dándoles un sello cada vez más personal. En este sentido, se puede afirmar que el discurso colonial aunque sin proponérselo, sembró los gérmenes de lo que iba a ser la literatura guineoecuatoriana escrita en lengua castellana. El rasgo principal de ese texto guineano y africano que iba conformándose se caracterizaba por la incorporación de elementos distintivos a nivel temático, estilístico y estructural que se inspiraban profusamente en la tradición oral tanto en la estructura, el estilo y la temática. Sus constantes más destacadas eran la descripción sostenida de los ritos, las costumbres, las tradiciones, los mitos y las leyendas de los grupos étnicos a los que pertenecían los «autores». Es un proyecto discursivo que se apoya mayormente en la narración breve como plataforma de expresión, mientras que géneros como la novela y la poesía, por razones obvias, estaban notablemente ausentes de ese corpus. En este sentido, es preciso señalar que la temática de esa literatura emergente se enmarca dentro del proceso de recuperación y de reescritura de la memoria histórica y cultural guineana como se puede apreciar en los textos de autores como Rafael María Nze, Constantino Ocháa, Esteban Bualo Bokamba, José Esono, Francisco Obiang, Marcelo Asistencia Ndong Mba y en la primera novela escrita en lengua castellana por un africano en África: Cuando los combes luchaban (novela de costumbres de la Guinea Española) (1953), de Leoncio Evita Enoy. Según observa el propio autor, Cuando los combes luchaban es «una novela etnológica de las costumbres de la tribu combe». El tema principal de la novela es la descripción detallada de las costumbres y de los rituales del grupo étnico combe. En este sentido, la novela de Evita sigue la tradición literaria que ha caracterizado la novela africana de la primera hora escrita en lenguas europeas. En 1962, Daniel Jones Mathama, un fernandino emancipado, publica en Barcelona, Una lanza por el boabí. A diferencia de Leoncio Evita, Jones Mathama vivía en España cuando publicó su novela. Jones Mathama defiende la situación colonial y hace una apología de la colonización española que ve como la única salida hacia la modernidad.
En los años 60 del siglo XX, una nueva generación de escritores nativos hace su aparición en el escenario literario en la Guinea Española. Introducen un género literario hasta entonces ausente de esa literatura emergente: la poesía. Casi todos los textos de ese período aparecen en revistas y periódicos coloniales de la época, Ébano, Poto-Poto, Bantú, La Guinea Española y Guinea Ecuatorial, lo cual indica el papel importante desempeñado por la prensa, colonial o nacionalista, en impulsar la emergencia de la literatura africana en lenguas transcontinentales.
Guinea Ecuatorial accede a la soberanía política e internacional el 12 de octubre de 1968, casi diez años después que la mayoría de los países africanos. Pocos meses después de su investidura a la jefatura del estado, Francisco Macías Nguema, el presidente electo, denunció un supuesto golpe de estado y, aprovechando la oportunidad, suspendió todas las garantías constitucionales y instauró un régimen autoritario y «etnocrático» o nguemismo.
El nguemismo intentó instaurar una visión única de la cultura nacional, así como un discurso monoglósico y un monólogo político. Dadas esas circunstancias, la transterritorialidad se convirtió en espacio de resistencia y de articulación de un discurso alternativo al del nguemismo. Desde el exilio, la «Guinea de la diáspora», en palabras de Edmundo Sepa Bonaba, ofreció voces y miradas alternativas al trauma histórico, social y cultural que vivía Guinea Ecuatorial. La Guinea de la diáspora convirtió la transterritorialidad en espacio de resistencia y de denuncia a partir de la cual cuestionó la visión cultural monolítica del nguemismo. La poesía fue el instrumento de expresión principal del discurso de resistencia cultural que se articulaba en torno a tres ejes temáticos: primero está la tematización de lo que Juan Balboa Boneke llama «orfandad de tierra» que se expresa en evocaciones nostálgicas de Guinea Ecuatorial como un espacio remoto y prohibido, pero idealizado a través de la descripción de espacios naturales otrora cotidianos. El discurso de resistencia cultural procede de la tematización del exilio como experiencia solitaria, alienante, dolorosa y traumática. El exilio aparece como un angustioso desarraigo geográfico, económico y cultural, marcado, en muchos casos, por la falta de comunicación interpersonal y la crisis de identidad como lo expresa Juan Balboa Boneke en su ensayo ¿Dónde estás Guinea? (1978). La agresión al cuerpo guineano, su mutilación y destrucción sistemática representa otra constante de ese discurso de denuncia. En poemas como «Epitafio» (1984), de Donato Ndongo-Bidyogo, «Vencedores y vencidos» (1982), de Juan Balboa Boneke, «Libertas» (1984), de Constantino Ocha’a Nve y «A un joven fusilado en Santa Isabel» (1984), de Anacleto Oló Mibuy la violencia indiscriminada contra el ciudadano guineano es tema y elemento discursivo recurrente.
Durante la dictadura nguemista se publican dos textos fundamentales, pero poco conocidos y estudiados: una colección de relatos cortos, Nueva narrativa guineana (1977), y un poemario Poetas guineanos en el exilio (1977), «con el fin de recaudar fondos para uno de los movimientos políticos antimaciísta», según afirma Donato Ndongo-Bidyogo.
El tres de agosto de 1979, el llamado «golpe de libertad» puso fin a la dictadura de Francisco Macías Nguema. El advenimiento de la Segunda República en Guinea Ecuatorial coincide con el proceso de transición democrático en España. Se inicia un renacimiento cultural que beneficia a la vida cultural de Guinea Ecuatorial. Los primeros textos literarios del posnguemismo empiezan a aparecer a principios de los años 80 del siglo XX. Y ese proceso se da en dos espacios territoriales discontinuos: Guinea Ecuatorial y España.
En Guinea Ecuatorial, la fundación del Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo a principios de los años 80 reactiva la vida cultural a través de la publicación de dos órganos culturales: África 2000 y El Patio, la fundación de una editorial y la organización de un gran número de actividades culturales en el Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo. El Centro Cultural desempeñó un papel crítico en la promoción y difusión de la literatura guineana escrita en castellano tanto en Guinea Ecuatorial, como fuera del país. Sin embargo, la gran ausente de ese período temprano de efervescencia cultural fue la producción literaria escrita por mujeres, siendo la excepción Maria Nsue Angüe.
El otro espacio de producción es transterritorial, se sitúa en España, y está marcado por la heterogeneidad desde el punto de vista editorial. La gran mayoría de las casas editoriales que vehiculan esa literatura son marginales y poco conocidas. Sin embargo, han conseguido, dentro de sus limitaciones, abrir un circuito de distribución aceptable. Este es el contexto dentro del cual se enmarca la publicación, a principios de los años 80, de la obra de autores como Juan Balboa Boneke con los poemarios: O’Boriba (El exiliado) (1982) y Susurros y pensamientos comentados: Desde mi vidriera (1983) donde el autor recoge la larga experiencia del exilio; y Antología de la literatura guineana (1984), de Donato Ndongo-Bidyogo, un libro que marca un hito insoslayable para cualquier estudioso de la literatura hispanoafricana, ya que representa el primer esfuerzo sostenido y sistemático de recogida de la producción cultural guineana desde la época colonial hasta la independencia. Para el crítico congoleño Wilfrid Miampika Moundele, la publicación de esta antología significa el nacimiento de una «literatura posible», al poner la primera piedra de lo que Donato Ndongo Bidyogo llama una «literatura emergente».
A partir de la década de los noventa del siglo XX, surgen nuevas voces tanto en Guinea Ecuatorial como en el extranjero, es la generación-relevo, que escribe desde diferentes espacios geográficos, España, Francia y Estados Unidos. En poesía, los escritores de esta generación hacen incursiones en nuevas sendas líricas al tiempo que exploran con sofisticación, atrevimiento y, cómo no, riesgo, las distintas posibilidades del lenguaje poético, llegando hasta límites imposibles como lo ilustran los textos de Justo Bolekia Boleká, Gerardo Behori Sipi, Carlos Nsue Otong, Jerónimo Rope, Juan Tomás Ávila Laurel o Juan M. Davies, poeta y narrador, radicado en Estados Unidos desde hace varios años.
El final de la década de los años 90 del siglo XX fue uno de los períodos más prolíficos de la literatura de Guinea Ecuatorial. Se publican una gran variedad de obras que revelan el vigor de una literatura que avanza hacia la madurez, si es que no la ha alcanzado ya. Los poemarios Löbëla (1999), de Justo Bolekia Boleká, primera incursión de este profesor universitario e investigador en el terreno de la literatura, seguido de Memorias de laberinto (1999), de Francisco Zamora Segorbe, son un claro ejemplo de ese dinamismo cultural. Durante ese mismo período Juan Tomás Ávila Laurel publica la novela corta La Carga (1999).
La década del 2000 está marcada por una producción literaria sostenida y de gran calidad se abre con la publicación de Cenizas de Kalabó y Termes (2000), la primera novela de José Siale Djangany, un texto con fuertes matices autobiográficos, seguido de su segunda entrega, La revuelta de los disfraces (2004), una colección de tres narraciones cortas, y más recientemente, Autorretrato de un infiel (2007). En el 2002, Juan Tomás Ávila Laurel entrega la novela corta Nadie tiene buena fama en este país. También dentro ese marco dinámico se sitúan las novelas Más allá del deber (2005) y El hospital de la muerte (2007), de José Eneme Oyono; Nostalgia de un emigrante (2004), de Inocencio Engon, las narraciones Cuentos africanos (2005), de Remei Sipi Mayo, los relatos infantiles La guerra de Hormelef (2005) y el poemario Abiono (2004), ambos de Juan M. Davies, la novela corta Nambula (2006), de Maximiliano Nkogo, El Porteador de Marlow. Canción Negra sin color (2007), de César Mba Abogo, una colección de relatos cortos y poemas, Desde el Viyil y otras crónicas (2008)y Conspiración en el green. El informe Abayak (2009), ambos de Francisco Zamora Loboch. Conspiración en el green es la primera incursión de ese autor en el terreno de la novelística, Y por último, mencionar a una joven y nueva pluma, Nánãy Menemôl Lêdjam con Búdjigêl (2008), o a un veterano poeta Carlos Nsue Otong, con Balbuceos y otros poemas (2008), entre muchos otros. Recaredo Silebo Boturu, por su parte, inaugura una nueva tradición con el teatro, con Luz en la noche (2010). El teatro es un género que si bien han tenido una presencia esporádica en las letras guineoecuatorianas, no había conseguido despuntar desde un punto de vista editorial.
El marco de producción de la literatura africana escrita en castellano se ha ampliado. Ya no se limita única y exclusivamente a los escritores guineoecuatorianos. Han surgido tres «nuevos» grupos de creadores africanos que no sólo han contribuido al enriquecimiento del campo de la literatura africana en castellano, sino que obligan a los estudiosos a replantear, si no todos, al menos, algunos de los parámetros teóricos y críticos de los que se han valido hasta ahora en sus aproximaciones a la literatura africana de expresión castellana. La experiencia de estos autores está mediada por la desterritorialización y la transterritorialidad. Es el caso de los africanos «no-hispánicos» radicados en España por las vicisitudes de la vida o que viven en el continente africano. Esos autores africanos escriben en español, pero no son de Guinea Ecuatorial. Proceden de distintas realidades lingüísticas, culturales, socio-económicas e históricas, pero sus experiencias se intersectan en el uso de una lengua común, ajena y adoptada: el castellano. Dentro de este contexto, podemos mencionar al camerunés Robert Marie Johlio autor de la novela corta El esqueleto de un gigante (1999), que presenta el mundo tradicional de su tierra natal. Johlio no vive en España, sino en Camerún donde ejerce las funciones de inspector de enseñanza de lengua española. Inongo Vi-Makomé, también camerunés, es un novelista, ensayista y narrador radicado en Barcelona desde hace muchos años. Autor prolífico, su obra se puede dividir en tres áreas expresivas: la novela, los relatos para niños y el ensayo. De su extensa bibliografía destacan las obras de ficción: Rebeldía (1997); los relatos infantiles Akono y Belinga, el muchacho negro que se transformó en blanco, (2ª edición, 1993), Bemama, cocos monstruos (1993), La boda del elefante (1993), Los cuatro amigos (1993), Singui y Etoli (1994), Danga y el tambor (2002). Vi-Makomé es el único escritor africano que escribe en castellano cuya obra ha sido traducida al euskera. También de Camerún es la narradora Céline Magnéché Ndé, con Cuentos (2005), Mbol Nang y Guy Merlin Nana Tadoum, por citar a otros, que viven en África. Agnès Agboton (Benín), es autora de Más allá del mar de arena (2005), Na Mitón. La mujer en los cuentos y leyendas africanas (2004) y Eté Utú (Cuentos de tradición oral) (2009), y De por qué en África las cosas son lo que son (2009). El poeta senegalés Sidi Seck publicó Voces de kora (1999) y Las sombras en pos del Tamarindo (2000); y Mahop Ma Mahop (Camerún), es autor de Monólogo de Adán (seguido de) La eternidad del relámpago (2009) y el poeta sudanés H. Hantar, Otros cielos (2008). Todos residen en España. A este grupo pertenecen los narradores y novelistas Abdel Hamid Beyuki, La transición en Marruecos (2000); Mohamed El Gheryb, Dormir al raso (1993), Ahmed Daoudi, El diablo de Yudis (1994), y Nouman Aouraghe dramaturgo, autor de Ardor. Todos estos creadores presentan en sus obras, de una forma u otra, la experiencia de la desterritorialización, de la búsqueda y renegociación de la identidad en la transterritorialidad.
Los autores marroquíes del norte de ese país constituyen el segundo de escritores africanos que se expresan en castellano. Entre ellos destacan autores como Mohamed Lahchiri, con Cuentos ceutíes (2004); Mo Toufali, con Gambri (1993) y Camilo (1993); Mohamed Chakor, Diván sufí y otros poemas (2005), entre otros. Estos autores escriben desde la perspectiva de la interacción o fricción cultural entre la hispanidad y la arabidad. Y por último, los escritores saharauis que escriben desde la desterritorialización del exilio. El grupo más destacado sería el denominado «Generación de la Amistad», cuyo modo de expresión privilegiado es principalmente la poesía. Destacan autores como Mohamed Sidati, con el poema «Sahara mío, te quiero» (2007); Limam Boicha, con su poemario Los versos de la madera (2004); Zahra El Hasnaui Ahmed, con el poema «Voces» (2006), y Ali Salem Iselmu, con su poemario La música del Siroco (2008).
La literatura africana de expresión castellana atraviesa por un momento de gran dinamismo creador. Sin embargo, es importante resaltar que Guinea Ecuatorial ya no es el marco de referencia exclusivo de esa literatura pese al papel fundacional desempeñado por los escritores de ese país. No cabe duda que Guinea Ecuatorial es, de momento, quizás la única producción cultural con una historiografía literaria claramente definida y estudiada. A ello se suma el hecho de que el marco de producción de la literatura africana en castellano es ahora polivalente y policéntrica, circunstancia que es muy importante tener en cuenta en cualquier aproximación crítica y teórica. Si bien esa literatura ha sido la gran ausente del debate crítico y teórico en torno a la literatura africana escrita en lenguas transcontinentales desde la época de la(s) independencia(s), es menester resaltar que una iniciativa como este nuevo portal de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes contribuirá, sin lugar a dudas, a visibilizarla aún más en los espacios editoriales, públicos y académicos, y, de ese modo, incorporarla a la comunidad de la literatura universal.
Obras consultadas
- Balboa Boneke, Juan (1982). O'Boriba (El exiliado). Mataró: Agrupación Hispana de Escritores.
- — (1987). Sueños en mi selva. Antología Poética. Malabo: Ediciones del Centro Cultural Hispano-Guineano (CCHG).
- — (1983). Susurros y Pensamientos comentados: Desde mi vidriera. Palma de Mallorca: Imprenta Política.
- — (1978). ¿Dónde estás Guinea? Palma de Mallorca: Imprenta Politécnica.
- Réda Bensmaïa (2002). «Territoires de la francophonie», Le Français à l’université. N.º 14 (4e sémestre, 2002), pág. 5.
- Bokesa Napo, Ciriaco (1987). Voces de espumas. Malabo: Ediciones del CCHG.
- — (1989). «Ekomo, toda una novela», Africa 2000. Números 10-11, pág. 96.
- Chevrier, Jacques (comp.) (1984). «Grands Ecrivains d’Afrique Noire et du Maghreb», Jeune Afrique PLUS, nº. 17 (mai 1984).
- Correspondencia particular con Donato Ndongo-Bidyogo. Malabo el 6 de junio de 1991.
- Deleuze, Gilles; Guattari, Félix (1975). Kafka : pour une littérature mineure. París: Éditions Minuit.
- Evita, Leoncio (1953). Cuando los combes luchaban (Novela de costumbres de la antigua Guinea española). Prólogo de Carlos González Echegaray. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
- — (1996). Cuando los combes luchaban (Novela de costumbres de la Antigua Guinea española). 2ª edición. Malabo/Madrid: Ediciones del Centro Cultural Hispano-Guineano.
- Guinea Española, La. Nº 1165 (10 de enero de 1944).
- —, nº. 1236 (10 de enero de 1947).
- Liniger-Goumaz, Max (1983). De la Guinée Equatoriale. Eléments pour le dossier de l'Afro-fascisme. Ginebra: Les Éditions du Temps.
- Mbomio Bacheng, Joaquín (1996). El párroco de Niefang. Malabo: Ediciones del CCHG.
- M. Djibril y Ch. Koume (1978). «Guinea Ecuatorial: El gulag africano», Mundo Negro. Año XIX, nº 204 (octubre de 1978), pág. 30-32.
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- —. Correspondencia epistolar con M’bare N’gom desde Malabo, Guinea Ecuatorial con fecha del 22 de Octubre de 1992.
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- N’gom Faye, M’bare (1996). Diálogos con Guinea. Panorama de la literatura guineoecuatoriana de expresión castellana a través de sus protagonistas. Madrid: Labrys 54.
- Oló Mibuy, Anacleto (1987). «Gritos de libertad y de esperanza II», Africa 2000. Nº 5, pág. 34.
- Pereyra, Verónica (1997). «Donato Ndongo: el grito del África profunda», Pueblos del Tercer Mundo. Nº 279 (noviembre de 1997).
- Sepa Bonaba, Edmundo (1990). «La Guinea de la Diáspora», Estudios Africanos. Nº. 8-9, pág. 21-32.
- VV.AA. (¿1977?). Nueva narrativa guineana. Madrid: U.R.G.E.