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Fernando Alonso

Cronología del proceso de creación de su obra literaria comentada por Fernando Alonso

Desde niño tuve una especial afición por escuchar historias. Mi madre y el rector del colegio de jesuitas de Durango, donde estudié, el P. Conrado Pérez Picón, eran grandes narradores de cuentos.

Ellos avivaron mi afición por escuchar historias y, más tarde, por narrarlas yo mismo.

Esta afición me llevó, sin duda, a convertirme en un buen lector. Y, de ser un buen lector, a intentar convertirme en escritor. Sólo era una cuestión de tiempo.

1958
  • Es el año en que escribí mi primer cuento, que fue publicado en La Voz de Castilla, un periódico de Burgos donde yo vivía entonces. El cuento se titulaba «Los gatos negros». El protagonista del cuento contempla, con amargura y desencanto, la sociedad en la que vive, que lo ha convertido en un outsider, un desplazado social. Un personaje inspirado en el pensamiento existencialista y también en la Generación Beat americana y en los Angry Young Men británicos, que yo leía por aquellos años.
    Ver publicado mi cuento, y mi nombre escrito en letras de molde, me produjo una sensación y una emoción sublimes.
    Por eso, sin duda, decidí entonces que quería ser escritor.
1959-1965
  • Para prepararme, escogí la carrera de Filología Románica, que estudié en la Universidad Complutense de Madrid, donde tuve la inmensa suerte de ser discípulo de Dámaso Alonso y de Rafael Lapesa.
    Entre los años 1959 y 1965 terminé mi licenciatura y los estudios de doctorado.
    En esos años yo seguí escribiendo cuentos y artículos, publicando en revistas universitarias y participando en la revista oral del Colegio Mayor, donde habíamos formado un grupo de personas, interesados por la literatura, entre los que estaban Juan Tébar, Miguel Ángel Toledano y Rafael Conte.
1964
  • Al terminar la licenciatura, en 1964, sentía una imperiosa necesidad de marcharme de España. Por eso, me presenté a una convocatoria de la UNESCO en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Después de una entrevista personal, en la que debieron de valorar el perfecto dominio del francés que tenía entonces, me seleccionaron, como profesor de literatura, para la Universidad de Leopoldville, en el Congo ex-belga.
    Al mes siguiente tuve mi primer contrato laboral y mi primera paga de la UNESCO.
    Varios meses más tarde, recibí un cable de la UNESCO en el que me comunicaban que no podía incorporarme a mi puesto de trabajo debido a la situación de inseguridad por la guerra civil que sufría el país.
    Cuando recibí aquel cable, contesté que insistía en incorporarme a mi puesto de trabajo.
    Deseaba vivir la experiencia, no sólo de conocer un país africano, sino de aquella guerra que era noticia de primera página en todos los periódicos.
    Ya me había puesto las vacunas para casi todas las enfermedades tropicales, cuando recibí la noticia de que me cancelaban el contrato. Debieron de pensar que yo era un loco temerario a quien la UNESCO no estaba dispuesta a acreditar.
    Al irse a pique mi proyecto de conocer el África profunda, que me había fascinado en el cine y la literatura, estudié la posibilidad de incorporarme a un lectorado de español en la Universidad de Bagdad, ciudad emblemática de mis sueños de Las Mil y una Noches.
    El problema era que debía esperar uno o dos años para incorporarme a mi destino en Bagdad.
    Ahora que contemplo en la distancia estas cosas, compruebo que no tenía mal ojo para escoger lugares tranquilos: El Congo, Bagdad... Años más tarde, pude comprobar que los pasillos de una empresa o de TVE pueden resultar más procelosos que las selvas africanas.
    Todo esto pudo haber cambiado la orientación de mi vida y mi obra literaria y nunca me habría encontrado con la Literatura Infantil y Juvenil.
1965
  • En julio de ese año acepté una oferta para formar parte del equipo fundador de la editorial Santillana, como responsable de los libros de lectura, en calidad de escritor y editor, y olvidé mis planes de ir a Bagdad.
1965–1967
  • Preparación de la serie de libros Sonata.
1968–1971
  • Preparación de la serie Senda, de la cual yo escribo los libros 1.º y 2 y asesoro literariamente el resto.
    En esa época también preparo la serie Saeta, que se publicaría en 1970, con ilustraciones de José Ramón Sánchez.
1968
  • Escribo Feral y las cigüeñas. Es mi primer contacto, como autor, con la Literatura para Niños y Jóvenes.
    En los años 60 la tendencia dominante era el realismo; un realismo que yo veía como costumbrista y moralizante. Los cuentos tradicionales y maravillosos se ponían en tela de juicio y muchos afirmaban que no eran buenos para los niños. Muchos consideraban que aquellas historias de duendes y hadas, brujas y ogros, resultaban perjudiciales para ellos.
    Yo no participaba de esa opinión; y por propia convicción, así como para reaccionar contra una especie de postura oficial, opté por la fantasía. Pero no una fantasía escapista; sino como forma de extrañamiento; como punto de vista para observar la realidad de una forma más original, que nos ofreciera algunas claves para poder transformarla.
    Escribí primero la historia de Feral y las cigüeñas; luego, El secreto del Lobo y, más tarde, la historia de un pescador que pierde su barca, lo que más quiere y necesita en este mundo.
    Esta tercera historia, que titulé El mar en las venas, la descarté en las primeras correcciones. Pensaba que estaba bien escrita y el argumento me parecía interesante; pero le faltaba credibilidad. El relato estaba ambientado en un pueblo marinero y yo, aún, no había vivido en ninguno. Por eso, guardé esa historia y escribí El genio de tercera clase para sustituirla.
    Presenté este libro al Premio Doncel y quedó finalista. Al parecer, hubo una discusión respecto a mi obra y la otra finalista; y al no llegar el jurado a ningún acuerdo, el premio fue declarado desierto.
    Pero la editorial Doncel, pocos días después de dar a conocer el fallo, me escribió para proponerme publicar el libro.
    Cuando preparábamos la publicación, Miguel Buñuel, que trabajaba en Doncel y se había convertido en un buen amigo mío, me dijo que El Genio de tercera clase podía plantear problemas de censura, por el carácter agnóstico de su protagonista. Si no quería tener esos problemas debía sustituir el cuento.
    Era mi primer libro y yo deseaba verlo publicado; así que decidí guardar, para mejor ocasión, El genio de tercera clase, que luego titularía El Gegenio. Para sustituirlo escribí El duende y el robot.
    Feral y las cigüeñas quedó, pues, integrado por esas tres historias.
    Aquel primer libro era una especie de manifiesto personal en el que trataba de demostrar que los cuentos maravillosos no estaban pasados de moda.
    En Feral y las cigüeñas utilizaba el mismo esquema de los cuentos tradicionales para relatar una historia contemporánea y eterna: el camino iniciático que debe seguir el protagonista para pasar de la infancia a la madurez.
    En El duende y el robot ponía en contacto a un personaje del folclore popular, un duende, con un personaje de ciencia-ficción, un robot, para comprobar que ambos podían coexistir en una obra.
    En El secreto del Lobo, contaba la historia de Caperucita; pero desde un punto de vista diferente: el del Lobo. Como era de esperar, la historia toma rumbos muy diferentes. Con esto quería mostrar que las historias dependen del punto de vista del narrador. Que no se deben asumir los relatos sin antes analizarlos con un sentido crítico.
    Este primer libro, según me contó Miguel Buñuel, sufrió los avatares propios de la época, es decir, los rigores de la censura. Consideraron que, si el lector ponía en tela de juicio la historia de Caperucita, haría lo mismo con todo lo demás.
    Los censores habían descubierto mis intenciones; porque, precisamente, de eso se trataba.
    Poco después, la editorial volvió a presentarlo; pero, esta vez, a la censura general de libros, donde no se le puso pegas.
    Con ese permiso de censura pudo, al fin, publicarse Feral y las cigüeñas en la colección La Ballena Alegra de la editorial Doncel.
    Por esta serie de circunstancias, este libro, escrito en 1968, no pudo publicarse hasta 1971.
    Escribir este libro resultó muy duro para mí. Cada vez tenía mayor responsabilidad en la editorial y menos tiempo para escribir mis libros. Esto me llevó a replantearme mi futuro y decidí que lo que más me importaba era mi obra literaria; por consiguiente debería abandonar mi trabajo en la editorial.
    En 1970 abandoné la editorial Santillana. No obstante, seguí colaborando en sus libros de lectura como escritor y como asesor literario.
    Mi experiencia en la editorial tuvo cuatro consecuencias que marcarían mi futuro como escritor: primera, el descubrimiento del público infantil y juvenil; segunda, constatar que la afición por la lectura nace en la infancia; tercera, los libros de lectura, principalmente los libros Senda y la serie de Álbumes para Preescolar me ayudaron a encontrar y forjar mi propio estilo literario, y cuarta, el escribir sometido a unos cuestionarios y a unos temas determinados; y tener que debatir los textos en equipo, suscitó en mí el deseo de crear una obra personal, independiente, libre y sin estar condicionada por consideraciones y criterios pedagógicos.
1970-1976
  • Preparación, para Santillana, de la serie Senda y la serie de doce Álbumes para Preescolar, (El árbol que no tenía hojas, El mandarín y los pájaros, Las fantasías de la lechera, Las estrellas y la princesa Liwayway Baíra y el fuego, El semáforo que quería ser árbol, El arco iris y los pájaros, Celiana y la ciudad sumergida, La visita de la Primavera, La estatua y el jardincito, La estatua y los niños y La gallina Paulina y el grano de trigo) que se publicarían en 1976.
    Los libros Senda y los álbumes para preescolar constituirían una especie de banco de pruebas que me llevaría a encontrar mi propio estilo literario, que cristalizaría en El hombrecito vestido de gris.
1973
  • De forma paralela a la creación de los libros de Santillana, comencé a escribir una serie de cuentos, algunos de los cuales incluiría, años después, en El hombrecito vestido de gris.
    Mostré esos cuentos a varios editores que me habían pedido libros. Pero ninguno se decidió a publicarlos; porque estaban seguros de que serían prohibidos por la censura. Al parecer, era porque en ellos se hablaba demasiado de libertad, de paz, de solidaridad y de la necesidad de unirse todos para resolver los problemas sociales.
    Por eso, de 1973 a 1975, continué con la escritura y corrección de esa serie de cuentos; sin ninguna prisa, porque no veía posibilidades de publicación y no estaba dispuesto a pasar por el aro y crear un texto políticamente correcto.
    Durante ese tiempo escribí los cuentos que integran el libro de El hombrecito vestido de gris; así como El hombrecillo de papel, que formaba parte de este libro cuando, en 1977, lo presenté al premio Lazarillo.
1975
  • El 20 de noviembre pensé, con prematuro optimismo, que todo había cambiado ya en nuestro país. Por eso, ese mismo día hice la última corrección del libro. Suprimí, sobre todo en el cuento de El guardián de la torre, referencias muy concretas y explícitas a la situación política que acababa de concluir. Decidí conservar ese cuento, porque situaciones de autoritarismo pueden seguir existiendo en un ayuntamiento, en el mundo laboral o en el medio familiar.
1976
  • A finales de 1975 y en 1976 hago algunos intentos de publicación de El hombrecito vestido de gris; pero sin ningún resultado.
    Todavía existe la Comisión de Censura y los editores no se muestran dispuestos a presentar el libro.
    La única solución que me ofrecieron fue publicar los cuentos con un ritmo de uno al año en forma de álbumes independientes. El primer cuento que se publicaría era El hombrecillo de papel. De esta forma, con un poco de suerte, El guardián de la torre, que sería el último, se publicaría en 1989.
    Desestimé esa posibilidad; aunque, más tarde, tomé en consideración la publicación de El hombrecillo de papel en forma de álbum y, por deseo de la editorial, comencé a preparar las ilustraciones.
    Escribo el guión de una película de dibujos animados titulado La penúltima hoja del otoño, destinado al intercambio internacional del Grupo de Trabajo de la Unión Europea de Radiodifusión y Televisión (UER). Este guión, cambiando la estructura literaria pasaría a formar parte en 1984 de El bosque de piedra.
1977
  • Reúno los cuentos que había escrito entre 1973 y 1975 y comienzo a preparar el libro de El hombrecito vestido de gris.
    Quedan fuera de este libro los cuentos Los zapatos de cristal, La voz de todos, El viejo tranvía, Tristes estrellas de tiza y La dragoncita de escamas rosadas, que, en 1981, incluiría en El faro del viento.
    Presento al Premio Lazarillo el libro El hombrecito vestido de gris, que constaba de nueve historias entre las que figuraba El hombrecillo de papel. A finales de 1977 me comunican la concesión del Premio Lazarillo.
    El mismo día me llaman de la editorial Alfaguara interesándose en publicar el libro. Yo accedo, con la condición de retirar del libro el cuento El hombrecillo de papel.
1979
  • Aparece la traducción francesa de El hombrecito vestido de gris.
    Reúno los cuentos que no había incluido en El hombrecito vestido de gris y escribo tres más hasta terminar el libro El faro del viento. Pero guardo esta obra para más adelante; no quería publicar, de forma consecutiva, dos libros con una estructura parecida.
    Comienzo a rescribir Feral y las cigüeñas. Había pasado el tiempo y consideré que debía corregirlo con detenimiento, para reeditar las tres historias de forma independiente, tal y como me habían aconsejado varias personas, entre ellas Aurora Díaz Plaja.
1980
  • Realizo para el Ministerio de Cultura el proyecto de ocho programas audiovisuales titulado El Libro de Ada, destinados a las Campañas de Promoción del Libro y la Lectura.
    Hago las últimas correcciones de El faro del viento y escribo para Santillana Los cristales de colores, que se publicará, al año siguiente, en la serie Fantasía y Lectura.
1982
  • Reescribo El genio de tercera clase y cambio su título por El Gegenio.
    Traduzco el libro de Tommie de Paola Oliver Button es un nena.
1983
  • Jaime Salinas, director de Alfaguara, me comunica que ha recibido varias peticiones para publicar, en forma de álbum, el cuento El viejo reloj. Accedo y se encargan las ilustraciones a Agustí Asensio.
    Tomo los guiones de los programas audiovisuales El Libro de Ada y los escribo en forma de libro con el título Un castillo de arena. Me parecía un contrasentido que una obra que pretendía dar a conocer el libro y su mundo y potenciar así el hábito y el amor por la lectura no tuviera forma de libro.
    También en 1983 comienzo a escribir El bosque de piedra.
1984
  • Mientras escribía El bosque de piedra, iban surgiendo historias en las que una serie de estatuas cobraban vida, de una u otra forma. Entonces pensé escribir un capítulo en el que sucediera lo contrario: Un personaje que se convertía en piedra. Consistía en llevar hasta las últimas consecuencias la expresión «me he quedado de piedra».
    El pensamiento inicial era que este acontecimiento sería una noticia bomba; que usarían, y de la que abusarían, los medios de comunicación, en especial, la televisión.
    Mientras buscaba el hecho desencadenante de un fenómeno tan insólito barajé distintas posibilidades: un accidente, la muerte de los padres...
    Entonces, encontré en los periódicos varias noticias de escapadas y suicidios provocados por un problema de fracaso escolar.
    El capítulo que pensaba escribir fue convirtiéndose, poco a poco, en una novela corta, que titularía Sopaboba; y lo que era, simplemente, la justificación de un suceso insólito, se apoderó del libro convirtiéndolo, sin haberlo pretendido yo, en un libro sobre el fracaso escolar.
    Esto demoró el proceso de creación de El bosque de piedra.
1985
  • Termino El bosque de piedra.
    Ese mismo año reúno una serie de historias que había publicado en forma de álbum, con el fin de agruparlas en un libro dedicado a lectores de más edad. Como eran historias escritas en épocas muy distintas, decidí unirlas mediante un hilo conductor.
    En el proceso de creación, este hilo conductor fue cobrando una gran importancia hasta adueñarse del libro. De esta forma, quedaron fuera la mayor parte de las historias que pensaba incluir en él y tuve que escribir historias nuevas.
    Así fue como nació mi libro El misterioso influjo de la barquillera.
    Este año reescribo también El secreto del Lobo, que se publicaría al año siguiente en forma de álbum.
1986
  • Antonio Basanta y Luis Vázquez me hablan de su proyecto de colección El duende verde y quieren que yo inaugure dicha colección. Les ofrezco El faro del viento, cuyos derechos había recuperado tras la desaparición de la editorial Bruguera. Ellos me dicen que publicarán El faro del viento en la segunda tanda de diez títulos; pero que, para el número 1 de la colección prefieren un libro nuevo.
    Entonces recuerdo la historia de El mar en las venas, que había escrito para Feral y las cigüeñas y había retirado porque no había sabido darle la credibilidad que yo buscaba. Ahora me encontraba en disposición de rescribir aquella historia; ahora conocía bien la vida de un pueblo costero; porque desde hacía diez años pasaba bastante tiempo y tenía casa en Nerja, un pueblo de la costa malagueña. Así fue como escribí aquella historia, ambientada en un pueblo y con unas gentes que yo conocía bien.
    Cambié su título inicial por A bordo de La gaviota.
1987
  • Corrijo el texto de El Gegenio.
    Comienzo a escribir una serie de 5 libros para la editorial Anaya. Estos libros están protagonizados por un personaje, Tano, que va creciendo a lo largo de la serie. Este personaje se caracteriza por ser un buen lector; y, como buen lector, es capaz de meterse en los libros y recrear a sus personajes.
  • Escribo esta serie entre los años 1987 y 1989.
    También en el año 1989 escribo El secreto de la flauta de piedra, que formaría una trilogía junto con El bosque de piedra y Sopababa.
1991
  • Escribo el cuento La ciudad desastre para el programa de televisión Los cuentos de Nana Bunilda de Mercé Company, que lo publicaría Toray-RTVE.
    Comienzo a escribir El árbol de los sueños, que termino libro en 1993.
1995
  • Comienzo a escribir Las raíces del mar. A la mitad del libro tengo un bloqueo creativo que aprovecho para escribir Mateo y los Reyes Magos.
    La editorial Alfaguara inaugura la colección Clásicos Alfaguara. En esta colección se publica Cuentos, un libro que se compone de los cuentos de El hombrecito vestido de gris y algunas historias de El árbol de los sueños.
1996
  • Reviso el texto de El Hombrecillo de Papel y hago, de nuevo, las ilustraciones del libro.
    En 1997 corrijo el texto de El duende y el robot. En 1998 corrijo el texto de El secreto del Lobo. En 1999 corrijo el texto de El bosque de piedra. En 1999 corrijo el texto de El misterioso influjo de la barquillera.
1998
  • Comienzo a escribir Los Peines del Viento. El proceso de escritura es muy lento, interrumpido en varias ocasiones; lo termino en 2002.
1999
  • Escribo el cuento A ritmo de vals, que se publica, en la antología ¡Va de cuentos! de la editorial Espasa-Calpe, ese mismo año para celebrar el número 100 de Austral Juvenil. Este cuento será el germen de un nuevo libro que comenzaré a escribir en el año 2005.
  • Revisa en profundidad el texto de El misterioso influjo de la barquillera, para su publicación en Anaya.
2004
  • Comienzo un libro que tiene como título provisional Rumbo a Marte.
    Termino este libro en el año 2005. Pero aún no lo he dado para publicar.
    Necesito que pase más de tiempo para leerlo con un mayor distanciamiento.
2005
  • Comienzo un nuevo libro, en el que aún estoy trabajando, que tiene como título provisional Luzazul; el germen de este libro es el cuento, reescrito, A ritmo de vals, que escribí y publiqué en 1999.
2008 y 2009
  • Últimas correcciones de Rumbo a Marte.
2009
  • Desde el mes de marzo, inicia la escritura de un libro que tiene como título provisional Historias del Año de la Estrella y que incorporará, en su segunda mitad, el texto revisado del libro Mateo y los Reyes Magos.
  • Durante los meses de mayo y junio inicia una revisión, que deriva en reescritura, de Feral y las cigüeñas para una próxima reedición en Planeta prevista para el año 2010.
  • Pasa los meses de octubre y noviembre  en Filipinas donde comienza a escribir un libro que tiene como título provisional: Historias de una isla llamada Esperanza. Este libro lo concluirá antes de regresar a España.
  • Inicia contactos para una traducción al inglés y tagálog de los libros El hombrecito vestido de gris y Rumbo a Marte.
  • Corrige los textos y prepara la edición de un volumen de obras selectas que será publicado por el nuevo sello editorial «El Jinete Azul». Este volumen incluirá los libros: Feral y las cigüeñas, El hombrecito vestido de grisEl misterioso influjo de la barquillera, Sopaboba y El árbol de los sueños.
2010
  • Concluye la escritura de un libro titulado  Historias del año de la Estrella, que incorpora, en su última parte, el texto reescrito del libro Mateo y los Reyes Magos.
  • Finaliza la  reescritura, de Feral y las cigüeñas para su publicación en Planeta.
  • Corrige el texto de Un castillo de arena para su publicación en Oxford.
  • Revisa y corrige el texto de Sopaboba, para su publicación en Planeta.
  • Finaliza las correcciones del libro Historias de una isla llamada Esperanza que se publicará, en Oxford.
  • Escribe el cuento «La ciudad de las estrellas» que se publica en una antología para promover los objetivos de la Fundación Theodora. Este cuento será el primero de una serie, que formará su próximo libro.
2011 y 2012
  • Entre Nerja, Málaga, Barcelona y Madrid escribe los cuentos del nuevo libro que se titula La ciudad de la estrellas.
  • Corrige el texto de El bosque de piedra para su publicación en Anaya.
  • Comienza  a escribir un nuevo libro.
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